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Una canción, el inicio de todo por HIkari Aome Nikoru

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El día del “concurso” había llegado. Mientras todos corrían por la academia terminando los últimos preparativos, Ootori se encontraba repasando nuevamente la letra, corrigiendo las últimas afinaciones y perfeccionando la coreografía.

-          Con esa energía estoy seguro que ganaremos – Rebeca interrumpió su perfecto ensayo

-          Que quieres ahora – respondió el, regresando su vista a la partitura

-          Vaya tranquilo gatito, no es necesario que saques tus uñas – aquella actitud sí que encendía la cobriza

-          Rebeca, acordamos encontrarnos más tarde para el último ensayo – Ootori prefería no mirarla

-          Lo sé, pero eso no quiere decir que no podamos acompañarnos – tomo su brazo y lo obligó a sentarse – Haz cambiado Itsuki...

-          Pues lamento decepcionarte por eso – indiferentemente respondió

-          ¿Decepcionarme?– una sonrisa coqueta fue esbozada –  Para nada – su rostro se aproximó más al de Ootori – me gusta más así.

 

POV OOTORI

No voy a negar que Rebeca tenía algo que me atraía, nada sentimental por su puesto, más bien algo físico. Sin embargo nunca pensé que el beso que me dio iba a causar algo de fuego en mi interior. Besaba demasiado bien, sin embargo no correspondí, no porque no me atraía, si no por algo diferente, que no sabía que era realmente. Al alejarse, su sonrisa coqueta era más grande aún y su mirada era brillante.

-          Así es como besan los latinos, ga-ti-to. – y nuevamente me besó, pero esta vez su lengua entró en mi boca y acarició la mía. Eso sí me sorprendió un poco, pero esta vez correspondí a su indecorosa invitación, la tomé en mis brazos y la senté sobre mis piernas, haciendo que se profundizara más el beso.

-          Uhmm... tú también besas muy bien… - me dijo al tomar nuevamente aire, el oxígeno es necesario para vivir – me encantaría continuar nuestro caluroso momento pero debo irme gatito – un último beso rozó mis labios

Rebeca se levantó de mis piernas, me guiño, y se alejó como si nada. ¿Qué si me gustó? Si, lo admito, me gustó.

FIN POV OOTORI

Hacía un largo tiempo que el peliplata no había tenido algo con alguien por lo que su cuerpo comenzaba a pedir caricias. Y el hecho que la muchacha se le ofreciera de esa manera pues, había dejado su cuerpo con estragos. Sin embargo, al caer en cuenta que había flaqueado un poco frente a la joven, el autocontrol volvió a su cuerpo y la frialdad nuevamente se posaba en sus ojos. Había encontrado algo divertido, algo con lo que podía pasar el tiempo y saciar sus calenturas y falta de sexo.

Sin embargo, y por ahora, era mejor concentrarse en lo que tenía que hacer. Faltaban tan solo unas pocas horas para dar el examen final. Se sentía presionado. Últimamente no había podido dormir como debía, la presión en el pecho que comenzó hace unos días se hacía más llevadera día a día, pero no por ello dejaba de ser molesta. Sin embargo la decisión había sido tomada, dejar todo a Japón atrás, enterrad en un pasado que no volvería, que él no dejaría volver.

Se levantó, se sacudió un poco de polvo de su pantalón y salió de la academia sin que nadie lo viera. Había notado que cerca de la escuela había un pequeño centro comercial, demasiado poco concurrido como para que los locales trataran de salir a flote y mantenerse por un tiempo. Sin embargo había una pequeña peluquería que a pesar de todo mantenía su estadía en aquel lugar. Ootori estaba convencido de que o el peluquero/peluquera, realmente no sabía si era hombre o mujer, y no quería averiguarlo; era muy bueno, o que tenía algún tipo de conexión con el dueño del centro comercial, ya que en varias ocasiones había visto a ambos señores juntos. De todas maneras no le importaba, había escuchado buenas referencias del peluquero, por lo ese día tomo la decisión. Con ello terminaba su anterior vida, y comenzaría una nueva.

Faltaban unas pocas horas para el examen y él se encontraba sentado en la silla del salón con varios aluminios en su cabeza. Había hecho una sola petición al peluquero, si ahora lo confirmaba, era peluquero. Un cambio de color había dicho. Las intenciones salieron a flote y el experto hizo su trabajo. Su teléfono no había dejado de vibrar, Rebeca y los demás lo habían estado buscando, a lo que Ootori solo envió un texto con “llegaré a tiempo” y apagó su celular.

Hora y media más tarde, un nuevo Ootori salía del salón y se dirigía nuevamente a la Academia. Al llegar y encontrarse con sus compañeros, estos quedaron completamente impresionados por el cambio tan radical del ex peliplata. Ahora su cabello era bastante corto, algo más que cuando era estudiante y un profundo pero brillante color negro resaltaba de aquella cabellera, sin embargo los toques, antes plateados, y ahora grisáceos, le daban un aspecto muchísimo más maduro al joven. Los colores hacían resaltar sus finos rasgos, pero hacían oscurecer el color de sus ojos, afilando su mirada y ensombreciéndola.

-          Te queda demasiado bien el cambio – se acercó la cobriza, lo tomó de su rostro y lo acercó al de ella. – más sexy

Sin embargo Ootori no se inmuto ante la cercanía de la cobriza. Los demás miraban incómodos la repentina actitud de la colombiana. Sabían que era una mujer muy “seductora” con los hombres, sin embargo no pensaron que el japonés despertaría en ella un interés diferente al inicial. A los extranjeros les había parecido una persona muy plana y poco interesante. Sin embargo que ahora la situación cambiada y hasta cierto punto les parecía divertida, sin embargo, Julián sabía que de este nuevo giro sacarían el mayor potencial del grupo y destacarían de entre los ingleses. Julián sonreía.

-          Te ves macabro cuando sonríes – comentó una de las gemelas

-          Tomaré eso como un cumplido – respondió el alto

-          Parece que te diviertes – comentó el francés

-          Ikki es bastante interesante ahora, veo dolor en su mirada – comentó sin más

-          Vaya – dijo Emilia – Julián, eres muy perceptivo con la gente, sin embargo sé que no te agrada del todo

-          Está molesto porque la líder puso ojo en él y se olvidó de nuestro compañero mexicano – continuó el francés  - al parecer Rebeca tiene un nuevo juguete

-          Mide tus palabras Dumont – enfrentó Julián

-          ¡Hey! tranquilo amigo – se defendió el francés

-          Ya paren con sus peleas, parecen niños… Mira Julián no es un secreto lo tuyo con Rebeca, sin embargo, y sin ofenderla, no es la mejor mujer para ti. Ya te lo hemos dicho muchas veces. Ella no va en serio con nadie, los toma de juguetes para divertirse. Que lastima que detrás de todo eso haya un tremendo talento como artista.

-          Lo se Ali, pero…

-          Bien chicos – interrumpió Rebeca – es hora del espectáculo

-          La plática quedará para después – finalizó Chris

Todo el grupo avanzó hacia el teatro principal de la Academia. Todos los grupos ya se encontraban vestidos y solo faltaban los extranjeros. Se dirigieron bajo la atenta mirada de los ingleses, bueno, era Ootori el que estaba siendo observado, el cambio de look, los había sorprendido a todos. Sin embargo este solo tenía un objetivo. Y agradecía que sus vestuarios, a pesar de las discusiones por el color predominante, fueran oscuros, eso le haría sentir mucho mejor.

El evento dio inicio y el equipo estaba listo, cambiado y maquillado. Las discusiones habían quedado fuera del momento y ahora el enfoque se presenciaba en cada uno de los artistas, después de todo eran profesionales.

Los jueces al azar escogieron el orden de las presentaciones de los siete grupos. El “grupo de los extranjeros”, como les decían los ingleses, quedaron quintos. Tendrían aproximadamente una media hora antes de salir a escena y mientras esperaban los, Ootori tomo su teléfono y revisaba sus redes sociales, hacía casi 2 meses que no lo hacía. Sin embargo no había nada nuevo, Tsubasa había cerrado la única cuenta que tenía, que por cierto Itsuki había rogado porque la abriera y “socializara” con el resto del mundo. Lo único que veía era fotos de Lion-senpai, sí, solo fotos de él, *sigue siendo el narcisista que conocí*.

Avanzó entre las fotos de su muro pero se detuvo en una de las fotos en las que estaba él en primer plano pero al fondo de la foto se veía el escenario del teatro de la escuela y en él, estaban sus jóvenes pupilos en lo que al parecer era una coreografía, sin embargo en ella foto no vio al joven Yuuta y le pareció extraño. 

-          En nuestro turno, gatito- Rebeca se acercó por la espalda del japonés y pegó sus senos al cuerpo del más alto, aunque el efecto que ella quería lograr en el mayor no resulto. Itsuki estaba en modo profesional y eso no lo iba a desviar de sus objetivos.

-          Gracias por avisarme – se alejó del cuerpo de la muchacha y dejo su teléfono sobre la silla, sin bloquearlo. Ante ello Rebeca, tomo el celular y miró la fotografía y leyó la descripción de la foto. “Selfie con las estrellas ganadoras”

-          Parece que dejaste algo importante en Japón – dijo sin mucho tacto

-          Solo lo necesario para llegar a mi futuro- concluyó sin siquiera voltear.

Las cortinas se alzaban dejando a la vista al grupo de artistas, la música empezó a sonar y con movimientos coreográficos los extranjeros empezaron a cantar. El ritmo, electropop, la letra, el quebranto de un amor que no fue. Ootori cantaba con mucha entrega la canción, su rostro reflejaba el rencor que sentía por ese amor que no fue porque el amado solo jugó con los sentimientos verdaderos del amador.

La algarabía del público no se hizo esperar ante el espectáculo del grupo, incluso los jueces se veían complacidos por el nivel de profesionalismo de los cantantes.

Los últimos pasos de baile y la canción terminaba con la explosión de plausos por parte de todo el teatro que gozó de tan magnifica presentación.

Sin embargo, Julián no dejaba de observar la nueva mirada del japonés. El miedo, con el que llegó a Inglaterra, se había ido y ahora solo se reflejaba ira y frialdad. Sin embargo el dolor no desaparecía aún, y el resentimiento gritaba desde el interior de su cuerpo. Y sabía que eso lo provocaba un oscuro corazón, resultante de un nefasto desamor.


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