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Sentimientos cautivos por PrincessIce

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Notas del capitulo:

Hola a todos!, lamento mucho la demora con la actualización, resulta que caía terriblemente enferma de Zika como dos semanas y me fue imposible sentarme a escribir, aunque lo intenté unos días, me moría de los malestares, ya ahora si estoy casi al 90%, iré respondiendo los reviews pendientes, por favor tengan paciencia :D.

Ya no los entretengo y lean!!!

En su departamento caminaba como León enjaulado, tironeando sus cabellos tratando de serenarse después de la discusión con su mejor amigo, no podía salir de la sorpresa del mal comportamiento de este, en la cocina silbaba la tetera con la infusión para tranquilizarse, por lo que detiene su andar en el pasillo donde casi formaba una zanja en la alfombra para ir a apagar el fuego. Con un guante coge la tetera y sirve el líquido en una taza, al cual le deja ir un cubo de azúcar, con mucho cuidado lleva su bebida a la mesita de la sala, comenzando a mover en forma circular con ayuda de una cucharita, de esta manera disolver el edulcorante sin despegar la vista al sobre que prácticamente robó de la oficina de su amigo. – No… técnicamente esto es mío, tiene el nombre de mi hermano, así que no robe documentación de Andreas –  susurraba para sí mismo en ese diálogo interno, intentando convencerse que su actuar no era fuera de ética como Rize lo había hecho todo este tiempo.

 

Decidido gira el delgado hilo rojo que mantenía sellado el sobre color amarillo, levanta la pestaña del mismo y desliza los documentos que celosamente se resguardaban en ese expediente.

 

–  Este informe… es de León ¿ porque no me fue entregado? –  el entrecejo se enmarca en su frente haciendo resaltar la cicatriz de su cara, al parecer la información contenida era la misma que ya conocía, sobre la dirección de su taller, estaba por guardar ese informe hasta que un fotografía resbala de entre los documentos, el mayor de los Vonheim sonríe al ver a su hermano en una juerga aparentemente, detalla con sus yemas unos tatuajes que desconocía en Siegfried, da la vuelta los documentos encontrando más fotografías y un informe de un tal “Alpha” –  Los datos proporcionados de hombre apodado “Alpha”, coinciden con los datos descriptivos de Vonheim –  lee en voz baja, recorriendo de nuevo el informe hasta donde se habla de “Amatista” –  En el bajo mundo de las carreras clandestinas es relacionado con un amante al que le apodan Amatista, con muy mala reputación, por lo que se presume son las personas que “Ángel “ estuvo conviviendo hace algunos meses, no se tiene una ubicación del ex Amante de Alpha, el posible distanciamiento entre ellos, es pasional ya que como se sabe Ángel está esperando un hijo de Vonheim. –  el aire se le iba a cada palabra que daba lectura, cierra los ojos recapitulando en su mente que justo cuando acababa de reencontrar a su hermano, su Ángel desapareció, después la llamada amaneciendo de Siegfried… su nerviosismo en la visita… y esos planes de irse lejos… el presunto hijo que tendría. –  ¡Soy un idiota!–  

-_-_-_-_-_-_-_-_-

Algunos días después

 

–  Ayudame a salir de aquí… ese hombre mató a mi bebé, debe pagarlo –   sus ojos brillaban a punto del llanto, Phenril se debatía entre tenderle la mano o no, claro que era una injusticia, pero su propia vida estaba en juego.

 

–  No prometo mucho, pero voy a tratar… ¿confias en mi? –   se acerca el chico del lobo acariciar su mejilla y limpiar sus lágrimas –   ¿Tienes familia?... sabes que si voy con la policía me veré involucrado…–   más que asustado se encontraba con menudo lío en el que se estaba metiendo ya, peor esos días que tenía cuidando al pelirrojo simplemente le partió el alma.

 

–   Puedo escribir una nota –   el otro le sonrió y sacó una libretita de bolsillo de su pantalón, así también le entrega un lápiz –   sin ser desatado con un poco de dificultad garabatea un par de líneas, Phenril arranca el papel y lo guarda en el bolsillo.

 

–   Hoy por la noche van a volver, si puedo por la mañana paso a despedirme –   totalmente agradecido Mime le otorga una cálida sonrisa, estaba seguro del buen corazón del muchacho, solo esperaba llegara a tiempo la nota.

 

-_-_-_-_-_-_-_-_-

 

Entre las sábanas se removía Siegfried sin percatarse del espacio vacío a su lado, como cada cuatro horas un amoroso padre adoptivo se encontraba dándole el biberón a la pequeña Ania, tal como había decidido nombrar Siegfried a su pequeña princesa. Por su parte el rubio seguía inmerso en un sueño, quizá reflejo de cosas que se quedó con ganas de probar, sin embargo, a pesar de ser sueño, no le restaba lo placentero que le resultaba, pues parecía tan real la manera en que esa lengua traviesa recorría todo el grosor de su miembro endurecido, sus dedos enredados en los rizos verdosos impulsando un ritmo perverso que hacía que Shiva llenara hasta la campanilla con su carne que golosamente succionaba, siempre tuvo unas ganas de joderle el trasero, pero para eso sus sueños húmedos le concedían el deseo, al menos hasta antes que su delicioso sueño se convirtiera en una espantosa pesadilla, donde Alberich parecía un demonio encolerizado persiguiendo a ambos por traidores. –¡Ahh!– despertó dando un susto hasta al mismísimo Syd, que no tarda en desplazarse a la habitación.

 

–¡Por dios Sieg !¿estas bien? – sin pensarlo más, coloca sus manos en la frente y mejillas para tomarle la temperatura, más este ya más recompuesto le toma de las manos para besarlas.

 

– Solo fue una pesadilla, estoy bien… Gracias Syd por estar con nosotros – su más sincero agradecimiento provoca un tierno sonrojo en el médico que no esconde su felicidad por lo cariñoso que era Siegfried ahora con él, dejando esa faceta del chico malo y pervertido que le gustaba mostrarle a todo el mundo.

 

Uno de sus  teléfonos móviles lo mantenía apagado para no ser rastreado por Alberich, no así otro del que este no tenía conocimiento de existencia, que precisamente en esos momentos parpadea la pantalla avistando un mensaje de texto. Syd al percatarse lo toma entre sus manos y lee la pantalla con la suficiente confianza, por lo que había pasado entre ellos se consideraba de cierta forma “su pareja”– Sigmund… – levanta una ceja sin entender de quién se trata, entrega el aparato a Siegfried que presuroso desliza el dígito por la pantalla para leer el mensaje de parte de su consanguíneo.

 

– Es… mi hermano mayor – levanta la vista encontrándose un rostro de sorpresa de Syd que hasta ese momento no tenía la menor idea de la existencia del dichoso hermano. – Debo salir, no me tardo… no le abras la puerta a nadie – dada la instrucción de seguridad. de un brinco se levanta para colocarse el pantalón vaquero y una playera ligera, con prisa pasa sus dedos entre los rizos para acomodarlos, al caminar a la puerta se detiene de golpe girando sobre los talones, detrás suyo ya se encontraba Syd con rostro preocupado – Es solo que quiere hablar conmigo, el no sabe de la niña ni de donde estoy viviendo, no me va pasar nada ¿ok? – el otro asiente con un poco más de tranquilidad, recibiendo un beso corto en los labios antes de verlo partir.

 

-_-_-_-_-_-_-_-_-

 

Un poco temeroso sube cada peldaño de aquel edificio al que lo envió el pelirrojo, justo al llegar al piso indicado toma el suficiente aire para darse el valor, frente a él se encontraba un escritorio vacío, era más que obvio que por la hora ya no se encontraba esa persona laborando, así que da media vuelta, más su andar se detiene al escuchar unas pisadas y una puerta abrirse. Su mirada escanea rápidamente en un ángulo de 360 grados, dentro del consultorio parecía andar buscando algo un individuo que probablemente se tratara del hombre que buscaba, pero entregar eso personalmente podía implicarlo en ese delito, con sigilo se acerca al escritorio de su asistente el cual estaba iluminado y coloca la nota, sin embargo, los nervios hacen cometer una torpeza tirando el auricular del teléfono.

 

Dentro del consultorio el sonido alerta a ese hombre –  ¿quién anda ahí? –  detiene su búsqueda de documentos y decide asomarse a la recepción, aunque sus movimientos fueron rápidos, el intruso parecía haber sido mucho más ágil para huir.

 

Su vista se finca en el papel mal doblado en el escritorio – ¿qué demonios? –  gruñe tomando la nota entre sus manos, no se sentía seguro a esas horas de la noche, coge el mazo de llaves y cierra el consultorio para retirarse a su hogar, no sin antes guardar ese papel en el bolsillo de la camisa.

 

-_-_-_-_-_-_-_-_-

¿Cómo abordar el tema con él?, era lo que golpeaba su mente una y otra vez, si su hermano había caído en malos pasos, resultaba consecuencia de sus malos actos, el daño a la persona que amaba era también su culpa, un ser más repugnante no podía ser. El timbre de su departamento resonaba con el ding dong al menos cinco minutos atrás, pero su cabeza perturbada lo tenía atrapado en sentimientos negativos autodestructivos, ya su espalda estaba más que lastimada, si por tanta carga que se había autoimpuesto por las culpas, aunque físicamente no tenía padecimiento, mentalmente estaba abriendo un abismo por el cual pretendía dejarse caer.

 

El timbre ya no era suficiente y vinieron los golpes sobre la madera con los nudillos de ese brazo tatuado, el dueño de la morada entonces reacciona ante el sonido y se apresura a abrir la puerta. – Pasa por favor –  deja el espacio para que su hermano mayor entre a casa –  siéntate… –  su lengua se entume, sus labios se abren pero las palabras adecuadas no querían resaltar, el otro se notaba también nervioso, como si presintiera que sus secretos de ambos ya no lo fueran.

 

– ¿Lo amas? –  fue la primera pregunta que logró salir de su pecho, los ojos de Siegfried se abrieron con sorpresa, siendo ahora este al que el mutismo lo atrapa. – Me siento culpable, tu sabes el porqué… por eso no puedo juzgarte rudamente, no tengo cara para ello, hermano ¿por qué participaste en ese secuestro?– el semblante de Siegfried era como si hubiese visto un espectro o fantasma.

 

Tantas preguntas, su cara de panteón lo tenían shockeado  – Se suponía que solo cobraríamos el dinero y dejaríamos al chico… cuando todo se complicó le pedí que dejáramos eso, pero la persona que nos contrató nos complicaba las cosas, además yo nunca estuve de acuerdo que lo lastimara como lo hacía –  sus palabras se atropellaban al querer excusar su participación para salir limpio de eso –  me urgía ese dinero o me iban a matar… mi mala cabeza me metió en deudas Sigmund… yo no soy un asesino y querían que yo acabara con el chico, por eso me lo llevé de Suecia –  se levanta de golpe y frota su cara lleno de frustración –  Te juro que me lo iba llevar lejos para que no le hicieran más daño, quise protegerlo, ¡no tienes ni puta idea de lo peligroso que es Amatista, tampoco podía dejarlo aquí!– Sigmund aprieta los ojos al ver que no negaba nada de lo que tenía en el fondo esperanza fuera una mentira, una confusión o un mal sueño.

 

– Hermano, debiste decirme las cosas… y no seguir actuando incorrectamente, si tu lo amas te hubiese apoyado, ¿ dónde está?– suspira cansado, ahora necesitaba escuchar de su boca que su ángel estuviese sano y salvo.

 

Los ojos de Siegfried se clavaron en el piso – Se puso mal… el bebé estaba amoratado, era mi sangre, mi carne no podía quedarse así sin hacer nada… salí a pedir ayuda y cuando volví no estaba, ¡Pensé que había huído contigo!, por eso vine a tu casa – Sigmund se levanta y lo sostiene de los brazos, sintiendo el corazón salirse por su garganta.

 

–Pero ¿cómo?... – apenas pudo pronunciar aquellas palabras cuando su hermano lo vuelve a interrumpir.

 

– Amatista se lo llevó, me dijo que había terminado con lo que no quise hacer – el corazón se quebraba al ver a su hermano mayor caer de rodillas en un mar de lágrimas – ese tipo está loco, le dije que ya enterré al bebé, está obsesionado conmigo, yo no quiero nada con él, estoy escondiéndome en casa de un amigo– era su hermano y por ello ya no quería involucrar en ese asunto, ya tenía suficiente con haber expuesto a Mime, como para arriesgar a su hermano de la misma forma, su mente solo le decía que protegiera a su hija.

 

– ¡Ese tipo tiene que pagar!...¿ dónde está? – la tristeza lo mataba por dentro, pero si era así como lo pintaba todo su hermano, no tardaría en acabar con la vida de la única persona que le quedaba en ese mundo ahora.

 

–No Sigmund… me voy a ir lejos, ya no debemos provocarlo más – sugiere el menor.

 

–¡Lo haré yo!–  con el brazo limpia sus lágrimas – Yo te arrastré a todo esto, yo voy a salvarte, mi ángel también necesita descansar en paz y solo será cuando se haga justicia –

 

-_-_-_-_-_-_-_-_-

 

Las suelas del zapato hacían eco entre las paredes, su mirada cansina se levanta un poco para mirar la silueta posada frente suyo, el tío de Phenril lo miraba con lujuria – Espero no te hayas aburrido con el tonto de mi sobrino… aunque veo que te cuidó muy bien –  sus dedos recorren la mejilla de Mime que intenta esquivar su caricia –  Ya veo porque el jefe te tiene tanto odio y envidia… estás bien sabroso –  sus nalgas fueron estrujadas con morbo ocasionándole mucha repulsión.

 

Aprieta la mandíbula, sus brazos no estaban tan estirados como antes, Phenril había sido muy gentil dejando suaves los amarres y agradece en esos momentos esa ayuda – Puedo portarme muy bien si tu me ayudas… mi familia tiene diez veces más dinero que Amatista –  el hombre suelta un bufido fétido de alcohol sobre su cara.

 

– Niño no me tientes… el jefe no ha llegado y quizá podríamos divertirnos –  relame sus labios mientras apachurra el cuerpo de Mime contra el suyo.

 

– ¿Tampoco ha venido el Alpha? – su vida estaba destruida, qué más daba su destino al intentar un poco de justicia, si los tenía frente a él a ambos no se quedaría con los brazos cruzados.

 

–  No… mmhh ya veo como embrujaste a ese tipo también, tu piel es tan suave –  pasa la lengua sobre el vientre que poco a poco es descubierto por las horrendas manos de Dolbar.

 

– Estoy seguro que tu eres mejor que Alpha… mmhhh –  finge un suave gemido para provocar más al hombre que no duda en bajar un poco más el elevador del gancho para dejarlo más a su altura y poder tocarlo a su antojo. –  Vamos… me dejarás ansioso–  el libidinoso hombre se hinca a la altura de su cadera para lamerlo y descubrir el trasero, Mime se gira para inclinar y dejar expuesta la retaguardia, separa las piernas para darle espacio suficiente –  Ohh si… más – su rostro no reflejaba nada de lo que su voz hacía creer, el asco y la rabia reinaba en él, decidido toma aire para hacerlo…

 

– Eres una delicia–  ronronea sobre sus nalgas con voz cargada de deseo, pretendía hundir su lengua en el canal al ver como ese chico realmente disfrutaba sus atenciones, pues su pierna descansaba en su hombro, más un movimiento rápido del Finlandés fue suficiente para tomarlo desprevenido.


– ¡Vamos maldito cerdo! –  con toda su fuerza apretaba el cuello de Dolbar, quien desesperado por que lo soltara el mocoso, termina por apretar el botón del elevador para liberar un poco la tensión, ambos cayeron en el piso, pero Mime no desiste de la llave aplicada sobre su atacante, solo cierra los ojos con fuerza hasta que un tronido como de un cartílago quebrado le provocó una punzada en el pecho, el hombre ya no luchaba, así también el quejido como de un cerdo en el matadero desapareció. Poco a poco fue aflojando sus piernas, todo él temblaba ahora de miedo por lo que hizo –  Lo maté… oh por Odín, está muerto –  sus labios temblorosos no dejaban que emitiera más palabras, mira el cuerpo inerte por unos segundos más, hasta ver del bolsillo un llavero que no duda en tomar para liberarse de las esposas, quería correr lejos… muy lejos, pero sabía que huir no serviría de nada, pues Amatista lo perseguiría hasta el fin del mundo.


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