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Seres por Liyis

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Notas del capitulo:

Hola mazapanes!!!

Lamento haber tardado en actualizar, pero esque no he tenido tiempo por todo esto de las fiestas y asi, aparte de que voy a entrar a la escuela y por desgracia tengo tarea.

Pero aqui esta el capitulo. Disfrutenlo.

Podía escuchar el sonido de una música, una canción, como de los años 50s.

Abrí mis ojos asustado, estaba acostado en una cama muy dura y todo el lugar era oscuro. Mi respiración comenzó a agitarse ¿Que hacia aquí?

Me levante, no llevaba mi celular, ni mi mochila.

Estaba en una sala oscura, no podía ver nada, todo se tornaba aterrador. Pude notar una ventana donde se veía el reflejo de una luz, la toque hasta que note una tela suave, era la cortina, me dirigí a la luz en el extremo de la tela y la abrí ligeramente, lo suficiente para poder observar lo que había del otro lado de esta.

Era solo un pasillo, con una lámpara en el techo que se prendía y apagaba.

Me separe de la ventana y comencé a tantear en la pared, buscando una puerta. La encontré fácilmente y gire la manilla, no tenía seguro ni nada por el estilo, la abrí lentamente observando al rededor. Note una cámara de vigilancia en el techo, con una lucecita roja que tintineaba me mantuve observándola un rato ¿Dónde estoy?

-William- la voz detrás de mi me hiso saltar. Me di la vuelta y observe a un hombre como de unos 40 años de mirada seria y traje.

-¿Quién es usted?- le pregunte. De repente la melodía de los 50s desapareció.

-Soy el oficial Nevara- contesto sacando su placa.

-¿Oficial?-.

-Estas en la penitenciaria-.

-¡¿Qué?!- pregunte sorprendido después de haber reaccionado a sus palabras -No es posible ¡¿Que hago aquí?!-.

-No creo que no lo recuerdes- empezó a caminar hacia mi mientras me mostraba un folder -Hubo un ataque terrorista ayer en el centro, tú estabas ahí-

Todos mis recursos regresaron, jamás había sentido tanto miedo que en ese lugar.

-Había muchas personas ahí, señor-

-Lo siento, debido a eso llevamos a todos los protestantes a los separos. Quedaste inconsciente y te trajimos aquí, has dormido por un día entero- abrí el folder, dentro de él habían papeles que trataban de mí, como mi acta de nacimiento, credencial escolar, seguro ¿Para querían todo esto? -Pero no te preocupes, ya puedes irte, tus padres llegaron por ti- me dijo esta vez con una sonrisa -acompáñame-

Camine con él por el enorme pasillo, había mas intersecciones en el camino, pero todo se veía oscuro, lo único que iluminaba este pasillo eran las linternas que nos iban siguiendo con su escaso brillo. Llegamos a una sala más habitada, con policías, sillas y oficinas, gente revisando papeles y demás, había una reja que me separaba de esas oficinas y pude ver a mis padres ahí, esperando. A mi derecha había más chicos de mi edad, otras personas que cometieron algún delito no tan grave.

 

El oficial me llevo hasta la salida donde mi madre lanzo un grito de alivio al verme para luego abrazarme.

-¿Te encuentras bien?- me pregunto con ese tono de preocupación en su voz, los ojos negros de mi madre decían algo diferente, no somos una familia muy unida.

-Sí, estoy bien-.

-Muchas gracias oficial- agradeció mi padre estrechando la mano del  policía.

-No hay ningún problema señor Stone, solo procuren tener más cuidado con su muchacho-.

-No se preocupe oficial, lo cuidaremos bien- las sonrisas falsas marcadas en los rostros de estas tres personas a mi alrededor eran bastante notables, ¿que intentaban?

Salimos de la estación de policías después de despedirnos y regresamos a casa.

Al entrar a la casa nadie dijo nada, rápido subí las escaleras a mi habitación y decidí descansar por lo que quedaba de la noche.

 

 

Encontré una nota pegada en el refrigerador, mis padres habían salido de la ciudad y regresarían en una semana. Nunca he estado fuera de la ciudad, no sé nada del mundo exterior fuera del país y ellos siempre salen.

Me serví una taza de café mientras miraba por la ventana de la cocina. Recordé entonces el rostro de ese chico, no lo había visto muy bien pero no me lo puedo sacar de la cabeza.  Todos ellos son capaces de matar como si fuera algo sumamente normal, como si acabar con la vida de alguien no tuviera sentido.

Me iba a llevar la taza a los labios cuando sentí una punzada en mi cabeza, un dolor tan intenso que me hiso tirar la taza al piso, astillándola y derramando todo el líquido. El dolor paro en pocos segundos, no era de las personas que tenían dolores de cabeza o cualquier tipo de enfermedades.

Limpie el desastre que hice en la cocina y prepare mis cosas, salí de casa para ir a la universidad, tomar la estación del centro iba a ser imposible, así que tendría que tomar la ruta larga.

 

Treinta minutos después llegue a la escuela, esta vez mi celular no comenzó a vibrar como loco al igual que ayer, pero algo me dice que no me recibirán muy feliz hoy. Iba corriendo, pisando el verde pasto el pasto, pasando por los edificios de las diferentes especialidades. Mi carrera es mecatrónica, me llamaba bastante la atención, así que me esfuerzo mucho a pesar de toda la competencia.

Iba a entrar al edificio cuando sentí otro dolor punzante de cabeza, me detuve en la puerta, el dolor era aún más fuerte que en la mañana, lo veía todo borroso, todo me daba vueltas. Di unos pasos hacia atrás y luego sentí que perdía el equilibrio, pero algo detuvo mi caída.

-Oye, ¿Estas bien?- era la voz de un chico.

-S-si- sujete mi cabeza. Estaba recargado en el cuerpo de ese chico, superaba mi altura ya que le llegaba al cuello, pero no era como si los demás no lo hicieran. Me mantuve un momento así hasta que el dolor comenzó a desaparecer, entonces me separe un poco de él y me di la vuelta para observarlo. Tenía cabello rubio y ojos miel, con una camisa azul abierta de los tres primeros botones, su mirada era tranquila y tenía una sonrisa leve. Lo observe fijamente un momento, podría jurar... que ya lo había visto antes.

-¿Me estas analizando?- me pregunto haciendo un poco más grande su sonrisa, no me había dado cuenta de que lo mire más de debido.

-Lo... Lo siento- tartamudeé.

-No hay problema- Le serie con nerviosismo y me di la vuelta para comenzar a caminar hacia el salón.

-Oye, espera ¿No deberías ir a la enfermería?- se posiciono a mi lado.

-No creo que sea necesario, a veces me pasa- mentí.

-¿Estudias aquí? ¿O vienes a ver a alguien? Pareces de cuarto año, ¿Que tienes? ¿15?- se comenzó a reír, es normal que hagan ese tipo de comentarios con mi edad, me veo más joven de lo que soy, me enfade un poco. 

-No, estudio aquí y cumpliré 18 en un mes- conteste con firmeza.

 

-De acuerdo, lo siento, no debí burlarme. Aun así creo que deberías ir a la enfermería-.

-Estoy bien-.

-¡Hey! ¡¡Will!!- escuche mi nombre trate de encontrar de donde provenía, era Max, el compañero que me había enviado miles de mensajes y llamadas ayer.

-Me tengo que ir- me despedí rápido de aquel chico y salí corriendo, ni siquiera le pregunte su nombre o lo deje hablar, a fin de cuentas, no creo que lo vuelva a ver.

-¡¿Dónde estuviste ayer en todo el día?!- me pregunto Max con enfado en su rostro, su cabello es cobrizo y es fácil reconocerlo por eso.

-Tuve un problema- entramos al salón, el resto de mis amigos comenzaron a interrogarme para saber que me había sucedido, era el que nunca faltaba, pero preferí no darles tantos detalles.

 

El día escolar transcurrió normal, logre conseguir los apuntes de la clase pasada, y todos los profesores nos dieron pequeños discursos sobre el ataque terrorista de ayer, muchos comentaron que algunos de los contribuyentes eran grupos de anarquistas, alguno incluso de la escuela. El sistema de nuestro gobierno comenzaba a deteriorarse.

Estábamos a la mitad de la clase cuando uno de los tontos revoltosos del salón empezó a jugar con una pluma, lo peor es que se sentó este día alado de mí y chorreo toda la tinta sobre mi camiseta. Tuve que pedirle a la profesora que me dejara salir al sanitario. 

Estaba lavando mi playera, toda había terminado manchada, expandiéndose. Me quite mi sudadera y mi mochila para poder limpiarla. Solo me estaba mojando más, me harte de tallar y no tenía nada más que ponerme, entonces alguien entro al baño igual, observe por el espejo, era el mismo chico rubio de antes.

-Valla, hoy te veo por todos lados, pequeño- con la palabra pequeño no sabía si se refería a un cumplido o a un insulto.

-Mi nombre es William.

-Un gusto- me extendió la mano -Soy Eriel, no nos presentamos correctamente hace unas horas... ¿Qué le sucedió a tu camisa?- me pregunto extrañado.

-Un idiota que jugaba con una pluma- le conteste para luego darme la vuelta y concentrarme en mi lavado, el sonrió.

-Si quieres te puedo prestar una camisa- me ofreció observándome por el espejo, me sentí incómodo y trate de no observarlo.

-No es necesario, gra-gracias.

Deje la playera como estaba, me sentí incomodo de quedarme solo con él en baño. -¿Y tú que haces aquí?-

-Lo que todos hacen el baño. Me sentí estúpido al preguntar, camino hasta un orinal, cada uno tenía su propio cubículo, aun así baje la mirada.

-Bueno, me tengo que ir- salí corriendo de nuevo del lugar, iba camino por el pasillo observando mi camisa y la enorme mancha que llevaba. Estaba cerca del salón cuando vi a una señorita entrar, tal vez iba a dar un anuncio, camine más rápido para poder escuchar, pero apenas entre todos me observaron, y la señorita me había llamado a mí para ir a la oficina del director.

 

 

Me detuvieron en la sala de la dirección, la señorita me dijo que esperara en lo que le avisaba de mi llegada al director. Me senté en una de las sillitas ¿Para qué me querían? No hice nada malo, solo esperaba que no fuera nada relacionado con lo que pase un día entero en la cárcel, aunque fue inconsciente, después de todo, los que me arrestaron tenían mis papeles, debieron avisar a mi escuela.

Poco después la mujer salió para dejarme pasar. Me levante y entre con algo de inseguridad.

-Hola Will- me saludo amablemente -Toma asiento- señalo uno de los sillones cerca de su escritorio.

-¿Sucede algo?-

-Will- hablo con más calma -escucha tengo que decirte algo importante, nos acaban de informar sobre esto, lo lamento mucho-.

-¿Que pasa…?- me asuste.

-Will, tus padres están muertos- me sorprendí, trate de recapacitar esas palabras. -Hubo un accidente en el laboratorio donde trabajaban y ambos fallecieron.

-No... No ¡No es posible!-.

-Lo lamento. Dado a que aún eres menor de edad, vendrán unas personas de la institución de protección infantil y juvenil a hacerte algunas preguntas...- el siguió hablando pero yo lo ignoraba por completo, mis padres estaban muertos, nunca fuimos unidos, pero era doloroso, el tiempo en que convivieron conmigo de pequeño lo aprecio bastante.

-Puedes estar libre de tus clases y esperarlos si quieres, no tardaran en llegar.

No conteste, deje que mi cabello cubriera mis ojos bajando la mirada, me levante del asiento y salí a sentarme de nuevo. 

Tenía ganas de llorar, pero no podía ser tan débil.

 

 

Estuve esperando a que los tipos de protección infantil llegaran, pero nadie apareció en tres horas, me puse de pie dispuesto a irme al trabajo de mis padres para que me dijeran algo, donde estaban sus cuerpos, como murieron. Tome mi mochila y salí a los pasillos directo a la salida, cuando vi a dos personas con los uniformes militares de color negro.

 Sus miradas serias y el par de armas que llevan en sus cinturones, asustaban. Quería pasar desapercibido, baje la mirada fingiendo que no los había observado.

Apenas sentí que iba a pasar a su lado, uno de ellos me sujeto del hombro y me detuvo.

-Tu eres William Stone?- me sujetaba con fuerza.

-No.

El y la mujer con la que venía me sujetaron y me ataron las muñecas con unas esposas, luego el grandote me cargo con facilidad hasta que quede sobre su hombro, patalee y golpee, grite para que me bajara pero no hacía nada. Mis gritos eran tantos, que pude ver como algunos de mis compañeros salían de los salones para presenciar lo que sucedía. Me metieron dentro de un auto e inmediatamente arranco. Estaba sentado entre el grandote y la mujer. No podía ver quien conducía, ni a donde me llevaban.

-¿¿Qué es lo que quieren?? ¡¿A donde me llevan?!- Me ignoraron, dudo mucho que sean los de protección para menores.

 

 

El auto se detuvo, nunca pude ver por las ventanas a donde me trajeron. Abrieron la puerta y me bajaron a jalones del auto. Estábamos frente a un edificio, pero no era cualquiera, era el laboratorio donde mis padres trabajaban. Me metieron, nunca había entrado en él, era una recepción normal, como cualquiera. Ninguna persona me observaba, todos seguían en lo suyo, como si fuera invisible, como si no importara que llevara a un adolescente a rastras hasta el elevador. 

Presionaron uno de los botones más altos. Uno de los edificios más altos de la ciudad, creo que de todo el     país. El elevador era de cristal, cuando llegamos a una altura determinada, gire un poco mi cabeza, solo para poder ver la ciudad desde esta altura. Se detuvo, las puertas se abrieron y me sujetaron de ambos brazos como lo habían hecho antes y volvieron a moverme. La mujer era más baja que el hombre, de piel más morena, pero aun así, yo era un poco más bajo que ella. Del lado donde me llevaba el gigante, tenía que estar prácticamente de puntas, incluso levantaba un poco mi camisa, mi mochila seguía entre mi hombro, cruzada y se golpeaba en mis piernas.

Llegamos a otras puertas grandes, los escuche decir que traían el paquete, abrieron las puertas y me volvieron a meter.

Estaba frente a un escritorio, la habitación tenía unos ventanales gigantes, había dos guardias militares más a lado del escritorio, y sentado sobre este, estaba un señor al cual se le llegaban a notar unas cuantas canas.

-Bienvenido-.

-¡¿Que... Que está pasando?! ¡¿Porque me trajeron aquí…?! ¡Me dijeron que vendrían los de protección para menores! ¡¡Esto es un secuestro!!- comencé a gritar, acercándome al escritorio.

-¡Cierra la boca, mocoso!- el hombre azotó su mano contra el escritorio, haciendo que un estruendo sonara por toda la habitación. Me calle. -No vengas a recamar nada, no es un secuestro...- se calmó un poco -Solo estamos tomando lo que es nuestro- me dijo con una sonrisa.

¿Suyo? No sabía de lo que hablaba. -¿De que está hablando?-.

-William, ¿No? Debes sentirte feliz ahora, volverás con tus hermanos, con los de tu especie-.

-¿Qué?- temblé un poco.

-Tu, niño, eres un "Ser" de categoría B.

No le creí... Lo observe con pánico, retrocedí ¿¿De qué estaba hablando?? Todo eso era mentira, era imposible.

-Eso no es verdad... Yo, yo tengo una vida normal ¡No soy nada de eso! Mis padres trabajaban aquí ¡¡pueden comprobarlo!!-.

-Sasha y Jeremy Stone no están muertos, son científicos de nuestra más alta calidad, los cuales han acabado con su proyecto. Ellos no eran tus padres, te adoptaron por un experimento para saber cómo era que los "Seres" se comportaban en un ambiente de la sociedad urbana. Eres un "Ser" aunque no lo creas, una máquina de matar, sin sentimiento ni voto propio, eres propiedad del gobierno y no solo eso, ahora tienes un “Controlador” a quien servirle- señalo la puerta.

Lo observe sorprendido y asustado, sentía como mis lágrimas empezaban a humedecer mis ojos, me di la vuelta ligeramente y me topé con el controlador que había visto ayer antes de desmayarme. Alto, imponente, de mirada fría y seria. Me analizaba atentamente con una leve sonrisa, me estaba asustando.

 

Notas finales:

Ojala les haya gustado, se que es una idea bastante extraña pero espero les guste.

Feliz año nuevo a todos, los quiero y espero se la pasen muy bien con sus familias. Y de una vez les aviso que Yayis y yo vamos a subir una pequeña historia por estas fechas, lo subiremos mañana, asi que se pueden pasar a ver.

Les mando besos.

Liby.


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