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Una canción, el inicio de todo por HIkari Aome Nikoru

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Los días pasaban y las esperanzas de Tsukigami y Kuuga menguaban con el tiempo. Kaito había hecho hasta lo imposible por sacar información a Tsubasa, pero el azulino era completamente hermético, no soltaba absolutamente nada de información. Lo único que confirmó es que el amigo de su hermano sí estaba en Canadá, y aunque pidió pruebas, Tsubasa nunca se las proporcionó. Esa información era inaccesible para todo el mundo excepto para las altas direcciones y el consejo Kao.

 

El grupo intentó persuadir a Lion, pero él también enmudeció como tumba, alegando que Tsubasa había dado directamente la orden de no divulgar ningún tipo de la información sobre el paradero de Hoshitani.

 

Lion cuestionó muchas veces a Hiragi el motivo de no informarle a Itsuki que Yuuta se había retirado del programa y posteriormente de la Academia. No creía correcto que su hermano desconociera tal información, sin embargo lo único que Tsubasa le había pedido a él y el resto del consejo era guardar el secreto y que a ellos no les correspondía decírselo.

Era una situación bastante triste, un amor que a él se le hacía obvio entre su hermano y la pequeña estrella terminó mucho antes de empezar, y sin embargo él no podía entender que tan dolorosa había sido la situación para que su hermano prácticamente huyera y Hoshitani abandonara sus sueños.

Que tuvo que pasar para abandonar a tu familia, amigos, sueños y sentimientos; no lo entendía, realmente no lo entendía. Y eso era demasiado doloroso, incluso para él.

 

 

6 meses después

 

Con una infructuosa búsqueda, Stardust (o lo que quedaba del grupo) pararon con investigar el paradero de su amigo. Incluso se habían ganado una orden de restricción hacia los padres de Hoshitani y su vivienda. Habían llegado a colmar la paciencia del padre del castaño y como consecuencia de ello tuvieron problemas con la policía, con la academia y con sus respectivas familias.

Haruto, a petición de su hermano, también había desistido de la búsqueda y el cuarteto simplemente decidió seguir con su vida, no sin antes estar molestos con todo lo sucedido y, en un mudo acuerdo, no volver a tocar ni mencionar el tema. Se dedicaron a sus estudios y a su música. Eso era lo que por ahora podían hacer.

 

 

 

En Canadá

 

Medio año había pasado desde la llegada de Yuuta a la academia. Su inicio no había sido tan dramático por el cambio de horario, idioma, costumbres; como lo había imaginado. Con el apoyo de su ahora amigo, Nicholas, había sido muy llevadero todo.

15 días después de su llegada a Canadá recibió un email de su hermana contándole toda la situación que estaba pasando en su casa relacionado a su partida y fue allí donde Yuuta entendió que ahora estaba completamente solo; “no vuelvas”, “botaron tus cosas”, “vendieron tus muebles”, “olvídate de esta casa”, se grabaron en su mente y en su corazón. Ya no tenía familia, eso era seguro. Lo único que los unía a ellos era el apellido.

 

Pero él era fuerte (o indiferente) a las circunstancias que le recordaban a Japón y que, al parecer, y con el fin de sus lazos familiares, ya no le perseguirían. Por lo que tomando con toda la calma del mundo respondió el mensaje de su hermana que, para ser honestos, jamás había tenido una buena relación:

“El momento en que subí a ese avión acepté mi situación. Haz de cuenta que jamás existí”

 

A partir de ese momento y durante esos meses, no tuvo más contacto con su familia, y para cortar completamente las relaciones, cambió su número de celular y correo electrónico.

 

Ahora se sentía completamente concentrado en sus estudios y por mantener la beca que había conseguido. Adicional había conseguido un trabajo a medio tiempo en una de las cafeterías aledañas a la universidad. El que Nicholas fuera el ahijado del dueño había sido de mucha ayuda, por lo que ya podía costearse, no solo material académico, si no sus gastos personales.

 

Es más, y “pensando en su futuro” (aunque realmente fue por una clase de finanzas y economía) había incurrido en el mundo de la bolsa de valores.  Llegó a adquirir unas pocas acciones en una empresa de electrónica. En un principio la empresa no tenía muchos ingresos, pero con los cambios administrativos que habían hecho hace un par de meses y con el seguimiento que le daba a la fluctuación del mercado de valores podría recuperar su dinero y obtener una pequeña ganancia por su inversión.

Si este “experimento” resultaba bien, y con algo más de capital podría comprar otras pocas acciones en otras empresas y recibir un dinero extra.

Solo esperaba que las guías recibidas por parte de su profesor de economía sean de ayuda y no pierda su dinero, como algunos de sus compañeros lo habían hecho. Bueno eso era cuestión de dedicación y, por qué no, suerte.

 

Tenía la confianza de que esas finanzas fueran creciendo poco a poco y cuando se graduara pudiera utilizarla para iniciar un negocio de arquitectos. Nicholas estaba incluódo en esa idea, era un buen estudiante y aspiraba a graduarse también de arquitecto, por lo que su amistad se había fortalecido muy rápido. Además de eso era un excelente compañero de habitación: discreto, amable, cuidadoso y  respetuoso. No había tenido ningún tipo de problema en los meses que habían compartido y esperaba que durante lo quedaba de año fuera de la misma manera.

¿Que si se le hacía guapo? Si, bastante. Yuuta pensaba que la única persona en la que se fijaría era pues en… pero la cosa es que sentía cierta atracción por Nicholas. Pero bueno, era el chico perfecto para las chicas, y pues al parecer para él también. Y quería negarlo o simplemente declararse demente, pero juraría que Nicholas también sentía atracción de vuelta.

Sin embargo, no quería embarrarla, su meta era ser un profesional económicamente exitoso y no involucrase nuevamente es líos sentimentales, eso solo entorpecería su camino trazado. Así que mientras menos pensara en Nicholas como el hombre atractivo que era, solo se limitaba a verle como un buen amigo y compañero de futuro éxito profesional.

 

 

En Inglaterra

 

Ootori recogía sus documentos personales de bienestar estudiantil. El término de su último año como estudiante daba por finalizado y con 18 años recién cumplidos, pasaba a formar parte de la sociedad. Gracias a su excelente promedio había logrado graduarse con honores y obtener una recomendación para una excelente universidad en Inglaterra.

Su relación con Rebecca había tenido ciertos cambios. Digamos que ahora había más formalidad entre la pareja y por lo menos ya eran “oficialmente” novios. La colombiana le había bajado al nivel de intensidad y acoso que empezó a tener con el japonés por lo que pudieron hacer las cosas más llevaderas. Sin embargo, hacía todo lo posible porque Ootori se enamorara de ella como era lo correcto.

Estaba un poco cansada de la actitud esquiva del japonés a pesar de que esta había disminuido con el pasar del tiempo; por lo que intentaba de todas las maneras posibles enamorar a “gatito”.

 

Ootori, sin embargo, se sentía presionado. Estaba al tanto de los intentos que tenía la colombiana por hacer que se enamorara de ella, pero era imposible. Rebecca era un excelente partido no solo en el aspecto físico sino también en el intelectual; era una muchacha muy inteligente, apasionada y con visión de las cosas. Eso sin contar con el increíble talento musical que tenía, un registro vocal envidiable y una afinación y vibrato natural. A eso, adicionar la procedencia latina que tenía que la hacía una buena bailarina, como quien dice “tiene el ritmo en las venas”.

Era la mujer perfecta para los ojos de cualquiera, menos para los de Ootori.

Para él, la única persona perfecta era… bueno, no quería recordarlo. Era parte del pasado y ahora que iba a empezar su vida universitaria tenía la intención de crecer profesionalmente y realizarse finalmente como un cantante y músico completo.

 

Luego de su graduación, Ootori recibió una oferta para incorporarse a teatro musical mientras estudiaba su carrera universitaria. La propuesta era 3 años en la sucursal de Inglaterra y si tenía buen desempeño lo mandarían a la matriz en Estados Unidos.

Ootori lo pensó bastante. Realmente no tenía la intención de hacer teatro musical, sin embargo eso podría ayudarle en desenvolvimiento escénico, proyección de voz, etc. Y también si destacaba, podría darse a conocer entre los productores y quizá ganar algo de popularidad para, luego de su culminar su carrera universitaria, poder incursionar en el mundo de la música como él quería.

No fue una decisión fácil, ya que combinar un trabajo y la universidad se le iba a complicar bastante. Pero la idea le tentaba, quería intentarlo y luego de tomar su decisión, se comunicó con el productor y aceptó su propuesta.

 

Lógicamente eso implicaba ver menos tiempo a su novia; sin embargo, y fuera de todo pronóstico, Rebecca tomó bastante bien la noticia y apoyo a Itsuki en lo que ahora iba a empezar.

La colombiana había decido tomar el mismo rumbo que su novio: licenciatura en música. Y aunque su padre quería enviarla a Suiza para que pueda especializarse, la latina hizo un berrinche para poder quedarse junto a su “gatito” en Inglaterra, consiguiéndolo después de semanas de gritos y peleas telefónicas con su familia.

 

Quería forzar su permanencia junto al japonés, y para ello tenía un pequeño plan. Ella quería ser productora musical y su familia estaba completamente de acuerdo. Con el dinero que su papá iba a invertir en su propia casa productora, Rebecca llegaría a Itsuki junto con ella, lo patrocinaría y el joven debutaría bajo la marca musical de su productora.

Lógicamente nada de ello se lo había dicho al japonés, no quería que su pequeño plan para tener un futuro con su novio se viniera abajo. Por lo que al escuchar la resolución de unirse al teatro musical le pareció excelente. La experiencia y popularidad que podría ganar el chico abriría una antesala a su futuro y cuando este fuera para los Estados Unidos, ella le ofrecería ser parte de su marca.

Un plan infalible, Ootori no quería desarrollarse profesionalmente en teatro musical, él mismo se lo había confirmado y al escuchar su propia idea de ganar experiencia y luego abrirse paso en el mundo del espectáculo, ella simplemente unió ello a su plan y listo, un futuro a su lado.

 

 

Continuará

Notas finales:

A partir de aquí habrá saltos en el tiempo ya que no voy a ahondar en la vida universitaria de Itsuki que son como 3 o 4 años, y tampoco en el ultimo año de colegio de Yuuta, de este solo será lo necesario.

 Lo que sigue de la historia voy a modificarla ya que la idea de Rebecca sugió mientras escribia este capitulo por lo que deberé compaginar lo que ya tnía escrito.

 

Auqneu se que quedó corto, siento que si lo alargo no voy a poder cortar en un punto en especifico y quizá no se sienta bien el desarrollo del tiempo de la historia. 

 

En fin, espero que les haya gustado

 


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