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El precio de la venganza por Kheslya

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El precio de la venganza. Capítulo 6: ¿El cordero y el lobo?
 
 
 
Tanta era la cercanía entre ambos cuerpos que, cuando habló, Johann pudo sentir el aliento de Joel chocar contra sus labios.
 
— No te acerques a él. —Tanto su voz como sus ojos castaños irradiaban  amenaza, aunque la sonrisa no abandonaba los labios de Joel.— Es mío.
 
Aunque no dijo ningún nombre, Johann supo que Joel hablaba del chico de ojos verdes.
 
— Hermano, ¿eres marica? —preguntó Alger desde la entrada, con una gran tarrina de helado de distintos sabores entre sus manos, sujetándola con ayuda de ambas. Tras él, estaba Marcus, con una tarrina el doble de grande que la de Alger en cada mano, y una cuchara atrapada entre sus dientes.
 
Joel se separó lentamente del rubio y volvió a su posición a la vez que soltaba una fuerte carcajada por el comentario del más joven.
Johann tardó algo más en reaccionar, pues las palabras de Joel todavía seguían rondando su mente.
 
— ¿Qué? ¡Yo no soy marica, Alger! —elevó la voz más de lo necesario, ganándose las risas de los ocupantes de los cubículos continuos al suyo. Su rostro, el cual se había tornado escarlata por la vergüenza, pasó a ponerse blanco al ver a Marcus tras Alger. Tragó saliva con dificultad mirando ahora a Joel, quien le devolvía la miraba con una sonrisa burlona y una clara amenaza grabada en sus ojos castaños. Si su hermano había escuchado parte de la conversación con el castaño..., ¿también los habría oído el moreno?, ¿sabría que indirectamente hablaban de él…? Volvió a mirar al moreno, que ahora volvía a ocupar su lugar junto a Joel. El chico no parecía haber oído nada y, si lo había hecho, al menos no daba muestra alguna de ello, pues seguía con aquella seria mirada que le ponía los pelos de punta y lo hacía querer huir, aunque en esos momentos, a pesar de sentirse intimidado por la intensa mirada oliva del chico, también se le hizo gracioso, con sus manos cargadas de helados y la cuchara entre sus dientes... gracioso y, de alguna extraña forma, también tierno.
 
El alemán sacudió la cabeza varias veces para deshacerse de aquellos extraños e inquietantes pensamientos pero, solo lo logró cuando un pequeño grito captó toda su atención. La escena era..., ¿curiosa? No, mejor dicho era ridícula, pensó el rubio mirando al frente, donde Joel intentaba arrebatarle al de ojos verdes una de sus rebosantes tarrinas de helado y este, en defensa contra el castaño, se dedicaba a darle con la cuchara de hierro en la cabeza, de forma muy poco delicada y con su usual rostro inexpresivo, cada vez que el otro se movía un solo milímetro en su dirección.
 
— ¡Marcus!
 
— Joel.
 
Joel bufó molesto.
 
— Que sepas que no iré a cuidarte al hospital cuando te ingresen con un ataque de diabetes —amenazó, aun sin creérselo él mismo mientras lo decía. Ambos chicos sabían que, si Marcus acababa en un hospital, por leve que fuese la razón, Joel sería capaz de acampar en la puerta del hospital hasta que el moreno regresase a casa.
 
— Ahá.
 
Johann no recordaba un solo segundo desde que Joel los había "invitado" en el que no se hubiese sentido totalmente incómodo, al igual que no podía recordar un solo instante en el que no quisiese golpear al castaño hasta hartarse. ¿Qué hacía allí? Parecía el rey supremo de los sujeta velas ante aquella pareja... Ese chico..., ¿se llamaba Marcus?, y Joel..., ¿serían pareja? Sentía su sangre arder de pensarlo, y estaba totalmente seguro que aquello no podían ser celos, pues a penas y conocía al chico, y además él a pesar de haber tenido en su adolescencia alguna que otra fugaz experiencia con los de su mismo sexo, tenía muy claras sus inclinaciones sexuales.
 
En su mente imaginó a Marcus como un cordero débil e indefenso y, tras él Joel, el lobo que quería hacer mucho más que solo alimentarse del cordero. Claro, ahora lo veía todo muy claro y lo entendía, seguramente Joel se estaba aprovechando del carácter pasivo y quizá tímido del menor para para acosarlo y obligarlo a ser su juguete nuevo ¡Pobre criatura! ¿Qué clase de horribles cosas le habría obligado Joel a hacer con él? No quería ni imaginarlo. Se dio cuenta que, de vez en cuando, Joel volvía a mirarlo con aquella sonrisa burlona que parecía impresa en sus labios, y deseó quitarle la cuchara a Marcus y usarla para sacarle los ojos a ese estúpido, seguro de que el moreno hasta se lo agradecería.
 
— ¿Tú sí eres marica? —preguntó entonces Alger a Joel. A Johann le pasó por la cabeza que, después de sacarle los ojos a Joel, se los sacaría a Alger. Dos por uno, ya que se ponía...
 
— Hum... —Joel pareció pensárselo más de la cuenta, mirando a Marcus y después guiñándole un ojo. Marcus alzó una ceja y siguió comiéndose lo poco que todavía quedaba de sus helados —. Me gustan las mujeres —contestó al fin.
 
— Ahh...
 
— ¿Solo las mujeres? —preguntó Johann insinuante, mirando de reojo a Marcus que ahora repelaba con las cuchara los restos del helado, solo le faltaba ponerse a lamer en envase.
 
— No, solo las mujeres no.
 
— ¿Entonces?
 
Joel y Johann parecían estar retándose el uno al otro con la mirada, Alger pensó que en cualquier momento, su hermano saltaría por encima de la mesa e intentaría estrangular al castaño, que parecía muy divertido con la situación.
 
— Marcus no es una chica, salta a la vista, y me gusta.
 
Silencio. Tres pares de ojos se posaron sobre el moreno, que miraba la pantalla de su teléfono móvil atentamente.
 
                     ••••••••♦••••••••
 
Joel terminó de meter en el que a partir de ese día sería el nuevo cuarto de Marcus la última de las maletas de chico, apoyándose en el marco de la puerta.
 
— ¿A qué ha venido todo eso, Joel? —Marcus no lo miraba al hablar, parecía bastante ocupado sacando su ropa de las maletas y guardándola en el armario.
 
La habitación de Marcus no estaba mal, al igual que el resto de la casa de Joel, era amplia, tenía una cama casi de matrimonio, un escritorio tres veces más grandes que los normales, un armario que poco tenía que envidiar al tamaño de la cama y varias estanterías con algunos libros de todo tipo, todo en tonos grises y negros.
 
— ¿El qué? —El castaño, haciéndose el tonto, se acostó boca arriba sobre la cama de Marcus, siguiendo con sus ojos los pasos del moreno de un lugar a otro de la habitación. — ¿Puedo dormir hoy aquí? —preguntó con voz melosa.
 
Marcus suspiró y se detuvo quedando junto a la cama frente al cuerpo tumbado de Joel.
 
— Tú nunca quieres solo dormir.
 
— ¿Y de quién es la culpa? —se quejó el castaño apoyándose sobre sus codos para medio incorporarse en la cama y así poder mirar a los ojos de su nuevo compañero de piso.
 
Marcus sonrió y dio un par de pasos lentamente hasta que sus rodillas chocaron con las de Joel, subió sobre la cama y posicionándose sobre el mayor sin que a este le importarse lo más mínimo que Marcus dejase caer todo su peso sobre su cuerpo, besó sus labios, primero lentamente y después de forma más salvaje, mordiendo los labios del mayor hasta sentir el sabor metálico de la sangre inundar su boca, el propio Joel pudo saborear su propia sangre cuando Marcus enredó su legua con la de él de esa forma que el menor sabía que volvía loco a Joel.
 
La mano de Marcus fue bajando poco a poco por todo el cuerpo de Joel hasta, a una velocidad tortuosa, posarse sobre la evidente erección del castaño, la acarició durante menos de medio minuto sobre los vaqueros del chico mientras Joel soltaba gemido tras gemido. Marcus ejerció mayor presión con su mano sobre la entrepierna del mayor, demasiada presión de hecho, y Joel soltó un grito estrangulado mientras volvía a incorporarse para mirar al menor con una expresión de dolor pintado en rostro.
 
— ¿Me vas a contestar ahora a la pregunta que te hice, o nos seguimos divirtiendo?
 
Joel tardó un par de minutos en ubicarse y entender a qué pregunta se refería Marcus, la excitación había bastado para nublarle las ideas durante el tiempo suficiente como para que el moreno apretase más su erección, haciéndole temer que Marcus lo dejaría estéril en cualquier momento si seguía así. 
 
— ¡Vale, vale, vale, pero para de apretar! —sollozó Joel y después dio un gran suspiro—. Es solo que creí que habías llamado bastante la atención del puto alemán y quería divertirme un poco a su costa...
 
Marcus rodó los ojos y disminuyó la fuerza con la que presionaba la entrepierna de Joel.
 
— No me interesa.
 
— Pero tú a él creo que sí... aunque ese imbécil es hetero y ahora debe estar tirándose de los pelos, o lo hará cuando se dé cuenta que le atrae un tío... Y por favor, si quieres pégame, estrangúlame, pero no vuelvas a hacerme eso —se quejó con un puchero, llevándose las manos a su zona dolorida donde aún estaba la de Marcus y frotándola.
 
— A veces olvido que lo que más quieres es a tu entrepierna.
 
— No.
 
— ¿No?
 
— Lo que más quiero es a ti.
 
El moreno gruñó molesto y Joel lo rodeó con una brazo para pegarlo más contra su cuerpo. Después de todo, al final esa noche Joel sí dormiría en el cuarto de Marcus.
Notas finales:

¡Hola! Querría haber actualizado el viernes, pero soy un ser fácil y me liaron para salir por ahí. Obviamente el sábado tampoco actualicé porque siendo honestos, después de el día anterior, estaba más muerta que viva. ¡Pero aquí está!

¿Os gustaría conocer el pasado de Joel y Marc? Después del siguiente capítulo podréis hacerlo.

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