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Symphony of the night por JokerFunthom

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Notas del capitulo:

Hi n.n espero que les guste el nuevo cap n.n

 
"Sentí un suave pinchazo en el cuello, luego  se agudizó como si fueran dos agujas clavándose en mi garganta e impidiéndome respirar. Cuando intenté llevarme las manos hacia la herida me di cuenta que Claude me sujetaba por detrás y eran sus poderosos colmillos la causa de mi dolor. Forcejear contra él era inútil. Me sentí terriblemente fatigado y con la vista nublada caí pesadamente al suelo. Pude ver que el cielo era más negro esa noche porque no recuerdo haber visto ni una sola estrella en él. 
 
>> - Si te dejo así, morirás en un par de minutos - me dijo con sorna recargándoseen un pilar contiguo, embelesado con el sabor de mi sangre y con un camino de manchas frescas color rojo en su camisa de lino blanco - ¿la muerte te asusta?
>> - Sí... - respondí débilmente. Sentía cada vez más frío. Aunque ahora que lo pienso, habría sido lo mejor.
>> - ¿Quieres morir ahora? - negué con la cabeza.
"Claude me mostró una sonrisa sínica. Señaló hacia el cielo con el índice y se llevó su afilada uña negra al cuello, cortándose la garganta. La sangre que brotaba de él era espesa y negra. Rió con fuerza y se acercó a mí. Me envolvió entre sus brazos y acomodó mi cabeza de manera que mis labios quedaran justamente donde se encontraba su herida. 
 
"Instintivamente lamí la sangre. Tenía un olor nauseabundo y un sabor terriblemente malo, pero a medida que bebía su aspecto mejoraba y mi sed era más intensa. Aún en mi estado moribundo, clavé mis dientes en su carne blanquesina y él dió un respingo. Minutos después fue necesario que me clavara las uñas para lograr desprenderme de su cuello. Me sentía peor que al inicio. Mi cuerpo estaba en llamas, aunque no literalmente, pero sentía mis venas arder y mis órganos estremecerse. Grité y me contorsioné innumerables veces ante los ojos expectantes de Claude, que me miraba sin quitar esa estúpida cara de diversión.
 
"A esa noche le siguió otra más. Y no encuentro palabras para describir mi primera vez dentro del ataúd. Claude no había preparado gran cosa para mi despertar como vampiro. Profanamos un mausoleo de cantera rosa y sacamos dos de los cadáveres que reposaban allí. Grité y supliqué a Claude que no cerrara la tapa, y una vez dentro lo sentí tan pequeño que la desesperación me llevó a casi atravesarla con mis uñas. Ah...
 
 
Hubo una pausa. Sebastián se llevó una mano a la sien y Soma lo miró con precaución. 
 
 
- Olvidé mencionar un par de detalles. Insignificantes, me temo, pero seguramente le serán de interés. Los ojos de los vampiros  no son de ningún color en particular. Poseemos los mismos que nos son dados al nacer - llevó el índice a su propio ojo asegurándose de que Soma no pediera un solo dato de lo que iba explicando - en aquellos años los niños de ojos rojos eramos conocidos como "niños del infortunio". Una leyenda absurda, pero en mi caso la encuentro muy acertada.
 
"Pues bien, proseguiré. La noche que desperté me percaté de que había cosas nuevas en mí. Mi cuerpo había expulsado todos los fluidos que contenía, mi ropa estaba sucia y extrañamente los olores que para una persona normal parecerían desagradables, a mi no me producían ningún efecto. Mi voz se volvió extremadamente camaleónica; podía imitar a la perfeccion los aullidos de los lobos y las criaturas nocturnas que están bajo mi dominio. Lo que me alteraba era el aroma de la piel de un ser viviente, pues las personas y los animales tienen una fragancia particular, mas intensa que otras, y eso depende de su alma. Es algo que le explicaré más adelante. 
 
"Como sea. En la mansión los esclavos de mis amos, todos de ascendencia africana, tenían múltiples conocimientos de bestias y leyendas, incluso de rituales vudú. Todos ellos siempre guardaron su distancia de mí porque por mis ojos rojos yo era para ellos una persona peligrosa. Luego de mi inexplicable desaparición corrieron el rumor de que había muerto, y esto porque Claude me despojó de mis prendas y  antes del amanecer las dejó en entre los arbustos del jardín donde fueron recuperadas por ellos. Pocos supusieron que algo malo me había ocurrido, pero los esclavos más ancianos advirtieron que mi partida traería la desgracia a la mansión.
 
"Una noche nos precipitamos dentro de la recámara principal mientras Albert y Claudia dormían. Claude arañó las puertas de madera y el tétrico sonido los alarmó. Las sombras nos favorecían, así que cuando Albert estuvo a punto de llamar a los criados para alertar que un intruso estaba en la mansión Claude se abalanzó sobre él y en cuestión de segundos perdió el habla. Claudia estuvo a punto de gritar, pero mis ojos llameban de hambre y sed de venganza que sin meditarlo dos veces le clavé los colmillos en el cuello. El sabor de su sangre era intenso y picante, por así decirlo. Era una persona tan engañosa, vengativa y narcisista, que cada gota de ella fue como el vino más raro y exótico que pudieras probar. Añadiendo a eso mi rencor y deseos de asesinarla, tenía un sabor exquisito.
 
"Desde pequeño Vincent padecía una extraña enfermedad que le imposibilitaba hacer muchas cosas porque le producían un rápido agotamiento físico y en consecuencia, graves enfermedades. No solía dejar la mansión. Esa noche también nos deshicimos de él. La verdad es que ambos nos parecíamos demasiado, exceptuando el cabello, pues el de él era más claro que el mío y al acostarme en el lecho del heredero de la familia Durless mandé llamar a Angelina y Frances luego del funeral de los viejos. Les hice creer que era Vincent y que me aquejaba una de esas raras enfermedades en las que la mínima luz podía ser perjudiacial para mi salud, por lo que cuando visitaban mi nueva alcoba todo se encontraba en penumbras, apenas iluminada por una vela incandescente. Las ventanas fueron cubiertas por unas cortinas gruesas que impedían pasar cualquier indicio de luz. Por las mañanas cerraba con llave desde adentro y me refugiaba en la oscuridad del closet, por seguridad, y allí descansaba hasta el ocaso. Cuando ellas me visitaban por las noches nunca sospecharon nada de nuestro pequeño juego, ni siquiera se percataron del color de mis ojos porque en la oscuridad parecían tan chocolatosos como los del infortunado Vincent. Yo era su mayordomo y quien le atendía la mayor parte del tiempo, por lo que actuar e imitar sus gestos y conversaciones no resultó ningún reto para mí.
 
"Cierto día les dije a las damas que debían llamar al médico que yo les indicara. Era hora que Claude hiciera su aparición. Bajo mis indicaciones fue recibido la noche siguiente e instalado como un huesped de la casa. Pero nuestros movientos pronto despertaron la curiosidad de los esclavos. 
"Claude jamás provaba bocado, nunca permitía que le vieran las manos desnudas y deambulaba por los pasillos en las noches heladas con los pies descalzos.  Pronto comenzó a fastidiarme su despótico caracter y su sinismo. Tenía un trato especialmente agrio con los esclavos y ellos pronto le dejaron ver su ira. Cuando juagaba a su papel de médico conmigo, frente a las damas, pedía cantidades exageradas de dinero para los supuestos tratamientos que él decía que eran traidos de la India, cantidades que yo autorizaba y ellas le entregaban sin cuestionar. Había noches en las que él desaparecía. Yo poco a poco comencé a encariñarme con la compañía de Frances y Angelina.
 
"Una noche decidí averiguar que era lo que Claude se traía entre manos. Le seguí a una distancia considerable y lo que descubrí por alguna razón no me sorprendió como esperaba. Él asistía a un burdel extraño a las afueras de la ciudad. El lugar tenía una horrorosa fama de que cualquier deseo o petición enfermiza se podía conceder por una cantidad razonable. No sólo podías tener sexo con jovenes hermosas en ese lugar, sino que podía ser con cualquier persona de la edad,  género o raza que a uno le placiera. Esas personas también accedían con una sonrisa a cualquier propuesta indecorosa que se les insinuara. Para mí era un lugar aberrante y enfermizo, y aunque Claude podía hacer cualquier cosa con sin necesidad de despilfarrar el dinero descubrí que frecuentaba ese lugar por el enorme gusto que le daba el ser admirado. Claude follaba sobre una tarima forrada de terciopelo rojo que servía como escenario. Las paredes estaban revestidas de un tapiz de flores carcomido por las polillas y las personas se regocijaban comiendo, bebiendo y follando sobre los sillones, el suelo y las habitaciones. También descubrí su extraña fascinación por un jovencito rubio de aspecto abandonado, quien se contorsionaba y gemía placenteramente entre sus brazos mientras él le embestía poderosamente. El tenía dos pequeños hoyuelos debajo del cuello, así que advertí que Claude había encontrado en él una presa deliciosa, tan deliciosa que no quería beberse toda su vida de una sola vez. Le mordía y saboreaba apenas unas gotas de sangre frente a los ojos de todos, entre los que yo, le observábamos con detenimiento, placer y excitación. 
 
"Caí en la cuenta de que Claude jamás había tenido realmente interés en mí ni en ayudarme a vengarme por el mísero final de mi querida amiga. Yo era únicamente el medio por el que el podía reunirse con su amante en su lugar de ensueño. Yo deseé con todas mis fuerzas deshacerme de él porque ahora mi vida era un verdadero infierno. Y aunque al principio matar no me producía ningún remordimiento ni pena, hubo una vida con la que desearía no haber terminado.
 
"Angelina y Frances partieron a visitar a los abuelos en Francia, y una noche Claude interrumpió la quietud de mi habitación y me hizo una invitación que jamás debí haber aceptado.
>>- Vamos al teatro -  me dijo con una sonrisa - hace tiempo que no cazamos juntos.
 
" Accedí consciente de que él ignoraba que ya sabía sus verdaderos motivos para mantenerme a su lado. Nos vestimos y calzamos con ostentosos trajes bordados con hilo de oro e intentamos abandonar la mansión cuando los esclavos no nos vigilaban. Al llegar al edificio de piedra y cantera miraba a Claude con recelo y él sonreía encantado. Cuando la función comenzó tuve una visión que me heló el corazón completamente. Percibí un olor extraño, el más dulce que he sentido en toda mi existencia y me obligué a fijar mi atención en un menudo chico que interpretaba a Hamlet sobre el escenario. Me conmovió extremadamente. Su actuación era tan realista, su belleza era inhumana y su alma me llamaba a gritos; su sangre sería un majar cien veces mejor que cualquier otra que hubiera saboreado. Pero olvidé un detalle; no era el único vampiro el la sala... Claude también había experimentado la misma sensación que yo y sus ojos ambarinos miraban al chico con deseo indescriptible.
 
 

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