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La mirada del asesino por Jesica Black

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Capitulo IX

 

 

                Sus ojos se encontraban repletos de lágrimas mientras recibía un nuevo golpe de cinturón por parte de su padre biológico. Gruñó y cerró fuerte los puños, pero un nuevo golpe hizo que lanzara un quejido de dolor sonoro. Su padre, un hombre corpulento de unos cuarenta años, se hincó sobre si y le tomó el cuello, lo llamó: “Pequeño bastardo” y le golpeó la cabeza contra el piso. Kardia lloró de rabia mientras miraba a su madre también lastimada a unos metros de allí, aferrándose a un Milo de unos pocos meses que tenía la naricita cubierta por sangre.
Nuevamente un golpe, esta vez de puño, en su espalda, y cayó estrepitosamente. No quería más esto, deseaba que ese hombre se muera, que ese hombre se fuera al infierno donde horribles monstruos le picaran la espalda.
Sus deseos dolían, ardían en su mente y su cuerpo, pero no dejaba de tenerlos. Imaginarse al viejo enchastrado de sangre, víctima de violentos golpes. Pero él era tan solo un niño.

−Te voy a matar, hijo de puta –habló el señor y tomó una navaja para empezar a cortar la tersa piel de su pequeño hijo. Dolía mucho.

−¡Aaaay, aaay papá papá por favor….duele duele…..! –gritó, traía un hueso roto, una costilla rota y los ojos cubiertos por la sangre que caía de su cabeza.

 

Quiso morir en ese instante para evitar que el hombre siguiera torturándolo de esa manera, abriéndole viejas heridas con la navaja hasta que la sangre chorreaba por el piso de mármol, los gritos espantos de su madre herida que se arrastraba hacia él y el sollozo del bebé que se encontraba tirado en el suelo. Su padre estaba loco, los quería matar. Y una vez su madre se acercó lo suficiente para proteger al pequeño Kardia, el padre rompió su cabeza a cuchillazos fuertes, atravesándola.

Kardia fue testigo de todo, sus ojos bien abiertos observando esa brutalidad que sentía ¡debía ser un sueño! Los ojos repletos de lágrimas mezcladas con su sangre sin poder apartar su mirada de ellos. Inmediatamente se arrastró por el suelo y tomó a su hermanito en brazos, tratando de ocultarse. Pero todo fue en vano…..

Kardia…..Kardia……−una voz espectral le llamo y lentamente abrió sus ojos para observar a Dégel, desnudo a su lado, acariciándole la espalda mientras él dormía boca abajo. Estaba en la habitación de la casa de Du Verseau, todo había sido un sueño−. ¿Estás bien?

−S-Si, creo que si –el heleno se levantó ligeramente y estiró sus fuertes músculos, los cuales Dégel miraba sorprendido−. ¿Sucede algo?

−Mientras dormías estaba mirándote…..−un ligero tono rosado apareció en las mejillas del hombre mayor−. Veo muchas cicatrices en tu cuerpo….

−Oh, eso…..−susurró.

−El otro día cuando estuvimos en el motel, también las vi, parecen profundas –comentó Dégel y pasó su mano por el pecho bien formado, sobre todo, acariciando con su dedo índice las heridas en este.

−Bueno, verás…..−mordió su labio interno pensando en como no decirle lo que había pasado en su vida, pero suspiró, Dégel no lo juzgaría−. Mi padre solía golpearme cuando era niño.

−¿Golpearte?

−Sí, además, él asesino a mi madre a cuchillazos…..−Dégel no comprendía como Kardia decía eso como si hablara del clima, pero inmediatamente pudo ver un brillo en sus ojos−. Mamá era una buena mujer, muy dedicada al hogar y a sus hijos, siempre me cuidaba. Pero cuando nació Milo papá enloqueció, supongo se sintió traicionado, había algo diabólico en él.

−¿Diabólico? ¿Cómo un demonio?

−Algo así…….el punto es que una vez que asesino a mi madre fue a prisión…..parece que alguien le cortó el cuello mientras dormía en su celda –Kardia tenía una sonrisa socarrona que Dégel supo interpretar.

−Ya veo, me alegro que haya tenido su merecido……

−Sí, esa gente merece morir.

−Kardia…..sobre lo que hablamos el otro día.

−¿Te refieres a Unity?

−Aja.

−Por mí no hay problema en matarlo, ese señorito inglés no me va a vencer.

−Es Ruso.

−Bueno, lo que sea, el punto es que estará muerto en poco tiempo –susurró y comenzó a acariciar a Dégel como buscando una vez más aquella intimidad que habían concretado también esa noche. Kardia se inclinó un poco y devoró los labios del muchacho más joven mientras le acariciaba con suavidad el cabello.

−Ka….Kardia….−dijo entre besos Dégel−. Kardia….

−¿Hm? –se separó unos momentos, sólo para mirarle los ojos.

−Me da un poco de miedo esto de matar a alguien, ¿tú a cuantos has matado? –la pregunta de oro había sido dicha, el heleno meditó unos momentos.

−No lo sé, fueron muchos desde mi adolescencia –se incorporó.

−¿Mataste en tu adolescencia? –preguntó Dégel sorprendido.

−Bueno, cuando te unes a pandillas y mafias, a veces es necesario –suspiró y se sentó en la cama, estaba completamente desnudo, tapado con una incipiente sábana blanca. Dégel se acomodó mejor usando su mano izquierda para sostener su cabeza, con el brazo flexionado y el codo siendo soporte, su cuerpo de costado y la tela blanca que le llegaba hasta la mitad de sus caderas.

−Quiero escuchar más.

−No sé qué contarte……en verdad, fui criado por un padre golpeador y una madre golpeada, tuve un hermano el cual tuve que cuidar hasta que un viejo hombre nos adoptó. Pero desde adolescente siempre sentí que mi vida no estaba en ese dulce hogar –masculló mordiéndose el labio inferno y observó de reojo a su prometido−. Era un chico difícil, tomaba, fumaba, me drogaba, entré a una pandilla barrial y me fui de mi casa apenas tuve oportunidad.

−¿Por qué?

−No tenía futuro allí, mi “padre” o al menos el hombre que tomó ese rol, era un anciano muy amable que nos crio a mí y a mi hermano con cariño y educación, nos llevó de Grecia a Londres para ser mejores personas, más “refinadas”, pero sólo logró que mi sed por el dinero fuera más fuerte.

−Eso da miedo –murmuró y tiró su cabello para un lado haciendo que se vea mejor las curvaturas de su cuerpo, Kardia sonrió de costado al notar las mordidas que había dejado en esa piel.

−Es verdad, comencé a tener sexo y matar a las jóvenes para robarlas, las tiraba por acantilados y casi nunca las encontraban, así pasó el resto de mi adolescencia hasta que Melvicke tuvo una idea conmigo.

−¿Una idea?

−Él hacía mucho tiempo era rival de Hakurei de Altar en su compañía, ya sabes, empresas rivales. Y Hakurei tenía una única y hermosa hija. La idea era casarme con la hija y matarla para obtener su fortuna….y empresa, de esa forma se la vendería a Melvicke a un precio módico−comentó y se acostó nuevamente para mirar el techo, Dégel aprovechó ese momento para juguetear con sus dedos encima de los pectorales.

−¿Y la mataste?

−Sí, pero no llegué a casarme con ella, fue un impulso que tuve, me dio algo de miedo pensarlo y la maté, luego hui como pude, fui a buscar a mi hermano y nos fuimos de Londres a Liverpool. Jamás volví y me rehusé a seguir trabajando con Melvicke.

−¿Y cómo conociste a Melvicke? –preguntó Dégel bajando su rostro al pecho y besándolo.

−Hmmm, era algo así como el jefazo de un grupo mafioso de mi barrio, ellos me acogieron y sacaron de las drogas pero sólo por el simple hecho que les servía para las maldades que tenían para mí. Pero una vez que matas a un ser humano, quedas trastornado para siempre.

−¿Estás trastornado?

−Si.

−¿Aun así quieres matar a Unity? –preguntó lamiendo las tetillas de Kardia, este abre los ojos grandes y luego gime.

−Hmm….cla-claro…..−comentó el griego, Dégel se sube encima de él y con sus manos comienza a estimular el pene−. Hmmm Dégel…..eres un chico malo.

−Muy malo….−sonrió y le besó−. Ninguno de mis ex novios era complaciente conmigo, tú en cambio, eres muy complaciente…..

−Aaaah… ¿complaciente? –preguntó enredándole las manos en las caderas, apretándole los glúteos.

−Solían ser aburridos cuando estaban conmigo y aun hoy siguen siéndolo, no podía entregarme a alguien que no me hiciera vibrar de emoción…..−Dégel baja su rostro para lamer los labios del muchacho, Kardia le devuelve el gusto uniendo sus labios para comenzar una danza sensual en la boca que no duró mucho−. Hmmm…..Kardia, nunca me arrepentiré de esto, eres el hombre que he estado esperando.

−Y yo……digo lo mismo…..−muerde el hombro del muchacho dejando otra marca allí−. Eres quien he estado buscando toda mi vida….

−Házmelo Kardia, házmelo…..−poco a poco se acomoda, levantando su espalda y cambiando de posición sus caderas, abriendo sus piernas y flexionando las rodillas para quedar sentado encima de él−. Quiero hacer el amor contigo.

−Te lo haré todas las veces que quieras, cariño –susurró acariciándole descaradamente, no estaban casados pero no les importaba−. El sexo contigo es muy bueno….demasiado bueno.

−Entonces, empecemos…..−se relamió los labios dispuesto a auto penetrarse una vez que esté listo.

 

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Paris. 12:38 pm.

 

−¡TÚ! –gritó una voz suave, lo cual hizo al otro sujeto saltar de su lugar y girar lentamente hacia un muchachito que no tenía más de quince años. Se lo veía violento, con el cabello rojos encrespado de la furia, una ropa corta y muy liviana por el calor−. ¡ERES UN HIJO DE PUTA!

−Yo…..−dio un paso atrás y sonrió estúpidamente−. Yo vine a decirte que lo lamento.

−¡DESPUES QUE ME LLAMASTE PUTA, QUE ME VINISTE A INSULTAR A MI CASA, ME DESPERTARAS EN PAÑOS MENORES, TE TOCARAS PENSANDO EN MI Y ME GOLPEARAS LA CABEZA QUIERES QUE TE PERDONE! ¿Qué clase de idiota eres? –preguntó gruñendo, Aspros suspiró.

−Tienes razón, lo lamento…..es la primera vez que me pasa algo así, casi siempre soy muy respetuoso y calmado.

 

Aspros había ido nuevamente a la casa de Montier para ofrecer sus disculpas y un monto increíblemente alto de dinero para que pudiera ayudarlo con su problema, pero obviamente no se esperaba lo que estaba mirando. Jean estaba FURIOSO con él y no era para menos, tendría entonces que hacer mucho mérito para lograr que el jovencito nuevamente confiara en él y lo ayudara. Pero, tenía que ser honesto, el no tener un futuro prometedor al lado de un joven o una jovencita, además de hijos propios, le estaba volviendo progresivamente loco. Aspros intentó explicarle esto mientras se acercaba muy lentamente a un furioso adolescente, pero poco a poco éste iba calmando sus ánimos ante el sufrimiento del hombre.

−Ya te dije que no puedo ayudarte con lo otro −murmuró−. Escucha, ya hace tiempo desactive tu maldición, ahora depende de ti encontrar tu nuevo amor, no puedo ayudarte en eso.

−Pero necesito una pista, cualquiera, una pequeña, para saber dónde buscar –comentó Aspros−. Todos mis amigos se están casando, en unas semanas Shion y Dokoh lo harán, El cid se lo propuso a Sísifo y Dégel está comprometido con Kardia….soy el único soltero ¡hasta el sirviente de Dégel tiene a alguien a quien amar! ¿Por qué yo no?

−Sí que eres patético….je, en fin, como te digo, no debes forzar al amor, sino, estas perdido.

−Lo sé….pero….

−Debes aguardar con calma….si lo haces, este vendrá….−Jean cruza los brazos, pero deja a Aspros con más dudas que certezas.

−¿Y tú? –preguntó el mayor, Jean alzó una ceja−. Es decir, nunca te he visto con alguien.

−Bueno, no sé, será porque ¡SIEMPRE VIENES SEMI DESNUDO A MI CASA! –gritó con bronca señalándole el cuerpo, obviamente Aspros no se detuvo a cambiarse y venía con una camiseta abierta y pantalones ceñidos−. A veces siento que vienes sólo a seducirme.

−¿Eh? ¡Claro que no! Eres un niño –susurró aunque sus palabras murieron cuando sus ojos pasaban por el cuerpo ajeno, haciendo un paneo desde el rostro hasta los pies, concentrándose en esas bellas caderas.

−No lo parece…..−suspira y se acomoda el cabello un poco mientras camina hacia la olla−. Escucha, no podemos meternos en la vida de los demás por más que haya peligros ¿sabes? Así que si supiera quien será tu prometido, no podría decírtelo justamente porque no es bueno inmiscuirse en el futuro de los demás –Aspros no responde, sigue mirándole−. ¡ASPROS!

−¿Hm? ¿Dijiste algo? –preguntó asustado, Jean nuevamente se da por vencido y se acerca a él tomándole del rostro.

−Debes esperar el amor, no forzarlo….sino, nunca vendrá a ti –comentó mirándolo directamente a los ojos.

 

                Aspros entonces sintió un ligero cosquilleo en su bajo vientre. El calor sube desde allí hacia arriba comenzando a colorar sus mejillas, toma las manos del joven que estaban depositadas en sus mejillas y las separa para luego ser él quien agarra el rostro del muchacho con la mayor sutileza, haciéndolo sonrojar levemente. Sin medir palabras, se acerca y roza sus labios muy despacio, saboreando lentamente esa caricia frágil de la cual era testigo. Solamente bastó un segundo para que el acercamiento fuerza más intenso, pero nunca llegó. Un empujón provocado por una mano lo hizo caer de costado hacia el suelo, sorprendiendo a ambos por esa reacción. Jean giró la cabeza y vio al hombre de cabello oscuro y mirada cruel, como si fuera un demonio musculoso y ruin salido de un libro de magia negra. Poco a poco la luz lo alumbra y lo ve con el pecho descubierto, los brazos tonificados y solamente unos leggins ceñidos mostrando su enorme virilidad.

−Aléjate de mí chico, imbécil –gruñó el hombre y dio un paso hacia adelante, Aspros se queda mirando sorprendido, era bastante mayor pero mantenía su juventud y cuerpo atlético como si tuviera veinte años.

−¿Usted…..usted es el padre? –cuestionó Aspros levantándose, el hombre le llevaba una cabeza.

−No, él es mi amante.

−¡CLARO QUE NO, ITIA! –esta vez fue Jean quien de una patada hizo caer al musculoso, sorprendiendo a Aspros al instante−. No somos nada y ya te he dicho que DEJES DE ENTRAR EN MI CASA ASÍ.

−¿Eh? –el hombre francés no comprendía absolutamente nada lo que pasaba. Un tipo de cincuenta años, con un gran y seductor porte había salido de una de las habitaciones, completamente en cueros y con el cabello revuelto, diciendo que ese muchachito pelirrojo era su “amante” −. No comprendo.

−No es nada para comprender, este viejo verde es Itia, él me cuida desde los ocho años, es todo –Jean no aguardó, se sentó encima de la espalda de Itia y este, que aún estaba aturdido por el golpe en la espalda, no pudo levantarse.

−¿Y por qué dijo que eran amantes?

−En su imaginación.

−Pero…

−¡EN SU IMAGINACION, DIJE! –gruñó, Aspros prefirió no seguir con ello. Itia comenzó a reaccionar, pero no se levantó dado que el muchacho seguía sentado encima de él.

−Me suena el nombre de Itia.

−Sí, él solía ser el esposo de Krest Du Verseau, pero parece que Krest se dio cuenta de lo baboso que era y prefirió darle una patada en el culo.

−¡Eso no es verdad, enano! –esta vez el que gruñó bastante molesto fue Itia.

−¡Tu cállate! –Jean puso ambos pies encima de la cabeza de Itia estando así completamente encima del cuerpo del mismo.

−…. ¿así es como ustedes interactúan? Y además ¿cómo es posible que alguien tan delgado y pequeño tenga una fuerza tal de tirar abajo a ese hombre?

−Sé sus puntos débiles gracias a los años que he estado con él…..ya te dije, él me cuidó desde que mi padre Jacques ya no está, y se encargó de ahuyentar a cada candidato que me quería proponer matrimonio…..además de acosarme sexualmente.

−¡Oh, es verdad, Jacques Montier es tu padre, tú eres su hijo! –Aspros comenzó a recordar, uno de los hechiceros más poderosos del pueblo, además de amigo de su padre, era Jacques Montier, por eso su hermano había contratado a Jean ese día.

–Claro, si es mi padre yo soy su hijo.

–Ya bájate de encima mío aaagh –nuevamente Jean le pone el pie encima a Itia por hablar.

–Tú cállate.

−Entonces ¿qué hacía saliendo de tu cuarto sino es tu amante? –Aspros intentaba mantener la calma, ese tipo estaba en casa, solo, con un menor de edad, ya con saber eso le producía asco, pero luego pensó que él también era algo mayor para Jean.

−Bueno, veras….−susurró con una sonrisa y apretando fuertemente sus dientes comenzó a pisar más el rostro de Itia−. Este hijo de puta se la pasa metiéndose a mi cuarto para tocarme, ya le he dicho que no quiero nada de él más que verlo MUERTO.

−Oh…..−susurró Aspros, Itia estaba algo cansado del maltrato de Jean, pero a diferencia de lo que pareciera por su cuerpo, se dejaba golpear por éste–. Bueno, sólo venía a pedirte perdón, no sabía que iba a haber alguien más.

–¡Ah! Tú querías estar a solas con él ¿verdad? –Gruñó por primera vez en mucho tiempo, Itia se para con la fuerza que antes no parecía tener y hace caer a Jean de su espalda–. Frente a mi cadáver lo tendrás.

–¿Disculpe?

–Te he dicho que si quieres a Jean tendrás que matarme, triturarme y comerte mis pedazos –bufó con osadía y le miró fuertemente, Aspros no tenía intención de matar a nadie pero ese tipo estaba colmando su paciencia.

–Hmm, suena tentador –susurró Jean con una sonrisa.

–Si no eres su amante ni su padre ¿con que derecho?

–Estamos comprometidos…..–dijo con una sonrisa Itia.

–Jajajajaja ¿y piensas que te voy a creer? –cruzó los brazos el joven francés y le miró desafiante–. Te haces pasar por su “amante” y Jean te da tu merecido, y ahora me dices que están comprometidos.

–Bueno…..–susurró Jean bajito acercándose–. No es tan así como dice Itia pero algo así.

–¿Eh? –esta vez Aspros queda sorprendido, ¿acaso Jean estaba diciendo que si estaba comprometido?

–¡No te hagas la idea! Estoy comprometido con él pero no de la forma que piensas, como te he dicho, él cuidó de mi durante todo este tiempo y me ha pedido que le haga algunos trabajos, ya sabes, de brujería –cruzó los brazos–. El punto es que nada es suficiente para él.

–Ya te he dicho que me importa una mierda tus polvitos mágicos, yo te quiero dar hasta romper tu cama….–sonrió el hombre, Aspros sentía un terrible asco por ese viejo y eso también pudo verlo en el rostro fruncido de Jean.

–Total, ¿ya ves con lo que tengo que lidiar todos los días? –Le da un golpe suave en el pecho a Itia y camina frente a Aspros–. Itia es así, quiere mi virginidad pero le dije: “ni en sus sueños”.

–En mis sueños ya te desfloré cincuenta veces…..–comentó con sadismo, Aspros nuevamente le mira a los ojos.

–Sólo en tus sueños puede pasar eso, no sé cómo papá se rindió ante ti, siendo tú una mierda –bufó Jean y observó a Aspros–. Bien Gemini, aquí voy de nuevo, si quieres saber quién es tu pretendiente, tendrás que sacar la idea de casarte de tu corazón, y aparecerá frente a ti cuando menos lo esperes.

Aspros comienza a entender lo que Jean le dice, es verdad que no debía forzar el amor y estaba seguro que una vez que abriera las puertas de su corazón, llegaría. Inmediatamente el gemelo acepta lo dicho por el muchacho y se retira, saludando con un ademán al hombre que se encontraba parado frente a él, mirándolo con odio. Inmediatamente una vez que abandona la casa, Jean se da la vuelta frunciendo el ceño y observando al griego.

–¿Cuándo te irás de mi casa? –preguntó el pelirrojo con su mira asesina.

–¿Quién es él? –cuestionó, respondiendo una pregunta con otra.

–Un hombre al que le quité una maldición…..vuelvo a preguntar pero de otra forma: ¿qué tengo hacer para que te vayas de aquí?

–Tengamos sexo.

–Mierda, nunca te irás de aquí –susurró con burla mientras se iba al cuarto, Itia lo siguió.

–¡Casi besas a ese tipo! ¿Qué tiene él que no tenga yo?

–¿Educación de primer grado? –lanzó una pregunta retórica con una sonrisa.

–¡Hablo en serio!

–¡YO TAMBIEN, VETE DE MI CASA!

–No me iré hasta que no me abras esas putas piernas tuyas…..te crees mucho porque eres un hechicerito, pues tú no sabes lo que es la hechicería cariño….soy más poderoso de lo que todos piensan y mis piedras de la vida me han dicho que serás mío…..–le toma del brazo fuertemente.

–¡NI EN UN MILLON DE AÑOS! –Gritó y le pisó uno de los pies, Itia se va hacia atrás por el dolor–. Déjame en paz, que hayas cuidado de mí y me hayas dado dinero para vivir no te hace acreedor a mí.

–Tu me debes más de lo que podrás devolverme, Jean Montier, y quiero cobrarme todos los años que invertí en ti y en tu educación.

–Sólo lo hiciste para acostarte conmigo… –caminó hacia atrás–. Ni siquiera has tenido un verdadero sentimiento afable hacia mí.

–Tú eres especial Jean, vi en ti demasiado potencial para desperdiciarlo, y el sexo podría abrir más tu camino espiritual….–sonríe.

–¿Cómo podría algo “no espiritual” abrirme el camino?

–No confundas religioso con espiritual, mi querido niño…..–comentó y miró sus manos–. Mi poder espiritual aumentó en mi primera relación sexual, eso hace que la energía de nuestro cuerpo humano se agote, y el poder de hechiceros gane terreno en nuestro cuerpo. Una vez que tengas tu primera experiencia sexual serás tan poderoso que no podrás contenerte.

–Patrañas, dices eso para ganarme, pero no lo conseguirás.

 –¡Ja! Eres terco, pero falta poco para que pierdas tu virginidad, además, tú me prometiste que estarías conmigo.

–¡TENIA OCHO AÑOS, NO SABIA QUE ERA “ESTAR” CONTIGO! –Gritó lanzándole un paradón, pero Itia lo toma–. ¡SUELTAME!

–Tarde o temprano tendrás que cumplir con lo que prometes –lo suelta y se retira. Jean le mira nuevamente y odió por un instante haberse cruzado con Itia.

 

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Paris. Una semana después.

 

Se quitó los lentes de sol y dejo su equipaje a un costado. Paris era una ciudad llena de oportunidades y beneficios para un hombre como él. Miró para un costado y luego para el otro, cruzó la calle y continuó su camino. Se iba a alojar en el hotel Monfault, donde tenía una habitación privilegiada que daba hacia la torre Eiffel.

Hacía tiempo que no viajaba a esos lugares, no había salido en Grecia en mucho tiempo, pero luego de diez años de matrimonio y una niña hermosa, necesitaba algo de vacaciones de su vida. Cerró los ojos y el perfume francés lo embriagó, recordando la piel de su dulce Krest, al cual no había podido olvidar aunque haya pasado veinticuatro años.

Solía ser un empleado de cantina y Krest du Verseau se había hospedado en ese lugar, siempre lo veía bajar por las escaleras de mármol y depositarle una mirada mientras contoneaba ese cuerpo exuberante. Sin ir más lejos, tuvo la osadía de penetrar ese cuerpo por primera vez hasta hacerlo vibrar y recorrer las piernas  besando cada centímetro de ellas.
Pero ¿por qué estaba allí? Hacía no mucho tiempo había recibido una carta del mismo Krest, quien a pesar de no saber dónde vivía la envió a su antiguo trabajo y estos lo localizaron para entregársela. El muchachito de diecisiete años en ese entonces ahora era un adulto de cuarenta años, con un apetito sexual tan grande como el suyo y recordando cada momentos vividos en aquella cama. Pero sobre todo, lo que más le sorprendió era de la existencia de un hijo biológico suyo. El joven de enorme fortuna le comentó dentro de esas dos cartas pegadas, que durante esta época que vivió sin él había estado criando al hijo de ambos, Dégel du Verseau, y que sabía pronto se casaría con un muchacho de buena posición. No dudó y salió de Atenas para Paris sin escala, directo a encontrarse con el amor de su vida y su joven hijo.

Lo que no sabía Aeneas Antares es con quienes se iba a encontrar.

 

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Mansión Du Verseau.

 

                Estar juntos se había convertido en uno de los hobbies favoritos de Camus, pues no dejaba de mirar a los ojos del ardiente rubio que tenía como amigo. No, sintió que darle el título de “amigo” era subestimarlo, pues entre ellos había más que solo amistad. Compartían besos durante sus ratos a solas, caricias, abrazos, podría decirse que hasta dormían juntos pero sin tocarse, pues Camus aún no estaba preparado para esa clase de cosas.
Milo, como buen seductor, trataba de cortejar a Camus con pequeños detalles. Uno de ellos había sido, en una de las tantas noches que se quedó a dormir junto a Camus, prepararle un buen desayuno bien cargado para que empezaran el labor juntos, sí, juntos, porque Milo no se despegaba ni un segundo del “amor de su vida” así deba trabajar como un cerdo en el chiquero, o cargando pan hacia la casa de los Du Verseau. Muchas veces había tenido esa plática con su hermano: “el amor te está volviendo loco”, le decía Kardia, pero a Milo no le interesaba mucho y continuaba con ello.
Esa mañana era como siempre, Milo se encontraba acostado en la cama doble que compartía con Camus desde hacía unos días, no traía camisa por el calor y solo usaba unos bóxers color azul oscuro. Su cabello desparramado en la almohada y sus brazos estirados a lo ancho servían como almohada para Camus, quien dormía de lado mirando hacia la pared y con las piernas flexionadas, tocando con sus pies el cuerpo de Milo.
La alarma sonó y el primero en levantarse fue el pelirrojo quien se estiró y giró para ver a Milo seguir durmiendo. El galo solía dormir con una camisa y unos pantalones cortos, muy cortos que dejaban ver sus hermosas piernas blancas. Quiso sorprender al heleno y se montó encima de él, tendido completamente con la barbilla en el pecho y las manos acariciando los pectorales. No tardó mucho el abrir los ojos turquesa quien al ver esa escena se quedó fascinado.

–Buen día –susurró y se estiró un poco para darle un beso en los labios, Milo juntó sus brazos y loe enredó en la cintura de Camus para adherirlo más a él.

–Buen día, mi amor.

–Tonto, tengo que trabajar –susurró muy bajito en los labios del otro, pero el rubio no hizo caso y giró sobre la cama para hacer quedar al muchacho abajo.

 

No tardó en aparecer el primer beso, seguido por un segundo, un tercero y se perdieron las cuentas. Las manos de Milo comenzaron a acariciarlo descaradamente, mientras la lengua jugueteaba con la otra de forma profunda y semental. Milo necesitaba el contacto físico con Camus, pues se estaba volviendo loco, pero muchas veces era frenado antes que terminaran en algo más profundo que no pudieran controlar. Inmediatamente la mano de Camus lo detuvo nuevamente mientras acariciaba el glúteo.

–Milo….–susurró bajito, este sonrió.

–Vamos Camus, quiero hacerlo.

–No me siento preparado, y me prometiste que esperarías –nuevamente un juego previo se volvió en Milo completamente frustrado. Se levantó como pudo y ayudó a su “novio” a hacer lo mismo–. ¿Quieres desayunar?

–Estaba por hacerlo.

–¡Milo! Ya que te deje dormir en el cuarto así debería satisfacerte un poco.

–Creo que lo haces peor.

–¿Prefieres dormir en tu cuarto? –preguntó el pelirrojo, Milo negó fuertemente–. Bien, ahora vamos por el pan como siempre.

–Por cierto Camus, ¿aún no has terminado con ese chico? ¿DeathMask? ¿Así se llama?

–Agh, ni me lo recuerdes, se lo estoy diciendo desde la era del mito y sigue sin comprender. ¿Qué tan difícil es entender el “no me interesas”? –Camus camina hacia el armario para empezar a vestirse, Milo se sienta en la cama para ponerse los pantalones.

–Tal vez no habla francés jajajajaja.

–Sí, creo que he hablado en el idioma equivocado todo este tiempo –continuó la comedia el galo, ambos se rieron un poco antes de terminar de vestirse por completo.

–Yo creo que deberíamos casarnos.

–Milo…..–susurró mirándolo con reproche.

–Sé que no te quieres casar conmigo pero realmente deseo hacerlo….–el rubio se paró intentando colocarse la camisa, al ver los dedos torpes del muchacho Camus va en su ayuda y comienza a abrochárselos.

–No es que no quiera casarme contigo, pero la vida de casados para mi es una entrega total.

–¿Y no quieres entregarte a mí?

–Sí quiero, pero no así………me gustaría que antes hiciéramos cosas de novios, tú sabes.

–Espera, espera, ¿dijiste “novios”? –Preguntó sorprendido, le tomó de los hombros–. ¿Quieres que seamos novios?

–Tú…..tú ¿no quieres? –preguntó Camus, se había puesto tan rojo como su cabello.

–¡Cla….claro que quiero, quiero mucho esto! Pensé que no querías nada de eso, por eso no te propuse nada, pero…..dios quiero casarme contigo…..–le toma en brazos y le da la vuelta en su propio eje.

–¡Aaaagh Milo, ya suéltame! –el rubio se detiene–. Me mareo…..agh…..realmente tengo ganas de vomitar.

–Discúlpame.

–Está bien, vamos por el pan y luego desayunemos juntos ¿te parece? –no hizo falta que Milo afirmara, pues solo con la mirada se entendían, le tomó la mano y ambos salieron de allí.

 

El camino a la tienda era como siempre, a los besos y abrazos, sin importarle lo que otros vieran. Milo siempre estaba vestido como paisano más que como un elegante magnate como aparentaba ser, pero caminar sobre la tierra o hacer ese tipo de cosas no le importara mientras los ojos rubí estuvieran puestos en él. Parecía todo un cuento de hadas hasta que sintió una fuerte patada que lo hizo caer, y aunque no le dolió tanto como podía haberle dolido a otro, se sintió humillado frente al pelirrojo. Se levantó completamente lleno de furia y miró hacia dónde provenía el golpe.

–¡Tú! –Gruñó Milo mirando a DeathMask–. ¿POR QUÉ MIERDA HICISTE ESO?

–Estas con MI novio ¿cómo no te iba a romper la cara hijo de mil…..?

–¡No es tu novio, es MI novio!

–¿Desde cuándo, rubito? –preguntó cruzando los brazos y mirando desde arriba, Afrodita, que estaba a unos metros de allí, golpeaba su palma contra la frente.

–¡Desde hoy, así que lárgate y déjame tranquilo!

–¡CLARO QUE NO, ES MI NOVIO!

–Ya aléjate Valentino –esta vez fue Camus el que hablo–. Es verdad que estoy con Milo y me voy a casar con él.

–¿Eh? –tanto Milo como DeathMask pronunciaron lo mismo al mismo tiempo.

–¿Cómo que te casarás con él? –preguntó el italiano.

–Así es.

–¡Hasta que no vea un anillo en tu dedo o un bebé en tu vientre no me voy a rendir!

–¡PUES RINDETE PORQUE ESTOY EMBARAZADO Y ME VOY A CASAR CON MILO! –gritó, toda la gente que estaba allí escuchó, DeathMask se sintió extraño, como un cosquilleo amargo en su cuerpo.

–No te creo.

–Pues créeme porque es verdad –el pelirrojo sabía que hablaba de más pero haría cualquier cosa con tal que DeathMask lo dejara en paz.

–Pues lo veremos en ocho meses…..–gruñó enfadado–. Y sino estas, te casarás conmigo.

–¡Ja! Pues jamás será eso porque tengo un bebé aquí –se coloca una mano en el vientre, DeathMask mira con odio a la pareja y se va, dejando el silencio detrás de él.

–…..en ¿en serio voy a ser padre? –la pregunta de Milo desencajó a Camus, quien sonrió de costado.

–Eres tonto, Milo, ¿cómo vas a embarazarme si ni siquiera hemos tenido relaciones? –cuestionó, Milo entonces lo pensó mejor.

–¿Entonces estas de otro?

–¡No!

–No comprendo.

–No estoy embarazado.

–¡Entonces te vas a casar con él! –señaló a DeathMask que ya se encontraba a una calle de distancia.

–¿Cómo llegaste a esa estúpida conclusión? ¡No me casaré con él!

–No comprendo, no estas embarazado y aceptaste que si en ocho meses no lo estabas entonces te casarás con él……..así que o es una o la otra.

–Bueno, hoy no estoy embarazado pero puede que lo esté…..–suspira–. En que lio me metí.

–Sí, es verdad……tendremos que hacer un bebé…..–murmuró abrazándolo por detrás.

–Ni te atrevas….

–Ya, está bien…..

–Veré como hacer para que cambie de opinión con respecto a la apuesta.

–Por mientras vayamos a comprar pan.

 

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Mansión Rose.

 

                Lugonis e Ilias se encontraba a unos pocos metros de su hijo Albafica, el cual había regresado a casa hacía muy poco tiempo. El joven, se encontraba sentado en una silla frente al jardín principal, mirando las rosas que crecían con gran temple. Desde que lo encontraron hasta ese momento, el hijo de la familia no había dicho ni una sola palabra, no ayudaba en la investigación y apenas miraba a los ojos. Pera Lugonis, era un puñal en el corazón y lloraba todas las noches porque no traía esperanzas que su colérico hijo volviera a ser normal. Eso sí, el dolor por Albafica hizo que Afrodita se acercara más a sus padres y le ayudara en todo momento, lo que quitaba un poco de angustia del pecho cargado del pelirrojo.
Ilias, a diferencia de otros momentos, apoyaba enormemente a su ex esposo e hijos, había llamado a su medio hermano Sísifo para que este supiera de lo que pasaba y de ese modo suspendiera su invitación a la boda de Dokoh y Shion que estaba próxima.
Ninguno de los dos padres se dio cuenta cuando un joven galán se acercó a ellos, la empleada lo iba a presentar como solía hacerlo con cada invitado, pero este la calló y le pidió que se dejara presentar él. Embobada con la belleza del joven, se fue con una sonrisa.

–Señores Rose –susurró, ambos adultos se dieron vuelta para ver al hijo de Thanatos Griffo, Minos.

–¡Minos Griffo! –exclamó Lugonis con los ojos abiertos, el joven hace una reverencia muy educada.

–Me enteré de la terrible tragedia que agobia sus vidas y he venido aquí a dar mis respetos y decirle que la familia Griffo está dispuesta a usted –murmuró el albino y volvió a su postura.

–Muchas gracias, hijo, pero la policía está en esta investigación.

–¿Y qué pista tienen, señor Ilias? –cuestionó al hombre que acababa de hablar, el castaño miró a su ex y luego negó.

–Muy pocas.

–Albafica no ha querido hablar desde entonces, simplemente está ahí sentado todo el día, mirando el jardín….–Lugonis señaló a su hijo y luego volvió a mirar a Minos.

–Ya veo ¿puedo hablar con él?

–Si logras hacerlo te daré un premio, como te dije, lleva todo el día sentado allí y no ha dicho una palabra –Minos mira fijamente a Lugonis y asiente con la cabeza.

 

Camina hacia donde se encuentra Albafica, con pasos precisos que rompe con el taco y hace un impactante sonido. Minos estéticamente era un muchacho joven y apuesto, elegante, dispuesto, inteligente, siempre tenía una palabra alentadora para todos, y una mirada enriquecedora. Sin duda era un buen candidato para cualquiera que tuviera un hijo o hija soltera. Pero no todo lo que brilla es oro, pues el pasado del joven Griffo está marcado por una relación enfermiza.
Al estar a solo un metro del joven Rose, Minos sonríe con sadismo y se inclina sobre él.

–Tú sabes quién te hizo esto ¿no, Albafica? –Comentó, no recibió respuesta–. Alguien que no te amaba, sólo quería tu cuerpo y lo obtuvo, no eres más que un objeto inservible para él.

Albafica no dijo nada, apenas movían un poco las pupilas y fijaba su vista hacia donde estaba Minos agachado hablándole. Por un instante, el albino se sintió excitado, el saber que Albafica estaba completamente ido le ansiaba más las ganas de quitarle esa ropa y hacerlo suyo, cosa que había deseado desde que lo conoció, pero ahora, tenía que sacarle quien había sido el adefesio que lo profano.

–Albafica, si tú me dices quien te hizo esto, juro por lo más sagrado que te vengaré –murmuró e intentó acariciarle el cabello, el muchacho simplemente se negó tirando su cabeza hacia adelante–. Alba….

–¿Minos? –Preguntó Lugonis–. Es hora de que Albafica duerma una siesta ¿te importaría?

–No, claro que no –sonrió, aunque se sentía enojado porque le quitaran de vista a Albafica, aun así fingió que nada ocurría mientras seguía con la mirada a Lugonis.

 

Suspiró y dio dos pasos hacia atrás para dar la vuelta y retirarse. Si algo era hermoso en la mansión de los Rose era justamente el jardín principal, donde albergaba montones de plantas de diferentes procedencias, más de una habían sido regalos de magnates que deseaban a Albafica desde su más tierna infancia y querían comprometerse, pero Lugonis, siendo celoso, no dejaba que eso ocurriese y protegía bastante a sus dos bebes, pero Afrodita se fue de sus manos y siendo el menor de los dos aun así se escapó para hacer su vida. Ahora a Lugonis sólo le quedaba Albafica y el desenlace que tuvo la rebeldía del joven le hizo padecer un violento ultraje.
Minos salió de la mansión justo para ver a Manigoldo mirándola desde afuera, sonrió de costado y con pasos atractivos y elegantes caminó hacia él. Sabía muy bien que a Manigoldo le encantaban los chicos lindos y obviamente Albafica no había sido invisible a sus ojos, por lo que le tomó como rival desde hace mucho tiempo.

–Constantino Bennini, alias Manigoldo –murmuró Minos y le apoyó una mano en el hombro al aludido, este le miró de reojo–. ¿Qué haces por aquí?

–Venía a ver al señor Lugonis, para dar mis disculpas por no haber venido a la fiesta.

–¿La fiesta? ¿Te refieres a la reunión de negocios?

–Eso mismo –se apartó para dejar que la mano de Minos resbale por su brazo, nunca se había llevado bien con los Griffo, todos eran unos hijos de puta según él–. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

–¡Oh, cierto! He venido a brindarle mis respetos a la familia por el difícil momento que atraviesan.

–¿Difícil momento? –Manigoldo no comprendía, Minos intentó leerle la mirada.

–Oh ¿no sabías? Albafica fue ultrajado hace unas semanas…..–comentó con elegancia y suavidad, Manigoldo abrió sus ojos a más no poder–. Me han comentado que solamente lo han encontrado con una camisa puesta, estaba lastimado y mordido.

–¿Y….y él sabe quién fue? –La voz de Manigoldo comenzó a temblar, Griffo detectó esto, no era ningún idiota–. Digo, o fue al azar.

–Nada es al azar con Albafica, querido Bennini. Y eso realmente no lo sé, parece que no copera en la denuncia que han hecho los señores Rose –susurró y miró la casa pero en ocasiones mientras hablaba observaba de reojo al italiano, para ver sus movimientos.

–Que horrible situación –se calmó, no quería relacionar los pantalones que encontró en su alcoba con la violación de Albafica, no recordaba que éste se encontrara en su casa o que vaya en algún momento.

–¿Y cómo vas con tu enfermedad?

–¿Eh? –Manigoldo reaccionó.

–Ya sabes, tu enfermedad, esa ehm ¿cómo se llama? –jugueteó el peliblanco mientras le miraba fijo a los ojos y jugaba con la corbata del italiano, este se separó nuevamente, sabía que Minos no era de fiar y mucho menos cuando actuaba inocente.

–Trastorno de personalidad disociada  y ando muy bien –bufó, Minos volvió a sonreír pasando esta vez el dedo por encima del pecho de Manigoldo.

–Oh, claro, es la enfermedad donde adoptas otras personalidades, por eso te decían Manigoldo….y dime Bennini…… ¿qué eres cuando no eres Constantino? ¿Un herrero, un sexy enfermero….? ¿Un violador? –comentó esto último con enorme sonrisa, Manigoldo lo mira con los ojos desencajados, le toma por la muñeca, la aparta fuertemente y se retira.

               

                Minos sabía que podía jugar con la mente de las personas, había vuelto loco a Aiacos en muy poco tiempo y estaba dispuesto a saber la verdad detrás de la violación de Albafica, aunque, en realidad, a él no le importaba mucho saber quién era el violador, lo que realmente le interesaba era que Manigoldo se lo creyera, que comenzara a cuestionarse hasta volverlo loco, más de lo que estaba y de ese modo él poderse quedar con el hijo de Lugonis Rose, pero para eso necesitaba mucha información que obtendría de su ex amante.
Se acomodó la ropa y caminó hacia la casa de Garuda, donde estaba preparando un plan. No era que Aiacos le gustara, en realidad hace tiempo se estaba volviendo molesto y no quería saber nada de él, pero ahora que tenía esa información tan rica entre sus manos, debía exprimir a Nepalí hasta que le dijera todo lo que sabe y Minos sabía cómo manipularlo.

 

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–¿Estás listo? –preguntó la voz seductora del joven mientras cruzaba las piernas. El más grande no pudo contenerse y las acarició.

–Más que listo.

–¿No darás vuelta atrás?

–Para nada –susurró y se besaron, un beso suerte pero corto, donde una pequeña mordida se depositó en los labios. Los ojos de ambos, que segundos antes se miraron, pasaron de ello a la mansión frente a ellos–. ¿Tienes miedo?

–Algo. Nunca he hecho esto.

–Tú querías esto ¿verdad? –preguntó Kardia arqueando la ceja.

–Claro que quiero esto…..Unity debe morir.

–Ese es mi gatito……–le tomó por la nuca y volvió a devorarle los labios por un momento–. Hm, despacio, todo se hace despacio menos tener sexo.

–Jajajaja estás loco Kardia.

–Tú también…..

–Vamos…..–salió del vehículo dispuesto a ir a la puerta.

 

Actuaría como siempre, dulce y piadoso, pero esta vez la sangre de Unity estaría en el suelo blanco de la habitación. Ese hombre lo había acosado durante años, y hoy sería la fecha de su muerte.

 

Continuará.

Notas finales:

Mis hermosuras, les dejo para el que tenga Facebook mi pago de face:

PAG DE FACEBOOK

Este cap fue interminable para mi jajaja y estos dos se parecen a Bonnie y Clyde, salvo que no roban dinero. Espero que les guste este fic y que sigan comentando. ¡Gracias!

PD: Para los que no sepan, ganó Aspros la encuesta y por eso creo que será la pareja oficial pero no se la dejaré fácil. Y los que visiten mi pag podrán ver un post relacionado al hijo de Camus y Milo, estoy tratando de elegir nombres, si alguien quiere dejar uno en comentarios ¡estoy abierta a cualquier nombre!

 


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