Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La mirada del asesino por Jesica Black

[Reviews - 138]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capitulo V

 

Paris. Jueves 13.

 

                Dégel miró el reloj de pulsera que llevaba en su muñeca, aún faltaban cinco minutos para las doce, horario que había acordado con Kardia el verse en su casa, pero por más que fingía no estar preocupado, le preocupaba. No había dado el horario, aun así sus piernas temblaban ligeramente. Estaba vestido de una forma muy elegante pero informal, su cabello caía por los costados de su cuerpo y la espalda, su mirada estaba clavada en esa perilla color oro que resaltaba en la puerta. Dio dos pasos hacia adelante y luego volvió a su lugar atrás, se sentía como una quinceañera que espera a su amado príncipe o algo así y no comprendía por qué ese hombre de aspecto agradable le enloquecía.

Estaba tan concentrado que probablemente no escuchó los pasos de Camus directo a él y mucho menos cuando se colocó a su lado y habló:

−¿Dégel? –llamó su atención y el peliverde del susto casi lo hace tirar lo que traía en las manos−. ¿Lo asusté?

−No claro que no –murmuró con ironía, se notaba su cara de espanto−. Dime ¿qué se te ofrece?

−Nada, quería avisarle que el banquete está listo ¿aún no viene el señor Skorpius? –preguntó el pelirrojo, Dégel miró por la ventana y negó colérico. Observó nuevamente el reloj, ya eran las doce.

−Él tiene que venir.

−Dégel…..−comentó extendiéndole la mano−. Ven, es mejor que comas algo.

−No puedo comer antes que el invitado llegue, es un deshonor.

−Pero también está mal que usted se desmaye en pleno recibimiento porque no ha comido adecuadamente.

−Es verdad –lo siguió meditabundo, aun mirando por la ventana−. ¿Crees que algo le haya retrasado?

−Seguramente, aunque no hay mucha congestión por estos lares, pero probablemente tuvo que hacer una diligencia –lo conduce hasta donde está el asiento del muchacho, adelante una cantidad infrahumana de alimentos−.  Coma un bocado.

−Por dios, tanta comida….−se tomó la cabeza−. Por cierto Camus, tú has visto al hermano el otro día ¿verdad? Las sirvientas me comentaron que estuviste hablando con un joven rubio muy guapo.

−¿Y qué te hace pensar que era Milo? –murmuró algo aturdido y giró su cabeza hacia otro lado.

−Bueno, en realidad tú no tienes muchos amigos y con el único que has logrado una comunicación es con ese tal Milo Skorpius.

−Si llamas comunicación a pisotearle el pie, pues sí, nos hemos “comunicado” –se sentó al lado de Dégel y tomó un bocadillo, él también estaba hambriento.

−¿Entonces hablaste con él?

−Algo así –masculló.

−¿Cómo “algo así”? –pregunta cruzando los brazos, aun si tocar bocado. Camus mira para otro lado evitando que le mirara.

−Sí, lo traje aquí luego que Death y él se golpearan en la vía pública, ambos recibieron una paliza espantosa, entonces vine aquí y lo curé, es todo.

−¿Lo curaste? ¿Por qué?

−Porque soy buen samaritano, ¡anda, come algo! –toma uno de los platillos y lo acerca a la cara de Dégel.

−A mí no me engañas, tú no eres buen samaritano –sonrió y retiró el plato, el mayor estaba seguro que algo más había pasado−. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué se pelearon en primera instancia?

−Bueno, no estoy muy seguro, pero yo huía de Valentino, este quiso besarme y me tocaba, entonces Milo le propinó un golpe en la cara. Al principio me dijo que era porque Valentino le había golpeado anteriormente, lo cual es verdad –suspiró profundamente el pelirrojo−. Pero creo que no le agradó mucho que me abusara sexualmente.

−Bueno, eso le da un punto a favor creo yo.

−Algo así yo…. ¡No me acostaré con él!

−Nadie dijo eso –comentó Dégel con una radiante sonrisa. Camus bufó molesto y volvió a comer un poco más−. Pero creo yo y con esto me das un seguro, le agradas.

−Pues que se busque otro porque no estoy interesado.

−¿No? Es guapo, rico….

−……y mentiroso –Dégel al escuchar esto de la boca de Camus se sorprende−. Estaba vestido con ropa casual, de aldeano, cuando lo vi.

−¿Y eso qué?

−¿Cómo qué y eso qué? Un noble, sobre todo un noble anglosajón, jamás se dejaría ver en esas fachas….

−¿Crees que sea mentira que es adinerado? –cuestionó el mayor, Camus afirma−. Pero él tenía un auto.

−Pudo haberlo alquilado o algo así, y el chofer pudo ser un amigo o a alguien que compró por pocas monedas, hasta ahora no has visto ni una sola prueba que sea acaudalado.

−Me obsequió un ramo de flores.

−Se puede robar fácilmente las flores de la familia Rose, ¿le viste las manos alguna vez? –preguntó, Dégel negó−. Yo le vi a Milo, tenía muchas marcas de pinchaduras por rosas.

−Eso no tiene nada….

−¿Nunca has visto fotos de su mansión? ¿Nunca has oído de un Milo y Kardia Skorpius a pesar que la familia es muy popular en Londres y nosotros hemos viajado allí?

−Hmmmm……bueno, debo creerte, eres una persona muy intuitiva –miró nuevamente el reloj−. Ya ha pasado más de veinte minutos y aun no llega.

−Tal vez no encontró un auto para venir hasta aquí y hacernos un show.

−Aun así me interesa –sonrió el peliverde y cruzó sus piernas−. Déjame, le sacaré la verdad.

−¿Cómo? Debe ser un usurpador profesional.

−No lo sé……pero tal vez pueda saber quién es y por qué quiere desposarme.

−¿Por qué más? ¡La herencia! –pero ante esto, Dégel sonríe perversamente, cosa que a Camus llamó mucho la atención.

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

1 Hora antes. Paris.

 

                Los miró a los ojos  e inmediatamente supo que no eran amigables, ¿por qué deberían serlo? Tres personas, grandes de cuerpo, vestidas pordioseramente y más encima con un fierro en la mano no era para nada agradable a la vista de nadie. Kardia sonrió de costado y recordó su historia como en una película.
Cuando había cumplido los dieciocho años, el viejo que los había criado ya estaba en las últimas, y probablemente más por el miedo que por otra cosa, Kardia tomó su ropa, la metió en una bolsa y se fue un día sin decirle absolutamente nada a Milo, que en ese entonces no debía tener más de once años. Durante su época más difícil, intentó ganar dinero a cualquier costo, no importaba si tenía que delinquir o simplemente cortarle el cuello a alguien, se fue haciendo de mala vibra y de mala junta. Un hombre, millonario y elegante, lo acogió como su aprendiz y de él aprendió todo lo que sabía sobre luchas, pero algo que ese hombre atlético no esperaba era que Kardia se convirtiera en más que él, al punto de enfrentarse al mismo agrupamiento que hacía años era aliado.

El hombre, de apellido Melvike, nunca pudo perdonar la deshonra de Kardia y por lo cual lo mandó a capturar, para que se arrepienta de todo, aun así no era fácil. El griego siempre usurpaba apellidos y se los adjudicaba, era muy difícil encontrarlo. ¿Cuántos Kardias podrían haber en Londres? Aunque no lo crean, muchísimos, luego de una gran migración de Griegos a zonas anglosajonas.

–¿Quién los manda? –preguntó Kardia quitándose el abrigo y tirándolo a unos metros mientras arremangaba su camisa.

–Tú sabes bien quien nos manda ¡infeliz! –Gruñó uno de los tipos mientras también se ponía en pose de ataque–. Traicionaste al señor Melvike y te viniste aquí, Francia.

–Tengo una puta en Francia que me complace ¿cuál es el problema? Las francesas siempre son ricas –cuestionó, otro de los hombres gruñó ante ello.

–Melvike supo que estas tras Dégel du Verseau y no le agrada, tu sabes que su hijo mayor ha estado detrás de él durante muchos años y tú, bastardo, no eres ni la mitad de…..

–Ya soy mayorcito como para que Melvike me siga mandando recados por sus perras  –sonrió de costado y se acercó, solo dos pasos.

–¡MALDITO INFELIZ! –gritó otro de los hombres y los tres saltaron a atacarlo.

 

                Como era de esperarse no fue nada fácil, pero Kardia era brillante en sus movimientos. Con una patada en el vientre derribó a uno. Luego golpeó la cara de otro con su puño, haciendo que escupa sangre y sus propios dientes. Por último, un rodillazo certero en la entrepierna hizo que el tercero cayera bruscamente al suelo.
No conforme con eso, el heleno continuó pateando a los tres fornidos hombres, y mientras lo hacía con uno, el otro se levantaba dispuesto a atacarlo por la espalda, pero Kardia era listo y de un codazo lo arremetió.
Dado que eran tres, algunos golpes recibió el joven, haciéndolo enfurecer aún más y lanzar patadas voladoras a diestra y siniestra, con una mirada completamente desencajada. Gracias a dios, nadie estaba en ese callejón para ver la brutalidad en la que los cuatro hombres desencajados parecían estarse disputando la corona.

–¡Hijos de puta! –susurró el peliazul cuando pasó su mano por los labios y notó sangre en ellos–. La van a pagar todas –murmuró y nuevamente golpeó a un hombre en el suelo–. Dile a Melvike que estoy perfectamente sin él y que deje de mandarme idiotas.

–¡Aaaagh! –quejó de dolor uno de los heridos, los otros dos intentaban levantarse y Kardia tomó el bastón de hierro que había llevado uno a la batalla solamente para apuntarlos mientras colocaba su pie derecho encima de la espalda del tercer sujeto.

–Mándenle mis saludos al señor Melvike –gruñó y golpeó fuertemente con la vara al hombre que terminó por escupir sangre.

                Los dos sobrevivientes de la batalla miraron a Kardia como si este estuviera loco, aún estaba con la sangre de ellos en la ropa y la cara, su mirada se desencajaba del cráneo hasta sonreír diabólicamente. No quedó de otra cuando los sujetos heridos pero vivos se levantaron y salieron corriendo escuchando los gruñidos de su amigo, siendo apaleado brutalmente por Kardia sin remordimiento. Un último grito y supieron, a pesar de estar lejos, que le había matado.
Tiró el arma y se acomodó la ropa, tendría que ir a cambiarse y volver con Dégel, no quería ir con esas fachas a la cita. Pero al ver el reloj de pulsera se dio cuenta que estaba llegando realmente tarde.

Caminó hasta la calle donde había dejado su prenda y se la colocó, iría de esa forma a casa de Dégel, total, inventaría algo como que fue asaltado. Giró la cabeza y sonrió, esta presa nadie se la sacaría, así tuviera que matar a toda la orden de Melvike.

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

Albafica Rose era sin duda el hijo más exuberante de la familia Rose, no por nada su hermano menor, Afrodita, había renunciado completamente a la fortuna de la familia y ahora se encontraba vendiendo rosas y haciendo amistad con personas de la peor calaña. Pero Albafica no, él era prodigioso en todos los sentidos, además de ser el “niño de papá”. Tenía diecinueve años y lo habían comprometido con un magnate inglés muy adinerado: Radamanthys Wyvern, pero no quiso contraer nupcias, lo que enojó a Lugonis Rose, su padre.
Pero no se preocupó demasiado, había muchos peces en el mar, sobre todo, había muchos candidatos mucho más importantes que el magnate inglés.

Pero los ojos de Albafica siempre estaban puestos en alguien a quien Lugonis no agradaba. Constantino “Manigoldo” Benini. Este era un empresario italiano, amigo de Lugonis y gran inversionista, pero para el pelirrojo no era un candidato adecuado para su hijo. Primero y principal, la falta de fidelidad que mantenía el tal italiano con su esposa era de posiciones astronómicas. Además de ser un amante del sexo bruto y Lugonis lo sabía por comentarios que le había llegado. Jamás dejaría a su blanca mariposa a manos de un individuo así.
Minos Griffo, con quien también mantenía el pelirrojo una buena relación, tampoco se le hacían buen candidato. Amante del Bondage y con serios problemas psicológicos, Minos no era el indicado, además que este tuviera una ex pareja psicópata tampoco era agradable.
Y ahí estaba la discusión de siempre, era una cena de inversionistas para un proyecto y Albafica quería estar, solamente porque Manigoldo sería la estrella principal.

 

–No, y es mi última respuesta.

–¿Por qué no? –preguntó enojado Albafica, cruzando los brazos. Lugonis sonrió y acarició la mejilla de su hijo.

–Esta es una cena para inversionistas, solamente hablaremos de cosas relacionadas con el trabajo.

–¡Pero papá va a estar! –gruñó, Albafica hablaba de su otro padre, Ilias, con quien sólo había mantenido una relación de Hola, feliz cumpleaños y chau, más que nada por Lugonis que por Ilias.

–No creo que quieras ver a tu padre, ¿nuevamente vamos a hablar de eso?

–¡Papá! No comprendo ¿qué tiene de malo que Manigoldo y yo hablemos?

–Porque tú sabes bien donde terminan las conversaciones de Manigoldo, hijo. Lo sabes, casi naciste y él te tomó en brazos.

–¡No soy tan pequeño! Tengo diecinueve años.

–¡Y él treinta y nueve! ¿Te parece poco? Está casado y tú deberías hacer lo mismo, casarte con una bella joven o un muchacho….–caminó hacia su habitación, seguido por Albafica–. ¡No me sigas! No cambiaré de opinión.

–Tú sabes qué sino cambias de opinión me encargaré de colarme por algún lado y llegar a la fiesta.

–¿Por qué esa obsesión con el hombre este, Albafica? Si te gustan los italianos, puedo presentarte a unos muy guapos hijos de amigos míos.

–¡No quiero italianos! Quiero a Manigoldo.

–Mira Albafica, nunca he sido duro contigo pero ahora lo seré, si te veo hablar con Manigoldo aunque sea una vez, te juro que no saldrás de ese cuarto tuyo hasta que cumplas los cincuenta años ¿queda entendido? –gruñó Lugonis, Albafica bajó la cabeza y asintió–. ¡Quiero oírlo!

–Si señor….

–Así me gusta…..si quieres ver a tu padre lo dejaré pasar a tu cuarto, ahora ve a descansar.

–………–Albafica solamente miró de mala manera a Lugonis y se retiró.

 

                Golpeó fuertemente la puerta y se sentó en su propia cama mientras miraba el espejo, su figura se reflejaba nítidamente. Sus ojos lagrimearon: ¿por qué su padre no lo dejaba ser feliz? Manigoldo era el hombre que él quería y por el cual su corazón latía. Bufó molesto y giró su cabeza hacías la ventana, sonrió y caminó hacia allí abriéndola de par en par.

–¿Sería malo de mi parte irme de aquí a la casa de Manigoldo? –se preguntó a si mismo pero no aguardó su propia respuesta y tomó unas sábanas.

                Las ató una tras otra, luego la amarró a la pata de la cama y la lanzó por la ventana. Se colocó ropa cómoda y saltó de ella de a poco bajándose. Saltó el último tramo pero cayó mal y se dio contra un plantin que había a un costado. Tomó su cabeza y gruñó, pero rápidamente se levantó y salió corriendo de allí.

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

                Preparar una boda requiere mucho tiempo, pero para Shion nada era suficiente. Había invitado a sus amigos, Sisyfo y Regulus para que lo ayudaran a planear algunas que otras cosillas, y también Aspros quiso intervenir, eso sí, como Elcid sabía que usualmente se juntaban a chismorrear sobre la fiesta y los invitados, no fue adrede, pero aun así quería ver a su adorado Sisyfo.

Shion estaba en uno de los sillones cociendo algunas cosas mientras sus tres compañeros metían las tarjetas de invitaciones en los sobres y las sellaban. Todo era perfecto hasta que al joven que se iba a casar le apareció una idea en la cabeza.

–¿Debería invitar a Skorpius?

–Bueno aquí dice, Du Verseau e invitados, tal vez lo lleva a él….–murmuró Aspros observando la invitación.

–Aun así me parecería de mal gusto no hacerlo ¿no te parece? ¿Tú qué opinas, Dokoh?

–Lo que tú digas, amor –era la frase que Dokoh siempre tenía en la boca, pues cada vez que le daba la contra a Shion sufría terribles consecuencias.

–Bien….–Aspros colocó la tarjeta en el sobre y lo cerró, miraba las imágenes de las tarjetas y suspiraba nostálgico.

–¿Qué sucede, Aspros? –preguntó Sisyfo.

–Todos tienes a alguien a quien amar. Dokoh tiene a Shion, tú a El cid…..–se tira el cabello hacia atrás.

–Está mal desde que el adivino le dijo que no se casaría –argumentó Regulus.

–¿Cómo mierda sabes eso? –preguntó Aspros sorprendido, Regulus solamente sonríe de oreja a oreja.

–Tengo mis contactos.

–¿Así que un adivino te dijo que no te casarías nunca? –preguntó sorprendido el castaño mayor, Aspros afirmó.

–Tengo miedo de quedar como el hermano soltero, ese tío loco que muere sin dejar descendencia –susurró–. Además ese maldito adivino simplemente desapareció, dejándome a mí con más dudas que certezas.

–¿Y por qué no vas a verlo a su casa? –esta vez Shion fue el que comentó–. Hace un tiempo, yo no podía casarme con nadie, tenía una maldición, y ese muchacho logró desactivarla y ahora pronto me casaré con mi hermoso muchachote.

–Sí, somos felices –murmuró Dokoh mientras seguía decorando.

–Tiene razón Shion, él pudo hacer que El cid deje de merodearme y me dijera que me ama, con sus hechizos y esas cosas, creo que lo mejor será que vayas por él.

–No puedo, le dije cosas horribles y dudo que me ayude.

–Ese niño hace cualquier cosa por dinero, Aspros, por más que le hayas dicho alguna barbaridad, él te perdonará cuando le muestres unos cuándos billetes –comentó Regulus súper confiado.

–Es verdad, además puedes ir a disculparte también por cómo lo trataste, ¿qué le dijiste? –preguntó Sisyfo.

–Hm…..no lo recuerdo –se hizo el desentendido el gemelo.

–Anda, Aspros, dinos –Shion lo pica con su dedo en el brazo, Aspros se retira algo incómodo.

–En…en serio no recuerdo……–tanto Shion, Dokoh como tío y sobrino le miraron atentos–. Ok, ok, creo que lo trate de puta….o algo así.

–Lo mejor es que vayas a disculparte…..

–¿Cómo puedo hacerlo después de todo lo que le dije? Debe pensar que soy un bipolar o algo así –golpeteó la mesa con sus dedos.

–Bueno, puedes quedarte aquí y ser miserable el resto de tu vida o puedes ir a pedirle su ayuda para desenredar tu conflicto amoroso –comentó Regulus, todos los presente se sorprendieron del léxico del jovenzuelo.

–Lo haré…..–habló más decidido.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

                Llegó a la mansión de Du Verseau con tres horas de retraso. Tocó la puerta y esperó. Camus fue quien lo atendió, quien al verlo en ese estado inmediatamente lo hizo pasar. Estaba con un golpe profundo en la mejilla y sangre en el rostro y la ropa. Cuando escucha los gritos de Camus, Dégel se acerca espantado ante tal imagen y ayudando a su compañero a limpiar el rostro del heleno. Tomó un pote con agua y un trapo y con mucho cuidado le limpia el rostro mientras el pelirrojo le había sacado la camiseta y la estaba lavando.

Kardia se sintió más atractivo que nunca, al notar el sonrojo del galo al ver el pecho desnudo del griego.

–¿Qué te pasó? –preguntó Dégel sorprendido, le quitó el rastro de sangre.

–¿Te serviría si te dijera que fui a donar sangre y le erraron al brazo? –comentó Kardia sonriendo, Dégel no creía absolutamente nada pero sonrió ante ese chiste.

–Anda, dime la verdad.

–Bueno, intentaron asaltarme estando a unos metros de aquí, me dejaron todo golpeado –susurró recibiendo los suaves toques de Dégel con el paño frío.

–Es raro, debajo de la sangre no tienes grandes heridas –le acomoda el cabello, no logra ver cortes como para que tuviera tanta sangre en el rostro.

–Bueno, nunca dije que me quedé de brazos cruzados mientras recibía los golpes –bufó y tomó la mano de Dégel–. No necesitas seguir, yo lo haré.

–Déjame a mí, tengo que hacerlo, si quiero que seas mi futuro esposo.

 

                Kardia abrió sus ojos ante esta declaración: ¿estaba hablando en serio? Por primera vez desde que se habían conocido, salió de la boca de Dégel la palabra “futuro esposo” con respecto a él. ¿Será que lo había ganado? No aguantó mucho cuando se levantó de sopetón, quitándole el palo de las manos lo arrojó a un lado, le tomó de la cintura y lo aprisionó, usando su mano libre para acercarse al rostro y darle un casto beso en los labios.
Camus justo se dio la vuelta para ver ello y se sonrojó, caminando lentamente hacia atrás. Dégel no dudó en depositar sus manos por detrás del cabello y aumentar la intensidad del beso, sin importarle que estaba manchando su ropa con la sangre que quedaba en el cuerpo del heleno.

                Pero lo bueno no dura para siempre y la falta de aire hizo que el contacto terminara abruptamente. Kardia sonrió y acarició los cabellos de Dégel, quien se sentía cohibido e intimidado por la azulina mirada.

–Nunca nadie me había besado así…..–susurró con falta de aire.

–Será porque nunca nos habíamos juntado hasta ahora…..–murmuró y se distanció suavemente, dejando que el otro comenzara a acostumbrarse a la falta de su calor.

–Estaba preocupado por ti, no sueles faltar a tu palabra……–se acomodó la ropa algo avergonzado–. De verdad….

–Lo siento por hacerte preocupar.

–Llamaré a la policía inmediatamente para que sepan de ello…. –se está a punto de dar vuelta para marcar, cuando Kardia lo detiene.

–Está bien, yo fui a la comisaría ya y están investigando –mintió, aun así dejó a Dégel tranquilo–. ¿Puedo ducharme?

–Claro, ahora le diré a Camus que te prepare una ducha de agua tibia ¡CAMUS, CAMUS! –Llamó, pero el pelirrojo no contestó, Kardia aprovechó para sentarse luego del beso–. Agh, iré a buscar a alguien más, tú quédate aquí….

 

                El griego afirmó con la cabeza y vio a Dégel retirarse. Su sonrisa se desvaneció cuando sintió un dolor profundo en su corazón. No le dio la mayor importancia a ello, tal vez se debía los golpes que había recibido o cualquier otra cosa.
Cerró los ojos un par de segundos y sin quererlo se quedó dormido allí encima de la mesa donde estaba apoyando sus codos.

 

Estaba en un lugar muy oscuro, demasiado oscuro para ser honestos. Giró su cabeza, él podía notar que su cuerpo era visible, el griego era consciente que estaba brillando, podía ver su ropa, sus manos, sus pies, pero el resto del cuarto era invisible y terrorífico, oscuro y con un olor a podrido.
Puso las manos frente a él y las estiró para tocar las paredes, pero no encontró nada, así que siguió caminando hasta chocar contra una. Palpó como pudo y encontró un switch, con el cual prendió la tenue luz rojiza. En medio del cuarto podía ver a un joven escuálido, maniatado por los tobillos con grilletes de acero y cadenas, los brazos también los traía amarrado. Llevaba solamente una túnica blanca bastante corta y ensangrentada, parecía embarazado de al menos ocho meses.
Se acercó unos metros y el metal comenzó a vibrar, el muchacho estaba temblando.

“¿Quién eres?” preguntó él en su ensoñación, caminando hacia la víctima.

“Dé….déjame” susurró muy bajito, con la voz repleta de terror “no más…..no más”

“¿No más qué?” preguntó irritado y esta vez sus pasos fueron más rápidos hasta estar a escasos metros, ahora podía ver mejor esa figura perfecta, esos cabellos largos resbalándole por el cuerpo, esos ojos tan preciosos y la mirada angelical.

“Eres un demonio, aléjate de mí….y de nuestro hijo” bramó con cólera, Kardia se agachó y con su mano despejó los cabellos largos para ver al fin al muchacho, era joven, extremadamente joven, y bello.

“Dégel….”

 

                Se despertó bruscamente, aterrado y sudando frío, el galo entró por la puerta y al ver su palidez se acercó alertado.

–¿Estas bien?

–S-Si, lo siento, me quedé dormido y tuve una pesadilla –masculló irritado por sus propios pensamientos, Dégel sonrió.

–Bueno, una sirvienta ya llenó la tina de arriba, ¿quieres que te acompañe? –Kardia negó rotundamente–. Bueno, si deseas después puedes ir a dormir.

–Sí….–susurró y se levantó, pasó por al lado–. Cuídate de mí….

–¿Qué? –Dégel apenas había oído un hilo de voz, Kardia sonrió y lo miró con complicidad.

–Que no te alejes de mí.

 

                Y se marchó al baño, aun con la colérica imagen de Dégel en sus sueños. Otra vez el pecho le dolió y sus sentidos comenzaban a desvanecerse. Necesitaba volver a la realidad próximamente o sino, sería él quien caería bajo los encantos de Du Verseau.

 

Continuará.

Notas finales:

En el próximo cap tenemos un poco más de cada personaje y pareja, además que una violación, asi que estén preparados para eso. Quien adivine a quien violan y por qué se llevará un premio. Y recuerden, lo que escribo no es cosa de tomar en gracia, la violación y el abuso sexual es realmente para tomarlo en serio, por eso en este fic se tomará en serio. ¡Saludos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).