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Una canción, el inicio de todo por HIkari Aome Nikoru

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La madre de Yuuta estaba preocupada, desde hacía unas semanas se había dado cuenta que su hijo ya no era el mismo. No sonreía, no se alegraba, se la pasaba encerrado en su habitación estudiando. Al principio pensó que la escuela estaba en temporada de exámenes o algo, pero ya era bastante tiempo que Yuuta casi ni comía por estudiar. Adicional a ello, se enteró que el menor se había inscrito en clases de inglés y había tomado créditos adicionales en la escuela; y nada de ello lo hizo consultándole, así como tampoco sabía de donde había sacado el dinero para poder pagar los estudios adicionales. Aquello le preocupó de sobremanera y se decidió a esa misma noche hablar con el joven y averiguar qué era lo que sucedía. Estaba convencida que la extensión de artes de la Academia donde estudiaba su hijo no iba a ser tan fuerte y no necesitaba estudiar tanto. Quizá a Yuuta no le estaba yendo bien en inglés y necesitaba créditos adicionales para poder completar el puntaje y pasar el ciclo.

Pues sí, su madre desconocía realmente el motivo de su hijo para estudiar tanto, no era que no le alegrara, pero estaba preocupada. Adicionando que últimamente la música ya no se escuchaba en su habitación, eso le pareció extraño pero no tanto como para poder perder la cabeza por ese suceso.

Desgraciadamente, Yuuta no le había contado nada a su madre y hermana que había abandonado hace mucho su sueño de ser cantante, su programa de estudios de arte, y definitivamente a la música también la restringió prácticamente de su vida.

Su cotidianidad se le hacía tan vacía y silenciosa, que casi era ensordecedora; por lo que optó por hacer más actividades luego de la escuela para evitar regresar a casa temprano y mantener la mente ocupada en otra cosa que no fuera Ootori.

Desde que inició el programa de estudios normal y académico se había esforzado bastante en ponerse al corriente con el resto de materias: química, física, cálculo. Todo se le hacía demasiado complicado por lo que tuvo que recurrir a tomar créditos extra para poder completar el puntaje de esas materias, y adicional había prácticamente contratado a un compañero de salón que era bastante bueno con las materias científicas para que pudiera explicarle todo lo que no entendía.

Y más encima de su esfuerzo casi sobre humano para poder cumplir con todo, había tomado clases de inglés en un instituto.

Al terminar completamente rendido día a día, regresaba a su casa casi a las 10 de la noche, tomaba una ducha rápida y se iba directo a su cama. A pesar de estar completamente agotado se había convencido a que estaba bien el ritmo de vida que llevaba: en las mañanas pasaba metido en clases completamente; luego al salir y hasta las 5 de la tarde se pasaba con su compañero repasando las lecciones y si él no podía quedarse, se dedicaba a estudiar por su cuenta o adelantar tareas; luego salía de la academia, tomaba un tren y en 30 minutos llegaba a sus clases nocturnas de inglés de 6 a 9 de la noche. Todo le ayudaba a estar con su mente completamente ocupada y evitar pensar y recordar; y ya en la noche a penas se arropaba quedaba profundamente dormido, para a la mañana siguiente volver a su rutina.

Sin embargo, el poco descanso corporal y mental estaba empezando a notarse. Casi no comía debidamente y si lo hacía era a deshoras. En algunas ocasiones su estómago había empezado a arder por la completa descompensación alimenticia. Pero no le presto demasiada atención, se dio cuenta que si comía algo, unas galletas, snacks, hasta un pan de melón, el ardor pasaba. Había bajado de peso, demasiado rápido para los ojos de las personas que estaban a su alrededor. Su ropa le quedaba algo grande. Sin embargo nadie dijo nada.

EL joven había caído en cuenta que su ropa se escurría, su cuerpo había cambiado. Pero tampoco hizo nada, mientras no se fuera demasiado flaco y la ropa no se le viera tan holgada no pasaba nada.

Para esa misma noche su madre había estado esperando a que el menor llegara de sus clases. Casi las 10 y la puerta de calle se abrió. Entro el joven bastante somnoliento, que ni cuenta se dio que la luz de la sala se guía encendida a esa hora (generalmente cuando él llega a casa, todos están durmiendo).

- Bienvenido a casa Yuuta.

- ¡Ah!... m-mamá... me asustaste.

- Lo siento hijo.

- ¿Qué haces despierta a esta hora? Casi son las 10 y tú ya deberías estar en cama.

- Sí, pero quería verte llegar.

- Pues ya llegué. Ya puedes ir a la cama.

- Sí, pero... Hijo... hay algo que quiero hablar contigo.

- Ahora no. Estoy muy cansado. ¿No podemos dejarlo para mañana?

- Pero Yuuta casi no te veo en casa. Sales muy temprano, y regresas muy tarde.

- Mamá, en serio. Estoy cansado, hablaremos después.

- Yuuta...

El menor subió las escaleras al segundo piso con su madre siguiéndole de cerca, exigiéndole hablar. Sin embargo al llegar a su habitación solo soltó un "buenas noches" y antes de que su madre pudiera entrar en su cuarto, él cerró la puerta con seguro.

El ojiverde tenía el presentimiento que su madre se había enterado de todo lo que estaba pasando y lo que menos quería era que ella empezara con el interrogatorio. Tenía demasiadas cosas en la cabeza con respecto a sus actividades como para pensar en su madre.

Lo único que quería era que lo dejaran tranquilo, que lo dejaran hacer todo esto. A la final lo hacía por un fin en especial: Dejar Japón.

Mientras caía la noche en Japón, en Inglaterra apenas pasaba del medio día y Ootori terminaba de almorzar con sus compañeros de grupo. No los había invitado, simplemente habían llegado a la cafetería y de uno en uno se fue sentando en la misma mesa donde almorzaba el peliplata. Como había empezado a comer antes que los demás, fue el primero en terminar y cuando se disponía a irse, el brazo de Alicia se estiró hasta tomar de la manga de la camisa que llevaba el japonés.

- Te esperaré en el salón principal de teatro a las 3 – dijo la gemela menor

- ¿Disculpa? – Pregunto un confundido Ootori

- Procura no llegar tarde – y sin más termino con la conversa, no sin antes empujar al muchacho para que siguiera con su camino.

Con un rostro confuso el joven solo se dejó hacer y caminó hasta perderse de la vista de los demás.

- ¿Qué fue eso Karina? – preguntó su hermana

- Nada, solo hay algo que quiero saber – respondió sin preocupación

- ¿Saber? ¿Acaso el japonés es de tu interés? – respondió un no tan contento Julián.

- Estas celoso – bromeó Chris

- Claro que no. Tú mejor que nadie sabes que Karina no es de las que se interesa mucho en las cosas, ni en las personas – se defendió ante el comentario del francés

- Después de todo fue mi hermana quien dijo que eras muy poco interesante Chris – comentó despreocupada Alicia.

- Que mala... no deberían recordarme el desplante de la señorita aquí presente. Sufrí con ello – el dramatismo salía de su boca.

- Ay. Chris no seas payaso. Que bien al día siguiente que Karina te rechazo andabas flirteando ya con otra muchacha – recalcó Emilia

- No pues avísenme si todos están en mi contra – respondió molesto el francés

- Ay ya... más dramático.

Ootori llegaba a su habitación. Había pasado por la biblioteca por unos libros que requería para una investigación. Los dejó sobre el buró y se sentó en el borde la cama a pensar. Se le había hecho extraño que Karina lo haya citado en el salón de teatro. Era muy raro ya que ellos casi no se hablaban, de hecho Ootori no tenía ningún tipo de relación de amistad, es más ni si quiera compañerismo, con ninguno de aquellos muchachos. Con la única que tenía una "relación" era con la latina.

Sin embargo, decidió no darle más vueltas al asunto y mejor optó por tomar una toalla y meterse al baño para tomar una ducha rápida. Estaba todo sudado y se sentía pegajoso.

Luego de 15 minutos ya estaba vestido y arreglado. Solo faltaba secar su cabello. Al tomar el cepillo y empezar a acomodarlo se dio cuenta que le daba mucha molestia arreglarlo y cepillarlo todos los días. Estaba largo; molestamente largo. Le recordaba a muchas cosas en Japón por lo que inmediatamente sacó unas tijeras y comenzó a recortarlo de a poco. Tampoco era que lo cortaría como loco. No tenía absolutamente nada de experiencia con las tijeras por lo que no quería desgraciarse más la imagen.

Al terminar y mirarse nuevamente al espejo, la nueva imagen llenaba su retina. Lucia completamente diferente, y no negaría que incluso lucía mucho más atractivo. Le agradaba lo que había hecho. Al voltear su mirada al piso pudo ver su platinada melena regada por doquier. Dejo las tijeras, fue por una escoba y se dispuso a dejar todo como estaba, para luego ir a su extraño encuentro con la española menor.

Karina abrió las puertas de salón y se percató que estaba sola. Faltaban unos minutos para las 3 de la tarde así que consideró sentarse en de las butacas cercanas al escenario y esperar al japonés. 10 minutos después llegó al encuentro el joven.

- Karina, lamento el retraso – dijo al acercarse por la espalda de la muchacha. Esta aún no había girado a verlo.

- Dije que no tar-... - al regresar su vista, se sorprendió mucho del joven que se acercaba – Tu cabello...

- Ah... si lo recorté – dijo sin más

- ¿Por qué? – preguntó sorprendida. No iba a negar que ese corte le sentaba de maravilla.

- Me molestaba lo largo que estaba – respondió tomando asiento a su lado - ¿Y... de que querías hablar?

- ¿Cuál es la razón de que hayas venido a Inglaterra? – preguntó la muchacha sin ningún tipo de tacto

- ¿Razón? Pues estudiar. ¿Qué otra razón tendría? – a pesar de responder de esa manera, la pregunta de la muchacha lo había tomado desprevenido, sin embargo no dejaría que aquello le afectara.

- ¿Solo estudiar, eh? ¿Acaso no estabas estudiando en Japón? – insistió la muchacha

- Sí, lo hacía. No entiendo a dónde quieres llegar con esto – respondió algo molesto

- No es necesario que te pongas a la defensiva, simplemente hay algo que me ha estado causando intriga desde hace algún tiempo – la muchacha se acomodó en la butaca

- Y... ¿se puede saber qué es? – a ese punto de la situación Ootori estaba ansioso

- La verdadera razón por la que dejaste Japón es porque te enamoraste de alguien no correspondido – sentencio la gemela

- ... - Ootori no cabía en su asombro, sin embargo trató de disimular lo mejor que pudo - ¿Por qué piensas eso?

- Pues cuándo llegaste a esta Academia te me hiciste bastante conocido, sin embargo no sabía dónde te había visto. Sin embargo un día en internet recordé que había visto cierta Academia de música de Japón y que tú eras parte el consejo estudiantil, al menos eso decía el artículo; y además que estabas a cargo de un grupo de jovencitos que querían convertirse en Idols.

- Pues sí, el artículo no miente. Sin embargo no sé cómo esto se relaciona con el "amor no correspondido" que mencionaste – Estaba nervioso, Karina sabía demasiado, incluso que su amor era por otro hombre.

- Simple, en la página donde leí el artículo habían ciertos comentarios en el que te involucraban en un lío amoroso con una persona, y que tu decisión de irte es porque esa persona no te correspondía de la misma. Sin embargo el nombre nunca se menciona.

- *Bueno al menos ella no sabía que era otro hombre.* - pensó el peliplata.

- Sin embargo, se me hace extraño que hablen de amor, cuando ciertamente esta Academia es un internado y que solo sea masculino.

- ... – Había pensado muy pronto, esta gemela era muy perspicaz – ¿Me estas queriendo decir que soy gay? –

- Tranquilo, no juzgo a las personas por su condición sexual. No diría que eres gay, más bien bisexual, ya que sé en la "relación" en la que andas con Rebecca. No sé qué es lo que pueda llegar a pensar nuestra líder donde se entere de tus orientaciones sexuales y la verdad no me importa para nada.

- ¿Y entonces para que me llamaste? Mira la verdad me tiene sin cuidado lo que digan de mí las demás personas, así como de mis orientaciones sexuales. No tengo que darte ningún tipo de explicación de mis razones para dejar Japón. Si eso es todo lo que ibas a decirme entonces me retiro.

- Realmente lo amabas, ¿verdad? – cuestionó la muchacha antes de que el peliplata cerrara la puerta del teatro.

- .... Más que nada en el mundo, pero eso ya es parte del pasado... -

 


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