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Los títeres rebeldes por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Hola a todos :) bueno por aquí dejo el correspondiente capítulo de la semana. Muchísimas gracias a todos los que se han tomado la molestia de dejarme un review ya sea por primera vez o por continuar dejandome reviews. Me animan muchísimo a seguir y ya saben que siempre estoy abierta a recibir cualquier tipo de reviews. Sin más espero que les guste este capítulo

VII.

Un peso extra en su colchón fue lo que terminó de despertarle. Abrió sus ojos con cierta reticencia viéndose momentáneamente cegado por los rayos de sol que se colaban por sus cortinas. Se restregó los ojos con cierta pereza, ahogó un quejido cuando sintió un peso extra en su espalda—Danny, por todos los cielos bájate— protestó mientras se ponía la almohada en la cabeza y se movía lo suficiente para obligar al cachorro a bajarse.

Luego de unos minutos cuando no escuchó ruido alguno, pensó que finalmente le había enseñado a su perro que sus horas de dormir eran sagradas, pero cuando sintió la lengua pasándose por su oreja supo que había cantado victoria demasiado pronto—¡Danny! — exclamó molesto intentando quitarse al perro—.No, Danny, no. No molestar mientras duermo ¿es tan difícil entender eso? — exclamó con la mayor seriedad posible, pero al ver al cachorro juguetear con las sábanas supo que estaba gastando saliva en vano—¿Qué voy a hacer contigo? —preguntó mientas lo acariciaba. Vio el reloj que marcaba casi las nueve—Y así quiero mejorar mis notas—exclamó mientras tomaba a su mascota en brazos no sin cierta dificultad y bajó las escaleras—.Ven, te daré algo de desayunar y…—las palabras quedaron en el aire al ver a alguien más en su cocina.

—Creí que estabas en clases.

Neil puso a Danny en el suelo mientras terminaba de cruzar el tramo que le faltaba—Es a las nueve y media— Respondió secamente—. ¿Qué haces aquí?

—¿Ya no puedo venir a visitarte?

Neil desvió la mirada de su padre y buscó la comida de Danny—Dijiste que creías que estaba en clases. Era claro que no venias a visitarme.

Craig desvió la mirada de su hijo cuando le hizo frente—¿Café?

—Nunca me ha gustado.

—Lo tendré en mente.

Neil sonrió de lado, siempre decía lo mismo cada vez que le recordaba algo a su padre por milésima vez. Tomó un tazón y buscó el cereal y la leche. Al siguiente minuto estaba en la mesa comiendo lo más a prisa que podía, pero cuando su padre se sentó frente a él el apetito se fue de golpe—Y…—Craig hizo una pausa—¿Cómo has estado?

—Bien.

Desvió la mirada a la pared llena de fotografías. No sabía porque seguía haciéndolo, aún a sabiendas que el dolor solo incrementaría. Había momentos en que deseaba tirar todas esas fotografías a la basura, hacer como si esos recuerdos jamás existieron, como si esas personas no existieran, pero al volver la mirada a Craig sabía que no era tan fácil escapar del presente y de tu realidad.

—¿Y tus amigos? Logan, y el chico de la vez pasada.

—Patrick— le recordó—. Están bien, también.

—Sí, Patrick, se veía agradable— Concedió en un intento de demostrar su aprobación, aún a sabiendas que su opinión valía poco para su hijo—. Aunque no parece que es el tipo de persona con la que te juntarías.

—Quizás quiero conocer nuevas personas— Comentó distraídamente mientras miraba por encima de su hombro a Danny terminar de comer.

Craig asintió aun a sabiendas que no era observado por su hijo—Conocer nuevas personas está bien. Aprendes de ellos cosas nuevas, intereses nuevos.

—Sonaba mejor como lo decía el abuelo— Lo cortó Neil. Miró la expresión de su padre y supo que se había pasado de la raya, no porque Craig denotara enojo, sino todo lo contrario.

—Tienes razón, él siempre sabía decir y hacer lo correcto. Lo extrañas mucho ¿verdad? A veces creo que quién perdió un padre fuiste tú y no yo.

Neil terminó de comer incómodo—No me gusta esta conversación, padre, lo que yo sienta no traerá de vuelta al abuelo y lo sabes—su voz se llenó de una amargura que pocas veces se permitía mostrar—. Lo que ninguno de los dos sienta podrá cambiar el pasado.

Ambos se quedaron en silencio intentando no mirarse fijamente—Supongo que tienes que correr si quieres llegar a tiempo a clases— Comentó finalmente Craig mirando su reloj.

—Sí, se me hará tarde— Exclamó aliviado de no tener que ser él quien zanjara la conversación. Se puso de pie y dejó el plato en el lavabo y caminó hasta las gradas. Giró hasta su padre que seguía en la mesa viendo las viejas fotografías familiares, a veces se preguntaba si su padre veía esas fotografías y también se preguntaba en qué momento su familia se empezó a desmoronar. Una parte de él quería decir algo para remediar lo que había dicho allá atrás, pero no se le ocurría nada sensato—Papá…— Craig le miró extrañado, como si no se esperase que realmente lo llamase de esa forma—Este yo…no sé ¿querrías almorzar conmigo más tarde? Podemos ir por allí, ya sabes, como en los viejos tiempos. Tú invitas claro está.

Craig sonrió un poco—Eso me gustaría.

Neil asintió intentando contagiarse de la emoción de su padre—Genial, salgo de clases a las once treinta. ¿Te llamo?

—Claro, pasaré por ti a la universidad. ¿Te parece bien en la entrada principal?

—Genial, nos vemos entonces.

—Sí, yo también te dejo, tengo trabajo por hacer. Suerte en tus clases.

***

Sabía que el equipo se molestaría con él por haber reprogramado el entrenamiento para la hora del almuerzo, pero había tenido una entrevista de trabajo justo a las siete y luego otra a las nueve. Ambas un completo fracaso, y no porque no fuera apto, sino que los trabajos no se ajustaban a sus necesidades: horarios pocos flexibles, la paga no era lo suficiente. Nunca se había puesto a pensar lo mucho que le beneficiaba el trabajo del señor Morrison, los últimos tres días los había pasado yendo de entrevista en entrevista en las horas libres que le daba la universidad, pero cada entrevista le mandaba el mensaje claro que debía quedarse donde estaba si quería graduarse justo en el tiempo que se había propuesto, pero por otra parte el dinero le decía que no importaba cuanto se lo propusiera, no iba a conseguirlo.

La clase estaba a punto de terminar y lejos de tener apuntes de las diapositivas que el arquitecto estaba pasando solo tenía un puñado de números. Intentaba buscar que recortes podía hacer, tachó de inmediato el internet, demasiados laboratorios en línea o demasiada información que buscar para los trabajos, tampoco podía prescindir de la luz o el agua. Así fue tachando cosas de su lista, sentía la vista de Fabio mirarle de reojo de vez en cuando, pero sabía que no haría ningún comentario al respecto a no ser que él empezara la conversación. El arquitecto terminó la clase antes que pudiera decidirse si podía prescindir del transporte a la universidad y caminar hasta allí.

Estaba terminando de guardar sus cosas cuando su celular empezó a vibrar. Frunció el ceño al notar el nombre en la pantalla, definitivamente podría prescindir de su celular, sintió la mirada de Fabio sobre su hombro y se apresuró a guardar el teléfono.

—Deberías cambiar de número si no planeas contestarle nunca.

Patrick bufó hastiado, los últimos días había recibido llamadas de Andrew, pero a excepción de la primera en ningún momento había  vuelto a contestarle. No tenía ni la menor idea de cómo había conseguido su número, puesto que un muy reducido grupo de personas lo tenían. Además tenía suficientes problemas como para estar pensando en Andrew Hoplin.

Salieron del edificio de arquitectura—¿Almorzamos primero y luego avanzamos con el reporte de análisis?

—No puedo, tengo entreno.

—¿Entreno a esta hora? — Preguntó Fabio extrañado.

Patrick se llevó una mano a su nuca, por eso no le gustaba dar muchas explicaciones, hacía todo más problemático—Sí, tuve que suspenderlo, tenía cosas que hacer— Fabio asintió no sabiendo si debía preguntar o no—. Una entrevista de trabajo—Agregó Patrick al notar la expresión de su amigo.

—Creí que ya tenías uno...

—Y lo tengo, pero están haciendo unos recortes y ya no me es viable seguir allí, o al menos eso pensaba. Los otros trabajos son peores.

Fabio asintió en silencio mientras caminaban entre los senderos de la universidad—Déjame ver si entiendo, no quieres renunciar a tu trabajo pero necesitas más dinero.

—Sí, algo así.

— ¿Por qué no haces lo que yo hago cuando necesito dinero extra?

— ¿Venderte a las masas femeninas? —Preguntó con una sonrisa de lado.

—No eso, imbécil, aunque creo que ganaría más— Dijo en tono pensativo—, a lo que me refiero es que a los de ingeniería les dejan varios proyectos de hacer maquetas y como muchos no tienen ni puta idea de cómo hacerlo o simplemente no quieren hacerlo, esa gente como mínimo te pagan cincuenta dólares por una tontería, una maqueta marca Smith como mínimo costaría unos ochenta, considerando lo perfeccionista que eres.

—¿Es en serio?

—Sí, tengo una pequeña clientela que puedo pasarte por el módico precio que vayas a hacerme unos Hot Cakes a mi casa al menos dos veces al mes.

—Ya supéralo, Fabio, además ya te dije que no le cociné a Evans.

—Nunca lo superaré, luego me saldrás que Neil es tu mejor amigo.

—Nunca— Le aseguró Patrick—. Así que deja el melodrama.

Fabio alzó las manos en un gesto de rendición—Pero en serio, si quieres que riegue la voz que estás ofreciendo tus servicios profesionales no me importaría hacerlo. Puedes sacar buen billete de allí.

No tenía idea que tan viable era, pero el tiempo se le había acabado, le había prometido al señor Morrison que hoy le daría una respuesta sobre si continuaba o no—Pero no siempre les dejan esas cosas, y necesito un ingreso seguro.

Fabio miró de reojo a Patrick—Bueno…hay una cosa, pero puede que no te guste.

— ¿El qué?

—Tú lo sabes…

—No, no lo sé.

Fabio sonrió como si ya se lo esperara— El puesto como escenógrafo de los Títeres sigue en pie, y por lo que Isabella me enseñó esta mañana necesitan urgentemente que alguien se haga cargo— Esperó una negativa rotunda antes que terminara la frase, pero Patrick en verdad pareció meditárselo—. Deberías pensártelo. No es la gran cosa si lo piensas, forma más sencilla de ganar dinero no podrías encontrar y siempre podría regar la voz, creo que a los de primer año de civil les han dejado de hacer unas maquetas que deben entregar en tres semanas así que ten por seguro que el dinero empezará a llover.

—De acuerdo— Exclamó Patrick un poco derrotado—. No tengo muchas opciones, así que empieza a correr la voz. No hago nada por menos de sesenta, desde ya te lo digo y ellos, obviamente,  pondrán el dinero de los materiales.

Fabio sonrió aliviado que no le hubiese costado mucho convencerlo—De acuerdo, capitán.

—No me digas capitán.

—De acuerdo, Patrick. Ahora ve a patear balones mientras yo te consigo una buena clientela.

—Te debo una…

Fabio amplió su sonrisa— Ya sabes cómo agradecerme.

—Sí, eso no va a pasar— Comentó mientras se despedía de él.

—¿Y qué hay de Neil? ¿Empiezo a correr la voz que eres parte del staff de los Títeres Rebeldes?

Patrick se limitó a alzar la mano en un gesto de despedida, al parecer no le quedaba otra opción—Momentos desesperados, medidas desesperadas— murmuró para sí.

***

Miró su móvil por milésima vez, pero ni una sola llamada perdida. Por el contrario él había llamado al menos veinte veces a su padre en la última hora. Neil se maldijo por lo bajo por haberse ilusionado las últimas dos horas por pasar tiempo con él. Metió su celular en la mochila y empezó alejarse de la entrada principal de la universidad a la que ingenuamente había caminado con la esperanza que su padre pasara por él. Se repetía una y otra vez lo estúpido que había sido al imaginar que las cosas serían diferentes, que su padre había cambiado.

Sin darse cuenta terminó bajo la sombra de uno de los árboles del polideportivo. Incluso el hambre se había esfumado a causa de su enojo. Nada le costaba haberlo llamado o por lo menos haber escrito un mensaje cancelándole, pensaba mientras removía furioso las cosas de su mochila buscando algo que lo tranquilizara, ver sus notas arrugadas al fondo de la mochila no le ayudaban a sentirse mejor, finalmente dio con su iPod, leer en esos momentos no lo ayudaría.

Se puso los audífonos intentando que la rabia se esfumara, subió el volumen al máximo intentando obligarse a no pensar en cómo su padre había hecho lo mismo durante toda su vida, de lo patético que debió haberse visto los primeros años del colegio donde no debía tener más de seis años y lloraba cuando éste no aparecía a las dos horas y creía que lo habían dejado para siempre en el colegio, y las maestras tenían que telefonear a su madre para que fuera a recogerlo, de cómo ella siempre intentaba excusar a su padre diciéndole que tenía demasiado trabajo, pero incluso en ese entonces Neil sabía que su madre que tenía los horarios más complicados por tantas audiencias y aun así tenía tiempo para irlo a recoger al colegio e inclusive cuando prometía que iría por él, ella estaba puntual.

Con los años dejó de llorar cuando su padre no llegaba a la hora acordada, las maestras ya no se sorprendían de verle allí a altas horas de la tarde, fue en ese entonces a la edad de ocho años cuando en una de las muchas tardes que estaba esperando en vano a su padre llegara por él, y no un chofer de la empresa, fue cuando vio al grupo de alumnos de cursos superiores en el escenario.

Recordaba de cómo había pasado por casualidad justo cuando estaban ensayando “Macbeth”; le había llamado atención el vestuario que se estaban probando, el colorido, la escenografía, pero principalmente como los alumnos actuaban. Se había quedado en uno de los últimos asientos en la penumbra del amplio auditorio y por una hora había visto a todos entrar y salir del escenario con sus expresiones serias, otras afligidas, un sinfín de matices que lo habían absorbido por completo haciéndole olvidar lo molesto que estaba con su padre por olvidarse de él por millonésima vez.

Aquel día no fue el único que pasó largas horas en el anfiteatro del colegio, pronto se vio al menos una vez por semana yendo a ver los ensayos, cuando menos se lo esperó, se descubrió así mismo dándose cuenta cuando se equivocaban de línea; Neil creía que pasaba desapercibido hasta que un día el director del grupo de teatro se sentó junto a él a mitad del ensayo, había estado tan entretenido repitiendo en voz baja los diálogos que no notó la presencia hasta que se sentó a su lado a hablar.

En un principio creyó que le reñiría por haberse colado en los ensayos, porque en primera no sabía si estaba prohibido o no, pero se sorprendió viéndose alabado por su buena memoria. Incluso le fue obsequiado su primer libro. Macbeth. Rob, el director del teatro, le explicó que no debía frustrarse si no entendía mucho de que iba la obra o porque los personajes actuaban de esa manera, le invitó a seguir yendo a ver  los ensayos si en verdad le interesaba, y claro que le interesaba.

Esa noche llegó con un solo deseo para su madre, que ambos leyeran Macbeth, y si bien no entendió muy bien de qué iba la obra, y su madre tampoco comprendió porque de todos los libros quería que le leyera uno que involucraba brujas, un rey escocés y una trama llena de ambición, traiciones sin mencionar lo compleja que era para un niño de ocho años, fue complacido en su deseo.

Antes de darse cuenta se encontró leyendo argumentos complejos para alguien de su edad y si bien no entendía la mayoría de los libros que habían en la biblioteca de su colegio eso no dejaba de desalentarlo, buscó libros de su nivel y poco a poco fue llegando a los libros que eran muy superiores para alguien de su edad.

En ese entonces que descubrió la pasión por los libros y fue cuando que dejó de molestarle que su padre no llegara a tiempo, dejó de importarle las excusas que ponía, y lo aceptó tal y como era. Eso le hizo más fácil quererlo, admirarlo, tal y como se suponía que debía de hacer un niño de su edad, querer ser como él, y por un tiempo Neil se olvidó que había empezado a descubrir que su padre era imperfecto. Los libros y el teatro le hicieron olvidarse de los pequeños pero significativos detalles que iba descubriendo de su progenitor, casi podría decirse que adrede volvió a ponerse una venda en los ojos para no querer aceptar las imperfecciones de su padre, pero eso solo sirvió solo para retrasar lo inevitable.

Neil siguió yendo a los ensayos y pronto se vio siendo amigo de Rob y de los alumnos de grados superiores, y más temprano que tarde se vio en el escenario haciendo papeles pequeños, un mozo, un niño extra que aparecía diciendo a lo sumo un dialogo de dos o tres líneas, pero incluso en ese entonces Neil se sintió el dueño del mundo encima del escenario, creyó que podía ser cualquier cosa si se lo proponía, pero su verdadero reto vino cuando tuvo nueve años y Rob le propuso que interpretara al “el Principito”. Había aceptado sin dudar ni un segundo, porque había memorizado diálogos más largos sin siquiera tener que representarlos en el escenario.

Nunca iba a poder olvidar todo lo que experimentó siendo “el Principito” viajando de planeta en planeta,  la cara de orgullo de toda su familia que había ido a verlo y como se habían quedado con la boca abierta de no solo verlo ser el protagonista, sino que también ser rodeado por alumnos de cursos superiores.

En aquel entonces, incluso con aquellos pequeños disgustos que le daba su padre había sido feliz, pero ahora todo era diferente, porque el teatro, la música, los libros no eran suficientes como para volver a poner la venda en sus ojos, esa había caído hacía mucho, y nunca pensó decepcionarse tanto de alguien.

Ahora Keane resonaba en su cabeza llevándose toda la rabia que había sentido de repente, abrió los ojos sintiéndose más ligero, más adormecido, lo que casi le cuesta una nariz rota, porque si se hubiese tardado solo tres segundos más en abrir los ojos no hubiese sido capaz de esquivar un balón de fútbol que iba directo a su rostro.

Para cuando Neil se recuperó del susto, Patrick estaba a su lado recogiendo el balón—¿Estás bien? —preguntó extrañado de verle allí.

El menor se quitó los audífonos—Empiezo a creer que el mundo tiene algo en contra de mi nariz perfectamente recta—comentó mientras veía como los demás esperaban por Patrick—. ¿Y eso que entrenan a esta hora?

—Larga historia—exclamó sin mucho deseos de hablar nuevamente del tema—. Mira, tengo que regresar a la cancha, pero necesito hablarte. Tenía planeado irte a buscar pero me has facilitado todo. El entreno acaba en quince minutos máximo. ¿Qué dices?

Neil no se había esperado aquello, por lo que solo atinó a responder sin salir de su sorpresa un:—C-claro, yo te espero.

—De acuerdo. Regreso en quince.

Neil sonrió inconscientemente, mientras lo veía volver con sus compañeros. Los siguientes minutos se dedicó a ver al equipo practicar, no hacía mucho que entendía de fútbol, pero confiaba en que Patrick y su equipo tuvieran lo necesario para ganar. Todos parecían llenos de confianza, principalmente hacia Patrick, no había que ser un genio para notar la estima que le profesaba el equipo. En ese poco tiempo viéndolo dirigir notó que a pesar que intentaba mantenerse serio, Patrick en verdad parecía disfrutar lo que hacía, así como parecía divertirse en compañía de los demás. Una vez terminó el entreno  se despidió de ellos. Caminó hacia Neil no sin tener más de algún curioso que se quedó unos segundos viendo hacia donde su capitán se dirigía antes de ir a las duchas. Patrick llegó caminando con cierta dificultad debido a los tacos, mientras debía con avidez de su botella con agua.

—Buen trabajo, capitán— dijo Neil intentando buscar una manera de iniciar la conversación.

El mayor se limitó apartar unos risos que caían sobre su frente mientras se sentaba a un lado de Neil mientras veía como encendían los aspersores de la cancha. Creyó que tendría que estar aguantando miles de preguntas o comentarios del menor, pero se sorprendió que de alguna manera pareciera comprender que no tenía ganas de hablar inmediatamente.

Se quedaron en silencio unos minutos mientras él intentaba darle vueltas a lo que iba a decir, por más que intentaba buscar una buena excusa para haber cambiado de opinión no encontró ninguna así que se limitó a decir: —El puesto como escenógrafo—empezó mientras miraba de reojo las reacciones de Neil—. Me preguntaba si aún está disponible—. La sonrisa del menor le hizo arrepentirse de haberlo siquiera preguntando.

—O eras tú o no era nadie más.

Patrick se apoyó contra el tronco e intentó ignorar lo bien que se escuchó aquello, el ser indispensable incluso cuando se tratare de algo tan insignificante como montar la escenografía—Solo negocios, Evans.

—Solo negocios— Concedió Neil.

—Exacto. Así que supongo que ya tienes a tu condenado escenógrafo.

—Ok.

—¿Sólo eso dirás? Un ok. Para haber insistido tanto no has reaccionado como esperé.

El menor miró a Patrick aún con su sonrisa en los labios—No quiero hacerte cambiar de opinión así que me estoy controlando.

—Ya me lo suponía—dijo con una débil sonrisa se dibujó en sus labios. Se quedaron nuevamente en silencio cada uno sumergidos en sus propios pensamientos. La calma se vio rota por el sonido del celular de Neil, pero parecía que no tenía tensión de contestar, generalmente Patrick no se entrometía en la vida de los demás, pero cuando el celular sonó por tercera vez exclamó: —Si no piensas contestar al menos calla ese aparato infernal.

Neil se limitó a disculparse casi en un susurro mientras buscaba en su mochila su móvil, empezó a sacar todos sus papeles y cuadernos hasta que dio con él, apenas echó un vistazo al número apagó el móvil casi con odio y lo arrojó al fondo de la mochila. Se quedó unos segundos mirándolo antes de empezar a meter sus cuadernos sintiendo su cólera empezar a bullir, sin embargo esta no duró mucho al notar que Patrick revisaba su horroroso parcial de estática. La cólera se convirtió en vergüenza.

—No tienes ni la menor idea de lo que te están pidiendo en cada ejercicio—Exclamó prestando su completa atención al parcial—. La manera en que resolviste el primer problema debías haber resuelto el tercero. En el segundo ibas bien, pero no te perdiste completamente a la mitad del ejercicio. ¿Tienes un lápiz?

Neil se acercó un poco más mientras le tendía un lápiz que recién recuperaba y vio como Patrick le dejaba planteado la forma correcta de hacer los ejercicios—Lo haces ver tan fácil—murmuró inconscientemente.

Patrick lo miró extrañado—No es la gran ciencia, estática en teoría es sencilla comparado con las otras materias que llevan los de ingeniería.

—¿No has pensando ser instructor o dar clases privadas?

Patrick volvió a su tarea de señalarle los errores—Tiempo es dinero, Evans. Además para los de ingeniería es algo así como muy humillante que alguien de arquitectura venga y sepa más que ellos. Ya sabes, siempre ven de menos a los de arquitectura.

—Para mí no lo sería. Humillante es no tener ni la menor idea que estoy haciendo. ¿Lo pensarías? —Preguntó con cierta ansiedad y temor a que se negase de entrada—Si yo te lo pidiera, ¿lo pensarías? En verdad necesito pasar la materia, con esta nota ya es prácticamente toda una odisea.

Si se lo hubiera pedido solo un fin de semana atrás la respuesta hubiera sido un rotundo no, pero algo había cambiado en poco tiempo. Era como si todas las circunstancias, si bien incidentales, los hubiera acercado un poco más, y por ese algo le hacía imposible negarse de inmediato.

—No puedo— Dijo finalmente—. Si acepté ser tu escenógrafo es porque necesito el dinero.

Creyó que se sentiría hasta cierto punto humillado después de confesarle a Neil la razón por la que había aceptado, que sería visto de menos, pero nada de eso pasó. Mirando a los ojos a Neil de alguna manera comprendió que con él estaba bien decir esas cosas, que no intentaría salir con alguna estupidez como que estaba bien si ahora no tenía dinero, pero si trabajaba duro en el futuro si lo tendría o que no tenía nada que avergonzarse porque no todos tienen las mismas posibilidades; no dijo nada de eso y entonces Patrick comprendió que de alguna forma con Neil podía ser honesto.

—¿Y si ambos nos ayudamos? —Preguntó Neil—. Te pago porque me enseñes. Tú pon el precio, sé que puedes conseguir mejores formas de ganar el dinero, pero de verdad eres al único que conozco que puede ayudarme. Logan entiende, pero me siento una especie de retardado pidiéndole ayuda todo el tiempo.

—Solo tengo tiempo libre los fines de semana después de mi trabajo y a veces entre semana entre las doce hasta las tres. No es mucho si lo piensas.

—A mí me parece bien. ¿Qué dices?

Encontrar un trabajo solo de medio tiempo los fines de semana era prácticamente imposible, pensó Patrick, además le vendría bien refrescar lo que había visto, sin mencionar que así podría perfectamente complementar el dinero que necesitaba para sus gastos— De acuerdo.

— ¿Eh?

—De acuerdo, también seré tu tutor— Si antes creía que Neil sonreía, en esos momentos no sabía bien cómo llamar a lo que estaba plasmado en el rostro de Neil.

—¿Es en serio? ¿No vas a pensarlo si quiera?

—Tú lo dijiste: yo necesito el dinero y tú un cerebro que sea capaz de transmitirte algo. Supongo que podemos intentarlo aunque nunca le he enseñado a nadie. Si no ves mejoría eres libre de despedirme cuando quieras.

—Y si crees que soy un caso perdido eres libre de renunciar cuando quieras. ¿Entonces? ¿Tenemos un trato?— Preguntó mientras estiraba su mano.

Patrick la estrechó—Tenemos un trato, Evans.

—¡Genial! ¿Empezamos este fin de semana? Oh, aguarda no puedo este fin de semana se supone que intentaremos con Logan descifrar lo que hemos visto con Logan en Mate III para el parcial.

—Creí que ya lo habían tenido…

—Harán uno de reposición, creo que la mayor nota fue un tres de doscientos alumnos.

—Bueno, suerte con esto— Por fortuna él llegaba hasta mate II porque se suponía que la mate III era la más compleja de todas—. ¿No se supone que tienen instructores para que les expliquen?

Neil volvió a apoyarse contra el tronco del árbol haciendo que sus hombros con los de Patrick se rozaran ante la cercanía—Buf, son un completo fraude, los tipos se la pasan diciendo que tuvieron mucha suerte de pasarla o que no entendieron ni mierda y que deberíamos de copiarnos entre nosotros.

—Pues ve donde el catedrático.

Neil giró su rostro en dirección a Patrick—No lo sé. Supongo que podría ¿pero qué le digo?

Patrick volteó a verlo— Podrías…—Las palabras parecieron borrarse de su mente al notar la cercanía de ambos, no era que estuvieran extremadamente cerca, pero no estaba acostumbrado a estar tan cerca de las personas a no ser que fuera alguien con quien fuera a besarse para luego pasar a asuntos más íntimos. Sus ojos se posaron en los labios de Neil. ‘No es que fuera a besar a Evans’ se dijo así mismo, pero incluso cuando los vio moverse tardó unos segundos en volver a la realidad, su vista se apartó de los labios de Neil y pasó directo a sus ojos que le produjeron una extraña ansiedad.

—¿Estás bien? Te quedaste completamente ido.

Agradeció interiormente que no fuera de los que se sonrojaba con facilidad ante momentos embarazosos—Sí, estoy bien. Y podrías simplemente ir a decirle que no entiendes ni mierda y que los instructores tampoco. Total tú mismo lo dijiste: Es más humillante no tener la menor idea de lo que estás haciendo. Además es su trabajo, para eso le pagan. No deberías dejar que ese viejo se gane el dinero tan fácil.

—Bueno, supongo que no pierdo nada. A lo sumo me manda a la mierda por no entender nada, pero quizás ande suerte y me explique algo—exclamó Neil quien miró extrañado a  Patrick que se limitó a negar con la cabeza—. ¿Qué?

—Nada.

—¿Qué? —Insistió.

—Tu manera de ver ambos lados del asunto, incluso lo negativo lo haces sonar optimista.

Neil sonrió—Supongo que sí. Es muy raro ¿verdad?

—No más raro que tú, Evans.

—Supongo—Neil alzó la vista al cielo despejado—. Tengo hambre. ¿Ya has almorzado?

Patrick también empezaba a sentir el hambre empezaba a pasarle factura y aunque una parte de él sentía curiosidad por saber qué hacía Neil en ese lugar, decidió que podía vivir con la duda —No.

Neil se puso de pie mientras le extendía la mano—¿Vamos por algo de comer?

—Evans…

—Sí, si ya sé que no somos amigos ni nada, pero podríamos aprovechar para hablar de la escenografía o de tu paga, y al final no me dijiste cuanto ibas a cobrarme.

—No lo sé bien aún y tengo que ducharme primero.

—Vale, te espero.

Patrick tomó la mano de Neil para ponerse de pie—Ya que, contigo es gastar saliva de gusto si me niego.

—Anda, deja de quejarte que tengo hambre.

—Voy, voy…

Caminaron hasta los vestidores. Patrick tomó su mochila con su ropa—¿Esperaras aquí adentro? — Preguntó cuándo vio a Neil entrar con él.

—¿Te molesta?

El mayor se limitó a encogerse de hombros. Dejó la mochila en una banca sacó la toalla y demás cosas. Neil se acomodó en una de las bancas al lado de la pared y sacó un libro. Patrick se limitó a mirarle de reojo mientras se desvestía. En verdad parecía un niño, pensó al verlo allí leyendo tan distraídamente como si viviera en su propio mundo. Se inclinó para quitarse las calcetas cuando vio el título del libro “Harry Potter y el Prisionero de Azkaban”.

Esta vez no pudo reprimir su sonrisa, en verdad era un niño, pensó divertido. La mirada de Neil se desvió del libro tan rápido que cuando sus miradas se encontraron no pudo siquiera borrar su sonrisa, a la cual Neil sonrió de igual forma. Patrick sintió un pequeño calor en sus mejillas, casi imperceptible y prefirió atribuírsela al calor del verano.

—¿Puedo vértelo? —Preguntó Neil.

La pregunta vino tan de golpe que Patrick por un segundo creyó que estaba con algún chico que había ido a buscarlo al vestidor solo por sexo—¿Eh? — Exclamó sintiéndose un tanto tonto no solo por ese ridículo balbuceo, sino porque esta vez sí se había sonrojado.

—El tatuaje. Siempre he sentido curiosidad ver qué es— Le explicó mientras señalaba justo en el lugar donde sobresalía un poco.

El tatuaje, se repitió así mismo. Es el tatuaje, imbécil—Ahh… ¿Por qué?

Neil se encogió de hombros—Los tatuajes dicen mucho de las personas. Me da curiosidad qué tipo de tatuaje te puedes hacer tú.

—N-no es la gran cosa…

—Si no quieres solo dilo, no tienes que andarte por las ramas.

Patrick suspiró y se acercó a Neil se bajó un poco el bóxer dejando relucir su tatuaje notando la sorpresa de Neil y un sonrisa enigmática. Se sobresaltó un poco cuando pasó la mano por su piel. Desvió la mirada algo apenado, y pensó cuantas veces había estado así de cerca con alguien, pero para esas alturas ya tenían su pene en su boca. Así que ese tipo de cercanía sin ningún tipo de deseo sexual le hacía sentirse un tanto cohibido. También se percató que nadie jamás había reparado en su tatuaje, o por lo menos nunca habían hecho mención a este.

—Es increíble— Dijo finalmente Neil alzando la mirada—. Son las manchas de un jaguar ¿verdad?

—Sí.

—¿Tienen algún significado?

—Sí…

—Eso no me lo dirás ¿verdad? — Dijo con una pequeña sonrisa de anticipada decepción.

—Hoy no.

—¿Hoy no? Lo tomaré que tal vez para futuro.

Ambos se quedaron mirando en silencio hasta que este último fue roto por la puerta de los vestidores que se abrió de golpe— ¿Dónde demonios dejé mi…?— Carl, el portero, se frenó de golpe y de un segundo a otro su rostro estaba enrojecido— L-lo siento, y-yo no…

Patrick fue consciente de la cercanía de Neil y como este había apartado su mano rápidamente de su cuerpo. Su instinto le dijo que debía poner distancia, pero no lo hizo— Carl…

—Y-yo solo buscaba mi celular y…

—Carl…

—No quise interrumpirlos y-yo mejor me voy y vuelvo luego.

—Carl oye, no…—Patrick no pudo terminar de explicarle porque volvió a salir de la misma manera acelerada que salió.

—Ok, eso fue incómodo— Exclamó Neil evitando que se instaurara ese embarazoso silencio—. Mejor báñate si nos tardamos más de la cuenta tal vez vuelva y no te deje explicarle nada de nuevo.

Patrick asintió y se metió a una ducha. Neil se limitó a tomar su libro e intentó seguir leyendo, pero sus mejillas enrojecieron. Subió un poco un poco su camiseta y vio su estómago plano y sin huesos de la cadera marcados—Al menos no estoy gordo—  dijo para sí intentado animarse luego de haber visto casi todo el cuerpo de Patrick Smith.

Quince minutos después, salieron de los vestidores—¿Qué quieres comer? — Preguntó Neil.

—Cualquier cosa está bien—Dijo Patrick acomodándose la mochila mientras se abrían paso entre los alumnos que estaban saliendo de las aulas magnas.

—¿Vamos a mi casa? Podemos pedir algo de comer, además quería enseñarte en las propuestas que estábamos pensando con los demás para la escenografía— Propuso Neil sin apartar la mirada de Patrick quien de un segundo a otro cambió la acostumbrada seriedad de su rostro a una casi rayando en el pánico—Patri…— Fue girado con tal fuerza que no pudo terminar la oración.

—Por acá…

La mano firmemente sobre su brazo extrañó a Neil, intentó girar su rostro para ver qué era lo que Patrick intentaba evitar, pero el mayor lo hizo adelantarse a la fuerza.

Cuando Patrick miró de reojo notó como a quien evitaba se había quedado hablando con una chica, pero no por ello disminuyó el paso. Una vez se alejaron lo suficiente soltó a Neil del brazo notando como sus dedos quedaban brevemente marcados en la piel blanca del menor.

—¿Escapábamos de tu ex o algo así? —Preguntó Neil con cierta curiosidad—Porque la única vez que he visto a alguien reaccionar así fue cuando nos encontramos a un ex de Isabella en el cine y terminamos escondiéndonos en el baño de mujeres hasta que una anciana me sacó a golpes.

—No exactamente...

Neil asintió—¿O eres de los tipos duros que dicen no tener parejas?

Patrick miró a Neil sobre el hombro y notó que solo quería hacer el momento menos incómodo, pero tenía una pésima forma para hacerlo—No—Admitió con cierta vergüenza al notar la sorpresa del otro, aunque debía habérselo esperado.

—Vaya, no me esperé que respondieras nada de lo anterior— Exclamó Neil mientras salían de la universidad y caminaban directo para su casa, pensó que Patrick protestaría o algo, pero se notaba que aún creía que la persona a la que habían evadido los seguía porque de vez en cuando lo veía voltear hacia atrás.

—Supongo que andas suerte.

—Eso es toda una novedad, siempre tengo una suerte de la patada.

El tono y la expresión de Neil hizo que se olvidara de todo y se concentrase solo en él—De eso ya me he dado cuenta. Deberías ir a que alguien te haga una limpia o algo así.

Neil sonrió un poco—Sí, no lo creo. Puede que termine con peor suerte si lo hago.

Entraron a la colonia, para esos momentos Patrick ya se había percatado que no se dirigían a ningún lugar para comer, pero aun así no se opuso en absoluto—Quizás tengas razón— concedió Patrick mientras un carro pasaba a su lado en esos momentos.

—Sí, por cierto ¿qué quieres que pidamos de comer?

—Creo que habrá un cambio de planes, Evans— Exclamó Patrick—. No me dijiste que tendrías visitas.

Iba a negarlo, pero el ver a su padre bajándose de su pick up no solo le impidió decir lo que tenía en mente en esos momentos, sino que además el buen humor que le había costado volver a tener se fue por el escusado.

—Neil, ¿por qué no contestabas?

El tono recriminante que utilizó hizo que Neil rechinara un poco sus dientes—Creo que soy yo quien debería haber hecho esa pregunta— Sintió la mirada de Patrick, bastante discreta, sobre él.

—Lo siento, hijo, tuve una reunión que se alargó demás. No quise arruinar nuestro almuerzo.

—Claro, una reunión— Exclamó cortante—. No importa, no es la primera vez en que arruinas algo ¿verdad? — Craig no dijo nada y pasó su mirada a Patrick quién no sin cierta incomodidad la sostuvo— Bueno, no importa ya. No era necesario que vinieras, tengo otros planes.

—No, yo creo que mejor me voy. No me dijiste que tenías planes con tu padre— Dijo Patrick intentando salirse de en medio—. Yo los dejo, un gusto de verlo, señor Evans— Dijo haciendo un gesto de despedida, mientras retrocedía, pero no se esperó verse sujetado de su muñeca.

Los dedos de Neil temblaban sobre su piel aferrándose a su muñeca de una manera que Patrick le impidió soltarse de inmediato—No, no tienes que irte— Exclamó con seguridad, pero le daba la espalda a Craig. Patrick se maldijo internamente al ver la forma en que Neil le miraba, era obvio que no quería quedarse a solas con su padre, aunque el motivo era desconocido para él—. Había quedado con mi padre hace dos horas; ahora nosotros tenemos cosas que hacer.

—Oh, bueno, debí suponerlo— Exclamó Craig llevándose una mano a la cabeza bastante incómodo—. Ustedes tienen que estudiar y creo que solo estoy estorbando aquí.

—Quizás para la próxima.

—Sí, en otra ocasión será— Aquello era por mucho una de las más incómodas situaciones que Patrick jamás hubiera vivido— ¿Necesitas dinero para lo que resta de la semana?

—No, padre, estoy bien. Gracias.

 Pero a Patrick ese “gracias” le sonó tan ácido que en verdad le costaba creer que esas palabras salían de la boca de Neil.

—Bueno, entonces creo que iré a ver si almuerzo por allí antes de volver a casa.

—Perfec…

—Neil ni siquiera ha almorzado— Soltó de improvisto Patrick, la mirada fulminante de Evans le hizo cierta gracia, no había hecho el comentario para fastidiarlo, simplemente sentía cierta lástima por Craig. No sabía bien que pasaba entre ellos dos, pero si su padre alguna vez hubiera sacado tiempo, aunque sea tardíamente para estar con él, hubiera aceptado—. No te preocupes, no hay prisa en lo que tenemos que hacer.

—Pero…

La mirada de Neil era en esos momentos un completo enigma para Patrick, pero estaba consciente que estaba haciendo todo lo que Neil no quería en esos momentos.

—¿Ya has almorzado tú? — Preguntó Craig.

—¿Eh?

—Qué si ya has almorzado.

—Tampoco ha comido nada. En realidad íbamos a pedir algo en estos momentos—Dijo Neil.

—¿Por qué no invitas a Patrick a almorzar con nosotros?

—No es necesario, además ustedes ya tenían sus planes y…

—Y ustedes los suyos. No hay problema que te nos unas, Patrick. Vamos— dijo abriendo la puerta de atrás del doble cabina mientras Craig subía al asiento del conductor.

Neil soltó la mano de Patrick, este último no se había percatado que aún lo sujetaba— Vete— Susurró— No voy a obligarte a pasar por esto otra vez. Yo veo que le invento a mi padre. Lamento que hayas tenido que presenciar todo lo de hace unos minutos. Yo…—Se quedó mirando en silencio a Patrick unos segundos—. No lo sé, lo siento, sé que debes pensar que soy un tonto considerando que tus padres— se mordió la lengua—. Creo que estoy estropeando las cosas en vez de mejorarlas, propio de mí, como sea lamento haberte quitado tu tiempo, Pat.

Lo vio intentar sonreír, pero no era de las sonrisas que lograban crisparle los nervios. Era una sonrisa forzada, una que en vez de molestarle le hacía sentirse extraño, como si se sintiera obligado a lograr volverle a poner esa asquerosa sonrisa genuina en el rostro de Neil aún a sabiendas que luego le molestaría.

Vio a Neil cerrando la puerta del asiento trasero del pick up y dar la vuelta para ir hasta el asiento del copiloto. No entendía a Neil Evans, pensó irremediablemente, justo cuando creía que era de esas personas que siempre sonreía no importando las circunstancias, que era amable con todas y que jamás se enfadaba con nadie; venía y le tiraba todas sus hipótesis en un abrir y cerrar de ojos.

—Cuando vas a aprender la lección, Patrick— Murmuró para sí. Antes de echarse a correr hasta el pick up. Abrió la puerta trasera y entró al auto. Las miradas de extrañeza de Craig y Neil le hicieron sentirse un tanto cohibido—. Me lo pensé mejor, puedes empezar a cumplir tu parte de nuestro acuerdo con un buen almuerzo— Comentó como si nada.

Craig no entendió, pero pareció prestarle demasiada importancia a sus palabras; sin embargo, la manera en que Neil lo miró le hizo saber que estaba haciendo lo correcto, aunque lo más probable sería que luego quisiera tirarse del auto o desearía que la comida le diera una buena indigestión para pasarse el resto del almuerzo en el baño, pero en esos momentos viendo esa molesta sonrisa de Neil y la manera en que sin palabras le agradecía, le hacía saber que al menos no se había equivocado en haber entrado al vehículo. 

Notas finales:

¡Hasta la otra semana! Y gracias por seguir leyendo :)


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