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El precio de la venganza por Kheslya

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El Precio de la Venganza. Capítulo 11: Mirando al Pasado - El Chico Que Amó los Hospitales (II).
 
 
 
 
Lo que había comenzado como un inocente beso, un simple choque entre los labios de ambos, había pasado a ser mucho más en el momento en el que el menor lo obligó -aunque él no se resistió lo más mínimo a los avances del rubio- a tumbarse sobre su cuerpo que ahora estaba semi recostado en la camilla tirando de su camiseta. En esa posición en la que parecía exponerse por completo a lo que el mayor quisiera hacerle, Marcus pudo profundizar más aquel beso que tantos calores y bajos instintos estaba provocando en el cuerpo de Joel. Pero aún en esa posición y aunque más demandante y menos tierno, el beso seguía siendo tan solo la unión de ambos labios, hasta que decidió separarse ligeramente de los labios de Marcus para mirarlo a los ojos. Fue extraño para él ver que la mirada que el rubio le dedicaba era entre excitada, al igual que debía ser la suya propia, y desolada, como si estuviese sufriendo por algún motivo. Pero su propio grado de excitación le hizo imposible desentrañar qué escondía esa última mirada, y solo se concentró en la primera.
 
— Abre la boca, Marc. —ordenó.
 
Y Marcus obedeció a Joel al instante, separando sus labios todavía un poco húmedos por las atenciones anteriormente dadas sobre ellos, y abrió su boca, juntándola un segundo después con la ajena. Joel sonrió con picardía en mitad del beso y no tardó mucho en introducir su lengua en el interior de la cavidad bucal del rubio, quien, a pesar de haber quedado paralizado en un primer momento sin saber qué hacer, correspondió, enredando su lengua con la del castaño intentando imitar los mismos movimientos que la de Joel describía en él.
 
Las manos de Joel viajaron casi por inercia hasta las caderas del menor, acariciándolas por encima de la camiseta azul pálido del hospital, similar a un pijama, pero se detuvo en el momento en el que iba a introducirlas dentro para tocar directamente la piel.
 
¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Estaba pensando en acostar con ese niño, cuando ni siquiera lo había hecho todavía con una chica? Y lo peor de todo no era eso, sino que sentía que se estaba aprovechando de Marcus.
 
El rubio lo miraba expectante, con la respiración agitada y las mejillas ligeramente sonrojadas por la intensidad del beso que compartían y que acababa de ser cortado. Joel apartó, espantado, su mirada del rostro del menor, pues sentía que cometería una verdadera estupidez si seguía mirándolo mucho más tiempo, y empujó un poco el cuerpo de Marcus, que en algún momento había terminado ocupado la posición más elevada, para indicarle que se quitase de encima suyo.
 
Marcus tensó su boca convirtiendo sus labios en una fina línea que dejaba ver su disgusto por la repentina negativa del mayor. Durante el tiempo que había estado de esa manera con Joel, durante ese escaso período, había logrado apartar de su mente las grotescas imágenes que siempre lo atormentaban. Daba igual si dormía o estaba despierto, esas escenas pasadas se reproducían en su cerebro una y otra vez, en un bucle interminable de sufrimiento en el que estaban presentes todos y cada uno de los detalles más horribles y que él querían olvidar tan desesperadamente.
 
Joel, en cambio, ajeno a lo que pasaba por la mente del menor, empezaba a desesperarse pues Marcus todavía no se quitaba de encima de su cuerpo, y para empeorar las cosas, su propio cuerpo, como el de cualquier persona normal, había empezado a reaccionar al estímulo de los anteriores besos, a las imágenes obscenas que se arremolinaban en su mente y, sobretodo, a tener al chico prácticamente sentado sobre su hombría.
 
— Ma...Marcus, quítate. —casi suplicó Joel cuando se dio cuenta del estado en que se encontraba su entrepierna, bastante difícil de ocultar, aterrado de tan solo pensar que el rubio pudiese notarlo y sentirse asqueado, al fin y al cabo, un beso con un hombre era una cosa, pero sexo... sentir atracción sexual hacia otro hombre o sentirse excitado tan solo por haber compartido un par de besos húmedos, era algo completamente distinto. Le había costado demasiado llegar a tener esa extraña relación de amistad que compartía con Marcus como para permitir que algo tan primitivo como eran sus instintos de adolescente con las hormonas en rompan filas lo estropeasen todo. No quería que él lo odiase, bajo ningún concepto.
 
— Ayúdame.
 
¿Marcus acababa de pedirle ayuda? Algo malo... algo realmente malo debía de estar atormentando al chico. Acaso... ¿acaso era culpa suya por haber actuado de aquella forma con alguien que a sus ojos era totalmente un infante, aun habiéndole asegurado su padre no era así? Por Dios, se sentía como un maldito y repugnante pedófilo, lo cual no tenía sentido, pues solo había dos años de diferencia entre ambos.
 
Una duda lo asaltó. ¿Sabría Marcus siquiera lo que era el sexo? ¿O cómo lo hacían dos hombres? Joel no era estúpido y, aunque no era precisamente un experto en la materia, sí estaba debidamente informado de cómo debía de hacerse correctamente, más o menos, pero no sabía demasiado de Marcus, podía ser que fuese eso tipo de persona que seguía pensando que la cigüeña y el ratoncito Pérez existían, y sabía que de ser así jamás podría perdonarse a si mismo el acabar con una inocencia como esa.
 
Seguramente, Joel habría creído que era una broma de mal gusto si alguien le hubiese contado en ese momento que Marcus ya conocía perfectamente cómo tenían sexo dos hombres, y que poca de aquella inocencia infantil que un día lo caracterizó, seguía intacta, por no decir que había desaparecido por completo, y para siempre.
 
Marcus, harto de esperar a que Joel dejase de pelear con su inútil conciencia y actuase, pasó a acomodarse mucho mejor de lo que ya estaba sobre el regazo del mayor, de cara a él y con una pierna a cada lado de su cadera. Joel gimió involuntariamente ante la nueva presión que ejerció el cuerpo del pequeño sobre su erección, ya totalmente despierta, y supo que no había manera a esas alturas de que Marcus no hubiese notado ya su estado.
 
El rubio lo besó, y esa ocasión fue él quien introdujo su lengua dentro de la boca del castaño, buscando la del mayor y enrroscándose con ella demandantemente.
 
— Marcus... espera. —Joel volvió a alejar unos centímetros de su cuerpo el del pequeño sujetándolo por los hombros, intentando así que la lejanía dejase un poco de lado a lujuria y permitiese hablar a la razón.— ¿Sabes lo que estamos haciendo? ¿Te das cuenta de que...?
 
— ¿No quieres? —lo interrumpió ladeando ligeramente la cabeza hacia un lado.
 
¿Qué no quería? ¡Claro que quería! Solo había que pararse a mirar cómo estaba reaccionando su cuerpo para darse cuenta de que se moría por continuar y tomarlo, sin contar que entre sus fantasías sexuales, como el las de la gran mayoría de la gente, se encontraba hacerlo en un hospital...
 
Si Marcus quería, y él por descontado que también quería, ¿qué podía tener de malo?
 
Joel se medio incorporó en la camilla, quedando apoyando sobre sus codos y antebrazos para no caer, y Marcus se vio obligado a retroceder un poco, pero continuó sentado sobre su regazo. El castaño terminó de sentarse por completo y al segundo siguiente sus labios ya estaban moviéndose voraces sobre los de Marcus, besándolo profundamente. Sus manos viajaron de nuevo hasta las caderas del rubio sin que nada lo detuviera esta vez, acariciando los costados ya muy seguro de lo que hacía, y sobre todo de lo que quería hacer. Dejó de besar los labios del rubio para descender por su cuello con pequeños besos húmedos que arrancaban algún que otro leve suspiro al menor, que pasaban a convertirse en casi gemidos cuando atrapaba la suave y pálida piel entre sus dientes, mordiéndola de manera deliciosa.
 
La ropa del menor lo empezaba a molestar, quería tocar ese cuerpo por todos y cada uno de sus rincones y hacerlo gemir y gritar su nombre, olvidar por completo dónde estaban y abandonarse tan solo al sentimiento de excitación y lujuria que quería dominarlo y tomar el control total sobre él, y que seguramente ya lo había hecho.
 
La camiseta de hospital de Marcus no tardó en ser arrojada al suelo, y este, copiando al mayor, empezó a desabotonar con algo de torpeza los botones de la camisa verde de Joel mientras volvían a fundirse en otro apasionado beso.
 
Eran casi pasados mediados de Diciembre y en cualquier otra situación la falta de ropa los habría hecho tiritar de frío a causa de las bajas temperaturas, pero ambos adolescentes podrían haber asegurado que estaban en mitad del más caluroso de todos los meses del año, pues su piel y sangre les ardían de igual forma.
 
Joel, ya bastante impaciente por pasar a un contacto mucho más profundo, terminó de quitarse él mismo la camisa, dejándola caer donde poco antes había arrojado la del rubio. Dio un casto beso a Marcus y le indicó con un par de palmaditas en sus muslos que se quitase de encima suyo. El menor así lo hizo, dejándolo levantarse de la camilla. 
 
Marcus arqueó sus cejas hacia arriba, confundido. ¿Había cambiado Joel de idea y ya no quería hacerlo con él?
 
Joel sonrió picaramente al darse cuenta de lo que el menor estaba pensando, y sin mucho preámbulo, desabrochó sus vaqueros y bajó la cremallera de estos, dejándolos caer al suelo. Acto seguido hizo lo mismo con sus bóxer, dejando así totalmente a la vista su erección.
 
— En esa posición me era imposible. —se explicó, caminando de nuevo hacia la cama, donde Marcus, acostado, trataba de despojarse también de sus pantalones.— No, no, no... —lo frenó antes de que llegase a bajarlos, y subió a la cama posicionándose sobre el cuerpo de Marcus, colocando sus manos en el elástico de sus pantalones, obligando al rubio a retirar las suyas.— A ti te desnudo yo. —susurró en el oído del menor, que después mordisqueó mientras tironeaba del elástico, jugando con él pero sin llegar a deslizarlo hacia abajo. Estaba nervioso, pero suponía que, si él estaba nervioso, Marcus debía de estarlo el doble, y por eso quería aparentar una seguridad en lo que estaba por hacer de la que realmente carecía.
 
El menor de ambos adolescentes jadeó cuando sintió cómo Joel empezaba a frotar su miembro desnudo contra el suyo, que todavía permanecía prisionero bajo las telas de sus pantalones y ropa interior, a la vez que deslizaba su lengua desde su lóbulo hasta su pecho desnudo, pasando por su cuello.
 
La lengua de Joel delineó el contorno de los pezones del rubio, humedeciéndolos, para después atrapar uno de ellos entre sus dientes, tirando de él y produciendo con ello un cosquilleo en la entrepierna de Marcus que se acrecentó cuando el castaño pellizcó su otro pezón.
 
Una parte de Joel había dudado de cómo reaccionaría el cuerpo de un hombre a ese tipo de caricias y atenciones que bien podría haber usado en una mujer, pero cada nuevo gemido contenido que conseguía arrancar de los labios del menor, disipaba cualquier duda al saber que el otro lo estaba disfrutando.
 
Deslizó sus manos por las caderas del chico, y desde estas las llevó hasta su trasero, obligándolo a arquear la espalda, acto que aprovechó agarrando sus nalgas y apretándolas, y de un solo tirón, despojó a Marcus tanto de sus pantalones como de sus calzoncillos, bajándolos hasta casi los tobillos del rubio, donde, en un par de movimientos de pies, Marcus se deshizo completamente de ellos.
 
Durante un par de minutos, se quedó observando con detenimiento cada pequeño rincón del cuerpo de Marcus que estaba a la vista bajo su propio cuerpo; su expresión excitada, tan distinta de la que solía tener; su pecho que subía y bajaba, de manera irregular debido a su respiración agitada; la cicatriz en su hombro izquierdo, similar a la de su frente... Todo ello lo excitaba. Hasta ese momento, jamás había pasado por su cabeza la posibilidad de que la primera vez que haría el amor sería con un hombre, y mucho menos que dicho hombre lo excitaría tanto como lo hacía Marcus. ¿Qué estaba haciendo ese chico con él?
 
Sus dedos se cerraron alrededor del miembro del rubio, masajeándolo de arriba a abajo mientras, con el rostro ruborizado, algo bastante inusual en él, llevaba su mano libre hasta el rostro del menor, acariciando sus labios y separándolos para introducir sus dedos índice y corazón.
 
— Lámelos. —demandó con la voz algo ronca sin detener sus movimientos sobre el miembro ajeno.
 
La lengua del rubio se enroscó alrededor de ambos dígitos, jugando con ellos, humedeciéndolos todo lo que le fuese posible mientras movía sus caderas al ritmo que la mano de Joel lo masturbaba.
 
Joel dejó de acariciar el miembro de Marcus, ganándose un gruñido de protesta por parte de este, y retiró ambos dedos de su boca mientras abría las piernas del chico para acto seguido dirigir sus dedos previamente humedecidos hasta su parte trasera. Ayudándose de sus manos, separó las nalgas del rubio, acariciando con la punta de uno de sus dedos su entrada.
 
— Levanta un poco tus caderas, Marc. —pidió a la vez que introdujo en el interior de Marcus el primero de sus dedos, logrando que el rubio arquease la espalda por impresión y levantase sus caderas, proporcionado a Joel una mayor facilidad de movimiento.— Buen chico.
 
El dedo de Joel empezó a moverse en el interior del rubio de manera circular, entrando y saliendo una y otra vez. Pocos minutos después, cuando notó que la entrada de Marcus ya no era tan estrecha como al principio, introdujo su segundo dedo hasta el fondo, moviendo ambos dedos en el interior simulando penetraciones cada vez más rápidas.
 
— Joel... —Joel miró interrogante a Marcus y este, en respuesta, separó sus piernas, que había cerrado en un acto reflejo alrededor del brazo del mayor, invitándolo a posicionarse entre ellas. Invitación que, por supuesto, Joel aceptó gustoso, retirando ambos dedos de la entrada ya dilatada del menor.
 
Tragó saliva, nervioso, antes de agarrar a Marc por sus muslos, obligándolo a abrir aún más sus piernas, y tiró de él hasta que casi no hubo espacio entre los cuerpos desnudos de ambos.
 
Le hubiese gustado deleitarse un poco más jugando con el cuerpo de Marcus y viendo sus distintas reacciones, pero necesitaba hacerlo suyo en ese instante, y sentía que si no se daba prisa, aquello iba a finalizar antes siquiera de haber empezado.
 
Situó su miembro en la entrada del chico, dando allí pequeños toquecitos, como si pudiese permiso para adentrarse en ese íntimo lugar. Después, hizo presión, empezando a introducir con lentitud la punta de su miembro, que ingresaba en la estrecha cavidad del rubio con dificultad. Cuando consiguió que la punta de su hombría entrase por completo, Joel se quedó quieto, asustado de haber podido herir a Marcus, que apretaba con fuerza las sábanas y jadeaba. A penas había introducido una parte de su pene, pero ya sentía el placer que le brindaba a su sexo las estrechas y calientes paredes de Marc. Pero por muy increíble que él se sintiese, tenía que pensar en Marcus y no dejarse llevar demasiado por el placer, no quería que él sufriese.
 
Pero segundos después, mientras todavía seguía con su lucha interna, fue el propio Marcus quien movió sus caderas contra el sexo del indeciso castaño al ver que este no parecía ir a hacerlo, introduciéndolo un poco más en su interior.
 
Joel gruñó por la repentina acción del rubio y acto seguido lo agarró con fuerza de las caderas, hundiendo sus dedos en la piel. Si para Marcus estaba bien, para él, también.
 
De una única estocada, se introdujo por completo en la cavidad del menor que cerró los ojos apretándolos con fuerza. Joel tuvo que reprimir las ganas de detenerse y preguntarle si se encontraba bien, o si eso era demasiado para él, y sacó su miembro hasta la mitad para volver a enterrarse de nuevo segundos después en el cuerpo del rubio, empezando así un lento vaivén.
 
Los gemidos de Marcus, el sonido casi afrodisiaco que los cuerpos de ambos adolescentes producían al chocar el uno contra el otro, el chirrido de la inestable camilla donde yacían, y el repiqueteo de los zapatos de médicos y enfermeros tras la puerta, sin contar la manera casi asfixiante con la que Marcus apretaba y succionaba su miembro mientras sus piernas le rodeaban la cadera, aferrándose a él... Todo ello era tan nuevo, tan excitante y erótico, que sentía que llegaría al climax en cualquier momento.
 
Su mano volvió a dirigirse hacia la desatendida erección de Marcus, envolviéndola con ella y masturbándolo al mismo ritmo con que sus caderas lo embestían, que había acelerado considerablemente.
 
No fue mucho lo que el menor tardó en correrse en su mano y en su propio abdomen, con un sonoro gemido y tensando aún más sus paredes, apretando aún más el miembro de Joel.
 
Joel gimió. Sus embestidas se volvieron más rápidas y fuertes, ahora que el menor había llegado al orgasmo, ya no veía por qué contenerse tanto, así que penetró el cuerpo que tanto placer le estaba otorgando un par de minutos más, disfrutando cada instante de la satisfacción que ello le brindaba.
 
Cuando sintió que estaba por terminar, inclinó su cuerpo hacia delante, casi recostándose sobre el chico que jadeaba bajo él, y besó sus labios lentamente, matando en ese beso el gemido gutural que quiso escapar de su garganta cuando llegó al tan ansiado orgasmo, descargándose dentro de Marcus, reprendiéndose mentalmente por haber dudado en algún momento de si hacer eso estaba bien o mal. Desde su punto de vista, nada que se sintiese tan bien, podía estar mal.
 

Notas finales:

Buenas~. Bueno, al fin he terminado los trimestrales, aunque mi salud estas últimas semanas ha sido al inestable, ya que entre un par de problemas personales, y los nervios de los exámenes, acabé en urgencias con un ataque de ansiedad de tres pares de narices (y una hora antes de tener que hacer los exámenes, o sea, todo bonito). Así que aún con ansiolíticos y todo, el matasanos me ha dicho que esté tranquilita, palabra cuyo significado me temo desconozco. La cosa es que si no actualizo los fines de semana, será porque estoy a otras cosas a fin de no agobiarme.

 

Ahora, sobre el capítulo. ¿Qué os ha parecido? Reviews?

Y ahora es cuando desaparezco disimuladamente y muerta de vergüenza por el contenido de este capítulo.


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