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Just Love Me. por PandaZorro

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Notas del capitulo:

Bien, perdon si me demore pero tuve algunos inconvenientes de imaginacion y familiar/madre.

solo puedo decir una cosa ante esto ¡no se crean wns, los adultos no son siempre maduros!

en fin, ahora el final verdadero, el que sigue el fanfic sin alteracin alguna ¡Disfruten!


Al escuchar la voz del mayor se estremeció volteando apresuradamente, apretó las correas de su maletín mientras bajaba la cabeza, notoriamente sonrojado. Tomo aire antes de levantar la vista y fijarla en el chico frente suyo.

 

-Y-Yamada –le ponía nervioso verle a los ojos, sentí el nerviosismo carcomerle por completo.

-¿ocurre algo Aishi? –pregunto acercándose al más bajo.

-E-Esto…yo…

-Hum ¿estás bien? –se acercó al más bajo que permanecía con la mirada fija en el suelo.

-S-Si, esto yo –tomo aire levantando la mirada con las mejillas completamente rojas –Yo quería decirte que…que…que tú…tú… ¡Tú me gustas Yamada! –dijo finalmente sintiendo su corazón a punto de salir de su pecho.

-Aishi…

-Y-Yo… –mordió su labio nervioso desviando la vista.

-Aishi por favor mírame –pidió mientras tomaba las manos del menor quien rápidamente llevo sus orbes asía el chico frente suyo –eso…¿eso es cierto?

-¿eh?¡C-Claro que es cierto! –Exclamo sintiendo sus manos sudar por el nerviosismo.

-Vaya…esto…

-T-Tú…tú no sientes lo mismo ¿cierto? P-perdón por…

-No, nada de eso –se apresuró a corregir Taro –Es solo que…bueno, se siente extraño, que el chico que te gusta se confiese.

-¿G-Gustar?

-claro ¿de verdad crees que todo lo que hacíamos lo hacen amigos normales? –los brazos del mayor rodearon al sorprendido y avergonzado Ayano.

-p-pensé que… –envolvió en sus brazos el cuerpo del otro sintiéndose inmensamente feliz.

-Ayano –le llamo por su nombre sorprendiéndole –¿quieres ser mi novio? Sé que aún no estás bien por lo de tu amigo pero, puedo esperar si quieres…

-N-No, no está bien, y-yo sí, sí quiero ser tu novio –pego su rostro al pecho del mayor.

-si llegaras a aburrirte de mí…

-¡Nunca!¡Jamás podría hacerlo!¡me gustas, te amo demasiado! –soltó sin pensarlo, al ver que prácticamente había gritado lo que tanto había deseado desde que lo vio se sintió morir de la vergüenza.

 

No recibió palabra, solo los brazos del mayor apresándole con mayor fuerza.

 

-Te amo Ayano –murmuro Taro a su oído.

-Te amo Taro –respondió el menor separando un poco viéndose cara a cara a su senpai.

 

Ambos se vieron a los ojos escuchando el chocar de las hojas de aquel cerezo, de forma delicada las manos de Taro se posaron en la cintura del más bajo acercando sus labios a los de este uniéndose en un suave beso, un beso que trasmitía aquel amor entre ambos que finalmente se dijeron el uno al otro.

 

.

.

.

 

-¿bien? –tomo la mano de su novio justo fuera de su casa, habían pasado dos semanas desde la relación y era el momento más crítico para ambos.

-Fue algo bueno que tus padres se lo tomaran bien –comento Ayano viendo la puerta de su casa.

-Sí, eso es bueno –murmuro nervioso al conocer quiénes eran sus suegros.

 

Había sido un plan entre ambos, un domingo cuando ambos padres estuvieran en casa, sabía que su madre ya conocía a Taro, pero su padre…bueno, no es alguien precisamente muy abierto de mente y que su único hijo viniera a presentar a un chico como pareja amorosa.

El menor, apretando la mano de su novio, abrió la puerta principal anunciando su llegada y avisando que había traído a alguien. Su madre había sido quien les había recibido mientras limpiaba sus manos en el delantal que usaba, al ver a su hijo junto al chico que había hecho sentir a su retoño, tomados de la mano, simplemente sonrió.

 

-bienvenidos, porque no pasan a la sala –dijo la mujer con calma retirando el delantal y dejándolo a un lado mientras seguía a los dos chicos a la sala donde su padre parecía revisar algo del trabajo en el ordenador.

-Hum, Ayano hijo ¿un amigo? –pregunto con calma viendo al chico tras su hijo, sin notar las manos entrelazadas.

-Esto…n-no exactamente –respondió el menor nervioso, su madre había pasado a la cocina.

-Hum ¿a qué te refieres? –retiro su atención de la pantalla fijándola en ambos chicos.

-E-Esto, H-Hola mucho gusto señor Aishi –saludo Taro poniéndose frente al menor haciendo una leve reverencia –S-Soy Taro Yamada y…y…bueno… –la mirada de aquel hombre parecía inspeccionarle de pies a cabeza, tomo aire tratando de calmarse y decirlo lo más claro posible –Yo soy…el novio de Ayano…

-¿Qué…? –pregunto serio viendo a ambos chicos.

-L-Lo que escuchaste –respondió Ayano poniéndose al lado de Taro –Él y yo s-somos novios –dijo mientras volvía a tomar su mano.

-Ayano, no estoy para bromas –murmuro serio.

-N-No es broma…

-Por favor Ayano –su padre se levantó molesto sorprendiendo tanto al menor como al mayor quien paso al más bajo tras su espalda –Esto debe ser una broma ¡un chico!¡¿enserio?! Son dos chicos, por dios Ayano –le reclamaba el hombre claramente molesto.

-¡¿y eso que tiene que ver?! –Respondió el menor serio –Lo amo y nada cambiara eso.

-¡no te voy a permitir eso Ayano, eres un hombre y punto! –le reclamo molesto.

-Yo no le veo el problema –escucho la voz cantarina de Ryoba a sus espaldas.

-A-Amor, pero –nervioso vio como la mujer pelinegra caminaba hasta estar al lado de ambos chicos mientras con calma secaba un cuchillo con un trapo celeste, el aire tranquilo de la mujer le era increíblemente amenazante.

-ellos se aman, con eso basta ¿verdad? –los ojos filosos de aquella mujer se clavaron sobre su persona.

-P-Pero Ryoba, no puedes hablar enserio –buscando el valor que no tenía para encarar a su esposa hablo –son dos chicos, simplemente ridículo, no está bien.

-para mi está bien –sonrió mientras dejaba de mover aquel trapo por el filo del objeto metálico viéndose amenazante con este en sus manos –Si nuestro hijo es feliz no hay ningún problema ¿acaso vas a decir algo ante eso? –las últimas palabras salieron amenazantes, una advertencia.

-N-No creo que…

-Oh, amor tranquilo –con calma se acercó al hombre con cuchillo en mano, tomo por el brazo de este enredando se en este –Sé que es difícil para ti, pero vamos~ es nuestro hijo y vamos aceptarlo, tal y como es ¿verdad? –los ojos fríos se clavaron en el temeroso hombre.

-Y-Yo no –sintió aquel brazo femenino que rodeaba el suyo presionar más fuerte –T-Tratare bien.

-¡Oh!¡qué bien! –Celebro la pelinegra soltando el agarre con su marido –En ese caso ¡bienvenido a la familia Taro-Kun! –dijo con calma la mujer sonriéndole a los dos chicos ligeramente desconcertados ante la actuación de los dos adultos –Quédate a cenar querido, y amor, hablemos un poco entre los dos ¿bien?

 

El hombre trago  nervioso asintiendo.

 

.

.

.

 

-Y la Akademi High School sale victoriosa por tercer año consecutivo –Hablaba el presentador.

 

Un mes en donde ambos eran formalmente novios, ambas familias lo aceptaban, o casi, para el padre del menor continuaba costándole el aceptar, pero simplemente obedecía a su esposa en tratar de aceptarlo. Ahora mismo el equipo de natación festejaba el haber conseguido otro triunfo para la escuela haciéndole honor a dos de sus compañeros fallecidos.

En esos momentos la pareja de novios caminaba junto al resto del equipo hablando animadamente entre ellos, Ayano iba muy contento abrazado del brazo de su novio participando de vez en cuando en la conversación. Al llegar a la estación se despidieron de los otros chicos mientras ellos se iban en dirección a la vivienda del mayor.

 

-Bueno, habrá que buscar miembros para el próximo año –comento Taro pasando por las calles en donde lentamente la noche se abría paso encendiendo los faroles de la calle.

-Hum, el próximo año no estaremos juntos –se quejó el menor apretando el brazo del que iba abrazado.

-puedo pasar a buscarte –dijo alegre –no pienso dejarte solo –beso la mejilla del menor logrando que este se sonrojara.

-Te adoro –apretujo el cuerpo del mayor.

 

Continuaron caminando hasta llegar a la casa de Taro, el par entro encontrándose a los dos adultos arreglándose formalmente. El par de azabache vieron a la pareja prácticamente lista para irse.

 

-¿ocurre algo? –pregunto viendo a sus dos padres.

-Oh, hijo ¿no te llego el mensaje? –pregunto su madre colocándose unos arietes de perla.

-¿mensaje? –Rebusco en el bolso deportivo encontrado su teléfono –Lo tenía en silencio –murmuro viendo la pantalla de bloqueo con la advertencia del mensaje.

-Vamos a salir a una cena, luego pasaremos a la casa de tus abuelos a ver a Maina –dijo está tomando su bolso.

-hijo, no te molesta quedarte solo –pregunto su padre viendo al chico.

-Esto, no lo creo.

-cuida la casa bebé y Ayano cuida a nuestro hijo –dijo divertida la madre besando la frente de su hijo y revolviendo los cabellos al menor quien asintió.

 

El par de adultos salió encendiendo el carro y marchando dejando a los dos azabaches juntos, ambos se fueron a la sala dejando las cosas a un lado y encendiendo la televisión mientras se acurrucaban entre ellos viendo una película de acción.

 

-Esto, ya es tarde –comento tras la cuarta película y viendo que empezaba a marcar las once –¿quieres que te vaya a dejar?

-Eh, no quiero molestarme puedo irme solo.

-No, no es buena idea ¿por qué no te quedas? –pregunto con calma viendo a su novio, las mejillas de este se tiñeron de un leve rubor.

-Esto, debo preguntar –desvió la vista avergonzado.

-Hum, está bien –el mayor vio como el otro se acercaba a sus cosas sacando su móvil y marcando al número de su casa. Se alejó un poco esperando a que contestaran.

-hola mamá…Si…sé que es tarde…¿con quién estoy? Pues con Taro…¡Mamá!...si, si lo sientes…a sí, te llamaba porque quería preguntarte si bueno, es tarde así que Taro me ofreció quedarme…s-sí, quería bueno, avisarte…¡Mamá, ya!...¡N-No es graciosos!...b-bien adiós –colgó completamente rojo.

-¿entonces? –el mayor vio como el otro guardaba su móvil nuevamente con el rostro rojo.

-S-Si puedo…

-¿te parece si cenamos? Mi madre dejo la cena lista.

 

Tras una cena tranquila entre ambos el par de azabaches limpio los platos y subieron hasta el cuarto del mayor, en ese momento el par se dio cuenta de un pequeño detalle, tendrían que compartir la cama. Taro se ofreció a dormir en la sala pero obviamente Ayano negó apresurado, tras un rato pensándolo el par decidió dormir juntos en la misma cama.

Estaban recostados dándose la espalda, ninguno era capaz de dormir, sus mentes divagaban en miles de escenarios. Llevaban un mes de relación, los besos se habían empezado volver mucho más hambrientos y el contacto físico se les hacía más necesario.

 

-Taro –le llamo Ayano viendo se este estaba despierto.

-¿Mmh?

-Oye, Taro –se volteo viendo la espalda de su novio –¿estas despierto? –murmuro tocando la espalda de este.

-¿no puedes dormir, verdad? –dijo este mientras volteaba quedando cara a cara con el menor.

-Sí…

 

El par de azabaches se quedó viendo el uno al otro, era algo incómodo para los dos. Taro mordía levemente su labio decidiéndose si hacerlo o no, todo bajo la mirada del chico quien amaba, suspirando deslizo sus manos por el torso del menor acentuándose en la curvatura de su cadera sorprendiendo al más bajo.

 

-Esto…

-¿Taro…? –Los ojos del menor se encontraron con lo de su novio.

-Yo…

-Está bien –respondió sonriendo mientras abrazaba por el cuello al azabache mayor, apegando su cuerpo con el del contrario quedando a centímetros del rostro de este.

 

Sin decir palabra Taro acorto aquella distancia que quedaba entre ellos uniendo ambos labios en un casto beso, beso que lentamente fue subiendo se tomó dando mordidas para pedir permiso de ingresar en la cavidad ajena, ambas lenguas se enredaban en una danza húmeda. De forma lenta el mayor se fue acomodando encima del cuerpo del más bajo separando sus labios para respirar.

Las manos de Ayano se colaron bajo aquella camiseta que usaba su novio paseando por la espalda de este y sintiendo la cálida piel de su amado estremecerse ante su toque. Sus labios finalmente se separaron unidos por un fino hilo de saliva que desapareció ante su distancia, ambas manos de Taro se acomodaron a los costados de Ayano admirando el sonrojado rostro de este.

 

-Te amo –murmuro besando la frente del chico quien unió sus manos en la espalda del mayor.

-Te amo –repitió el menor besando de forma casta los labios del otro separándose al instante del rose disfrutando del sabor que le quedaba.

 

La diestra del mayor bajo por el torso del más bajo acariciando la piel por sobre la tela de aquella playera que le había prestado, la cual le quedaba increíblemente grande. Llego hasta el borde de está introduciendo su mano y acariciando el vientre del más bajo.

De forma lenta rosando con sus yemas aquella piel que adoraba, Ayano fue subiendo aquella prenda de un color azul marino hasta dejar el pecho y espalda al descubierto. Taro reía ante el cosquilleo que hacía el suave tacto del menor incorporándose sobre sus rodillas para retirarse su camiseta dejándola a un lado. Las mejillas del menor adquirieron un leve tono rosáceo, si bien estaba acostumbrado a ver a su novio con el torso descubierto en las prácticas de natación, en este instante era algo completamente diferente, no estaban en el club de natación, estaban ambos solos a punto de subir un escalón en aquella relación.

-Ayano ¿estás seguro? –pregunto mientras posaba su mano en la cadera del menor.

-Sí, estoy seguro  -Ayano tomo asiento quedando de frente con su novio –Estoy seguro por qué eres tú –Dio un suave beso mientras abrazaba el cuello de su novio volviendo a recostarse con este encima suyo.

 

Besos húmedos, sabanas rosando la piel y el rechinar del colchón, eran los sonidos que envolvía aquella habitación. Las piernas del menor se enrollaban en las caderas de Taro mientras este besaba y lamia el pecho del más bajo  dejando pequeñas marcas rojizas en la piel lechosa, las manos del azabache mayor descendieron hasta la ropa interior de Ayano jugando con el elástico de esta hasta decidir bajarla retirándola con dificultad ante la posición de ambos.

Ayano tomo la mano de su novio guiando dos de sus dedos a su boca lamiéndolos ante la atenta mirada de este, quien se mordía el labio al sentir su erección punzar ante la imagen frente suyo.

 

-E-Esto yo –el menor retiro los dígitos húmedos de su boca.

-Tranquilo –beso de forma rápida los labios del chico –De todos modos tenía que mojarlos –Ayano desvió la vista avergonzado sintiendo su vientre cosquillar.

 

Abrazándose al cuello de su novio y abriendo las piernas el menor le daba total acceso a este, dio un pequeño brinco al sentir los dedos húmedos de Taro tantear su entrada, apretó los labios al sentir el primer digito adentrarse aferrando su agarre y arañando la espalda del mayor ante la incomodidad de aquel intruso que se movía buscando dilatar aquel anillo de músculos. Pegando ambas frentes el par de azabaches se veían con los ojos ligeramente nublados de placer, sus labios se buscaban entre ellos dándose besos fugases de donde escapaban jadeos y gemidos del menor. Arqueo un poco su espalda al sentir como un segundo digito se abría paso simulando envestidas, lentamente ambos cuerpos comenzaban a perlarse de sudor.

 

-Mmh T-Taro –le llamo abrazándose a este –Y-Ya, por favor n-necesito sentirte –le pidió moviendo un poco su cadera.

-¿s-seguro? –jadeo resistiendo el penetrarlo de una vez.

-S-Sí, estoy s-seguro.

-B-Bien.

 

El mayor recostó el cuerpo del chico acomodándolo sobre la almohada mientras retiraba sus dedos del interior de este, Nervioso guio su miembro a la entrada de su novio tomando una bocanada de aire antes de presionar contra esta. Ayano apretó la tela de las sabanas de aquella cama tratando de relajarse, su cuerpo temblaba ligeramente ante las sensaciones que tenía, no era nada comparado a su imaginación. Jadeo al sentir como de manera algo brusca su novio se había adentrado quedándose completamente quieto.

 

-L-Lo siento –se disculpó viendo preocupado el rostro contraído en una mueca de dolor.

-N-No, n-no es nada –jadeo abriendo los ojos viendo el rostro del otro –N-No te preocupes, s-solo déjame acostumbrarme –llevo su mano a la mejilla del mayor.

 

Su pecho subía y baja de forma rápida tratando de calmar aquel dolor que sentía, llevo sus manos a los hombros del mayor esperando a que el tacto de la piel de este le lograra calmarlo lo suficiente. No sabía cuánto habría pasado, pero lentamente el aquel dolor que sentía en su entrada empezaba a disiparse dando paso al placer que le hacía sentir con solo ver a su amado.

 

-Y-Ya –jadeo a penas.

-H-Hum?

-Y-Ya puedes…puedes moverte –soltó un pequeño gemido mientras movía su cadera buscando más contacto.

 

Taro no dijo nada, de manera cuidadosa dio una pequeña envestida viendo el rostro del menor asegurándose de que no sintiera dolor alguno, beso el cuello de este tomando sus piernas y acomodándolas a sus costados a la vez que estas se enredaban en su cintura.

Apoyándose con una de sus manos para no dejar caer su peso sobre el menor y afirmando una de las piernas de este, el mayor comenzó aquel vaivén entre ambos. Ligeros jadeos escapaban de los labios del menor, los muelles bajo suyo rechinaban, ambas pieles chocaban al son de los gemidos que empezaban a hacerse más sonoros.

Sus rostros se acercaron viéndose el uno al otro, Ayano tenía las mejillas sonrojadas y unas pequeñas lágrimas de placer asomándose por los bordes de sus ojos, su cabello estaba desordenado y caía a los costados esparciéndose en aquella almohada blanca,  Taro tenía los ojos entre abiertos mientras mordía su labio con un ligero rubor en sus mejillas, su cabello caía a los costados y algunos mechones se pegaban al rostro de este.

 

-T-Ta-Taro –le llamo apenas entre los gemidos que escapaban de su boca –Y-Ya Aahh Y-Ya v-voy Mmh v-voy ah –apretó los labios mientras su espalda se encorvaba.

 

Sintió una corriente atravesarle el cuerpo, sus extremidades se acalambraron, dejo un camino rojizo al rasguñar la espalda del otro mientras los dedos de sus pies se contraían, no pudo evitarlo, se corrió manchando su abdomen y parte del abdomen de Taro. La entrada del menor se contrajo apretando el miembro del mayor, este apretó los dientes sintiendo como llegaba a su límite, en algunas envestidas más termino por correrse dentro del menor.

 

-L-Lo lamento, n-no quería –trato de disculparse pero la suave caricia en su mejilla le callo.

-E-Está bien –murmuro con la vista ligeramente perdida –Eres tu…te amo taro –Como pudo se incorporó apoyándose en sus codos atrayendo el rostro del mayor para darle un suave beso en donde las miles de palabras de amor que deseaba decirle en ese instante se canalizaban.

-Descansa –murmuro separándose de aquel beso y saliendo con cuidado del cuerpo del menor.

-buenas…noches… –susurro antes de caer en la inconciencia del sueño.

-buenas noches –beso la frente del menor, arropándose junto a este y acurrucándolo en su pecho en un cálido abrazo.

 

.

.

.

 

.:7 años:.

-¿Estás seguro de esto? –pregunto mientras encendía el vehículo.

-¡por supuesto que sí! No hicimos tanto papeleo para nada.

-Está bien amor –rio mientras aparcaba aquel el automóvil de ambos cercano a un edificio color crema en donde su parte trasera se encontraba un patio de juegos.

 

 Ambos bajaron del vehículo dirigiéndose al edificio en donde fueron recibidos por quien era la directora, la mujer ya de edad les pidió que la siguieran hasta una oficina en donde hablarían entre los tres.

Tras graduarse de la preparatoria el par de azabaches habían vivido en un departamento cercano a la universidad que cariñosamente le llamaban su nido de amor, al terminar la universidad la pareja deicidio finalmente contraer matrimonio y con este Taro tomaba el apellido Aishi que pasaba de generación en generación. Tras mudarse a una casa de dos plantas en un barrio tranquilo los dos azabaches lo habían decidido, tras recibir la visita de Maina con su hijo y esposo, la pareja había comenzado con los papeles de adopción. Les había tomado tiempo y no era muy bien visto que ambos fueran hombres, pero tras pasar varios meses finalmente aquella familia crecería con un nuevo integrante.

La mujer les pidió que la siguieran caminando por los pasillos de aquel lugar hasta llegar al patio trasero donde varios niños jugaban entre ellos. La mirada de los dos adultos paseo entre todos aquellos niños que corrían jugueteando entre ellos. Entre todos esos niños, sentada bajo un árbol con un libro en sus manos, se encontraba una pequeña niña de cabellos negros cortos y ojos oscuros.

 

-¿Qué tal ella? –pregunto a Taro quien vio a la pequeña niña sentada en el árbol.

 

La mujer hiso una seña a la niña, quien había levantado la vista, para que se acercara. La niña se levantó llevando consigo un libro en su mano, la pequeña vio a los dos hombres al lado de la directora.

 

-¿ocurre algo Sasaki-san? –pregunto la pequeña con un aire de seriedad a pesar de su, probablemente, corta edad.

-hola pequeña –saludo Ayano poniéndose a la altura de la niña.

-Hum, hola-saludo está apretando el libro.

-¿Cómo te llamas? –pregunto esta vez Taro poniéndose a la altura de la chica al igual que su esposo.

-Ayame(*) –Contesto esta –¿ustedes me quieren adoptar? –pregunto ladeando un poco su cabeza. Ambos adultos se vieron entre ellos sonriendo.

-Claro que si pequeña –contesto el mayor posando su mano sobre los cabellos de la niña. La pequeña niña sonrió llevando aquel libro a su pecho.

-Ayame ¿Por qué no vas a guardar tus cosas y nos esperas? –dijo la directora.

-Si –asintió está corriendo al interior del edificio.

 

La mujer suspiro mientras se encaminaba con los dos adultos para terminar el proceso de adopción de la niña. Los tres adultos llegaron a la oficina en donde firmaron los papeles para poder tener legalmente a la pequeña con el apellido de la familia.

 

-¿están seguros de esto? –Pregunto la mujer ligeramente seria –Ayame no es como las demás niños.

-¿Por qué dice eso?

-bueno, es muy seria y cerrada, es una sorpresa que haya podido expresarse con ustedes.

-Bueno, no hay problema, sé que Ayame podrá adaptarse bien –contesto tranquilo Ayano.

-Muy bien.

 

Ya con todo el tema legal terminado la pareja se dirigió a la salida donde, acompañada de una de las trabajadoras del lugar, se encontraba la pequeña con una mochila y una maleta pequeña donde iban sus cosas. Estaba sentada en uno de los sillones esperándoles, al momento de verles se levantó dirigiéndose apresuradamente a ellos.

Ayano no pudo evitarlo y la tomo en brazos viendo a la pequeña que mostraba una ligera sonrisa en su rostro.

 

-¿lista para irnos a casa? –pregunto Taro viendo a la pequeña en brazos de su esposo.

-Si –esta contesto abrazando al azabache menor.

 

Despidiéndose de la directora, los ahora tres azabaches se dirigieron al carro, en donde ajustándole el cinturón a la pequeña de seis años, se dirigieron a su hogar. Al llegar le mostraron el que sería el cuarto de la pequeña, aún no estaba decorado pero prometieron arreglarlo al gusto de esta quien asintió tranquila dejando su maleta y mochila sobre la cama tendida con unas sábanas de un tono beige.

Ayano y Ayame se quedaron ordenando las cosas de la pequeña mientras Taro preparaba el almuerzo al ser el turno de este. Por algún motivo, la pequeña niña parecía sentirse más que cómoda con su nueva “madre”.

 

-Me alegra tener una familia –comento la niña mientras sacaba un vestido de color azul pastel –ustedes no me van a dejar ¿verdad?

-¿dejarte, porque lo haríamos? –pregunto el menor mientras doblaba el vestido y lo guardaba en los cajones de una cómoda que tenía la pequeña.

-el resto de papás decían que yo no era normal –la voz de la niña sonaba vacía a la vez que esta bajaba la mirada –mamá ¿soy normal? –pregunto al momento de levantar la vista y fijar sus orbes, ahora completamente vacíos, al adulto junto a ella.

-Claro –Ayano sonrió sintiendo aquella mirada conocida, apreso a la pequeña en un dulce abrazo –eres una niña normal Ayame, como yo –canturreo acariciando los cabellos de la pequeña –Estoy seguro que a tu abuela le encantara conocerte.

-gracias mamá~

 

.

.

.

 

-Mamá, me gusta un chico.

 

 

.:Final verdadero:.

Notas finales:

(*)Ayame: ¿les suena? Ayame, si no mal recuerdo, iba a ser uno de los posibles nombres de Ayano, así que bueno, la tradición Aishi tiene que continuar ¿verdad?

En fin ahora toca los dos extra, si dos, ahora son dos extra por que yep :v

 

espero que los haya disfrutado UvU


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