Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Destination Unknown por Miny Nazareni

[Reviews - 23]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

*Se asoma tímidamente*

Que el yaoi esté con ustedes!! Que así sea!!!

Han pasado tres semanas desde que estuve por aquí, me quiero disculpar por esa razón. Como seguramente lo leyeron en la nota que dejé con anterioridad, han sucedido ciertas cosas en mi vida que me imposibilitaron el escribir.

Pero ya estoy aquí como lo prometí. Con esta historia que amo demasiado y me hace fangirlear.

Quiero darles las gracias por haberme tenido paciencia, ustedes no deben pagar los platos rotos de lo que me pasa y ahora está aquí su recompensa. Mil gracias a todos los que me animaron por Facebook y por aquí también y por Whats. Este capítulo va con especial dedicación a ustedes por esperarme y por supuesto, también lo dedico a mi padre, quien desde los cielos ahora me cuida y protege. Siempre le llevaré en mi corazón.

Pero me he puesto depresiva, aquí estamos con el siguiente capítulo que, ya desde el título, les debe decir algo jaja, pero no haré spoilers, se huele el drama y el shota juntos muajaja (la ONU me castigará, lo presiento)

En fin, terminaré esta larga nota y les dejaré el capítulo. Mil gracias por leer y esperarme ;)

Les amo!!!

Capítulo 2: Terrance y Desmond Place.

Sin poder sostener por completo el ramo de cristal,

somos incapaces de movernos.

Suavemente murmuras

que debemos seguir

y dejar algo atrás…

Quiero deshacer

aquel nudo abandonado

en la cima de los árboles que quise alcanzar…

…La forma en la que todo desaparece

al dormirse inesperadamente…

…es suave.

(Hanataba, Kalafina)

 

Se encontraba entretenido leyendo las cartas de su mejor amigo. Dos semanas habían transcurrido y aún le sorprendía el cómo Kirei había logrado encontrarle. Al día siguiente de conocerse, el joven consejero Amira Sao apareció frente a la puerta del orfanato con una carta para él. Terrance se sorprendió pero no ocultó su emoción al saber que ahora tenía un modo de comunicarse con Kirei. Amira se lo explicó sencillamente. Cada vez que tuviese la necesidad de hablar con el rubio de los ojos esmeralda, Terrance sólo tenía que entregar su carta a los juglares del pueblo, obviamente con remitente a Amira Sao y automáticamente ellos se la darían al joven consejero, quien la haría llegar a su verdadero destino.

Ante tantas facilidades de comunicación, Terrance y Kirei se escribían a diario contando los pormenores de sus vidas o sus grandes aventuras. La mayor de Terry: Desmond Place.

El niño de los ojos impresionantes cumplió su  promesa y le visitaba todas las noches trepándose al árbol que colindaba con la ventana en la habitación de Terrance. Zulma tuvo que recibir muchos dulces a cambio de no decir nada. La niña se daba cuenta de la visita, pero callaba, de ese modo Terrance y Desmond podían hablar horas por la noche sin sentir el tiempo.

Ahora el pequeño Terry sabía un poco más de la pandilla. Vivían en el Sector 1 y usaban las cañerías de Chamel para poder ingresar a los otros sectores en busca de comida o provisiones. Su líder era Aldo Kuhn, de futuros 16 años. Originalmente la pandilla la llevaban él y su hermano mayor llamado Ned, pero después de ciertos pleitos, el grupo se dividió dejando enemistad entre la pandilla de Ned y Aldo. Desmond siempre fiel a Aldo, se quedó a su lado.

Sus mejores amigos eran Todd, el niño pelirrojo de las manzanas y Mike, un fortachón de “huesos anchos” y actitud enérgica. Se hacían llamar entre ellos “Mike el fuerte” “Todd el rápido” y “Des el grande” y, por extraño que pareciera, los tres tenían 12 años. Sí, incluso Todd con estatura y complexión era mayor que él.

Maravillado con las historias que Desmond le narraba, Terrance se olvidaba de dormir o de estudiar. Era feliz escuchándole y todas las noches, antes de marcharse, Desmond Place le extendía su mano invitándole a ir a su lado para vivir una aventura extraordinaria. Terrance simplemente se reía mientras negaba y Desmond guiñaba un ojo agregando un “Ya será para la próxima”.

Todo ello, por supuesto, Terry se lo contaba a Kirei a través de sus cartas y el joven príncipe se emocionaba con la idea de conocer al audaz e intrépido Desmond Place. Terrance estaba dichoso de poder hablar con su amigo mediante las cartas y tener la visita de Desmond todas las noches, aún si todavía tenía dudas con respecto a las visiones de la Nodriza Edel, quien ahora le evitaba con maestría y premeditación. Algo extraño estaba pasando ahí y tarde o temprano lo averiguaría, así tuviese que emboscar a la nodriza.

                —¿Qué tanto estás pensando?—preguntó Zulma con curiosidad mientras balanceaba sus pies en la parte superior de la litera.

Terrance se movió para poder verla desde su lugar, en el colchón debajo del de ella, y la niña no le mostró ninguna expresión en su rostro. Solamente quería dulces, eso era lo que se imaginaba.

                —Nada… sólo me extraña la actitud de la Nodriza Edel estos días.

                —Tiene sentido, con eso de que está planeando cambiarte de orfanato…

Zulma dejó de hablar consciente de la indiscreción que había cometido. Terrance se puso de pie de inmediato y le encaró sintiendo algo frío en su pecho. No podía ser cierto, la Nodriza Edel no estaba planeando algo así.

                —¿De dónde sacaste tal idea? Zulma… con que me estés mintiendo para molestarme…

La niña bajó la mirada sintiéndose muy avergonzada y Terry negó desenfrenadamente.

                —Lo siento, por favor no le digas que te lo he dicho. Yo lo escuché sin querer y si se entera de que lo sabía y fui con el chisme, seguramente me meteré en problemas.

Él la tranquilizó con un movimiento de manos mientras trataba de procesarlo. Por supuesto que no le diría a la nodriza, Zulma había demostrado ser de confianza y obviamente no la traicionaría. Se sentó sobre el colchón y Zulma bajó del suyo para estar a su lado. ¿Qué se podía decir en casos así? A pesar de no tener una estrecha relación, ella le conocía y sabía que, de no ser por los nuevos amigos que ahora tenía, a Terry le hubiese dado igual ese cambio. Por un momento se imaginó a sí misma en dicha situación y se sintió triste. Perder a sus amigas, ir a un lugar desconocido y no entender nada. De repente el peso de ser una huérfana del Sector 2 de Chamel le cayó encima y deseó no comprenderlo. Ellos, como lo olvidado por Chamel, no podían aspirar a gran cosa jamás.

                —No puedo entenderlo—habló de repente Terrance y ella le miró confundida—¿Por qué me quiere alejar de aquí? ¿Por qué ahora que quiero quedarme? ¿Por qué alejarme de Kirei y de…?

Sus ojos se ensancharon como si una gran revelación hubiese caído sobre él. El traslado tenía un motivo, la Nodriza Edel estaba actuando deliberadamente. A Kirei siempre podría encontrarlo, ya lo había demostrado una vez, su afán era separarlo de Desmond.

Todo por su visión del futuro.

                —¿Qué pasa?—preguntó Zulma al ver como se ponía de pie.

                —Ella… ella lo hace por la visión… ¿Qué tan terrible puede ser como para hacer algo así?

                —¿De qué estás hablando? No te entiendo nada.

Terrance reaccionó un poco e intentó explicárselo en voz baja para evitar que alguien les escuchara.

                —Ella vio mi futuro… con Kirei y con Desmond. Ella dijo que todo iría bien con Kirei pero… pero…

                —Vio algo malo con respecto a Desmond—concluyó la niña sin saber cómo ayudarle.

Creía en las visiones de la Nodriza Edel, sabía que nunca fallaban, pero era la primera vez que deseaba que fuese una mentira. Terry había cambiado tanto en esas dos semanas, lucía contento, emocionado por fin con algo. No podían arrebatarle algo que le hacía feliz sólo por ser una “mala premonición”… ¿O sí?

                —No… no es así. Yo no creía en sus predicciones y no lo haré ahora. Me niego a dejar que esto me afecte.

Vio la esperanza y la firmeza en su rostro y Zulma intentó sonreír. Quizá sólo estaban alarmándose demasiado.

                —Eso es verdad, además, Desmond te encontraría, creo que por lo poco que sé de él, puedo estar segura de eso.

                —Tienes razón, él me encontraría, no permitiría que nos separaran—sonrió ligeramente contagiado con esa posibilidad—. De todos modos necesito hablar con la Nodriza Edel. Tiene que decirme cuál fue su visión. Yo le convenceré de que está equivocada… es más… este es un buen momento para hacerlo…

Zulma asintió decidida a acompañarle y juntos salieron de la habitación. Deambularon por los pasillos del orfanato y salieron al patio para atravesarlo y así llegar a la cocina. Por primera vez a Zulma no le dio vergüenza ir con el raro de Terry. Ahora sentía que de algún modo necesitaba apoyo y acompañarlo le parecía lo mejor que podía hacer.

Ambos llegaron a la cocina y preguntaron a la nodriza encargada, pero ella no supo darles respuesta. Otra de las nodrizas que pasaba por ahí les escuchó y supo qué decirles.

                —La Nodriza Edel no está. Fue enviada a Soria, está haciendo acuerdos con la dirigente de su orfanato. Al parecer habrá un traslado.

El corazón se le paralizó a Terrance y su cara se puso blanca por completo. Zulma le miró con la misma expresión y ambos comprendieron el rompimiento definitivo. Terrance iría al Orfanato de Soria, un reino completamente distinto y alejado de Chamel. Un lugar donde el hijo de la servidumbre del Rey sí le podría hallar gracias a Amira Sao, pero donde un habitante del marginado Sector 1 jamás llegaría.

Era oficial, le separarían de Desmond Place para siempre.

****

Recostado sobre su lujosa cama con cabecera de plata y ciertas piedras preciosas, el pequeño príncipe Kirei contemplaba al Consejero Amira con demasiada impaciencia. Como era costumbre, todas las noches, antes de irse a dormir, el muchacho de 22 años le narraba una historia, ya fuese real o fantástica. El niño le escuchaba sin parpadear y una vez terminada la narración, le agradecía con una sonrisa antes de perderse en el mundo de los sueños. En esta ocasión, Kirei estaba pensativo ante la última carta que había recibido de Terry. No sabía cómo ayudarlo y aquello le entristecía. Trataba de distraerse con las historias de Amira. Él siempre le tranquilizaba y tenía una solución.

                —¿En dónde se encuentra su mente joven príncipe?

El menor sonrió prestando atención al joven consejero antes de desviar el tema a algo un poco más trivial.

                —Tengo curiosidad. Me has hablado de Menouseki y lo importante que es para el reino al ser una fuente de magia independiente… o eso dijiste, no recuerdo muy bien. Pero la princesa atrapada en la piedra es la que me intriga. Ella… y su historia.

                —¿Y por qué tan de repente quiere saber sobre la princesa?

Encogió los hombros sin ninguna explicación como tal y Amira suspiro colocándose a su lado, en la orilla de su cama. En cuanto asintió para él, Kirei comenzó a aplaudir con emoción. Por eso adoraba a Amira, nunca le decía que no.

                —Eres genial Amira. Escucharé con paciencia.

                —Debería, es una historia bastante complicada—carraspeó un poco, Kirei ensanchó sus ojos y el mayor comenzó—. Hace muchos años, cuando Chamel y Soria se encontraban en guerra, el reino era liderado por la familia Renaldi. El Rey, George Renaldi y su esposa Clarisse daban abundancia a su pueblo, pero también sabían comandar la guardia y el ejército. A su servicio se encontraban los Eunucos Olef y Calaf Alí…

                —Los ahora antecesores de los reyes—interrumpió Kirei como si estuviese en una clase de historia.

Amira acarició sus cabellos dándole la razón y el pequeño volvió a acomodarse en su lugar entusiasmado con tales muestras de cariño que Amira siempre le regalaba.

                —Exactamente. Las duras batallas con Soria crearon muchas invasiones y muertos. Durante una de las más catastróficas, los reyes fueron asesinados por mercenarios de Soria, dejando como único sobreviviente real a la princesa Ágata Renaldi, su única hija de apenas 16 años, incapaz de gobernar. Por ese motivo, los Eunucos tomaron el reino mientras la princesa era instruida y cumplía la edad necesaria. Todo esto, acordado por el MOM obviamente.

   «Cuando la princesa estuvo lista para gobernar, Olef y Calaf Alí le cedieron el trono. Se preparó un banquete esplendoroso y todo apuntaba que la princesa daría paz y armonía a Chamel. Pero entonces, algo terrible ocurrió. La princesa Ágata cometió el mayor delito que según las leyes, era condenado con pena de muerte: Asesinato.

La princesa Ágata asesinó al capitán de la guardia. Sus motivos nunca fueron claros, pues ella siempre alegó su inocencia. Desesperada porque el MOM le condenó a ser ahorcada en la plazuela pública y juzgada por todo el pueblo, Ágata Renaldi recurrió a la peor opción de todas. Menouseki y su magia. Pidió un deseo a la piedra, tener la facultad de vengarse de todos aquellos que le juzgaron y humillaron por no creerle.

Afortunadamente hubo testigos de ese pacto y, temerosos del caos que la princesa pudiese crear, Olef y Calaf Alí pidieron ayuda a la bruja del pueblo, quien logró crear un hechizo llamado “Unoensy”, el cual selló el espíritu de la princesa en la piedra y de ese modo, toda la catástrofe prevista se evaporaría. Los Eunucos fueron declarados reyes y con ellos vino un reinado de abundancia que prosiguió con su legado familiar hasta estos días.

Pero la advertencia de la bruja fue clara. Menouseki jamás debía ser invocada de nuevo, de lo contrario, el espíritu de la princesa se liberaría y toda la desgracia caería sobre Chamel»

En cuanto terminó su relato, Kirei dejó de contener la respiración sintiéndose fascinado con la historia de la princesa Ágata. ¿Qué tan distinto habría sido su destino si le hubiesen creído? ¿Y exactamente quién era el verdadero asesino si ella no lo había hecho? Eran dudas que solamente ella y los posibles testigos sabían, pero a estas alturas ya no tenía ningún sentido resolver.

                —Qué historia tan impresionante, sin duda es la mejor de todas las que me has dicho, Terrance va a estar…—detuvo sus palabras en cuanto mencionó a su castaño mejor amigo y Amira, tan perceptivo como siempre, se dio cuenta de tal pausa.

                —Joven príncipe. ¿Ocurre algo con el pequeño Terrance?

Se retorció los dedos de las manos mientras miraba a otro sitio deseando desviar el tema sin lograrlo. Amira nuevamente acarició sus cabellos para animarle y al final, Kirei explicó sus miedos. Obtuvo debajo de su almohada perfectamente acolchada y llena de plumas, la última carta de su mejor amigo. Abrazando sus piernas cubiertas por la cobija de finas hebras, se la extendió al consejero con la mirada agachada.

                —Léela, es la última carta de Terrance, la recibiste hoy por la tarde, después de la hora de comida. Me tomé el atrevimiento de decir a los juglares que yo te la daría.

El mayor obedeció las indicaciones guardando en su boca una risa enternecida ante los frenos del pequeño príncipe. Una vez que terminó su tarea, se dio cuenta del motivo por el que se sentía deprimido aunque tratara de ocultarlo. Le devolvió su carta tratando de lucir como un soporte para él. Adoraba a ese niño, le recordaba demasiado a sí mismo y aquello provocaba automáticamente en él un deseo de protección muy grande.

                —Joven príncipe, no debe preocuparse de absolutamente nada. Yo puedo encontrar fácilmente a Terrance en Soria, no me molestará en lo absoluto ser su mensajero.

                —Eso sería abusar de ti—replicó el niño de 12 años cruzando los brazos—. Además, ese no es el problema, lo que me preocupa es que, tal como Terry lo menciona en su carta, le separarán de su amigo Desmond y me imagino que se debe sentir muy mal. Quisiera ayudarle, pero lo veo difícil, yo no soy nadie más que el hijo de la concubina.

Comenzó a negar enfadado de repente, a Amira no le gustaba cuando el príncipe se menospreciaba de esa forma. Sí, era verdad, era el hijo de la concubina y quizá no era bien visto por la mayoría de la sociedad, pero si el Rey le había dado su apellido, sus razones debía tener. Tristemente no podía decir que fuese su instinto paternal hacia Kirei. No, el motivo de esa acción de reconocimiento ser llamaba “Ohara Alí”, el fallecido primer hijo del Rey Zhasced y la Reina Samara, también fallecida un par de años después que su hijo.

                —No diga eso, por favor, usted tiene un lugar en este castillo, puede pedir cualquier cosa y yo moveré a Chamel entera con tal de dárselo.

Kirei estaba a punto de darle las gracias sintiéndose conmovido ante sus palabras, la realidad era que no mentía cuando expresaba su deseo de casarse en el futuro con una persona como él. Tan noble y buena, tan paciente y llena de amabilidad. Amira simbolizaba todo eso y más. Sin embargo, no pudo decirle absolutamente nada de tales cumplidos, pues la puerta de su habitación sonó y segundos después, el Rey de Chamel ingresó a la habitación mirando directamente al consejero.

                —Amira… Necesitamos hablar.

No miró a Kirei, quien bajó la cabeza ante su presencia sin nunca saber qué decir. La frialdad del Rey Zhasced podría ser considerada ofensiva para cualquier persona externa o incluso adecuada para aquellos que aún no aceptaban a un “bastardo” como miembro real. Pero para una persona que conocía a fondo la situación como Amira, la actitud del Rey tenía un motivo.

Aunque no una justificación.

                —De acuerdo alteza, dígame en qué puedo servirle.

El Rey negó incitándole a que saliera de la habitación y después de suspirar, Amira obedeció mirando de reojo a Kirei, quien de repente sentía demasiada curiosidad. En cuanto los mayores salieron de la habitación, el príncipe saltó de su cama y se colocó en la mirilla de la puerta para poder escuchar con precaución.

Amira se encontraba de pie, mirando al Rey con el respeto que le debía, pero con un ligero enfado ante los modos con los que trataba al joven príncipe. El Rey no se percató de tal acto y de hacerlo, simplemente lo ignoró como si nada más importara.

                —Amira, has estado a mi servicio por casi 7 años, he decidido compensarte por tu lealtad—el consejero le miró sin entender y el Rey fue claro—. Te unirás a mi guardia, el día de mañana quiero que te presentes con el capitán y los futuros reclutas. Tus actividades han cambiado.

                —Alteza… yo… me siento honrado de que me considere apto para ello pero… no puedo deslindarme de un día para otro de lo que hago.

El Rey Zhasced le miró sin entender su negativa. Para cualquiera en su posición, tal noticia debiera suponer lo mejor que le podría ocurrir. ¿Qué ataba a Amira de esa forma?

                —La visita guiada no es tan importante y hay personas capaces de cubrirte.

                —No me refiero a eso alteza, me refiero… al príncipe Kirei—el aludido casi brincó desde su escondite y el Rey siguió sin comprenderle. Amira dio un suspiro—. No quiero ser descortés ni abusar de la confianza que se me ha dado, pero me parece injusto lo que le hace ese niño. ¿Qué sentido tiene otorgarle un apellido y una posición a una persona, si le va a negar lo más importante?

Comprendió las palabras de su consejero sin necesidad de decir más. El Rey era consciente del reclamo de Amira y tenía toda la razón, él más que nadie lo entendía. Pero era tan difícil. Ohara se había llevado todo. Eran una familia ideal, él era el hijo que todo Rey hubiese anhelado. Ohara poseía todas las cualidades para ser el heredero de su trono. Pero las últimas expediciones y peleas con Soria antes del acuerdo de paz, se lo habían arrebatado. Ganaron, Chamel fue vencedora, pero él perdió a su hijo y por consiguiente, a su esposa, quien no pudo soportar el dolor.

Kirei era el hijo de una de sus tantas concubinas, la diferencia radicaba en que era el único varón y el MOM había designado tal condición. O el Rey conseguía un nuevo heredero o el Conde Guram se convertiría en el nuevo Rey de Chamel. Zhasced Alí le dio su apellido y reconocimiento al pequeño Kirei y desde entonces, se volvió el príncipe. Sabía que estaba cometiendo una injusticia al tratarle con tanta frialdad, pero simplemente no podía hacerlo de otro modo. No podía darle el amor que claramente se merecía, porque Ohara seguía en su corazón y no lograba arrancarlo.

                —Eres demasiado rudo Amira, debes comprender.

                —Y yo lo sé Alteza, sé que perder al príncipe Ohara fue duro. Yo le debo mi vida, pero entiendo cuál es mi responsabilidad y usted tiene una con el príncipe Kirei.

Sin poder rebatirle más, Zhasced Alí dio un gran suspiro y le miró afrontando la verdad.

                —Le tienes un gran cariño a Kirei… ¿Verdad?

                —Eso es porque es un niño maravilloso y usted se lo está perdiendo.

Le miró con cierta añoranza, Amira era una persona invaluable y de la que se sentía orgulloso. El pueblo entero podría decir que él le había salvado de las calles, pero la realidad era completamente distinta. Ohara Alí tuvo tanto que ver ahí.

                —Eres tan parecido a él—intentó tocarle, pero Amira respetuosamente se alejó negando.

                —Claro que no, soy un simple habitante de Soria que el príncipe Ohara rescató y del cual tuvo piedad. Téngalo en mente, yo no soy su hijo… Kirei sí lo es—si el Rey no se quedó con la boca abierta, el pequeño príncipe sí lo hizo. Amira, serio y sin desistir continuó firmemente—. Ahora, mi respuesta a sus requerimientos. Yo me uniré a su guardia, tal como lo ha pedido, pero no abandonaré mis responsabilidades con el príncipe Kirei. Esa es mi condición alteza.

Por primera vez, Kirei pudo notar una sonrisa en el que era su padre, aún si no lo conocía por completo y le tuviese más miedo que otra cosa. El Rey Zhasced Alí sonrió para Amira después de suspirar un par de veces mientras asentía.

                —De acuerdo, así será entonces. Bienvenido a mi guardia, Amira Sao.

                —Gracias Alteza—hizo una reverencia—. Ahora si me disculpa…

                —Adelante—indicó el Rey sintiéndose más tranquilo y reconsiderando las palabras de Amira.

Quizá ya era el momento de abandonar el luto a Ohara y permitirle a Kirei entrar. Era una difícil decisión, pero debía tomarla lo más pronto posible. Kirei crecía frente a sus ojos y tal como Amira lo decía, se lo estaba perdiendo.

El consejero volvió sus pasos hacia la habitación y Kirei tuvo que correr hacia la cama para que no le descubriera espiando. Se acomodó lo mejor que pudo y fingió estarse removiendo. Cuando Amira abrió la puerta y se percató de sus exagerados movimientos esbozó una tierna sonrisa.

                —¿Y bien alteza? ¿Está listo para dormir o desea que le prepare leche con miel?

Kirei se incorporó mirándole fijamente sin poder frenar sus dudas.

                —Oye… ¿Y no te distraigo de tus obligaciones?

                —Para nada—se sentó en la orilla del colchón a su lado—. No importa cuáles sean las órdenes que se me den, nunca faltará una historia para usted antes de dormir. Téngalo por seguro.

No pudo seguirse conteniendo, con el labio sangrándole por la fuerza con la que lo mordía, Kirei dejó a un lado la vergüenza y se lanzó a los brazos de Amira, quien le recibió sorprendido, pero con una cálida sonrisa.

                —Amira te quiero… te quiero muchísimo, gracias por estar conmigo.

                —Es todo un honor, mi joven príncipe—respondió el consejero acariciando sus cabellos.

Si tan sólo alguno de los dos hubiese imaginado que en el futuro el cariño no sería el único sentimiento que sus corazones albergarían el uno por el otro, no lo hubiesen creído. El destino estaba escrito, al igual que las visiones del futuro, algo mucho más poderoso nacería entre los dos.

Pero también la fatalidad les perseguiría y quizá… no lograrían escapar de ella.

****

No había querido probar bocado alguno, en realidad no tenía hambre. Hace un par de días atrás, cuando escribió esa carta para Kirei en un impulso de expresar sus emociones, comprendió que las cosas ya no tenían solución y aquello le hacía sentir triste. Él, que hacía poco no le importaba en donde estuviese, ahora se sentía deprimido. Era increíble el apego que Desmond había creado en su interior.

Zulma le acompañaba todo el tiempo hasta la hora de la comida, no quería obligar a la niña a malpasarse sólo por su culpa. Ahora mismo estaba solo en la habitación, mirando cómo el viento agitaba el árbol de su ventana. Gracias a Desmond sabía qué clase de árbol era. Se trataba de un ciruelo, pero de aquellos que ya no podían dar flores ni frutos, sólo se adornaba con sus escasas y ocasionales hojas. Era raro ver en Chamel un árbol frondoso, la guerra con Soria había deteriorado casi todo, incluso el bosque que separaba los bloques no era muy abundante.

Dio un suspiro y se imaginó cómo sería su vida en Soria. No tenía idea de cómo era el lugar, los pergaminos sólo hacían ilustraciones muy poco elaboradas y las menciones a tal pueblo eran escasas. ¿En Soria habría más árboles? ¿En Soria sería capaz de hacer amigos? ¿En Soria podría recibir cartas de Kirei? ¿En Soria Desmond le encontraría? La mayoría de las respuestas eran inciertas, pero había una de ellas que sí podía aseverar y era la que menos quería.

Estaba por volver al colchón y cubrirse con las cobijas para evitar que la tristeza le consumiera cuando pudo verlo trepar por el ciruelo. A pesar de estar triste, a pesar de saber que nunca más lo volvería a ver, a pesar de todo lo negativo, Terrance no pudo evitar sonreír iluminando su rostro al verle, fue más fuerte que él. Inmediatamente abrió la ventana y le saludó con una jovialidad que minutos antes no sentía.

                —¡Hola Desmond!

                —¡Terrance!—se asomó hacia dentro de la habitación corroborando que no hubiese nadie más—. Me alegra que estés solo, vamos, toma mi mano o nos lo perderemos.

Intentó replicar, intentó explicarle que él no podía salirse así de la nada del Orfanato, pero Desmond no le dio cabida para hacerlo. Tomó su mano entre la suya y ambos salieron por la ventana. Era la primera vez que Terrance bajaba de un árbol y debía admitir que era emocionante. El niño de los ojos impresionantes le atrapó en todo momento a la hora de brincar de una de las ramas y corrieron, sin parar y por caminos desconocidos para Terrance, quien sólo conocía del orfanato y no más. Desmond tenía esa gran ventaja y mirándole así, detrás de él mientras corrían, no pudo evitar desear ser así de libre e independiente. Algún día podré sentirme de ese modo, podré ser tu igual, pensó en su interior.

Desmond se detuvo después de varios minutos de estar corriendo y volteó a mirarle como si tuviese algo en mente. Terry enarcó una ceja y el pelinegro sonrió con malicia.

                —¿Por qué haces esa cara? ¿Qué estás planeando? Me asustas.

                —Relájate—pidió Desmond ensanchando su sonrisa y Terry hizo una mueca sin dejar de seguirle—Cierra los ojos—pidió el niño de los ojos azules y el otro le miró como si tuviese problemas. Desmond suplicó—. Oh vamos, te prometo que será genial.

Cruzando los brazos obedeció. Cerró sus ojos y permitió que Desmond le guiara, que se llevara todos sus pensamientos y todas sus preocupaciones. Él podía caminar lleno de confianza porque sabía que Desmond jamás le haría caer. El mayor se sentía privilegiado de poder ser de esas pocas personas a las que Terrance podía confiarle y creerle cualquier cosa. Eran sólo niños, pero sentían que el vínculo entre ambos era mucho más grande, algo inexplicable y especial que esperaban de corazón que nunca muriera.

Oh si tan solo el destino…

                —¿Y bien? ¿Cuánto falta?

Desmond se detuvo de inmediato y le sonrió a un Terrance con los ojos cerrados antes de dar su indicación.

                —Hemos llegado, abre los ojos.

Lo hizo y el impacto fue tal que incluso sus pupilas se dilataron. Conocía los colores del mundo, sabía que éstos existían en la naturaleza, pero jamás había podido contemplarlos en su máxima expresión. Estaba atardeciendo, lo que le daba al cielo un toque naranja jamás apreciado. Frente a él y en un despliegue que aún le tenía fascinado, el color lila combinaba con los demás colores del cielo y todo parecía… encantado.

                —Es… es…

                —Una jacaranda—Desmond sonrió con suficiencia y continuó—. Un árbol que curiosamente no da frutos, sólo flores, flores de color lila.

                —¿Cómo encontraste algo así? Los árboles en Chamel son escasos—preguntó Terrance sin dejar de contemplar el frondoso árbol de jacarandas.

El niño del Sector 1, orgulloso de haber impresionado a Terry, se permitió farfullar un poco.

                —En una de las expediciones en busca de comida lo encontré y quise que fueses la primera persona que lo viese, después de mí. Este podría ser nuestro lugar Terrance, pase lo que pase, el tiempo que transcurra, las jacarandas serán nuestro símbolo.

Y entonces la tristeza se hizo presente.

No habría próxima vez, toda complicidad se había terminado. No volvería a ver a Desmond y no tenía idea de cómo hacérselo saber. ¿Le odiaría? ¿Le gritaría? Terrance temía tantas cosas. Le dolía a pesar de ser tan joven, era Desmond después de todo, el chico más genial del mundo que había transformado todo a su alrededor. Antes estaba solo, ahora se tenían el uno al otro y estaba a punto de perder aquello. ¿Cómo romper todas esas ilusiones? Terrance le miró fijamente, sus impresionante ojos azules entusiasmados, la felicidad en su rostro, las bellas flores de jacaranda, el baño lila que se destilaba en el atardecer.

Era un niño y sin embargo se sentía tan perdido antes de conocerle. No pudo más, bajó la mirada y comenzó a llorar. Él, que nunca le había gustado mostrar sus sentimientos. Él, que se creía fuerte e independiente. Él, que extrañaría con su corazón al único y especial Desmond Place.

                —Me trasladarán al orfanato de Soria.

Lo dijo así, de manera directa y firme. Desmond borró la sonrisa y le miró como si acabara de dictar una sentencia de muerte. La sensación fría en su espalda y el hueco en su estómago eran difíciles de explicar.

                —¿Te irás? ¿Y cuándo volverás?

                —No volveré Desmond—respondió limpiando sus lágrimas—. Me iré para siempre.

Como única réplica, Desmond se abalanzó sobre él para envolverlo en sus brazos con fuerza mientras lloraba con él. Terrance era especial, tenía un fuerte sentimiento hacia él. No podía entenderlo, no podía darle nombre, pero la idea de no volverlo a ver lo destrozaba. Ojalá pudiese estar con él para siempre, esos habían sido sus deseos y ahora no podría realizarlos. ¿Por qué? ¿Por qué no podía tener a Terrance en sus brazos y jamás soltarle? Era tan liviano; el olor a shampoo de su cabello castaño y sus ojos olivo que ahora lloraban igual que los suyos. No, no volvería a ser el mismo, no cuando lo había conocido e iba a perderlo. No lo permitiría, era tan solo un niño de 12 años del Sector 1. No era nada, jamás tendría lo que deseara, pero no por ello dejaría que le quitaran a Terrance. No, no y no.

                —Huye conmigo—susurró de repente, sin medir las consecuencias de sus palabras.

Terrance ensanchó la mirada y se separó ligeramente de él para ver su rostro y comprobar que no había sido su imaginación.

                —¿Huir dices?

                —Sí… huye conmigo, con la pandilla. Cuidaré de ti Terrance, nunca dejaré que te pase nada.

                —Pero… es una locura, yo sería sólo una carga…

Le interrumpió negando y tomó sus manos entre las suyas. Era perfecto, si Terrance y él vivían juntos en la pandilla, jamás se separarían y Aldo le recibiría bien al ser el héroe de Todd. No tenía por qué ser una despedida.

                —Nada de eso. Vamos Terrance, tú y yo juntos para siempre.

Realmente lo pensó, su mente de 10 años no fue más allá. Imaginó su mundo con Desmond lejos del orfanato y siempre juntos. Se dejó envolver en la fantasía y le sonrió. Ahí, frente a un frondoso y mágico árbol de jacarandas, con el atardecer cayendo y miles de posibilidades en sus corazones, la fatalidad fue escrita.

Terrance y Desmond se miraron a los ojos y asintieron sin tener idea del futuro que les esperaba.

****

                —¿Fugarse?—la cara de Zulma era toda una sorpresa.

Terry asintió. Después de acordar con Desmond la hora en la que se encontrarían bajo el jacarando, volvió al orfanato con su mano entre la suya y se despidieron en su ventanal. Terry le contó todo a Zulma y su brillante decisión. La niña comprendía su dolor, pero le parecía una idea demasiado radical. La Nodriza Edel se metería en problemas si él desaparecía de repente y creyó justo hacérselo ver.

                —Terry, no puedes fugarte así nada más. Todos se volverían locos en este lugar.

                —No me interesa—respondió el niño de los ojos olivo—. No permitiré que me separen de lo que quiero.

Zulma contuvo una risita y le miró de forma pícara.

                —Si no te conociera, juraría que Desmond te gusta.

                —Eso es raro, somos niños—replicó avergonzado de repente.

                —Tú eres raro—concluyó Zulma con una sonrisa.

El aludido se indignó con semejantes palabras y el discurso de la nodriza referente a su persona especial vino a su mente. ¿Sería verdad? ¿En algún futuro tendría esa clase de sentimientos por Desmond o Kirei? ¿Acaso tal cosa no estaba prohibida en el reino de Chamel? Pensar en Desmond y lo especial que era le confundía, era solo un niño, a su mente no venía el gustar y amar, sólo el sentir. Y él sentía que si le separaban de Desmond, su vida se arruinaría para siempre.

Aún si la visión de la Nodriza Edel decía todo lo contrario.

                —¿Estás buscando pelea?—cuestionó con los brazos cruzados y Zulma giró los ojos negando.

                —Sólo digo lo que veo. No es común que un par de niños llegue a tanto para estar juntos. Pero bueno, mis palabras te entrarán por un oído y saldrán por el otro—miró a través de la ventana—. Ya casi es hora de merendar, espero que comas algo. ¿Cuándo planeas fugarte?

                —Hoy, después de la merienda.

Zulma dio un gran suspiro y le extendió la mano. Terry lo interpretó como una despedida y la niña no le hizo cambiar de opinión.

                —A pesar de todo, fue bueno haberte conocido Terrance.

                —Gracias Zulma, no eres tan molesta en el fondo.

Ella torció la boca y Terry sonrió. Zulma hizo lo mismo y salió de la habitación corriendo en dirección a la cocina. Iba callada, muy seria y sus amigas lo notaron haciéndole preguntas. Zulma sólo tenía en mente una cosa, Terry se escaparía con un niño del Sector 1, un niño al que llevaba poco de conocer. Algo no cuadraba en todo ello y por los Dioses de sus pergaminos de historia, esperaba estarse equivocando. Observó cómo las nodrizas repartían la merienda y cuando divisó a la Nodriza Edel, no pudo más.

Se levantó de la mesa y corrió en su dirección plantándose frente a ella. La dulce muchacha le miró con curiosidad y la niña fue directa.

                —Nodriza Edel, debo hablar con usted sobre Terry…—suspiró una vez más con ganas y siguió—… sobre Terrance y Desmond Place.

Por primera vez la nodriza cambió la expresión de su rostro a una que jamás había contemplado. Zulma se mordió el labio con arrepentimiento al estar traicionando la confianza que Terry había depositado en ella. Perdóname Terry, lo siento muchísimo, pero es una locura lo que quieres hacer. Debe haber otra solución, debe haberla.

Y esperanzada en esa idea, la niña Zulma marcó aún más la fatalidad en sus destinos.

****

Revisó la pequeña bolsa improvisada que había hecho y se miró a través del vidrio de su ventana. La hora acordada estaba por llegar y debía admitir que sentía cierta nostalgia. El Orfanato Cedria había sido su hogar durante toda su vida. Llegó ahí en una noche de neblina, en brazos de una mujer que murió de frío casi al instante en que lo entregó. No era su madre, ella misma lo dejó claro antes de morir mientras explicaba que lo había hallado abandonado en los bosques que dividían los sectores. Por eso nunca tuvo curiosidad de saber quién era y nunca la tendría. Las nodrizas le llamaron Terrance y él adoptó tal nombre sin aspirar a más.

Ahora estaba por abandonar ese sitio sin mirar atrás, en busca de una nueva aventura junto a Desmond. Sonrió ligeramente, dio un suspiro y cargó su bolsa en el hombro antes de caminar hacia la ventana sin decir adiós.

La puerta de la habitación se abrió y Terrance se paralizó en su sitio al contemplar a la Nodriza Edel, angustiada y nerviosa. No tuvo que ser adivino para saber lo que pasaba. Alguien le había hablado de sus planes de escape, alguien que conocía todo de él, alguien que entendía pero no apoyaba del todo esa idea.

Zulma.

Al final si resultó ser una traidora.

                —Terry, ni siquiera lo pienses, no te dejaré marchar. Hago todo esto por tu bien, quiero salvarte.

                —¿De qué? No lo entiendo, no quiero ir a Soria, no quiero alejarme de Desmond ni Kirei.

Ella negó y se acercó a él quitándole su equipaje. Terrance comenzó a forcejear desesperado y temblando. La nodriza le abrazó con profundo cariño, pero fue firme en sus palabras.

                —Desmond Place no es bueno para tu destino, no lo hagas más difícil.

                —Es mentira, yo no quiero estar lejos de él. Es especial, vimos juntos las jacarandas y… y…

                —No Terrance, no. Él sólo simboliza tragedia en tu futuro y voy a salvarte de ello.

Se soltó de su agarre con necedad y trató de correr hacia la puerta. Si calculaba bien, quizá podría escapar de otro modo. Tal vez los pasillos, la puerta de la cocina, el patio. Algún lugar debía ser viable. Sin embargo, sus pies fueron lentos y la nodriza le alcanzó sosteniéndolo con fuerza. Negó con más gritos y ella se sintió muy mal, pero tenía un deber.

                —¡Suélteme! ¡Por favor! ¡Déjeme ir con él!—suplicó olvidándose de todo su orgullo, pero ni así funcionó.

                —Lo lamento Terry, no me dejas otra alternativa.

Con pesar salió de la habitación con él entre sus brazos y se encaminó al sótano del Orfanato. Terrance comenzó a temblar con ganas al comprender su objetivo. El sótano no era un lugar terrible, de hecho estaba acondicionado para que alguien pudiese vivir ahí, pero lo que diferenciaba a ese lugar con el resto de las habitaciones era que no tenía ventana alguna, su única entrada era la puerta y si ésta se encontraba sellada, nadie podría entrar.

O salir.

A él le encerraría con ese propósito, de ese modo no podría escapar como tanto lo deseaba en esos momentos. No llegaría al lugar indicado con Desmond, quien le esperaría bajo el jacarando toda la noche y al ver su ausencia, se desilusionaría, abandonándole para siempre. Sería enviado a Soria y ni siquiera podría despedirse. Aquello le dolió más que el hecho de ser encerrado. Por esa razón luchó y luchó con todas sus fuerzas, pero fue en vano.

Cuando la Nodriza Edel cerró la puerta con llave y se quedó sólo en ese cuarto, no tuvo más alternativas. Comenzó a llorar cubriendo su rostro con sus manos y dejando que la tristeza embarcara su pequeño corazón de 10 años.

                —Perdóname Desmond… perdóname… no llegaré a nuestra cita—se lamentó en llanto y la oscuridad cubrió toda la habitación.

De nuevo estaba solo y nunca más volvería a ver su sonrisa, la sonrisa de Desmond Place que todo lo aliviaba. Quizá, de todas las cosas que acababan de ocurrirle esa era la más dolorosa de todas.

Desmond Place desaparecería de su vida quedándose sólo como un bello recuerdo.

Notas finales:

Drama... drama everywhere!!! 

Ok no, Terry sufre, Desmond sufre y todos sufrimos. Creo que ha quedado claro quién es la persona especial del pequeño Terrance (me golpearán, tengo esa vaga sospecha)

Pero lo bueno se viene en el siguiente capítulo, oh yeah!!!

Como seguramente notaron, he hecho más menciones sobre Menouseki (la piedra mágica) y su princesa. Esto es porque, aunque no lo parezca, la piedra tiene muchísimo que ver en el destino de Terry (Y la princesa también, pero no diré más)

Me doy cuenta que hago los capítulos jodidamente largos y no sé si eso sea bueno porque temo que sea mucha información. De igual modo, me tardo la jodida vida en escribirlos, pero espero tener más tiempo este fin de semana para que el sábado les traiga puntualmente y sin conflictos, el siguiente :D

Eventualmente borraré la nota que hice, pero no sé cómo hacerlo sin borrar sus hermosos comentarios, por eso he decidido esperarme y dejarla un poco más. Espero que no me odien y les haya agradado este capítulo ;)

Mil gracias por todo su apoyo, les amo de corazón y nos estamos viendo en el siguiente!! :D

Besos!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).