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Sentimientos cautivos por PrincessIce

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Notas del capitulo:

Les dejo un capítulo extra esta semana :D

 

Disfruten la lectura!!

34. Dolor y Odio

 

La sangre que escurría de la sien se encontraba coagulada y pegada a su piel blanca, sus brazos parecían ya no tenerlos debido a la circulación de su sangre y la posición con la que colgaba del techo.

 

Al abrir los ojos lo único que reflejaban era la tristeza profunda que iba carcomiendo por dentro todo su ser, no comprendía qué tanto odio le tenía ese tipo, porque razón no lo mataba y ya. Frente a él leía entretenido una historieta un muchachito casi de su edad, de cabellos plateados y mirada dulce, acompañado de un perro con apariencia de lobo – Por favor… agua – quizá no se esperaba el repentino despertar del pelirrojo, pues al escuchar el quejido del chico se sobresaltó del banquito de madera donde estaba reposando, cuidando del prisionero.

La orden era dejarlo padecer de hambre y sed, según su tío Dolbar le acababa de indicar horas antes mientras salían del sitio con “el jefe”. Muerde su labio inferior y movido por la compasión acerca su botella de agua a los labios de Mime.

Su boca reseca bebe con desespero del agua que le comparte el muchachito, escurriendo este vital líquido de la comisura de sus labios – Gracias… – el can se acerca al paso de su amo a lamer la pierna del pelirrojo, a primera vista siente algo de temor al sentir a tremendo animal.

–¡Quieto Jing! – el lobo obediente lame la mano del peliplateado y regresa a donde estaban sentados con anterioridad – No te hará daño – Dirige la palabra por primera vez al cautivo. En un intento de no entablar más comunicación con el muchacho, saca de su morral un poco de carne de un envoltorio para dárselo a su mascota, al igual que un poco de comida para él, pero la mirada insistente de Mime comenzaba a incomodar. –  Me dijeron que no te diera nada… te ves muy débil –  el estómago se le hace un nudo al ver cómo el pelirrojo desvía el rostro.

 

–  Pareces un buen chico… no quiero que –  suelta un pequeño quejido al mover sus manos laceradas por las ataduras, aunado a las costillas rotas –  te metas en un lío por haberme dado agua –  

 

– Bueno mi tío trabaja para el señor Amatista, le pedí me apoyara este verano con un empleo temporal para pagar mi ingreso a la universidad, quiero estudiar veterinaria –  a cada minuto se convencía más que el empleo no era nada lícito y le traería problemas –  Tu tampoco te ves como si fueras una mala persona… me dijeron que le robaste al jefe y por eso te tenían aquí –  una pequeña risa llena de amargura brota de Mime.

 

–  Me recuerdas tanto a mi hace un par de años –  levanta la cara al encontrar de nuevo la cercanía del chico de ojos miel que lo miraba con curiosidad –  Yo no le robé nada a ese tipo… él me robó mi vida, y me arrancó a mi bebé –  sus labios temblaron brotando el llanto de ellos, una profunda lástima nació del pecho de Fenrir, quien no duda de bajar el elevador del gancho, totalmente conmovido por la crueldad que escuchaba.

 

Ya con los brazos más descansado, Mime cae de rodillas, Jing se acerca gimiendo de tal manera que pudiera percibir el sufrimiento del muchacho –  Apenas hace unos días nació… cuando desperté me tenía aquí –  Fenrir solo agita las manos para que este guarde silencio, no soportaba escuchar más que su tío fuera cómplice de ese tipo.

 

-_-_-_-_-_-_-_-_-

 

Las citas de esa semana habían sido canceladas, el ánimo continuaba por los suelos como para concentrarse en sus pacientes, Andreas continuaba asediando por teléfono ya que en casa no lo visitaba pues le había inventado que se iba de viaje para relajarse de la preocupación por Ángel, ante la negativa de que lo acompañara, solo se conformaba con las llamadas diarias, sin imaginar que Sigmund seguía en la ciudad y encerrado en casa.

 

No se cansaba de mirar las fotografías de su amor, algunas impresas otras digitales en su portátil, deprimido por no saber nada de su paradero, de pronto la campanilla de una notificación de sus redes sociales anunció que ha sido etiquetado en una publicación. Al ver que se trataba de un “se busca “, de uno de sus pacientes tratando de localizar a el abuelo con un padecimiento degenerativo de su cerebro de una amistad de las redes sociales, una magnífica idea pareció brillar en su mente que no perdía esperanzas.

 

Apresurado busca una fotografía de Ángel y la adjunta a una publicación nueva, con esmero redacta los datos de su amado, haciendo una pausa al recordar que una ocasión en los formularios que llenó había visto su nombre completo y la edad – Ángel Eta, edad 19 años… cabello rubio cobrizo – iba leyendo en voz baja cada dato necesario, señas particulares y fecha de desaparición, justo cuando estaba por dar clic para publicar, las sugerencias de etiquetado resaltaron en su pantalla – La aplicación sugiere etiquetado por reconocimiento de rostros – leyó al menos dos veces intentando de desactivar el nombre que automáticamente la red social asociaba al rostro de Ángel.

 

– Quítate… – gruño al segundo intento antes de que volviera a autoetiquetar la aplicación – Vamos a ver… estoy seguro que esto está fallando – abre otra pestaña en el navegador  y en la barra de buscar teclea el nombre que le sugiere – Mi...me Benet...nasch – suelta un bufido al dar enter, tratando de investigar al intruso que fue confundido con su amado, más sus ojos se abren con sorpresa – Finlandés… 15 años, debe ser alguien parecido a él – observa la foto de perfil de esa cuenta, el cabello era similar, pero por la toma de la selfie no podía apreciarse bien su rostro, tenía poca iluminación, sus ojos cubiertos por el flequillo, pero la silueta del rostro era similar, se desplaza un poco más abajo encontrando comentarios donde muchas personas lamentan su pérdida hace casi un año, en publicaciones más antiguas la noticia de su desaparición acompañado de su rostro… – No puede ser… este niño – y no se equivocaba al decirlo, esa carita era de un muchachito, casi infantil.

El corazón parecía desbocarse en su pecho, debía corroborar eso, por lo que comienza a buscar en periódicos digitales, todos en finlandés, teniendo que acudir a un traductor en línea – Dos mil catorce… pequeño heredero la multinacional encabezada BenetTech fue privado de su libertad en la provincia de Mikkeli, no se sabe con exactitud la cifra que han solicitado de rescate, pero se presume una muy fuerte cantidad… – la boca comenzaba a resecarse por la angustia de la noticia descubierta, no podía ser el mismo muchacho, era la idea que persistía en su cabeza.

– Esto es de meses después… – arruga el entrecejo y continua leyendo – Terrible maldición cae sobre una de las familias más prestigiosas de Finlandia, el suicidio de la Señora Benetnasch y meses después el secuestro de su único hijo, la enfermedad que ha imposibilitado la movilidad del 95% de su cuerpo se dice es a raíz de haber recibido partes mutiladas del menor y su posterior muerte calcinado a manos de sus captores – el aire se le había ido al recordar el momento en que beso sus manos, en que le hizo el amor sin importar el defecto de sus dedos.

 

– Odín… ayúdame a entender esto, todo coincide.. su mano, las fotos – aprieta los ojos tratando de hilar toda esta información, si fuera el mismo, no habría razón por afirmar que murió el chico Mime, de su asiento se levanta de golpe, tomando sus pertenencias para salir directo a la clínica a hablar con Andreas.

 

Todo el camino lo pensó una y otra vez, el diagnóstico que hizo Andreas a Ángel coincidía a la perfección con el caso Benetnasch, salvo la edad del chico, el nombre y origen. Al llegar al piso correspondiente de Rize, se dirige a su asistente quien le dice que el Psicólogo acababa de salir a almorzar, este insiste en pasar porque olvidó unas llaves dentro, por la cercanía de ambos médicos, su asistente lo deja pasar.

–¿dónde tienes los expedientes Andreas? – urgaba el archivero con desesperación, no hallando nada, era lo más raro, siendo tan ordenado su amigo ¿cómo era posible que no estuviera el expediente de Ángel?.

 

A punto de irse dándose por vencido fija su vista al cajón debajo de su escritorio, al abrirlo visualiza una única carpeta con el nombre de Ángel, abre el documento realizando una lectura rápida – Síndrome de Estocolmo, posible secuestro… – cada renglón siguió atento hasta detenerse en los relatos hechos por el paciente – Amatista corta con las pinzas...pensé que moriría pero me protegió de Amatista… Alpha – leía como ese hombre abusaba físicamente y sexual de su Ángel, no podía creer cómo fue capaz de ocultarle esa información, estaba furioso… pero la voz de Andreas regresando al consultorio lo trajo de vuelta  a la realidad, con prisa mete el expediente en su lugar, de ahí resbala un sobre rotulado “ Siegfried Vonheim”, sin dudar lo oculta en su abrigo y se acomoda en el sillón frente al escritorio.

 

– Sigmund… ¡Qué sorpresa! – sus ojos se iluminaron al ver a su amado esperándolo en el consultorio ,  su gesto molesto le resulta curioso –¿pasa algo? –

 

–¿Y todavía me lo preguntas? – separa con brusquedad los brazos de su amigo que abusivamente se enrollaba en su cuello. –¿ porque me ocultaste que Ángel estuvo secuestrado?¿ por qué no dijiste que estaba fugitivo de esa gente? – el rostro de Andreas se descompuso, intentaba acercarse pero este reacciona agresivo.

 

– Sigmund, son cosas de ética –

 

–¡Ética ni que la mierda! – lo empuja – ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?, ¡sabías que lo amaba y ahora puede ser que esa gente se lo haya llevado de nuevo! – jala sus cabellos con fuerza tratando de calmar su furia – ¡Está esperando un hijo de ese hijo de puta que lo secuestró y violó¡ ¡Pudimos haber denunciado! ¡Todo Finlandia cree que está muerto desde hace más de un año! –

–Sigmund perdoname – sus ojos se tornan llorosos  intentado abrazar a su amigo – El secuestro lo deduje no me consta, no puedo levantar denuncia con suposiciones –

 

– Sabes … no quiero verte al menos por ahora ¡No me sigas! – da la media vuelta y se detiene en la puerta sin importar que su asistente corriera a ver el escándalo – Ahora no se siquiera si sigue vivo y todo por tu culpa… te juro Andreas que si algo malo le pasó no te lo voy a perdonar – sus palabras iban cargadas de odio y repulsión hacia su amigo de años, sabía el interés amoroso hacia su persona, lo admiraba mucho y por su profesionalismo que lo caracterizaba jamás pensó que llegaría hacer una suciedad como esa, para obtenerlo.

 

-_-_-_-_-_-_-_-_-

 

La pequeña neonata respondía favorablemente cada día transcurrido, Siegfried se limitaba a ver como Syd le daba el biberón, él terminaba dominado por el miedo de cogerla en sus brazos y lastimarla, pues la miraba tan pequeñita y frágil, no quería romperla tal como había destrozado a Mime.

 

Con mucho cuidado acomoda Syd a la pequeña en la incubadora, percibía perfectamente lo decaído que se encontraba Siegfried, apenas habían pasado unos días de cuando lo recibió totalmente destrozado, y por primera vez en su vida al parecer se había sincerado el rubio, bajo esos riesgos el médico decidió continuar apoyándolo incondicionalmente.

 

–Aunque no lo creas puede sentir tu pesar… es tu hija y solo te tiene a ti – se acerca para tomarlo de la mano y llevarlo a la sala y dejar a la niña descansar. – Haré un poco de té… estás tenso – notaba lo ansioso que se estaba comportando, todo era terrible en la vida de Siegfried, el nacimiento prematuro de la bebé, la maldad de Alberich contra el pelirrojo, y la abstinencia de drogas lo terminarían volviendo loco pero no lo permitiría. De ahora en adelante él sería ese pilar que lo ayude a sostenerse, a enderezar su camino.

 

–No puedo arrancarme esta culpa, mi hija va crecer sin su papá – sus manos temblaban con nerviosismo, estas fueron cubiertas por las cálidas manos del médico, posterior una taza de té humeante.

 

–¿acaso estoy pintado?, sabes que no los voy a dejar solos – enreda un dedo en los rizos con delicadeza – tómatelo, va calmar tus nervios… ¿qué consumias normalmente? ¿ coca?¿hierba? ¿ pastillas?, Sieg… necesito que me digas lo que consumias para que pueda ayudarte – lo mira mientras toma un poco del té, su hermetismo comenzaba a desesperarlo.– Soy médico y puedo darme cuenta cuando alguien es… adicto – trataba de ser lo más suave en sus palabras, las personas que consumen drogas tienden a negar su problema al inicio, ahora que estaba totalmente quebrado era el momento de ayudarlo a la aceptación de su enfermedad.

 

–¿No que? – lo mira con sospecha al verlo menear la cabeza de forma negativa – Supongo que quieres hacerla feliz – pasa su brazo por el hombro para atraerlo hacia él, después de que agota el té tranquilizante, Siegfried lo rodea con sus brazos permaneciendo en silencio.

 

–Déjame aliviar tu dolor… fortalecerte para seguir adelante– levanta el rostro de su gran amigo – Siegfried te amo y te prometo que amaré a esa pequeña para que crezca feliz – lentamente acorta el espacio ante un Siegfried sorprendido.

 

–Syd… no sabía que tu… – los labios de Syd se sellan con los suyos sin permitirle una palabra más, quizá movido por el miedo a ser rechazado decide actuar con premura.

 

Un alivio gigantesco recorre su ser al sentir como su boca corresponde ese pequeño beso, falto de afecto por el corazón dolido que busca solventarse, con hambre busca más el contacto cálido de su joven amigo.

 

Syd se remueve en el sillón sentándose sobre sus caderas, en la sala solo podía escucharse sus respiraciones agitadas, pequeños choques de sus bocas, y apenas unos audibles cortos jadeos al momento de que Syd fricciona su cadera contra la ajena, resultado de la pequeña fricción un exquisito cosquilleo en sus entrepiernas, siendo el inicio del frenesí de movimientos que engolosinados buscaban incrementar el placer.

 

Las telas comenzaron a estorbar con la temperatura en aumento, la primera en desaparecer fue la camisa de Syd, su blanca piel fue marcada por los labios húmedos de Siegfried, que deseaban probar cada centímetro de su piel, con el rostro sonrojado echa su cabeza hacia atrás el médico cuando su tetilla fue succionada por la boca experta. – Ahh Sieg… hazme tuyo – sus más bajas fantasías estaba por cumplirse, un sueño que pensó nunca llegaría a cumplirse.

 

–Syd… – su voz ronca llena de sensualidad lo llamaba, aumentando su excitación, centra su vista en el abultado pantalón, notaba lo incómodo que estaba Sieg y por ello se apresura a bajar de sus piernas para abrir la cremallera y tener en sus manos su sexo, totalmente rígido , sorprendido por la longitud de este relame sus labios antes de engullir la carne palpitante que clamaba por atención. – Oh… Syd, así – su cabello era acariciado en cada succión que daba al delicioso miembro, ahora era él quien tenía aprietos en su zona sur, al percatarse el mayor lo pone de pie para imitar a felación en el pasivo médico que gozaba con sensuales gemidos.

 

Poco a poco fueron avanzando a los besos al otro sofá más amplio, cayendo Syd de espaldas sobre los cojines, sus piernas fueron separadas por suaves masajes que deseosas viajaban por las pantorrillas hasta la pelvis que acaricia con descaro para embadurnar sus dedos con las secreciones del glande del menor, delineando desde el escroto por todo el rafe hasta llegar al ano, el cual no dudó en acariciar en forma circular insertando uno a uno sus dígitos para dilatar la entrada.

 

–Estoy listo Sieg… entra ya – a su consideración había sido muy rápida su preparación  o quizá estaba tan caliente Syd como él, pero su razón estaba nublada en esos momentos por la excitación, por lo que no dijo nada, coge su pene y lo dirige a la caliente y húmeda entrada de Syd, deslizándose al interior de un solo golpe – Agr – un pequeño quejido alerta a Sieg que se detiene en sus movimientos.

 

–¿Estás bien? – la sonrisa de Syd le da entender que no había nada malo en lo que acababa de pasar, la suave mano de Syd le da un tirón del cuello para besarlo y morderlo en la boca.

 

– Vamos… muévete… duro – la petición del médico hizo que la mirada de Siegfried brillara de emoción, sin contenerse más inicia un vaivén rudo en su interior que lo apretaba con delicia, Syd por su parte separaba más las piernas para envolver sus caderas y recibirlo más gustoso, sus manos se aferran a las nalgas de Siegfried para pedirle más profundidad, hasta que este da un pequeño respingo al sentir como el pediatra juguetea entre sus nalgas.

 

–Syd ¿que haces? – sus ojos parecían salirse de su órbita, un tanto asustado hace una pausa.

 

–No pasa nada… te lo prometo, solo quiero que goces más– lame su dedo medio y busca refugio en el

trasero de Siegfried que se resistía, hasta que este hábilmente se cuela en el pequeño y apretado ano, con insistencia se movía ante torpes movimientos preocupados de Siegfried, hasta que el punto exacto es encontrado… su próstata.

 

– Ahh Syd – el reflejo de su placer se ve al incrementar las estocadas sobre Syd permitiendo que éste estimule de esa manera tan deliciosa su próstata.

 

– ¿ lo ves? ahhh, me excita verte así – retorcía sus caderas al ritmo de Siegfried hasta que al fin su abdomen queda regado con su semilla, provocando que con más ímpetu encaje su dedo en el interior de su amado Siegfried haciendo que se corra dentro suyo de una manera más intensa.


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