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¿Dónde esta tu corazón? [U-KISS] por Fabian

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Notas del capitulo:

Bueeeno aqui esta el segundo capitulo de ¿Dónde esta tu corazón?, espero que les guste ydenle una oportunidad es el primer fanfic sooseop que escribo despues de un laaargo tiempo c:

 

Observó atento su caminar, angustiada, por lo que ambos suponían podría estar pasando ahora con su hijo… y levantándose, acarició suavemente la cabellera de su mujer en vano intento por reconfortarla. Cuan inútil se sentía en momentos como este. Estar tan cerca de ella, de la calma que su corazón podría anhelar, pero a la vez tan lejos que la distancia física entre ellos parecía inconcebible. Se sentía mal. Horrible. Como una mierda.

En ese instante el estruendo de una puerta al azotarse lo sacó de sus pensamientos… Ki Seop llegó y de inmediato su madre corrió a por él, cogiéndolo de los brazos trato de mantenerlo en equilibrio. SooHyun se maldijo nuevamente… estúpido muchacho, estúpidos sus padres por no haberlo educado bien. Por haberle dado todo lo que pedía e incluso lo que no. Estúpidos aquellos que tanto daño le hicieron...

El chico llegó a tropezones por la tremenda borrachera que se había dado en su momento de incomunicación, con el cabello rojizo alborotado y luciendo moretones en el brazo. Una pelea o dos ¿Quién podría saberlo?

No, de nuevo no.

Caminó presuroso junto a su esposa y tomando a su hijo por los hombros lo llevó a su habitación, recostándolo finalmente en la cama.

Suspiró. Esto duraría más de lo pensado.

 

 

Prestó atención a la hora, ya eran las nueve de la noche. Frotó sus ojos con la mano derecha y de inmediato guardó los documentos en su portafolio. Estúpido dolor de cabeza. Llevaba dos horas ojeando unos papeles y aun no lograba encontrar la solución que le ayudase a darle la contra al reciente problema de abastecimiento de materiales, el nuevo edificio de la facultad de ciencias contables que le habían encargado tendría que esperar un tanto más. De hecho lo único que esos documentos causaban en él era un intenso y palpitante dolor de cabeza, y quizás, también alimentado por los momentos estresantes que su hijo le hacía pasar.

Ki Seop tenía problemas y ya no era un secreto para el resto de la familia. El vecindario en general daba cuenta de ello.

Era muy tarde y su mujer aun no llegaba a casa, según recordaba la boutique hoy cerraría temprano por motivo de la última desaparecida de Kiseop (al menos eso recordaba saliendo de los labios de su esposa) y de paso se tomaría el tiempo de recoger a Jae Seop, su sobrino. El muchacho recientemente había ingresado a la Universidad y por unos meses, se quedaría en casa de sus tíos con el fin de adaptarse. Claro que los tíos de este no objetaron sobre ello y por el contrario esperaban que su llegada pusiera en derecho a Ki Seop, como había sido durante los últimos años antes del viaje de Jae Seop a Japón.

Por otro lado, Ki Seop aun dormitaba en su habitación hecho polvo. Fiestas, alcohol y no dudaba que también fuera sexo lo tenían casi muerto en vida. Tenerlo recostado en la cama falsamente protegido de la locura de su juventud lo hacía sentir abatido… ese muchacho era, es y será siempre su vida ¡Dios! ¡Cuanto lo amaba!

 

¿Qué más querría un joven? A los ojos de Ki Seop era la ansiada libertad, huir de este mundo de mierda que lo atormentaba, de la hipocresía y las mentiras que siempre le daban. Le gustaba esa libertad. La amaba. Y lo mejor era poder alejarse de esos sentimientos enfermos, de los demonios que vagaban en su mente, que apuñalaban y rasgaban su piel con cada recuerdo de la infancia. Sus demonios… sus propios sentimientos.

 

Recargando la espalda en el mueble de la sala Soo Hyun imaginó - sin poder evitarlo -  la típica situación desde hace año y medio en la casa: Ki Seop frente al espejo, acomodándose el cabello y la ropa del último mes, tomándose fotos y subiéndolas a todas las redes sociales existentes. Presumiendo. Tan atractivo él. Y sin que Soo lo supiera, ofreciéndose en bandeja de plata a esos lobos hambrientos de belleza y placer que no dudarían un segundo en destrozarle la vida.

Ki Seop estaría allí, frente al espejo, con la música a full volumen matando lo que podría considerarse paz. ¿Qué le gustaba de esos autodenominados “músicos”? Si no era más que pura basura sin sentido camuflada por un título al que ni se atreverían a besarle los pies, la verdadera música no era esa porquería que inundaba sus oídos y los corrompía con letras desquiciadas y adoración a Dios sabe quién. ¿Cómo podría gustarle ese grupo de cuatro chicos rusos esqueléticos y de apariencia enfermiza? ¿Qué veía en ellos? ¿Ejemplo, trabajo duro o voluntad? ¡Ja! ¡Y una mierda!

Pero Ki Seop no estaba frente al espejo. Ni tampoco sumergido en la música que lo apasionaba. Esa viveza aguda de su ser ahora descansaba y consigo dejaba ver el ángel que en realidad era, el que siempre ha sido. Ocultando celosamente sus pensamientos y deseos, alejándolo más de sí mismo. De su propia voluntad y el juicio de quienes no lo conocían.

 

“Amor, envié a Jae Seop con Na Ri. No te preocupes por mí y descansa temprano. Cuida de él”

…Cuida de él.

Un amargo sabor recorrió su garganta y una sonrisa inesperada se remarcó entre sus labios. Cuidaría de él todo el tiempo, cada momento. Le dedicaría su vida entera si fuese necesario, y si no, también. ¡Cuanto había llorado rogando por sentir la satisfacción de ofrecer su existencia por alguien! ¡Por mantener entre sus brazos la esencia del amor más puro! pero el temor de no haber sido un buen padre, sumado a que Kiseop probablemente ya no desease vivir junto a su familia lo incomodaba. Un pestañear sería suficiente para no tenerlo más a su lado… para que una vez más el martirio de la ausencia ahuecara su corazón.

Que maldito y doloroso pensamiento.

Guardó el celular en el bolsillo derecho de su casaca, allí donde sus sentimientos reposaban inseguros y distantes. Seguir con esas ideas que él mismo consideraba perturbadoras no era lo correcto, en especial teniendo a su hijo en mal estado y con el sobrino a punto de llegar a casa. Ya encontraría el tiempo y momento adecuado para meditar detenidamente antes que Kiseop al fin partiera.

 


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