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Bajo la Luna por MikaShier

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"Creo que hay una razón para el olvido... Aunque no sé cuál es. Irónico, ¿no? Querer olvidarlo todo, pero escribirlo en un estúpido diario.

 

Quizá es mi parte femenina, lo de escribir mis pensamientos para desahogarme. Esto de querer olvidar y querer recordar al mismo tiempo es estúpido y agotador. No sé que quiero hacer, en realidad. Ni siquiera puedo soportar mi reflejo en el espejo. Así que supongo que es verdad eso, recoges lo que siembras. Me amé demasiado un día y ahora no puedo recuperar los restos de lo que antes fui.

 

Es como estar destruido. No sé, creo que si salgo bien de ésta... Creo que realmente podría, ¿no? No necesito a Haru. Ni a Makoto, ni a Gou, ni a Sousuke, no necesito a nadie. Aunque Nagisa es muy divertido, y exasperante, pero quizá... No, no. Si salgo de ésta bien, prometo que cuidaré a mi hijo. Pero lejos de todos ellos, ¿cómo podría mirarlos a la cara?

 

No, no puedo tener un hijo.

 

Es imposible. No puedo. No puedo. No puedo. No puedo. Yo solo quería... Primero pensé que quizá, con esfuerzo, podía sostenerme. Sostener a mi hijo. Pero por más que lo intento, simplemente no me lo imagino. Ya no veo un después. No soy nadie.

 

Debería estar muerto"

 

─ ¿Cómo va el asunto del psicólogo, Haru-chan? ─el aludido observó a Nagisa, quien a su vez observaba la puerta.

 

El apartamento de Haruka se encontraba poblado por Rei, Nagisa, Gou, Sousuke y Rin. Claro, además del propio Haru. Era viernes y, tras siete llamadas telefónicas y veinte mensajes -todos por parte de Nagisa- el pelinegro había aceptado que todos se quedaran a dormir, acompañando a Rin. Aunque claro, Makoto aún estaba vetado.

 

Haru se talló la cara, pellizcándose el puente de la nariz mientras soltaba un suspiro.

 

─Ni siquiera sé quién es su doctor.

 

─ ¿Qué? Debe ser broma ─musitó Gou.

 

─El miércoles quiso ir a abortar y lo detuve. Se encerró en el baño secundario desde entonces. No sale para nada, solo para comer. Es como un niño.

 

─Y llora por todo ─corroboró Sousuke, quien, a petición de Haru y como no tenía nada que hacer, había accedido a quedarse un tiempo.

 

─Sí, no sé por qué lo hace. Solo le he preguntado si está bien y él grita que no le pregunte estupideces. Luego llora.

 

─Bueno... Makoto-senpai debe saber quién era su doctor ─musitó Rei. El honorífico le dejó un sabor amargo, el castaño ya no tenía su respeto, no del todo─. Él estuvo con Rin-san un mes. Lo llevaba a las citas médicas...

 

─Makoto no es viable ─masculló Gou. Haru se mostró de acuerdo.

 

─Creo que Rin-chan es más importante que eso ─se quejó Nagisa. Sousuke se encogió de hombros.

 

─Makoto iba a llevar a Rin a la cita de aborto, Nagisa. Él quiere lo que sea que Rin quiera, no es una opción.

 

Un ruido atrajo la atención de los chicos, el de una puerta al ser abierta. Haru daba gracias a los dioses por haberlo deprimido a tal punto de no haberse preocupado por reparar las puertas rechinantes. Rin apareció en el campo de visión. Pasó de largo, en dirección a la cocina.

 

─ ¿Pasó algo? ─preguntó Haru, intentando sonar indiferente.

 

Rin lo ignoró. Sabía que el tiempo contaba. Una vez abierto el refrigerador, tomó lo primero que encontró e inició la marcha hacia su escondite. Haru no volvió a preguntar nada. La cabeza le dolía demasiado y no tenía ganas de iniciar una pelea en la que solo él se hería.

 

─Rin-chan ─llamó Nagisa. Haru suspiró, él no hacía caso a nadie. Fue por ello que se sorprendió cuando el pelirrojo se desvió de su camino.

 

─ ¿Qué haces aquí, Nagisa? ¿Faltaron a la escuela? ─cuestionó el mayor. La sonrisa del rubio estaba cargada de tristeza.

 

─ ¿Vas a comer una lechuga? ─preguntó el ojirosado. Rin bajó la mirada. La sequedad en sus ojos se borró y Haru quiso abrazar a Nagisa cuando la risa de Rin llenó el silencio.

 

─Solo tomé lo primero que vi. Vomité el almuerzo y tenía bastante hambre ─Nagisa se levantó, tomándolo de la mano.

 

─ ¿Quieres ir a comer algo? Vi un restaurante con curry en la calle del norte, iremos todos. Sería bueno si también vienes, Rin-chan ─comentó. Los ojos del mayor se llenaron de lágrimas. Apretó el vegetal en sus manos, ocasionando un pequeño crujido.

 

─ ¿Quieres salir conmigo? ¿Aunque sea un monstruo? Nagisa... ¿Acaso no te importa? ─En ese momento, el menor supo lo que sucedía. Apretó las manos de Rin y sonrió a pesar de lo que quería era llorar con él.

 

─Nadie cree que eres un monstruo, Rin-chan.

 

Rin giró la cabeza, mirando el pasillo que conducía a su escondite. Aquello era mentira. Sí había alguien a quien le parecía un monstruo. Se encontraba dentro del espejo.

 

─No puedo salir así... Gracias... Solo tráeme un poco cuando regresen ─Haru se levantó y puso una mano en la espalda baja del pelirrojo.

 

─Vístete y vamos ─Rin, por primera vez en tres días, lo miró a los ojos.

 

Haru pudo ver el dolor a través de ellos. La piel del menor estaba pálida, las ojeras hacían que sus ojos resaltasen y podía sentirlo temblar bajo su tacto. Rin estaba mal. Y no sabía cómo ayudarlo. Entendía que solo él podría hacerlo, pero en verdad desconocía la manera.

 

─ ¿Vas a ir conmigo? ─cuestionó en voz baja─ ¿No te avergüenza?

 

─ ¿Por qué lo haría?

 

─Vamos, Rin-chan. Mako-chan te lo dijo antes, no nos subestimes. Nosotros estamos aquí para apoyarte.

 

─Nagisa-kun tiene razón ─Sousuke rodó los ojos ante la intervención de Rei. Si más personas insistían, el pelirrojo hormonal iba a llorar, aún más. Pero bueno, no podía seguir estando de adorno.

 

─Rin, quizá mis pantalones te cierren sin lastimarte ─añadió Sousuke. El pelirrojo sonrió. Quizá podía disfrutar un momento, ¿no?

 

─ ¿Entonces voy con ustedes?

 

─Vamos, no actúes como si nadie te quisiera ─dijo el ojician. Rin sonrió.

 

─Vale, dame tus pantalones.

 

Sousuke instó al pelirrojo a seguirlo. No tardaron en perderse por el pasillo cuando Gou recuperó el aliento. Se llevó una mano al pecho y suspiró.

 

─Oh... Es tan difícil ─musitó la chica. Nagisa la observó.

 

─ ¿Por?

 

─Siempre que digo algo, termino lastimándolo... Así que fue muy difícil para mí. Ya saben... Me gusta mucho hablar con él pero ahora es tan sensible... Él protegió a Sara y no confía en mí porque... Lo del aeropuerto...

 

─Gou-san ─Rei puso una mano en el hombro de la chica, con una sonrisa sincera─ usted solo hizo lo que cualquiera en su posición haría. Si estuvo bien o mal, no importa.

 

─Rei-kun... Gracias ─la sonrisa que la pelirroja devolvió era más falsa que nada─. Por otro lado... Me sorprende que Rin haya aceptado...

 

─Supongo que Sousuke y yo somos muy... Amargados para él ─comentó Haru antes de observar a Nagisa─. Gracias.

 

─No te preocupes, Haru-chan, quiero a Rin-chan tanto como tú... Pero de otra forma, claro... ─el pelinegro sonrió en su interior antes de tomar su teléfono de la mesita. Nagisa saltó en su sitio─. Le sacaré el número del doctor, ¡sé que él va a entenderlo en algún momento!

 

No pasó mucho tiempo cuando Rin por fin entró a la sala. El pantalón le quedaba holgado, colgando desde su cintura, y llevaba puesta una chamarra que lo cubría perfectamente. Pero no era su estilo, y a Gou le dolió eso, comprendiendo que la razón de aquello, era que Rin odiaba su cuerpo, a pesar de que antes lo amaba.

 

─Vamos ─musitó el pelirrojo, dirigiéndose a la entrada. Un cálido sentimiento se albergaba en su pecho. Por primera vez en meses, sentía que estaría bien. Era como la flama de una vela en la oscuridad. Un brillo de esperanza.

 

Que podía apagarse por completo con un solo soplido.

 

_____

 

Nagisa no quería sentir arrepentimiento, pero debía admitir que eso era lo que estaba experimentando. Su mano se aferraba a la muñeca de Rei y, aunque hablaba sobre todo y nada a la vez, se sentía bastante triste.

 

Quizá salir no había sido una buena idea. Sus ojos rosados no paraban de viajar hacia la figura que se encontraba a su lado, un poco más adelante que él. Rin se encogía sobre sí mismo, queriendo cubrirse con la chaqueta por completo. Le dolía también el ceño fruncido de Haruka ¡El pelinegro nunca había fruncido el ceño! Y ahora parecía estar siempre enojado, aunque solo con Rin. A pesar de que su actitud hacia el pelirrojo era más seca que amable, Nagisa sabía que aún lo amaba. Quizá era la mano de Haruka tocando suavemente la espalda baja de Rin, sin que éste lo sintiera. O la forma en que cuidaba cada paso del pelirrojo discretamente.

 

Rei entendía a la perfección lo peligroso que era todo lo que estaban haciendo. Había estudiado sobre el tema en determinado lapso de tiempo solo para pasar algunos cursos extra que él había tomado, porque le gustaba estudiar. No era un experto en ello, claro, pero podía ver las emociones de Rin viajando de un extremo a otro con rapidez y eso era peligroso, pues sabía que era más por la depresión que las hormonas.

 

Había preferido no hablar durante todo ese tiempo porque si lo hacía, podría decir algo que afectase al pelirrojo. Vamos, ninguno conocía del todo a Rin, él estudiaba en otra parte y lo que hacía en sus tiempos libres era un misterio. Ni Nagisa, ni Gou, ni él podían decir que Rin era determinado tipo de persona, porque solo conocían tramos de su existencia. A pesar de que la chica fuera hermana del susodicho. Los únicos capacitados para el manejo del pelirrojo eran Sousuke y Haru. Aunque Makoto se había agregado a la lista también.

 

El restaurante al que Nagisa los guió era el mismo en que Haru y Makoto habían comido por última vez. El recuerdo le hacía tener un mal sabor al pelinegro. Era claro que el perder a su mejor amigo le dolía. Makoto había sido la única persona en quien confiaba realmente, aparte de Rin. Y ahora lo había traicionado, al igual que el pelirrojo. Si dos de las personas que más amaba en el mundo lo apuñalaban por la espalda... ¿Qué quedaba de él?

 

Entraron al dichoso restaurante y tomaron una mesa vacía junto a la ventana. Las calles de esa parte de la ciudad eran bastante transitadas, mayormente por turistas. El sol se veía cubierto por nubes y, a pesar de que calentaba, no pudo arrancar los suéteres ligeros que todos llevaban. Y tampoco hizo a Rin sacarse la enorme chaqueta.

 

Pero el calor interno del restaurante sí lo hizo.

 

Sousuke lo convenció de que morir a causa del calor era cien por ciento horrible, así que se sacó uno de los suéteres que llevaba y Rin se lo colocó. La chaqueta quedó colgando del respaldo del asiento de su dueño.

 

El pelirrojo se quedó observando la ventana. Afuera, todos parecían tan apurados que ninguno le prestaba atención. Claro, entonces el monstruo en el que se había convertido no era tan notable. Se quedó junto al cristal, dejando que un suspiro saliera por sus labios, ¿qué tan diferentes serían las cosas sin el percance que se le había hecho en donde antes estaba su abdomen?

 

Escuchaba las voces de los demás y podía distinguirlas, mas no prestaba atención a la conversación. Su mirada divagaba entre la gente que transitaba fuera del restaurante. Extrañaba la universidad, las prácticas, extrañaba Australia y no podía volver. Suspiró pesadamente, entonces Nagisa pronunció su nombre.

 

─ ¿Qué pedirás? ─Rin observó la carta menú frente a él.

 

─ ¿No veníamos por curry? ─respondió. El rubio asintió.

 

─Sí, tienes razón... ─se volteó hacia el camarero, que Rin no había presenciado, y terminó la orden─ Oye, Rin-chan, ¿sabías que Rei-chan destruyó por completo el área de prácticas químicas?

 

─ ¡Nagisa-kun, eso es una mentira! ─exclamó el peliazul, sonrojado, para después carraspear─ Solo tres mesas de trabajo continuas ─Rin sonrió en burla.

 

─ ¿Qué estabas haciendo? ─cuestionó con una sonrisa ladeada. Sousuke elevó la ceja y observó al peliazul, quien se acomodaba los lentes intentando ocultar su vergüenza.

 

─Rei-kun intentaba explicarle a Nagisa-kun la clase, entonces dijo algo como "¡Podemos cambiar el color de esta sustancia si agregamos un poco de esta otra!" ─contó Gou, divertida─ Pero Nagisa-kun había cambiado la colocación de vasos y Rei-kun tomó el equivocado.

 

─Es por eso que la culpa es de Nagisa-kun ─explicó Rei.

 

─Hazuki solo revolvió los frascos. Tú no revisaste lo que tomaste ─a pesar de su expresión seria, Sousuke sonaba divertido.

 

─No pensé que cometerías tal error, Rei ─se burló Rin.

 

─ ¡Cualquiera comete errores! Haruka-senpai, por favor, ayúdeme ─el aludido colocó el codo en la mesa y recargó su barbilla en la mano.

 

─Es culpa de Nagisa.

 

─ ¡Haru-chan! Rei-chan mezcló las cosas, él es el culpable.

 

─Nagisa tiene razón ─intervino Rin, observando al pelinegro.

 

¿Por qué parecía estar tan bien? ¿Acaso se había olvidado tan rápido de todo? No era que eso le desagradase, de hecho, Haru estaba feliz de que Rin pudiera convivir con sus amigos, aquello significaba que no todo era gris.

 

─Nagisa no tenía que revolverlo todo si Rei ya lo había acomodado ─afirmó el ojiazul.

 

─En eso concuerdo con Haruka-senpai ─declaró Gou─. Nagisa-kun lo hizo a propósito.

 

─ ¡Gou! Como mi hermana, debes estar de mi lado.

 

─Sou-chan, ¿tú qué crees? Tengo razón y Rei-chan es culpable, ¿verdad? ─el mayor dejó caer su pesada mirada sobre Nagisa.

 

─Fui el primero en defenderte.

 

─ ¡Tienes razón!  Si Sou-chan me defiende, entonces gano por default.

 

─Es injusto ─debatió Haru.

 

─No lo es. Cualquiera gana con Sou y yo de su lado ─defendió Rin con una sonrisa.

 

La espera por la comida se llevó a base de risas. Para sorpresa de Haru, Nagisa había hecho reír más a Rin en una hora que él en tres días. Gou inició una discusión con su hermano sobre un tema al azar. El ojiazul no estaba atento a la parte esencial de la pelea, solo podía observar la sonrisa de Rin y escuchar su risa.

 

¿Por qué él no podía hacerlo feliz?

 

La comida no tardó más en llegar, pero el único que calló fue Rin. Su estómago rugía y la comida se veía apetitosa. Los demás continuaron platicando entre bocados mientras él se dedicaba solo a escuchar y comer.

 

Su ánimo decaía conforme la comida se terminaba.

 

La razón por la que el hambre abundaba era la criatura en su interior. Esa a la cual dedicaba su odio. Apretó la tela sobre su abdomen y se hundió en su asiento. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras su mano sobre la mesa presionaba uno de los cubiertos entre sus dedos.

 

¿Cómo podía ser feliz por un momento si le deparaba una mierda de futuro? Las lágrimas desbordaron y Rin se encontró sollozando en silencio.

 

"Eres patético"

 

─Voy al baño ─susurró antes de levantarse, sin esperar una respuesta.

 

Se encerró en un cubículo y se remangó el suéter de Sousuke. Se mordió la muñeca con fuerza, intentando callar sus sollozos. Sus afilados dientes terminaron por atravesar la piel pero, aún cuando el sabor metálico de su propia sangre invadió su paladar, Rin no dejó de presionar.

 

La tranquilidad llegó tan rápido como el llanto.

 

El pelirrojo secó sus lágrimas y observó la herida en su muñeca. La sangre comenzaba a deslizarse por su brazo. Con un suspiro, tomó papel higiénico y salió del cubículo, sabía que debía desinfectarse.

 

Haru lo observó con preocupación, acercándose de inmediato. Lo había seguido en cuanto se había percatado de sus lágrimas y había esperado pacientemente a que se calmara.

 

Lavó las heridas del menor pese a sus quejas y, sin más material a la mano, envolvió su muñeca con el papel.

 

─ ¿Por qué hiciste eso? ─preguntó sin soltarle la mano, pese a haber terminado ya. Rin dejó salir el aire lentamente.

 

─Solo no quería que alguien viese lo patético que soy...

 

─Rin, no eres patético. El único que piensa así eres tú.

 

El aludido no dijo nada. El labio parecía temblarle e incluso su cuerpo lo hacía. Haru lo amaba. Y le dolía verlo de esa manera, tan débil. Guiado por el amor que decía tenerle, lo tomó suavemente por la nuca y besó sus labios para después abrazarlo. Rin continuó llorando, rodeando el cuerpo de Haru con los brazos y hundiendo la cara en la unión del hombro y cuello del contrario.

 

Estaba perdido.

 

 

Notas finales:

¡Hola! Perdón por el retraso x3 Estaba enferma y pues... Sorry:s ¡Espero que les haya gustado! 


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