Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sin Libertades por Polaris

[Reviews - 50]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!!!!!!!!!!!!!!

 

mil gracias por seguir leyendome.

Hall regreso a su casa, a oscuras como su costumbre después de salvar un planeta. Lamentándose los nuevos fallecimientos que siempre le acompañaban en las misiones. Pareciera que las Linternas amaban el protagonismo y despedirse con chispas de colores y grandes explosiones que rivalizaran con su honor. Cada misión, una muerte por lo mínimo. Hall se había hecho a la idea de que moriría en la tierra salvándoles el pellejo a sus compañeros de la Liga de la Justicia, curioso que no lo hiciera con sus compañeros linternas pero no era lo mismo. En Oa luchaban por la galaxia pero no por su sector y los que sangraban a su lado eran sus colegas, desde los fanfarrones insoportables y raritos pero los que estarían allí, con él, como ahora, buscando a su hijo. Algo que los guardianes no hacían.

            Estaba cansado. Había buscado a Kyle por cada sector que le permitían y luego ellos, con sus trajes brillosos y sus anillos relucientes le decían que no había nada que hacer por el momento y querían mejor dejarlo hasta que tuviesen una pista fija. Y evitar perder recursos valiosos que pudieran usarse en lugares donde fueran necesarios.

            ¡Fácil para ellos decirlo! Kyle no era su hijo.

No lo vieron en su camita, ni en sus celos. No fueron su tapadera en las travesuras y entrenamiento del día.

            Ellos no eran Alfas con crías.

            Ellos dejarían morir a su pequeño si con eso salvaban su pellejo.

            Malditos hipócritas.

 

-Hall – Le asalto Barry por la espalda, llevándoselo al suelo, empujándolo con su impacto y poniéndose cariñoso de inmediato – Tardaste mucho. Temía que debía de mandar a Superman a que les ayudara. Las invasiones chumakeriaras no son agradables.

 

-¿De cuándo acá eres un experto en el espacio?

 

-Desde que mi Alfa precioso es un policía espacial – Barry podía ser un cursi de primera y su cortejo llegar a ser molesto para otro Alfa, pues ocasionalmente, Barry tenía la magistral idea de llenar su cuarto con flores, vibrantes colores que hacían de alfombra hasta el baño caliente y el comedor con velas aromáticas, decoraciones y mucha pizza para el desayuno– Lo encontraremos, Hall.

 

-Un día es…

 

            Barry no le dejo hacer verbales sus temores y le arrastro hasta la punta de las montañas. En quince segundos ya se encontraban viendo las estrellas, alejados de las luces de la urbe ruidosa y de la contaminante música de los ídolos juveniles que destrozaban sus viejas canciones en modismos incomprensibles e inbailables. Barry había preparado un nicho de amor a la luz de la fogata, con sacos de dormir incluidos y una tienda de campaña, con muchos malvaviscos y ramas para usar.

            La juventud juguetona se escapaba del resto del mundo en sus autos, apagando la luz y siendo descubiertos por el sospechoso vaivén que el auto les delataba ante sus impulsos. Eso muy lejos de ellos. Casi en las sombras. Casi en la nada. Como si fueran nada.

            Como si ellos no aportaran, como si su dolor no paralizaba el mundo.

            Un exceso de llanto convulso obstruyo la garganta de Hall y Barry atino a abrazarle, consolarle sin palabras y soportando que él no pudiera aliviarle. Un golpe duro para un Alfa. Sin importar que su pareja, su amor fuera otro de igual condición, el no ser capaz de cuidarle y poner a buen refugio a su pequeño le volvía inútil. ¿Qué caso tenía ser Alfa si no podía cumplir con la única misión en la vida por la que se decían ser el género fuerte?

            ¿Para la única que fueron creados?

 

-Lo encontraremos, Hall.

 

-¿Cómo encontraron a Damian? – Barry le contuvo con más fuerza.

 

-No sabemos nada. No te hagas ideas. No te tortures – Suplico. Barry no aguantaba ver a su siempre arrogante Hall quebrado. El Alfa se levantaba con los huesos rotos y andaba pero desde que Kyle estaba en estado desaparecido, Hall se hacía a la idea de quién era el responsable, y que estaba viviendo su pequeño hijo.

 

-Soy realista, Barry, soy realista – Gimió y dejo que Barry lo acunara. A la mierda que los vieran.

 

            La Atalaya completa podría grabarles y no les importaba.

            Estaban juntos, morirían juntos, de pie o de rodillas, agotados o en vida… ellos eran pareja, algo más fuerte que el Destino, se decían, se lo recordaban al intentar intimar, hacer el amor decía Barry…

            Estaban devastados.

Hechos trizas por entender cómo se sentía Batman al desaparecer Damian y no deseaban la amargura del encuentro, pero anhelaban el mercurio del toque, quizá de la culpa, ellos necesitaban de un cuerpo para llorar y estar en paz… porque Hall lo sabía, Barry lo presentía: Kyle se mataría primero antes de obedecer a Zeuz, antes de ser un Omega de Contrato.

 

.

.

.

 

 

            Tony Stark cortaba su carne a mordidas. Una desabrida hamburguesa que nada tenía que pedirle a los ascos que Romanov hacia cuando se las daba de cocinera. Era oficial, por el bien de sus dientes y el de su estómago, Peter Parker no volvería a entrar a la cocina en lo que restaba de vida. El niño podría ser un genio y meterse en el laboratorio de los Vengadores a jugar con procesadores cuánticos y nucleares, incluso Banner le adoptaría para que pudiera viajar sin problemas a las ponencias que debía de dar por ser una eminencia en el tema pero no regresaría a la cocina.

            Ni por que perdiera una apuesta con Loki.

            El único que no tenía problemas para tragarse ese remedo de carbón mal sazonado era Damian, el ciego Omega que Wilson trajera hacia días. Y es que al parecer la torre era de todos menos suya. Cualquiera de los integrantes podía traer a quien quisiera y listo, su opinión no contaba pese a pagar las cuentas. Ya había dado asilo a un dios nórdico mentiroso y loco con delirios de grandeza ¿Qué más daba anexar a un asesino? Barton también lo era y nunca amaneció con una flecha en el trasero, lo que le daba puntos a Damian.

            Tony volvió anotar el esfuerzo que los chiquillos hacían para masticar con cara de felicidad disimulada. Era increíble que el arácnido se la tragara (Irónico) y pensara que su comida les gustaba y lloraban de felicidad.

            La agonía era demasiada como para ocultarla.

 

-¿Y para cuando viene Legolas? – Loki estuvo tentado a hechizar a su insoportable anfitrión – Ya se tardó.

 

-Quien sabe – Damian se recorrió ligeramente hacia el costado alejado de Loki. No deseaba quedar en el fuego cruzado. Durante su estancia en la torre, constato que los Vengadores eran como los Robins:  todos se lanzaban al cuello del otro de poder – La última vez que miré, su parchado amigo estaba acompañándolo en una misión para resguardar unos cuadrados – Tony no corrigió al dios. Había comprendido que hablaba de unas usb – Estaban esquivando balas.

 

            El tenso silencio se hizo en el comedor. Ni los chiquillos siguieron con sus murmullos. Loki estaba en contra de que su Omega siguiera en la fila activa de los Vengadores. Con las invasiones al por mayor, las trampas y estrategias que siempre habían, era más seguro que su Destino estuviera muerto antes de cumplir sus cuarentas. Una cosa que aunque no lo admitiese, le robaba el sueño a Loki. Clit era un jugador de equipo, adoraba estar con los chicos y con Nat, incluso le gustaba el mimarlos y ser el pegamento que los unía en las peores situaciones, alguien debía de estar para bajarle los humos al resto, decía cuando le curaba los golpes.

            Cuidarles, tarea que Barton se tomaba como cruzada.

            Loki era incapaz de comprender tal entrega. Menos aún al contarle bajo los influjos del licor, en una fiesta echa para celebrar una trivialidad que olvido, el que su Destino estaría bien muerto de no haber sido por Pietro. Campante, rebosante de rojo por la champaña en las venas, Steve Rogers confeso que entre Pietro y Clit, prefería el sacrificio del niño. Niño al que ahora le llevaba flores a escondidas de todos para agradecerle su fallecimiento, su valía y la familia feliz que gozaba. No era un desagradecido.

            Y hablando de ingratos, Wilson seguía cuidando de su Destino que no asomaba su respingada nariz de la habitación que Stark le dio. El Omega apenas confiaba en su Alfa y le hablaba tan bajo que nadie más que Deadpool por su oído desarrollado alcanzaba a oír. Lo único que sabían era que una vez deslavado el tinte de cabello, una melena blanca aparecía y al no tener nombre, el gracioso inmortal le nombro Cable.

            Cable y Wilson apenas y habían convivido con el resto.

           

-Volverá en una pieza, Cuernitos. Legolas no se va a morir. Sabe que le resucitarías con una piedra brillosa para matarle con tus propias manos – Zanjo Tony y volteo a ver a su más joven pupilo– Peter, no vuelves a cocinar.

 

            Por respeto Damian no se metió en la conversación. Él mejor que nadie comprendía de los temas dolosos. Tenía comprendido que le faltaba conocer al Omega del Alfa Loki, un tal Clit Barton que catalogaban del mejor asesino de SHIELD. Damian seguía con la idea de que las organizaciones sobrevaloraban a todos los que usaban el título cuando mostraban un par de buenos movimientos. Nadie mejor para portar el estigma que su gremio, su sangre, sus hombres y su ascendencia.

            Nadie merecía el titulo más que su Liga.

 

-Señorito del Demonio – Llamo Loki a Damian, quien ya se había acostumbrado a la forma loca que Loki tenía para tratar a todos – El fenómeno de circo te nos dejó encargado el día de hoy. A Jabaza le hace falta un rompecabezas y Robin quiere unos pantaloncillos. Es lindo que uses nuestra ropa pero si vas a quedarte, creo que mejor será que tengas unas mudas.

 

-Señor, hay visitas para el joven Wayne. Dice ser el Alfa de Damian Wayne, Señor. Se presenta como Arthur Curry – Dijo Jarvis. Damian salto en su lugar y no le permitió a Stark contestarle a su inteligencia artificial.

 

-Gracias, Jarvis. No le dejes pasar. No quiero verlo – Loki se relamió los labios y tele trasporto al humano al que pudo sentir como nada humano, más bien era una especie de ser humanoide, bastante místico a valorar por su constitución molecular y lo soltó sobre el comedor. Satisfecho por su análisis – Tt, voy a asesinarte, princesa.

 

-Soy travieso, Dami – Se escudó Loki.

 

            Stark que ya estaba bien acostumbrado a las locuras de sus amigos, tomo a Banner por los hombros y lo levanto del comedor. El doctorcito seguía impresionado porque el buen trasero del atlante le había quedado servido en su plato y él no podía tomar un pedazo del Alfa rubio.

            Arthur maldijo bastante. Cansado de que le trataran como si no valiera nada. Primero había sido Clark cuando lo dejo en la ciudad, jurando que no le diría a Bruce en donde estaba su hijo (Aunque dudaba que hubiera algo que el murciélago no supiera) y ahora, un mago le aparecía sobre  una salsa a base de mayonesa a la que le faltaba sal y menos pimienta. Si no viniera en términos de paz, ya hubiera hecho… no, un momento, fuera del agua no era exactamente poderoso, mejor no meterse en problemas innecesarios, él no era partidario de la salvajada.

            Aunque primero lo primero.

 

-¿Quién es el mago? – Pregunto para saber a quién matar.

 

-¡¡Yo!! – Celebro Robin alzando los brazos. El pequeño Alfa ignoro a su padre que le hacía señales de que cortara el rollo, cansado ya por su enorme boca. Aun su hijo era muy joven para sacar provecho de su lengua de plata – Soy un hechicero, no mago… pero para ti, mortal, puedo ser dios, así que arrodíllate ante tu amo. – Loki se sintió tan orgulloso  - Soy Robin Barton de la casa de Odín, el linaje que gobierna Asgard.

 

            Por vez primera Damian comprendió que no era buena idea presentarse con las ínfulas de todopoderoso si no se traía una armadura, nadie le creería a un niño en pijama y debía de decírselo a Robin. Aunque el enano podía arreglárselas con un chasquido de dedos. Jabaza seguía con su cereal, ignorando a su revoltoso hermano y al invitado… según sus cálculos, era tiempo de que su padre interviniera.

 

-Dejemos a los Destino platicar, niños… seguro que hay sangre que limpiar – Eso emociono a ambos y Curry sólo pudo imaginar lo cómodo que estaba Damian en un lugar como ese – Quien no termine su tarea para entonces, deberá ser el que trapee las entrañas del suelo. Abran sus apuestas ¿Quién gana?

 

-Seguro que lo golpea un poco y lo fuerza luego – Aposto Jabaza – Los Alfas son unos brutos. Todos los Alfas que no sean papá son unos idiotas.

 

-¡Hey! – Se quejó Robin.

 

-Apuesto a que el Alfa gana – Siguió Jabaza.

 

-No es una apuesta si también le voy al Alfa – Expuso Robin. Por eso Loki detestaba que sus hijos fueran a la escuela a la que Clit les inscribió, estaban tomando muchas costumbres humanas que no tenían fundamento. Estaban llenándose de la terquedad humana y no veían con claridad que estaban haciendo justo lo que en su momento lastimo a su gestante – No quiero perder.

 

-¿Y quién te dijo a ti mocoso que yo perdería? – Bramo Damian ya de pie menos dispuesto a huir de lo que estaba en un inicio.

 

            Robin se le quedo viendo y le señaló de pies a cabeza, obviamente al ser ciego, Damian no supo nada y el chiquillo exasperado por no poderse dar a entender prefirió susurrarle al oído.

 

-Los Omegas nunca ganan – Damian poco creía la crueldad envueltas en las palabras – No están hechos para ganar.

 

            Arthur gruño en su bestialismo animal ofendido, apenas resintiendo las ganas que tenia de lanzarle el puñetazo al niño, apenas refrenado por el hecho de que el otro Alfa estaba muy atento y como se dijo, no quería pelear con nadie, hincho su pecho, cuadrándolo para que el enano retrocediera por auto preservación. Robin busco apoyo en su padre y Loki le dejo solo, el cachorro le miro herido pero fue a refugiarse tras de su hermano.

 

-Le falta disciplina – Comento el rubio a Loki, poniendo las enormes manos en los pequeños hombros de su Omega que se encogieron al tacto pero que no se movió. Damian no estaba cómodo pero no era idiota – Siquiera ha tenido su prueba y ya habla entre los adultos – Loki alzo los hombros. No podía decir que estaba de acuerdo con el inesperado actuar de su hijo pero no lo diría en voz alta.- Espero no se repita.

 

-Damian es nuestro invitado – Loki trono los dedos y ambos hijos se fueron corriendo al laboratorio en donde ya los demás Vengadores les esperaban mientras les espiaban por las cámaras de seguridad que era todo Jarvis – Es algo más nuestro que tuyo, así que aconsejaría que bajaras tu intensidad y pidieras las cosas. Robin no fue amable pero te aseguro que no es la forma en la que pensamos. Puedes comprobarlo – Señalo a Damian – Sin un rasguño. No ha sido acogido como un esclavo de cama o de casa – Damian se sonrojo. Vaya futuro le hubiera esperado si su padre no lo hubiera aceptado de nueva cuenta – Nos saltamos las reglas de la sociedad – Ladina sonrisa en los labios, pícaro saber en los gestos. Arthur veía que esa criatura hablaba de ellos, de la Liga, que sabía quién era y lo que era capaz, hablaba de los Vengadores… - Quedas en buena bienvenida, Orin hijo de la Atlántida.

 

            No estaba preocupado de que su Destino estuviera fregando pisos o sirviendo en otros menesteres menos placenteros, para nada. En cuanto Damian salió de su casa y no fue con su padre, entendía que el pequeño Omega tenía un plan “B”. Damian no andaría en los hogares o harenes, limosneando las migajas de un apellido que pudiera protegerlo. No comprendía como es que duro tanto tiempo viviendo en el mundo humano, donde la sociedad prohibía la salud a Omegas que no tuvieran un apellido o estuvieran enlazados, no comprendía la forma en la que orillaban a los Omegas a probar los filos de acero y las armas. Los Omegas que no estaban con la Liga, usualmente estaban trabajando para las triadas u otras lindes criminales. Solían ser rechazados, habían sido Omegas tomados y abandonados.

            En la Atlántida no sucedía lo mismo. No les negaban el medicamento, el trabajo y menos les marginaban por que fueran libres de expresión. Claro que se les consideraba aptos para ciertos trabajos debido a su naturaleza que tenía características propias y que podían ser útiles pero no les machacaban por ello.

 

-Veo que encontraste un nicho para descansar –Arthur se obligó a no ceder un ápice. Si quería entrar en la burbuja que Damian levanto debía de forzarlo. El niño sólo entendía a dolor y golpes. Con una madre que le enseño el objetivo y no la forma de conseguirlo, Arthur escarbaría con la misma fiereza e impondría su voz. Con Damian que tenía al mejor padre que pudiera tener más no el que necesitaba, debería de hacerle saber que en su violencia nunca lo lastimaría. Aunque sonase contradictorio Damian necesitaba de reglas y límites marcados, no de libertades otorgadas a lo idiota… eso lo confundiría – Te dije que esperaras a que te llevara los supresores.

 

            Damian se esforzó por escuchar en donde estaba el Alfa pero no alcanzaba ni a detectar su olor. Una especie de habilidad que parecía útil. Ojala él supiera como, le hubiera ahorrado muchos problemas. Chasqueo la lengua y volvió a su lugar en el sofá, el mismo sitio que ocupaba desde que se instalara en la torre. Un punto ciego entre las llaves de la Viuda Negra, los hechizos de Loki, las acostumbradas ventiscas que traía Thor en sus arribos amistosos y eufóricos, y ni hablar de que allí Tony Stark no podía pellizcarle las mejillas porque Steve Rogers le mantenía alejado.

            Le confundía no oler nada en Aquaman. Ni una pisca de molestia o irritación. La plana voz tampoco le ayudaba. La maldita rebotaba y se perdía, sin gloria ni órdenes, vacía de intención aun así curiosa en cuestión. ¿Debía de correr? ¿Pedirle una disculpa? A lo mejor Arthur Curry esperaba una muestra sumisa de su Destino marcado… alguna clase de súplica por dejarse manchar. ¿Cómo saberlo con el Alfa sin olor? Estático, ni el rozar de la ropa decía la gran cosa. Damian estaba completamente perdido.

            ¿Qué se suponía debía de hacer?

            En la Liga de Asesinos ningún Destino se enfrentaba con tal cosa. No era raro que los Omegas fueran violados, y si por la extraña casualidad de las circunstancias encontraba a su Alfa entre las filas, se sobreentendía que jamás se hablaría del tema y el Alfa daría media vuelta y listo… ningún Alfa que se hiciera respetar buscaba al Omega. Hacerlo hablaba de intenciones violentas. Y usualmente Alfa de Contrato y Destino se divertían un rato con el Omega en un celo forzado para luego decidir qué hacer, en la isla sobra decir que nunca hubo un buen final para el Omega.

            ¿Había ido a buscarle para despreciarle?

            Su temor era natural.

 

-Aun no entiendo cómo es posible – Se atrevió a suspirar. Esperando a que su Alfa se enojara y diera rienda suelta a sus razones. Aquaman era un Rey, el de la Atlántida y tenía entendido que nadie le ninguneaba y se salía con la suya, no esperaba que el Omega desobediente fuera diferente. Arthur estaba en su derecho por Destino de enseñarle como le gustaban las cosas con sangre de por medio -  Nos habíamos visto. En tus dominios.

 

            Arthur acaricio las suaves mejillas, temiendo que estuviera pasando la fina línea que aun ataba a Damian en la tierra. Según Bruce, su hijo seguía adelante por ellos. Si se atrevía a recordar la ponzoña era porque el tornado era un cataclismo en su corazón.

            Siguió reparando en los negros cabellos, ya crecidos descuidadamente. No le vendría mal un corte de cabello. Seguro que lograba convencerlo de que le dejara pasarle las tijeras, una vez estuviera convencido de que no las usaría para herirle. El cabello de Damian era sedoso y brilloso, natural como todo él. Arthur notó que debajo de los parpados había cuencas de vidrio, de seguro no del todo completas en circunferencia y en profundidad, ya que las lesiones de Damian no permitían unas prótesis estéticas convencionales. Seguramente las usaba para evitar que el parpado se hundiera y todos supieran que estaba ciego por amputación.

            Damian era un Omega vanidoso pese a que intentase ocultarlo.

 

-Ahora que lo mencionas – Damian tembló debajo de su toque, debatiéndose en romperle los dedos por atreverse a tocarlo o huir y dejarle saber que gano la partida. – Tus hermanos están bien. Han sido tratados con la dignidad que se merecen. – Damian sujeto la mano de su Alfa y la apretó – Los liberaste en mis territorios. Es normal que algunos de mis súbditos suban a la superficie e intenten tener sus propias aventuras. Algunos de tus hermanos han tenido avances importantes. Construyeron casas, Damian…

 

-¡¿Quién te dio permiso de usar mi nombre?! – Bramo, furioso.

 

            Arthur sonrió para sus adentros, allí estaba el Damian que recordaba. El que se paró frente a su trono y le demando la concesión de la absolución para sus hermanos medias bestias… y no era discriminación, unos no tenían la suficiente inteligencia para comer por si mismos (Sorprendente que vivieran solos por tanto tiempo) y si muchas energía para matarse.

            Las lenguas de fuego brincaban en chispas bellas en esos labios de fresa que se entreabrían para enseñarle los dientes. Demostrándole que él podría ser su Alfa pero que el contrato lo tenía otro y aun mejor, que todavía el Omega poseía el coraje para obedecer a sí mismo.

            Seguridad, eso le inspiraba Damian.

           

-¡Te paraste en mi reino y me quitaste a mis prisioneros! – Rugió – Puedo llamarte como quiera. Tu nombre es mío, recuérdalo, Damian. Eres mi Destino y aunque un Alfa se me adelantara – Las rodillas de Dami se flexionaron y se prepararon para saltarle encima al hombre. Por lo que Arthur se obligó a “calmarse”– Debemos poner las cosas en claro.  Sugiero que no supimos nada porque aun eras muy pequeño – Convenientemente omitió el “eres”. Damian seguía siendo un niño. ¡Por Poseidón! Que le sacaba años.

 

-Ya tenía celos para entonces – Le contesto. El rubio se espantó por lo que aquello implicaba – Debí de olerte, sentirte, debí de entrar en calor.

 

-No me pidas respuestas que no puedo darte – Con eso Damian pareció calmarse – Bueno, estoy aquí para hablar contigo.

 

-Para rechazarme.

 

-Conocerte, Damian – Le aclaro – Las circunstancias no son favorables y no voy a mentirte. No esperaba tener a mi Destino – Damian bufo – Y no a ti.

 

-¿Soy tan poco para el Rey?

 

            Aquaman vio atreves de la bravuconada. Damian era miedo puro. Estaba aterrado porque lo rechazara. Afligido por lanzarlo al vacío.

 

-Eso es algo que quiero averiguar.

 

.

.

.

 

            Jason estaba enfadado, ni había podido dispararle a Kara y Kon estaba evitando a todos en la mansión. Conner le había entregado una carta diciéndole que no le esperaran para cenar ni desayunar, que él estaría en las comidas y Tim fue a la inversa. Cansado del pesado ambiente y a falta de su padre, ya que Superman parecía tenerlo bien ocupado, tenía que hacerse cargo de las empresas aunque la cosa no fuera su fuerte.

            Sólo tenía que evitar hacer tratos billonarios y ya.

            Estaba seguro que su padre no apreciaría que lanzara una nueva marca junto a empresas Queen para lo que fuera que  Oliver pensara. La ruta viable era estar pegado a la barra de vino y bocadillos atragantándose con la alta cocina que no llenaba ni una muela. Bruce debía de estar loco para llamar a esos trocitos de caviar cosa del cielo.

            Los Johannes estaban en su esquina, desayunándose a los que se les acercaban a hacer platica social y terminaban relamiéndose los bigotes, Jason juraba que era por una buena travesura realizada. De cierta torcida manera los Johannes le recordaban a su propio clan. Queen escoltaba a su estirada madre que lucía orgullosa su vestido de Gucci con unos tacones que se encajaban en el césped de afuera. La rubia Alfa sonreía con esos dientes de comercial y estiraba su cortesía con fingido tacto, la tipa era buena, de seguro Bruce sabría elogiarla mejor.

            Para Jason una perra siempre sería una perra.

            Y Moira Queen tenía la palabra tatuada en la frente.

            Algunos otros inversionistas saludaban y platicaban, y uno de los temas que usaban era el chisme de Damian como Omega de Contrato para saciar sus sucias necesidades. ¿Qué ellos le enseñarían a comportarse a su hermanito? Ya quería verlos intentándolo, Damian les arrancaría la cara a mordiscos después de que él les visitara y diera clases de cómo se run Alfa.

            ¿Pensaba sí por haber sido criado por uno?

            No lo creía.

            Es decir, sus padres originales eran Destino, Alfa y Omega que se enamoraron en las circunstancias de perdición y que juraban era amor y pasión lo que los unía. Sí, claro, pensó con sarcasmo. El Alfa que le enseño a robar sus primeros tragos y cajetillas de cigarro era del tipo que golpeaba a su Omega si la cena se pasaba del punto. Su madre Omega era la sumisión personificada que defendía su propio maltrato y dependía de su padre para que le ayudasen por lástima.  El Alfa que le tuvo sus años vulnerables le enseño a ver a los Omegas por encima del hombro y a tumbarlos en alguna superficie apenas desprendieran un aroma apetitoso. Y su Omega madre le adoctrino en cuidarla, a pesar de que no pudiera cargarla o llevarla a su cama para que descansase del mal viaje.

            Fueron sus progenitores los que le dijeron como no deben de ser las cosas, los que le enseñaron con su mal ejemplo a que debía de aspirar y que desechar.

            Y Bruce apareció frente suyo para renovar la imagen Omega. Porque Bruce no era sumiso, no dependía de nada más quede sus temores ¿Quién no los necesitaba? Bruce no se ocultaba tras sus celos y las normas que la sociedad le indicaban e intentaba hacer lo que creía correcto… No se victimizaba, formaba parte de la solución o del problema de forma activa y se responsabilizaba hasta de lo que no le correspondía. No había tenido hijos gestados propios pero su corazón era para sus vástagos adoptados (Con los que nunca hizo ninguna diferencia) y para Gotica.

            Bruce jamás le dijo cosas como “Por ser un Alfa debes…” “Los Omegas son…” él les crio como personas y luego como soldados, olvidando a menudo y no por desconsideración, que eran jóvenes y humanos y debían de ser los niños primero aun en las misiones pero en el mundo tan cual era, mejor no pensar que existía un Jason debajo de la máscara o un Damian, menos aún un Dick, ni Tim… o Wally, porque entonces, ya no serían los héroes confiables sino las personas vulnerables que fingían ser invencibles y no tenían reconocimientos honorables al caer en batalla.

            Bruce nunca se justificó por ser Omega, ni a él le dio privilegios por ser el único Alfa en la familia. No le dejo montar a sus hermanos en el celo (Y ni lo quería, ni pensado) como otras familias de alcurnia que curaban los estros arrastrando al desdichado Omega a la locura.

            Jason no defendía inútiles Omegas. Él se enfrentaba a otros Alfas en la escuela cuando se ameritaba y siempre eran bestias Omegas que luchaban con dientes y uñas en contra del asalto, jalando el raciocinio que les quedaba aun cuando su estómago se contraía y su entrada se mojaba. Demandando su derecho de poder escoger a sus propios compañeros de nido. A esos que se plantaban con todas las de perder, los ponía tras de su espalda y les reclamaba en la cama. Ese era el motivo por el que no se repetía sus citas. Las muescas en su cama eran de Omegas valientes, no de zorras que se dejaban vencer por accidentes y culpaban a los dioses. Porque ninguna de ellas, excepto Armida, se repetía. Y cuando deseaba sexo, se conseguía a alguien que no estuviera en estro… ya había comprobado que era mala idea agarrar a una Omega en celo que no pidiera ayuda porque unos matones la estuvieran casi violando, Dick sufrió las consecuencias y no lo repetiría. La bruja creyó que era especial porque un Wayne la escogiera para algo de acción, sucia muñequita ilusa.

            De que las había, las había.

            Mejor que sus hermanos no se enterasen que era una abuelita de la caridad o no se los quitaría de encima.

            Volvió a echarse a la boca el canapé y sorbió groseramente para que los que estaban a su lado se fueran con muecas de asco.

            La mesa era suya.

            Y ni tan suya, porque la mancha roja llego para llevárselo. Sin poder defenderse, tiro al suelo el cristal y se medió atraganto con la comida. Dio trompicones hasta la salida y seguía siendo jalado hasta meterse en uno de los cuartos de servicio. Jason beso la pared, el empellón lo había mandado con fuerza y apenas detecto que Roy cerro con pestillo la puerta y encendió la luz.

 

-Si dices una sola palabra, te mato. – Demando comiéndole la boca, restándole importancia a los trozos de masa que había sido reducida la comida.

 

            Jason se lo sacó de encima apenas pudo respirar y eso porque empujo al pelirrojo al fondo.

 

-¿Qué? Seguro debo de elogiarte por tan bonito traje – Se burló. Roy enrojeció y mordió el hombro de Jason, castigándolo por su osadía – Antes de que te la meta, pelirrojo, debo de echarte flores.

 

-Pasemos de las rosas y diviérteme antes de que explote mi cabeza.

 

-Tenemos que vernos de otra manera.

 

-Si – Concedió – Yo lanzaré flechas y tú volaras por los techos vestido de rojo, lo sé. No hay tiempo entre ácido y gas de la risa para que esto – Apretó el dormido sexo y se desilusiono un poco, usualmente sólo se requerían unos besitos y  un en cerrón para que lo pusieran a cuatro y lo follaran – Entre y nos divirtamos un poco.

 

-Pensé que no querías volver a verme.

 

-Tiempos desesperados – Jason arqueo las cejas.

 

-¿Qué? ¿Nos has encontrado a nadie que quiera joderte? Difícil de creer con tan buen trasero – Le palmeo y Roy gimió, buscando calentarlo, irguiéndole conseguirlo.

 

-Más bien encontré a alguien.

 

            Y el pesar era para un funeral, ideal para bajarle la inexistente erección a Jason. Roy lucia afligido por hallar un partido, eso de ser un soltero empedernido debía de pesar. Un momento… Roy en la vida hubiese cambiado sus cómodos tenis para andar en un traje sastre echo para Omegas en las reuniones a las que debía de acompañar a su padre… menos aún se había vestido como un persa… un Omega persa que usaba un pantalón tipo sarawil cuyas aperturas laterales no dejaban nada de las piernas a la imaginación y cuya modificación contemporánea extendía una capa atada a las muñecas y reforzada en los tobillos. El curioso chalequito rojo en pedrería e hilo… sumaban exotismo en Roy, se veía bien pero ridículo… No era Roy.

 

-¿Y te disfrazaste para matarle el gusto?

 

-Peor… él me vistió – Jason sintió lástima – Lo sé ¿Qué tiene en la cabeza? – Jason asintió – Pues Moira ha pensado que es buen partido y estamos saliendo – Así que la perra que no podía disimular que era una había comprometido a Roy. Se le revolvió el estómago – La boda no sé cuándo será y pues mientras tanto, debo divertirme. Te vi y recordé que no eres mal Alfa y tus caderas te defienden – Roy no era un Omega convencional, eso estaba claro – Follame y espero que me pongas de buen humor, no sé si pueda soportar otra charla de cuantos buenos compañeros de Harén tendré apenas tomé mi lugar como primer Omega.

 

-¿Qué no…?

 

-Contratos, Jaybird – Canturreo – Moira no dejara que el hijo de Oliver Queen se venda por menos que varios pozos petroleros, acciones de importación y unas minas – Jason silbo por lo alto. Vaya, Roy debía de ser él Omega si un Alfa pagaba tanto.-  Y una posición buena en un matrimonio. Lo básico para cualquier Queen.

 

-No te veo contento.

 

-¿Ya me viste? – Se señaló. Jason seguía cargándolo por completo. Roy apretaba sus piernas muy bien en su cadera, buscando la máxima fricción para frotarse – Ni siquiera como Speedy usé algo tan ridículo. En las misiones te lo pasó y aun allí tengo dignidad ¿Pero usar esto? – Jason debía de concederle el punto.

 

            Los golpeteos en la puerta hicieron que Roy se frustrara y gimiera, era increíble que Rasha lo encontrara. Estaba cuidando que su de por si poco olor disminuyera como para que le salieran con esas.

 

-Roy, sal de allí – Demando – Y dile al Alfa que no pasa nada, que sé con quién estoy – Eso era un comentario de mal gusto – Tienes cinco, Roy.

 

-¿Cinco milenios para no salir? ¡Echo! – Contesto de guasa, sudando copiosamente, maldiciendo el haberse metido en el único cuarto de servicio sin ventanas para escapar.

 

            Rasha volvió a golpear la puerta y Roy le dijo a Jason algo sobre su muy insoportable prometido que creía poder meterse en donde se le antojara.

            La puerta cedió y  Jason sorprendió de donde venía ese mal gusto de ropa… por más bien que se viera, no eran cosas para usar en Gotica. El sujeto era todo un Alfa, le sacaba dos cabezas de altura y el cretino venia todo bronceado con polvo de oro y en exceso de esa cosa en las mejillas, como un rubor. Exudaba agresividad y olía a la distancia, Roy debía de oler lo excitado que ponía al hombre. Era imposible ocultar eso.

 

-Roy, después te acuestas con alguien, es hora de irnos -  Y tomo al pequeño por el antebrazo, jalándolo para que apurara el paso.

 

            Jason en insofacto pesco la dura mano y se aferró, con fuerza, tirando al lado contrario. Roy ahogo el quejido, sorprendido por estar en cruz en medio de una gala. Mal disimulado el pelirrojo le pidió una explicación, una que Jason no sabía dar.

            Jason vio a Roy irse… y no se sentía correcto.

            Todos los instintos brincaban en luz neón avisándole de que Roy estaba yendo por la dirección equivocada y necesitaba, le urgía componer eso.

            El Alfa gruño, por lo bajo, en extrañeza y no en agresión. Algo particular para la situación y de inmediato, antes de que algo saliera de su morena boca, cinco chiquillos que no rebasaban los ocho años se le abalanzaron, pidiéndole al que llamaban padre que les cargara y les llevara de compras o al zoológico, ya que la fiesta de viejos era aburrida y sus mamis estaban indispuestas.

            Roy no supo en donde ocultarse. Esos cinco mocosos eran la razón por la que a Rasha no le importaba que fuera estéril. En el fondo Roy sospechaba que era como darle paso libre al hombre con él, el sujeto hablaba de que no gustaba el sexo con protección o barreras de ningún tipo y que no lo practicaba, tampoco dejaba que sus Omegas usaran algún método para evitar la concepción… Y tenerlo (Un Omega sin celos potentes o amenazas de crías) era el paraíso, según él… para Roy no era bueno. Rasha estaba usándolo como un comodín.

           

-Ya te despintaste – Chillo la princesa Alfa que estaba haciendo morros a los pies de su padre y de inmediato trono los dedos para que sus hermanos le pasaran un bolso, del que sacó un rubor dorado y le hizo señales a su padre para que se hincara – Así… debes de estar guapo para tu nuevo esposo.

 

            Jason despabilo cuando los chiquillos le miraron feo y dos Omegas separaron a Roy de él, poniéndolo al lado del Alfa. ¡Roy aun no les pertenecía y ya lo trataban como una pieza!

 

-Si quieres visitar a Roy, hazlo pero ahora debemos de irnos – Roy detecto el comando Alfa en la tesitura de esa anotación y pese a que no debía de hacerle caso, tembló en su lugar y le giño un ojo a Jason, para intentar restarle importancia a la peculiar situación – Jason Wayne un placer conocerlo.

 

            El Omega más pequeño le enseño la lengua y se fue corriendo. Jason estaba extrañado. Ningún Alfa se comportaba así. Si veían a sus Omegas coquetear con otro, les armaban un pancho y seguramente un golpe bien dado en público pero de ninguna manera les tomaban a bien el desliz. El Alfa estaba en su derecho de repudiarlo o de reclamar a sangre el cachar a Roy entre sus piernas.

            Y tanta perfección era sospechoso.

            Se acomodó la corbata y subió el cierre del pantalón. Roy sí que era hábil con las manos. Se sumó a la ola de vestidos y zapatos caros, surco entre las muchas copas y malabares que hacían los mozos para complacer a sus contratantes y comensales y luego, de alguna forma encontró a su objetivo rubio.

            La duda no estaba con él. No se llevaban bien y mejor saciarla antes de que el avuguero en sus estomago se lo devorara y perdiera la mejor oportunidad de saber que era lo que sucedía con Roy.

 

-Señor Queen – Poco amable separo a Moira de su hijo y la mando a los brazos de un Omega que se atraganto por tenerla en sus manos. Lástima por el desdichado que la soportaría – Debemos de hablar.

 

-Chico, creo que tu padre insistió en que no firmáramos nada y no te prestara dinero para las apuestas o te dejara patrullar en mi ciudad.

 

-Esa falta de confianza me hiere, señor Queen – Oliver lo dudaba – Estoy interesado en hacer una incursión a una de las islas del pacifico. Necesito un equipo discreto y con habilidades específicas, quisiera a Roy conmigo pero lo e visto en manos de un Alfa y quiero saber si puedo desaparecerlo.

 

-¿A Rasha?

 

-Si… creo que así se llama.

 

            Oliver suspiro y le quito la bandeja entera al mesero que pasaba a su costado. Los gemelos brillaron y Jason imagino sólo el costo de esos diamantes decorando la “Q”. Bruce era menos ostentoso aun en su papel de Alfa. Queen era espectáculo mientras que su padre era pulcritud hasta que se le diera por hacer el famoso acto de ebrio.

 

-Rasha llego a mí con buenas ofertas pero en su cultura se suele hacer una cita con un Omega para atender sus necesidades – Jason rompió la copa y Oliver se alegró al no oler sangre – No pienses mal de mí, joven. No vendo a mi hijo. Me refiero a que le cuide. Le lleve de paseo por la ciudad y sea su asesor hasta que se vaya… pero al parecer a Roy le gusto y Rasha encontró atractivo a mi hijo – Jason omitió el conveniente comentario de que era normal considerar a Roy atractivo. Sólo un ciego no lo vería – Me sorprendieron con la noticia.

 

-¿Roy comprometiéndose? – Oliver entendía la incredulidad. Él pensó lo mismo pero estaba contento porque alguien pudiera ver a Roy y quererlo por quien era que no presto atención al hecho de que fuera su madre la cupido en esa extraña relación – Roy es el Omega que me acorrala en un jardín y me oculta entre los arbustos y me exprime y soy bestia al morderle pero Roy no es el Omega que usa anillo y cambia sus ropas por complacer a un idiota Alfa.

 

-¿Insinúas que Roy no es un Omega? – Oliver se cuadro y Jason se recordó que estaba hablando con Flecha Verde, el hombre que cualquier buen día podía ponerle una flecha en la cabeza y salir impune… hasta que Batman lo descubriera pero no era su intención que ambos hombres se mataran - ¿Qué Roy no puede soñar y tener lo que cualquier Omega porque es infértil?

 

            Jason abrió la boca… él no sabía eso. Roy no olía como un Omega, si, bueno, eso estaba claro pero ¿Infértil? Oliver se percató de la estupidez que hizo y termino por zamparse la bandeja de alcohol.

 

-No soy yo el que piensa así – Recalco Jason – No soy yo el que lo hizo sentir diferente por ello. Me has dicho todo lo que ocupaba saber. Gracias, Oliver Queen… Dime que harás ahora que un civil ha entrado en la vida de Roy… un civil que puede hacer mucho en Roy.

 

-Están enamorados.

 

-Si crees eso, sí que te arrojaron gas pimienta a los ojos.

 

-¡No mocoso! – Lo atajo por las solapas de la pulcra camisa y olio a su hijo en el imberbe mocoso y le hirvió la sangre – A mí no me falla nada… ¡Es a todos esos imbéciles en ciudad Stark los que están ciegos! ¡Los que no ven a Roy! Tú no vas a arruinar la felicidad de mi hijo sólo porque no pudiste hacer algo con él – Jason no creía que Oliver no supiera que clase de valemadrista era Roy para que le echara toda la culpa, pero, si, en efecto, una pena que no pudiera venerarle las torneadas piernas de dios y sus cabellos de fuego que coronaban ese monte de marte. – Déjalo ahora que tiene un Alfa que quiere estar a su lado. Darle las cosas que se merece, aunque mi hijo tenga el mundo y  una compañía a sus pies, pero, bueno, un Omega desea tener una familia, a un complemento…

 

-¡Al carajo con esa mierda! – Le regreso y le sostuvo de la misma manera, sólo que en vez de subir, bajo a Oliver a su altura. Aun no alcanzaba a Flecha Verde – Los Omegas no ocupan de un Alfa y los Alfas no necesitan de un Omega, los Betas son la prueba. No me vengas con esas mierdas, tú que luchas contra lo desvariado, no tú que condenas a tu hijo pero ¿sabes? Yo si veo a Roy… Espera sentado, porque yo no lo haré.

 

-Eres un Alfa – Siguió con furia – No entiendes de esto.

 

-Soy hijo de un Omega – Siseo y se liberó – Tu haz lo que piensas y ya. Haré lo mismo.

 

            Oliver dejo ir al hijo de su amigo no sin la duda de sus palabras enredándose, partiéndole, haciendo la hiel de la incertidumbre emerger como en todas las mañanas. No, su hijo estaba bien. Sería feliz, como él no lo era. Roy estaría bien y podrían seguir como siempre.

            Debían de continuar como siempre.

            Podían hacerlo.

            Si él no pudo conseguir un poco de felicidad para su hijo y el que su madre lo hiciera, debía de alegrarle, no de hacerle sentir inútil.

            Debía de defender a su hijo.

.

.

.

 

            Dick y Tim bailaron en los techos y se camuflajearon en las gárgolas vigilantes, apalearon a unos Talon que anidaban en uno de los relojes de la ciudad y machacaron a los carteristas de poca monta. Era una noche de hermanos murciélago como en los viejos tiempos, cuando Jason seguía lejos de ellos y Damian aún no llegaba a sus vidas. Ambos Omegas bailaron y se balancearon, hacían caras y se tomaban fotos. Un pasatiempo que Tim no abandonaría.

            El riesgo de que alguien los atrapara en algo tan banal y terminaran en la sala de la Atalaya con Canario Negro reprendiéndolos les encendía, les hacía sentirse traviesos por una vez en la vida. Bruce era terco y muy duro, les enseño que en las misiones no debían de distraerse por nada del mundo pero ahora no estaba su padre y ambos ocupaban de eso. De divertirse como ellos y no como lo que debían de fingir ser.

            Un respiro aun en leotardo y Kevlar.

 

-¿Si sabes que no puedes darle largas a Conner, verdad? – Tim le golpeo juguetonamente el hombro a su hermano y le dio un sorbo a su botella de agua – En serio, Babybird, Conner está destrozado porque no le dejas dormir contigo.

 

-Se lo merece.

 

-Merece que le cuentes todo – Tim le miro espantado – Las paredes de la mansión son delgadas…

 

-Eres un chismoso – Dijo osco – No estabas allí cuando le dije a Jason. Viste las  grabaciones de la cocina… lo que me hace pensar de donde las sacaste – Dick se hizo el desentendido – Sabes que Bruce prohíbe las cámaras dentro de la casa.

 

-Quería saber.

 

-Estoy esperando a que Conner me dé una respuesta. Conner debe de elegir.

 

-¿Elegir qué? – Se exaspero – Conner no tiene que elegir nada porque no hay nada que elegir. No es él quien esta asustado y quien escapara de Kara… en cualquier caso, más bien debería de decidir si matar a su tía por lo que ha hecho.

 

-No estas ayudándome – Grito – Se supone que sea Conner el que se disculpe… No que yo me sienta culpable por actuar como un idiota quinceañero.

 

            Tim lo reconocía, ya era una victoria.

            Dick seguiría con sus muchas razones por las que Conner era la victima de Kara y él sino fuera por el cuchillo que les lanzaron y que se encajó en el techo, rompiendo el rojo de la impermeabilización que poco ayudaba en una ciudad tan húmeda como Gotica, la dama de negro.

            No tuvieron que ponerse en guardia ya que la sed de sangre se disipo y les dijo que el enemigo se había esfumado.

            Tim vio el cuchillo que traía una nota amarrada y una rosa blanca, dirigidas a Dick. Nota y rosa… hiuc, que cliché.

 

-Tienes a un admirador, enamorado, Destino… lo que sea pero que tiene entrenamiento – Dick no ocupaba de las deducciones de su hermano para dar con la respuesta.

 

-Ocúpate de tus asuntos que yo lo haré de los míos.

 

-¿Notó cierta irritabilidad? – Se burló Tim. El Golden boy le enseño el dedo medio y Tim fingió indignación, se le monto en la espalda y le pidió que abriera su carta súper romántica antes de llegar a casa.

 

-De ninguna manera.

 

Notas finales:

¡¡¡Después de tanto tiempo!!!

 

Agradezco infinitamente el que me tengáis tanta paciencia. Que me sigas leyendo, apoyando, comentando y que leas, de madruga, mañana, tarde o noche y digas que esto da para más.

A ti por seguirme, gracias.

A ti por comentarme, gracias.

A ti por inspirarme, mil gracias.

 

A tu pedido, una incursión de Hall x Barry

A tu pedido, menos drama colegial.

A tu suplica e insistencia, al acoso divertido… que hoy he terminado el capítulo.

 

Te mando besos para que hagas de ellos lo que quieras.

 

¿Quién acosa a Dick?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).