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SANANDO UN CORAZON por Orseth

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            Al día siguiente Harry trabajó normalmente, pero esperando con impaciencia la hora de salida y en la tarde finalmente fue al asilo, muy sonriente ante la enfermera.

            -Hola.

            -Buenas tardes, señor Potter.

            -¿Y Bruce?

            -Esta con un paciente recién llegado ¿desea que vaya a buscarlo?

            -No, gracias, ya conozco el camino.

            Cuando entró a la habitación, vio a Draco sentado en su silla en una esquina, como si estuviera castigado.

            -Hola –saludó sonriente, intentando ser amigable.

            Pero Draco no levantó siquiera el rostro, por lo que Harry tomó su silla y la giró para quedar de frente, pero Draco giró las ruedas y volvió a darle la espalda.

            -¿Qué sucede? –preguntó extrañado, intentando mirarle el rostro, pero Draco giró la cara negándose a todas luces verlo- pareces enfadado.

            Entonces Draco metió la mano bajo la almohada para sacar algo, algo que arrojó a Harry; muy intrigado el auror vio lo que no había alcanzado a atrapar y estaba en el suelo, era el cromo de Herpo el loco que venía en la rana de chocolate y entonces lo entendió.

            -Oye, lo siento, no pude venir en estos días.

            Pero Draco rodó un poco mas su silla alejándose lo más que podía de Harry, sin considerar que no eran más que unos cuantos centímetros.

            Aunque estaba muy sorprendido por la reacción del rubio, también se alegro de que Draco lograra recordarlo a pesar de haberlo visto unas cuántas veces.

            -Es hora de la cena –dijo Sally entrando a la habitación- el medimago Miller está ocupado e imaginé que no te molestaría darle tú de comer.

            -Imaginó bien –respondio feliz de tener una oportunidad de interactuar- gracias.

            Cuando Sally se retiró, Harry colocó el tazón de avena en la mesa y se sentó en la cama sacando algo del bolsillo.

            -Te traje otra rana de chocolate, pero como veo que no quieres ni verme, lo mejor será que yo me la coma.

            El sonido de la envoltura en las manos de Harry, fue suficiente para que Draco lo mirara de reojo.

            -mmm esta deliciosa –exclamó con deleite aspirando el aroma de la caja.

            Draco se giró un poco claramente angustiado.

            -Tranquilo, la traje para ti –dijo viendo su rostro- si vienes y comes, te la daré.

            Sonriendo vio que Draco no lo pensó mucho y acercó su silla para después estirar la mano.

            -Lo siento, ya conoces el trato.

            Draco frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos haciendo reír a Harry.

            -¡Oye, no me hagas berrinches!... anda ven, come la avena.

            Draco arrugó la nariz cuando Harry le acercó la cuchara.

            -Qué ¿no te gusta?... pero esta buena –añadió probándola- esta calientita y dulce.

            Por toda respuesta Draco alargó de nuevo la mano.

            -Pues no –exclamó frunciendo el ceño- si no comes no hay rana.

            Draco lo miró sorprendido, pero más sorprendido quedó Harry cuando el rubio giró la silla intentando alejarse de él.

            -¡Vaya! Creo que estás regresando  tus orígenes… oye –dijo girando la silla para sorpresa de Draco- hagamos esto… -añadió sentándose en cuclillas frente a él mientras apoyaba sus manos en las ruedas- si comes, mañana te traeré una sorpresa ¿Qué dices?

            Draco miró entre sorprendido y curioso el rostro de Harry, buscando alguna señal de broma o burla, pero algo en su cabeza le decía que podía confiar en ese hombre que de repente había llegado a su vida, así que sonrió mientras inclinaba la cabeza.

            -¿Eso es un sí?... oye, no hagas eso –dijo al verlo mordisquear el puño de su manga como hacia cuando estaba un tanto nervioso.

            Entonces se sentó en la cama jalando la silla y colocándola frente a sí, para después tomar el tazón de avena y darle la primera cucharada.

            -Creo que aquí cocinan mejor de lo que pensé ¿Por qué no quieres comer?

            Draco abrió la boca recibiendo la cucharada de avena masticando como buen niño.

            -Eso es ¿quieres hacerlo tú mismo?

            Asintiendo con la cabeza, Harry lo vio extender las manos para recibir el tazón, el cual después dejó en la mesa como si nada.

            -Qué… ¿y eso? ¿Qué no vas a comer?

            Haciendo un gesto despectivo con la mano, Draco asintió con desgano.

            -Creo que ya entendí, pretendes engañarme ¿no? –Dijo tomando el tazón de vuelta- abre el pico.

            Pero Draco giró el rostro y movió su silla hacia atrás.

            -¿Por qué no quieres comer?... estás muy delgadito y demacrado, en realidad te cargas tremendas ojeras que pareces mapache ¿no duermes bien?

            Por toda respuesta Draco bostezó mientras se frotaba los ojos.

            -¿Tienes sueño, quieres que te ayude a acostarte?

            Draco negó con la cabeza poniendo cara de susto sorprendiendo a Harry.

            -Calma, tranquilo, no te ayudare pues ¿pero porqué pones esa cara? Pareciera que te dije algo malo.

            Draco exhaló un profundo suspiro y movió su silla de tal manera que le dio la espalda; Harry no dijo nada, solo se levantó y camino al frente para poder ver su rostro claramente.

            -¿Draco?

            Pero la mente del chico había echado a volar otra vez, dibujando cosas invisibles en el aire.

            -Oh si… ¿esa rana de chocolate saltará más alto si la pincho con mi dedo?

            Harry veía sus ojos grises moverse como si estuviera viendo algo muy entretenido y torció la boca con desaliento.

            -¿Qué pasó contigo, que pasa por tu cabeza?... si tan solo pudieras hablar –pensó cruzándose de brazos mientras se recargaba en la pared.

            Lo observó por unos minutos, su rostro pálido y cansado, su estampa de total agotamiento y decidió con renovados bríos hacerlo comer.

            -Hey… -exclamó tronando los dedos frente a Draco para llamar su atención- mira…

            Draco vio algo en la mano de Harry y estiró la suya para agarrarlo y esta vez si se lo dio, era el cromo de la rana que acababa de abrir, vio como Draco la miraba atento para luego sonreír.

            -Sí quieres mas, tendrás que comer –dijo tomando el tazón y dándole un cucharada.

            Draco lo miró, luego miró la cuchara frente a él y después el cromo, como valorando la propuesta; entonces para alivio de Harry, abrió la boca.

            -Eres difícil ¿eh?... bueno, nada que un buen soborno no pueda arreglar.

            Draco comía muy tranquilo sin dejar de ver su cromo muy entretenido, por lo que ni caso hacía de lo que Harry decía.

            -¿Recuerdas las grageas de sabores de Bertie Bott?... ¿quieres ver algo fantástico? –dijo al ver que hablando no conseguía su atención.

            Dejando el tazón vacio en la mesa, sacó su varita para decir:

            -Expecto patronum.

            El ciervo plateado surgió de la punta de la varita comenzando a galopar en el aire al ritmo de la varita de Harry, quien había comenzado a reír al ver los tremendos ojos que abrió Draco al verlo. Alzó los brazos e intentó atraparlo, pero la etérea figura se colaba entre sus dedos mientras daba coces  a su alrededor.

            -Te gusta ¿eh? –dijo al verlo reír mientras estiraba los brazos en su afán de atraparlo.

            Estuvieron así un buen rato hasta que llegó la hora de despedirse para desconsuelo de Draco.

            -Mañana vengo, lo prometo.

 

 

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            Al día siguiente, llegó puntual al asilo; realmente no pensaba hacer ninguna investigación como le había dicho  a Chris, pero no deseaba sentirse presionado por llegar temprano a casa.

            -Hola señor Potter.

            -Buenas tardes.

            Cuando entró a la habitación, lo primero que le sorprendió  fue no encontrar a Draco de cara a la pared, sino viendo la puerta como esperando algo.

            -Hola Draco.

            Por toda respuesta Draco sonrió ampliamente sorprendiendo aun más al moreno.

            -¡Vaya! Veo que ahora estás contento ¿Por qué? –preguntó cerrando la puerta tras de sí y recargándose en ella.

            Sin ningún titubeo, el rubio extendió la mano haciendo reír a Harry.

            -¡Ya veo! –Dijo sentándose en la silla- o sea que no es por mí, sino por el regalo que te prometí ¿eh? Hieres mi corazón.

            La puerta se abrió y Sally entró con la comida.

            -Hora de cenar ¿quiere hacer los  honores?

            -Seguro que sí.

            -Gracias –dijo dejando la charola en la mesa y saliendo de ahí.

            -Veamos… -dijo Harry viendo el contenido- huevo con jamón, un vaso de leche y una rebanada de pan, se ve rico ¿ya sabes lo que sigue?

            Haciendo un gesto de desaliento Draco asintió permitiendo que Harry le colocara la charola en las piernas; Harry lo vio examinar la comida muy atento y luego tomar la leche y darle unos sorbitos, todo con una parsimonia que hicieron que se armara de paciencia para ver como trocito a trocito fue vaciando el plato.

            -¿No quieres el pan?

            Draco negó con la cabeza y luego se lo ofreció.

            -¿Quieres que yo me lo coma?... gracias –dijo aceptándolo viendo que el plato y el vaso ya estaban vacíos y viendo también que Draco lo miraba ansioso- que impaciencia –exclamó riendo mientras le quitaba un mechón de pelo de la cara- oye, pareces indigente con ese cabello enredado ¿Qué no te peinas?... ¿Por qué? –pregunto cuando Draco respondio negando con la cabeza.

            Draco se alzó de hombros como si la pregunta fuera de lo más aburrida.

            -Mañana traeré algo para desenredártelo, parece un verdadero nido de ratas, espero que no haya un bicho ahí dentro.

            Draco rio y señaló el cabello de Harry.

            -¿Qué tiene?

            Draco respondio haciendo señas como si algo le explotara en la cabeza.

            -¿Parece que algo me explotó en la cabeza?... pues mi cabello no es lo que parece, toca –dijo inclinándose un poco.

            Draco movió su silla para acercarse lo más posible, extendió su mano y tocó el cabello de Harry, primero un tanto tímido y después de ver que al parecer no le iba a pasar nada a su mano, en toda la cabeza agitándoselo; primero con una y después con ambas manos, en verdad sorprendido de que fuera tan suave, tanto así que duró un par de minutos revolviéndole el cabello.

            -Sí sigues haciendo eso, acabaré dormido.

            Draco dejó de agitarle el cabello cuando Harry alzó la cara, pero no lo soltó, lo que hizo fue tomarle el rostro con ambas manos y es que así, teniéndolo tan cerca esos ojos verdes llamaron su atención… ¿Dónde había visto esos ojos?... le quitó las gafas a un Harry que pacientemente se dejaba hacer.

            ¿Dónde los había visto?... ni idea pero ahora que ponía atención ya los había visto en otro lado… ¿Cuando? ¿Dónde?

            Harry lo veía inspeccionar su rostro muy concentrado, sentía sus manos pasear por su rostro como lo había hecho hacia unas semanas y teniéndolo tan cerca hizo lo mismo.

            -Oye, tienes unos ojos muy bonitos –dijo viendo los enormes ojos grises- tienen una veta azul alrededor de la pupila, nunca me había fijado, aunque no tenía porqué, nunca nos llevamos bien.

            Pero Draco no escuchaba, sus dedos vagaban por el rostro de Harry sin que este se molestara o incomodara por ello; por su nariz, por sus cejas y nuevamente a sus ojos, tocando delicadamente las negras pestañas… esos ojos… ¿Por qué eran tan familiares?

            “Tiene los ojos verdes como un sapo en escabeche y el pelo negro como una pizarra cuando anochece…

            Soltó a Harry como si quemara y tomó su cabeza entre sus manos intentando sacar de ella esas palabras que de repente se hicieron presentes.

            -Tranquilo, calma… -dijo Harry tomando sus manos haciendo que lo mirara, esta vez sin asustarse por ya haber esperado esa reacción debido a la primera vez que lo examinó igual- estás a salvo, yo estoy aquí.

            Draco se quedó quieto viendo el rostro de Harry a un palmo del suyo y poco a poco fue tranquilizándose, esa persona lograba calmarlo por alguna extraña razón; no tenía idea del porqué pero con él ahí el miedo desaparecía y la oscuridad se disipaba… definitivamente le gustaba que fuera a verlo.

            -¿Ya mejor?

            Draco asintió y Harry lo soltó, para luego meter la mano en su bolsillo y sacar la tan ansiada rana de chocolate.

            -¿Quieres esto?

            Draco sonrió mientras aplaudía haciendo reír a Harry.

            -Nunca había visto a nadie emocionarse tanto por una rana, toma.

            Draco la abrió dejando fascinado que la rana le saltara en las piernas, luego miró el cromo y después se lo enseñó a Harry.

            -¡Vaya, te salió Merlín!

            Draco volvió a mirar el cromo con emoción y después movió su silla hasta su cama en donde lo puso bajo la almohada.

            -¿Los guardas ahí, es tu escondite?

            Draco asintió mientras le daba una mordida a su rana y cuando la terminó, señalo la chaqueta de Harry.

            -Ya no tengo más.

            Pero Draco negó con la cabeza volviendo a señalarlo.

            -Te digo que ya no tengo más.

            Pero Draco volvió a negar con la cabeza y comenzó a mover su mano en el aire como si sostuviera una varita.           

            -¡Ah, ya entiendo! ¿Quieres ver de nuevo el Expecto Patronum?

            Draco asintió con entusiasmo haciendo que Harry sacara su varita e hiciera de nuevo su patronus. Nuevamente el ciervo volaba a su alrededor mientras intentaba atraparlo y después de un buen rato, el momento de irse llego.

           

           

           

 

 

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Al día siguiente, después de salir de trabajar, se dio una vuelta al callejón Diagón, específicamente a “Sortilegios Weasley”.

            -¡Vaya! –Exclamó George dándole un codazo a su hermano- mira a quien tenemos  aquí.

            -Esto sí que es un verdadero…

            -¿Desastre?

            -No, susto… ¿escondiste los artilugios de magia oscura que tenemos en la bodega?

            -Hecho ¿y tu escondiste a los mortífagos que tenemos sirviéndonos como elfos domésticos?

            -Ja- ja, que graciosos –dijo Harry recargándose en la barra.

            -¿Qué pasó señor auror y ese milagro? –dijo Fred.

            -Seguro estamos en problemas, sino ¿de qué otro modo vendrías?

            -Esta bien, está bien, ya entendí… siento no haber venido más seguido.

            -Solo vas a la madriguera.

            -He tenido mucho trabajo chicos, pero prometo hacerme un tiempo.

            -Ok, estás perdonado –dijo George con gesto dramático.

            -Y aparte de querer ver nuestro bello rostro –exclamó Fred- ¿a qué se debe tu visita?

            -Estoy buscando algunas bromas.

            -¿Para tu jefe? –preguntó con gesto malicioso.

            -¿Para tu novio? –preguntó George.

            -¿Para tu amante?

            -No, para ninguno de ellos –respondio riendo.

            -¿Entonces?

            -Es para un amigo que está en el hospital.

            -¿En el hospital y quieres hacerle una broma?... eres peor que nosotros Harry –dijo George con aire reprobatorio.

            -Claro que no, por eso necesito su consejo, está en una clínica psiquiátrica y está deprimido, pero tampoco puede moverse, su salud es frágil.

            -mmm ya veo- respondio Fred con gesto concentrado- algo sorpresivo, gracioso e inofensivo ¿cierto?

            -Exactamente.

            -Viniste al lugar correcto Harry.

            -Sí, mira hay varias cosas que podrían gustarle –dijo George saliendo de detrás del mostrador y dirigiéndose a unos estantes seguido de Harry.

 

 

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Cuando llegó al asilo iba sonriendo mientras pensaba en lo que guardaba en el bolsillo.

            -Hola Draco –saludó viendo al rubio acercarse y tomarle una mano mientras sonreía- es genial que me saludes, parece que te da gusto que venga.

            Draco asintió mientras lo soltaba y lo dejaba sentarse.

            -¿Qué me cuentas hoy?

            Draco lo miró frunciendo el ceño mientras ladeaba la cabeza, como no entendiendo la pregunta.

            -¿Realmente no puedes hablar?... ¿Por qué no puedes hablar Draco? –preguntó intrigado viendo a Draco alzarse de hombros sin darle importancia a su pregunta.

            Exhaló un suspiro pensado que definitivamente necesitaba saber más sobre la condición del chico; entonces se abrió la puerta entrando Sally por ella.

            -Por un momento temí que ya no llegara señor Potter, estuve esperándolo con la comida, como Bruce no está pensé que no le molestaría darle usted de cenar.

            -Sí, es que antes pasé a otro lugar.

            -Vi que con usted regresaba el plato vacío, una gran proeza.

            -Es por mi encanto.

            -¿Entonces acepta? –preguntó riendo.

            -Claro.

            -Bien –Respondió entregándole la charola y saliendo de ahí.

            Draco vio curioso como Harry cerraba la puerta y se sentaba en la cama con la charola en las manos.

            -Veamos que trajeron el día de hoy… leche, una rebanada de pan, pollo a la plancha y verduras al vapor, rico ¿no?

            Draco arrugó la nariz por respuesta.

            -Oye, comes mejor que yo cuando ando en misiones, cortare tu pollo con tu horrible cuchara de plástico.

            El rubio hizo tal gesto melodramático que Harry estalló en carcajadas.

            -¡Qué dramático eres, justo como hacías en Hogwarts!

            Sin entender de qué hablaba, Draco se tapó la boca negando con la cabeza.

            -¿Te estás negando antes de empezar?... será entonces que no quieres el regalo que te traje… Nop, no te lo daré antes de empezar –dijo cuando Draco estiró la mano- no sé porqué este ritual con la comida, ya deberías saber que no doy nada gratis.

            Draco torció la boca y exhaló un suspiro derrotado.

            -Bien, así me gusta –dijo Harry colocando la charola en la mesa y comenzando a trocear el filete de pollo- ¿quieres que te ayude o comes tu solo?... ya, pero no quiero trampas ¿eh? –añadió al verlo querer comer solo.

            Draco miró con resignación la charola que tenía en las piernas y comenzó a comer.

            -Bueno, vamos de gane, solo te tardaste cuarenta y cinco minutos –dijo Harry viendo su reloj cuando Draco finalmente terminó.

            El rubio junto sus palmas en una actitud infantil e impaciente que hizo reír a Harry.

            -De acuerdo, debo decir que te lo ganaste con creces –dijo metiendo la mano en el bolsillo de su chaqueta mientras Draco lo miraba ansioso- mira.

            Harry sacó un pequeño bulto en forma de huevo envuelto en papel dorado.

            -¿Sabes qué es esto?

            Draco miró el huevito con mucha curiosidad mientras negaba con la cabeza.

            -Toma, destápalo.

            Draco recibió el huevo en su palma y lo miró como no pudiendo creerlo, luego lo olfateó y sonrió reconociendo que era.

            -Sí, chocolate.

            Lo destapo rompiendo el papel dorado dejando ver un huevo de chocolate, lo oprimió con ambas manos rompiendo el chocolate dejando ver un huevo de plástico dentro.

            -Sí, hay mas –dijo Harry riendo al ver su cara de sorpresa- ¿para mí? –exclamo sorprendido cuando Draco le ofreció un trozo de chocolate- pues gracias.

            Cuando ambos terminaron con el chocolate, Draco miró el huevo de plástico.

            -Son diferentes tipos de huevos y se diferencian por el color, hay huevos de dragón, huevos de hadas, y huevos de Quidditch, imagine que el de Quidditch te gustaría más, aunque quien sabe, tal vez después te traiga de los otros… tienes que abrirlo –añadió al mirarlo dudoso -¿quieres que te ayude?

            Draco negó con la cabeza mientras tomaba el huevo de plástico y lo abría; lanzó una exclamación de sorpresa cuando un puñado de polvo dorado e iridiscente brotó del huevo dejando escapar un par de escobitas traslúcidas de no más de cinco centímetros, estas comenzaron a volar alrededor de su cabeza haciendo que las mirara con la boca abierta.

            -Es una especie de holograma –dijo Harry- pero imagino que no te importa… y claro, mucho menos si no me escuchas.

            Y tenía razón, Draco no lo escuchaba, miraba embobado las escobitas que no dejaban de volar a su alrededor.

            Media hora después en la que Draco no volvió a mirar a Harry, este dio por terminada su visita.

            -Debo irme ¿quieres que te diga como guardar las escobas?... ok, solo cierra el huevo y listo, las escobas volverán a aparecer si lo destapas y ya.

            Draco lo hizo y las escobitas desaparecieron al instante, lo destapo y la nube dorada apareció de nuevo y con ella, las escobas.

            -Mañana regreso con algo para tu cabello, la verdad es que por ir al callejón Diagón lo olvidé; ya te dije, pareces indigente… limpio, pero indigente al fin.

            Cuando Harry se levantó para irse, Draco le tomó la mano mientras sonreía.

            -¿Estás intentando darme las gracias?

            Draco asintió mientras sostenía el huevo contra su pecho.

            -No es nada, lo hago con gusto, nos vemos mañana.

            Cuando Harry se fue, Draco miró su huevo mientras sonreía sin poder creer aun poseer semejante tesoro, lo acuno en sus manos y luego contra su pecho, deseaba volver a abrirlo pero sabía que no debía apresurarse, así que lo metió bajo su almohada junto a sus cromos y se dispuso a esperar el momento indicado.

 

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