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Sin Libertades por Polaris

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Notas del capitulo:

despues de tanto tiempo, vuelvo... entre la tesis, graduarme, trabajar... bueno

ya saben... no hay mucho tiempo

 

pero... espero que este capitulo les guste

 

 

Capitulo 14:Las semillas de la creencia.

 

 

            El incómodo silencio se instaló entre ambos. Lo normal pensaba Arthur, se le había declarado al pequeño sin medir consecuencias, de nueva cuenta, atropellando los derechos que tanto presumía dejarle tener a Damian pese a su condición de Omega reclamado. Un Omega de Contrato que se le recargaba en la espalda a causa de seguir conduciendo como si les estuvieran persiguiendo los hombres de las profundidades del mar.

            Bueno… Arthur lo tomaba como éxito o una parte de la distancia salvada. Damian era de los Omegas que preferían darle una patada en los testículos por ser un Alfa, sólo por eso. Así que el que se recargara, debía de significar algo… rogaba porque fuera así, o terminaría perdiendo la cabeza.

 

-No hay muchos hombres… Alfas que hagan esto, Aquaman. Si buscas la aprobación de mi padre o un contrato que permita una entrada diplomática no necesitas de un Omega como yo. No es necesario, mi padre apoyara tus intenciones con las naciones terrestres siempre y cuando estas sean honorables – Si sumaba uno más uno, la respuesta era simple. La única razón por la que su Destino se tomaba tantas molestias, era porque él era hijo de Batman, de Bruce Wayne, la persona más influyente de una u otra manera. Y Aquaman era el gobernante que si bien no termino una educación en las políticas terrestres de las muchas cartas de la libertad, ese tipo de instrucción fue más que metida en la Atlantis… Aquaman seguía siendo un Rey y debía de sacarle provecho al Omega que le toco – Puedes saltarte esta parafernalia.

 

-Damian – Si… Arthur se había desinflado apenas Damian decidió terminar el preocupante silencio. Arthur hubiera deseado que Damian se quedase en mutismo – Si quisiera que Atlantida tuviera relación con los hombres de tierra, encontraría la manera de que un enviado de paz hablase… son mejores que yo para entablar términos que no suenen violentos o a conquista. Por alguna razón, cada que digo que no quiero hombres pescando en mis aguas, hay una revista o periódico que dicen que declarare la guerra… que no estaría mal considerar.

 

            Damian no aprecio el intento de humor. Arthur era un real peligro. Un hombre con fuerza cercana a la de Superman. Con una resistencia envidiable, muy superior a la humana. Capaz de enfrentar proyectiles con un daño mínimo. Nadar a gran velocidad… no como la de Flash, pero, hablaba de nadar y no correr y estaba seguro que Orinpodria superar a su padre en esa tarea.

            Hablar de Arthur era hablar de peligro, de potencial… de verdadero poder.

 

-¿Qué estás pensando?

 

-Nada – Dijo. No aceptando que  temía no saber las intenciones del hombre. Le acababa de hablar de amor, de intentos… de oportunidades pero al carajo… era muy perfecto para creerlo… pero podía, es decir, quizá, con un poco de coraje, podría saber que tan lejos estaban los límites del Alfa - ¿A dónde me llevas?

 

-Sorpresa… deja que lo veas – Era lindo que no se amedrentara por ese uso de descripciones.

 

            Arthur siguió conduciendo. Y siguió… acelero y dejo que los baches del pésimo pavimentado les abollaran los rines, que el viento golpeara sus rostros y Damian sintió la vertiginosa ansiedad de un viaje a gran velocidad. La piel se le enchino y cuando su naricita empezó a oler la sal, a percibir el calor… se dijo que estaban llegando a la costa… pero Arthur seguía acelerando, y le comenzaba a dar algo de pendiente que el hombre no hablara nada.

            Y… cuando por fin escuchaba personas jadear asustadas, sorprendidas, le entro la certeza de que eran ellos los causantes del sin sabor.

 

-Es un buen día.

 

            Por puro instinto Damian  salto en el momento justo que Arthur voló con la bicicleta sobre lo que entendió como muelle y le obligo a aterrizar en el agua. Damian se erizo. Escucho el chapoteo de la bici hundiéndose… y de los animales, apostaba a todo lo que tenía a que eran delfines que se llevaban el armatoste a otra parte. Arthur no hacia ruido al nadar, extraño que fuera lo contrario…

 

-¡¿Qué eres?! ¡¿Un niño?! – Grito molesto. Era increíble que el Alfa se las diera de infante en la primera cita. No era natural. Los Alfas se levantaban los cuellos y se mantenían rectos, duros, estoicos, justo como la apariencia que su padre amado tenia. Aunque Bruce era un Omega - ¡Curry!

 

            Arthur nado por debajo de los piececillos de Damian que se mantenía a flote y recto, como de seguro aprendió a hacer antes de empezar los entrenamientos duros. Tenía entendido que Nanda Parvat era una isla y que como formación asesina en su currículo de entrenamiento diario que hacían, punto y aparte de matar a sus ballenas… era el entrenamiento acuático.

            Deslizo sus manos, con ternura por sobre los tobillos, dando el tiempo a Damian a que entendiera que no era un ataque y le aviso con un gesto sobre sus planes de sumergirlo. Damian tomo una gran bocanada de aire y se dejó hacer hasta cuatro metros de profundidad. La presión comenzó a sentirse en su cuerpo. Presionando sus músculos, cerrándole los oídos… presionándose contra sus orificios y mantuvo la calma cuando Aquaman seguía sujetándole, ahora por los hombros… y le pedía tocar con sus manos lo que sabía era una alga… puntiaguda, preciosa, hasta algo mohosa pero suave al tacto. Y en un segundo, su brazo estaba dentro de una boca.

            La lengua gigante rodo por el contorno de su extremidad. Contuvo el aire… pero dejo salir bastante por la sorpresa.

            Arthur saco un respirador que traía y le pidió abrir la boca, cuando puso contra los suaves labios el aparatito. Damian se volvió a dejar hacer… total… estaba en el territorio de su Alfa Destino. Si Aquaman deseara desaparecerle, hacerle añicos, estaba en su derecho y nadie le detendría.

           

-¿Podrías dejar de pensar en mi como un Kraken loco? –Dijo Arthur – Es ofensivo que tu Omega espere a que le arranques la cabeza.

 

            Damian no le hizo caso. No se molestaría en explicarle que los Alfas eso hacían. Apenas y se adaptaba a los de la Liga de la Justicia… y aun ahí tenía sus dudas, tanta manía por la no violencia biológica era difícil de tratar. Ningún Alfa debía de ser tan atento y educado con un Omega, menos con su Omega Destino enlazado con un contrato.

            Cuando emergieron, lo hicieron en un lugar muy lejos de la orilla. Ya no se oían los cláxones de los autos, o los gritos de los chiquillos en la arena. Nada. Damian no se asustó. Suponía que la criatura era capaz de nadar sin que las corrientes de agua se sintieran o lo había rodeado con sus tentáculos para que el efecto del agua no fuera percibido… o lo que fuera, el hecho es que estaban muy lejos de ojos curiosos.   

 

-Sólo nada un poco. Trata de disfrutarlo. A Menkar le gustan las personas – Comento – Siempre anda rescatando náufragos por los casquetes, aunque el clima le afecte.

 

-No me sorprende que a un Kraken le pongas Cetus.

 

-En realidad debería de haberle puesto Mira… es brillante – Damian asintió, comprendiendo que quizá hubiera sido lo mejor. Arthur había supuesto bien en que Damian estaba versado en las constelaciones. Ese pequeño había sabido de inmediato que su <<mascota>> tenía el epígrafe de la gigante roja de Cetus - En la oscuridad del océano, muy abajo, brilla… no con algún apéndice, no, sino con fluorescencias en sus ventosas y segmentos en la vulva de su cerebro. Menkar parece una aurora debajo del agua. Un reflejo en septiembre. O así le han dicho los terranos que pone a salvo. Una aurora acuática.

 

-¿Y nunca…?

 

-Más de una vez – Le corto. Era difícil preguntar cuántos ataques resistió Menkar. Tenía muchas cicatrices y le faltaban tentáculos – Pero sigue queriendo estar con terranos. Por alguna razón no le gustan los atlantes. De seguro porque piensan que no debería de estar suelto.

 

-No hay un verdadero control, Arthur - ¡Sí! Orin casi grita de felicidad. Damian se estaba poniendo familiar – Si Menkar quiere derrumbar la Atlantis – Poseidonis, se dijo Arthur – Lo hará. Y no podrás detenerlo.

 

            La ventosa en las terminaciones del tentáculo que acariciaban el rostro de Damian, se le pego, cubriendo la cara por completo. Una especie de muestra de cariño. Arthur no dudaba de la capacidad destructiva de Menkar, de hecho, le preocupaba más su docilidad.

 

-Lo bueno es que Menkar sólo quiere poder nadar con alguien – Damian siguió tocando por todos lados. Mucosa, musgo, cosas que no reconocía… texturas agradables pero distintas… por momentos  algunas de las partes parecían picos redondos que no causaban daño - ¿Te gustaría algún día hacerle compañía en sus aventuras? Quisiera que si las cosas se ponen feas, hubiera un humano con él, que pueda comunicarse con los terranos… y sé que hablas siete idiomas, así que… ¿Te interesa?

 

-Sólo tienes que ordenarlo.

 

-Damian… quiero, deseo que dejes de lado eso. No quiero un Consorte que ande dando lástima.

 

-¡Yo no doy…! ¡No puedes! - ¿Se estaba lamentando demasiado? Sólo estaba en el lugar que debía - ¡Cállate, Arthur!

 

-Ése es el Damian que conozco – <<Y al que quiero>> pero por cuestiones de salud, prefirió guardárselo. Ya era suficiente presión sobre Damian - ¿Qué tal un día en el mar? Cuando sientas que estas muy frio… salimos de inmediato. No llevas un traje adecuado.

 

-¿Qué tal una carrera, Menkar? – Arthur asintió y le mando la señal a su Kraken – Nosotros contra Arthur. El primero que llegue a… - Buen punto... - Las costas de Gotham y de regreso gana.

 

            Estaba de más decir que el resto del día se la pasó en el mar, ganándole a Damian. Nadie era más veloz que él en sus reinos… ni siquiera sus criaturas.

 

.

.

.

 

            Sintió el golpe contra el suelo de la nave después de que le soltaran de la suspensión en la que lo habían mantenido por la… ¿Noche? ¿Día? El hecho es que fueron horas. Las muñecas estaban hinchadas, rojas… casi moradas y marcadas. Sostener su peso era peor de lo que imaginaba. Sentía los tendones casi comprometidos por la presión. Seguro que tendría lesiones considerables.

            Zeuz le sacó en uno de sus palanquines estrafalarios. No le dejo caminar, de seguro porque sabía que escaparía apenas estuviera lejos de vista. La orbita era un sector casi perdido. No custodiado por Linternas. Era de esas tierras apartadas del sol de la órbita terrestre y más cerca de las lunas enanas que reflejaban luz pero no calor. Así que hacia un frio condenado que apenas podía soportar en sus tobillos desnudos.

            <<El paso de los Leones>>… si es que Kyle debía de llamarlo, se usaba para el contrabando. La mercancía podía ser lo que fuera. Seres vivos, cosas… plantas… de todo. Los habitantes del sitio usaban sus peludas pieles para cubrirse y como si no bastara, llevaban ropa. Un sitio duro para vivir. Kyle se preguntaba de dónde es que sacaban la comida. La superficie no se veía  apta para plantar algo o que otra especie habitara aparte de los supuestos evolucionados para que terminara siendo la cena.

           

-Cincuenta cajas – Dijo Zeuz a uno de esos extraños habitantes, que le pagaba con una bolsa cerrada. Zeuz no se molestó por verificar el pago y lo metió en su bolsillo trasero. Poniéndose la gorra del abrigo, jalo la cadena por la que Kyle estaba condenado a ser reclamado – Ni una más y ni una menos. Las otras cosas están por bajarlas.

 

-Siempre ha sido bueno hacer negocios, Zeuz – Confirmo con su nasal voz, observando con sus pequeños ojos negros el rostro de Kyle –Tiene frio. Deberías meter a tu mascota en uno de los hostales. Se te va a morir. Es humano.

 

-Aguantara – Kyle lo dudaba – Estaremos hasta que desembarquen. Nos vamos de inmediato. Tengo a los Linternas mordiéndome los talones – Kyle estaba seguro que Zeuz diría <<Mordiéndome el trasero>> pero que su supuesta <<clase>> no le dejo – Hace poco moleste a uno de sus chicos. Le di duro. Le rompí unos huesos y ya sabes. La historia de siempre.

 

            La carcajada por parte de ambos le siguió al comentario. Kyle sólo deseaba que se detuvieran. No sabía de quien hablaba, si de Damian o de él. Para el caso es que eran muy similares.

 

-Volveré cuando traiga más.

 

-Esta vez trata de conseguirme un Omega del centurión cuando regreses. Prometo pagarte bien – Kyle sintió el asco de siempre y se dejó conducir por Zeuz de vuelta a la nave que le aburría y movía a donde fuera.

 

            Kyle había visto muchos pueblos y asteroides fuera de la ley. Más como Omega esclavo que como Linterna, vaya con la ironía de las circunstancias.  En algunas partes siquiera sabía en donde estaba y le parecía extraño. Un Linterna debería de conocer el universo al derecho y al revés.

           

-Anda, Beah – <<Beah>> una cosa parecida a una luciérnaga pero muerta, como un pedazo de asteroide luminoso, así le llamaba Zeuz. Para todo era Beah. Una cosa, algo que no sentía… si, lo normal. Lo cotidiano. Un Omega de Contrato que tenía que obedecer las insulsas órdenes del bastardo con mayor musculo. ¡Viva! De seguro que su padre estaría orgulloso de tener a un hijo como él. Un debilucho que se sentaba a los pies del pirata cósmico más buscado por los últimos años – Iremos a un sitio que te gustara.

 

            Kyle se dejó acariciar. Total, no estaba en sus planes recibir palizas innecesarias. Tenía que ahorrar energía para su plan.  

           

-¿Es? ¿Apokolips? – Kyle tuvo que parpadear varias veces para cerciorarse de que los cráteres en una de las superficies rojas que se veían después de una capa de estalactitas fluorescentes que reflejaban las luces de las enanas, como una aurora en fijo, era el mundo de Apokolips. Que el magma escupido de los mini volcanes calcinaba el aire y algo más – En serio que eres de aquí. Los informes están en lo cierto.

 

-Darkside es un buen gobernante. Cuando no anda haciendo la guerra innecesariamente con Nuevo Génesis – Kyle tuvo su cuota de sano escepticismo – Es un mito de que Darkside es el teócrata corrompido por el planeta. Es el mismo Darkside quien alimenta los magmas. ¿No es impresionante?

 

-Escalofriante.

 

-Supongo que los Linternas no vienen muy a menudo.

 

-No desde que Batman puso de rodillas a tu <<Gobierno de Dios>>.

 

            Zeuz lamio sus labios y le comió la boca a Kyle, como castigo. Rompiéndole la lengua y haciéndole gemir. Casi sollozar. El cuerpo seguía siendo sensible. No importaba cuanto dolor pudiera un Linterna aguantar, acostumbrado al régimen de entrenamiento y lucha, la lengua seguía siendo sensible.

            A Zeuz no le importaba si se decía que era el hijo, teniente, Furia… lo que fuera de Darkside. Él sólo estaba en una de las mejores naciones para contrabandear, con el lujo de poder decir que pertenecía a una bandera. Darkside era una buena espalda en la que encontrar refugio y apoyo. Todo era negocios. Si tenía que aguantar a los hijos imbéciles del soberano para los salvoconductos y la tecnología, por él está bien. Peores cosas había hecho.

 

-Nos quedaremos hasta la siguiente partida en dos semanas. No quiero que se queden con el trasero pegado a la vulva de una buena puta.  – Demando y Kyle le siguió – En cuento a ti, no te andes con tus humos de Linterna. Haces una estupidez y te reviento la espalda. O dejo que los lowlies te monten –El cruce inter-especie fue suficiente para hacer a Kyle ignorar buscar un escape por todo el camino de los puentes espaciales a la propiedad de su Alfa Contrato. Le resultaba imposible soportar el abuso con el que los ciudadanos vivían.

 

            Abusados hasta la muerte.

            Secuestrados y transformados.

            Usados.

            Desde esa perspectiva él no era mejor.

            Era un lowlie. Le pertenecía a un Alfa, a un amo que claramente ni era Parademonio o Furia. Pese a que los Linternas del sector le clasificaban como uno, Zeuz contaba con características diferentes. Un hibrido que aún no se encontraba en un sitio. Pero eso sólo hacia su situación más jodida.

 

-Zeuz – Kyle se arrepintió  de irse a las nubes, pues lo primero que les dio la bienvenida fue la Furia que les recibía en plena puerta. Con el arma sobre los hombros. A Kyle no le impresiono eso, no, para nada, de hecho, hasta podría decir que era esperado. Quizá el que la Furia fuera un macho le destanteo. Por lo general, por norma, las Furias eran hembras. Le impacto que Zeuz sonriera. ¡Sonriera! Sin asco, desdén, ironía, ventaja… no, sin nada de eso que tan bien caracterizaba al diablo - ¿Nueva mascota?

 

-La otra se me escapo – Confeso divertido. Alzo los hombros – Lo dejare jugar por ahora.  Regresaré después. Los viajes son malos para los terrícolas.

 

-Que mal gusto – Zeuz levanto por el cabello a su Omega. Lo dejo en vilo, sin que le molestaran las uñas de Kyle encajándose en sus manos como única protesta. La furia le inspecciono como Zeuz le invitaba a hacer. Kyle  se estaba acostumbrando a ser medido como mercancia – No, no me gusta. Es tan… terrícola. ¿Por qué este sí y el otro no?

 

            Zeuz mostro sus blancos dientes. Por eso adoraba a Diphda. Siempre hacia las preguntas correctas. Le traía buenas tardes en Apokolips, le distraía con alguna historia o compartiendo putas en medio de alcohol. Le gustaba jugar pulsos y admiraba la manera en como blandía su lanza como último recurso. Zeuz siempre tuvo un fetiche por los raritos, por los desechos de los demás y Diphda era un Furia discriminado por ser macho aunque tuviera mil motivos por los que se le pudiera preciar.

            La mitad de su tripulación juraba por las ladillas que alguna vez tuvieran que tenía cierto amor por Diphda, aprecio, pasión… nada que ver. No le iban los rubios de cabello largo, cuerpo de amazona y ojos de puta deseosa. Por más bonitas amatistas fueran.

            Apreciaba a la Furia como un padre podía hacer.

            Ese chico era la prueba de que el trabajo y la perseverancia era lo único que se necesitaba para sobresalir en Apokolips.

 

-Este es un Linterna… el otro una cría de Murciégalo – Diphda no pregunto más pese a su sorpresa. Kyle sentía que se quedaría sin cabello, se estremeció y haciendo lo peor del mundo según él, gimió. Alto, fuerte, lastimero… rogando porque su Alfa lo pusiera sobre sus pies.

 

            Zeuz lo hizo de inmediato.

            Kyle no esperaba que funcionara tan bien.

 

-Zeuz, ha habido problemas en los boom túneles – Y ahí estaba, la oportunidad que tanto Kyle había esperado.

 

.

.

.

 

-Eres un idiota descerebrado – Grito Kara a Conner apenas este le aplastara al arrojarle un sofá – No lo toqué – Dijo, intentando que su sobrino olvidara a Tim.

 

-Lo amenazaste – Rugió – Te atreviste a herirlo – Kon siguió presionando el cráneo de la rubia contra el suelo de su salón en la isla amazona… Por suerte el resto de las mujeres sólo le apuntaban con sus armas, sin hacer algo por separarlo de su compañera.

 

            Kon había ido a empresas Luthor. Explico a su padre la situación en la que estaban parados, lo que Kara había hecho y sus deseos de ponerla en su sitio… pero que lastimosamente, Temyscira al ser únicamente para mujeres o tenía una manera de entrar y llegar hasta Kara.

            Plan con maña.

            Inmediatamente Luthor dispuso sus tubos zoom que había conseguido de una caja madre en la invasión de Darkside. A Conner no le sorprendió saber que su padre estaba conectado a la Atlaya, después de todo, estaba hablando de uno de los hombres más inteligentes del mundo.

            Así fue como de estar en el departamento de su padre pasó a Temyscira, a caerle a Kara.

            El resto de las amazonas aparecieron conforme trascurrieron los segundos y el escándalo. Nadie ayudaba a su tía pese a que los hombres estaban prohibidos… de seguro era porque una amazona no debía de perder contra un simple hombre alfa. El orgullo lo era todo para la mítica raza.

           

-Es un Omega, Kon – Conner apretó los dientes – Sólo sirve para ser la incubadora de un kriptoniano. Debería de sentirse alagado. Será el gestante de una raza superior. Por lo que he escuchado y visto de los Omegas de la tierra, no muchos pueden presumir de contar con un Alfa digno. La mayoría de los Omegas son enlazados por tratos que no compensan el valor de los genes…

 

            Kara hablaba de los matrimonios de la estirpe dominante en los negocios. De un aspecto social más que genético en la lucha del más apto. Conner no se sorprendía, es decir, Kara convivio con los Kent y la granja distaba de la clase económica que practicaba la perfección material pero tuvo tiempo suficiente para mirar cómo se conducían las clases con poderío adquisitivo a causa de Clark, que la llevaba a sus entrevistas y reportajes para que conociera el mundo en el que había caído.

            Kara debía de aprender que los Omegas frufrús eran diferentes de los Omegas de clase simple a los de clase baja. Todos eran diferentes. Y entre los Alfas pasaba lo mismo. El único rubro que podría darse la unión entre castas por enlaces destino o amor, eran los de clase media.

            Los ricos se vendían, los pobres se vendían… y los de en medio, estaban tan jodidos que eran felices si eran jodidos en parejas y con amor eterno…

            Aun así, Kara no debía de pensar que estaba al nivel de Tim. No de su Tim que dejando de lado su estatus económico, era su Omega Destinado… dijesen lo que dijesen.

 

-¡Mío! – Que Bruce no le escuchase reclamando así a Tim… le pondría kriptonita en la almohada - ¡Tim es mío! – Kara apenas sostuvo el golpe sobre su cara. Sujeto el pie por el tobillo y se elevó, girando sobre sí misma, centrifugando a Conner que pese a su fuerza, no consiguió doblarse sobre sí mismo para engancharse al cuello de Kara… quien lo soltó, arrojándolo contra una de las muchas construcciones debajo de su palco.

 

            Kara voló para llegar con Conner. El polvo seguía elevándose, los trozos de piedra auguraban la pelea de la semana. Kara suplicaba porque ninguna de las hermanas amazonas estuviera en sus casas, no creía que les cayera en gracia el techo sobre ellas.

            Conner se sacudió.

            La pelea iba a ser larga.

            Recibió a Kara con los puños, la estampo contra las rejas de uno de los establos. La golpeo con los maderos que estaban al alcance y en su contra, recibió casi la misma cantidad de golpes.

            Kara era más fuerte. Eso no lo discutía.

            Pero él era el alfa de Tim y tenía que dejar en claro, que aunque fuera inferior en fuerza que su tía, no lo era en protección y que usaría los medios necesarios para defender a su pequeño Omega.

            Kara podía volar.

            Él… se limpió la sangre de la boca, escupió y sonrió, era momento de usarlo; sacó uno de los parches que su padre le regalaba de vez en cuando, modificados para suprimir su parte humana sin volverle loco del todo… tras los primeros prototipos, quedaba el actual artefacto que le permitiría estar a la par de esa Alfa cretina.

            Kara se juró acusarlo con la liga por estar recibiendo de nueva cuenta la artillería de Lex Luthor. El enemigo de Superman.

            Kara estuvo a punto de convertirse en queso suizo, Conner no le daba la oportunidad a recuperase. La tenía debajo de sus láseres y sino, debajo de sus puños, clavándola a la tierra en cada golpe. Abriendo la carne de la mejilla, arrancándole los dientes…los vítores para Kara no se frenaban, llenaban Temyscira queriendo la sangre del hombre.

            Kara podía tener el poder de su lado, se dijo Conner, pero él tenía la experiencia de haber sido dirigido por Robin, de trabajar con Superman y sobrevivir por su cuenta a los entrenamientos ocasionales de Lex… la experiencia lo era todo en un combate.

 

-No me dejas opción, Kon – Ahí estaba, la sensación asesina que acompañaba a Kara en las misiones y entrenamientos… las amazonas se retiraron un poco, la chiquilla estaba por usar a su sobrino como trapo – No digas que no trate de detenerte.

 

-Inténtalo, muñeca.

            Conner tenía una pierna rota, las costillas magulladas y sentía que el parche no le duraría más… debía de acabar a Kara en el siguiente golpe… la tomaría por el cuello y ya después daría la explicación adecuada a porque la asesino.

            No sentía que hubiera otra alternativa.

            Otra manera.

            Kara amenazo a Tim y como Alfa responsable, tenía que eliminar a las amenazas y solucionar los problemas. No era el hombre más listo del equipo, pero era uno de los más fuertes de su familia: que valiera para algo el título.

 

-Es suficiente – Las amazonas levantaron sus lanzas y apuntaron con su arco. El portal del tubo zoom aterrizaba a los pies de una columna que estaba por derrumbarse. Por los flashes de luz, Lex y Superman aparecieron. Lex se sacudió el polvo de su hombro y continuo  - Quedaste en que sería un plática.

 

-Eso estamos haciendo – Mintió descaradamente, perdiendo la postura de ataque. Con sus padres presentes mejor que fuera Kara la que saliera contenida. Clark golpeaba fuerte -  Hablamos de lo que le pasara si no deja a Tim fuera de esto.

 

-¡Los hombres no están permitidos! – Lex entorno los ojos. Acababa de salir de una conferencia por la igualdad de género dirigida por una mujer paranoica que veía la erradicación del hombre como la llave a la paz y la finalización del terror por el que todas las mujeres pasaban al salir de sus casas… lo que menos quería era escuchar otra fanática - ¡La pena es la muerte! – Lo dicho, no estaba de humor para las diferencias interculturales.

 

            Clark cubrió a Lex, quien no traía su traje de combate. Lex venia por Conner, no a pelear.

            Lex era sólo un humano, él más débil de todos en fuerza y resistencia. Su tamaño estaba muy por debajo de los presentes, apenas acompañado por Conner.

            No iba a dejar al hombre enfrentarse contra esas bestias que tanto insistía Diana en defender.

 

-Tenemos el permiso de su reina para estar aquí – Hablo Clark, aun con la guardia en alto ¿En dónde estaba Diana cuando se le necesitaba? – Venimos por nuestro hijo – Kara que no estaba enterada de los pormenores de la concepción de Conner, quedo estupefacta. Intentando comprender como es que eso funcionaba.

 

-¡Es un clon! – Kara grito -¡Lex lo creo! Pero… ¿Su hijo? – Sacudió la cabeza - ¡Ese hombre está envenenando a Conner, Clark! Kon me ataco con parches, con esos de LexCorp. Los que lo vuelven loco – Subrayo - ¡Y lo defiendes!

 

            Clark reafirmo su postura, cuadrándose y señalando a Conner para que franqueara a Lex.

            Kara no entendía nada.

 

-¡Dejo que los alienígenas nos invadieran! – Apunto de nuevo - ¡Es el enemigo!

 

-Las cosas son complicadas, Kara – Explico a media voz… los que conocían a Superman, sabían entender que esa amabilidad no era eso, sino una advertencia complaciente y condescendiente… Clark estaba llamando idiota en más de un idioma a su prima -  Agradece a Lex que viniéramos. Él entendió que estabas en problemas. Aunque fue él quien le dio la caja madre a Conner.

 

-Admito que considere la variable de que esto sucediera – Alzo los hombros – En realidad tenía la esperanza de que nuestro hijo no cometiera asesinato – Kon no estaba tan seguro – Ya es tiempo.

 

-¡Clark!- Demando Kara, acercándose amenazante. Conner desenfundo sus encías, listo para arrancarle alguna extremidad. Lex le sujeto por la desgarrada camisa, apenas impidiendo que su chico complicara la situación… las amazonas iniciaban a inquietarse, estaban por defender en grupo su ley sagrada con respecto a los hombres – Debes…

 

-Haremos esto, Kara – Clark amaba a su prima… en serio que sí. La quería mucho. Lo suficiente como para llevar a Bruce hasta Apokolips y endeudarse con su Omega cada que Kara rompía algo-  No vas a volver a mirar siquiera al Omega de Conner.

 

-¡Es un Omega! – Refuto – Fueron hechos para ser observados, usados, preñarlos… para incluso quererlos.

 

            Clark se obligó a permanecer callado, tranquilo…

            No estaba para hacer un desastre en el reino de su camarada… venía a evitar que Conner se convirtiera en un asesino, y de paso, no se iba a convertir en uno.

           

-Cómo el Alfa de nuestra manada – Lex alzo una ceja… si le preguntaran a él, diría que el que mandaba en dicha manada era Bruce – Te prohíbo estar en la misma habitación que Red Robin. Si quieres al omega, respeta las leyes terrestres, Kara... Vence al Alfa del Omega, marca al Omega pero recuerda, Red Robin tiene al clan murciélago, a Lex y a mí para responder a tu reto.

 

            Lex metió las coordenadas en la caja madre y en menos de un suspiro, fueron trasportados a la mansión Wayne, donde Lex había recogido a Clark, de paso interrumpiendo una de las escenas románticas de la pareja.

            Habían sido suficientes amenazas por un día.

            Bruce termino por morder su emparedado y les saludo, un cabeceo basto para indicar que no metería a Lex a su cueva.

 

-Mi laboratorio tiene lo necesario para atender a Conner pero creo que es mejor que este en casa … de seguro Tim estará dispuesto a ponerlo en su lugar.

 

-¡Pa! – Chillo el chiquillo adolorido.

 

-¿En que estabas pensando? – Reclamo Clark – No, ¿En que estaban pensando? – Lex bufo – Estuvieron a punto de causar una guerra – Bruce seguía examinando a Conner. El cachorro estaría bien. Una semana en cama y las fracturas sanarían – Pensé que llegábamos tarde. Conner no puedes llegar y destrozar una isla. Diana va a matarme.

 

-Le advertí que esto podía pasar – Hablo Bruce – No así… pero ya sabe porque fue.

 

-No los defiendas, Bruce.

 

            Bruce le ofreció una copa a Lex, quien aceptó gustoso.

 

-¿Ahora vamos a ser amables? – Si hasta hace un tiempo ninguno de los hombres podían verse en la misma habitación.

 

-Se llama diplomacia, Clark – Informo Bruce.

 

-Mi hijo vive con ustedes – Facilito Lex – Por el bien de Conner, debemos llevarnos bien. Además, pronto seremos familia. ¿Has pensado en donde quieren hacer la recepción, Bruce? Porque estaba considerando que algo fuera de Gotica sería  perfecto

 

.

.

.

 

            Diphda siseo, respirando el rastro que el Omega dejaba, una estela de sangre y sudor. Kyle de alguna manera consiguió abrir la caja fuerte de Zeuz, extraer su anillo de poder y asesinar a unos parademonios de bajo nivel para escabullirse por las calles hasta los tubos dimensionales naturales que se abrían por fallas y cambios en el espacio tiempo… el Omega no era estúpido.

            Algunos hablaban del destello verde que volaba a los andenes.

            Si no se daba prisa, perderían al chiquillo.

            Los omegas siempre eran un incordio.

            Intentando negar lo que eran.

            Con ansias de libertad… por eso le sorprendió encontrar a Kyle en pie, sin el traje y sin el anillo.

            Diphda bajo su lanza e inspecciono a Kyle.

 

-¿Qué hiciste? – Pregunto sin entender. ¿Acaso era un farol?

 

-Volver a tener mi honor – Vio a Diphda… ¿Ese Furia tendría tal cosa? ¿Lo comprendería? - ¿Sabes? Los anillos escogen a su nuevo amo… pero, también obedecen la voluntad de uno y si quiero que viaje por el espacio sideral, lo hará.

 

-Lo mandaste a la tierra – Kyle sonrió – No eres estúpido. Sabias desde el principio que esta falla no conseguiría llevar a un organismo vivo a salvo y debías decir en donde estas… bien pensado, chico.

 

            Kyle  sabía… Zeuz iba a despellejarlo.

 

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-No preguntare que hace Lex Luthor en la sala – Saludo Dick apenas entro en la mansión. Lex asintió con educación – Papá … saldré con  mi alfa – Bruce asintió – Llegaré tarde – Hasta Clark asintió esta vez – No estaré para el asunto de la noche.

 

-¿Quieres que te prohíba ir? – Bruce no comprendía porque su muchacho ponía tantas trabas, en otras situaciones no le importaba no ir a patrullar, sus hermanos siempre estaban dispuestos a hacer un buen trabajo… Floyd estaba en su derecho de tener una cita de cortejo como se mandaba… y Richard podía con ello – Pensé que te gustaba tu alfa.

 

-Sólo es raro.

 

            Dick se fue a su habitación… debía de ponerse un buen traje. Es decir, toda su ropa le quedaba bien. Pero no era la mejor idea ponerse lo primero que tuviera limpio. Dick pensaba que en su traje de Nightwing se vea estupendo, que resaltaba lo mejor de sus atributos, Jason lo decía con regularidad, de echo hasta se enojaba por su traje que no dejaba nada a la imaginación.

            Según Jason iba desnudo.

            Lo que no era cierto pero los hermanos siempre eran protectores, más los hermanos alfas con los hermanos omegas. Cosa de genética, se decía Dick.

            Como fuera, su traje azul descartaba a casi toda su ropa… ¿Y adonde iría con Floyd? Esperaba no al Iceberg, Pingüino no era agradable con los inversionistas legales… y ser hijo de Bruce Wayne no lo hacia la persona favorita pero si un buen objetivo.

            Como Omega más le valía no andar presumiendo sus habilidades de murciélago.

            Dick se frustro tanto que termino por ver el cielo… noto una ráfaga cayendo, una estrella fugaz o un meteorito que cayó en la tierra, de seguro que para la mañana había un reportaje.

 

-¡Qué demonios me voy a poner! – Grito. Superman se rio desde su lugar. Bruce se extrañó por no tener la misma información y Lex le aconsejo que se acostumbrara a esa forma de ser. Bruce no necesitaba ese consejo, ni ningún otro.

 

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            El brillo verde aterrizo en el jardín de Hall Jordan, despertando a Barry de paso.

            El estruendo había sido tal que hasta el perro del vecino se había despertado a ladrar como si la vida se le fuera en ello. Hall se había prometido no asesinar al caniche ese pero era demasiado tentador.

            Ya le arrojaría agua otro día.

            Ahora, esa energía la reconocía. Era el anillo de Kyle.

            El Alfa salto por la ventana, Barry temió que se rompiera algo.

 

-Barry – Hall no pudo agarrar la circunferencia por lo que Barry la desenterró – Barry. Esto no puede ser.

 

-Esta cosa esta brillando, Hall.

 

            Hall desecho las ideas sobre la muerte de su hijo y usando su propio anillo escaneo al otro. La información que se había grabado fue detectada y Linterna juro que Zeuz moriría.

 

            Su hijo estaba vivo y el video que les mando, era prueba.

 

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Notas finales:

¿Y qué piensas?

 

Agradezco infinitamente el que me tengáis tanta paciencia. Que me sigas leyendo, apoyando, comentando y que leas, de madruga, mañana, tarde o noche y digas que esto da para más.

A ti por seguirme, gracias.

A ti por comentarme, gracias.

A ti por inspirarme, mil gracias.

A ti por atreverte a conocerme, muchas gracias.

 

 


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