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Sentimientos cautivos por PrincessIce

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Entraba de nuevo en ese hogar tan cálido, a pesar de ello, su cuerpo aún siente los estragos del terror, todo el camino se mantuvo en silencio, de cierta forma en un estado de shock, sus recuerdos del cautiverio que vivió a manos de Amatista y Siegfried se refrescaban una y otra vez. Ese trance lo pudo notar Sigmund, quien lo había observado con disimulo sin decir nada.

 

En cuanto entraron a casa, lo toma de las mejillas para que lo vea a los ojos, de nuevo ese terror se reflejaba en sus orbes color rubí – Ángel, aquí estarás a salvo, te prometo que daré mi vida entera para que no corras peligro – este no contesta nada, cerrando los ojos al ser besado en la frente.

 

– Vamos… te prepararé la cama para que descanses – lo toma de la mano guiandolo a su habitación, las ropas de Mime estaban desgarradas y sucias, así que del armario saca una pijama para que este se cambie de ropa. – Mira, aca esta el sanitario, date un baño tibio y cambiate, estaré en la cocina ¿ si? – en total mutismo solo asiente con la cabeza.

 

Un té relajante comienza  a preparar el psiquiatra que a los pocos minutos sirve en una pequeña taza, la cual acompaña con algunas galletas de mantequilla, todo eso lo coloca con mucho cuidado en una pequeña bandeja.

 

Dos toques en la puerta, no responde – Ángel , voy a pasar – avisa para no pecar de impertinente con su refugiado, al abrir la puerta lo encuentra sentado en la cama, recién bañado y vistiendo la pijama que visiblemente se le nota grande – ¿ te sientes mejor? – pregunta muy preocupado, regalando una suave caricia en su mejilla.

 

– ¿ y si me encuentran? – al fin rompe el silencio él menor, levanta su mano para apretar suavemente el brazo del psiquiatra, este último observa fugazmente que de nuevo vestía sus manos con esos guantes raros, pero no considera pertinente insistir del porque se aferra a usar eso.

 

– ¿ confías en mí? –  deja a un lado la bandeja y de nueva cuenta tomó su rostro, tratando de transmitirle un poco de seguridad.

 

– Si pero… –  Sigmund posa sus dedos en los labios del menor para callarlo.

 

– Entonces no tienes nada que temer, aquí nadie vendrá – coge el control remoto y aprieta unos cuantos botones para sintonizar un canal en especial en el televisor – ¿ lo ves?, aquí nadie entra sin ser visto… además estamos en el último piso, nadie más vive en este nivel, hablaré con vigilancia para que refuercen la seguridad – entrega la bebida caliente para que lo beba y disminuyan sus nervios.

 

– Gracias… – combinaba el consumo de su bebida con unas mordidas de sus galletas, siendo acompañado por Sigmund que vuelve por una taza de té.

 

– ¿te parece que mañana hablemos?, o  si lo prefieres hacerlo con Andreas en el consultorio– sugiere para aliviar esa angustia en Ángel que todavía podía percibir.

 

– Si, mañana hablamos… ¿ dónde dormirás? – pregunta apenado al ver que coge una almohada y una cobija.

 

– En el sofá… no te preocupes, solo relajate para descansar bien – Mime se levanta de la cama y lo detiene de la mano.

 

– ¡Como crees!, ¡Yo me iré al sofá! – decidido camina hacia la puerta pero este lo abraza por la espalda.

 

– De ninguna manera, eres mi invitado y quiero que te sientas cómodo – lo devuelve a la cama hasta arroparlo con la cobija – nada de peros – interrumpe cuando este trata de ponerse necio – buenas noches pequeño – apaga la luz y sale de la habitación, caminando directo al cómodo sofá en donde se deja caer suspirando, para él lo de menos era dormir en la sala, mientras  su ángel estuviera bajo su protección ahora podría dormir más tranquilo que cuando lo conoció, pues la angustia de saber si se encontraba bien lejos suyo había provocado una especie de trastorno de sueño.

 

Por su parte Mime volvía a revisar su teléfono con la esperanza que Siegfried diera señales de vida, pasaron un par de horas en esa misma posición observando la pantalla y tratando de llamarle, pero el resultado fue el mismo, termina por colocarse los auriculares para escuchar un poco de música y tratar de conciliar el sueño pues hasta el momento parecía rehusarse Morfeo a manifestarse en su ser.

 

You were the shadow to my light *

Did you feel us?

Another start

You fade away

Afraid our aim is out of sight

Wanna see us

Alive

Where are you now?

Where are you now?

Where are you now?

Was it all in my fantasy?

Where are you now?

Were you only imaginary?

 

Where are you now

Atlantis

Under the sea

Under the sea

Where are you now

Another dream

The monsters running wild inside of me

I'm faded

I'm faded

So lost, I'm faded

I'm faded

So lost, I'm faded

 

These shallow waters, never met

What I needed

I'm letting go a deeper dive

Eternal silence of the sea I'm breathing

Alive

 

Apaga el teléfono de golpe, solo para después cubrir su rostro con la almohada, triste, desanimado y sintiéndose sólo, se levanta de la cama dispuesto a buscar ese alguien que le brindaba ese sentimiento de seguridad, al llegar a la sala, se queda de pie frente al sillón y posa su mano sobre su brazo – Sigmund… Sigmund – lo llama con suavidad, su dulce voz no tarda en despertarlo de un liviano sueño.

 

– ¿ te sientes mal? ¿ que pasa? – se sienta rápidamente en la cama y acaricia su cabello.

 

Muerde su labio apenado sin encontrar las palabras adecuadas para pedirle “ eso”  a su amigo psiquiatra, sin embargo, algo sospechaba él mayor, que hasta cierto punto podía comprender.

 

– ¿No puedes dormir verdad? – este mueve la cabeza de manera afirmativa.

 

– No quiero dormir solo – al fin revela su pedido, expectante a su respuesta – Entiendo si no quieres acompañarme… no quiero molestar – pero la sonrisa cálida le detiene en sus palabras, lo abraza por los hombros y lo lleva a la habitación.

 

– Te acompañaré y velaré tus sueños… mi dulce ángel – besó sus cabellos y no suelta su estilizado cuerpo hasta llevarlo a recostar de nuevo, con él suficiente espacio para no invadir al menor, se acomoda del lado izquierdo de la cama.– ahora duerme tranquilo – sugiere al chico que lo mira recostado de lado aún con angustia en su mirada.

 

– Sigmund… ¿ me regalas un abrazo? – lleno de vergüenza pregunta, recibiendo sus brazos abiertos para que se acomode sobre su pecho. Claramente escuchaba los latidos del corazón de Sigmund, mientras eran suavemente peinado con sus dedos las sedosas hebras rojizas de Mime.

 

10:30 a.m.

 

Sigmund muy temprano habló de la situación de “Ángel”, por lo que rogó abriera un espacio en su apretada agenda para platicar con su amado sobre aquello que lo estaba atormentado. Por obvias razones Rize, no le negaba nada a su bello amigo, por lo que canceló un par de citas para así poder atender al protegido de Sigmund,

 

Desde la entrada del muchacho al consultorio nota la intranquilidad en su mirada –  Siéntate niño– las manos las apretaba con nerviosismo una contra la otra, Rize no se coloca frente a su escritorio como era su costumbre, esta ocasión se queda recargado de la cadera al escritorio mirando de frente al menor.

–  Viene por mi –  la voz quebrada del menor lo alerta de sus pesadillas han vuelto.

 

–  ¿ quién viene ? –  pregunta suavizando su voz, jala el sillón junto a Mime y se acomoda cercano al pelirrojo. –  Es… ¿ quien te hizo eso en la mano? –  los colores de su rostro parecían haber escapado, tan pálido como un papel.

 

–  Me seguía un auto… entraron unos hombres a mi casa –  se lleva la mano al cabello transparentando su miedo ante los ojos del especialista –  Seguro que nos rastreo… va matarme, me odia porque se enamoró de mi Alpha –  se levanta de golpe externando su histeria.

 

Lo sostiene de los hombros para regresarlo a su lugar –  No va pasar nada, puedo acompañarte a denunciar y estoy seguro que la policía va protegerte –  sugiere lo más sensato en ese momento.

 

Pero al parecer esa idea no resultaba razonable para Mime –  ¡No!... si denuncio a Amatista van a involucrarlo también, él me salvó de amatista y no quiero que lo castigue la policía… Fue el, doctor –  lo toma de las manos para que no se altere más pero este parecía ido en sus pensamientos –  Me va volver a encerrar ahora que sabe que no me protege, va volver a encadenarme –  sus labios temblaban al formular cada palabra, Rize suspira al confirmar su teoría del secuestro, inconscientemente él chico terminó por confesar todo.

 

–  Ok ángel, vamos acuéstate acá –  lo toma del brazo y lo lleva a la camilla especial detrás suyo, enciende unos inciensos, enciende música relajante y comienza a hablarle suave. –  Cierra tus ojos por favor… concéntrate en ese pequeño ser que está creciendo dentro de ti… si tú estás temeroso, él también lo estará, ¿ verdad que quieres que esté creciendo contento y tranquilo?  – el menor solo asiente con la cabeza –  Nadie va volver a encerrarte, debes confiar a mi, en Sigmund … en ti mismo, si ese hombre volvió morir de miedo no te ayudará a defenderte –  continúa hablando suavemente hasta relajarlo por completo.

 

Cuando concluyó la sesión, Mime se dirige a la oficina de Sigmund a esperar que terminara con sus consultas, quedando un Andreas pensativo, ese asunto era delicado, quizá debía hablarlo con Sigmund por precaución, decide ir a hablar en ese instante de manera personal con su amado.

 

Terminaba la consulta con un padre de familia y un menor en la edad con problemas de paranoia, al despedir a su paciente, vio a “Ángel” sentado en la sala de espera, pidiendo que entre .

 

–  ¿ te sientes mejor? –  pregunta con dulzura acariciando sus cabellos.

 

–  Si un poco mejor, me recomendó que saliera de la ciudad un par de días a algún lugar tranquilo –  besa su cabeza Sigmund escuchando atento las indicaciones terapéuticas sugeridas por Andreas.

 

–  Muy bien, ahora mismo llamaré a un hotel en un campo de retiro –  va a su escritorio y pide a Afrodita reserve su estadía a partir de hoy mismo por la tarde.

 

–  No… Sigmund, seguro tienes cosas que hacer, como decides eso tan a la ligera, de verdad no quiero molestar más – este cuelga el teléfono al término de las indicaciones a su asistente.

 

Lo abraza con ternura –  te prometí que cuidaría de ti, además este fin de semana no tenía pacientes agendados –  miente con tal de que acepte su ayuda –  lo único que interesa ahora es que te sientas tranquilo –  con su dedo índice levanta el mentón de Mime, acerca lentamente sus labios que son recibidos con timidez.

 

–  Sigmund… –  la puerta se abre de golpe, Andreas se queda estupefacto al encontrar a la pareja fundida en un dulce beso.

 

Mime se separa rápidamente, bajando la mirada por el  momento bochornoso vivido, a Sigmund al parecer no le afecta en absoluto que su amigo de toda la vida los hubiese visto besándose.

 

–  Dime Andreas… –  lo mira con una sonrisa desfachatada.

 

Andreas medita sobre decirle lo que estaba dispuesto a contarle hace unos minutos, pero sólo de imaginarlos la sangre le hervía –  Ah sí, venía a preguntarte si irás al simposio que hará Taurus este fin de semana –  fue lo primero que le vino a la mente en esos momentos.

 

–  Mhh no, ya tengo otros compromisos, pero si vas me cuentas qué tal – el rostro serio de su amigo no le extraño, desde que accedió a pasar la noche con él, sospechaba que no lo había tomado tal como se lo pidió, de una noche informal y que no pasarían a más, solo esperaba que al ver lo que pasaba con “ángel” entendiera que estaba enamorado de otra persona.

 

–  Claro que sí, bueno yo ya me retiro… nos vemos el lunes , Adiós Ángel –  se estira para despedirse de Mime que se había refugiado en un rincón de la oficina haciéndose tonto mirando unas figuras de resina de cerebros.

–  Adiós doctor Rize – al escuchar cerrarse la puerta, vuelve a respirar tranquilo –  Que bochorno –  susurra, por detrás es abrazado por Sigmund que sonreía por la actitud cohibida de su bello ángel.

 

–  ¿ Te avergüenza que Andreas nos haya visto? –  pregunta curioso, haciendo resaltar el rubor en las mejillas de Mime.

 

–  Si.. digo no, no se … se supone soy tu paciente –  responde enredando sus ideas.

 

–  Entonces estás confundido, porque no quieres que sepan que te gusto  –  sonríe y se recarga de su hombro de manera melosa –  además dejaste de ser mi paciente en cuanto acepte mis sentimientos hacia ti –  lo gira para robar otro delicado beso, que fue cobrando intensidad, Mime respondía con la misma voracidad hasta que los pulmones clamaron por oxígeno.

 

–  Doctor Vonheim, ya está lista su reservación… lo esperan en tres horas –  la voz de Afrodita por el comunicador los trae de vuelta a la realidad.

 

–  Entonces es hora que nos vayamos a casa a hacer maletas –  toma de la mano derecha a su lindo ángel, arrastrándolo casi a ir al estacionamiento.

 

–  Espera… ¿que maletas?, traigo solo esta ropa que por cierto me queda grande –  señala la ropa que era de sigmund, este no le da importancia y lo sube al auto, poniendo el móvil en marcha.

 

–  De eso no te preocupes, en el  pueblo vecino a donde iremos compraremos lo que necesites –  revuelve los cabellos color zanahoria de Mime, hablándole tan despreocupado sobre él equipaje. –  Es más yo tampoco llevaré maleta, vámonos ahora mismo –  los ojos de Mime se abren con sorpresa al verlo desviarse por él camino hacia la autopista.

 

*Canción que escuchaba Mime  https://www.youtube.com/watch?v=60ItHLz5WEA


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