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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo XIX

 

 

                Albafica no estaba muy contento con la respuesta de Manigoldo y aunque le había dolido muchísimo lo que este había hecho en su cálida visita a la casa Bennini, no estaba dispuesto a renunciar a ello, sobre todo, no estaba dispuesto a que su hija perdiera un verdadero padre. Ese día, como solía hacerlo normalmente, salió de su casa con su niña en brazos hacia la plaza donde jugaba con otros niños. La dejó allí y se puso a pensar mientras sacaba los juguetes de la pequeña, de su cartera. Luego de una hora en el parque, había programado que iría sin consultar a la casa de los Bennini nuevamente, esta vez, Florencia estaría con él y podría conocer a su padre por primera vez. La niña sabía absolutamente todo, excepto que había sido concebida por una violación, pero comprendía que Minos no era su verdadero padre y a quien irían a ver era el hombre quien la engendró, pero estuvo un buen tiempo enfermo.
Cuando al fin Florencia se fue a jugar, Albafica como siempre comenzaba a dibujar su entorno en un pequeño cuaderno de hojas blancas, gustaba de relajarse y crear su propia obra de arte, y aunque su herencia familiar sea la de vender rosas al por mayor, él disfrutaba de otras actividades o al menos siempre que podía, dado que Minos estaba en constante vigilancia.

Probablemente tan en su mundo estaba que ni siquiera notó lo lejos que se encontraba su hija, ya había llegado a la mitad de la plaza y jugaba en el arenero, pero como era costumbre también en ese lugar, unos niños mucho más altos y corpulentos que Florencia la encararon, ese era SU territorio según ellos, pero la niña desafiante les respondió:

−¡El arenero no es de nadie! –contestó, pero los niños no recibían un no por respuesta, empujaron a la niña y pateando la arena contra ella, ensuciándole el vestido y además haciéndole toser producto de esta acción.

                Ninguno de los niños notó que un adulto se acercó desafiantes y tomó a los dos más revoltosos del cuello de su camisa, alzándolos levemente. Dado que eran niños y no debían tener más de cinco años, para el hombre era muy fácil intimidarlos. ¡No podía creer que esos mocosos abusaran de una niña de esa manera, era de poco hombre hacer aquello, pero sobre todo, había algo más que le inquietó al ver la escena y sin lugar a dudas se vio destinado a intervenir.

−¡Oigan ustedes, par de mocosos! –gruñó el hombre, los pequeños comenzaron a patalear y lloriquear−. No puedo creer que dos hombres traten así a una dama, ¡pídanle disculpas! –los soltó y los pequeños cayeron de bruces al suelo−. ¿Estás bien, cariño? –preguntó.

−S…si….−la niña estaba fascinada con aquel hombre de mirada violácea y cabello oscuro como la noche, de un color azulado, era alto y corpulento, pero también mantenía una armonía delgada y los ojos hinchados−. ¿Se….señor….usted es….?

−¡Pidan disculpas! –nuevamente, y haciéndose de su altura, el hombre le dio una patada en el trasero muy suave a los niños, cosa que los hizo comer arena.

−Pe…perdón niña….−se disculparon al unísono.

−Bien, ahora desaparezcan antes que les diga a sus mamis lo que hicieron…..−los niños salieron tan rápido que no le daban las patas para correr, tiempo que aprovechó el señor para levantar a la jovencita−. Eres muy bella….ten cuidado.

−Si señor….pero….dígame su nombre –preguntó la niña algo sonrojada, ese apuesto príncipe la había salvado.

−Solo llámame Manigoldo….−el hombre se dio la vuelta y caminó fuera de allí.

 

                Justo después de ello, Minos llegó con los dos terremotos que tenía por hijos y los planes de Albafica de presentar a Florencia con su padre se habían ido al tacho, lo que no sabía era que su hija ya lo conoció en el parque.
Pasaron los días y con ellos las semanas. Cada vez que Florencia estaba en problemas, aparecía el “Príncipe Manigoldo” a rescatarla, sea en el patio del jardín de infantes, donde veía con sus ojos amenazantes a los niños que se portaban mal con ella. También en el jardín delantero donde estaba con sus hermanos, prácticamente no había momento en el que Florencia estuviera completamente sola con sus amenazas. Suikyo y Violatte comenzaban a sentirse intimidados con la fija mirada del adulto que le impedía hacer maldades contra la menor, aun cuando se encontraban dentro de la casa, sentían la pesada mirada criticándolos.
Esa misma tarde, Albafica estaba pintando uno de sus dibujos cuando giró la cabeza un poco para ver lo que hacía su niña, se sorprendió al ver los juguetes de esta, tirados a un costado, y ella completamente recostada boca abajo, dibujando en un pedazo de papel blanco.
Se arrimó un poco para ver mejor y podía ver unas rayas. Dado que Florencia ya tenía tres años, dibujaba un poco mejor, además de tener el don artístico de Albafica. La niña había hecho un hombre, probablemente, de cabello azul oscuro casi tono violeta y dos ojos intensos. Llevaba una ropa de príncipe y estaba montado en un caballo.

−¿Qué haces, hija? –preguntó Albafica.

−¡Un dibujo de mi héroe, mami! –la niña, muy contenta, le enseña a su mami lo que había creado. Entre tantas rayas se podía divisar un caballero, un príncipe, y muchos corazones a su alrededor−. Es el príncipe que me rescata.

−Oh, es un tierno dibujo –Albafica, creyendo que todo era parte de la imaginación de su hija, se emocionó al ver tan hermoso retrato hablado.

−Si mami, estos son sus ojitos violeta…..están algo tristes pero él es fuerte….y este es su cabello azul violáceo, esta alborotado porque le gusta así, y sus cejas….así grandes…y aquí está su caballo, Bola de nieve.

−Jajajaja ¿bola de nieve? –preguntó señalando el intento de caballo negro−. ¿No debería ser blanco?

−Lo hice blanco pero no se veía….−la pequeña se entristeció, pero al ver nuevamente al príncipe se alegró−. Y es bonito, siempre me salva, me aleja a los nenes malos de mi jardín y del parque.

−Que imaginación jejejeje.

−No mami, él existe….es ese….−señala el retrato pero Albafica sigue pensando que era parte de la imaginación de la niña.

−¿Y cómo se llama?

−Príncipe Manigoldo…..−la sonrisa que dibujaba el rostro de Albafica desapareció.

−¿Qué?

−¿Qué de qué? –la pequeña no comprendió porque su mamá parecía otra persona.

−¿Qué dijiste? ¿Cómo se llama?

−Príncipe Manigoldo….

−…..Prin…..Mani ¿Manigoldo? –la pequeña asiente con la cabeza−. ¿Y tú…..tú sueles verlo, hija?

−¡Si! Viene al jardín, pero él no puede entrar así que cuando ve que alguien me pega o dice algo, siempre los mira feo y los chicos se asustan, también lo vi en el parque….y…..mami ¿a dónde vas?

−A casa del príncipe….−Albafica se dirige hacia el armario cerca de la puerta donde guarda su campera para salir, busca la negra que le encantaba y la rosa de su hija para colocársela.

−¿Sabes dónde vive el príncipe, mami?

−Sí y vamos a verlo ahora,…..

 

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                Como era de esperar, Minos y Aiacos se encontraron como siempre en un café apartado de la civilización Parisina. No porque fuera adulterio tomar un café con uno de los progenitores de tus dos hijos, sino más bien porque ocultaban algo entre esos ojos que combinaban perfectamente. Aiacos era un hombre inteligente, y por más que había aceptado el hecho que Minos se casara con quien amaba, eso no significaba que iba a dejar de verlo, no por nada tenía dos hijos con él y debía saber sobre la vida colérica de estos al lado de Albafica y su hija. Esa tarde tomaron una taza de café cada uno, mientras se observaban. Griffo sabía lo que Garuda quería, pero también comprendía que era lo que él deseaba. Ya había vuelto loco a tantas personas, que, se había perdido en la cuenta, pero nunca se hubiera olvidado del sadismo de su primer y gran amante.
Minos amaba todo de Aiacos, pero lo que más amaba de este es que desapareciera de su vida un tiempo y lo dejara progresar tranquilo, cosa que el pelinegro aceptó a regañadientes, aun, perdiendo contacto con Violatte y Suikyo. Los niños obviamente extrañaban a su padre y éste a ellos.

–¿Cómo va la vida con Albafica? –preguntó Aiacos mientras bebía una taza de café.

–Como si te interesara.

–Bueno, querido, deje que te casaras con “ese” solamente para que seas feliz, aunque no creo que te dure mucho la felicidad, querido.

–¡Ja! ¿Tú qué sabes? ¿Acaso me espías?

–¿Espiar? ¡Por favor! No hace falta, me basta encender la televisión o hacer un par de preguntas para comprender que tienes los días contados con Albafica –Minos arquea la ceja–. Manigoldo salió hace varios días de prisión.

–Sí, me enteré –bufó, bastante molesto.

–No costará nada hacer que Albafica vaya a verlo, y también la niña que tanto desprecias –sonrió y se tiró para atrás su cabello–. Luego vendrá una hermosa escena de re-encuentro…..donde Manigoldo tendrá en sus brazos a su niña y a tu esposo, te pedirá el divorcio y serás comida de caballo.

–¡Mierda! –gruñó, Aiacos sonrió–. Se me hace que tú estás detrás de la libertad de Manigoldo.

–Así como tú de su locura.

–Yo no le puse un arma en la cabeza para que viole a Albafica –cruzó los brazos, muy seguro de lo que decía, pero Aiacos sonrió de costado.

–¡Ay por favor! A otro perro con ese hueso –comentó y se volvió a acomodar su cabello oscuro como la noche–. Te conozco lo suficientemente bien para saber que cuando algo no resulta como quieres, utilizas la magia negra que heredaste de tu padre.

–¿Tú qué sabes de eso?

–Sé más de lo que tú crees, sé que fue culpa tuya que Manigoldo se volviera loco en primer lugar, porque lo viste, viste a Manigoldo ese día con Albafica, tu pretendiente, caminando bajo la lluvia y te volviste loco. Dentro del historial de salud de Constantino no había problemas psíquicos hasta que tú te metiste en la vida de ese tipo. No solamente eso, fuiste tú el que manipuló a Itia para que viole a Jean y así que sea vulnerable para poder robarle cualquier poción o talismán que tuviera…..no me hagas reír, Minos, cuando tú fuiste, yo fui y vine veinte veces.

–¿Ah, sí? –Sonrió mientras cruza las piernas–. Aun así jamás puedes resistirte a mí, y lo sabes.

–Obvio que no puedo resistir tu encanto, Minos, pero no te hagas el dulce y bondadoso cuando la peor mierda pasó porque moviste tus hilos cuan titiritero para mantener a todos bajo tu control.

–Querido, todos son mis marionetas, desde que era pequeño he podido controlar a la gente a mi conveniencia y lo seguiré haciendo.

–Pero no podrás con Albafica, él probablemente se casó contigo, pero su corazón seguirá perteneciendo a….

–¿Ese vago? ¡Ni hablar! –hace un ademán con las manos.

–Aunque no lo creas, ese “vago” como le dices tú, tiene más para ganar que tú mismo, mientras estas aquí, planeando tu siguiente jugada, él tiene a Albafica en su casa, en su vida…..

–¡Cállate!

–Tú estuviste casi dos años con Albita y apenas pudiste tocarle, mientras que Manigoldo lo embarazó con solo una vez y ahora, créeme que te jugará el doble con eso.

–¡CIERRA LA BOCA, MIERDA! –gritó, haciendo que todos se den vuelta, Minos sonríe a la gente y se sienta–. No pasará.

–Sí pasará, y frente a tus ojos……

–Si Albafica me deja yo te juro que….

–¿Qué?

–Los mataré a todos……

 

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Mansión Bennini.

 

                Llegó a las 7 de la tarde a la vivienda de Constantino Bennini, con la niña tomada del brazo y la otra mano disponible para tocar el timbre. Desde adentro apenas se podían escuchar algún que otro sonido y pareciera que la servidumbre se había retirado hacía varias horas.
La niña parecía realmente emocionada, miraba para todos lados grabando en su retina lo que estaba viviendo, sin pensar que en realidad la sorpresa era mucho más grande de lo que pensaba. La puerta se abrió, dejando ver a un hombre de cabellos oscuros, que aun contaba con dos gigantes ojeras, por no poder conciliar el sueño apropiadamente.
Al notar a Albafica frente a él y no solamente eso, sino al chico acompañado por una pequeña niña idéntica a Rose, su corazón se detuvo un momento. Era más que obvio que el joven había descubierto la verdad, y estaba seguro que quería una explicación, pero antes que pudiera abrir la boca, Albafica lo rodeó con sus brazos y lo abrazó.

–Gracias, Mani, gracias –susurró cerca del oído del hombre. Manigoldo sonrió de costado, la niña quedó atónita por aquella acción de su madre.

–Al.…Albita….–murmuró, pero no pudo decir nada más. Albafica se separó suavemente.

–Disculpa si fui inoportuno, pero no podía esperar a decirlo. Salvaste a mi hija en varias ocasiones y te lo agradezco.

–No….no fue nada.

–Mami….–la pequeña tira de la ropa de su madre para que este le preste atención, y al notarlo se distanció de Manigoldo completamente. La pequeña estaba ruborizada.

–Pasen, prepararé algo –Manigoldo abrió la puerta y los dejó pasar, la niña no podía creer la enorme casa que tenía “el príncipe”.

–Woooow, es gigante –comentó la pequeña.

–sí, es muy grande, por cierto, tengo un cachorro ¿quieres verlo?

–¿Tienes un perro, Mani? –preguntó sorprendido Rose, el hombre asintió con la cabeza.

–Se llama Orfeo, lo encontré en mi porche a la mañana, es un cachorro y estaba temblando de frío, así que lo entré….ya se acostumbró a su nuevo hogar ¡Orfeo, Orfeo! –gritó, el cachorro corrió hacia su amo, era de color café con leche, con dos hermosos ojos marrones y una esponjosa colita. El cachorrito era apenas un bebé, pero comprendía que lo habían llamado y corría enérgicamente moviendo su colita.

–Oh, es un perro adorable….–susurró el peliceleste mientras se agachaba, la niña también lo hizo y entre ambos le daban cariño al cachorrito.

–Es muy lindo…..por cierto Albafica –Manigoldo llamó la atención del joven y lo hizo pararse–. ¿Por qué estás aquí?

–Quería que Florencia te conozca…..creo que merece una explicación después de todo eso, no quiero que viva pensando que solamente eres un héroe que la rescata, quiero que sepa la verdad.

–Pero Alba….yo no estoy en mis cabales.

–Claro que lo estas. Mani, yo no soy feliz con esta vida que me tocó. Mi esposo es despreciable, mi hija sufre acoso de sus dos horribles niños, y yo estoy cada día más cansado de aguantar la vida detestable que tengo.

–Alba…..

–Constantino, desde el primer momento en que te vi, supe que quería estar contigo, no voy a alejarme solo por un problema tan estúpido como ese, tú no estás loco y nunca lo estuviste, no quiero que pienses eso toda tu vida, eres un hombre impresionante, mal hablado, pero impresionante y deseo con todo mi corazón que podamos crear, formar, fortalecer una familia juntos –le toma de la mano.

–Pero…..Albita….

–Te amo…..–susurró–. Y sé que tú me amas, desde el primer momento en que nos vimos.

–Soy una basura de persona….

–Claro que no, eres un príncipe…..–Albafica no deja que el hombre continúe hablando, pues le besa suavemente los labios.

La niña se dio la vuelta para ver el cálido beso de sus padres, aunque ella no sabía sobre el vínculo de ambos pudo percibirlo con solo el hecho de verlos mirarse a los ojos. Florencia estaba más que satisfecha, al notarlo podía planificar su vida en la cabeza, un perrito, una mamá y un papá, tal vez tendrá unos hermanitos más adelante y los podía ver en sus pensamientos. Pero todo desapareció cuando escuchó a su madre hablar.

–¿Qué haremos? Minos nos matará…..–eso hizo que la pequeña tomase al cachorro y mirase horrorizada.

–Vayámonos de aquí entonces y empecemos una nueva vida….

–No traje el pasaporte de la niña ni nada, tampoco avisé a mis padres……

–¿Deseas quedarte entonces? –preguntó, la pequeña se había tragado gran parte del dialogo de sus padres y no comprendió por qué ambos planeaban un escape.

–No, quiero irme contigo, no soportaré otro día más con esos engendros y con Minos…..

–Entonces debemos irnos, vamos a mi país natal, Italia, allí vive mi familia y tendremos un hogar.

–¿Crees que funcione?

–No lo sé…..sólo estoy seguro que te amo.

 

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                En la noche, cuando todo los guardia-cárceles dormía y solo uno vigilaba, comenzó la operación que Melvicke había planeado solo para él. Esperó unos minutos y pudo divisar en las penumbras a un hombre vestido de policía. Reconocía a ese sujeto, durante muchos años había sido su compañero en la mafia de Melvicke, aún seguía allí y no tenía cabello. Kardia se emocionó al verlo de nuevo, porque, aunque los dos hicieran trabajos sucios para un extraño, eso no significaba que no podían hacer interacción social. El hombre se acercó a él y con una sonrisa comenzó a jugar con las llaves de la celda que les había quitado a los guardias.

–Cuanto tiempo sin vernos, mi estimado Kardia –el hombre habló con tanta familiaridad que parecía nunca haberse separado–. ¿Metiéndote en problemas?

–Ya sácame de aquí, Aldebarán –gruñó cohibido, el hombre tomó la llave correcta del manojo que llevaba encima y abrió la puerta lentamente–. ¡Tanto tiempo sin verte!

–Me gustaría abrazarte y hablar sobre los años perdidos pero tenemos que irnos rápido de aquí, el verdadero guardia no tardará mucho en darse cuenta que le robé la llave…..

–¿Cómo conseguiste un uniforme de policía de tus proporciones? –preguntó, mientras corría por los pasillos junto al hombre. Este evitó reírse a carcajadas, siempre el peliazul acotaba con respecto a su tamaño.

–Traje a medida, la empresa Melvicke ha crecido más de lo que crees, mi estimado.

 

                Dieron un giro por el pasillo, pareciera que sabían hacia donde iban y no faltó mucho para descubrir la enorme puerta abierta, pero detrás de ella se encontraba un enrejado eléctrico que sería difícil de atravesar. Kardia se detuvo, pensando que en definitiva no lograrían escapar, pero Aldebarán tenía una buena idea. Tomó su radio y directamente mandó un mensaje en código que fue bien recibido por un comando detrás del mismo. Pronto, las luces de toda la ciudad, excepto las farolas del auto encendido delante de ellos, se consumieron.  Kardia con agilidad pudo trepar por aquella enrejadura y saltar del otro lado, pero a Aldebarán le fue mucho más difícil por el volumen de su cuerpo y dobló varios hierros por su peso. Una vez ambos del otro lado, Aldebarán se despidió.

–Querido amigo, hasta aquí ha llegado mi deber, estoy feliz que hayas recuperado la libertad, tal vez no nos volvamos a ver en mucho tiempo, pero estoy feliz que hayas creado la familia que siempre quisiste.

–Gracias mastodonte –sonrió con melancolía, dándole pequeñas palmadas en la espalda–. Y si nos volveremos a ver.

–La empresa Melvicke es muy grande Kardia, te será difícil salir a partir de ahora, sobre todo, teniendo a tu familia con ellos –comentó el hombre, Kardia afirmó.

–Lo sé.

 

                Sin más preámbulos, Kardia ingresó al coche manejado por otro viejo compañero, quien lo guio hacia la casa de los Du Verseau. Para ese momento la mayoría estaba durmiendo, entre ellos Dégel y su hijo. Kardia entró a la casa con la llave que Dégel escondía por si las dudas y caminó lentamente por la vivienda, mientras su amigo esperaba en el carro. Pasó por la habitación anexa a la principal y pudo ver a su hermano durmiendo con Camus, este tenía a su bebé en brazos y al  mayor de los niños desparramado en la cama, usando a sus padres de almohadas. Le pareció una imagen por demás adorable pero continuó su camino, sabiendo que ese sería la última vez en mucho tiempo que volvería a ver a su hermano.
Entró a la habitación que solía compartir con Dégel y lo encontró durmiendo solo, acurrucado en un rincón como solía hacer cuando él estaba allí. Sonrió y le acarició el rostro cuando logró acercarse lo suficiente. Prendió lentamente la luz y lo siguió mirando, esperado verlo despertar. Dégel abrió los ojos con pesadez, y al ver a su marido intentó gritar, pero este le cubrió la boca.

–Tranquilo, vengo por ti y Alexei…..nos vamos….–susurró para tranquilizar a su esposo, Dégel se sorprendió y lentamente logró calmarse hasta el punto que Kardia sintió seguro dejarlo hablar.

–¿Qué demonios haces aquí, Kardia? Tú estás preso….–comentó, con algo de cólera. Kardia sonrió de costado.

–Hice un pacto con el diablo.

–¿Y quieres que te acompañemos? ¿Luego de todo lo que nos hiciste a mí y a mi familia? –se puso una mano en el pecho. Kardia suspiró.

–No tengo mucho tiempo, Dégel, solo unos cuantos minutos. No quiero irme a Londres sabiendo que tú estás aquí en peligro. Necesito tenerte a mi lado.

–No, Kardia, tú me lastimaste, tú prometiste muchas cosas y me lastimaste….

–Tú también lo hiciste, Dégel, hice muchas cosas por ti……y me vendiste.

–¡Tú me golpeaste! –Kardia volvió a cubrirle la boca para que no despertase a nadie de la casa.

–Lo sé, y lo siento……–le abrazó–. Tengo la sangre de mi sucio padre aun en el cuerpo y no quiero ser como él, quiero que seas feliz, no puedo odiarte por más que me metiste a la cárcel, y sé que tú tampoco puedes odiarme –Dégel lo empujó suavemente para poder hablar.

–¿Qué tan enfermo me crees? –se separó.

–Lo hacemos por las buenas o te secuestro, Dégel……–se levantó–. Vine a llevarte a la fuerza de ser necesario.

–¿A la fuerza? –también se levanta–. Kardia, te amo, pero tú debes cumplir por el crimen que cometiste, mañana será tu oportunidad de volver a juicio y poder hacer algo por la familia, y eso es, cumplir tu condena.

–Yo nunca me atrevería a delatarte como mente detrás del asesinato de Unity –sonrió, Dégel se sintió sorprendido–. La tienes para perder, Dégel, por favor, no hagas que declare contra ti…..

–No te atreverías.

–Eres tan hijo de puta como yo, Dégel, te estoy ofreciendo la libertad absoluta, te estoy ofreciendo la vida entera en libertad, te ofrezco protección, y tú lo rechazas solo porque te crees más listo que yo. Tengo muchas pruebas que te meten a ti como principal beneficiado en la muerte de Unity…..–cruza los brazos–. Ahora Dégel, está en ti…..

–No…..no tienes una prueba contra ello.

–Jajajajajajajaja…….no pensé que me creyeras tan estúpido, Dégel…..pero sabes, sí, sí tengo, y estaba frente a tus narices todo el tiempo –sonríe–. Parece que el niño pelirrojo, ¿cómo se llamaba? ¿Jean? Tenía más cosas escondidas debajo de su ropa.

–¿A qué te refieres?

–El niño fue poseído por el espíritu de Unity hace varios años, y se encontró conmigo, me hizo una visita hace unos pocos días. Todo el mundo aquí sabe que ese niño me detesta y lo peor, saben que jamás declararía a mi favor, pero dado que tiene a Unity en su cuerpo, él puede declarar a sabiendas que tú me ayudaste a cometer el crimen.

–¡CLARO QUE NO, UNITY ME AMABA, JAMÁS HARÍA ALGO ASÍ!

–Shhhhh…..–lo acorrala nuevamente para silenciarlo–. ¿Eso crees? Unity era un sucio engendro, igual que nosotros, salvo que él no mataba por placer y nosotros sí, venderían a su madre.

–……..Kardia…..–susurró.

–Así que ven conmigo, y nos iremos, desapareceremos de aquí, nada se sabrá de nosotros.

–De….de acuerdo…..–Kardia sonríe y va por el niño para escapar juntos, mientras Dégel lleva algo de ropa suya y del pequeño, además de dinero en efectivo que siempre había escondido en su casa.

 

                Cuando los tres estuvieron listos, subieron al vehículo y se fueron de allí. Dégel miró su casa y suspiró, no sabía cuánto tiempo tardaría en volver a verla, pero estaba seguro que pasarían muchos años antes que la causa de Unity se archive y se olvide, tal vez más de diez años.

 

 

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13 años después.

 

                Había pasado tanto tiempo que volver a Grecia era como ir a un país completamente nuevo, más para él, que tenía sólo dos años cuando sus padres decidieron mudarse. Su vida no había sido del todo fácil, a decir verdad, no recordaba momentos felices que haya pasado, la mayor parte del tiempo estaba en internados, o fuera de la casa, pasaba más tiempo con su madre, Dégel, leyendo o escuchando música que con su padre, pero aun así, este muchas veces lo llevaba a su trabajo y aprendía a utilizar armas y pelear cuerpo a cuerpo. Probablemente a esto se deba la musculatura que había ganado a pesar de tener quince años para dieciséis.
Su familia había cambiado bastante, le había nacido una hermanita, que actualmente tenía cinco años: Sophie Destinity Sargas. La pequeña era muy parecida a Dégel, dado a su fisonomía y rostro tan suave en sus trazos, además de tener hermosos ojos verdes, pero el cabello azul y ondulado en las puntas era heredado de su padre. A diferencia de él, Sophie era mimada y amada por Kardia más que el mismo, a pesar de saberse querido por su padre, él notaba las diferencias que sus progenitores hacían y le dolía, eso tal vez logró que el helado corazón de Alexei se volviera cada vez más y más frío.

                Tras la muerte de Melvicke y el cierre de la causa de Unity, todos habían olvidado quien era aquel hombre que había asesinado a tanta gente, y no solamente eso, sino torturado y abusado de su esposo en su momento. Kardia ya era más viejo, pero mantenía su atractivo, al igual que Dégel, quien al ser más joven se hacía notar la diferencia. No solamente Merlvick había fallecido, lamentablemente también Aeneas pereció en un ataque al corazón y Dégel pidió a su esposo volver a Francia para darle santa sepultura a su padre, quien había viajado para verlo y mantenía correspondencia con él.
Luego del funeral, Krest pidió a su hijo que se quedara en Francia y Dégel aceptó, mudando a toda la familia. Alexei no se sentía muy cómodo ante la mirada de sus primos. Dante había crecido y a pesar de tener una estatura menor a la de Alexei, su mirada era imponente como la de Camus. Su cabello era corto y lacio, de tonos rojizos. Sus ojos celestes eran fríos como el hielo, pero a la vez su sonrisa denotaba calidez propia de Milo. Llevaba unos aretes rojos en la oreja que hacía juego con su cabello, además que siempre vestía pantalones una o dos tallas más grande de las que usaba.
Por otro lado estaba el “bebé”, Elian, este llevaba el cabello más largo y también color cobre, ojos celestes profundos y parecía mucho más afable que su hermano mayor. Siempre escuchaba música con su reproductor de música y prácticamente nunca prestaba atención a quienes estaban a su alrededor. Milo y Camus no habían cambiado NADA, seguían siendo amorosos entre ellos, tal así que rozaban lo cursi.

–Realmente te extrañamos mucho –comentó Camus abrazando a Dégel, Milo hizo lo propio con su hermano.

–Ya tienes canas.

–¡No molestes! –Gruñó Kardia, pero como muestra de afecto acarició los rizos rubios de su hermano–. Mira Milo, ella es mi hija, la pequeña Sophie.

–¡Ooooh! Hola monada, yo soy tu tío Milo…..–el joven se agachó para ver mejor a la niña que se abrazó de la pierna de su padre.

–Tranquila cariño, él es mi hermano menor Milo, parece un pervertido pero no lo es.

–¡Mira quién habla, grandulón! –Milo se para mejor y hace a su hermano un ademán para que se siente–. Alexei creció mucho.

–Sí, es todo un hombre, va a cumplir dieciséis el próximo mes…..

–¡Tan rápido! Oh, cierto que nació en noviembre, ¡cómo pasa el tiempo! ¡Hey, Alex! ¿Por qué no vas a hablar con tus primos? –Alexei voltea para ver que Dante estaba hablando por teléfono y Elian apenas notaba la existencia de los otros–. Ok, mejor no.

–Ve a caminar por ahí, un chico como tú encontrará algo que hacer –comenta Kardia mientras se acerca a Milo para ponerse a hablar.

 

                Alexei observa a Sophie sentada encima de Dégel, mientras este habla amenamente con Camus, luego a su padre cotillar con su tío, por último logra ver bajar a su primo, que anteriormente hablaba por teléfono, con una chaqueta en sus manos despidiéndose rápidamente de la familia, Alexei se apresura un poco solo para ver a un hombre joven, con músculos y tatuajes, llevaba un casco en la cabeza que le impedía ver su cara. Chaqueta de cuero negra sin mangas y una musculosa debajo, unos jeans rotos, sentado en una moto moderna y muy cara. Prácticamente se sorprendió al verlo. El hijo de Kardia se acercó un poco y salió de la casa para ver mejor al ocupante del vehículo, no lo reconoció en lo absoluto, pero cuando se sacó su casco para saludar a Dante supo quién era.

–¡Sebastián! –el nombrado giró la cabeza y notó aquellos rasgos, no recordaba mucho haberlo visto pero su imagen le hacía recordar a un hombre de su infancia.

–¿Quién es? –susurró a Dante mientras este se subía a la moto.

–Ah, es mi primo, el hijo de Kardia, ¿te acuerdas? ¿Alexei?

–¿El que odiaba a todos? –preguntó sorprendido de verlo allí en la puerta.

–Vamos, Seb, o llegaremos tarde y te juro que tendrán que operarte de mí zapato en tu culo.

–Ya escuché, reina del drama, agárrate fuerte –Sebastián le hace un gesto a Alexei de saludo y se pone su casco para luego salir con la moto.

 

                Alexei los ve partir y solamente se queda como estúpido, levantando la mano y saludando. Casi no se había dado cuenta que se quedó así por varios minutos hasta que una persona lo desconcentró, era un muchacho de cabello oscuro y ojos amarillos, estaba vestido muy formalmente y consigo se encontraba una chica muy bella a su lado, de hermosos ojos celestes y cabello del mismo color largo hasta las caderas. Cuando prestó más atención, pudo ver a una segunda chica caminando detrás de ellos, con una mirada de pocos amigos.

–¡Te dije que se iría, te lo dije Sui! –gritó la joven de atrás, de hermoso cabello oscuro y ojos rojizos–. Pero no, teníamos que tomar el maldito atajo.

–¡Ya cállate Vio! Estás cacareando como gallina desde que salimos de casa.

–Chicos….–susurró la joven más hermosa–. Estamos pasando vergüenza –señala a Alexei–. Discúlpanos por favor, estamos buscando a Dante Sargas ¿está en casa?

–¿O Sebastián Lovetti? –esta vez fue la mujer de cabello negro quien preguntó.

–No, ellos se acaban de ir.

–¡Te dije, te dije! –gruñó la chica más alterada.

–Cálmate Violatte, podremos alcanzarlo.

–¿Con estos tacos? –Se señala los zapatos–. ¡Ni hablar! ¡Me costaron un sueldo!

–¿Puedes dejar de hablar de tu ropa? –el único hombre se sentía agobiado entre tanta hormona femenina, tal así que tiró su cabello hacia atrás.

–Disculpa, creo que te conozco –susurró la chica de ojos claros y se acercó a él tímidamente. Alexei se sentía cohibido–. Me recuerdas mucho al papá de Dante.

–Pues….soy primo de Dante….–contestó.

–¿Alexei? ¿Eres tú? –La chica sonrió de oreja a oreja–. ¿No te acuerdas de mí? ¡Soy yo, Flopi! ¡Florencia! –intentó hacerlo recordar, Alexei no pensó mucho, la imagen de la niña contrastada con la joven adolescente frente a él era idéntica–. ¡Tanto tiempo!

–Florencia, vaya, creciste muy bien….–comentó seductor mirando sus senos, Suikyo gruñó algo enojado y Violatte sonrió.

–Ella es Violatte, mi mejor amiga y él es Suikyo, mi novio….–susurró sonrojada Florencia, Alexei se sorprendió, ese hombre se parecía mucho a alguien que conocía, pero no recordaba a quien.

–Mucho gusto Alexei, soy Violatte Garuda Griffo, es un placer…..

–Hmm… ¡aaah! Ya recuerdo, pero ¿ellos no eran los hermanastros que te molestaban? –preguntó Alexei sorprendido.

–Bueno, me declaro culpable –comentó Violatte–. Pero ya hemos crecido, madurado y ahora nos llevamos bien, eramos unos niños engreídos llevados por el odio. Florencia es hermosa y nos ha ayudado a ver la vida de diferente manera.

–Desde que papá desapareció, hemos ido a vivir con los Bennini luego que volvieron de italia, nuestro otro padre tampoco estaba y nuestros abuelos no quisieron hacerse cargo de nosotros, solo Albafica cedió y nos cuidó, a pesar de criarnos juntos, siempre supimos que no éramos hermanos, que solamente éramos adoptados allí, y apenas pudimos nos independizamos, yo me enamoré de esta hermosa mujer que ves aquí –sonrió mostrando a Florencia–. Y Bueno, Violatte se hizo amiga de ese criminal.

–¡No es Criminal! Se llama Sebastián y es MI AMIGO, nada más….nos llevamos bien.

–Wooo, muchas cosas han cambiado en 13 años…..–dijo Alexei observando a sus compañeros, habían crecido.

–Oh, y no te he contado que tengo hermanos –indicó Florencia–. Son gemelos, son iguales a mami, se llaman Thomas y Tobias Bennini, mamá estaba muy feliz con su embarazo, aunque cuando supo que eran gemelos se preocupó bastante.

–Oigan chicos, debemos irnos –indicó Violatte.

–Por cierto ¿A dónde van?

–Hoy es el cumpleaños de una amiga nuestra, es la hija de Asmita y Deuteros, Barbie, así que se hace en el palacio imperial Gemini, estarán todos ¿quieres venir? –preguntó Violatte, tanto Suikyo como Florencia afirmaron.

–No yo….no estoy invitado.

–¡Anda, vamos! –una cuarta voz, desconocida para Alexei, llegó a sus oídos, y al voltear ve a Elian allí parado–. Yo también voy a ir, ¿tienen auto?

–Sacó la licencia hace veinticuatro horas y quiere estrenarla –susurró Florencia con respecto a su novio quien mostró las llaves del auto.

 

                Sin medir palabra y probablemente sintiéndose secuestrado, los cuatro jóvenes entraron al auto arrastrando a Alexei en su interior. Y mientras escuchaban música y platicaban, el joven peliverde se iba sintiendo parte de un grupo de amigos. Suikyo parecía amable, más de lo que recordaba, Violatte era hermosa y tan femenina, al igual que Florencia, ambas hablaban de modas atrás. Elian era muy parecido a Camus, llevaba el cabello semi largo, sin llegar a la altura de su tío. Todo era ameno hasta que llegaron a la mansión y ahí le entró el miedo al joven. Todos entraron muy alegres, menos Alexei que se sentía un bicho raro. Entre tanta gente que estaba allí sus ojos pararon en un chico en particular, era apenas un niño de once años pero se mostraba que en unos años más sería un adolescente hermoso y lleno de candidatos. Traía el cabello rojo recogido y estaba junto a un joven exactamente igual a él, salvo que más adulto y más alto. Alexei se acercó con cuidado al niño, no quería parecer un acosador de menores, pero la simple mirada del joven lo cautivaba.

–Aléjate de mí.

–¿Eh? Pero si ni siquiera te he tocado –se defendió Alexei.

–Lo digo por si planeabas hacerlo –gruñó el pequeño, con esa mirada tan amenazante.

–Vaya, no pensé que eras tan arisco, mejor me voy para otro lado –Alexei se sentía ofendido, pero no podía evitar verlo.

–Pues mueve tu trasero hacia allá….–el pequeño pelirrojo señaló una de las silla.

–Eres algo grosero ¿sabes?

–Lo dice el tipo de no-se-cuantos-años que se acerca a un niño….

–¿Quieres pelear, RENACUAJO?

–¡OBLIGAME, ANCIANO!

–¡BRENDAN, BRENDAN! –gritó una persona desde el otro lado del lugar, saludando, el niño cambia completamente su mirada agresiva por una más dulce y armoniosa. Alexei pensó que era otra persona diferente.

–¡Papi! –el pequeño, de nombre Brendan, se abraza a un hombre fornido, sin lugar a dudas lo conocía de alguna parte.

–¿Te hiciste un nuevo amigo? –el hombre miró a Alexei quien sonrió de costado en forma de tic, ese enano estaba a punto de sacarle el cuero cabelludo con tan solo verlo y ese hombre le decía “nuevo amigo” –. Mucho gusto, soy Aspros Gemini, y él es mi adorable hijo Brendan.

–Mucho gusto, señor….–susurró amablemente Brendan a Alexei, tal así que empezaba a sentirse perturbado.

–Alexei…..Sargas.

–¡Oh, él hijo de Dégel! Pasa querido, pasa ¡Jean! ¡JEAN!

–Estoy a tu lado –gruñó el joven, el mismo que estaba con Brendan anteriormente.

–Oh, perdón, abre otro shampagne, hay que festejar no solamente el cumpleaños de mi querida sobrina, sino también este re-encuentro, estoy contento de verte, Dégel y yo fuimos grandes amigos.

–Pero ahora su esposo soy yo –dijo desafiante Jean, ahora Alexei entendía de donde había heredado el mal genio Brendan, aunque también ese muchacho de cabellos rojos era muy atractivo y no dejo de sacarle la mirada a padre e hijo en todo el tiempo que estuvo allí.

 

                La celebración se hizo cada vez más grande, pero nadie esperaba lo que estaba próximo a ocurrir.

 

Continuará.

Notas finales:

GENTITA, el próximo capitulo es el final!!! espero que les haya gustado este fic, porque el próximo capitulo termina -w-

Les dejo imagenes:

FAMILIA GRIFFO GARUDA

FAMILIA MONTIER

FAMILIA DU VERSEAU (sin algunos chibis)

SOPHIA SARGAS


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