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DECEMBER por STEREK141618

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Notas del capitulo:

Hola.

—Entonces te vemos allá Stiles —dijo Lydia antes de salir por la puerta de la casa.
Stiles se quedó ahí de pie mientras se lavaba la cabeza en el fregadero otra vez, no iban a pagar el gas estacionario cuando ya estaban a punto de irse de esa casa.
La toalla verde estaba secándose, por lo tanto una toalla navideña que había comprado hace dos semanas era la que se encargaba de remover las partículas de agua de su cabeza, ni siquiera secaba mejor que su vieja toalla verde, pero la iba usar después de gastar casi doce dolares en ella.
Delicado como una pluma en el aire se deslizó hasta su cama, cogió su celular enorme de ahí antes de enviarle un mensaje a Theo. Las cobijas de renos ya habían sido recogidas del viejo colchón que era propiedad de la casa.
—Entonces... ¿Vas a venir Theo? —preguntó el chico a través de un mensaje de texto que no tardó mucho en llegar hasta el destinatario.
Stiles esperaba una respuesta afirmativa pues le ponía triste que hace unos días habían empezado las fiestas y ellos no habían ido a ninguna juntos, no estaba bien, a veces sus amigos le reclamaban cosas como: “¿Qué es lo quieres de Theo? ¿Que vengan montado en caballo a proponerte matrimonio?”
Porque en realidad había faltado poco para que eso pasara si no fuera porque apenas hace meses que salían. Stiles era muy descuidado con su relación con Theo, siempre se olvidaba de festejar los meses por más estúpido que eso le parecía, tenía que hacerlo porque eso hacen todas las personas que se aman. De hecho apenas el Domingo habían festejado su sexto mes de estar juntos, y nunca pensó que durarían tanto, lo habían festejado el domingo porque a Stiles se le había olvidado festejarlo cinco días antes. Los regalos de Theo siempre eran cosas hermosas y costosas, los de Stiles eran algunas cosas baratas y que de hecho se le ocurrían una hora antes de verse, siempre se las daba por obligación más que por cariño, lo contrario de Theo.
Entre otra de las cosas que los amigos del castaño le reclamaban a Stiles eran situaciones como: “Derek Hale nunca te ha dado nada, apenas y te hace caso y eso porque comparten a la misma amiga, en cambio Theo Raeken lo ha dado todo por ti, y tú sabes a que me refiero con TODO”
Y en realidad Theo había sacrificado hasta su propia vida con tal de estar con el castaño. “Y ni siquiera lo valoras” Porque Stiles Stilinski en verdad que ni siquiera valoraba su propia existencia.
—No lo creo Stiles —respondía Theo después de cinco minutos de espera.
Ese día era el único día de todos esos seis meses en los que Stiles deseaba que Theo y él estuvieran juntos. Ese día era el único de los seis meses en el que Theo no deseaba estar con Stiles pero por situaciones personales. Era el único día de los seis meses, en el que los papeles se invertían.
—Pero Theo, por favor, tienes que venir, será nuestra primera fiesta decembrina —suplicaba esa vez en un audio, pero cuántas veces Theo no había suplicado en el pasado.
—Lo lamento de veras amor, pero hoy no, será otro día ¿si bebé? —Y hasta eso Theo se procuraba de que Stiles no se sintiera rechazado.
—Está bien... —susurraba cerca del micrófono. En su mirada se veía la terrible decepción y se podía leer karma en su frente.
—Te diviertes ¿si bebé? —preguntaba el novio del chico de los lunares.
—Sí nene... —A Stiles todavía le costaba decirle con apodos cariñosos a su novio.
—Bueno, te amo; adiós.
—Yo también te amo —escribió el chico desde su teléfono para apagar el Wi-Fi, y alistarse bien antes de irse a la fiesta en donde Lydia y Scott le estaban esperando, o al menos eso creía...
Caminó hasta la sala, donde había al menos tres enormes cajas llenas de cosas de Navidad, que entre los tres chicos habían comprado juntos hace un tiempo no antes de Noviembre y habían tenido que desmontar todo. Junto a una de ellas reposaban los tenis Lacoste de Stiles, al terminar de ponerse los tenis algo más finos para la ocasión no pensó mucho en quitárselos y ponerse unos menos opulentos, lo cual hizo, al ponerse unos que le habían costado casi el triple de su fina toalla de Navidad.
Intentó olvidar que iba a estar solo con Lydia y Scott en la fiesta, y no era porque no quisiera estar con ellos, sino porque en todos esos seis meses, sus amigos no habían visto ni una foto de Theo Raeken y hoy era el día para que se los presentara o perdería su credibilidad. A pesar de todas las cosas que pasaban en su cabeza salió de casa, caminando por la acera, su hogar no quedaba muy lejos de la fiesta pues era en otra casa a cuatro cuadras de la suya.
Al llegar al lugar se encontró con que en realidad era un antro, había una enorme fila y muchos adolescentes y adultos esperando afuera del lugar. No quiso ni siquiera contarlos, y tampoco se imaginaba el desastre que había adentro. No pasaron ni cinco minutos cuando llegó un grupo de jóvenes hormonados esperando ansiosos para ponerse hasta el coño de ebrios y perder la cabeza. El cadenero les abrió de inmediato y les cedió el paso, Stiles no era tonto, se metió detrás de ellos sin que alguien se percatase de que se había colado.
Adentro del lugar estaba todo oscuro y sólo alumbraban muchas luces que no dejaban de prender y apagarse, algunas de colores y otras blancas, triángulos y círculos entre otras figuras además de laceres. Había humo en casi todos lados y pocas mesas. Stiles podía ver a todo tipo de personas en el lugar, desde parejas hasta gente que buscaba ligar en ese extraño lugar al cual nunca había ido, sólo intentado aliviar sus más salvajes y profundos deseos; pero no veía a Lydia ni a Scott. Se dirigió a la barra, y se sentó a un lado de unas personas mayores a él que no dejaban de ingerir cerveza y tequila como si fueran a perder la vida si no lo hacían, incluso al castaño le cayeron algunas gotas de la gaseosa cerveza.
Seguía ahí después de once minutos sin hacer nada más que estar incómodo esperando a ver en qué momento llegarían sus amigos, pero sin embargo no llegaba nadie, a lo mejor no era el lugar correcto. Durante todo ese tiempo, había sentido algunas miradas sobre su cuerpo y por eso tampoco podía dejar de estar disgustado y aburrido.
Cuando giró la vista hacia su lado derecho se dio cuenta de que un hombre le veía a varios lugares de la barra, era maduro y apuesto, al menos eso se apreciaba desde donde estaba el castaño en medio de toda esa oscuridad y luces que morían cada cinco segundos. Para después voltear a la izquierda y darse cuenta de que una chica también le observaba, nunca en su vida había sido espiado por dos personas atractivas en una sola noche, en un solo lugar, en la misma barra.
—El hombre de allá le manda esto —dijo un mesero señalando al hombre que estaba sentado a unos cuatro metros de él.
—Ah... Dígale que gracias —respondió el castaño desconcertado, no sabía qué hacer en esa clase de situaciones.
Cuando volteó a ver al hombre, éste le veía y le sonreía mientras que su caballito se elevaba cerca de su cara para después tomarle. Stiles observó su bebida con escrutación antes de beberla, era roja y tenía un cereza, sin embargo, hizo lo mismo que el hombre a la vez que se sonrojaba un poco, el alcohol transitó por su garganta, le quedó un sabor dulce en los labios, volvió a beber de la copa hasta dejarla vacía y comerse la cereza, mientras hacía un nudo con el tallo y se lo enseñaba al hombre desde lejos. Este lo veía y a pesar de no poder ver el nudo en alta definición, sabía lo que significaba, al parecer estaba funcionando, y mierda, a Stiles se le estaba saliendo de control su salvaje instinto deseoso de sexo, era algo que no podía controlar, cuando empezaba se le salía de las manos cual bestia indomable, y de hecho le gustaba cuando se dejaba llevar, de verdad que lo disfrutaba, era libertad en su cuerpo.
—El mismo hombre le envía esto —dijo el mesero después de tres Cosmopolitan. Le entregó al castaño un caballito de tequila hasta el tope y era uno grande, además de una nota que decía: “¿Quieres divertirte conmigo?”
Stiles sintió un brillo en los ojos parecido a cuando entraba a sitios de sexo virtual, sólo que esta vez podía tenerlo real, aunque con muchos riesgos claro, pero eso para la sorpresa de sí mismo, era lo que menos le importaba, eso aumentaba la adrenalina en su sangre, la emoción y por ende el futuro placer, sus pantalones empezaban a sentirse apretados de tan sólo pensar en todo lo que haría, en todo lo que se desahogaría, porque Theo nunca le daba nada mas allá de frotar sus penes húmedos y sexo oral, pues estaba muy enamorado del chico, y si lo hacía era porque Stiles se lo pedía y Theo Raeken no le negaba nada a Stiles. Aunque éste ya estaba cansado de pan con lo mismo.
Stiles sacó una pluma de su apretado pantalón, siempre tenía una pluma en su bolsillo.
“Por supuesto que quiero divertirme” Y pidió que le enviaran el papel de regreso al hombre, a la vez que Stiles ordenaba que le llevaran un tequila doble al tío ese de barba. El hombre se dio cuenta de que Stiles quería jugar fuerte y rudo y si lo quería fuerte y duro eso le iba a dar. El castaño no se podía mantener quieto en su lugar, cada poro de su cuerpo traspiraba excitación.
Cuando se dio cuenta, estaba ya ebrio, fue lento y de hecho, estaba tan acostumbrado a la sensación de su sistema nervioso central deprimido, que no se dio cuenta de eso hasta que se levantó del banco de la barra para poner las piernas en el piso que por supuesto le fallaron al caminar.
La música sonaba un poco más fuerte en sus oídos, pero eso no le impedía empezar a acercarse al hombre de barba que lo esperaba ansioso y deseoso. Justo cuando caminaba hasta el sitio, su cuerpo se estampó contra otro, las bebidas alcohólicas volaron hacia todas direcciones y algunas que eran azules cayeron sobre el rostro de Stiles y en sus ojos. No podía ver, todo estaba aún más borroso e inentendible para su cerebro.
—¡Joder! ¡Ten más cuidado imbécil! —exclamó el mesero enojado sin ayudar a levantar al castaño hasta se que se dio cuenta que le conocía—. ¿Stiles? ¡¿Qué haces aquí?! —se hizo escuchar el moreno sobre todo el ruido que les rodeaba.
—¿Derek? — casi gritó el castaño y no porque haya logrado ver el joven rostro de su crush, sino porque reconocería ese tono de voz en particular en cualquier lado del mundo.
—Te pregunté algo, ¿qué haces aquí? —insistió el moreno mientras le ayudaba a Stiles a levantarse del suelo, a pesar de que su ropa estaba mojada de alcohol.
La música duspted se oía demasiado alto como la perdida de conciencia de Stiles.
—Pues, no lo sé... —susurró mientras se tallaba donde se había golpeado con la bandeja de metal brillante que llevaba el moreno.
—Eres un estúpido Stilinski—susurró el de ojos verdes inaudible para todos dentro de aquel lugar.
Derek lo llevó del brazo a un lugar más apartado de la zona de baile, un piso arriba. Era un lugar en una esquina donde la luz casi no existía en lo absoluto, una mesa redonda de caoba oscura y un sillón circular de cuero negro brillante.
—Siéntate —volvió a hablar serio el moreno mientras dejaba caer el cuerpo del castaño sobre el sillón.
Stiles se sentó esperando o más bien deseando que Derek hiciera algo que cambiara la manera en que se veían, que sucediera algo que dejara claras las cosas, hasta que su cerebro surcó una tangente cerca de la lejana realidad.
—Espera... ¿Tú qué haces aquí? —preguntó mientras ponía los dos codos sobre la mesa, su tono era un poco inentendible, nunca había tomado alcohol solo, siempre lo mezclaba con otras sustancias en las fiestas y por más extraño que parezca, eso lo hacía estar más consiente de las cosas que hacía pero, en ese momento estaba puramente ebrio.
—Yo trabajo aquí —fue lo único que dijo el tío de ojos verdes sin dejar de ser serio.
—¿Y ya? ¿Esa es tu gran explicación? —reclamaba el castaño queriendo tomar todavía más, con Derek le costaba trabajo entablar una conversación, necesitaba estar más ebrio.
El moreno suspiró, se rascó la nuca y decidió abrirse un poco con el chico que casi todo el tiempo estaba en su salón y con él casi nunca dejaba de preguntar cosas.
—Sólo lo hacía los fines de semana pero a partir de ahora trabajaré diario, habrá buenas propinas pues mucha gente vendrá a embriagarse sin sentido todos los días , gente como tú —remarcó fuerte el moreno sin entrar en detalles, como esperaba Stiles Stilinski.
—¡Hasta que Derek Hale dice más de tres palabras en una oración! —exclamó emocionado el castaño sin dejar de aplaudir.
—Ah cállate, tú lo pediste, pero si quieres puedo irme ahora mismo, no tengo por qué cuidarte —espetó molesto Derek ya casi levantando su trabajado trasero del sillón que gozaba del calor que éste le compartía.
—¡No espera! —Y eso era lo que Derek deseaba, que le pidiera por favor que no se fuera—. ¿Me traes un caballito de tequila doble y al tío con quien iba a acostarme? Por favor —terminó de decir con la cabeza gacha y el dedo índice en el aire sobre su cabeza.
Derek apretó los labios enojado.
—No te voy a traer nada, mi turno acaba de terminar —severó, sin darse la vuelta.
—¡No! ¡No! Entonces... ¡Deberas necesito que traigas al tipo! —gritaba el castaño sintiendo como su cuerpo era sacudido por el hipo que le acababa de dar.
—No sé quién sea aquel sujeto...
—Era guapo y con barba —explicaba una vez más intentando recordar como lucía el hombre.
—Pues no lo sé Stiles, como por aquí casi no hay tantos tipos guapos con barba —hablaba Derek ya empezando a caminar para irse.
—Tú serias guapo si tuvieras barba —murmuró el castaño haciendo un puchero con los labios. Y Derek no usaba barba por si se lo habían preguntado, se rasuraba cada ciertos días a ordenes de su novia, la cual ya no lo amaba.
—No me importa lo que tú digas —espetó el moreno deteniéndose de golpe.
—Yo sé que te importa que te diga que con barba te ves guapo porque lo sabes, sé que te importa porque te has detenido cuando lo he dicho, y sé que te importa porque me has traído hasta aquí, hasta este lugar oscuro para que platiquemos los dos solos. —Ni siquiera se había dado cuenta de lo que había dicho hasta que terminó de decir aquello que guardaba sólo para su propia persona.
El moreno casi se decidía a girarse y gritarle que se callara, pero sabía que Stiles se estaba desahogando de lo malo que había sido con él, y tal vez eso era también lo que necesitaba Derek, desahogarse.
—Y también sé que te importa porque querías que te pidiera que no te fueras , pero sobre todo sé que te importa, porque te enojaste cuando no lo hice —susurró entonces para sí mismo, pero Derek fue capaz de escucharlo.
Eran las once treinta y tres cuando Derek caminó lejos del castaño mientras éste sólo observaba cómo se iba, bajaba las escaleras con luces de neón y se confundía entre la multitud, se sintió estúpido, y rechazado una vez más.
Entonces un caballito doble de tequila se estampó con fuerza sobre la mesa de fina caoba, y otras bebidas también lo hacían.
—Pasa la noche conmigo Stiles Stilinski —decía el moreno mientras el castaño no dejaba de verlo sorprendido y con los ojos un poco anegados en lagrimas.

Notas finales:

No se pongan muy ebrios como Stiles a menos que vayan a tirarse a un Derek Hale... O bueno sí. Feliz Navidad.


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