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Los títeres rebeldes por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Lamento traer tarde un capítulo que se suponía que iba a postear temprano...*Se quedó dormida, lo admite* pero en fin, en primera quería decirles que todos los reviews finalmente han sido contestados ¡Banzai! :'D lamento la demora. La semana de vacaciones me sentó bien para poder contestarlo todos, gracias a todo por tomarse el tiempo en escribirme :) en especial a la gente que ha empezado a leerme en esta historia. 

Así sin más este capítulo va dedicado a Yumi, que hacía mucho no le dedicaba algo bonito.

 

Logan fue despertado con una suave caricia en sus cabellos, confundido alzó la mirada y sonrió al sentir un suave pellizco en su mejilla— Sigues durmiendo igual o más que cuando eras un bebé, Logan. ¿Qué voy a hacer contigo, hijito?

Logan se incorporó un poco soñoliento y abrazó a su madre, Paula, con una sonrisa— Hola, mamá, en mi defensa diré que cuando fui a buscarte al cuarto estabas dormida— le hizo ver.

—¿Cómo está todo en la U?

—Todo bien, unas materias cuestan un poco más que otras, pero allí voy.

—¿Y esa chica de la que me hablas? ¿Leah? ¿Cómo van las cosas?

Logan agachó la mirada avergonzado—Es una amiga, mamá. Nos reunimos para ver partidos de vez en cuando, pero hasta allí.

Paula sonrió divertida ante la reacción de su hijo—Y este nuevo chico del que me has hablado: Patrick. ¿Cómo se va llevando con todos?

—Bien, supongo. Es un poco arisco con la mayoría de persona, pero parece compenetrarse bien con Neil.

—¿Y Neil? ¿Cómo está? Creí que vendrías con él.

Logan se revolvió un poco sus cabellos—Ha estado un poco ocupado últimamente, pero me hizo el favor de venir a dejarme. Quiso pasar a saludarte, pero como estabas dormida no se quedó mucho tiempo porque tenía otro compromiso.

—Ya veo, espero que esté bien y  dile que venga a verme la próxima vez. Hace días no lo veo. ¿Y Craig y Erika están bien?

—Sí todos están bien— Sonrió un poco, pero al notar como la sonrisa de su madre se evaporaba sintió un atisbo de pánico—. ¿Mamá? ¿Sucede algo?

—Solo pensaba, en que si tu padre aún viviera probablemente todos hubiéramos celebrado su cumpleaños este fin de semana como solíamos hacerlo.

—Lo sé— exclamó con un nudo en su garganta—. Fui a verlo al cementerio. Lo extraño tanto, mamá.

—Lo sé. Yo también lo extraño tanto, a veces siento que me podría morir de la tristeza, pero luego te veo a ti y me das una razón para vivir— confesó mientras lo abrazaba.

Logan no supo en qué momento empezó a llorar hasta que notó sus lágrimas caer, silenciosas, sobre la camisa de su madre—L-lo siento— susurró mientras intentaba apartarse, pero Paula lo estrechó aún más.

—Puedes llorar, Logan, no te avergüences.

—L-lo siento— repitió cerrando los ojos con fuerza y aferrándose con fuerza a ella. Sabía que era egoísta, pero momentos así estaba feliz que aún la tuviese a su lado, aunque sabía que probablemente habría sido mejor que estuviera junto con su padre—. Te quiero, mamá. No me dejes— Susurró desesperado—. No te vayas nunca más…

Paula le miró confundido ante esas palabras—¿Pero a donde podría irme, Logan? — Le preguntó confundida.

Logan cerró los ojos con fuerza—Solo prométeme que no volverás a irte— Suplicó, necesitaba escucharlo aunque fuese una mentira.

—Lo prometo…

Logan intentó sonreír, pero solo pudo pensar en cuanto tiempo duraría su promesa esta vez.

***

Patrick iba aprendiendo de a poco que no debía dormirse en el auto del Neil; porque siempre que lo hacía terminaban en un lugar diferente al deseado. No supo en qué momento se quedó dormido al salir de Gretbauer, pero cuando despertó estaban en un hospital; aun cuando no había querido ir, al final tuvo que entrar ante la insistencia del menor.

La doctora que lo atendió parecía preocupada por encontrar cualquier tipo de fractura, en especial cuando estaba revisando la pierna de Patrick y este notó mayor molestia a la altura del tobillo, pero por fortuna después de una radiografía descartaron la probabilidad; aunque eso no impidió que llamase imprudente a Patrick después que le explicara cómo se había hecho el esguince. La doctora decidió vendarle el tobillo, a esas alturas con una hinchazón considerable y la piel de un color morado; para luego ponerle la respectiva tobillera; le dio un antinflamatorio y unas pastilla, así como le aconsejó que no intentara esforzar el pie al mínimo al menos los siguientes días y aplicara hielo cuando llegase a casa por al menos veinte minutos. Finalmente le dio la recomendación que evitara al menos tres semanas cualquier actividad deportiva de alta intensidad para descartar toda posibilidad de un desgarro o fractura que podría dejarlo ocho semanas o más fuera de las canchas.

Al salir del hospital Neil se veía más tranquilo, aunque no había dejado de sugerirle que lo mejor sería que usase una muleta para no apoyar el pie; ante su negativa el menor lo obligó a recargarse en él para evitar apoyar el pie lo menor posible, aun cuando el dolor había disminuido considerablemente hacía horas y ahora más con el vendaje y la medicina.

Creyó que una vez descartado el hospital irían directo a casa; así que permitió volverse a dormir, pero cuando despertó nuevamente tardó un segundo en caer en cuenta donde realmente estaban. Neil estaba apoyado contra el capó del auto. Patrick bajó confundido, no sabía cuánto tiempo llevaban allí; pero al verlo bajar, Neil se limitó a sonreírle unos segundos antes de volver su vista al mar se mostraba ante sus ojos y a lo largo de toda la carretera.

—Evans, no sé si nadie te lo dijo, pero Gastrell está hacia el otro lado; no lo sé, quizás a hora y media de este lugar —Le hizo ver Patrick, a lo que Neil no hizo ningún comentario al respecto—. ¿Qué hacemos acá?

—Estábamos tan cerca que pensé que tal vez te gustaría estar un lugar solitario; pero a la vez tranquilo — le explicó como si nada—. No sé, ver el mar, a mí me relaja. ¿Y a ti?

Nunca lo había pensado, pero estando allí, sin nadie a su alrededor; aparcados en medio de la nada solo con Neil le hacía sentirse feliz. No podía comprender por qué, pero el saber que nadie sabía dónde se encontraban le embriagó de una placidez absoluta, de una paz inmensa. Quería perderse en medio la inmensidad de aquel océano. Anhelaba entrar al agua y dejar que esta lo despojara de sus problemas, de su persona. Deseaba olvidarse quien era por tan solo unos segundos.

—Hacía mucho —empezó con voz pausada—. Que no veía el mar.

Había olvidado que era verlo en persona, el ruido de las olas cuando chocaban contra las rocas, el agradable estremecimiento que le provocaba escucharlo. Descendió por la playa. Caminar en la arena era agradable a esa hora de la tarde, cuando el sol empezaba a ponerse. Incluso con su tobillo lastimado disfrutó el quitarse los zapatos y caminar descalzo sobre la arena. Una ola rozó su pie derecho. El agua estaba fría, deseaba poder entrar al agua, pero no quería provocarle un ataque a Neil, al recordar que tenía compañía se giró confundido y lo buscó por la playa. No se había percatado de lo mucho que se había alejado.

Neil apenas era una mancha a lo lejos; la camioneta solo era un punto azul. No sabía cómo Evans se las había arreglado en encontrar una playa sola en día sábado, pero se alegraba que estuvieran solo ellos dos. Con lentitud emprendió el camino de regreso, dejando que la brisa alborotara su cabello, que las olas mojaran su pie sano. Hacía mucho que había olvidado lo que se sentía estar en paz; en sentir una calma absoluta. Adoraba esa sensación de libertad, de armonía con lo que lo rodeaba. Cuando llegó a donde estaba Neil creyó que esta se rompería, pero contrario a lo que esperaba, sintió que finalmente todo estaba en su lugar.

Neil estaba apoyado en un viejo tronco que alguna tormenta debió haber arrastrado de la pequeña colina que se alzaba a sus espaldas. Había tomado una pequeña rama justo cuando vio pasar a un cangrejo y la tendió a ver si el crustáceo le prestaba atención; el animal no tardó en agarrar la rama, sonrió divertido al ver como intentaba jalarla. A los pocos minutos Patrick se sentó a su lado, pero Neil siguió jugando con el cangrejo unos minutos más hasta que el animal se aburrió y se perdió por la playa.

—Ayer no fue un buen día —dijo Patrick después de unos minutos, notó como Neil giró su rostro extrañado—. Hoy tampoco lo fue. Cuando desperté esta mañana una parte de mí quiso quedarse en cama, olvidarme de todo y de todos por solo un día, pero no pude. Creía que no era capaz de olvidarme de todo, pero ahora…

Neil volvió la vista hacia el océano. El sol ahora apenas sobresalía a la lejanía del mar. De vez en cuando escuchaba algún auto pasar, pero los intervalos eran tan largos que por un momento creyó que en verdad estaban solos en el mundo.

—Luces más tranquilo —concedió.

—Supongo que todo te lo debo a ti —admitió con más facilidad de la que en un primer momento creyó—. Y no sé, supongo que lo rescatable del día era porque estabas allí, por muy raro que suene.

Neil sonrió al notar que la mirada de Patrick era diferente a la de unas horas; aquellos ojos verdes ahora lucían en calma; sin embargo, le permitían ver una vulnerabilidad que jamás había visto en ellos. Él siempre creyó que Patrick era fuerte, a tal punto que nada le afectaba, pero se había equivocado y se sintió un tanto perturbado al notar que ese Patrick le resultaba, de alguna manera, atrayente. Lo vio reprimir una risa que lo embargó de una extraña ansiedad.

—Solo, no sé, es extraño ¿sabes? Pero estoy feliz que estés aquí. Yo nunca había tenido un amigo como tú…

Amigo. Aquellas palabras sonaron casi irreales, pero Patrick había girado su rostro y lo había visto directo a los ojos cuando pronunció aquellas palabras

—Amigos ¿eh? Suena incluso hasta extraño ahora que lo dices en voz alta.

—Pero eso somos ¿verdad?

—Claro que sí, idiota, desde el principio quise que nos lleváramos bien.  

Patrick asintió, y se quedó mirando sus manos unos segundos—Lo sé, pero por más que le doy vueltas al asunto no entiendo por qué. Digo, tienes tus amigos, que tal vez no sean el tipo de personas con las que yo me juntaría, pero se ve que son buenos para ti. No entiendo porque querrías ser amigo de alguien como yo —no entendía qué veía Neil en él que valiese tantos esfuerzos para conseguir su amistad. Él no era nadie, no tenía nada, así que esa insistencia siempre le había parecido desconcertante.

—Quizás deberías de dejar de buscarle una razón a las cosas —sugirió Neil con tranquilidad.

—Creo que es un buen consejo, Evans —admitió.

Los últimos rayos del sol se perdieron en el horizonte. Neil alzó la vista y notó como las primeras estrellas empezaron a salir—Se está haciendo tarde.

—¿Quieres regresar? Después de todo tú eres el que maneja.

Neil negó.—Estar aquí está bien. Me gusta —Era extraño como disfrutaba la compañía de Patrick, aun cuando era tan diferente a estar rodeados de sus amigos. Apoyó la cabeza contra el tronco y se quedó mirando como los colores del cielo terminaban en convertirse en un azul oscuro. Los minutos pasaban y el único sonido que ahora los rodeaba era el de las olas del mar.

—Evans… ¿Alguna vez has sentido que no eres suficientemente bueno para lograr algo? —Se atrevió a preguntar Patrick. Vio como Neil lo miró extrañado—. O-olvídalo. No sé de donde salió eso.

Neil había creído que Patrick se había olvidado de todo lo que lo aquejaba, pero se había equivocado— ¿Es por eso que querías seguir jugando? ¿Querías demostrarle a los de Gretbauer que eras lo suficientemente bueno para ganarles? O…—dudó antes de preguntar— ¿Es por lo que pasó con Landerson?

Patrick se tendió en la arena y apoyó su cabeza en el tronco también. Mirando hacia el cielo donde las primeras estrellas empezaban a salir— Hoy pasó algo en la construcción. Quizás si no le hubiera visto tal vez no hubiera sentido que necesitaba probar algo, que necesitaba probarme algo, y en esos momentos solo tenía el partido frente a mí y quizás pensé que sería una buena idea, probármelo en el campo.

—Creía que eras del tipo de persona que no te afectaba nada —confesó.

Patrick sonrió un poco—Yo también, pero supongo que aún no puedo dejar el pasado en el pasado. ¿Patético no?

—Creo que las cosas que más nos duelen son las más difíciles de superar. A veces las heridas no se curan, pero te acostumbras a ellas hasta el punto que olvidas que están allí, pero de la nada vuelven a sangrar y es como si fuera la primera vez.

Patrick soltó un bufido—En serio, deberías escribir un libro. Deberías llamarlo las mil y un analogías y sus aplicaciones a las situaciones cotidianas.

—Lo siento, no soy bueno yendo al grano, pero no. No creo que seas patético. Si  fuera estúpido no poder olvidar tan fácilmente algo que nos ha lastimado, entonces todos seríamos patéticos ¿no crees? —no hubo respuesta, pero sabía que no era necesario—. Aunque si fuiste un completo idiota al haber entrado al campo cuando ni siquiera estabas bien. Pudiste haber sufrido un desgarro o una fractura.

—Ahora suenas como una madre preocupada.

—No soporto ver a la gente lastimada por mínimo que sea el daño.

—Pobre de los que vayan a ser tus hijos. Si piensas así.

Neil rio—No, no sé si quiero hijos. Suena aterrador.

—Al menos no me tengo que preocupar de esas cosas.

—¿No te gustaría tener hijos?

—No. No sería buen padre. ¿Y en qué momento esta conversación se volvió tan extraña? Esto es demasiado raro…

—Lo siento. No lo sé. Cambiemos de tema.

Silencio. Por alguna razón aquello lejos de incomodarlo hizo reír a Neil, lo que no esperó es que Patrick riera un poco también.

—Ya hablando en serio. Primero consíguete una novia, Evans. Luego y piensa en cómo destrozar tu vida. Ve paso por paso.

—No, gracias. No quiero pasar por todo ese drama de nuevo en estos momentos.

—¿Es decir que ya has tenido? —Preguntó sorprendido alzando un poco el rostro.

—Oye, no soy tan feo. Quita esa cara de sorpresa, desgraciado.

Patrick rio—¿Entonces si has tenido una novia? — preguntó movido por la curiosidad. Una cosa era que los otros lo comentasen y otra muy diferente escucharlo de boca de Neil.

Para Neil era extraño y agradable escucharlo reír—Dos de hecho. Oficiales. Otra creo que no era oficial.

Patrick soltó un silbido de sorpresa—Me impresionas, Evans. ¿Y al menos llegaste a meterles mano  o solo eran besitos y arrumacos? —Sonrió al ver como Neil apartó la mirada nervioso y se llevó la mano a la nuca sin saber bien qué responderle—. ¿Tomo eso como señal que es como me lo imagino?

—No…

Patrick iba a reírse, pero cayó en cuenta de todas las implicaciones de esa pequeña palabra—No quieras hacerte el interesante, Evans.

—No quiero hacerme el interesante —dijo apenado—. No es como si estuviera orgulloso de ello y… ¿cómo terminamos en este tema?

Patrick se incorporó mirándole extrañado—A-aguarda. No me digas que tú, Neil Evans, ya has recorrido todas las bases —exclamó sorprendido.

Neil no se atrevió a mirar a Patrick. No sabía por qué estaba hablando de eso cuando ni siquiera Logan lo sabía—Sí. Aunque si me lo preguntas nunca he entendido esa jerga; y menos dónde termina cada base.

—Pero eso no te impidió recorrerlas todas —comentó Patrick mientras se volvía a acomodar—. Ya, ya relájate, Evans. Parece como si estuvieras confesándome tus pecados. ¿Te olvidas con quien estás hablando? Follar no tiene nada de malo y menos para alguien como tú que hacía todo legal.

—No me gusta hablar de ello. En realidad ni siquiera me gusta recordarlo.

—¿Tan mal te fue?

—No, no es eso. No sé, supongo que lo hice bien, pero ya sabes, no estaba listo. Además era muy joven.

—Bah, nadie está listo para esas cosas. Es como si de la nada te digan o saltas del avión en paracaídas o te mueres.

—Ahora eres tú el de las analogías.

—Son pegajosas, supongo, el punto es que si te hace sentir mejor yo tenía diecisiete cuando…ya sabes…Eso es bastante joven, al menos para mí. ¿Y tú? —el sonrojo de Neil le hizo sentir que lejos de haberle ayudado solo había empeorado las cosas—. ¿Evans?

—Quince —murmuró.

—¿Eh?

—Quince. O no sé. No vi la hora, puede que tuviera catorce. Por todos los cielos, es aterrador si lo pienso de esa manera. Ignoraré ese detalle importante y diré que quince. Tú también pensarás que quince.

—De acuerdo. Ya no hagas tanto escándalo —aunque le resultó extraño que Neil fuera más avispado para esas cosas que él. En su mente Evans era el puritano del grupo de los Títeres, por encima de todas las chicas y ahora resultaba que era una especie de máquina sexual precoz.

—Por eso te dije que no estaba listo —musitó mientras se incorporaba y se sentaba en la arena—. Ahora resulta que empecé antes que tú. Tenía la esperanza que me hicieras sentir mejor.

Patrick sonrió y se incorporó de igual forma para darle unas palmaditas en la espalda—No suelo hacer sentir mejor a las personas, máquina sexual.

—No es gracioso…

—Claro que sí. Mientras yo andaba en patineta, tú ibas por la vida follando.

—No es gracioso—repitió molesto—. Ni sé por qué te lo he contado. Se suponía que era un secreto que me guardaría para mí solo.

—¿Es decir que ni tu amiguito lo sabe?

—No. Y nadie puede saberlo. En especial Logan.

Patrick rio aún más—Eres una cajita de sorpresas, Evans. Pero, vale, nadie sabrá sobre tu vida sexual desenfrenada antes de venir a la universidad.

—Convertirás esto en una broma personal ¿verdad?

—Nah, anda máquina sexual. Me muero del hambre. Busquemos un lugar donde comer —exclamó mientras se ponía en pie.

Neil suspiró, pero sonrió un poco. Al menos Patrick se había olvidado de sus problemas por unos minutos. Aunque no estaba seguro de poder aguantar su humor.

***

Terminaron en un pequeño restaurante a la orilla de la playa. Neil jamás había estado en ese lugar, pero Patrick le aseguraba que hasta donde recordaba la comida era buena, por fortuna el local seguía perteneciendo a la misma familia, por lo que Neil comprobó en verdad la comida era muy buena y a unos precios que por un momento creía que se burlaban de él de lo barato que era todo.

Generalmente cuando iban a esa zona con su familia terminaban o en las casas de playa de los amigos de su padres; o alquilaban alguna o terminaban en un hotel, así que aquella era la primera vez que iba a un local como ese. Miraba con curiosidad todo el lugar. Si bien no era el tipo de lugar que sus padres propondrían, el ambiente era bastante alegre, animado y cálido.

—¡Hijo de puta ¿cómo fallaste ese penal?! — Gritó un hombre en una mesa del fondo a lo que Neil río un poco y giró su vista a la pantalla donde pasaban un partido del fútbol nacional. Muchos expresaron la consternación del hombre en diversos grados de indignación o hasta alegría.

—Lo que me sorprende es que creyera que no lo fallaría —respondió Patrick antes de dar un sorbo a su cerveza sin quitar la vista de la pantalla.

—¿Es muy difícil? Ya sabes, patear un penal.

—¿Qué nunca jugaste fútbol en tu escuela? —cuestionó Patrick.

—En clase de deporte solamente, pero nunca lograba tener demasiado tiempo el balón como para estar dentro del área. Era bastante malo en deporte— le explicó. Generalmente no daba ni tres pasos cuando prefería pasar el balón o se lo quitaban.

—Oh vamos. He escuchado más de alguno decir eso, pero nadie nunca ha sido tan desastroso.

—Reprobé las unidades que nos enseñaron esgrima y tenis —confesó. Creyó que Patrick se reiría de él, pero se limitó a mirarle con extrañeza.

—¿Pero qué demonios les enseñaban a ustedes en deportes?

—Ya sabes, lo mismo que a todos: fútbol, básquetbol, tiro con arco, tenis, waterpolo, atletismo, bádminton, béisbol, esgrima…

La naturalidad con que Neil decía las cosas era casi ofensiva para Patrick,  quien todos los años se sometía a un ciclo sin fin de básquetbol, fútbol y vóleibol, tenían suerte cuando jugaban balonmano. Por un segundo casi olvidaba que estaba frente a alguien que parecía vivir en otro mundo. De repente se sintió un poco incómodo por estar en aquel lugar, de seguro Neil no era de los que frecuentaba mucho ese tipo de sitios. Miró la comida e incluso se le pasó por la cabeza que quizás hasta le hacía daño al no estar acostumbrado a ese tipo de lugares.

— ¡GOOOOOOOOOOOOL!

El grito de la mitad de los del lugar sobresaltó a Patrick quien se había sumido en sus pensamientos. Vio a Neil sonreír ante el entusiasmo de todos y siguió comiendo—¿La gente aquí siempre es tan intensa? —preguntó divertido al ver los silbidos y protestas de los que apoyaban al equipo contrario.

—Sí.

—Me gusta —admitió—. No solo el ambiente, sino también la comida está muy buena. Gracias por traerme a este lugar.

Patrick asintió sintiéndose un poco más tranquilo al escucharle decir eso, por alguna razón le alegraba que Neil no se sintiera incómodo en el tipo de ambientes que él frecuentaba—Y no me respondiste. ¿Es muy difícil lo de patear un penal?

—Depende mucho de la persona que lo patea y el guardameta que tengas enfrente. Muchos porteros pueden leer con más facilidad hacia donde tirarás; también muchos pueden fallarlo por la presión de las gradas. Así que no es solo un factor; muchos de los buenos pateadores se bloquean cuando se van a muerte súbita, en especial cuando el gol que decide la victoria o la derrota está en sus manos.

—Demasiada presión para mi gusto —replicó frunciendo el ceño—. ¿Cómo aguantas la presión?

El semblante de Patrick se volvió taciturno unos segundos—Eso no es presión, Evans. A comparación de otras cosas.

Al escucharlo y notar el semblante sombrío de su amigo no supo bien si debía seguir con el tema o debería cambiarlo. A su alrededor la gente ahogó un grito de sorpresa, pero ellos ya no prestaban atención al juego—¿Sabes? Yo no podía hacer todo lo que tú haces. No sé, simplemente no podría. Creo que colapsaría ante tanta presión, no sé cómo tú lo haces, pero es algo que me gusta de ti: la manera en que nunca te rindes.

Patrick desvió la mirada avergonzado—No es como si tuviera otro opción…

—Claro que sí, pero tú nunca vas por el camino fácil. No sé, es algo que me llamó la atención desde el principio de ti.

De repente esos halagos lo hacían sentirse demasiado apenado como para responderle—Bueno tú…—miró a Neil sintiendo que debía corresponder el cumplido—. Tienes…ya sabes…— Neil desvió la mirada de su comida para ponerle atención—. Un perro…—exclamó Patrick riéndose de sí mismo por no encontrar algo más que decir.

Neil lejos de sentirse ofendido rio también—Y tú un gato. Me sigues debiendo un halago.  

Patrick asintió y pidió otra cerveza. Era su tercera, pero sabía bien cuál era su límite, aunque lo había aprendido a las malas. Una vez tuvo la botella en sus manos se quedó viendo la pantalla unos minutos para ganar tiempo—Hablando en serio. No sé cómo tienes el valor de pararte frente a todos en el escenario. No sé. Yo no podría. Soy malo hablando en público, en realidad soy bastante malo hablando en general…

—¿No? ¿En serio? ¡Vaya si no me lo dices no lo noto! —exclamó sarcástico. Notó como Patrick pareció que quería contraatacar, pero al final se encogió de hombros y le dio la razón—. Y bueno, no sé, supongo que no es tanto valor, sino que disfruto lo que hago. Cuando estoy frente a todos no soy yo…

—Ahora vas a decir alguna mierda toda rebuscada que no voy a entender ¿verdad?

—¿Tan predecible soy? —preguntó Neil. Patrick se limitó a asentir—. Fingiré no sentirme ofendido. El punto es que no se trata de valor, es algo diferente; al menos yo no lo veo así —admitió—. Quizás te parezca muy raro, pero para mí estar allí frente a los demás, es una manera de huir de mí mismo.

—Ok, tienes razón es muy raro —soltó Patrick confundido ante semejante confesión—. No creo entender.

Neil sonrió—Cuando estoy en el escenario no me siento yo. Soy el personaje que interpreto. Es lo más cercano que puedo estar a olvidarme de mí mismo y me gusta. Todos los problemas, todas las personas, todo queda de lado y me convierto sea quien sea que me toque interpretar.

—¿Y todos piensan lo mismo cuando actúan? —se atrevió a preguntar movido por la curiosidad y en parte porque no sabía bien qué sería lo correcto responder en esos momentos.

Neil negó con lentitud—No lo sé. Nunca me he atrevido a preguntarles, pero incluso desde pequeño sentía esa necesidad de olvidarme de mí mismo —era extraño para Neil estar hablando de esas cosas, pero al mismo tiempo no podía evitar decírselas a Patrick—. Sentía que si una parte de mí seguía apegada a la realidad entonces no podría entrar en el personaje, entender sus problemas, sus motivaciones porque yo mismo tenía las mías y que muchas veces chocaban con las del personaje. Aún siento eso—No se había percatado de la manera en que Patrick lo miraba hasta que terminó de hablar, de repente se vio ruborizado por alguna extraña razón—. Y no sé de dónde ha salido esto. Lo siento hablo mucho…

—De hecho hablas por los dos —apuntó—. Pero supongo que realmente te apasiona lo que haces. Pocas personas creo que pueden compenetrar con un personaje de la forma que tú lo haces. Te he visto poco en los ensayo, pero supongo que es suficiente para ver que realmente te transformas en quien interpretas. No soy mucho de teatro, pero hasta alguien tan burdo como yo sabe que eso es lo que diferencia a los buenos actores de los excelentes.

—Creo que eso le gana a todos mis halagos.

Patrick tuvo que hacer un esfuerzo para no desviar la mirada ante la sonrisa de Neil. Seguía sintiendo ese extraño nerviosismo cuando Neil le miraba fijamente. Terminaron de comer y cada uno pagó su parte porque Patrick no le permitió a Neil pagar todo. No quería sentirse más en deuda con él.

***

Caminaron hasta la camioneta con lentitud. El parqueo estaba levemente iluminado. A medida se alejaban del restaurante solo se iba escuchando el sonido del mar—¿Tu tobillo está mejor? —Preguntó Neil en medio del silencio.

—Sí —era extraño como todo lo que había vivido en unas horas ahora parecía como si le hubieran ocurrido hace días o semanas atrás. Solo una pequeña punzada cuando apoyaba demasiado el pie era un recordatorio que eso había pasado hoy.

Al llegar a la camioneta Neil le sonrió con cierta tristeza—No quiero irme, si he de ser sincero —confesó mientras abría la puerta del conductor y entraba.

Patrick se sorprendió sintiendo exactamente lo mismo. Al final había logrado olvidarse de todo por unas horas. El camino hacia Gastrell fue lento, pero no lo suficiente para ambos. Transcurrió en completo silencio. Ambos sumidos en sus propios pensamientos que inclusive olvidaron poner música. Al llegar la ciudad el camino hacia donde vivía Patrick le pareció demasiado corto.

Pronto estuvo frente a su apartamento y aquello no le hizo sentir feliz. Tardó en quitarse el cinturón de seguridad. Neil se estiró para pasarle su mochila—No iras a trabajar mañana ¿verdad?

—Creo que no tengo otra opción, si quiero ir caminando medianamente normal a la universidad el lunes. No sé, veré que hago.

—Supongo que trabajarás en tus proyectos.

Patrick se limitó a negar con su cabeza.

Aún está decaído por lo que le dijo Landerson, pensó Neil—Si no vas a hacer nada —empezó—. No sé ¿te gustaría ir a mi casa? Mañana hay buenos partidos, creo que juega el Arsenal contra el Chelsea, el Dortmund contra el Schalke; el Atlético contra el Barcelona; la Roma contra la Lazio y, no sé, podemos ver alguno de esos partidos. Podemos pedir algo de almorzar y si dices que sí, puedo ir a comprar cerveza a algún supermercado antes que cierren.

Patrick sonrió inevitablemente. No recordaba cuando había sido la última vez que había hecho todo lo que Neil le proponía—De acuerdo —exclamó sin poder evitar contagiarse del ánimo de Neil.

—¿Eh?

La expresión de sorpresa de Neil le hizo mantener la sonrisa—Suena bien. ¿A qué horas llego?

—Ni hablar. No te conviene andar en bus con el pie así. Paso por ti como las ocho ¿te parece bien?

—Si crees levantarte a esa hora, por mí perfecto.

—Bueno entonces supongo que hasta mañana.

—Adiós.

—¡Hasta mañana, Pat! —el mayor tomó su mochila y salió del auto— Y Patrick— llamó Neil bajando la ventana—. Me alegra que ya me consideres tu amigo.

Patrick suspiró. Aquello sonaba más apropiado para el hermanito de Neil lo dijese—No vayas al súper a comprar cervezas. No te van a vender nada con esa cara de niño que te manejas— fue lo único que dijo antes de emprender la marcha hacia su edificio.

Creyó que no tendría ningún problema en subir las gradas, pero cuando iba por el tercer piso empezó a sentir nuevamente la molestia de su tobillo, tuvo que desacelerar el paso. Cuando finalmente llegó a su piso cojeaba de una manera más notoria a causa de la molestia. Al abrir la puerta de su apartamento Gabriel estaba esperándolo, era claro, porque apenas lo vio entrar se puso de pie.

—Hola —sin embargo Gabriel no respondió bajó la vista a su pierna que apenas la apoyaba. Patrick dejó caer la mochila—. Ya te fueron con el chisme.

—Sliff llamó en la tarde; quería saber cómo seguías y si habías llegado con bien a casa. Tuve que decirle que estabas descansando.

—No tenías que mentir, abuelo.

Gabriel adoptó un semblante serio al ver la tranquilidad de su nieto—Fuiste al juego aún lastimado ¿verdad? — el silencio fue el único que le dio la razón—. Muchacho, ¿dónde tienes la cabeza estos días? Desde ayer sabía que andaba algo mal, pero te lo he dejado pasar porque creía que no tenía importancia y ahora vienes lastimado y de seguro no has ido a que te revisen ese pie.

—Abuelo, abuelo, ya tranquilo— pidió Patrick mientras terminaba de llegar al sillón y se dejaba caer en él—. Estoy bien. Sí, fui al juego.

—Sé que fuiste al juego, pero quería ver si tenías el valor de decírmelo. Tu amigo Fabio llamó a la casa hace más de tres horas. Quería saber si estabas bien. Dice que perdieron, pero eso me importa bien poco sabiendo que has jugado y te han lastimado más. Te he estado llamando a tu celular y me salía que no había señal donde sea que estabas. ¿Tienes una idea lo preocupado que estaba por ti?

Niebla salió de la nada y se sentó en las piernas de Patrick quien escuchaba en silencio lo que su abuelo tenía para decirle. Estaba preparado para explicarle todo al entrar, pero no esperaba que ya lo supiera—No fue mi mejor idea. Fui un completo irresponsable. No pensaba —admitió— .Incluso fui al hospital contra mi voluntad, por cortesía de Neil. No es nada, solo tengo que descansar el pie. Todo iba bien hasta que subí todas esas escaleras —le explicó mientras le enseñó el vendaje—. Solo necesito un poco de hielo, cambiarme las vendas y me aconsejaron no jugar al menos tres semanas.

Gabriel se limitó a mirarle seriamente—Espero que por una vez en tu vida hagas lo que te dicen, muchacho. Y ni te molestes en reclamarme, pero ya le dije a Sliff que mañana no vas a trabajar. Sé que crees que necesitas el dinero y que solo depende de ti, pero te recuerdo que si bien estoy viejo no soy inútil. Podemos hacer unos ajustes para que salgan todos los gastos.

Patrick no interrumpió a su abuelo porque sabía que poco le convenía que se molestara, cosa que casi nunca sucedía, pero no valía la pena tentar su suerte—Está bien —concedió, al ver la expresión llena de incredulidad de Gabriel no pudo evitar sonreír un poco—. De todas formas planeaba no ir a trabajar.  Así que me has ahorrado llamar al señor Sliff, gracias.

—¿Es en serio?

—Sí. Neil tiene razón y hace mucho no me tomo un día libre. Supongo que ahora no me queda otra opción, así que me vendría bien descansar. ¿Te quedas más tranquilo?

—Sí —admitió extrañado. Gabriel pensaba que tendría que obligar a su nieto a quedarse en casa, pero nunca esperó que accediera con tanta facilidad—. Yo…bueno…iré a traerte un poco de hielo. No te muevas.

—Gracias, abuelo.

Gabriel fue a buscar el botiquín por nuevas vendas y la bolsa para echar hielo; desde la cocina miraba con cierta extrañeza a su nieto. Creyó que llegaría molesto, o al menos decepcionado, pero nunca lo pensó ver tan relajado. Inclusive podría jurar que era lo más feliz que lo había visto en meses, sino es que en años.

Cuando llegó a su lado y le puso la bolsa de hielo sobre el tobillo Patrick le hacía unos cuantos mimos a Niebla que intentaba captar su atención a toda costa. Gabriel le pasó el teléfono a Patrick—Deberías llamar a tu amigo Fabio. Estaba preocupado por ti —luego de una breve llamada se quedaron viendo los dos la televisión.

—Mañana…—empezó Patrick—. Planeaba pasar el día con Neil. Si te parece bien.

—¿Con Neil? —preguntó sorprendido—. Creía que ni si quiera lo veías como tu amigo.

Patrick se limitó a encogerse de hombros—Supongo que he cambiado de opinión —dijo mientras veía al gato y acariciaba su cabeza—. Me ha demostrado que puedo confiar en él. No sé porque alguien como él quisiera ser amigo de alguien como yo.

—Cualquiera quisiera ser tu amigo, Patrick, pero tú no se lo permites a la mayoría.

El aludido se limitó a esbozar una sonrisa melancólica. No quería corregir a su abuelo, pero estaba en un error. Incluso a veces creía que no era lo suficientemente bueno para ser amigo de Fabio y esperaba no sentir eso con Neil.

—No has respondido mi pregunta.

—¿Me estás pidiendo permiso?

—Por la cara que tenías cuando entré parecía que no planeabas volverme a dejar salir. Así que mejor te lo pido.

Gabriel asintió con aprobación, aunque sabía que Patrick no necesitaba su permiso para nada. Ya era mayor, podía valerse por sí mismo, pero aun así le agradaba la idea que se sintiera en la obligación de pedirle su consentimiento—Puedes ir, hijo, pero no andes esforzando tu pie.

—De acuerdo —se quitó la bolsa de hielo al sentir que empezaba a quemarle—. ¿Y tú estás bien? Los últimos días te he notado un poco más cansado de lo habitual. ¿Has ido a tus chequeos?

—He tenido cosas que hacer los últimos días y la cita me la reprogramaron en un mes, pero no te preocupes. Es solo cuestión de edad.

Patrick le miró desconfiado— Me reprendes porque no me cuido y tú haces lo mismo.

—A mí no me ves con tobilleras o yesos; debes tener cuidado, hijo.

—Lo sé, lamento haberte preocupado —después de todo Gabriel había sido el único que se preocupaba por él; al menos eso había creído hasta que apareció Neil.

***

Danny salió a recibirlo apenas abrió la puerta de su casa. El husky había crecido a un ritmo alarmante las últimas semanas; y aunque aquello era buena señal, no dejaba de serle un poco dificultoso a Neil a veces sacarlo a pasear por su energía y su fuerza. Se sentó en el suelo y empezó a jugar con su mascota—Hola amigo, ¿me extrañaste? —preguntó con una sonrisa mientras el perro apoyaba sus patadas delanteras en él en lo más parecido a un abrazo—Creo que sí —dijo dándole unas palmaditas a los costados—. Anda, vamos a darte algo de comer, creo que no te ha alcanzado lo que te puse para el día.

Luego de alimentar a Danny se dejó caer sobre el sofá, el husky no tardó en ir a ponerse a su lado. Neil estuvo acariciando sus orejas largo rato hasta que recordó la tarjeta que Andrew le había dado. Sacó su billetera y la vio con detenimiento, dudó unos segundos antes de estirarse para alcanzar el teléfono inalámbrico de la casa y marcó el número. Su vista se posó en reloj y fue hasta ese momento que fue consciente de lo tarde que era para llamar a alguien; estaba a punto de cortar cuando escuchó una voz del otro lado.

—¿Hola? —repitió.

Neil empezó a maldecirse así mismo por haber llamado tan impulsivamente sin siquiera ponerse a pensar qué decir—Este, eeh… ¿Hola? Andrew Hoplin me dio este número no sé exactamente por qué.

—¡Oh! Eres el chico Neil algo ¿verdad?

—Sí, Neil Evans ¿Y tú eres? — La persona al otro lado del teléfono no se escuchaba demasiado mayor así que sentía que estaba bien tratarlo de tú. —Jared Clinf. Sí, como te decía, Andrew dijo que esperara tu llamada aunque no me hiciera muchas ilusiones.                                                                                       

—Este, no sé qué contestarte la verdad. Ni siquiera sé para qué me dio este número o cómo puedes ayudar a Patrick —los murmullos del otro lado del teléfono poco inteligibles hicieron que Neil estuviera a punto de cortar ante la idea que había interrumpido algo importante.

—¿Te parece reunirnos en algún lugar y hablar más claro todo? Por teléfono es muy problemático.

—¿Eh? Oh, claro. Di la hora y el lugar.

—Lunes como las seis de la tarde ¿puedes?

—Me parece bien.

—De acuerdo. En la Taberna de Urin. ¿La conoces? Es un lugar bastante famoso en Gastrell.

—Sí, sé dónde queda. A las seis el lunes.

—Entonces quedamos, hasta entonces, Neil.

—Sí, buenas noches.   

Colgó siéndose extrañamente más tranquilo. Estiró su brazo para acariciar a Danny unos minutos más hasta que el cansancio empezó a pasarle factura. Al principio no se había dado cuenta, pero el haber conducido tanto le había cansado más de lo que había creído. Subió con lentitud las gradas hasta su dormitorio, seguido por Danny. Luego de unos minutos finalmente estaba acomodado en su cama, listo para dormir. Se estaba quedando dormido cuando recordó a Patrick diciéndole que eran amigos, acomodó su almohada prometiéndose que mañana le haría pasar el mejor domingo que estuviera en sus manos. Patrick finalmente era su amigo, y no podía quitarse ese sentimiento como si se hubiera ganado la lotería.

 

Notas finales:

¿Qué tal? :) ¿les gustó? Cualquier duda, queja, sugerencia, comentario es bien recibida :) ¡Feliz semana! Es fin de semana de clásico español, así que serán días interesantes :3 esperemos que sea buen partido para que sirva de inspiración ;) 

¡Un fuerte abrazo!


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