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Inteligencia Artificial por Sickactress

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El rango de detección de Genos abarcaba unos fabulosos 500 metros cuadrados de área desde su posición actual; por lo tanto, cuando hubo detectado la presencia de Tatsumaki, ésta optó por inmovilizarlo antes de que él pudiera darle la bienvenida atacándola con su incendiario arsenal. No era de sorprender, pensó Genos empotrado en la pared del cuarto de baño a sabiendas de que sólo podía tratarse de Tatsumaki y su difícil carácter.


– Otra vez... esa mocosa... – pensó mientras intentaba inútilmente despegarse de la pared.


Amordazado contra el muro, sus sensores detectaron otras dos presencias ingresar a su campo de rastreo, y juzgando por la dirección en la que venían sin apuro alguno, Genos supuso que sólo podía tratarse de su maestro, aunque aún desconocía al otro sujeto que lo acompañaba.


– ¡Oye tú, chatarra! Dónde están mi hermana y el cabeza de bombillo, ¿eh? – señalándolo acusadoramente con el dedo, limitándose a despegar el rostro del cyborg de la pared.


Escupiendo un trozo del concreto – ¿Por qué supones que eso debería ser asunto mío? –


– Porque tú eres su mascota y por lo tanto debes estar muy enterado de todo lo que hace. –


– Sensei no tiene tiempo para trivialidades si eso es lo que te preocupa. – Dijo simulando una convincente sonrisa en su rostro, causando que Tatsumaki volviera a empotrarlo con brutalidad en el muro. En realidad prefería estar ahí en lugar de escuchar sus molestos gritos infantiles.


– ¡¡Cállate, pedazo de metal inservible!! – Chilló ruborizada por la insinuación, volviendo a despegar el rostro de Genos de la pared. – ¡No es de eso de lo que estaba hablando...! –


– Pues no sabemos nada de tu hermana, así que lárgate antes de que pierda la paciencia. –


Antes de que se le pudiera ocurrir otro tipo de castigo para el cyborg, ambos se miraron en silencio al escuchar que alguien acababa de agitar unas llaves al otro lado de la puerta del departamento. La peli verde le dirigió una encendida mirada que decía: "me las pagarás luego", y abandonó el cuarto de baño dejando a Genos aún empotrado contra la pared.


Durante el corto transcurso de tiempo en que perduró un silencio total en el departamento, antes de que los héroes discutieran y levantaran un desorden en la sala, Genos rememoró una voz femenina en la oscuridad del concreto. La oía como si alguien a su lado acabara de susurrarle al oído. Se trataba de una insistente desconocida que sólo recordaba en sombras, antes de caer sumergido en un profundo sueño que duraría varios días hasta el término de la reconstrucción de su inservible y carbonizada estructura. Esto a causa de una misión que pudo costarle la vida.


– Han pasado cuatro años desde que sus terminaciones nerviosas sufrieran alguna estimulación ¿no es así, doctor? – indagó una voz femenina la cual no conseguía identificar y, sin embargo, acababa de cogerle un recelo total. – Es normal sentirse confundido ¿no es así, doctor?... –


Al oír aquellas palabras, las había despreciado tanto por su veracidad como imaginaba que ellas también lo despreciaban a él por ser un cyborg desprovisto de cualquier tipo de sensibilidad. Sin embargo, hacía mucho que Genos había aceptado esa realidad. Las sensaciones limitaban los más arrebatadores propósitos de las personas ¿o no? Podían volverlos... débiles y cobardes...


– Ya pasaron... cuatro años... – dijo para sí mismo mientras oía a su maestro ingresar al cuarto de baño. – Yo... ya no los necesito. – Convenciéndose a sí mismo de que era lo mejor para él.


A medida que el poder psicoquinetico de Tatsumaki se debilitaba y sus extremidades parecían obedecer a sus intenciones, Genos se limitaba a pensar en que, allá afuera residiendo en alguna parte en ciudad Z, existía alguien que creía poder conocer o dialogar sobre su actual condición como si de una absurda investigación de preescolar se tratase.


– Averiguaré de quién se trata – pensó desprendiéndose de la pared por su cuenta – No siempre podrá resguardarse detrás del doctor Kuseno, en algún momento tendrá que mostrarse – ideó.


Si bien ser golpeado contra la pared le resultaba molesto, aquella joven le resultaba aún mucho más irritante que Tatsumaki. Sólo esperaba que no fuera tan exasperante como ella. Viendo a su maestro quitarle los escombros de sus extremidades, no podía imaginar su infinita paciencia.


– Estoy casi seguro de que se trata de alguien que conocemos. – garantizó Saitama a medida que Genos se inclinaba a examinar al sujeto que, para sorpresa del cyborg, no se trataba de King.


– Su nombre es Charanko... – registró Genos cuando la cabeza del muchacho volvía a rebotar contra el cojín – Es discípulo de Bang... ¿Debería llamarle y advertirle que se encuentra con nosotros? – sugirió esperando quitárselo de encima.


En lo personal, Genos estaba complacido de que Bang, anciano héroe clase S con habilidades sobrehumanas, aceptara que Saitama era mucho más poderoso que él. Lo que realmente le aborrecía era su discípulo, que siempre los desafiaba a ambos o se dirigía irrespetuosamente hacia su maestro por su falta de interés en las artes marciales que entrenaban en el dojo.


– ¡Por supuesto, Charanko! – expresando su emoción por recordarlo – no tengo el placer... – continuó desinteresadamente. – Dejemos tranquilo al viejo por ahora. Él se ira al despertar. –


Saitama sacó ambas manos de los bolsillos de su polera OPPAI, colocando la consola sobre la mesita que acababa de enderezar cuidando de no aplastar la cabeza de Charanko. Poco estaba al tanto de su salud pero, a su manera, se sentía aliviado de que diera señales de estar dormido y no de estar inconsciente como hacía un momento. El muchacho era resistente a los golpes después de todo. Tratándose de un discípulo de Bang... tenía que serlo, pensó.


– Heh... creo que lo más sensato hubiese sido llevarlo a un hospital ¿no te parece, Genos? – dijo con una sonrisa, resultaba cómico para él. – Por cierto... – prestando poca atención a sus palabras – ¿Sabes a qué vino esa mocosa a mi departamento? No le debo dinero ¿o si...? –


– No le debe nada a Tatsumaki, Sensei. – Devolviéndole la tranquilidad a Saitama – También desconozco sus pretensiones que tuvo. Sólo mencionó algo referente a Fubuki – ayudándole con el desorden en la sala – parecía muy interesada en localizarla y creyó que estaba con usted. –


– ¿eh...? Ella no estaba en un viaje a Hawái ¿o algo así? – Dijo atinando a recoger una de las muchas postales que Tatsumaki había tirado al suelo. En ella se mostraba una foto de Fubuki en bikini, rodeada de sus subordinados y de un envidiable paraíso tropical.


– ¿Una misión en Hawái...? – escaneando la tarjeta postal, registrando funestas actividades volcánicas en Maui. – Conociéndola, tiene sentido que decidiera tomarse unas vacaciones. –


– Tiene aún más sentido que la mocosa no sepa nada de su hermana. A estas alturas ya debería saber que nunca acepté formar parte de su grupo de héroes clase B – dijo mientras guardaba la tarjeta postal junto con el resto que tenían acumuladas – Deberíamos tirar algunas...


– Deberíamos avisarle a Tatsumaki dónde encontrarla, tal vez sea importante – sugirió Genos.


– Sí, puede ser... – respondió mostrando la misma falta de interés que su discípulo.


Pronto ambos se miraron en silencio y extendieron un "nah..." al unísono para luego seguir limpiando el desorden de Tatsumaki. Saitama, por su parte, intentaba desesperadamente encontrar el control remoto del televisor bajo todo el desorden pero, con Charanko roncando estruendosamente en medio de la sala, la limpieza resultaba ser muy tediosa para él. Menos para Genos quien ya llevaba despejando la mitad de la sala sin descuidar su trabajo en la cocina. Una vez que su maestro pudo encender el televisor, Genos regresó a la cocina.


– Sensei, me pareció oír que no consiguió llegar a casa de King. – indagó mientras vestía el delantal rosa, concentrándose en preparar el almuerzo.


– Sí... – respondió casi lamentándolo – Quería cambiar ésta consola por otra pero un monstruo intervino y tuve que regresar – distraído mientras recogía un manga bajo el mueble. – Le di su merecido por burlarse de mi cabeza, nadie se burla de mi cabeza. – enfatizó a medida que se adentraba a releer un volumen del manga Hunter x Hunter.


– ¿Sabe? olvidamos que King vendría hoy a su departamento. – llamando irremediablemente la atención de Saitama – King llamó a su teléfono, pero no lo llevó con usted por llevarse su consola portátil. Avisó que tardaría un poco más en llegar por una alerta de monstruo en la ciudad. –


– ¿Alerta... de monstruo...? – dijo pensativo – ¿Será el mismo monstro que yo aniquilé? –


Concentrado en mezclar los ingredientes – Es muy probable. A parte de Tatsumaki, no he escuchado otra alerta de monstruos – bromeó, aliviando el estrés de sus borrosos recuerdos.


– ¡Genos...! – Sacando al cyborg de sus pensamientos – Eso... eso significa... que... – revisando, tembloroso, su agenda en el teléfono celular – ¡¡¡¿ENTONCES JUGARÍAMOS HOY?!!! –


El alarmante rugido de Saitama despertó a Charanko quien, en ese instante, se enderezó como un zombi vociferando muy asustado y somnoliento, causando que Saitama también se asustara por la escena ultratumba y ambos comenzaran a gritar sin razón en el departamento. Genos sólo se limitó a mirarlos sin ninguna expresión en su rostro y negando con la cabeza.


– ¡¿Nos atacan, nos atacan?! ¡¿Qué es lo que sucede?! ¡Responde! – tirando de los pantalones de Saitama, mientras éste evitaba que lo desnudara – Un segundo... ¡¡¿DÓNDE ESTOY?!! –


– ¡¿Quieres tranquilizarte de una vez?! – Dándole un coscorrón en la cabeza – No tengo tiempo para esto... debo conectar la consola – dijo ajustándose los pantalones mientras veía que Charanko volvía a caer dormido – Oye, no... ¿En serio volverás a dormirte? – sacudiéndolo.


– uwa~ah... calvo... precoz... zzzZZZ – bostezó Charanko entre sueños.


– tsk* Maldito... mocoso... – dijo Saitama con una vena latente en la sien.


Mientras su maestro y Charanko se reñían en una disputa porque Saitama intentara ahogarlo con un cojín sobre su rostro, Genos se limitó a invocar las palabras de Tatsumaki cuando se refirió a él como la mascota de su maestro. Siendo consciente de lo que Tatsumaki pudo imaginar en ese momento, desde la perspectiva de Genos, él no se veía a sí mismo con orejas de perro y una cola peluda. Nadie mejor que él comprendía que la verdadera existencia de algo mucho más sumiso que un perro obediente, dependía de un robot.


– Maldición... De nuevo... ese desagradable malestar... – susurró frustrado el cyborg. Pensar en ello se había vuelto su más actual, pero involuntario, pasatiempo. Y no lo creía aceptable...


Lo cierto era que, antes de aventurarse a un mundo de peligros impulsado por su venganza, Genos vivía de un sinfín de teorías paranoicas sobre su conflictiva existencia luego de haber renacido como un cyborg. ¿En qué se había convertido...? No era la primera vez que se lo preguntaba. En varias ocasiones se vio con la desagradable sorpresa de que ya no se reconocía en lo más mínimo. Antes solía ser un muchacho de quince años... y ahora, era una máquina de destrucción masiva. Hacía mucho que debía vivir con ello y era más sencillo si dejaba ir el pasado.


– ¿eh? Oye... Genos... – intervino Saitama, sin causar ningún efecto en él. – ¿Genos...? –


Sin poder remediarlo, luego de aquella masacre que pudo costarle esa segunda oportunidad de vida, Genos había adoptado una preocupante obligación por regresar desesperadamente al camino del cual se había desviado al permanecer al lado de Saitama; su venganza. La cual resultaba ser tan intensa como su inquebrantable necesidad de recuperar lo que se le había arrebatado; su familia. Pero claro... él sabía que una de dos era imposible de recuperar. Y sin embargo, aún seguía sin comprender cómo es que un punzante dolor, la primera sensación luego de tantos años olvidando el significado de la tortura, le había traído de regreso al pasado.


– Pero... ¿qué es lo que estoy haciendo justo ahora...? – pensó mientras se veía a si mismo preparando un simple almuerzo cuando antes solía ser un asesino de monstruos a sangre fría.


– ¡¡Genos...!! – rugió Saitama a su lado, sacándolo de sus pensamientos mientras apagaba el fuego de la estufa con una enseriada mirada – ¿No escuchaste nada de lo que te dije...? –


– ¿N-nuestro almuerzo...? – aún confundido, bajó la mirada esperando encontrarse con trozos de carbón en la sartén, pero no. El almuerzo estaba bien, es más, ya estaba listo. Pero no fue gracias a la estufa que lo cocinó, sino a Genos; cuando liberó involuntariamente una energía abrasadora en un ambiente tan cerrado como lo era el departamento de Saitama.


– ¡¡WAAAH!! – ahogándose por el intenso calor en el aire – ¡Ustedes están locos! – corriendo hacia el cuarto de baño para refrescarse. – ¿Así es como reciben a sus invitados? –


– ¡Es lo que te mereces por haberme llamado calvo precoz! ¡Agradece que no estés muerto! –


– ¡Ya te dije que no sé de lo que me estás hablando! – aventando la puerta.


– Me disculpo, Sensei, no volverá a suceder. Y... tampoco estuve escuchándolo. –


– Es lo que pensé... Tómalo con calma, no es la primera vez que sucede. – cogiendo un crujiente pollo rostizado – Además... no incendiaste nada más que un par de almohadas – Mientras le daba una mordida – ¿Puedo preguntarte algo? Aunque sé que lo hago todo el tiempo pero... –


– No es necesario que lo haga, Sensei. – interrumpió intentando evadir el tema.


– ¿En qué estabas pensando, Genos? – mirándolo muy serio. – Porque eso hacías... ¿o no? –


–... – haciendo un gesto con sus labios... sin poder pronunciar palabra alguna – No hay nada que pueda decir frente al Sensei... – pensó al borde de la desesperación, en silencio.


Las palabras querían salir, al menos de eso estaba seguro. Podría estar hecho de varias aleaciones metálicas pero había más en Genos que sólo descargar incendiarios proyectiles. La mirada de Saitama influenciaba incondicional confianza mientras esperaba atento alguna respuesta suya... pero, por alguna razón que no podía comprender, no parecía contar con que pudiera decirlo frente a su maestro. Qué sucedía con él... ¿Era orgullo, vergüenza, rebeldía...?


– King...– cambiando de tema, desmoralizado – acaba de entrar en el rango de detección... –


– ¿Sólo se trataba de un rastreo? Ya veo... – respondió sintiéndose algo decepcionado – supongo... que iré preparando todo para los videojuegos. – regresando a conectar la consola.


– Es perseguido por una criatura de gran tamaño. – Saitama regresa la mirada hacia Genos – No parece ser capaz de poder verlo. Lo más probable es que se encuentre bajo tierra. –


Charanko salía del cuarto de baño cuando vio que Saitama saltaba por la ventana para luego desaparecer a velocidad. Ver aquello le causó un vértigo que lo llevó a encerrarse de nuevo a aliviarse del dolor de cabeza. Para cuando los héroes regresaron a casa, aún los fuertes tamboreos bajo el pecho de King resonaban intensamente con unos videojuegos bajo el brazo.


– ¿DMC dices...? – preguntó Saitama, mientras sostenía los videojuegos en sus manos, sentado de piernas cruzadas del otro lado de la mesa.


– Devil May Cry – reconoció King en la misma posición – Sólo cuatro series de todas las que poseía luego de que ese enorme pájaro invadiera mi casa. –


Sobre la mesa yacía el almuerzo para cuatro personas. Frente al televisor, King inició el juego mientras Saitama prestaba atención al orden de los controles. Parecía sencillo cuando él lo hacía, sobre todo cuando el nivel no era el experto que él solía jugar sin ningún esfuerzo. Sin embargo, para Saitama era todo un predicamento jugar el nivel básico; alzaba el mando intentando realizar salto más largos y duraderos dentro del juego. King sólo se limitaba a verlo dándole indicaciones para ejecutar ataques y combos especiales.


– Así que Dante intentó vivir una vida como cazarrecompensas, pretendiendo ignorar su pasado demoníaco, mientras que Vergil se empecinó en aumentar sus conocimientos sobre el mundo infernal... – resumió Genos a la extensa explicación de King, imaginando que el papel del protagonista podía asemejarse un poco a su vida actual como cyborg.


– Sí, es parte de la extensa trama del juego pero principalmente se basan en ello. – asintió King.


– ohh... perdí otra vez... – entregándole el mando a King. – Tú turno, tengo hambre... –


– Tiene que pensar como el personaje del juego, Saitama – cambiando de sitio con él.


– Amigo, éste juego es un dolor de cabeza. – Se deja caer sentado al lado de Genos – Dante es un demonio y mata demonios. La rubia demonio, es idéntica a su madre. ¡¿Qué onda con su hermano gemelo demonio?! ... ¡Y pobre mujer! ¿No le dolió embarazarse de un demonio...?


King se atora con un sorbo de su té – No... lo había pensado de esa manera... –


Cuando Charanko salió del cuarto de baño, ninguno le prestó atención a su presencia debido a la destreza de King en el videojuego. Nadie dijo nada, nadie le prestó atención, sólo Genos que siempre se mantenía alerta, dirigiéndole la mirada para luego regresar a la pantalla del televisor. Charanko comenzó a dar rienda suelta a su almuerzo mirándolos con recelo a todos, en especial al videojuego en la pantalla, el cual había tachado de absurdo desde que salió del baño.


– ¡Debe ser una broma! – Intervino Charanko al borde de atragantarse con la comida – ¡Eso es imposible de hacer! Es pura basura.


– ¡shh! Esto se pone interesante. – lo silenció Saitama interponiendo una mano en su cara.


– ¡Bah! Podrías aprender mejores cosas que ésta en el dojo del maestro Bang. –


– En realidad es muy posible considerando todo lo que el Sensei puede hacer. – confrontó Genos, defendiendo las habilidades de su maestro. – ¿no es asi, Sensei? –


– Tal vez... – distraído en el videojuego – ¿Dante siempre pelea con armas demoniacas, King? –


– Puedo modificar sus movimientos a sólo de lucha si lo prefieres – modificó el modo de ataque de Dante y continuó el juego, Saitama parecía más interesado que antes. – La única desventaja de esto es que deberás acercarte aún más a los monstros para derrotarlos. –


– ¡Oh vamos! Mi maestro se reiría de esto. Rompería esta porquería y les haría un gran favor –


King detuvo el juego, dándole una oportunidad a Saitama para devorar su almuerzo – Puedo aceptar que Saitama destruya los botones de mi consola – dijo muy serio, intimidando a Charanko – pero si tú te atreves a acercarte a mis cosas, te romperé los dedos.


Entonces Charanko se enfrentó a su imponencia e iniciaron una agotadora discusión la cual Saitama intervino para que regresaran al juego mientras desviaba la mirada hacia Genos, dándose con la extrañes de que a penas y se movía de su lugar. De nuevo parecía estático y pensó que tal vez sería mejor intervenir antes de que decidiera funcionar como calefactor incandescente.


– Genos... ¿sucede algo? – como sospechaba, Genos volvía a salir de sus pensamientos.


– Todo en orden... Sensei. –


– Pero apenas y tocaste tu comida... ¿Qué es lo que te sucede? – regresando a ver el juego.


– Sensei... ¿Puedo preguntarle algo? – dijo muy serio tras considerarlo unos cuantos segundos en silencio. – Es sobre lo que usted quería saber. –


– Claro. – Muy interesado – ¿De qué se trata, Genos? –


– Yo... yo soy un... ¿Usted cree que yo...? – pero de su cuerpo comenzaba a expedir un calor abrazador. El cual Saitama captó con una despreocupada mirada. – Creo que saldré a caminar... –


– ¿Eh...? Genos... – pero él sólo se puso de pie y abandonó el departamento mientras los demás lo seguían con la mirada. King prefirió devolverle el mando; ya los conocía mejor que otros héroes y sabia que era mejor no entrometerse. Sin embargo, Charanko no supo mantener la boca cerrada.


– Oye... ¿Qué le sucede a tu esposa? – bromeó Charanko mientras King ocultaba su sonrisa.


– No tengo la menor idea... – respondió naturalmente mientras volvía al juego – ¡¡¡¿Mi esposa?!!!


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