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Los títeres rebeldes por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

¡No me tardé un año! Yo lo llamo logro. 

LIII.

Neil respiró profundo. En medio del escenario había una sola luz encendida, aguardando porque alguien se parase en ella. Al otro extremo estaba Rose, de la compañía de teatro, y a quien Adrik Bell le había pedido personalmente que actuase con él. Rose era de las mejores y quedar opacado por su actuación sería algo fácil si no se concentraba al cien por ciento, en especial porque Adrik no dejó que ensayara ni una vez con ella, aquello podría ser un rotundo fracaso si no se entregaba por completo.

Las noches anteriores no había dormido del todo bien, pero después de ayer, de haber visto a Patrick enfrentarse a su padre, sentía que no podía quedarse atrás en enfrentar sus miedos y en esos momentos creía que tenía el impulso para lograr todo lo que propusiera, podía lanzarse a ese reto aun cuando sentía que le faltaba mucho camino por recorrer. Asintió y vio a Rose entrar al escenario e inmediatamente inició con su monologo del primer acto como Beatriz.

Neil entró con paso firme y las líneas salieron con facilidad. Patrick tenía razón, las había memorizado a la perfección, pero la memoria no era lo único que Adrik buscaba. Los primeros diálogos los sintió forzados, quizás pensaba demasiado, pero conforme fue tomando el ritmo con Rose todo empezó a fluir. Al principio no estaba a todo a gusto con el personaje del diablo, pero Patrick le había indicado que podía ser un personaje muy divertido.

Recordó cómo había logrado convencer a Patrick de hacerlo en las duchas de la universidad, aún con todo el equipo allí y parte de ese juego de seducción, de convencimiento, logró salir al escenario cuando más necesitaba convencer a “Beatriz” de robar las joyas de la iglesia. Neil no apartaba la mirada de Rose, a diferencia de otras obras esta solo podía salir bien si el diablo y Beatriz estaban completamente compenetrados uno en el otro.

Solo fue hasta que el diálogo final donde exigía que abriesen “la cortina” es que se atrevió a mirar al público, mientras el telón se cerraba.

Patrick estaba en la parte más alejada del público. Grabando todo. No le había dicho a Neil que iría porque no quería ponerle nervioso. Craig, Erika y Joshua no sabían nada respecto. Solo sabían que Neil venía a ver los ensayos y de vez en cuando a ayudar al elenco cuando lo necesitaban.

El telón se cerró y solo escuchó unos cuantos murmullos de parte de los de la compañía. ¿Lo estaría haciendo bien? Patrick sentía que sí. No estaba esa inseguridad que había percibido durante las primeras veces que le ayudó a practicar.

El telón volvió a abrirse para iniciar justo en la mitad del segundo acto y vio una faceta de Neil que nunca había visto. Estaba acostumbrado a verlo feliz mientras actuaba, pero esto, el Neil que estaba en ese escenario jamás lo había visto. Su voz llenaba todo el lugar. Podía ver cada gesto, cada expresión. Y había algo más. Un hambre de superarse que Patrick nunca se había percatado que estaba allí. Era como si Neil estuviese luchando contra sí mismo con cada diálogo, luchando por ser mejor que el de hacía unos segundos.

El final del segundo acto llegó y el telón volvió a cerrarse. Los de la compañía no dudaron en empezar a aplaudir. Ya estaba. Neil lo había hecho. Iba a poner pausa cuando vio que el telón volvió a abrirse, pero notó que la obra continuaba porque Rose apareció amarrada y tirada en medio del escenario. Patrick miró confundido a su alrededor. El resto del elenco parecía igual de confundido que él porque no se suponía que harían la escena final de la obra.

El recuerdo de Neil diciéndole, en uno de los muchos arrebatos de frustración y con ojos llorosos, que si lo estropeaba todo al menos no tendría que hacer el acto final el cual era el más complejo de todos porque tenía que demostrar sufrimiento, rabia, desesperación y finalmente soberbia.

Patrick aguantó la respiración cuando Rose empezó el diálogo final. Beatriz estaba al borde de la muerte por culpa del diablo. Neil lucía culpable, su voz era entrecortada tal como se suponía que debía hacerlo. El diablo quería rendirse, harto de nunca lograr su cometido, pero Beatriz le dio la fuerza para seguir adelante.

Neil tenía a Rose en sus brazos, mientras esta “moría”. Silencio. Solo se escucharon los sollozos de Neil por unos segundos hasta que todo quedó en silencio. Neil tenía su rostro de espaldas al público, Patrick vio como acariciaba la mejilla de Rose antes de acostarla con suavidad en el escenario. Giró hacia el público, como si estuviese furioso que nadie les brindase ayuda, y lo vio cerrar sus ojos y apretar los puños con fuerza antes de ponerse de pie. Hizo como se apartara con rabia las lágrimas de sus mejillas. Su mirada era intimidante, decidida, furiosa.

—“Esta bien…Seguiré luchando; libraré de nuevo la batalla, en otro lugar, en otro tiempo, y algún día, tú muerta y yo vivo, seremos vencedores.”

Patrick sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo mientras veía a Neil allí en el escenario tan decidido. Silencio. De pronto todos los del elenco se levantaron y aplaudieron emocionados. Fue como si fuera lo necesario para romper el hechizo porque Neil como si nada volvía a hacer el mismo de siempre, sonrió apenado y se apresuró a ir a ayudar a Rose que aún estaba amarrada a sus espaldas.

Apenas tuvo sus manos libres, Rose le dedicó unos aplausos y Neil se llevó una mano a la cabeza, completamente apenado.

Patrick solo pudo sonreír desde su asiento mientras ponía pausa al video. Neil era realmente alguien sorprendente.

—Gracias por ayudarme, Rose —dijo Neil mientras le ayudaba a pararse.

—La próxima avísame con más tiempo si quieres jugártela el todo por el todo.

Neil se disculpó una vez más. Sabía se había aprovechado que Rose era tan buena actuando, pero entre el primer y segundo acto había sentido que podía lograrlo. Había sido egoísta, pero desde que leyó la obra la primera vez, lo que más le había aterrado era el cierre. Todo el peso de la obra estaba en ese diálogo final, en esa promesa. Cuando Adrik le dijo que no tenía que hacerlo se había sentido aliviado, pero conforme pasaban los días empezó a sentir que debía enfrentarse a ella. Que debía atreverse a hacerla independiente lo hiciera bien o mal. Solo quería superar ese miedo de arruinar todo con un solo diálogo.

Los de la compañía subieron y no dudaron en felicitarle, en molestarle porque según ellos se estaba guardando su talento cuando ensayaba con ellos. El ambiente animado se interrumpió cuando Adrik subió al escenario y mandó al equipo a prepararse para iniciar con el ensayo. Quedando a solas con Neil en el escenario.

—¿Estás satisfecho con tu actuación?

Neil se lo pensó unos segundos antes de responder con seguridad: —Sí.

Adrik hizo una mueca de insatisfacción—¿Crees que es lo mejor que puedes conseguir?

—Sí. Creo que este es mi límite —confesó Neil. Notó la decepción de Adrik—. Lo siento, señor Bell. Este es mi límite actual.

Adrik le miró confundido—¿Límite actual?

—Sí, aun cuando he venido a los ensayos, he escuchado las observaciones que le ha hecho a los demás aún hay muchas cosas que no pude asimilar como propias. Sé que lo que vio hoy probablemente no estuvo ni a la sombra de sus expectativas, pero me hizo darme cuenta que esto es lo que quiero. Mientras estaba actuando no dejaba de preguntarme cuánto podía mejorar, cuánto más tengo que esforzarme para poderme sentir realmente satisfecho conmigo mismo.

Adrik miró a Neil quien no dejaba de sonreír mientras le contaba cómo se sentía. Quizás el muchacho Smith se había equivocado respecto a él, quizás Neil no era de los que tenía un talento sin límites tal como Patrick aseguraba, pero la pasión, el deseo de mejorar ese sí parecía no tener límites. Neil Evans era un muchacho bastante honesto respecto a sus emociones, por eso era fácil sentir cuanto disfrutaba la actuación. Su deseo por superarse era casi palpable. Hacía mucho tiempo que no veía esas cualidades en alguien. A veces, si se usaba bien,  ese deseo por mejorar era algo más valioso que poseer un talento sin límites.

—Esa última escena. No recuerdo haberte dicho que la ejecutaras.

Neil le miró apenado—Lo sé, lo siento. Sé que fue de la nada, pero si no lo hacía sentía que me estancaría y no es algo que desee en estos momentos.

Ya había pasado demasiado tiempo estancando, pensando que no era suficientemente bueno para estudiar ingeniería. Hasta que apareció Patrick y le demostró que era más capaz de lo que alguna vez había imaginado. No quería volverse a sentir de la misma manera, no con algo que amaba tanto como la actuación.

—Quitando que no fuiste capaz de llorar de verdad, supongo que podría considerarse como un cierre aceptable —concedió Adrik Bell.

Neil sonrió apenado—Sí, aún me cuesta esa parte.

—Aún tengo unos cuantos días aquí. No me molestaría enseñarte un par de tips, si te interesa —Dijo Adrik. Sabía que Neil sonreiría, pero aun así le causaba cierta gracia acertar—. Manda la última escena.

—¿Disculpe?

—Para el curso de Gretbauer. Manda la última escena. Debe bastar para hacerte entrar.

Neil sonrió aliviado, pero luego recordó—Ah, no le pedí a nadie que la grabara —dijo desilusionado.

—Estoy seguro que tu novio grabó todo. Trae una copia la próxima vez que vengas, analizaremos todos puntos débiles. Prepárate para una crítica destructiva.

Neil miró confundido a Adrik, quien señaló los asientos del público y vio a Patrick sentado casi en la penumbra.

—Se lo pediré.

—Es todo por hoy. También es bueno ser joven y relajarse de vez en cuando. Escríbeme con anticipación para dejar un tiempo para ti —dijo Adrik mientras caminaba hacia un lado del escenario y empezaba a gritarle al elenco que por qué no estaban listos aún.

Neil bajó del escenario y fue hasta donde Patrick. Quien se apresuró a ponerse de pie.

—Cuando me dijiste que te dejara cerca de aquí y que tenías cosas que hacer creía que era en serio —dijo Neil fingiendo indignación.

—No quería que estuvieras nervioso y en realidad si tenía que hacer una parada —dijo Patrick inclinándose sobre un asiento.

Neil vio como tomaba un ramo de flores de diferentes tipos y colores.

—Yo…no sabía cuáles eran tus favoritas así que solo elegí un montón de cada una —explicó Patrick mientras se lo extendía—. La última vez no sabía que se acostumbraba dar flores, pero hoy…

—Era solo una tonta audición. Usualmente solo se dan en los estrenos —le interrumpió Neil tomando las flores.

Patrick se apresuró a negar con la cabeza—No, no le restes importancia. Estuviste increíble. Yo nunca te había visto así. Parecías brillar en el escenario.

Neil sonrió apenado. ¿Dónde había quedado el Patrick que el mayor halago que podía darle de buenas a primera era que tenía un perro?

—¿Te quedarás a ensayar?

Neil negó con la cabeza—¿Por qué no hacemos algo solo los dos?

—Tu mamá preguntó si regresaríamos para el almuerzo —le recordó Patrick.

—Ah, pero ya desayunamos juntos. Y fue difícil ocultar la marca que me dejaste anoche, así que dudo correr con la misma suerte el resto del día. Además, quiero pasar tiempo solas con mi novio. Una cita que dure al menos una tarde para variar. ¿Qué dices?

Patrick le miró derrotado. Hacía mucho tiempo se rindió en querer contradecir a Neil, quien ya se disponía a abrazarle con fuerza y le murmuró al oído “Gracias por las flores”.

***

Daniel despertó con los gritos de Robert. Anoche había llegado tarde a casa, después del estadio había ido a cenar con Leah y el tiempo se había ido volando mientras hablaba con ella. De todo y de nada a la vez.

Días como esos se arrepentía de haber alquilado la casa que sus padres le habían regalado. Era una casa ridículamente enorme, él era solo una persona. Sabía que era una manera de su madre de presionarlo para que se casara de una vez. Daniel estaba harto de esas conversaciones.

De pronto ahorrar ese dinero ya no parecía una buena inversión. No cuando su padre andaba que se lo llevaba el diablo desde hacía días y lo mejor era evitar estar en casa el mayor tiempo posible. Daniel intentó ignorar los gritos, pero estos y el hambre lo obligaron a salir de la cama.  Al bajar a la cocina rápidamente divisó a sus padres.

—¿Es verdad? —preguntó su madre.

Daniel despeinó sus cabellos. Su madre estaba furiosa, y él todavía no tenía su café para lidiar con ella—Buenos días —dijo mientras caminaba hacia la cafetera, por fortuna alguien del servicio se había tomado la delicadeza de hacerlo, quizás previendo que la discusión iba a ser larga. Se tomó su tiempo sirviéndose su café y dándole un largo sorbo. Nada como un buen café para soportar una nueva discusión en la que él tendría que ser el réferi—¿Qué es verdad?

—¿Fuiste al estadio ayer?

Daniel les miró extrañado—Sí, ¿cómo lo saben?

—¿A qué fuiste? —insistió su madre.

Daniel le miró confundido—Pues no había ningún concierto, así que a lo que usualmente va la gente a los estadios: a ver un partido de fútbol.

Ése juega para Gastrell.

Daniel frunció un poco el ceño. Hacía mucho que no escuchaba a su madre mencionarle—Sí, es el capitán. Es bastante bueno. Metió dos goles —dijo Daniel mirando de reojo a su padre.

Notó la mirada de desaprobación de Robert. Sabía que era solo porque se trataba de Patrick. Si hubiera sido él, su padre no se hubiera callado por semanas. No dudaría en que todos sus colegas lo supieran.

—No entiendo porque tuviste que ir —dijo su madre—. Y en especial sentarte tan cerca de los Evans.

Daniel le miró confundido—¿Qué sucede con los Evans?

La expresión de su padre no fue nada amigable. Era la primera vez que lo veía tan hostil al mencionar a Craig, su esposa e hijos.

—Cuéntale tú, Elizabeth, yo no tengo paciencia…

—Resulta que el hijo mayor de los Evans es gay —dijo escandalizada Elizabeth—. Y no es lo peor de todo. Resulta que su novio es Ése. Honestamente no sé cómo Craig no lo ha metido a uno de es campamentos de conversión.

—Mamá…

—Ay, ya sé, ya sé, está de moda ser gay y todo eso, pero honestamente, Daniel, no sé cómo su familia lo permite y hasta lo apoya. Si tanto quiere andar regalando las nalgas el muchachito ese, se pudo buscar a alguien mejor. No entiendo cómo Craig y Erika permiten que ande con un muerto de hambre.

—No hables así de Patrick. Además te recuerdo que has visto su publicidad de modelo. No debe irle tan mal.

Su madre se llevó las manos a la cabeza automáticamente. Siempre había sido así desde que tenía memoria, el solo pronunciar el nombre de Patrick le “provocaba migraña”.

—Ay, Daniel, tan temprano y me quieres poner mal de los nervios.

Daniel suspiró y miró su café con pesar. Ya no podría disfrutarlo—No entiendo que tiene que ver su relación con nosotros.

—¡Pues no me dejaste terminar de explicar y no menciones ese nombre en esta casa, por favor! —exclamó Elizabeth—. El punto que Ése ha llegado a manipular a los Evans. No sé qué tonterías habrá inventado sobre nosotros, pero ha hecho que Craig que saliera así como si nada del proyecto de la ampliación del puerto. Sabes que la compañía de Craig tiene más recursos y sin ellos tu padre se verá forzado a no ejecutar el proyecto.

Daniel suspiró, no se atrevió a ver a su padre porque rápidamente notaría que a él le daba igual lo del proyecto—Pero mamá, ¿te estás escuchando? ¿Cómo alguien como Pa…como él, tendría el poder de decirle a Craig cómo manejar su negocio? Creo que están exagerando, honestamente. Es novio de Neil no es como si estén casados o algo por el estilo.

—No, no me gusta, algo pasó allí. Ese muchacho es malo. Malo y manipulador como su madre. Lo llevan en la sangre, no les bastó con casi arruinar nuestra familia una vez. Ahora viene el hijo a intentar hundirnos.

Daniel miró con lástima a su madre. La familia la había arruinado su padre. Él fue quien no respetó los votos que le había hecho a ella.

—Creo que están exagerando. Es una lástima lo del proyecto, pero si la empresa no puede ejecutarlo solo lo mejor es dejarlo. Si buscaron a Craig es porque están consciente que los costos de hacerlo con alguien más serían demasiado elevados. Demasiado esfuerzo para tan poca ganancia. Es prudente no hacer ese tipo de proyectos es lo que me has enseñado siempre, papá —dijo Daniel mirando a Robert por primera vez.

—Si ese desgraciado…

Daniel apretó sus labios con fuerza. No tenía sentido insistir más. Sus padres decidieron culpar a Patrick por algo que seguramente no tenía nada que ver.

—¿Cuándo planeas dejar de hacerte el vago y tomar el cargo que te corresponde en la empresa? —preguntó Robert. 

Esa pregunta sí tomo por sorpresa a Daniel. Había pasado varios meses desde la última vez que habían tocado ese tema. A esas alturas creía que su padre entendería que lo que realmente le apasionaba era enseñar. El trabajo en la empresa no estaba mal, pero no era algo que se imaginaba haciendo a diario.

—Tú estás haciendo un buen trabajo. No sé para qué me quieres allí.

—Tu padre tiene razón, Daniel. Sabes que no nos gusta que te desperdicies en un trabajo tan corriente y mal pagado como la docencia. Intercedí por ti porque pensé que te daría suficiente tiempo libre para que conocieras a alguien y…—su madre calló de pronto, le miró con detenimiento—. Ahora que lo pienso. Has estado saliendo más que de costumbre. ¿Se trata de una chica?

—Mamá…

—Ay, Daniel Hayes, no me digas por favor que se trata de un hombre porque mis nervios no van a resistirlo. No me hagas exiliarte.

Daniel sonrió con tristeza. Ojalá estuviera bromeando, pero sabía que su madre iba en serio con lo de darle la espalda—No es un hombre. Tú y tus nervios pueden estar tranquilos.

Su madre se llevó la mano al pecho y suspiró dramáticamente.

—Espero que si estás viendo a alguien sea de buena familia—fue lo único que dijo Robert antes de ponerse de pie con el periódico del domingo bajo el brazo. Llevaba el café en la otra mano así que probablemente se encerraría en su estudio al menos una hora.

—¿Entonces? ¿Ya formalizaron? ¿Es bonita? ¿Dónde la conociste? ¿Cuánto gana al mes? ¿Está sacando maestría? ¿Cuándo la presentarás?

Daniel miró a su madre unos segundos sin saber que decir. La sola idea de presentarles a Leah a sus padres era un tanto peligrosa. Principalmente porque lo que más le atraía de ella era su honestidad, su franqueza y capacidad de decir las verdades a la cara a las personas, ya sea de una manera educada o de la manera más prosaica posible. Si alguna vez llegase a escuchar cómo su madre o su padre se referían de Patrick eso no terminaría bien y él no se atrevería a detenerla.

—En la biblioteca. La conocí en la biblioteca —fue lo único que Daniel fue capaz de responder.

***

Patrick siempre olvidaba la poca experiencia que tenía siendo un novio “tradicional”. Su relación con Neil no había empezado de una manera muy natural tampoco, pero cuando Neil le preguntó qué quería hacer en su cita no tuvo ni la menor idea que responder.

Con Caleb nunca tuvo citas exactamente. La única cita con Neil había sido ir a comer, pero ahora tenían demasiado tiempo libre. Casi todo el día. Había visto un par de películas románticas, cortesía de su abuela, pero no podía recordar nada realmente memorable de que hacer en una cita, por lo que solo pudo responder lo que Neil quisiera. Él era quien tenía experiencia en eso de las citas.

Neil pareció pensárselo un par de minutos antes de sonreír y decirle que ya sabía a dónde irían para su segunda cita.

La primera cita transcurrió con normalidad, pero esta cita por alguna razón lo tenía nervioso. ¿Y si Neil se aburría con él? ¿Y si no actuaba como él esperaba? ¿Y si él detestaba a dónde lo llevaba?

Era ridículo si lo consideraba con mente fría. Apenas era su segunda cita, pero ya se habían besado, tenido sexo, ¡hasta vivían juntos! Hacían el supermercado de manera quincenal, le llevaban comida a su abuelo, sacaban a Danny a pasear y al veterinario. Su relación no era exactamente de noviazgo si lo comparaba con la de los del equipo de fútbol.

Después del primer mes como novios habían acordado solo felicitarse por otro mes juntos, dejando las celebraciones grandes para cuando cumpliesen un año de noviazgo. 

Pasaban la mayor parte del tiempo haciendo las comidas, estudiando, saliendo con los títeres, con sus familias y lidiando con el drama del momento, pero no habían tenido demasiado tiempo para las citas. ¿Estaba eso mal? ¿Debía preocuparse?

Eran demasiadas preguntas por lo que obligó a apagar su cerebro para evitar seguirse atormentando.

—¡Llegamos! —anunció Neil después de una hora.

Patrick había estado demasiado ensimismado que no notó a donde se dirigían. Miró confundido el lugar. No sabía bien qué había esperado de Neil, pero después de unos segundos el lugar le pareció muy Neil.

—¿Ya habías venido?

Patrick asintió con la cabeza—Una vez…—cuando tenía seis y cuando su madre aún le daba el dinero para poder ir a las excursiones. No lo recuerda bien, pero probablemente esa había sido su última excursión. El resto del tiempo su madre siempre le decía que no tenía dinero para mandarlos a esas tonterías y sus abuelos no podían con más gastos.

—Oh, ¿quieres ir a otro lugar?

Patrick negó con la cabeza. No recordaba mucho del lugar. Aunque no lo había pasado tan bien. No recuerda bien el motivo, quizás a su madre se le olvidó ponerle el almuerzo, o simplemente sentía que no encajaba con el resto de sus compañeros.

Bajaron de la camioneta, y vieron a algunas familias correr detrás de los niños que avanzaban emocionados hacia la entrada del acuario, pero también había varias parejas y grupos de amigos que bromeaban mientras hacían fila para entrar. El buen humor de todos no tardó en contagiársele.

—¿Me dejas pagar las entradas?

Neil frunció el ceño—Um, solo si me dejas invitarte a comer.

Patrick sonrió, sabía que Neil no le dejaría todo el control. Una vez comprada las entradas se internaron en el acuario. Mientras caminaban por los pasillos pensaba que nunca se le hubiera ocurrido ese lugar para una cita, pero no estaba mal. Le gustaba ver a Neil casi colgarse la baranda de seguridad para ver mejor a los peces, a veces ni siquiera notaba que casi pasaba encima de los niños más pequeños para tener una mejor visión. Le gustaba ver cómo se divertía.

Neil lo llevó casi arrastrado a una pecera particularmente grande—Dónde está…dónde está—murmuraba—Juro que estaba en esta sección.

—¿Qué estás buscando?

—El pez más macabro que he visto, tienes que verlo. ¡Es horrible! me da pánico.

Patrick le miró divertido—Si te da miedo ¿por qué lo andas buscando?

—¡Porque tienes que verlo y opinar igual que yo! —exclamó Neil como si fuera lo más obvio del mundo.

Patrick sonrió divertido y empezó a buscar cual era el dichoso pez. Estuvieron cinco minutos buscando cuando de pronto Neil le tomó con fuerza del brazo.

—¡Allí está! ¿Lo ves? Ay, no velo tú, yo no puedo es horrible — exclamó tapándose la cara con una mano mientras seguía señalando con la otra.

Patrick sonrió al verlo actuar de esa manera, pero volvió su vista al dichoso pez. Había estado escondido en un hueco, la verdad era bastante tétrico. No parecía nadar una manera normal.

—¿Sigue allí? —preguntó Neil mirando hacia otro lado.

—Sí, creo que seguirá allí por un buen rato. ¿Seguro que es un pez? Se ve como una anguila.

—Ay, no, Pat ¿cómo puedes mirarlo fijamente? Mira tengo la piel erizada solo por haberlo visto —dijo Neil estirando el brazo para que viera.

Patrick sonrió divertido—Ah, Robert es más malvado, el pez es lo segundo más tétrico que he visto.

Neil le miró confundido pero rio con la comparación. Noto a Patrick buscar el nombre del pez en la información de los peces. “Morena”. Notó como Patrick seguía mirándolo. Ni su madre ni Joshua podían sostenerle la mirada, es más, su madre había memorizado en qué exhibición estaba para pasar de largo mientras su padre solo se reía y decía que le faltaba mirar en esa.

Notó como Patrick sacaba su celular.

—¡No, ¿por qué quieres tomarle fotos?! —exclamó Neil horrorizado.

 —Ah, para cuando se te olvide meter la ropa tendré fotos que mandarte como venganza.

Neil le miró horrorizado e intentó quitarle el teléfono a lo que Patrick rio levantando el celular donde Neil no podía alcanzarlo aun cuando saltase.

—No te atrevas, Smith, mejor sigamos, ¿sí?¿sí? ¿Por mí?

Patrick sonrió derrotado—Eres un chantajista—dijo mientras guardaba su teléfono—Ven, vamos a ver los peces tropicales, supongo que allí no hay ninguno tan tétrico.

Neil sonrió complacido y no pudo evitar darle un rápido beso en la mejilla. Patrick le miró apenado, pero sonrió.

—Ahora que lo pienso ¿Por qué no has intentado tomarme la mano?

—Ah, te hace falta ¿verdad? Poco a poco voy haciéndote igual de meloso que yo —dijo Neil complacido mientras entrelazaba sus manos.

Patrick no creía que llegaría a los niveles de Neil, pero era verdad que poco a poco se había acostumbrado a esos pequeños detalles y cuando no los recibía no podía evitar preguntarse si todo estaba bien.

Llegaron al estanque de los peces tropicales y no pudo evitar pensar que sin Neil probablemente no se divertiría en ese lugar, solo lo vería como normal o dentro de lo esperado, pero junto a él todo parecía increíble, memorable. Adoraba verle enseñarle cuál era para él el pez más bonito de todos y cinco segundos después cambiar de opinión para señalar otro.

Se dejaba arrastrar de exhibición en exhibición, mientras Neil le enseñaba todo bajo su perspectiva, él era mucho observador que él para esas cosas, se percataba de cosas que él hubiera ignorado y disfrutaba escucharle hacer todas las preguntas que se le cruzaban por la cabeza aunque no esperase que él pudiera responderlas. Neil le hacía preguntarse asimismo cosas que jamás se hubiera hecho, le enseñaba a disfrutar hasta los más mínimos detalles, estando con él le permitía conocerse un poco mejor.

Luego de una hora, llegaron al famoso túnel del acuario. Quizás estar con Neil demasiado tiempo era demasiado contagioso porque miró asombrado como los tiburones y las mantarrayas pasaban encima de sus cabezas. Vio a Neil sacar su celular y puso la cámara frontal, le indicó que se acercara justo en el momento en que una mantarraya pasaba sobre sus cabezas.

Neil le enseñó la fotografía feliz.

—Ponte allí, quiero una solo tuya.

—Evans…

—Oh, vamos, no seas tímido. Mira que estamos solos en el túnel. ¿Sabes lo difícil que es conseguir esto? Rápido, rápido. Ponte.

Patrick no tuvo más remido que complacerle. Aunque Neil no se conformó con tomarle una. Patrick terminó sacando su celular y tomándole fotos a él para que parase, pero Neil se lo tomó mejor y hasta hacía poses graciosas para él.

A mitad de la sesión de Neil empezaron a llegar más personas, pero Neil siguió con sus poses a pesar de las risitas de todo el que pasaba. Después de un rato se quedaron observando a los tiburones que pasaban sobre sus cabezas o frente a ellos. Patrick se apoyó en la baranda y se quedó contemplando todo en silencio. Ignorando los gritos emocionados de los niños, o los murmullos de las familias. No supo cuánto tiempo se quedó viendo todo, pero solo pudo apartar la vista cuando sintió la mirada de Neil en él. Nuevamente tenía el celular en alto y era obvio que le había tomado una fotografía.

—¿Cuántas fotos más necesitarás?

—Fotos quizás solo unas cien más.

Patrick bajó la mirada para ocultar su sonrisa—En serio, no sé para que necesitas tantas.

—Ah,  cuando te extrañe puedo verte en mis fotos.

Patrick volteó a verlo—Ahora solo estamos separados un par de horas. ¿Tantas necesitas?

—Agradece que solo son un par de horas, si fueran días enteros necesitaría un catálogo —le aseguró Neil y miraba la última foto que había tomado.

Quizás era su favorita hasta el momento. Patrick tenía un aura serena como pocas veces la veía cuando estaban fuera de su hogar. Las comisuras de sus labios se levantaban un poco solo para demostrar que estaba disfrutando del momento.

—¿En qué pensabas antes que te interrumpiera? —preguntó Neil.

Esta vez fue Patrick quien le tomó de la mano y le indicó que siguieran—Estaba pensando en por qué no habíamos hecho esto antes —confesó con calma—. No tiene que ser este lugar siempre, pero no sé, siento que hemos perdido demasiado tiempo a solas.

—Ah, siempre pasa algo…

—Lo sé, pero…—Patrick sintió la frustración en su voz por lo intentó tranquilizarse—. Sé que no es algo que planeemos, pero me gustaría poder hacer esto más seguido.

Neil le miró conmovido—No creía que disfrutarías tanto nuestra cita.

Patrick tampoco lo creyó, pero estando allí con Neil sentía que se había perdido demasiadas cosas por estar trabajando o estudiando siempre. Recordó las palabras que le había dicho a Robert, quizás ser modelo, si le implicaba mejores ingresos y tener más tiempo para estar con Neil, para poder salir con él, no era tan descabellado. Había algo más que cuentas que pagar, dramas familiares, trabajo y universidad, y se sentía un poco tonto por apenas estarse percatando de ello.

—Nunca había tenido una cita como esta, no sé qué es en concreto, puede que sea todo o solo porque estoy contigo, pero estoy feliz —admitió Patrick.

Neil sonrió radiante al escucharle, al ver esa sonrisa Patrick solo pudo besarle, lo estrechó con fuerza, feliz. Agradecido con Neil por permitirle vivir todas esas emociones. Cuando se separaron notó a Neil sonrojado. Después de tantos momentos juntos, le causaba gracia que por un simple beso se sonrojara.

—¿Quieres ir a ver a los pingüinos?

Patrick dejó escapar una pequeña risa, pero asintió. Sabía que era uno de los animales favoritos de Neil.

***

Isabella miró su teléfono asegurándose de la hora. Tenía veinte minutos esperando a Fernando en el restaurante que quedaron para almorzar. Los últimos días lo había pensado con detenimiento, quizás ella era demasiado paranoica con que todas las relaciones no estaban destinadas a durar, pensamiento creado cortesía de sus padres, por lo que se había armado de valor para decirle que estaba lista a conocer a sus padres. Anoche Fernando él había vuelto a preguntar cuándo podía presentarlos.

Con un poco de suerte los padres de Fernando serían como los de Neil y menos como los suyos. A lo mejor hasta podía ser que le agradaran. Fernando era amable, amoroso, atento, así que suponía que sus padres podían ser igual a él.

Si las cosas salían bien hasta podría plantearse presentarle sus padres a Fernando en las vacaciones, por separado obviamente, sus padres no la amaban tanto como para aceptar una comida juntos, aun cuando fuera para conocer a su novio.

Volvió a mirar su teléfono, era extraño se retrasase, iba a llamarlo cuando lo vio entrar. Apenas la vio  Fernando avanzó a trotes y cuando estuvo a su lado le indicó que se parara.

Isabella confundida pronto se vio envuelta en un abrazo. Fernando tardó varios minutos en separarse y cuando lo hizo, notó que los ojos de Fernando brillaban llenos de felicidad.

—Es obvio que pasó algo bueno —dijo Isabella con una sonrisa, mientras le indicaba que tomara asiento—¿Vas a decirme qué es? Para alegrarme también.

—¡Me aceptaron para el intercambio en Colombia, Isa!

Isabella quien había estado sonriendo le miró con total desconcierto—¿Me perdí de algo?

—Apliqué para hacer un intercambio para el próximo semestre. Acabo de recibir el correo avisándome que aprobaron el intercambio, mira, mira —dijo Fernando pasándole el celular.

Estaba demasiado feliz como para notar que el desconcierto de su novia se empezaba a transformar en molestia. Isabella leyó todo el correo en silencio, decisión acertada porque le permitió calmarse un poco. Cuando apartó la mirada del teléfono y vio a Fernando sonreír no pudo evitar sonreírle de vuelta. No con tanta efusividad, pero parecía que era algo difícil de conseguir.

—Felicidades, Fer, esto es una gran oportunidad para ti.

—¡Espera que le diga a mi familia en Colombia que sí me aceptaron y que voy a pasar un semestre con ellos!

—Oh, ¿ya se lo habías comentado?

—¡Pues obvio! Quería saber si querían soportarme seis meses, me dijeron que podía irme apenas empiecen las vacaciones para que me saquen pasear a todos los lugares divertidos antes de empezar el próximo semestre. ¡Oh, Isa, será maravilloso! —dijo abrazándola de nuevo.

Isabella no rehuyó del contacto pero la molestia estaba allí. ¿Por qué no le había dicho antes sus planes? ¿Por qué esperar hasta ese momento? Cuando se volvieron a separar Fernando le miró extrañado.

—¿Estás bien?

—Sí, sí, estoy bien. Solo que me tomaste por sorpresa —se excusó Isabella—. No me lo comentaste en medio de alguna borrachera ¿verdad? Porque te he dicho que apenas recuerdo los detalles de lo que hablamos cuando bebo mucho.

Fernando soltó una carcajada—No, no, no te lo había querido decir que porque no sabía si me aceptarían. Supongo que también quería sorprenderte.

—Pues lo hiciste —dijo intentando no sonar demasiado sarcástica—. Pero estoy muy feliz por ti. Es una gran oportunidad.

 —Será increíble. Ya encontraremos la manera de siempre llamarnos por las noches y  siempre puedes irme a visitar o podemos irnos juntos en las vacaciones para que conozcas Colombia, se los mencioné a mi familia y dicen que estarían felices de recibirte que no tienes que preocuparte por nada del alojamiento y la comida.

A Isabella se le hacía más difícil sostener la sonrisa, porque a sus oídos Fernando solo estaba hablando un puñado de tonterías. ¿En verdad creyó que querría seguir con él sabiendo que se iría todo un semestre a otro país? No quería arruinarle el momento, pero estaba haciendo todo su esfuerzo para no decírselo. ¿Cómo pasó de pensar en cómo le diría que quería conocer a sus padres a pensar cómo decirle que quería romper con él?

***

Logan y Víctor estaban a la mitad del Conjuro cuando llamaron a la puerta del apartamento, haciendo que ambos se sobresaltaran, rieron al notar la reacción del otro. Víctor le puso pausa a la película y Logan fue a ver quién tocaba. Al ver por la mirilla se quedó extrañado. Volteó a ver a Víctor al mismo tiempo que volvieron a llamar a la puerta.

—Es tu madre…

Víctor se sobresaltó al escucharlo. Logan abrió la puerta y aun cuando sabía quién estaba del otro lado le sorprendió, igual o más que Logan recordase como lucía su madre considerando que solo la había visto una vez.

—Buenas tardes, perdón por venir sin avisar, no sé si me recuerda, soy Eloise, la madre de Víctor —dijo la mujer a Logan quien solo asintió y le indicó que pasara.

—¿Quiere un café, té o algún refresco? —ofreció Logan.

—Agua está bien.

Logan fue a la cocina, pero no perdió detalle del desconcierto de Víctor que tardó unos segundos en ofrecerle a su madre que tomase asiento junto a él. ¿Había pasado algo? La madre de Víctor nunca venía y rara vez llamaba. Usualmente se limitaba a escribirle textos y mandarle un poco de dinero de vez en cuando, que básicamente solo servía para la gasolina.

Ninguno de los dos se atrevió a iniciar la conversación, Logan se debatió en sentarse o no, pero al llegar a la sala se limitó a ofrecerle el vaso y anunciar que estaría en su habitación. Víctor asintió y lo vio subir las escaleras.

Logan se dejó caer en su cama y de vez en cuando asomaba un poco la cabeza por el barandal. Para bien o para mal no podía darles mucha privacidad, quitando el baño y el cuarto de Víctor el resto del apartamento era de concepto abierto así que tendría que escuchar toda la conversación. Miró los audífonos en su mesa de noche y sabía que lo correcto era poner la música al máximo volumen pero no quiso hacerlo,

—Qué sorpresa que hayas venido. ¿Todo bien en casa? —preguntó Víctor luego de un largo silencio.

—Sí, quería saber cómo estabas. Sé que siempre me escribes que estás bien, pero quería comprobarlo en caso que me estuvieras mintiendo para no preocuparme —dijo Eloise mientras tomaba un sorbo del vaso con agua.

—Claro que no. Estoy bien, más que bien, me gusta vivir con Logan —dijo Víctor sin dudarlo con una sonrisa, rompiendo con su semblante de seriedad usual—. Tampoco es mentira que conseguí trabajo. Es un poco pesado llevar los estudios y el trabajo a la par, pero hasta ahora me las estoy arreglando. Estaba un poco preocupado de no mantener el promedio necesario para seguir con la beca, pero me ha ido bien en los trabajos finales así que solo tengo que evitar meter la pata en algún final.

Eloisa sonrió con aprobación—Bien, bien, me alegra que sigas siendo tan responsable con todo lo que haces. Estoy orgullosa de ti, hijo —dijo mientras jugueteaba con el conjunto de brazaletes en su muñeca izquierda.

Víctor asintió con la cabeza—Por cierto, gracias por el dinero que me has enviado, me ha servido muchísimo. ¿Y tú cómo estás?

—Bien, te extraño en casa, pero en general bien…

Víctor esperó que su madre dijera algo más, pero nada. El sonido de los brazaletes moviéndose era lo único que llenaba el silencio del lugar, cuando posó su vista en ellos notó unas marcas rojizas en las muñecas de su madre. Si no estuviera moviendo los brazaletes no serían visibles. Logan miró confundido a su madre quien miraba el apartamento.

—Las cosas siguen mal económicamente, pero creo que tu padre ya está aceptando que no podrá mantener las apariencias por mucho tiempo —continuó narrando Eloise—. La gente está empezando a preguntar por ti y pensé que quizás sería bueno que regresases a casa con nosotros. Tu padre dice que se comportará, pero no quiere más escándalos.

Víctor no supo que decir. Volvió a adoptar su semblante serio y pasaba su mirada de la muñeca de su madre a su rostro—Yo…

—Yo también pondré más de mi parte para evitar que tu padre se salga de control. Creo que la empresa se puede salvar si tú ayudas. Fuiste el único que notó que todo fracasaría, así que quizás puedas ver algo que los demás no. Siempre has sido un niño muy listo, Víctor.

Víctor ni siquiera intentó sonreír—Creo que deberías dejar que las cosas sigan su curso, mamá, la empresa no puede salvarse…

La sonrisa tambaleante de Eloise se esfumó, miró a su hijo como si estuviera diciendo una completa tontería—No puedes estar hablando en serio.

—Lo estoy. Si liquidan ahora la empresa al menos no van a comprometer el patrimonio propio para pagar los proveedores. Pueden vender la maquinaria y sacar dinero de allí para los pagos, quizás papá tenga que vender el carro y comprar uno más modesto, pero conservarían la casa y tendrían lo necesario para sobrevivir unos tres meses o más, en lo que papá busca un trabajo.

—Tu padre no aceptaría eso…

—No creo que tenga otra opción. Me sorprende que aún logren mantenerse a flote. Si voy y le digo esto sé que no estará feliz y no podrás controlarlo. Esa es mi solución y por eso te la digo a ti, se cuánto cuesta la maquinaria, aún con la depreciación de su uso es una cantidad nada desdeñable, pero tiene que deshacerse de todo antes que los intereses en los bancos los asfixien —le explicó con calma, pero veía como su madre se iba alterando cada vez más.

—Tiene que haber otra solución…

—Con su record, no. Lo siento, mamá. Intenté advertirle, pero ya sabes cómo terminó —dijo Víctor con tristeza—. Si crees que no aceptará la única solución, quizás deberías irte a vivir con mi tía antes que las cosas empiecen a salirse de control contigo.

—No, no puedo, no puedo abandonar a tu padre. Tú tampoco puedes abandonarnos.

Víctor le miró con confusión—¿Qué…?

—Debemos permanecer juntos, Víctor —le interrumpió Eloise—. Recoge tus cosas y…

—¡No!

Víctor se sobresaltó y alzó la mirada y vio a Logan bajando a pasos apresurados la escalera en espiral—Logan…

Eloisa se puso de pie al notar la expresión furiosa de Logan—Lamento que hayas escuchado todo, pero esto es una decisión que debemos tomar entre Víctor y yo.

—¡No está dejando que Víctor decida! ¡Usted quiere decidir por él! —estalló Logan— Él es feliz aquí conmigo ¿No lo escuchó? Víctor es feliz y usted quiere devolverlo a ese infierno en el que vivía.

—No hay que…

—¡Víctor pasó un infierno y usted lo sabe! ¡No se atreva a minimizarlo! Si no va a protegerlo al menos no me impida hacer el trabajo que usted no hizo.

—¿Cómo te atreves a….?

—No sé bien las circunstancias, probablemente si se hubiera metido también hubiese terminado lastimada, pero a la primera agresión tuvieron que salir huyendo los dos o buscado ayuda para que él no se les acercara —le recriminó Logan—. No voy a dejar que se lo lleve, él es feliz aquí conmigo y yo soy feliz con él y eso es lo único que me importa. Y si él alguna vez quiere irse pues tendrá que demostrarme que a donde vaya será más feliz y estará seguro o de lo contrario no lo dejaré ir.

—No puedes hacer eso.

—¡Claro que puedo! No se lo voy a dar. Si quiere estar con su hijo piense en otra solución y cuando la tenga vuelva por él, pero a ese infierno no vuelve.

Eloise miró a Víctor quien solo desvió la mirada cuando los ojos de su madre se posaron en los suyos.

—No vuelva hasta que tenga una solución viable, por favor. No siga importunándonos —dijo Logan mientras avanzaba hasta la puerta del apartamento y la abría haciendo un gesto a la mujer para que saliera. La vio mirar a Víctor una vez más, pero al no notar respuesta no le quedó otra opción que salir. Ni siquiera se molestó en mirar a Logan, pero este sabía que debía despreciarlo en esos momentos. Apenas cruzó el umbral se apresuró a cerrar la puerta y echarle llave en caso que se arrepintiera.

Se apoyó contra esta y se quedó mirando sus calcetines unos segundos antes de atreverse a moverse. Sentía el corazón palpitarle con fuerza. ¿Qué acababa de hacer? Había echado a la mamá de Víctor de su casa, había ignorado por completo sus deseos, ¿y si quería estar con su madre?, le había dicho a su madre que no podía decidir por él y él había hecho lo mismo. Apretó sus labios con fuerza. No había sido su intención, pero apenas escuchó que Eloise quería llevárselo no pudo evitar reaccionar de esa manera. Su respiración se hacía más agitada ¿y si había arruinado todo con Víctor también?

—Logan…

—L-lo siento, lo siento…—dijo Logan con voz quebrada. Ni siquiera podía alzar la mirada, apenas fue consciente de las manos de Víctor aferrarse a su camiseta y jalarlo con fuerza hasta él—Lo siento…fui…

—Increíble—dijo Víctor abrazándolo con fuerza—. Gracias…

Logan lo abrazó lleno de confusión—¿No estás molesto? —susurró por temor que si lo decía más fuerte realmente lo estuviera.

—No, yo…tú dijiste todo lo que nunca habría tenido el valor de decirle —confesó. Lo estrechó con más fuerza, sintió sus lentes moverse un poco y una parte de ellos se le clavaba dolorosamente en el tabique nasal, pero no quería separarse de Logan—. Tenía miedo que me alejara de ti…

—Yo también tenía mucho miedo.


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