Seto no podía concentrarse en su trabajo. ¿Cómo podía decir esas cosas a otro hombre en frente de un tercero? Ese hombre era un idiota, se dijo pensando en el tipo que estaba con el rubio en aquel momento.
Cuando volvió a la mesa sus hijos estaban peleando de nuevo y para zanjar la cuestión se fueron de allí sin ver mas a aquellos dos.
Pero el recuerdo de lo que sucedió en los baños lo ponían de mal humor. Y las últimas palabras de aquel tipo. Que no se lo había dicho porque él también era amigo de Alex.
¿Quién era ese Alex de quien estaban hablando? Sonaba como si el rubio hubiera tenido algo con él y este hubiera salido de escena. No podía ser eso. Se dijo intentando convencerse pero su inconsciente también era inteligente y sabía ver lo que sucedía muy bien.
¿Acaso el rubio era homosexual y había tenido una pareja?
La duda lo carcomía.
En especial esa noche después del baño cuando al secarse vio de nuevo la cicatriz.
Una parte de él estaba definitiva e indisolublemente unida al melado. Tal vez por eso todo aquello lo molestaba un poco.
La fachada de la ciudad de los duelos estaba decorada como corresponde para ese aniversario. Había gente disfrazada de cartas, había golosinas y colorido. Niños que corrían con sus padres viéndolos y personas que retornaban al sitio de sus sueños.
David y Joseph se pararon en medio del patio delante de la entrada donde la gente se apiñaba.
¿En serio no vas a entrar?—preguntó su amigo con una sonrisa y Joseph frunció el ceño.
Si vas a molestarme yo…--dijo el melado antes de ser interrumpido.
¿Joey?—preguntó una voz que reconoció ampliamente. Al volverse Yugi lo miraba junto a Tea—No tenía idea de que vendrías pero que bien que lo hiciste—
La cara del melado se distensionó y miró a su amigo con una sonrisa—Es bueno verte Yugi—
Estaban en la cafetería de Ciudad Batallas compartiendo un almuerzo tardío. Yugi había venido de Sapporo donde ahora tenía una tienda como la de su abuelo y enseñaba a duelear cuando no iba por el mundo, contó.
¿Y como te ha ido a ti?—preguntó el tricolor.
Todos nos quedamos preocupados luego de tu accidente—dijo Tea con expresión preocupada.
Todo evolucionó muy bien—dijo feliz su amigo—Para cuando desperté todos ustedes se habían ido. Debieron al menos esperar—añadió con sorna.
Bueno no todos nos fuimos—alegó el ojos violetas.
¡Cierto! Kaiba se quedó—recordó de pronto Tea—Y eso que le preocupaba dejar a Mokuba solo con las preparaciones del evento.
¿El millonetas se quedó?—preguntó sorprendido el ojos mieles.
¡Así es! Pero que bien que hayan encontrado donante. Me quedé preocupada. Como decían que era tan difícil. De hecho hicieron una prueba pero nadie de tu base parecía corresponder. Ese médico nos dejó muy deprimidos pues decía que de no encontrarlo pronto…--la castaña se calló pues sabía que había hablado demasiado sobre ese tema—Pero todo ya pasó—le dijo a su amigo.