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HOLA SEÑOR AUROR por Polaris

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Notas del capitulo:

Notas del autor: Bueno, esta historia va encaminada en el mismo universo que el título. Esta viene siendo la segunda parte que se llama Reciclaje pero decidí dejarla en la misma entrada de la historia, de esa forma no se pierde continuidad.

 

                        CAPITULO 1: LOS SOLDADOS DE INVIERNO

 

-Hola, Auror Cisneros, vengo a recoger el paquete que mis padres le pidieron guardar por el infame ataque de la semana pasada al gueto de lechuzas – La fina taza  de café resbalo de los dedos enguantados de dicho hombre, quien frente a la atónita y burlona mirada de sus compañeros tuvo que contener el miedo que ese jovencito le daba – Señor Cisneros, por favor, tengo prisa y ya sabe cómo es mi Ada, muy voluble.

 

-Sí, voluble – Repitió.

 

            Cisneros intento no ver a Tom. Los Potter tenían la costumbre de vacacionar en Londres Muggle cada verano y cada invierno, por el resto de las temporadas simplemente desaparecían del mapa. Según tenía entendido por Corazón de bruja (Su hija era la que compraba la revista, nunca él, se tiene que aclarar) Los Potter adoraban su privacidad y como les quedaba poca familia con la que pudieran llevarse, preferían aislarse.

            Cisneros rebusco en los estantes, en donde pusieron el correo mágico que tenía que llegar y que por un ataque, de quien sabe que, las lechuzas se convirtieron en alitas doradas antes de hacer su trabajo, por consiguiente, designaron a los Aurores a custodiar los paquetes hasta que los dueños de dichas lechuzas muertas fueran a recogerlo y respondieran unas preguntas de rutina… cuestiones que Draco Malfoy mando al carajo apenas insinuaron que él tenía que ver con el macabro asunto.

            ¿Qué otro mago podría ser tan torcido como para matar unas preciosas mascotas? Malfoy tenía antecedentes de asesino de pájaros. Todo apuntaba hacia él…

            Cisneros negó con vehemencia, él no volvería a insinuar nada contra los Potter, del último caso que estuvo por “relacionarlos” le llego una desagradable sorpresa, un recordatorio. Era mejor no meterse con los Potter Malfoy. Una nueva familia oscura… Un héroe que podría irse al otro lado en cualquier momento, un mortifago, un hombre lobo y una cría mortifaga, cuestión de tiempo decían unos y otros, sólo  señalaban lo turbio de la familia.

            Cisneros sólo les sonreía debes en cuando, cuando se cruzaban en la calle y procuraba tener salvas en su bolsillo el día que Tomas cumplía años, mera preventiva.

 

-Aquí tienes, muchacho – Le tendió una enorme caja que aun miniaturizada era enorme. Le picaba la curiosidad por ver el interior y Tomas prácticamente lo olio – Firma y ya está.

 

-Ada me dijo que contesto un formulario…

 

-Olvídalo – Apresuro a callar. Casi empujando para que Tomas se fuera. Los otros Aurores le lanzaron una apreciativa mirada a las caderas de Tomas, que enfundado en ese pantalón únicamente resaltaba su estatus de doncel – Vete, Tom.

 

-Me vas a hacer creer que te agrado, Cisneros – Uhhh, Tom lo había tuteado. Cisneros se llenó de pánico. Era como estar charlando con la muerte.

 

-Felicidades – Tomas no se esperó eso – Escuche que empiezas año en Hogwarts. Debes estar emocionado. Tu hermano siempre te traía recuerdos, ahora podrás hacer los tuyos.  – El oficial se aclaró la garganta y movió la mano, restándole importancia – Escucha, hay muchos gillipollas como yo. Que eso no te frene. Siempre puedes encañonar al siguiente que te moleste.

           

            Tomas lanzo una carcajada, francamente divertido. El sol estaba ocultándose con rapidez. Hoy era el día más corto del año. Tomas jamás pensó que llegaría el momento en que extrañaría la calle muggle más aburrida de Londres. Es decir, era más divertido ver la pintura secarse cuando sus padres se iban al trabajo y su hermano estaba en la escuela y él no tenía nada que hacer.

            Ocasionalmente había sacado sus regalos de cumpleaños, todos eran armas de salva pero que habría la carne si se disparaba con cierta potencia y a tal distancia. De pequeño, después de conocer al Auror, solía escurrirse de los elfos y aparecerse en las rondas del hombre. Técnicamente Cisneros pudo demandarlo por acoso pero nunca lo hizo. Respeto, miedo, lo que fuera que impulsara al sujeto a no alejarlo, lo agradecía a su muy peculiar manera.

 

-Te veré en vacaciones, Cisneros – Fue todo lo que dijo.

 

            Tomas Potter Malfoy ignoro al resto de Aurores y se fue para su casa.

 

-Mago oscuro o no, tiene buen trasero – Chiflo Gluten. Cisneros le lanzo una mirada de muerte – Calma, compañero, sólo digo la verdad.

 

-Es el hijo de Potter y no querrás meterte a esa madriguera.

 

-No, si en lo que quiero meterme es en otra cosa.

 

            Cisneros mejor se fue, no podía escucharlos hablar así de un muchachito de quince años. Adolecente que podría volarle la cabeza a cualquiera de ellos sin esfuerzo y sin varita, pero efebo al que vio crecer.

            Él mismo fue un idiota con Malfoy y el pequeño cuando se los topo de frente, se le hizo fácil escupir lo primero que se le vino a la cabeza, fueran sus ideas o no, se lo merecieran o no y vio que juzgar no estaba tan errado, pero que no era lo correcto. Después uno amanecía muerto y no, gracias.

            Apenas habían autorizado a Tomas a tener una varita y a ir a la escuela. Muchos de los huérfanos en Tragadores no tuvieron esa suerte y otros apenas empezaban. Después de considerar que dichos magos no eran un peligro o que podrían ser controlados de alguna manera por el sistema penal y social, se les considero dignos de entrar en la sociedad Inglesa. Francamente Cisneros no creía que eso importase a Potter o a Malfoy, tenía que haber algo más para que simplemente no tomasen sus cosas y se fueran de un sitio en el que tenían que cuidarse por gente idiota como él.

            Como sus compañeros…

 

-¡Hay Potter! – Suspiro acongojado - ¿Qué fue lo que salvaste?

 

 

            Tom abrió la puerta de su casa y colgó la bufanda, una cosa horrible echa a mano por una tal Molly. Le enviaron la cosa con Teddy porque le dieron una a su hermano y por obligación, le hicieron una a él. Tom no era tonto para no verlo o sentirse ofendido por aquello, de echo le importaba nada pero la cosa esa, fea y colorida, era caliente y no había encontrado nada más que ponerse. Los elfos habían lavado todo y su Ada, misteriosamente había quemado el guardarropa entero de todos… ocasionalmente, Tom pensaba que a Draco le faltaban unos caramelos en el frasco.

 

-Ya llegue – Y Tomas no pudo evitar preguntarse porque se decía aquello. Era obvio que había llegado, lo estaba diciendo. ¿No era mejor decir “hola”? costumbres, costumbres… tan raras todas – Traje lo que pediste, cachorro.

 

            Su paquete fue arrancado de sus manos por unos puntiagudos colmillos. Teddy le salto encima y se impulsó con sus patas, tirándolo al suelo mientras que el otro corría con el paquete en el hocico, saltando feliz de la vida.

            Teddy tenía ya trece años y como todo cachorro, seguía siendo juguetón a pesar de que era todo un Alfa. Le gustaba andar en su forma lobuna, algo que no podía hacer en la escuela, a sus compañeros les seguía inquietando su naturaleza así que, mejor se ahorraba unos cuantos problemas y se mantenía en la forma humana de todo mago.

            No tardo en cambiar, estiro las patas y los pulgares tomaron su lugar. Tomas rodo los ojos, acostumbrado a la desnudez de su hermano, se levantó para tenderse en el sofá. Un vaso de agua apareció entre los dedos de Tom con un “pluf” y trono su cuello, intentando relajarse. Salir siempre le estresaba.

            Teddy se le arrimo de inmediato.

 

-¡Tienes que probar! – Insistió de nueva cuenta – Hermano, hazlo. Sé que puedes.

 

-Claro que puedo.

 

-Entonces déjame verlo – Tom negó y Teddy se le subió por completo. Desde la perspectiva de cualquiera, aquello podría malinterpretarse. – El mago más grande de todos los tiempos me tiene que enseñar.

 

-No molestes – Chisto – Ya lo veras. Deja que lleguemos a la escuela.

 

-Más te vale que no me muera de un infarto – Le respondió enojado. Siempre era lo mismo con Tom. Desde que supiera que su hermano era un animago, había intentado por todos los medios que le presentara a su animal pero nunca lo consiguió. Tomas se encerraba en su cuarto bajo protecciones y practicaba la transformación. Por un tiempo sus padres estuvieron muy preocupados por lo que hacía pero luego, le dieron su espacio. Confiaron en él. – Ya quiero presentarte a los otros.

 

            Las llamas de la chimenea les avisaron que sus padres estaban de vuelta. Draco tenía la costumbre de ir por Harry al departamento de Aurores para regresar juntos a casa. Un ritual que llevaban años practicando, así que ver a Draco salir echando pestes y sin su padre siguiéndolo, encendió las alarmas en ambos jóvenes.

 

-¿Ada? – Llamo Teddy.

 

            El grito de Draco hizo que el cachorro se tapara sus sensibles oídos. Tenía desventajas ser lobo cuando a Draco le entraban sus cinco minutos de princesa gritona. Draco bien podría ser una Banshee.

 

-¡No me asustes así, jovencito! – Grito. Teddy arqueo sus pobladas cejas castañas ¡El espantado había sido él!  - Lo siento, no quería gritarte. ¡¿Qué haces desnudo?!- Recayó en cuenta - ¡Tu hermano esta frente a ti! ¡Merlín, ten un poco de decoro! ¡¿Cuántas veces te lo he dicho, Tedd?! ¡No quiero licanos desnudos en la sala cuando llego del trabajo!

 

-Ada, estas gritando de nuevo.

 

-¡NO! ¡NO LO HAGO!

 

-Si lo estás haciendo – Se metió Tom. Draco bufo nuevamente y comenzó a caminar en círculos, alisándose el cabello con furia. – Lo que fuera, padre se encargara.

 

-¡No necesito que su padre cuide de mi trasero cada dos segundos! – Teddy llego al lado de su Ada y lo condujo con suavidad al sofá. La presión arterial andaba por las nubes y olía a ira pura. Hacía tiempo que Tedd no olía algo así en alguno de sus padres. Tom volvió a servir un vaso pero esta vez con wiski de fuego y lo tendió  a su Ada, no quería que Draco volviera a gritar - ¿Magia sin varita, Tom? – Tom se encogió de hombros. Draco no le dio más vueltas al asunto y se empino el trago – Más.

 

            Tom hizo aparecer la botella y le sirvió otros tres tragos a su Ada antes de que su padre apareciera por vía fluu.

 

-Ni te atrevas, Potter - ¿Potter? Ambos chiquillos se hicieron a un lado. Su padre estaba solo en esta batalla. – Una sola palabra y pido el divorcio.

 

            Harry suspiro y saco su varita.

            Si Draco no quería hablar, pues bien, de cualquier forma lo que tenían que hacer no se podía  solucionar con unas cuentas palabras.

            Lo primero que lanzo fue un bombarda. Los niños se refugiaron tras el sofá con un fuerte protego que uno de los Elfos mantenía levantado para dejarles ver el duelo de magia que se desataría en breve.

            Draco arqueo una ceja, murmurando cosas inentendibles pero que sonaban misteriosamente a muertes escalofriantes y dolorosas y Teddy sólo froto nerviosamente su nuca, ignorando los muchos métodos de tortura que su Ada tenía bajo la manga.

            Los chorros de luces saltaban por las paredes y rebotaban en escudos, el sonido del aire hacia estremecerse a Tomas por lo bien que se defendían. Los hechizos daban ocasionalmente a su objetivo y con un rápido contra hechizo, el susodicho afectado volvía a la contienda con renovada energía y con sed de venganza. Harry siseo cuando su carne se abrió en el brazo y Draco maldijo cuando fue lanzado por los aires, aterrizando en la puerta que conducía a la cocina.

            Tomas les echo otra mirada y el elfo que los protegía no pudo evitar echarse hacia un lado, nervioso por ver el brillo rojizo en los ojos de su amito. Tomas estaba viendo un duelo de dos grandes magos y entre ellos. Iban de abajo hacia arriba, a los costados y nuevamente levitaban… los admiro, los vio como lo que eran y fueron.

 

-Esto puede ser considerado violencia intrafamiliar – Chillo Teddy justo cuando Draco levitaba a su esposo y lo dejaba aterrizar de cabeza sobre el cuadro de Walburga que chillaba pendejadas sobre la etiqueta.

 

-¿Contra quién? – Señalo Tom. El Doncel (Draco) estaba dándole una tunda al hombre (Harry) que de inmediato se revertía para ser Harry quien atizaba a su esposo – ¡WAGH! Este es el rito de apareamiento más raro que he visto.

 

-¡Tom! – Teddy se escandalizo y cubriéndose los ojos, renegó el ver a sus padres dándose de ostias al estilo muggle en el suelo – Que se están partiendo la madre aquí.

 

-Y terminaran en la cama – Alzo los hombros – No es para preocuparnos…

 

-¡Sectusempra! – Convocaron al unísono.

 

            Tomas podía equivocarse.

            Ambos terminaron tirados en la alfombra, manchándola de sangre.

            Inmediatamente los Elfos comenzaron a aparecerse con cosas para curarlos y las dejaban al alcance, después comenzaban a arreglar lo que podían con magia, todo con la mayor de las discreciones para dejar a sus amos hablar.

 

-Si las manchas no salen de la alfombra, me compraras otra y más cara, Harry – Teddy suspiro, sus padres estaban de mejor humor. Vaya forma de solucionar las cosas. Prefería que optaran por hablar, quien sabe, decían que la cosa funcionaba. Deberían de probarla uno de esos días – Esto me trae recuerdos.

 

            Y Draco no sólo hablaba del incidente en los baños en sexto año sino de todas las otras que le siguieron antes de que Teddy llegara a sus vidas. Con forme el tiempo pasaba, sus rencillas fueron disminuyendo, dando paso a la calma. Con dos niños en casa, no veían correcto desatarse, luego repetían lo que veían y querían evitar las llamadas de atención en la escuela.

 

-Sí, no hay como estar en el suelo, adolorido, destajado y feliz tras una pelea con tu esposo después de que te emberrincharas por nada – La acerada mirada de Malfoy hizo que Harry tragara saliva y fuera quien se apresurara a cerrar las heridas que estaban desangrando a Draco – No dejaran marca, lo prometo.

 

-¿Los hechizos o la sangre? – Tomas rodo los ojos. Fastidiado porque su Ada se preocupara por un pedazo de alfombra que ni valía tres mil galeones… - ¿Hace cuánto que no discutíamos así?.

 

-Ammm, creo que desde que esa vampiresa me llevo a la cama – Draco ya recordaba. Harry  no había tenido opciones pero eso no freno el enojo de Draco - ¿Ves? – Le enseño su blanca piel – Sin cicatriz.- Draco dio una risita autosuficiente -  Me encanta tu piel lisa y blanca, de ninguna manera la marcaria.

 

-Sí, si – Harry y Draco giraron a ver a sus hijos, los que dicho sea de paso habían olvidado estaban con ellos. – Fabulosos – Aplaudió Tomas – Tienen que enseñarnos – Harry le miro con suspicacia y Tomas fingió demencia – Ahora, nos tienen que decir que es lo que paso.

 

            Ambos adultos no dejaron de notar el mandato de su hijo. Tomas olvidaba pedir las cosas con regularidad. Cierto que los amaba y respetaba, que cumplía con sus deseos y hasta con más pero, también tenía sus propios momentos.

 

-Si – Apremio Teddy – Nos sacaron un susto.

 

-Te lo sacaron a ti.

 

-Como si ver a Ada despotricando no te diera miedo – Tom volteo el rostro -¿Padres?.

 

            Draco le asintió a Harry.

 

-Draco está bajo investigación – Explico. Esa tarde le habían hecho llegar la notificación vía lechuza, toda una ironía teniendo en cuenta que culpaban a Draco de atacar Lechuzas. En fin, tenían a su esposo en el la oficina de Aurores, siendo interrogado sin abogados de por medio y bajo prejuicio. Cualquiera se enojaba – Pero tenemos un pequeño problema con eso.

 

            Al ver que Harry no sabía cómo decir las cosas, Draco inflo el pecho y despotrico lo primero que se le vino a la cabeza.

 

-Sale un Puto Lobo de quien sabe que Puta parte del puto globo terráqueo para putas joderme y decir que soy su puta pareja destinada que fue putamente marcada durante la puta guerra. Cosa de la que no tengo ni una puñetera idea de lo que está hablando – Termino Draco. Tom trago duro, los lobos eran cosa para tener en cuenta y miro a su padre con lástima, si un Lobo había marcado a su Ada entonces el clan al que pertenecía podría tomar la decisión de írsele encima con tal de honrar la ley más sagrada de las criaturas oscuras  – Y su padre, su puto padre San Potter – Harry hizo una cara de dolor por el mote – No me defendió.

 

-¡Le quebré los huesos! –Se defendió. Teddy no dijo ni pio – No podía hacer más. ¡Que había testigos, Draco! Que me llevan a Azkaban como lo hiciera allí.

 

-Le rompiste los huesos después de que casi me viola – Dijo con desprecio – Poco para lo que dices que valgo – Harry pidió paciencia al cielo.

 

-¡¿Padre?! – Chillo Teddy, horrorizado por lo dicho.

 

-Está exagerando, Teddy, no te preocupes, ya conoces a tu Ada: toda una diva – Harry trato de mantener las cosas bajo control – Que espantas a los niños, Draco.

 

-Ya no somos unos niños, Padre – Dijo Tom volviendo a hacer magia sin varita. Harry rodo los ojos, su pequeño Doncel no iba a decirle como juzgarlos por muy magia sin varita hicieran.  - ¿Ada?.

 

-Ese puto lobo intento marcarme… - Entrecerró los ojos con violencia. Teddy suspiro.

 

-Conque era eso.

 

-¿Qué otra violación quieres? – El alivio le duro poco, Teddy se encogió tras de su padre. Contra un Draco histérico un héroe del mundo mágico era la solución – No tienen que arrojarte al piso mugroso y abrirte de piernas para violarte, hay muchas formas de violar a alguien.

 

-Y en el diccionario de su Ada, el que un hombre lobo le olfatee y quiera reclamarlo es la violación a la libertad – Draco asintió. Harry suspiro más enamorado si eso era posible. Draco no iba a medias tintas después de la guerra. Apenas alguien amenazara con quitarle lo que tanto le costó conseguir, sacaba algo bastante parecido al valor, algo mucho más poderoso… el miedo y contra ese, nada podría ganar. Draco Malfoy seguía siendo el cobarde más grande en el mundo. El cobarde que amaba – La máxima ofensa.

 

-Vive en tu casa asustado todo el tiempo, a la espera de que te crucien y no te dejen ni comer pan y agua sin permiso, a ver cómo te va – Tom sabia de eso. En algunas ocasiones recordaba su vida en el orfanato, sabia de lo que su Ada hablaba. Teddy no podría jamás comprenderlo pero ciertamente para ellos, el que les amenazaran con quitarles su libertad era la pena de muerte, una tortura… algo que era mejor no pensar – De ninguna manera voy a ser la hembra de un sucio lobo que anda por los Cárpatos, aullándole a la luna en lo que yo limpio un nicho de pieles mal olientes a la espera de un venado… que de paso esta, no cocinaré.

 

            Los cuatro lanzaron la carcajada, era gracioso que su Ada se adelantara tanto a lo que no pasaría pero de nuevo, Draco era capaz de verse y burlarse con su miseria. Un lujo que no tendría si siguiera siendo un niño pijo. El humor era una cosa refinada ganada con sangre.

            Harry agarro el teléfono y pidió comida rápida. Draco no tenía ánimos de cocinar nada y francamente tampoco él, así que KFC les solucionaría la vida en menos de media hora. Aunque Draco no lo aprobara, él también amaba “La cosa grasosa tapa arterias” como lo llamo en su primera cita en Londres muggle. Draco no podía culparlo, en esa ocasión no tenía ni un quinto con él y lo más lujoso que se pudo permitir fue una cita en el área infantil en uno de los establecimientos de la cadena. ¡Vamos que no lo hizo tan mal! Draco le dio una segunda cita que termino en “Si, acepto”.

            Pasaron de inmediato a la cocina y cogieron sus platos, hoy les apetecía una cena a la luz de la luna. Harry hizo varios chistes al respecto y Draco le siguió la guasa.

 

-El mejor pollo frito – Elogio Teddy con la boca llena. Draco le hizo señales para que se limpiara la boca pero su hijo le ignoro, embarrándose más con puré de papas y mermelada – Pásame la ensalada.

 

            Sentados en el pateo sobre una manta muy grande, la familia disfrutaba de un momento que no se repetiría en mucho tiempo… al menos hasta las próximas vacaciones.

 

-Es el segundo bote que te comes – Reclamo Tom, para nada contento en ceder su único vicio. La ensalada de Kentucky era su debilidad y siempre pedían mucha pero de vez en cuando Teddy olvidaba que no era el único que comía – Te pondrás gordo.

 

-Lo quemare en la próxima cacería. –Se chupo los dedos.

 

            A Draco se le aguaron los ojos, aunque lo negara, resentía el que sus dos hijos se fueran a esa horrorosa escuela. Si por él fuera los llevaba a cursar años en una escuela americana o en Durmstang.

            Sin Snape, Lupin o Black (Vale que en tiempos desesperados medidas desesperadas, su tío no era tan mala ficha para usar, después de todo, al menos un duelista decente si resultaba ser) Howards se quedaba con una adivina loca con talento y una vieja gata que no tenía su fé ¿Qué podrían enseñarle a sus pequeños? La escuela ya no era lo que fue y los profesores tampoco eran los mejores.

            Ni los alumnos.

 

-Ya hemos hablado de esto, Ada – Draco miro a Tomas como si le saliera otra cabeza – Voy a ir. No tengo miedo.

 

-Yo sí.

 

-No soy ese niño que se ocultaba tras tu espalda cada vez que alguien nos atacaba.

 

-Hay ocasiones en que me gustaría que lo siguieras siendo – Draco abrazo entonces a su pequeño. – Siento que tuvieras que quedarte tanto tiempo solo, siempre te dejaba…

 

-Dejábamos – Corrigió Harry.

 

-En casa, esperándonos…

 

-Ahora soy yo el que los dejara esperando – Contrataco con cariño. Afectuoso y decidido. Acudiría  a Howards sin importar que, si quería demostrarle a sus padres lo bueno que era gracias a ellos entonces tenía que ser él mejor en la mejor escuela del continente… - ¿Cierto, hermano?.

 

-Ya lo dijo.

Notas finales:

Espero haber cometido errores mínimos y que se disfrutara la lectura. En realidad me sorprende que vaya a continuarla pero es que comenzó a escribirla y viendo sus comentarios y sus suscripciones, me animaron.

Gracias y espero que les guste este experimento mío.

Perdonen desde ahora, debo de confesar que no soy versada en el fandom pero eso nunca ha detenido a nadie de escribir y disfrutar.

 


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