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40 segundos por sunshinebunny

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Notas del capitulo:

Amor para mi Gatito inconforme~

Gracias por leer y por favor disfruten

Deshonneur

 

—¿Que quería ese chico contigo Sabo?—la voz de aquel extraño tenía un tono peculiarmente familiar, como si la hubiera escuchado durante toda su vida.

—¿Mmm? ¿Ace? Dijo que era un regalo de cumpleaños. — mostrando la cajita negra con un lazo rojo sonrió de manera nerviosa. — Ace es solo un amigo Lucci, no tienes por qué ponerte celoso. —

—Deberías devolverlo, no me agrada que otros chicos te hagan regalos. — Sabo no había podido contener la risa por más tiempo, inclinándose un poco sobre aquel extraño había plantado un pequeño beso en sus labios mientras guardaba el obsequio del otro moreno en su mochila, ya le abriría más tarde, en casa.

—Le devolveré si no me gusta. — la mirada severa del contrario le traía sin mucho cuidado, haría lo que mejor le viniera en gana mientras aun pudiera hacerlo, Lucci mas que nadie debería estar consciente de ello.

—Cuando seas mi esposo no dejare que nadie como él te vea. — de nuevo otra suave risa había abandonado la garganta del rubio, el día en que su compromiso se consumara aun le parecía demasiado distante.

—Ace es un buen chico, un poco raro pero un buen chico, quizá deberías conocerle mejor un día de estos Lu. —

—No dudo que sea bueno pero está enamorado de ti perdidamente y no haces nada por desalentarlo. —

—¿Por qué habría de hacerlo? — de manera juguetona había comenzado a enredar sus dedos en el rizado cabello de su prometido. —Es entretenido, además ya eh dicho, si no me gusta lo devolveré. —

—Eres cruel en ocasiones. —

.

.

Sabo abrió los ojos lentamente ¿Qué había sido exactamente aquel sueño? Un chico de cabello obscuro y largo ataviado en un fino traje que le esperaba después del colegio, un regalo que no recordaba haber recibido y esa conversación, esa extraña conversación ¿En verdad había sido un chico tan desagradable alguna vez? ¿Y encima había estado comprometido? ¿Por qué Ace no se lo había dicho? Giro ligeramente en la obscuridad para ver a aquel hombre que dormía tranquilamente en la misma cama que él, Ace era su novio y futuro esposo pero no siempre había sido así.

Según las cosas que Ace le había contado se conocían desde muy pequeños y habían sido mejores amigos siempre, nunca se le había confesado, aquel “sueño” sin embargo le decía que ya había estado consciente de los sentimientos del moreno desde antes y, al parecer, no reparaba siquiera en aprovecharse de ellos a pesar de estar con alguien más… el color había acudido a las mejillas del rubio lentamente ¿Cómo podía Ace haberse enamorado de alguien tan desagradable y poco considerado? El recuerdo había sido vivido y claro como si acabase de suceder, en su actuar no había rastro de culpa alguna, incluso podía decir que disfrutaba de la situación.

Le gustaba que Ace le prestara atención, siempre le había gustado.

La primera vez que había visto al moreno en la clínica de salud mental algo dentro suyo le había indicado que le agradaba tener su atención, aun si no podía recordarlo el tenerle ahí le hacía sentir una extraña sensación de control sobre una vida que escapaba de sus manos por completo ¿Había sido esto? Ace resultaba bastante fácil de manipular si solo se esforzaba un poco, también era inseguro y celoso, no gustaba de presentarlo a sus amigos eh incluso con Luffy había sido lo mismo pero con que insistiera apenas algo era suficiente para convencerle, seguro que si le pedía cualquier cosa se la daría, Ace estaba perdidamente enamorado de él, Sabo lo sabía y al parecer lo había sabido antes pero era una de esas cosas que había olvidado.

La situación ya no era la misma, ¿Qué le diría Ace si preguntaba acerca de ese tal Lucci? Era la primera persona que había recordado de su pasado y al parecer su relación había sido bastante íntima, le había besado y aquel hombre hablaba de casarse, entendía, en parte, porque Ace no se lo mencionara antes pero aun así quizá debía preguntarle. Era su vida y tenía derecho a saber de ella.

Soltando un suspiro se abrazó al cuerpo del pecoso, aspirando el olor de su piel mientras sentía los brazos del mayor rodearle de manera protectora pero laxa, Ace aun dormía pero aun en sueños su cuerpo se movía por si solo para protegerle, debía haber una razón por la que Ace no le contase esas cosas además de los celos. Ya en la mañana le preguntaría.

.

.

.

¿Las cosas pasan por un motivo? Posiblemente, aunque quizá de nuevo, todo sea casualidad.

Cuando Sabo despertó por la mañana Ace no estaba a su lado, un pequeño trozo de papel en la mesita de noche le habían indicado que volvería tarde, un trabajo de último minuto, no podía rechazarlo.

Levantarse, cepillarse el cabello, bajar las escaleras y preparar desayuno para uno, horrible rutina que no acababa de gustarle, en la institución mental no había oportunidad de estar a solas en ningún momento más que la noche y eso solo en ocasiones, de antes no podía recordar nada pero tenía la sensación de que la soledad nunca había sido una parte relevante de su vida.

Si deseo algo lo tomo, siempre ha sido así, Ace, te quiero a ti sabes…

Palabras pronunciadas por alguien más, en otra vida, no por él, sacudió la cabeza con tal fuerza que esta sonó con un ruidoso “thud”

Solo había tenido que levantar el rostro para notar que aquel sonido no provenía del interior de su cabeza si no del patio. El chiquillo en aquel momento sobándose una de sus rodillas le había hecho sonreír ¿Qué hacia Luffy ahí? ¿Y por qué no simplemente tocar a la puerta como una persona normal? Aunque aquel chico era todo menos normal, su presencia ahí sin embargo lograba calmarlo a la vez que le hacia sentir bien.

—¡Oe! — Abriendo la ventana que daba al patio llamo la atención del monito que le había observado cual si fuera un fantasma, como odiaba cuando Luffy le veía así, con el terror dibujado en toda la cara, no era una expresión que le sentase bien al chico. — ¿Qué haces ahí Lu? Da la vuelta, ya te abro la puerta del patio. — había llamado de esa manera también al hombre de sus sueños pero eso y esto eran dos cosas distintas.

—¿Ace no está en casa, verdad? — susurro Luffy, acercándose a la ventana nervioso.

—¿Y si lo estuviera habría alguna diferencia? ¿Pensabas jugarle una broma? —

“Eres cruel en ocasiones”

Sabo ya no era esa persona, no recordaba quien había sido pero ya no era esa persona. —Ace no está. — dijo al final el rubio y era como si el color le hubiera vuelto a la cara a Luffy, curioso que no había notado lo pálido que estaba el chicuelo, suponía que no debía haber estado bromeando con eso cuando apenas unos días atrás el incidente con aquel viejo sombrero de paja había tenido lugar, la verdad era que ya que Ace no había hecho mención alguna al volver además de volver a subir la caja de cosas que Sabo había seleccionado al ático el rubio no le presto importancia fuera de un berrinche momentáneo por parte de su novio.

Tenía otras cosas por las que preocuparse esos días, invitaciones que entregar y lugares que visitar, incluso había pedido un pequeño permiso en el trabajo para poder organizar las cosas como era debido, una fiesta del tamaño que quería Ace no era cosa fácil, pero al menos los hermanos adoptivos de este habían sido lo suficientemente amables de ofrecerle toda la ayuda que pudieran necesitar, el padre adoptivo de todos ellos le había tratado con tal calidez como si ya perteneciera a esa curiosa familia, le había agradado en verdad, más que un despacho de investigación privada aquella oficina parecía una casa de locos, y Sabo sabía perfectamente de lo que hablaba. Era agradable aun así.

Izo había sugerido una ceremonia budista tradicional y la idea le había agradado al rubio bastante, “de esa forma ambos usaremos vestido” la broma había hecho gruñir a Ace pero no tardaron demasiado en convencerle de que aceptara, siempre y cuando el banquete estuviera lleno de comida, y claro que lo estaría, ¡Con la cantidad de gente que había que invitar! Aquello le recordaba que aún no había tenido oportunidad de invitar a Koala y los chicos de la clínica, se preguntaba si Dragón tendría tiempo de asistir.

Abrió la puerta que daba al patio como lo había dicho, Luffy paso a sentarse en la mesa, más tranquilo aunque mirando en todas direcciones como buscando algo, pensaría acaso que el sombrero de Ace que se parecía al suyo seguía ahí.—Sabo, ¿Puedo preguntar algo? —

—¿Mmm? —

—¿Tu no has perdido algo? —

—¿Te refieres además de mi memoria? — intentó sonreír pero la seriedad en el rostro del menor le retuvo, no entendía a que iba la pregunta.

—Eso… quizá no lo sepas pero cuando me rescatarán había una caja de evidencia que después los policías se encargaron de devolver a los familiares de las víctimas, los asesinos suelen tomar recuerdos de sus víctimas, lo leí en un libro de policías una vez, Ace dijo que mi sombrero no estaba entre esas cosas. — las uñas del pequeño rascaban la plana superficie de la mesa de manera casi compulsiva mientras hablaba, no lo veía, no a él, su atención estaba fijada en algún punto perdido de la cocina donde ambos habían tomado asiento. — Ace dijo que me lo daría si lo encontraba…—

—¿Y alguna vez te ah mentido? —

La manera en que Sabo lo había cortado le había desconcentrado, Luffy parpadeo un par de veces en lo que las palabras de Sabo se registraban completamente —No…— hizo memoria para corroborar sus propias palabras. —Ace nunca me ah mentido. —

—Entonces deberías confiar un poco más en el ¿No crees? —

—Supongo que tienes razón, él fue quien me rescato, ¿También te rescato a ti Sabo? — había sido el turno de Sabo para parpadear con confusión, nunca habían hablado de ese tema antes, no entendía la lógica de Luffy para preguntar si también a él le había rescatado Ace, suponía que en cierta forma el que nunca se rindiera de encontrarlo lo había salvado de una vida sin saber quién era pero no del asesino en sí. — No exactamente, yo… escape… aunque no recuerdo mucho al respecto. —

—¿Escapaste? — los ojos de Luffy se abrieron cual platos. — ¿Entonces eras tú? — levantándose de su silla el menor le había tomado por los brazos para sostener su mirada por si acaso estaba mintiendo. — No debiste hacerlo Sabo, de verdad que no…— los labios del moreno se habían juntado hasta formar una línea perfecta. —No lo sabes…— no era una pregunta, era una afirmación.

—¿No sé qué? —

—Me tengo que ir. —

Había salido casi corriendo, solo para regresar casi al instante por la misma puerta. —No le digas a Ace que eh estado aquí, solo… no se lo digas. —

—oh… ok…—

Y entonces se había ido, de verdad que las cosas parecían cada vez más confusas, quizá debiera preguntar a alguien un poco más experto, su cita mensual en la clínica de salud mental era esa semana, quizá aprovechara para llevar también las invitaciones de la boda.

.

.

.

—¿Que se supone que es esto? Es horrible, realmente tienes pésimo gusto Ace, ¿ni siquiera un reloj decente podías elegir? — la voz al otro lado del auricular iba cargada con burla y dolo, quería herirlo y lo lograba perfectamente, Ace se había pasado varias horas escogiendo aquel obsequio para el rubio que parecía haberle hablado por teléfono con el único propósito de humillarle.

—Lo… siento, iré a recogerlo en cuanto pueda... podemos cambiarlo por algo que te guste— la agradable risa le había hecho sonrojar, a pesar de que sabía que estaba riéndose de él solo escuchar a Sabo reír era verdaderamente hermoso.

—Ven a mi casa, quiero verte. — Solo escuchar aquellas palabras le ponía en las nubes, Sabo queriendo verle, que su sonrisa era la de un bobo era decir lo menos, ¿Por qué tenía que ser ese día precisamente?

—No puedo, tengo trabajo…—El silencio al otro lado de la línea no había sido buena señal. — ¿Sabo? — de nuevo más silencio, su amigo podía ser un poco cruel a veces. —Sabo, por favor… —

—Está bien Ace. — No estaba bien, definitivamente no estaba bien. —supongo que siempre puedo llamar a Lucci para pasar el rato. — golpe bajo, ya tenía que contenerse cada vez que veía al tipejo para no golpearlo cuando las cosas aun no estaban decididas, ahora que eran “prometidos” todo era aún peor.

—Sabo por favor…— los golpes en la puerta seguramente incluso el rubio los había podido escuchar. —Te llamaré después ¿Esta bien? —

—Mis padres quieren mandarme de nuevo al extranjero ¿sabes? Otros dos años sin verte de nuevo. — a pesar de todo podía escuchar la nostalgia y tristeza en la voz del rubio. Un nudo se había atascado en su propia garganta.

—Iré después del trabajo. — murmuro enseguida, no importaba lo que los demás pensaran, él conocía al verdadero Sabo, aquel que era dulce y considerado y cuyos caprichos siempre tenían una razón de ser, aquel que había sido su primer amigo y seguiría siendo el más importante en su vida sin importar lo que pasara.

Tras un silencio que parecía eterno aunque habían transcurrido apenas 40 segundos le llego la respuesta del rubio —Ok, te estaré esperando. — el sonido de la línea muerta después de eso le había parecido un funesto presagio.

Todo su turno en aquella maldita cantina llena de borrachos mal olientes le había parecido eterna después de eso.

Llegó a casa de su mejor amigo pasadas las 3AM, con malas excusas había sacado a los últimos clientes del lugar y corrido al lado de Sabo solo para encontrar las luces de aquella casona completamente apagadas, saltando la barda y evadiendo a los perros se había colado hasta la ventana del tercer piso que afortunadamente estaba abierta, en la cama, ya dormido Sabo lucia aún más arrebatador que nunca, Ace mordió sus propios labios, acariciando con la punta de los dedos aquellos de su amigo.

Quería besarle pero no se atrevería.

En la cómoda a un lado de la cama el reloj de cuero negro con la inscripción interna que leía “Sabo” descansaba sobre la cajita negra donde se lo había obsequiado, con algo de pesar le guardo en el bolsillo, ya buscaría un mejor regalo, más adecuado para alguien como Sabo.

El brillo azulado que lograra divisar de pronto en la obscuridad le había hecho sobresaltarse, una sonrisa adormilada dibujándose en los labios de su mejor amigo ¿Podía alguien ser más sensual que aquello? — Ace…— quería echarse encima suyo, suplicarle que dejara de tentarle de esa manera.

—Lo siento, no quería despertarte. —

—Mhhhhh. — aquel sonido mientras el rubio se estiraba le había hecho vibrar por completo, si tan solo no fuera tan cobarde…¿Qué pensaría Sabo de todo lo que querría hacerle? —ven, recuéstate conmigo…—

Su corazón se había acelerado, no había forma de que Sabo no supiera lo que provocaba en él, aun así se había recostado a su lado, quitándose los zapatos y sintiendo al menor acomodarse cerca de su cuerpo el aliento de aquel sobre su cuello le volvía loco. —ngh… apestas a cigarro Ace, no me gusta tu trabajo. —

—Lo siento. —

—Está bien, no volveré a verte por un tiempo. —

—¿Esta decidido ya? — le sintió asentir y abrazarse aún más fuerte a él, correspondiendo aquel abrazo coloco un pequeño beso en el cabello de su amigo.

—Tienes que seguir tu sueño Ace, tienes que ser feliz tu por los dos. — ¿Cómo decirle que no podía ser feliz si no estaba a su lado?

Como decir tantas cosas… —Siempre podrías venir a vivir conmigo Sabo, huir de este lugar, de todo…—

La risa sin humor que escapara de la garganta del rubio le había hecho callar. —¿A tu apartamento de dos habitaciones con la vieja bruja de tu tía y sus nueve hermanos? —

—Dadán no es tan mala una vez que te acostumbras a ella. —

—Preferiría vivir en la basura. —

Ace sabía que hablaba enserio, apretándose a su amigo como si de esa manera pudiera impedir que se marchara dejo que unos instantes pasaran en silencio. —Un día, cuando tenga dinero suficiente te comprare una casa aún más grande que esta. — de nuevo una pequeña risa le había contestado, burlesca pero mucho más cálida, le gustaba tanto escuchar a Sabo reír.

—No es necesario algo tan grande, 4 habitaciones y un estudio deberían ser más que suficiente, y unos 5 o 6 mocosos para hacer juego a una casa tan grande. —

.

.

.

Levantando su sombrero Ace abrió los ojos lentamente, se había quedado dormido en medio del trabajo, claro que lo haría pasar por un ataque de narcolepsia, aunque el sueño que acababa de tener le decía, claramente, que no había sido eso, cuando sufría ataques no tenía sueños.

Tomo la pequeña cámara de video que mantenía sobre la guantera. La persona a la que estaba vigilando seguía donde estaba y a juzgar por las cintas de seguridad no había hecho nada interesante.

Soltando un bostezo se acomodó la gabardina para subir el borde de ella hasta cubrir sus orejas, aquel lugar entre las montañas podía resultar bastante frio y pocas personas le frecuentaban, el café que había puesto en el portavasos del auto ya estaba frio pero aun así le dio un par de tragos, como preferiría estar en casa con su futuro esposo ahora que estaba seguro que nadie se lo quitaría de nuevo.

Sacando el celular de su gabardina busco entre los contactos aquel que necesitaba antes de componer un rápido mensaje.

 

Para: Gato necio

Aun no hay novedades.

Seguimos con las búsquedas en el radio del último avistamiento, el presupuesto se acaba.

¿Debemos continuar la búsqueda?

 

No habían sido más de 40 segundos antes de que su celular vibrara con la notificación de mensaje nuevo, la pantalla brillaba con la leyenda

1 Mensaje: Gato necio.

Tocando la pantalla soltó un pequeño suspiro, “sigan buscándolo” y Ace pensaba que él era necio.

.

.

.

 

Continuara.

 

 

Notas finales:

Y bueno, ¿Que piensan de esta historia hasta ahora? A veces no estoy segura de estaría llevando bien... cualquier comentario es agradecido~

 

PD. me gustaría recibir una nota de gato por ahí me alentara, te amo Gatito~


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