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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo XX

 

 

 

                El cumpleaños de Bárbara pasó radiante como siempre, Alexei tuvo la oportunidad de interactuar nuevamente con sus primos y amigos de esto, llegó a conocer a la gente sin tratar de discriminarlas y pudo abrir un poco más su corazón, sin olvidar a ese hermoso pelirrojo que le volvía completamente loco. Aunque también se daba cuenta que la edad era un arma fundamental a la hora de una relación. Él tenía quince y Brendan tenía solo diez años, se sentía un pederasta.
Luego de terminado el festín, partieron nuevamente a la casa, ya era muy tarde a la noche y no había recibido ningún mensaje de sus padres, en cambio, Dante y Elian se mostraban entre ellos la cantidad gigante de correo que tenían de sus padres preguntando donde estaban y que estaban haciendo. Fue ahí que Alexei se dio cuenta que probablemente el sentimiento que tenían sus padres hacia él no era lo suficientemente fuerte como para preocuparse. Entraron todos en el auto de Suikyo y este fue repartiéndolos por casa, primero dejó a Sebastián en la mansión donde vivía con su padre. El chico de cabellos oscuros pasaba temporadas con Jean y temporadas con Itia, esta vez era su progenitor activo el que cuidaba de él. Alexei pudo ver por el retrovisor al viejo, quien, a pesar de tener algunas mechas blanquecinas, aún seguía siendo atractivo y manteniendo una piel increíblemente tersa. Itia había cambiado y eso era lo que comentaban los chicos, parecía que aún tenía sentimientos por Jean y su hijo, unos muy fuertes, pero que comprendía que el pelirrojo se haya marchado con el amor de su vida y dejado a él, un violador, de lado.
Luego dejaron a los hermanos pelirrojos, en ese momento también Alexei se retiró, sus padres aún continuaban allí dentro y dado que la casa le pertenecía a su madre, lo más probable es que durmieran allí. Los tres Sargas saludaron amistosamente a Suikyo, quien continuó su viaje hacia la casa de los Bennini.

Alexei entró como solía hacerlo siempre, sintió un escalofrío en su espalda, pero no dijo ni hizo nada. Saludó a sus primos y se fue a su habitación, pero antes que pudiera siquiera abrir la puerta de su cuarto, Dégel apareció en el pasillo caminando, tenía los ojos abiertos de par en par y se veía bastante enojado.

−¿A dónde fuiste? –preguntó un tanto amenazante, Alexei gritó los ojos−. Te hablo en serio, Alex, ¿dónde estabas? Nos tenías preocupado.

−¿Tenías?

−Tú padre también estaba preocupado por ti.

−¿En serio apartaron los ojos de Sophie por un momento? ¡Vaya, qué increíble! –abrió la puerta de su cuarto e inmediatamente entró, pero Dégel ni corto ni perezoso entró con él inmediatamente−. ¿Por qué sigues aquí?

−Soy tu madre……

−Que bueno que lo recordaste……ahora ¿puedes salir? Necesito intimidad…..−Dégel frunció los labios algo enojado, pero no podía culpar a Alexei por el trato, sin ir más lejos, el chico había vivido todo lo oscuro de la vida con el viejo Melvicke, vio tanta gente morir y tan horribles sucesos.

−Está bien, te dejaré…..−se acerca y usa la mano para bajarle la cabeza por la nuca y darle un beso en la frente−. Descansa.

−¿En serio me dejarás?

−Seguramente estás agotado……−caminó hacia la puerta dispuesto a girar el pomo cuando escuchó nuevamente la voz de su hijo.

−¿Qué es ser hechiceros? –preguntó, Dégel giró en su eje y le miró−. Estuve en la casa de Aspros y Deuteros Gemini, la familia de Aspros está alineada con sangre de hechiceros.

−Cierto, tú te criaste en Inglaterra y Grecia, bueno, más en Grecia que en otros lados…..así que no sabes mucho de los hechiceros de aquí……−camina hacia la cama y se sienta junto a su hijo−. Aquí en Paris, hay diferentes clases de hechiceros, al igual que en Inglaterra. Pero principalmente aquí hay profetas, buscadores del pasado, presente y futuro, lectores de mano y videntes de la muerte, sin duda, son de los más poderosos de Europa.

−¿Los Montier?

−Sí hijo, los Montier –le acaricia suavemente el hombro−. Jacques Montier era un hombre muy joven cuando vino a vivir aquí, y sorprendió bastante con sus poderes espirituales. Casi siempre manejaba polvos, esencias y talismanes.

−¿Talismanes?

−Hay talismanes muy fuertes que crecen en el fondo de la caverna Montt Van, al norte de Paris, allí hay una especie de perla en forma de rombo bastante brillante, los hechiceros dicen que suelen usarlas para leer la mente de las personas.

−¿Leer la mente?

−Bueno, lo digo en forma fácil….quiero decir, “controlar” mentes. Lo usaban desde tiempos muy remotos en toda Europa. En Estados Unidos, mayormente, lo usaban los hechiceros para que la gente comenzara a señalarse las unas a las otras, y no pudieran descubrir a las verdaderas brujas y brujos.

−¿Talismanes para controlar las mentes? Ya veo…..−susurró pensante.

−Mucha gente usa eso para el mal, otros, lo usan para el bien.

−¿De qué forma puede usarse para el bien?

−Pues, haciendo que una persona diga la verdad, o que alguien pueda ver su propio pasado y recordar acciones……usualmente no se utiliza para el bien.

−¿Y cómo sabes que estás bajo la posesión de un talismán?

−Eso es lo curioso, Alexei, nunca lo sabes…….ahora descansa, creo que te hace falta dormir –Dégel se levanta de la cama y camina hacia la puerta para irse de allí, dejando a su hijo pensando.

 

 

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                Cuando el sol se puso en el horizonte, Dégel decide que ya es hora de irse a la cama. Con su hijo durmiendo en el cuarto de junto, la niña ya descansando desde las nueve de la noche y los “dueños” de casa calmando a sus alborotados hijos, Dégel se puso su pijama de verano y caminó hacia el espejo para peinar su largo y verdoso cabello. Kardia salió del baño, sin camiseta, solo con unos shorts color gris y descalzo. No se miraron en ese instante, o al menos Dégel no lo hacía, pues luego que Kardia terminó sus ejercicios nocturnos para irse a dormir observó a su hermoso esposo. Dégel seguía siendo tan bello como siempre, hacía tanto tiempo que no miraba a Dégel con esa mirada tan lasciva de deseo que tarde o temprano iba a ser percatada por el mismo dueño.

−¡Deja de mirarme de esa forma! –exclamó Dégel dándose la vuelta y observando a su marido, este solamente levanta los brazos.

−No había visto lo hermoso que te sienta los años.

−¿Me estás llamando viejo? Porque quiero decirte que solamente tengo cuarenta años…..−Kardia sonríe ante esto−. Bueno, Cuarenta y uno.

−Tranquilo, no te estoy diciendo viejo, además, si te dijera viejo a ti, ¿qué se esperaría de mí que tengo varios años más? Aun así, funciono a la perfección –la mirada de Dégel parece tranquila, pero lentamente se vuelve más y más seria−. ¿Qué te ocurre?

−Pensaba que ahora que estamos acá todo se revive. La muerte de Unity, las tragedias alrededor.

−¡Ya el hijo de puta de Melvicke está muerto! No tenemos nada que temer.

−No hablo de Melvicke, hablo de nosotros, tú y yo, lo que hicimos…..−suspiró y se sentó−. Soy tan basura como tú, yo decidí en su momento que debíamos matar a Unity, pero fui un cobarde, incluso cuando tenía que pagar mi crimen. Cuando nació Alexei me volví aún más cobarde, me sentí tremendamente débil y enfermo, ahora con ya cuarenta años, y dos hijos……siento que no hubo justicia.

−¿De qué hablas?

−Piensa en la mamá de Unity, en el papá de Unity, y ponte en lugar, cámbiale el nombre de Unity a Alexei, e imaginemos ¿qué ocurriría si Alexei se enamora de alguien? ¿y si ese alguien se cansa de él y lo manda a matar?

−Dégel, tienes que pensar menos –gruño y se sentó en la cama−. Alexei jamás será Unity.

−¿Y si lo fuera? ¿Y si fuera asesinado? Creo que cuando nació Alexei mi vida comenzó a girar en torno a él, en lo que se puede convertir rodeado de tanta mierda y basura.

−¡Pero ya acabó! Todo acabado.

−¿Todo acabo? ¿Y la hija de Hakurei? –la mirada de Kardia se trasformó−. ¿Eh? ¡Ni siquiera tuvo justicia!

−¿Estás pensando en traicionarme nuevamente?

−No……digo, no lo sé…..−deja su cepillo de cabello en la mesa y camina hacia Kardia−. Ahora que Melvicke no está y volvemos a mi país, con mi familia, con mi gente……no te parece que, no sé qué decir….

−Cuando era joven, también pensé en eso, que debía parar toda la matanza, que tenía que hacerlo porque, en definitiva, ¿qué garantía tenía Milo si yo moría? Esperar a que mi “padre adoptivo” también muera y quedarse sin nada o peor aún, con una bala en la cabeza…..−se tira el cabello para atrás−. Ahora que ha pasado tanto tiempo y Milo tiene su vida, su familia…..yo tengo la mía, mi familia…..ya no quiero preocuparme por eso.

−No entiendes, ¿verdad, Kardia? Creo que estamos enfermos de la cabeza…..

−Lo estamos.

−¿Y qué haremos? –preguntó sorprendido ante la respuesta inmediata de Kardia.

−Nada, cariño, ya no podemos hacer nada. No todos los muertos tienen paz….−se acuesta en la cama ante la mirada atónita de Dégel−. Escucha Dégel, si quieres dejar a Sophie sola, sin un padre ni una madre, a Alexei completamente desorientado, ve, diles la verdad a la policía, el caso ya lleva trece años encajonado. Yo siempre diré que soy capaz de seguirte al infierno con tal de estar contigo……

−No quiero dejar a mis hijos solos.

−Entonces cállate y duerme. Unity no tendrá paz, tampoco la hija de Hakurei, tampoco Jacques, hay mucha gente que muere todo el tiempo y no se buscan criminales, o se orienta la investigación hacia otro lado. Nadie recuerda a Unity y su blanco cabello, la gente tiene que morir, nosotros sólo adelantamos el momento –se acurruca en un costado de la cama.

−¿Y si en lugar de matar a la hija de Hakurei hubieran matado a Milo? –Kardia abre sus ojos y gira para ver directamente a Dégel−. ¿Te hubieras quedado sentado diciendo cosas estúpidas como: “algunos crímenes nunca se resuelven”? ¿O irías y obtendrías justicia por propia mano?

−Eso es ser tan asesino como el que lo mató, sabes a lo que me refiero.

−Estamos enfermos.

−¿Otra vez con eso? ¡Si! Ahora metete en la cama y duerme.

−¿No te sientes ni un poco mal?

−Ya pagué mi fianza.

−No lo….

−Pagué mi fianza, tengo un boleto al infierno. Tú aun puedes salir de esta si lo deseas, pero yo, yo no, cuando muera, me espera el mismo Lucifer para pincharme el culo con el tridente…..

−Yo estaba ahí y no te detuve, quise abortar a mi hijo ¡soy tan cruel como tú!

−No, Dégel, tú no eres cruel, tu eres un humano enamorado.

 

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                El arma fría estaba a punto de cargarse por completo, pero el hombre de cabellos blancos seguía jugando con la bala una y otra vez. Sonrió, estaba completamente loco, pero no le importaba mucho. A veces es necesario estarlo. En sus pies, el cadáver de Aiacos aun largaba un pestilente olor, pero para Minos, ese olor era lo más delicioso que había probado. Obviamente nunca quiso a Aiacos, ni tampoco a sus hijos, por lo que no le importó demasiado tener que dejarlos para irse a Noruega nuevamente, de donde vino.
¡Bang! Un tiro para Aiacos, ya pronunciado.

¡Bang! Un tiro para el intruso que se atrevió a amar a su amado al mismo tiempo y se salió con la victoria. Manigoldo.

¡Bang! Para su padre, quien le lavo la cabeza con agua sucia, pues era todo lo que era gracias a él.

¡Bang! Al asesino de su amigo Unity, quien también era parte de su plan.

¡Bang, Bang, Bang! Adiós a los tres engendros, fruto del amor prohibido entre ese demente y su flor hermosa.

¡Bang! Para el que quedó vivo de la familia Montier, el joven Jean.

Y si le quedaran más balas, acabaría también con toda la humanidad, pero solo tenía ocho balas.

                Minos era joven, rico, y gramoroso, pero también lleno de una oscuridad completamente opaca. Pasó por encima de Aiacos y se retiró afuera, donde el sol comenzaba a brillar. Aún quedaban las gotas de sangre seca encima de su piel y recordó los primeros sucesos de su vida. Esos talismanes.

Sí, los talismanes habían sido usado desde hace muchísimo tiempo para controlar la mente de la gente, aun su padre Thanatos lo usó para controlar su propia mente, pero él era mucho más inteligente que su padre. También ese talismán había sido usado para hacer que Montier joven perdiera su memoria, para que Itia abusara sexualmente de su hijo, para que Unity enloqueciera con Dégel, para que Aiacos se muriera de amor por él, pero principalmente, para que Melvicke, ese viejo ruin que le hacía competencia a su padre desde Inglaterra, pudiera tener toda la población a sus pies.

Durante ese tiempo que estuvo desaparecido, aprovechó para averiguar más sobre el talismán y como lo había usado el viejo inglés.  A sabiendas del enorme poder que el pequeño Kardia tenía, utilizó ese talismán para controlar al padre de Kardia, y hacer que este golpeara a su hijo y a la madre de este. Cuando la familia se destruyó, usó el talismán en el joven e ingenuo Kardia, pero no cualquier talismán, el más poderoso, cuestión que hacía muy poco había quedado sin efecto dicho poder, pero Kardia aún no comprendía seguramente como se volvió tan violento siendo un niño tan sumiso. También se usó en Dégel, pero uno de menor intensidad, solamente para provocar miedo y terror en sí mismo. Él lo utilizó en Manigoldo, para alejarlo de Albafica, pero en cierto modo terminó jugándole en contra. Y ahora, todos los que habían pasado por esa magia oscura debían morir, de esa forma él tendría los talismanes que están en su interior y llenarse de ese poder humano. Todo para su beneficio.

−¡Tengo uno! –susurró para sí mientras sacaba de su bolsillo el talismán que se encontraba en el cuerpo de Aiacos, estaba aún cubierto de sangre pero se veía negro−. Me faltan unos cuantos más…..

 

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                “Yo no maté a mi madre, no maté a mi madre”, de decía a si mismo jean mientras se agarraba la cabeza. Desde hacía tiempo, intentaba buscar dentro de su cabeza lo que había pasado hace unos años atrás sin mucho éxito. Siempre que volvía a ese momento especifico de su vida, algo le impedía avanzar y ese algo estaba controlando su mente nuevamente, después de tanto tiempo.
Como todos los días desde que le habían debelado la verdad su propia conciencia, Jean se escapaba hacia su casa nuevamente para buscar aquellas pócimas que le harían abrir su mente, pero como siempre ocurría no las encontró. Se sentó frente a su caldero y miró su propio reflejo. ¡No podía ser él! Jamás tocaría a su madre, jamás lo lastimaría, Jacques había sufrido tanto toda su vida como para ser asesinado por su propio hijo. Además, Joseph no le guardaba ningún rencor, y siempre fue bueno leyendo los pensamientos de su hermanito pequeño como para no darse cuenta de la desgracia.

−¡Claro! –dijo más para sí mismo que para otro cuando su mente comenzó a acomodar sus ideas. Fue directamente hacia la caja de talismanes buscando uno en particular. Había recordado casi involuntariamente aquella noche cuando Minos lo tomó desprevenido y le robó aquellas hermosas piedras que se usaban para controlar la mente. Si la usaba en sí mismo, seguramente lograría ver que pasó esa noche.

 

                Abrió la tapa del cajón, el mismo traía un compartimiento secreto y probablemente por eso la caja se escuchaba hueca al fondo. Tomó dos talismanes, uno lo usaría para entrar a su mente y otro para volver a la realidad. Colocó uno en su bolsillo derecho y el otro en su frente y recitó aquellas palabras. Lentamente su cuerpo se sintió más ligero y comenzó a viajar al pasado en su memoria. Todo lo que ocurría a su alrededor eran momentos vividos por él anteriormente, y podía recordar mientras veía las imágenes.

−¿Realmente deseas tanto ver lo que ocurrió? –una voz despertó detrás de él, Jean se dio la vuelta para ver una figura blanquecina y muy brillante, lentamente iba tomando forma hasta transformarse en su madre.

−¡Mamá! ¿Eres tú?

−Mi pequeño Jean, la realidad lastima bastante ¿No crees?

−¡No puedo quedarme sentado pensando en que te maté, mamá! ¡Por favor, no me obligues por miedo a lastimarme, en pensar en ello!

−¿Te sirve de consuelo saber que no fuiste tú? Fue alguien con el alma sucia, mi niño, y créeme que tú estás lejos de ello –comentó Jacques mientras detenía los recuerdos de Jean, justo antes de llegar al suceso.

−¿Tú eras el que me detenía, verdad?

−Es la primera vez que eres consciente de ello –comentó con una sonrisa−. Pero sí, hijo, siempre te detuve yo.

−¿Por qué?

−Ya te dije, odio ver sufrir a mis niños, la muerte de un padre siempre es traumática… Y además….

−¡No me importa! ¡Quiero verlo! Quiero desgarrar de mi alma el dolor que sentí al ver que te apuñalaba en los recuerdos –llora por la ira y se cubre el rostro con sus manos.

−Hijo, mi niño –se acerca, acariciándole la cabeza, cosa que le trajo una paz indescriptible−. No estoy triste por haber muerto, era algo inevitable.

−Pero mamá…..tu vida…..tu reputación, todo fue destruido gracias a ello….no voy a permitir que las cosas sigan así…..por favor, por favor –Jean se aparta un poco de Jacques para tomarle las manos−. Por favor, déjame ver lo que ocurrió hace veintidós años.

 

                Jacques solamente sonríe y se aparta completamente de Jean permitiéndole el paso, a pesar que sabía el muchacho que no volvería a ver nunca más a su madre, avanzó solo un poco, le echó un vistazo justo cuando se estaba desvaneciendo, y continuó hacia delante.
El lugar estaba tan oscuro, se miró las manos, era la de un niño de ocho años. Había regresado al momento exacto donde su madre había fallecido. Caminó lentamente hacia el living de la casa y observó a Jacques hablando con un joven hombre.

−¡No! Tu familia ya ha hecho demasiado mal en este mundo –comentó el pelirrojo mientras cruzaba los brazos−. No te daré los talismanes ni, aunque me des todas las monedas de oro del mundo.

−Eres un estúpido, Jacques, ¿tan poco vale tu familia para rechazar tanta fortuna? Tus hijos podrían vivir bien si aceptas darme esos talismanes.

−¡Ya te he dicho que no! Además, ya sé para que los quieres ¡Lo vi en tus ojos cuando entraste, solamente quieres profundizar más el daño que haces día a día solamente por tu ambición personal!

−¡CALLATE! Tú no sabes nada sobre eso….

−Piensas que no sé lo que le hiciste a tu familia, a tu novio y ahora lo que le harás a Manigoldo, Minos Griffo –los ojos de Jean se abrieron justo cuando el nombre de ese ser despiadado se sintió nombrar−. Ahora lárgate de mi casa, tengo que hacer dormir a mi hijo….

−¡Ja! –se da la vuelta−. Estúpido –comentó antes de dar un paso hacia la salida. Jacques se confió en ese momento y también le dio la espalda. Jean pudo ver entonces como Minos se dada vuelta, sacaba una daga de su cinto y apuñalaba fuertemente a Jacques hasta dejarlo en el suelo−. Seguro no viste venir esa ¡puta ramera!

 

                Jean ni corto ni perezoso, corrió hacia donde Minos estaba atacando a su madre, el hombre joven lo empujó y dado al tamaño de ambos era obvio quien ganaría. Siguió apuñalando la espalda de Jacques hasta que este dejó de moverse y la sangre comenzó a fluir. Jean gritaba y lloraba de la angustia que le producía tener que ser testigo de ello y comprendió por qué su madre se negaba a que mirara tal horror, haciendo que borrara esos pensamientos de su mente. Con la poca energía que tenía y el estivo de su último aliento, Jacques tomó la mano de su niño para calmarlo, mientras las lágrimas y la sangre se mezclaron juntas.
La enternecedora despedida entre madre e hijo se estaba desintegrando frente a los ojos de Minos, quien había tomado su tiempo para buscar los talismanes que había ido a comprar. Había muchos por la casa y tomó unos cuantos.

−Ma…..mamá….−sollozó el pequeño niño que era Jean abrazándose al cadáver de Jacques, completamente rígido.

−Ya deja de llorar, enano….−comentó Minos mientras se acercaba a Jean−. ¿Qué haré contigo? Hmmm, será divertido ver como piensas que tú eres el asesino de tu madre ¿verdad?

−¡No! ¡Noooo!

−De esa forma podre regocijarme viendo cómo te incriminas tu solo, ese momento que vivimos será borrado por este talismán así que –lo arroja para otro lado mientras mirando el cadáver de Jacques le da una patada para darlo vuelta y que este de costado−. ¿Quieres ver esto, Jacques? Míralo…..−comentó antes de comenzar a quitarse los pantalones.

 

−¡NO, NO NO! –Jean tomó el talismán de su bolsillo, volviendo a la realidad completamente. Le dolía demasiado la cabeza, pero ahora estaba seguro que la muerte de su madre fue obra del mal en persona y no de él. Relajado y apesadumbrado, comenzó a recordar cosas que no quería recordar. Como cuando Minos utilizó el talismán para hacerle creer que todo lo que había ocurrido era obra suya, que Itia era malo y, sobre todo, también recordó cuando usó el talismán en Itia.

                Aspros llegó momentos más tarde para ser el paño de lágrimas de Jean. La verdad había sido descubierta.

 

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                Los ojos de Minos estaban clavados en las personas que se encontraban ahora en su casa, o lo que solía ser su casa. Kardia había ido con su esposo Dégel, Manigoldo por miedo fue solo, lo que hizo una fisura en el tortuoso plan de Minos, Jean también estaba allí acompañado de Aspros. Todos buscadores de la verdad, todos dispuestos a lograr develar lo que pasaba en sus mentes.

Horas atrás, a cada uno le había llegado a una carta. A Manigoldo le puso que sabría el motivo de su locura, a Jean sobre el asesinato de su padre, a Kardia sobre el porqué Melvicke deseaba tanto tenerlo bajo su poder…..cada uno tenía un motivo para hacerle caso a ese extraño sobre que llegó a sus vidas y al encontrarse todos ellos en la puerta se dieron cuenta que quien tenía la verdad era mucho más listo de lo que habían imaginado.

Entraron al lugar, ciegos de lo que le esperaba en aquellas cuatro paredes blanca como un fantasma. Una escalera era lo único que conectaba ese enorme salón blanco con otra parte del hogar. El lugar se encontraba vacío pero demasiado brillante para el ojo humano. Es entonces cuando sucedió, unos ruidos de tacones comenzaron a descender por las aperladas escaleras. Todos voltearon a ver la mirada caótica del dueño de aquellas pisadas y notar que en su mano traía un talismán repleto de sangre. A  Jean comenzó a dolerle la cabeza bastante, como si un pájaro carpintero le taladrara el cráneo constantemente, pero el resto solo palideció, esperando al ver al joven hablar.

                Minos Griffo era malo, pero su presencia cautivadora podía lograr que todos cayeran a sus pies.

 

−Bienvenidos sean a mi humilde morada –comentó casi con gracia, como si nadie supiera el monstruo que solía ser.

−¿Qué quieres, Minos? –gruñó Manigoldo y sacó la carta de su bolsillo−. ¿Tú mandaste esta mierda?

−Oh, si….lamento haber usado tinta normal, pero no quería gastar tanto dinero en una simple postal, mi querido Manigoldo –susurró terminando de bajar los escalones solamente para enfrentarse al hombre y pasar sus dedos por la papada del mismo, logrando petrificarlo.

−¿Para qué? –susurró Kardia mientras ponía su cuerpo frente a Dégel.

−Vengo a contarle la historia de porque la locura empieza con un simple objetito –le dio la espalda y con su dedo índice y pulgar sostuvo el talismán, elevándolo un poco hasta que quede a la altura de su cara y haciendo que los rayos del sol que entraban por la ventana de arriba alumbraran la piedra−. Fascinante, ¿no les parece? Hace tiempo que existen estas cosas….

−Minos….−susurró Aspros, también intentando proteger a Jean.

−¿Sabes qué es esto, Kardia? –preguntó girando y mostrando por completo el objeto, el hombre no parece comprender−. ¿No? Deberías saberlo, porque esto está en tu cuerpo…..

−¡Ya habla de una vez maldita cucaracha! –gruñó Manigoldo, ya enojado por todo lo que hablaba el hombre.

−De acuerdo, este talismán es muy especial, lo usan desde hace mucho tiempo en Europa y se puede encontrar en el norte de Paris. Los hechiceros lo usan para controlar mentes, ver el pasado, poder ordenar sus ideas. Pero, sobre todo, controlar mentes –mira a Kardia−. Obligar a alguien a violar o asesinar –observa a Manigoldo−. O enloquecer.

−Tú…..−apretó los puños el italiano, Minos le sonríe.

−Pero no solamente eso es lo que hace esta encantadora piedrita. Puede lograr que su portador se suicide…..agonice, incluso que muera de una extraña enfermedad en su cuerpo…..como pasó con Aiacos.

−¿Aiacos está muerto? –cuestionó Aspros, Minos afirma−. Pero….

−Él también tenía el talismán, es más, este es el de Aiacos –lo enfrenta con el talisman−. El mismo se incorpora en el cuerpo, muy pocas personas pueden rechazar el talismán por diversas razones. Porque tienen hijos o porque recuperan la consciencia. ¿Adivinen quien expulsó su talismán? –comentó mirando a Dégel−. Sí querido, tú también poseías uno, aunque no lo creas hay mucha gente que quiere verte destruido Dégel, incluso tu mismo. ¿No te has preguntado por que Aeneas murió? ¿Por qué Unity Murió?

−¡Unity fue asesinado!

−¡ERROR! –gritó Minos a Dégel−. Eso crees que pasó, pero en realidad no pasó. Los asesinatos que han visto es solamente obra del talismán, el talismán asesina, el talismán mata…….si usas este talismán –camina hacia Dégel para entregarle el mismo−. Podrás ver lo que realmente pasó ese día con Unity.

−¿Quieres decir que no matamos a Unity? –preguntó Kardia sorprendido.

−No has matado a nadie, mi querido conejito. Hakurei, la hija de este…..no existen en este mundo, solamente es parte de tu cabeza……todo esta en tu cabeza Kardia….como el asesinato de Jacques por parte de Jean, todo es parte de tu cabeza.

−¡IMPOSIBLE! Yo vi a Hakurei en el estrado –gritó Kardia tomándose la cabeza−. Yo vi a la chica morir ¡así empezó todo!

−Así empezó todo ¿eh? ¿Realmente lo crees? La mayoría de los que está aquí tiene el talismán dentro suyo. Jean…..Manigoldo……Kardia….aun lo tienen dentro y podría jugar con sus mentes ahora mismo y hacerlos pensar que se mataron entre si –saca un arma−. Puedo hacer eso y se volverían locos.

−¡NO! –gritó Jean estirando su mano hacia Minos−. Ya hiciste demasiado mal, no sigas…..

−Oh, mi pequeño y estúpido Jean…..

−Has dicho que todo está en nuestra cabeza, pero ¿hasta qué punto? Tuvo que haber un asesino, un verdadero asesino…..−susurró mirando al peliblanco−. Mi mamá murió, Aeneas murió….Aiacos murió…..Unity Murió…..Melvicke murió, todos están muertos ¡No puede ser parte de nuestras fantasías!

−Créeme, hay más fantasía en esta vida que lo que creen…..miren…..−a pesar que la habitación estaba completamente iluminada, Minos se acerca al interruptor de luz y lo prende, pero la habitación no se vuelve más clara sino más oscura.

−¿Qué estás haciendo?

−Les mostraré la verdad y el asesino detrás de todo esto….−una luz roja comienza a brillar levemente mostrando cuerpos, el de Unity, el de Aiacos, el de Aeneas, todos estaban en el suelo empapados de sangre−. Hace muchos años, el viejo decrepito de Francis Melvicke descubrió algo ya utilizado desde la edad media, el talismán. Y así comenzó. El buscaba corazones oscuros en los cuales insertar el talismán, personas heridas profundamente. El padre de Kardia, quien aparentaba ser un noble hombre, pero quien tenía el corazón destrozado, fue muy fácil de embaucar.

−¿Mi….mi padre? –preguntó Kardia levantando la cabeza, ayudado por Dégel−. Pero él era violento.

−Se volvió violento con el talismán que empleó Melvicke en él, tú eras su víctima predilecta y dejó que incubes ese corazón roto para que sea más fácil dominarte. Lo mismo hizo con otras personas que lo seguían. Melvicke era quien asesinaba a la gente y te metía en la mente que lo habías hecho tú.

−Pero….yo lo vi…..yo vi como Kardia mataba a esas personas cuando nos fuimos de Paris, y ya había tenido a Alexei…..

−Estúpido, Melvicke estaba allí para plantarte el talismán, lo que no pensó ese viejo es que tú tendrías una hija y ese talismán desaparecería de tu cuerpo, lo cual provocó que tú comenzaras a comprender mejor las cosas y quisieras huir de ese mundo. Pero Melvicke no fue el único que usó el talismán, yo lo hice en Manigoldo, quien tenía el corazón destrozado por su fracaso matrimonial. O el de Albafica, dolido por la violación de Manigoldo, o Jean, quien estaba apesadumbrado por el fallecimiento de su madre…. Todos los corazones heridos reciben el talismán tan fácil que es imposible no usarlo.

−¿Y por qué nos dices eso?

−¿Por qué es hora que ustedes mueran con el secreto del talismán? –los apunta con el arma que había desenfundado tiempo antes−. Los mataré de a uno, primero a los que no tienen talismán y luego a los que sí, será un gran espectáculo de sangre….

−¡No lo será! –gritó Jean, Minos giró para verlo−. Soy hechicero ¿lo olvidaste? –saca de su bolsillo un teléfono−. Cuando era pequeño no había teléfonos de esta índole, pero ahora sí lo hay.

−¿Y qué harás con un teléfono? ¡Idiota! –susurró bastante aturdido.

−¿Qué crees que haré? –preguntó mirando hacia la entrada donde se podían distinguir luces de autos de policía. Minos frunce el ceño−. Ríndete, Minos…….ríndete.

 

                La policía entró lentamente al lugar, haciendo que todos los que estaban dentro se agacharan. Tomaron a Minos y lo acusaron de la muerte de Jacques Montier y Aiacos Garuda. Jean pudo relajarse cuando lo vio desaparecer por la puerta, pero la historia no podía terminar así.

−¿Y qué haremos ahora? Como dijo Minos, tenemos los talismanes dentro de nuestro cuerpo –preguntó Manigoldo.

−Existe una forma de sacar los talismanes pero es muy desagradable…..−Jean saca de su bolsillo una botella.

−Quiere decir que todo lo que ha pasado ¿lo hemos soñado? ¿Ha sido un sueño? –preguntó Kardia alterado.

−No sé hasta donde sea un sueño o no, pero tenemos que beber este líquido y todo cambiará, puede que ni siquiera estemos en la misma habitación, puede que ni siquiera haya pasado el tiempo que pasó, pero sí sé algo, el líquido está a disposición de nosotros para ser bebido.

 

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−¡Hermano, hermano! –una voz muy suave se escuchó, lentamente Kardia abrió los ojos para sentir por primera vez en mucho tiempo la luz del día−. ¡Lo sabía, lo sabía, Eugine! –gritó Milo mientras festejaba con el anciano−. ¡Era el remedio, lo era!

−¿De, de qué estás hablando? –preguntó Kardia comenzando a levantarse.

−Estuviste mucho tiempo dormido, mi querido Kardia –la mirada de espanto de Kardia cambió al ver a una bella mujer allí parada frente a él−. Qué bueno verte bien, hijo mío.

−Ma….mamá…..−el corazón de Kardia comenzó a latir más acelerado−. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde está Dégel?

−¿Eh?

−¿Dónde están mis hijos, y Dégel, y ese niño hechicero? ¿Dónde? –preguntó alarmando, Milo pestañó rápidamente−. ¿Y qué pasó contigo?

−¿Conmigo? ¿qué tengo de malo?

−¡Luces como un niño!

−¡ES PORQUE SOY UN NIÑO! –gritó Milo−. Tengo 11 años solamente, estuviste dormido mucho tiempo……

−Pero ¿y lo qué paso? ¿Y el señor Melvicke?

−¿Señor Melvicke? –preguntó un hombre que entraba al cuarto, sin duda era su padre−. ¿No recuerdas? El señor Melvicke es quien me contrató en la empresa de autos donde trabajo ¿estás bien Kardia?

−¿Papá? –Kardia comienza a sentir un ligero mareo producto de haber estado tanto tiempo acostado−. ¿Entonces nada de esto pasó? Digo, ¿no soy un asesino?

−Hijo, seguramente eso es culpa de tu hermano –mira a Milo quien sonríe estúpidamente−. A él le encanta ver películas de asesinatos y estuvo todo el tiempo mirándolas contigo, seguramente tomaste eso para crearte una historia.

−Sí, vi a una chica asesinada por un joven de mascara y un grupo de narcotraficantes, ¡estaba muy buena!

−Ya veo…..todo fue un sueño…..yo –mira sus manos−. Yo soy un chico normal.

−Con problemas cardiacos pero normal….−comentó el padre.

−Dégel…..−susurró−. Si hubiera sabido que me iba para siempre me hubiera despedido de ti.

−¿Hablas de mí? –la mirada de Kardia se sorprendió al ver a Dégel frente a él, caminando con pasos elegantes, pero era diferente, no era un joven millonario, sino un triste enfermero voluntario quien traía medicinas para él−. ¡Pues aquí estoy!

−¿Tú eres Dégel?

−Claro que soy Dégel, mi nombre es Dégel Verseau y soy el enfermero de esta área….me dijeron que te habías levantado, es muy…..

−¡Cásate conmigo!

−¿Eh? –Dégel le miró con terror, Kardia parecía estar loco.

−¡Hijo! ¿Cómo le pides matrimonio a alguien que ni siquiera conoces? –preguntó la mamá, Kardia sonrió.

−No lo sé, sólo estoy seguro que mi corazón me pide estar junto a él…..al final todo fue una horrible pesadilla….no hay ningún asesino, y su mirada no es la mía……nunca la mía…..

 

                Lo que pasó después es incierto, sólo Kardia lo sabía en unos años más, pero lentamente se fue re-encontrando con la vida pasada. No todo había sido inventado por su mente, algunas cosas ya estaban allí en su memoria desde hacía muchos años atrás. Por ejemplo, Dégel era su enfermero, era voluntario y tenía más o menos su edad, siempre había sido amable con Kardia y eso ingresó a su corazón desde el momento cero. Milo obviamente era su hermano, quien tenía una fascinación desde muy pequeño por un pelirrojo francés que iba al colegio con él, pero el niño no parecía tener ningún interés romántico, se llamaba Camus, pero Kardia estaba seguro que su hermano lo conquistaría tarde o temprano.
Aspros y Deuteros eran sus compañeros de universidad, eran simpáticos y divertidos, Manigoldo era su amigo de parranda, quien tenía una pareja más joven que él, Albafica, un niño rico dispuesto a todo por amor. Jean era solamente un chico de la calle, muy joven que vivía junto a su madre y hermano en una casucha. Se había enamorado de un hombre mayor que él y había resultado embarazado, pero luego de un terrible desplante, Aspros logró conquistar de nuevo ese corazón herido y ahora estaban felices con el pequeño bebé.

Sisifo, Shion, Dokoh, todos eran compañeros de universidad a los que veía varias veces o pocas pero que estaban impresos en su mente y Minos, bueno Minos era el chico popular de la universidad, dado que era hijo del rector, Kardia lo detestaba, pero aun así le parecía atractivo. Todo había sido un terrible sueño que Kardia no quería nunca que se vuelva realidad.

                Con los años, Kardia iniciaría una nueva y hermosa vida al lado del joven a quien amaba, a sabiendas de todo lo que tenía que hacer para no convertirse en el ser que siempre odio, el de sus pesadillas.

 

FIN.

Notas finales:

Sé que mi final fue malo, pero bueno, fue el único que se me ocurrió. Espero les haya gustado el fic y lamento la demora pero estuve enferma de los bronquios un buen tiempo y no tenía muchas ganas de escribir.

Por si no entendieron, en realidad nada del fic pasó, todos los que están muertos están vivos y todo esto fue una película que se hizo Kardia durante su tiempo de internado. 


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