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Talon por Juuri Kiryu

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Notas del capitulo:

Pues bien, primero agradezc a mi beta <3 Andy me hace un favors al revisar esto. 

En segunda a ElenaGrayson, que sus historias me inspiran mucho, y de hecho a veces me animo por ella. Gacias

 

Jason Wayne Todd. Primer hijo adoptivo de Bruce Wayne. Poco amable con la prensa, hostil con los que se acercaban con dobles intenciones a sus hermanos ya fuera por el negocio de su padre, o por cualquier otra razón. También había aprendido a ahuyentar a los oportunistas en las empresas Wayne, desde hacía algunos años. Su constante ceño fruncido y mala cara eran suficientes para poner a sus empleados a trabajar sin preguntar, así como también sus modales exquisitos y galantería atraían como moscas a los socios y socias de su padre. A sus 22 años, era alérgico al compromiso como su padre, sus enamoradas cada vez perdían más la esperanza de conseguir algo con el hijo de Bruce Wayne. Nunca había repetido con alguna amante, salvo por una o dos, que parecían ser amigas suyas de infancia para el bienestar mental de los varones jóvenes de Gotham.
Aunque a diferencia de Tim, él no gozaba de un intelecto especialmente agudo, si era bueno en su trabajo, evitaba a toda costa solapar y tolerar los errores de sus subordinados. En el trabajo era conocido por su impecabilidad. Cosa que sus hermanos menores aseguraban, nada tenía que ver con su vida personal. Jason era un desastre, y estaban seguros de que si no fuera por ellos y por Alfred nunca se despertaría a tiempo. Pero, trabajo era trabajo, y ellos lo sabían. Fueron ambos a despertar al enojón hermano mayor, con toda la delicadeza que pudieron.
El durmiente Jason soltó un montón de palabrotas cuando sintió el peso de un cuerpo pequeño caer sobre él. Las heridas de su lucha anterior aun le dolían y le cobraban factura, el crujir de sus huesos entumidos lo comprobó. No pudo evitar mirar mal al menor que le observaba con superioridad y decía con un tonito especialmente perverso:


— Todd, será mejor que bajes si quieres comer algo, ¿Sabes? Drake parece estar en crecimiento o algo así y va a arrasar con tu parte.


No necesitó oír mucho. Se levantó como resorte, y corrió aunque sus músculos se quejaron de inmediato, el Talon le había dado una paliza la noche pasada. Aunque al parecer al viejo eso le había servido para averiguar un par de cosas sobre sus posibles enemigos.

La corte de los búhos, era un cuento de niños. Los padres gothamitas asustaban a sus hijos hacia algunos años con eso, cuando la situación en la ciudad no era lo suficientemente aterradora. Historias horribles se contaban sobre la corte, sobre como eran expertos en silenciar y perseguir a los que los traicionaban.

La duda y el misterio eran sus armas, se decía que perseguían a sus presas hasta volverlas locas, paranoicas, hasta que desconfiaban de su propia sombra y era en ese momento de desesperación que la corte enviaba a un Talon, un asesino de la corte, fiel como ningún perro entrenado. Pero nunca se había comprobado que realmente la Corte existiera y los Talon nunca habían sido vistos en realidad.Conforme pasó el tiempo, pasaron de ser un cuento a una leyenda. Los múltiples crímenes que se cometían en la ciudad eran ahora consecuencia de las peleas territoriales entre las mafias.

Aun así, si algo había aprendido Jason de Bruce era que se debían considerar todas lass posibilidades antes de negarlas. Con demasiada pereza se sentó a la mesa, ante la mirada severa de Bruce que parecía leer el periódico aunque seguramente estaba pensando en mil cosas. Damian parecía particularmente molesto, y Tim un poco animado. No era normal, pero imaginaba que tenía que ver con Bruce. Al final Tim le susurró en voz baja, esperando pasar desapercibido.

— Papá ha dicho que continuaremos la investigación en el circo Haley, pero Damian se ha negado a entrar allí.
— No me extraña, pero después del incidente del zoológico yo dudaría si es seguro llevarlo.
— Jason... Iré con Damian, necesito que tú y Tim ayuden a las chicas a mantener todo en orden.


Comentó el padre mientras cambiaba de página y luego miraba de reojo a sus hijos. Ninguno de los cuatro había tenido una buena noche al final, pues no sólo el Talon los había puesto tras un cuento para asustar a los niños, también volvía más complicada la investigación.
Cuando al fin su hermano subió a regañadientes al auto de su padre, Jason no pudo evitar sentirse un poco divertido por la pelea que los dos enanos habían causado antes de que Damian se fuera. Luego se dirigió a su trabajo, esperando que la tarde pasara sin pena ni gloria. La oficina no era un lugar precisamente emocionante, pero tenía lo suyo, se decía siempre para animarse un poco.


Cuando la noche cayó, se preparó para cubrir a su hermano y a su padre. Tim se haría cargo de una sección de la ciudad y él de la otra. La ausencia de la antigua fiscal se había hecho sentir. A pesar de sus aparentes nexos con la Corte, tenían que aceptar que para el poco tiempo que llevaba ejerciendo, había logrado más que otros fiscales en toda su carrera. Una ceremonia a la memoria de la joven mujer sería realizada esa noche, y Jason pensó que valía la pena pasarse por allí. Se apostó en uno de los edificios frontales a la plaza donde se haría aquel homenaje, esperando que todo fuese normal y que ese presentimiento que lo molestaba solo quedara en eso. Tomó una de las latas de cerveza con el pulgar, el medio y el anular, y comenzó a beber un poco. Nunca se embriagaba en las misiones, sin embargo si bebía un poco. Lo que fuese para no tener la mente dispersa. Y cuando tuvo una vez más la lata frente a su rostro, al filo de esta logró ver movimiento en uno de los tejados cercanos. Identificó rápidamente al Talon, pero parecía inquieto, agitado.

Como buscando a alguien con la mirada, no a una presa más bien... Como si buscara a una de sus crías. No dudo en pisar la lata y comenzar a moverse lo más rápidamente que podía hacia el joven Talon, necesitaba encontrarlo, necesitaba enfrentarlo de nuevo. Aquel muchacho lo había humillado frente a sus hermanos y a su padre, y por ende le debía un par de respuestas.
Cruzó en un parpadeo, y cuando menos se lo esperaba el asesino de la corte estaba luchando por sacarse de encima a un furioso Red Hood. De nuevo el intercambio de golpes inició sin aviso. Aquí, y allá, patadas, ganchos, y demás técnicas. A Jason no le importaba cargarse al mayor, ya antes Batman lo había reprendido por no controlarse en las peleas, una más no haría la diferencia. Pero el Talon no planeaba dejar ese mundo pronto. Finalmente, en un movimiento bastante veloz, el menor se logró apartar un poco, aunque las garras del de negro lo rozaron.

— La corte no te quiere en sus asuntos, no le interesas. No deberías meterte
— Oh. Pero a mí me interesan sus asuntos.


Y le sonrió mostrando toda su dentadura. Debajo de la máscara de Garra que el mayor usaba, había muchas expresiones, y Jason no podía ver ninguna. Eso lo frustraba de alguna u otra manera.
La mirada del asesino de desvió un par de momentos y luego pareció reírse de forma seca.


Jason no dejó que esto lo amedrentará.


Se acercó, y el asesino suspiró hondo.


Él no entendía ni un poco sobre murciélagos. Cuando era un niño, solo había uno, y cuando sus amos le dijeron que Batman había adoptado a un chico, muy en el fondo, sintió envidia. Y se castigó por ello, no debía pensar así de sus amos. Y se avergonzó por ser ingrato, y también por no apreciar lo que sus amos le habían dado. Y sus amos siempre le hablaban del murciélago.
Ellos siempre le decían que él debía ser tan fuerte como el murciélago. Y que la debilidad de Batman no venia de sus deficiencias físicas. Qué su problema era ser blando.


— Amo March... ¿Me llamó?


Un chiquillo de aproximadamente doce se acercó al adulto enorme. El hombre sonrió ampliamente y asintió. Puso su mano en la espalda del muchacho, y complacido observó como temblaba.


— Sí, Dick... Verás, la corte quiere que escuches una historia breve. Y luego podrás volver a tu entrenamiento.
— Como ordene la corte. — susurró bajito y sumiso, para satisfacción del mayor.
— Eres un buen chico, Dick. Tus padres estarían orgullosos. — lo halagó y observó que una pequeña sonrisa, sutil y casi imperceptible se posaba en los delgados y rosados labios — Te he dicho que me llames Thomas, ¿cierto, Dick?
— William dice que no es apropiado — replicó de inmediato el muchacho, repitiendo como si fuera una oración aquello.
— Será nuestro secreto Dick.
— Pero...
— No le diremos a nadie — repuso y comenzó a caminar por el horrendo lugar con el niño siguiéndolo. Y le contó sobre Bruce Wayne, y sobre sus nuevos hijos. Y sobre cómo Bruce Wayne lo había olvidado a él.

Volvió a su realidad y entonces se dio cuenta de que no había pasado más de un segundo, pues el ex Robin seguía mirándolo con desconfianza. No entendía porque el muchacho no lo atacaba, y era más como si lo estuviera analizando. Aunque poco podía encontrar. Él no era más que recuerdos. Dick no era nada ni nadie, porque sus amos decían que era lo más conveniente.
Dentro de la corte, había muchos problemas. El una vez siempre unificado e incuestionable poder de la corte, se hallaba fragmentado. Los hijos de la familia Vanaver nunca lograron reponerse de la muerte de su padre, así como tampoco lograron acordar nada acerca de cómo se arreglarían con respecto al mando de la corte. Y una pequeña contienda de poderes inició. A los Talons eso no les importaba, ellos servían a la corte. Ellos estaban al servicio de los miembros de la Corte. Sin embargo, pronto tuvieron que elegir. Y él y William habían elegido seguir a Lincoln March, y a Samantha Vanaver, la hija mayor del antiguo Gran Maestro.

Dick miró con preocupación la multitud y decidió que no tenía tiempo para hacer caso del pajarito. Así que suspiró e ignoró el hecho de que lo estaban observando.
Por otro lado, Jason no se explicaba cómo diablos el Talon había dejado por la paz su pelea. Se sentía ridiculo, porque no sabía que hacer. ¿Cuántas veces tu enemigo deja de atacarte de la nada? ¿Y qué se supone que haces luego de eso?
¡A la mierda! El muy hijo de perra lo estaba ignorando. Decidió enfocarse en lo que buscaba, y por un momento pensaba en que podía ser tal vez uno de los jefes, o funcionarios. Pero no miraba a ellos, más bien miraba hacia el público.
Y entonces un estallido a unas casas de allí los distrajo a ambos. Gritos, polvo y olor a quemado pronto les llegaron, y aun cuando ambos estaban a punto de actuar, no tardaron en ser alcanzados por un conocido de Jason. Y vaya que Jason lo conocía bien.


— ¿Qué carajo? — la voz de un Talon bastante desconcertado se dejó oír apenas.
— Eso fue atrás... No tiene sentido.
— Nunca fuiste el más listo, chico — Una voz que le heló la sangre a Jason, irritó profundamente a Dick. Nunca antes había tenido que hablar con él, pero era uno de los más desagradables socios de la antigua Corte.
— Joker... — susurró el muchacho más bajito, y Jason se puso pálido.
— Pensé que estabas...
— Muerto. Podía decir lo mismo de ti, avecilla — la voz chirriante, demente era inconfundible. Jason estuvo seguro. Trató de comunicarse, pero hasta ese momento notó que su comunicador había dejado de transmitir.
— Pero no he venido por ti... No en este momento. Tengo asuntos con la Corte, ¿cierto, Garrita?
— La corte no tiene asuntos contigo.
— Eres un perro muy mal amaestrado sin duda... — la sonrisa horrenda se dejó ver y Dick, no espero que el mortificado muchacho hiciera algo. Tomó las dagas y le hizo una seña al Joker. Sin embargo, una segunda explosión esta vez al frente lo descontroló. Miró a la plaza, y su grito de frustración fue enorme.
— ¡No! ¡No! ¡Maldita sea, no!
— Afróntalo, Garrita... Ellos no debieron confiar solo en ti.


Y Dick hubiera respondido, sin embargo, se comenzó a sentir mareado. Observó al ex Robin paralizado y luego al Joker que ya había comenzado a golpearlo. Entonces lo entendió. La primera explosión había liberado varios componentes tóxicos y químicos. Paralizantes, y gas del miedo. La corte ya antes había trabajado con el Dr. Crane. Sabía que en aquel estado no podrían hacer nada contra aquel payaso. Frente a él, sombras y cosas oscuras comenzaban a tomar forma, mientras él intentaba controlarse.


Embistió al payaso, y tomó al muchacho mejor de la chaqueta. La fiebre comenzó a atacarlo, y sus músculos cada vez se negaban con mayor ahínco. Agradeció que estaban en los barrios viejos de la ciudad y que los conocía como la palma de su mano. Usó los caminos que había aprendido al inicio de su nueva ida, ignorando a los fantasmas de sus padres, de sus compañeros y ocasionales amigos perdidos en misión o en entrenamiento. Solo se detuvo cuando sintió que estaban a salvo. Y solo entonces notó que había arrastrado a un catártico Red Hood con él.


Y todo se volvió negro.

Notas finales:

Creo, que esto irá para largo, muy muy para largo ~ 


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