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Bajo la Luna por MikaShier

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Notas del capitulo:

AVISO IMPORTANTE EN NOTAS DE ABAJO

 

Disclaimer: Éste es un fanfic original basado en Free! Iwatobi Swim Club, Free! Eternal Summer y High Speed!

Los personajes no son de mi autoría. Pertenecen a las series anime y la novela anteriormente mencionada.

 

Advertencias: Este fanfic es de temática Yaoi (homosexual). Si no te gusta este género, te recomiendo que no leas.

2. Éste Fanfic contiene Mpreg. Si no te gusta, te recomiendo no leer.

3. Éste fanfic tiene contenido sexual y lenguaje explícito.

 

Título: Bajo la Luna

 

Autor: MikaShier

 

Personajes principales: Matsuoka Rin; Nanase Haruka;

 

Las manos de Haru temblaban mientras veía a Rin fundirse en un abrazo con su hermana. Quizá era porque conocía al pelirrojo como la palma de su mano, o tal vez la manera en que este se aferraba a Gou. No lo sabía, pero de lo que si era consciente, era de la tristeza que emanaba Rin a su alrededor. Un aura que, de tener color alguno, sería azul.

 

Un jadeo imperceptible salió de sus labios mientras sentía sus ojos escocer. Cuantas ganas tenía de abrazar al chico entre sus brazos y no volver a dejarlo ir. Quería besarle y hacerle ver que, a pesar de todo y sin importar nada, lo amaría hasta que su alma se terminase por consumir.

 

Pero, mientras estaba ahí parado, observándolo como si fuera un raro espécimen que huiría en cualquier momento y viendo a los demás abrazarlo como si meses atrás no hubiera huido, cayó en cuenta.

 

Algo estaba pasando, quizá no era el momento para hacer frente.

 

Sin embargo, había cosas que tenían que aclararse.

 

===

 

─Gou... Creí que te había dicho que no quería ver a nadie ─su voz sonaba furiosa, pero Rin estaba controlando su tono. Su hermana lo sabía, que estaba iracundo por sus acciones, pero se limitó a desviar la mirada. Gracias a Dios, Haru aún no se atrevía a ir.

 

─Pero... Te escuchabas tan triste... Pensé que quizá...

 

─ ¡Fue la decisión que yo tomé! ─gritó a susurros. Nagisa lo tomó del brazo y sonrió levemente.

 

─Tranquilízate, Rin-chan. Kou-chan solo intentaba verte feliz. Después de lo sucedido con Haru-chan...

 

─ ¡Nagisa-kun! ─interrumpió Rei. La cara del pelirrojo palidecía lentamente mientras el rubio era apartado de su lado.

 

─No es como si estuviera triste por ello, realmente ─se atrevió a decir. Más aquellos ojos carmesí hacían clara la mentira en sus palabras.

 

─Rin... ─murmuró Makoto, con preocupación. Y tenía razón, pues el pelirrojo parecía enfermo. Las ojeras bajo sus ojos y la piel algo pálida, además de la manera en que aquellos brillantes orbes rubíes se movían de un lado a otro, como si estuviese asustado. Pidiendo ayuda.

 

Nada más cerca de la verdad. Rin estaba asustado por completo. Sentía su cuerpo pesado. Se sentía el centro de todas las burlas, críticas y miradas. Porque nadie aceptaba a un chico que no era del todo un chico -al menos eso era lo que pensaba, pues realmente nadie conocía su situación-. Ese pelirrojo no era hermafrodita. No era cuestión de decidir su sexo. Era más bien... que funcionaba como una chica, a pesar de ser un hombre. Similar, pero no igual.

 

Así que sí. Estaba asustado como nunca antes lo había estado. Además, tenía nauseas. Y estaba tan cansado... Todo estaba mal con él.

 

─Hermano ─murmuró Gou. Fue a tomar la mano del pelirrojo, más este se apartó. Los ojos de la chica se aguaron─. Pensé... que lo mejor sería... Lo siento... Pero en verdad quería verte sonreír y pensé que... Nuestros amigos podrían hacerte feliz al menos un poco... En verdad, hermano ─Por más enojado que estuviese, le dolía ver a su hermana rogarle perdón. Bien, había llevado a los chicos, solo eso. No era como si hubiese llamado a Haru también.

 

─Deja de disculparte, Gou ─murmuró, calmándose un poco.

 

Le faltaba poco para ser idiota, pero con ese poco podía pensar con claridad y recordar que, por el bien de la personita que comenzaba a desarrollarse en su interior, debía calmarse. El estrés y la ansiedad no hacían bien para nada. Se mordió el labio, obligándose a sí mismo a tranquilizarse.

 

Sin embargo, las cosas no iban para bien. Lo supo antes de siquiera verlo. La presencia de Haru, esa que hacía latir con fuerza su corazón. El ojiazul lo observó en cuanto el pelirrojo volteó a un lado. Sus labios estaban apretados en una fina línea. Rin no podía identificar si estaba molesto o era algo más. Ni siquiera lo intentó, porque su mente se había vuelto un torbellino de pensamientos, buenos y malos a la vez.

 

Su mirada cayó en Gou. La chica prefirió esconderse detrás de Nagisa y Rei, quienes parecían dispuestos a atraparlo si intentaba huir por ahí. Su cabeza parecía dar vueltas. Eso era malo, muy malo.

 

─Debemos hablar  ─Ni bien terminó de decirlo, a Rin le dio un vuelco el corazón. Se pegó a la pared y quiso huir, pero Haru lo tomó por los hombros. Había decidido que era una oportunidad única para hablarle al ojicarmín, pues este era un experto en desaparecer de la noche a la mañana─. Tenemos que hablar ─repitió, estoico. El pelirrojo arrugó el gesto ante la presión que Haruka ejercía en sus hombros.

 

─No hay nada que decir... Suéltame ─murmuró. Quizá había un deje de ruego en su voz.

 

─Rin-chan... Lo mejor es que hablen... Así podrán estar bien...

 

¿Quién lo decía? ¿Él? Nagisa no tenía derecho a declarar aquello. No cuando tenía tanta falta de información. Rei corroboró al rubio con otra frase que, para el pelirrojo, se perdió en la tensión del aire. Pero Rin apretó los ojos y asintió.

 

Se dio cuenta de que lo que en verdad escuchaba en sus oídos, un sonido que los demás parecían ignorar, eran los propios latidos de su corazón asustado. En cuanto Haru lo soltó y dio un paso atrás, el pelirrojo se llevó una mano al pecho, intentando tranquilizarse.

 

Haru quiso estrujar a su novio -o ex novio- en un abrazo en cuanto pudo analizarlo por completo. Las mejillas de Rin estaban completamente pálidas, sus labios parecían secos. Sus ojos húmedos, sus manos temblaban. Parecía... Tan asustado. Sabía que el chico quería huir. Esconderse de su mirada acusadora -aunque él no lo miraba realmente así- y no volver... Jamás. Pero Haru simplemente no iba a permitirlo. No hasta que aclararan las cosas, que el pelirrojo le dijera lo que realmente quería. Lo que sentía y lo que pasaba.

 

─Rin... ─algo en la mirada perdida de el aludido informó al pelinegro que explicar lo sucedido aquella Navidad no era lo que necesitaba decir. Remojó sus labios y suspiró─ Te amo. Y lo haré siempre. Quisiera que... Es decir, perdóname por lo que pasó en diciembre... Por favor, solo quiero... No busco una explicación para excusar lo que pasó ese día... Solo quiero que sepas que, sin importar lo que los demás puedan opinar, yo te...

 

─Detente ─susurró angustiado. No quería escuchar aquellas palabras a pesar de haber aceptado oírlas, pues su corazón se rompería. Simplemente, Haru debía callar. Su mente divagaba al respecto, las palabras del pelinegro... Rin las ignoró. Si atendía cada una de ellas, el pelirrojo terminaría por librarse del peso también y contarle a Haru sobre su embarazo, arruinando así el futuro de éste y provocando su odio. Rin no quería ser mirado como un fenómeno por aquellos ojos pertenecientes a la persona que más amaba.

 

─... Quiero nadar junto a ti. Como siempre. Que me cuentes tú día a día, las cosas que viste, que hables sobre ti... Te quiero devuelta.

 

Rin se mordió el labio, el sabor metálico de la sangre invadió su paladar, pero no le importó. Todo lo que Haru quería... ya no podía dárselo. Su carrera como nadador olímpico se había estancado, sus estudios se habían cancelado, lo único que había hecho desde que supo sobre su propio embarazo había sido llorar. Y no podía entregarle sus lágrimas.

 

No podía darle nada. Porque ya no tenía nada.

 

Su mente comenzaba a divagar, nuevamente, en su propia miseria cuando escuchó a alguien gritándole con entusiasmo. Ver a Sara, corriendo hacia él con las maletas y unos folletos en la mano, lo tranquilizó de cierta forma, ahuyentando un poco de su tensión. Más el pelinegro no tardó en darse cuenta y, gracias a la mirada incrédula que dedicó al ojicarmín, aquella tensión volvió. Con creces.

 

─ ¡Rin! ¡Rin! ¡Rin! ─decía la chica. Haru la observó, los celos invadiendo su pecho mientras la desconocida dejaba las maletas frente a su pelirrojo─ Hola ─musitó en japonés, dirigiéndose a Haru antes de volverse al pelirrojo de nuevo. Estaba contenta de por fin poder conocer aquél país, por lo que quería que Rin compartiera aquella felicidad─. ¿Sabes? Fui allá ─señaló la cinta donde entregaban el equipaje─ hablé un poco de japonés y... ¡Me entendieron! Además... Me dieron estos folletos.

 

─No me interesa, Sara... ─había murmurado Rin en inglés, su mirada se hizo lugar en el piso. Quería irse ya─ ¿Podemos irnos?

 

─Hermano... ¿Quién es ella?

 

¿Quién eres tú? Había querido preguntar Rin con un tono grosero, la molestia y el enojo hacia su hermana aumentaba, pues era consciente de que el hecho de Haru frente a él era obra suya y del, anteriormente, equipo de Iwatobi. Tenía repentinas ganas de herirla un poco. Pero era su hermana y no iba a hacerlo, por más que ella encajase su fino dedo en la herida.

 

Sara había ignorado a los demás. Ella no era estúpida, pero consideró que los chicos que rodeaban a Rin sí lo eran, pues sabía que estaban ejerciendo presión sobre el pobre pelirrojo que tenía ganas de desaparecer de la faz de la tierra. Un pobre chico que debía cuidar su presión, la dieta y su cuerpo gracias al embarazo, inesperado y claramente no deseado.

 

Rin necesitaba descanso y un ambiente tranquilo, pues su condición, a pesar de ser común en las mujeres, aún era desconocida en su cuerpo. No sabían si el embarazo se llevaría a cabo de una manera diferente y por ello su prioridad era el bienestar del pelirrojo. Pero esos chicos lo habían llevado al borde cuando ella lo había puesto a salvo lejos de él, y vaya que le había costado mil sermones. Tenía que lograr que Rin se calmase, o podría haber problemas.

 

─Mira... Hay algunas universidades tan lindas aquí ─murmuró en inglés, obteniendo la mirada de Rin. Lo obligó a tomar los folletos─. En unos meses, tu embarazo terminará y podrás retomar la carrera y...

 

Aquellos ojos carmín se llenaron de lágrimas. Sara... ¿se burlaba o enserio quería ayudar?

 

Todo lo que él había querido alguna vez- nadar en competencias internacionales, ser alguien extraordinario en el futuro y estar con quien amaba plenamente- se había ido a la mierda. Había una gran mancha en su expediente. No podía volver. No podía hacer nada. Ese... bebé... Dios, ni siquiera podía odiarlo. Pero era algo que quería hacer. Si era así, quizá el aborto no fuera tan difícil de elegir. Si lo odiara...

 

─Rin... Respira lentamente ─ordenó la rubia. El pelirrojo arrugó los folletos y los pegó al pecho de la chica, empujándola en el acto.

 

─Vete a la mierda ─musitó. Tomó sus cosas, dispuesto a irse, pero Haru se aferró a su mano.

 

─Rin, aún no...

 

─Tuve suficiente... ─contestó el aludido, soltándose del agarre. Ocultó sus ojos con el flequillo, intentando que las lágrimas no saliesen se sus ojos, y susurró: ─ Te odio. Aléjate de mí ─el pelinegro quedó atónico y pegó la mano al pecho, con un nudo en la garganta.

 

Gou apretó en sus puños la sudadera de Nagisa, pegando la frente a la espalda del mismo. El rubio echó una mirada a Rei. Había salido mal y la chica tras de sí lo pagaba con la culpa. El peliazul, con una negativa de cabeza, indicó a Nagisa que no debía interferir. No había nada que ellos pudiesen hacer.

 

Makoto iba a decir algo, era su deber, como voz de Haru. No podía dejar que ambos se torturaran. Debía crear una oportunidad para que las cosas se aclarasen bien y no a medias. Pero la desconocida lo interrumpió.

 

─Rin Matsuoka, ¿a dónde vas?

 

─No te importa ─contestó. Quería caminar rápido y olvidarlo todo en el camino, pero estaba tan mareado que su paso era lento. Sara suspiró, no había caso. Debía recurrir a otro método.

 

─Vas a ir conmigo al hospital, a las ocho ─masculló. Rin la observó con fastidio para después reanudar el paso. Sara lo tomó del brazo con fuerza─. Si no estás ahí a esa hora, llamaré a la policía. Diré que estas mentalmente inestable y te encerrarán en el psiquiátrico. Tengo luz verde para ello ─No había podido decir mayor estupidez, pero Rin no tenía que saberlo. El pelirrojo suspiró.

 

─A las ocho en el hospital ─confirmó. Frunció el ceño, recordando que en realidad no tenía a donde ir. Planeaba quedarse con su hermana y pedirle un poco de dinero para una habitación, pero estaba tan molesto... ─ ¿No sería mejor... si voy contigo ya?

 

Sara suavizó el gesto. Bien, conocía a Rin desde hacía tiempo y sabia que el pelirrojo iba a guardarse para sí mismo lo que realmente le inquietaba. Estaba por responder cuando la hermana del chico se puso frente a ella.

 

─ ¡No tienes derecho a hablarle así! ─exclamó Gou. Quería demostrar que amaba a Rin y no permitiría que alguien, quien fuese, lo tratase mal. La mirada de la rubia decía " ¿De verdad? " y eso la molestó. Provocada por la culpa y la insatisfacción al no poder complacer a su hermano, alzó la mano y fue a darle una bofetada.

 

─ ¿Qué mierda crees que haces? ─escupió Rin tras detener la mano de su hermana─ No te atrevas a tocarla, Gou.

 

─Hermano... ─el aludido chistó con molestia.

 

─Rin... No es necesario...

 

─Calla, Sara. No voy a dejar que te golpee por nada.

 

Era una promesa. La rubia lo sabía. Rin la tomó del brazo y la jaló fuera del aeropuerto.

 

Las ruedas de la maleta de Sara emitían un sonido que comenzaba a exasperarlo, pero mientras la rubia estuviese a su lado, lo soportaría.

 

Porque en medio de la desesperación y el odio propio, Rin había considerado a Sara como su propia racionalidad. Se había quedado con ella en Australia a petición de la doctora Jade, madre de esa chica, y la doctora Anne. El cuidado que Sara tenía sobre él le recordaba a su madre.

 

Y una madre era lo que Rin necesitaba.

 

===

 

Haru chistó, sorprendiendo a todos.

 

Iban en el metro, se dirigían a la casa de Makoto. Los chicos se sentían mal por Gou, pues se notaba a leguas que estaba arrepentida y decaída por su hermano.

 

Ellos mismos se encontraban culpables, por ella y también por Haru, quien parecía considerablemente mal. El pelinegro se levantó cuando el transporte se detuvo.

 

─Necesito estar solo ─musitó antes de bajar.

 

Por respeto a su pedido, nadie lo siguió. Y Haru estaba agradecido, porque no aguantaba más. Corrió hacia uno de los baños públicos y se encerró en un cubículo.

 

Era conocida, la sensación de querer morir. El porvenir del llanto.

 

Su respiración se tornó irregular. Se llevó una mano al pecho e intentó detener el sollozo que terminó por salir de su boca.

 

Lo odiaba. Rin lo odiaba.

 

Y lo merecía.

 

Dolía demasiado. La manga de su sudadera fue obligada a secar las lágrimas del pelinegro. Se sentía una mierda.

 

Rin no solo lo odiaba... Tenía a alguien más. El llanto aumentó. Haru mordió su muñeca, intentando ahogar su hipeo.

 

"Solo es un chico con cara de niña que sedujo a nuestro hijo a base de mentiras"

 

Las palabras de su madre inundaron su mente. Haru sabía que Rin no sería capaz, que no había fingido amor solo por sexo. Pero, mientras su alma se rompía de tristeza, se preguntó:

 

¿Rin no había mentido siempre?

 

===

 

Por su parte, Rin se derrumbó en el copiloto del auto rentado de Sara. La rubia no pudo detener el llanto que emanaba desde la garganta del pelirrojo. Intentó, pero no lo logró.

 

Habló de muchas cosas mientras conducía, intentando que Rin se tranquilizase, pero el menor había comenzado a contestar con frases de auto odio, por lo que prefirió callarse. Ya le comentaría al nuevo doctor de Rin que le recomendara un buen psicólogo. La depresión no era buena para su embarazo. Bien, no era buena en absoluto.

 

El trámite de papeles fue rápido. La transferencia de hospital a hospital se había llevado a cabo con éxito, por lo que solo hacía falta que Sara se quedara a atar cabos sueltos durante los próximos tres días. Rin lo sabía, así que, con los ojos hinchados y las mejillas rosadas, se miró a sí mismo en el espejo y se prometió que daría todo por estar bien. Todo estaba mal en él, sí. Pero debía dejar eso en segundo plano. Él no importaba. La criatura en su interior sí.

 

El nuevo médico recomendó que se quedase con un conocido que conociera la situación hasta que su cuestión emocional mejorara. Sara comentó que debía haber alguien en que confiara para algo de tal "gravedad". Y Rin sí tenía a alguien.

 

Makoto.

Notas finales:

AVISO IMPORTANTE

Primero que nada, perdón por la tardanza y gracias por sus comentarios. Lamentablemente, a partir de éste momento (Lunes 11-01-16) éste fan fiction (Bajo la Luna) queda PAUSADO por dos semanas. Reanudando así su publicación regular el día Lunes 28 de enero de 2016.

Bueno, eso es todo lo importante. Tengo un bloqueo fatal que me impide seguir cualquier fic, así que me tomaré esas dos semanas para reponerme y escribir los capítulos siguientes. Espero sepan comprender. ¡Sigan dejando su opinión! ¡Nos vemos!


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