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Sentimientos cautivos por PrincessIce

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Notas del capitulo:

Capítulo resubido

Recostado en la cama acaricia con suavidad la pequeña elevación de su vientre que semanas atrás era completamente plano, una sonrisa dibuja su rostro suspirando nostálgico, estar encerrado ya lo estaba aburriendo, apenas tenía dos días de haber conversado con el médico Vonheim, en todo ese tiempo que llevaba en el país era la primera vez que socializaba.

 

Del bolsillo saca la tarjeta con la dirección del consultorio, decidido la observa tratando de ubicar con un mapa medio roto de la ciudad que encontró entre las cosas de su novio.

 

Tras arreglarse para verse más presentable sale de casa en busca del lugar de trabajo del psiquiatra, aparentemente el sitio era cerca del centro comercial donde se habían encontrado días atrás. Al llegar al supermercado solo bastó con cruzar la calle, frente a él se alza un elegante edificio Grane, el cual era un centro integral de despachos médicos con diferentes especialidades.

 

Se detiene en el ascensor justo cuando las puertas se abren el entra y marca el piso 4, del interior un hombre pelirrojo, alto y atractivo sale, chocando levemente con Mime –  Disculpa ¿estas bien? –  se detiene en medio impidiendo que las puertas se cierren.

 

–  Si, no se preocupe –  sonríe amablemente Mime –  señor… se le cayó –  levanta el gafete echando un vistazo al nombre escrito en la tarjeta –  Señor Rize –  

 

–  Eres muy amable… hasta luego –  sostiene el gafete entregado por el menor, da un par de pasos y se queda inmóvil, se gira sobre los tacones de su zapato pero la puerta del ascensor ya había cerrado –  Estoy seguro que te he visto en otra parte –  susurraba para sí mismo, sin embargo, termina de restarle importancia al asunto continuando su camino a la salida.

 

Nervioso salió del ascensor hacia el escritorio de la recepcionista – Buenos días… busco al Dr. Vonheim – la persona de cabellos celestes levantó la mirada mostrando su hermoso rostro, recordando por un momento a su madre.

 

– ¿Tiene cita con el Dr. Sigmund? – pregunta la voz suave y varonil que sacó a Mime de sus recuerdos, abre los ojos con sorpresa al darse cuenta que no se trata de una chica si no de un chico.

 

– Amm no tengo cita – apenas estaba por explicar la situación pero es interrumpido nuevamente por el secretario.

 

– En ese caso no puede atenderlo, tiene pacientes agendados, si gusta puedo ponerlo en la lista de espera si algún paciente cancela o venir otro día – Saca la agenda echando un vistazo rápido, rasca su lunar debajo del ojo y centra su visión en el chico, escaneando su vestimenta se da cuenta que no era un paciente que pudiera costear una consulta en ese sitio.

 

– Creo que esperaré un rato – juguetea con la tarjetita con los datos del médico mientras responde al peliceleste.

 

– Muy bien, puede tomar asiento ahí – señala el cómodo sofá frente a su escritorio – Joven… me da sus datos por favor – saca un formulario del archivero y coge un bolígrafo.

 

– Ángel… Mustonen – fue lo primero que se le ocurrió, había sido tonto de su parte no haber pensando en un apellido falso, no podía presentarse como un Benetnasch ni ahí ni en ninguna parte del mundo.

 

– Edad… – tomaba nota el bello asistente sin retirar la vista del documento.

 

– Emm – su mente se volvió un revoltijo, siendo menor de edad se metería en líos, así que debía inflarse la edad – 21 años – se siente nervioso al ver al peliazul levantar una ceja un poco incrédulo.

 

– ¿Qué médico lo canaliza? – al ver el rostro descompuesto del menor lo percata que algo no iba bien –  Okey… chico estos son los costos de consulta de primera vez, estos son los de seguimiento en dado caso que el doctor requiera verte una vez más – explica con un folleto .

 

– Ya veo – su rostro palideció en cuanto ve los montos, obviamente era algo que no podía costearse solo por venir a una charla terapéutica, más que su tranquilidad emocional, prefería gastar en un médico que checara su embarazo, pero cualquiera  de los dos casos no contaba con el dinero necesario – yo… creo que en otra ocasión sería prudente regresar – sentía un poco de vergüenza tener que decir que no podía pagar, escucha como se abre la puerta del consultorio, una mujer mayor agradeciendo la atención, abochornado da unos pasos en retroceso tumbando un jarrón.

 

Al ver estrellarse semejante obra de arte, el peli celeste se levanta histérico –¡Que desastre!... ¿ no tiene idea lo que cuesta eso?... me lo cobrarán a mi… a leguas se ve que no tiene un clavo para pagar una consulta menos por ese jarrón – Afrodita se lleva la mano a la sien todo alterado.

 

– Disculpe no fue mi intención – rápidamente se agacha a levantar los trozos del jarrón, la mujer que había salido del consultorio mira escandalizada la escenita.

 

– ¿Me agendas cita para el siguiente mes? – no dejaba de mirar al chico levantar los trozos  – Debería el doctor Vonheim reservar el derecho de admisión al edificio a gentuza.

 

– Solo fue un accidente, asumiré el gasto – se levanta molesto Mime por la actitud de la mujer estirada.

 

– Además de mugroso e inútil eres un iluso ¿ crees que podrías pagar esa fortuna? – se tapa la boca para reír escandalosamente.

–¿ Qué sucede Afrodita? – tal escándalo hace salir a Sigmund a la sala de espera de su consultorio.

 

– Es que hubo un pequeño incidente con el jarrón que le regaló el doctor Rize – el peli celeste no podía ocultar su nerviosismo por el hecho de que el chico había hecho añicos la figura.

 

– ¡ Ay doctor que pena!, creo se coló un pordiosero en el edificio – extrañado por la respuesta de la paciente, se acerca a observar a la persona que seguía recogiendo los pedazos de cerámica.

 

– ¡Ángel!... ¿ estás bien? ¿ no te cortaste?... por Odín deja eso – le toma de los brazos para levantarlo, la mujer y su asistente veían la acción del médico sin entender la familiaridad con la que lo trataba.

 

–Doctor Sigmund, qué pena … le prometo pagar el desperfecto que ocasione – el médico ríe suavemente al ver la preocupación marcada en su rostro.

 

– Deja eso… solo era un objeto anticuado, vamos pasa al consultorio – lo toma de los hombros para guiarlo – Me alegra que te hayas decidido a venir – justo cuando lo hace avanzar del marco de la puerta voltea a ver a Afrodita – tira los trozos… no te preocupes ese jarrón ni combinaba – le guiñe el ojo a su asistente que al fin respiraba tranquilo al saberse no regañado por parte de su jefe.

 

– el muchacho me dijo que tenía muchos pacientes que atender, de verdad no quisiera importunar… además sólo quería saludarlo nada más… – cierra tras de sí la puerta sin responder aún nada al menor que continuaba tenso hablando.

 

– Ángel no tienes porque asustarte, te prometí que te ayudaría y puedo hacer un espacio para ti – aprieta el botón del teléfono – Afrodita cancela mis citas de la tarde por favor – eso había avergonzado aún más al pelirrojo.

 

– No tiene que hacer eso… ya le dije que solo iba pasando y decidí venir a saludarlo – se levanta con intenciones de irse.

 

–¿ qué es lo que te preocupa? – interroga el de ojos azules.

 

– Yo no puedo pagar una consulta… – desvía el rostro carmín – No cancele sus citas… no debí haber venido – más es detenido del brazo antes de que se acerque a la puerta.

 

– Te prometí ayuda, nunca hable de cobrarte las consultas, así que por favor siéntate y respira profundo – lo devuelve al sillón, coge un vaso y vierte un poco de agua para ofrecerle.

 

– Gracias – apenas es audible su voz, bebe poco a poco el agua fresca que le ofreció el médico.

 

– ¿Quieres contarme?... ¿quien es la persona que te tiene contrariado así? –  toma asiento frente a Mime y comienza hacer las anotaciones de su lenguaje corporal.

 

– Mi… mi novio ya tiene varias semanas que se fue de la ciudad – coloca el vaso sobre el escritorio – por cosas de trabajo, no estamos muy bien… tengo miedo que no regrese - confiesa temeroso comenzando a jugar con sus manos enguantadas.

 

– ¿Siempre ha sido violento contigo? ¿ ese día discutieron verdad? – el pelirrojo afirmaba con un suave movimiento de su rostro clavando la mirada a la alfombra.

 

– El no es malo, es que seguido llega en estado inconveniente y es cuando se pone violento – sus ojos rubíes reflejan cierto temor al mencionar a ese tipo, el silencio comienza a reinar en el consultorio, algo más comienza a decir el menor pero Sigmund parece perdido en el movimiento de sus carnosos labios, de pronto parecían aislados del mundo entero, sus ojos siguen fijados en esa boca que lo hipnotiza, puede imaginar la respiración tibia golpeando su boca, mordiendo el labio inferior, colando con desesperación su lengua para probar la miel en cada rincón de ese cálido lugar. Los delicados brazos sobre su cuello, enredando sus manos en las hebras rubias  para reducir el espacio entre ellos, las piernas enredadas en su cadera permitiendo el roce entre sus bultos que piden liberarse.

 

“no… yo no quiero ser como él”, era lo que se repetía internamente el médico fingiendo poner atención al relato de Ángel que continuaba hablando sin tener la menor idea de lo que pasaba por la cabeza de Sigmund.

 

– No quiere tener al bebé – el rostro afligido de Mime lo hace entrar en razón, sacude su cabeza desde su lugar volviendo de ese mundo de fantasías carnales a la realidad.

 

–¿ Cómo dices?... ¿ bebé? –  Sigmund parpadea un par de veces para tratar de concentrarse en cómo ayudar al chico, pero lo cierto es que tenía ya un rato de que se había dejado llevar por su mente, apoderándose por pensamientos sucios con ese chico que al parecer estaba despertando un interés diferente hacia él.

 

– El asegura que no es suyo, pero eso es mentira… él fue el primer chico con el que he estado por voluntad propia – esconde el rostro en el flequillo  – un hombre me violó y piensa que es de ese tipo – no podía ver la expresión pero los surcos en las mejillas marcados por las lágrimas le estruja el corazón.

 

– Tranquilo pequeño… todo va estar bien – se levanta de su lugar dejando la libreta en el escritorio, camina hacia donde Mime y se agacha para alzar su delicado rostro. – Puede ser que se está refugiando en lo laboral para asimilar todo esto… tu debes mantener la calma o no le hará bien al bebé que llevas dentro… sobre todo no permitas que te maltrate, no solo te lastima físicamente a ti, al niño si no mentalmente llevas un desgaste mental que lo vas a transmitir a esa criaturita.  – seca las lágrimas con un suave pañuelo bordado con las iniciales del médico

 

– Yo quiero tenerlo… no quiero que se sienta rechazado como yo me sentí por mi padre  y mi madrastra – podía sentir el dolor de “ángel”, era más que obvio que estaba con ese hombre que lo maltrataba por falta de amor y ahora era normal que se sintiera asustado de que su hijo pasara por algo similar a el.

 

– No te preocupes por eso, el bebé nacerá y va saber que lo amas tanto, si tu pareja no quiere formar parte de ese sentimiento, no te dejes caer… ahora vamos a descansar un poco, mañana vamos a continuar – acaricia suavemente la melena rojiza – se de otra terapia para levantarte el ánimo.

 

Sorbiendo un poco la nariz que ya lucía enrojecida lo observa sin entender qué otro tipo de terapia le iba sugerir el médico. –¿que tengo que hacer? – pregunta intrigado.


– Iremos por unos helados – guiñe el ojo Sigmund incorporándose, se quita la bata de médico y la cuelga en el perchero –¿ qué dices?  – como respuesta encuentra una enorme sonrisa que lo hace lucir mucho más bello de lo que ya consideraba a ese Ángel.


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