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Persiguiendo Sueños por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Ni Pokemon ni Yu-Gi-Oh! Me pertenecen, son de sus respectivos creadores Satoshi Taijiri y Kazuki Takahashi. Yo solo los utilizo y junto en mis locas ideas de fan-girl-medio-fujoshi xD.

.

 

.

 

.

 

¿Será que me regalan a Akefia y una Umbreon?

xD

 

— ¿Eon?

—Vamos a correr por la playa, hace rato que no hacemos un poco de ejercicio, vamos a perder la forma.

—Bre breon.

— ¿Qué? Ellos estarán bien, solo saldremos un rato… oh, ya veo —al comprender lo que su compañero trataba de decir fue por un lápiz y una hoja, le dejó una nota a Ryou y tomó sus pokeballs y salió en silencio. Una vez en la playa se tomó un momento para sentir la brisa salada agitar su pelo y tomar un profundo respiro — ¡Vamos Umbreon! —echó a correr.  

21. Viajando entre islas.

Luego de corretearse un rato por la playa, Bakura y Umbreon se asentaron en una saliente rocosa al pie de un risco no muy alto.

—El día está agradable ¿no lo crees? —murmuró Bakura, mientras se retiraba la playera.

—Breooon —su pokemon afirmó a la vez que lo miraba con clara pregunta de “¿qué haces?”

—Quiero nadar un poco solamente —le explicó el albino, retirándose los zapatos antes de empezar a desabrocharse el pantalón.

—Eooooon eon —Umbreon negó con la cabeza insistentemente, mordiendo y jalando la pernera de la prenda.

—No te preocupes, no me alejaré mucho de la costa —Bakura dejó su ropa junto a Umbreon, quedando en un bañador que se había puesto antes de cambiarse —y me daré un baño cuando regrese al centro pokemon —le acarició la cabeza entre las orejas —espérame aquí ¿de acuerdo? —se arrastró hasta el borde de la roca y se lanzó en clavado al agua.

El pokemon de tipo siniestro volvió a negar con la cabeza mientras se echaba sobre la roca con las orejas erguidas, siempre alerta, había algo en el agua que lo tenía inquieto, pero como siempre su terco entrenador no atendía razones.

La marea no estaba del todo tranquila pero a Bakura no le importó, nadó sin parar a contracorriente hasta donde el agua era tan profunda que ya no se podía ver el fondo —el agua está muy fresca ¿por qué no vienes a nadar conmigo, amigo? —rio Bakura, alzando la mano desde donde estaba flotando. Umbreon negó con fuerza —eres peor que un Purrloin*

Poco más mar adentro el agua empezó a picarse, las orejas de Umbreon temblaron, definitivamente algo iba mal en el océano. Umbreon cerró sus ojos y se concentró, provocando que sus anillos brillaran de forma sutil, pasando desapercibido gracias a la luz del sol.

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En el centro pokemon Glaceon se despertó de sobresalto, una especie de descarga le recorrió el cuerpo por lo que se levantó, sacudiéndose como si su pelaje estuviera mojado. Buscó a Umbreon y a Bakura con la mirada, pero se preocupó al ver únicamente a Ryou dormido.

— ¡Glaaaaa Gla Ceon eoooon! (Ryou tienes que despertar ahora!) —la tipo hielo saltó a la cama de su entrenador, usando su aliento frío para esparcir una pequeña capa de escarcha en su pelo.

— ¡Ya, ya, ya estoy despierto! —se quejó el albino, levantándose de golpe para frotarse los ojos y el cabello — ¿eso era necesario? —refunfuñó mientras se acomodaba el cuello de su camisón.

—Eoooon! Glace ace eooon (Lo es! Mira, mira) —señaló con su pata el lado vacío en ambas camas.

—Bakura se despertó temprano, que raro —se burló el campeón, apartándose las sabanas del cuerpo para levantarse —descuida, él y Umbreon deben haber ido por el desayuno, tranquila bonita —la calmó.

—Glace Glace ¡Glaceoooon Glace! (No, no ¡tengo un mal presentimiento!) —la pequeña saltó en la cama con inquietud.

Ryou se tomó eso enserio —de acuerdo, vamos —frunció el ceño.

— ¿Eoooon Glace? (¿y saldrás así?) —señaló con su pata el camisón que el chico usaba como pijama.

— ¿eh? —Ryou se llevó una mano tras la nuca —oh sí, debería cambiarme.

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Ryou bajó las escaleras del centro pokemon a tropezones, acomodándose un tenis mientras iba de salida tras de Glaceon, quien parecía querer guiarlo apurada —Buenos días, Ryou.

—Oh, buen día enfermera Joy —saludó de regreso, tratando de acomodar su cabello — ¿de casualidad has visto al muchacho que vino conmigo?

— ¿Tu amigo? Me pareció oírle decir que iba con su Umbreon a la playa —informó la enfermera.

— ¡Muchas gracias! —dijo mientras salía apurado por las puertas automáticas — ¿qué estará haciendo ese chico?

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—El agua sí que está agradable, debí haber traído a Frillish conmigo —murmuró para sí, flotando tranquilamente.

—Breeee Breoooon —ladró el tipo siniestro con preocupación.

—De acuerdo, de acuerdo. Ya regreso, cálmate —empezó a nadar de vuelta hacia el risco pero de un momento al otro sintió que no se movía nada, es más, parecía estar retrocediendo —wahhh, pero ¿qué está pasando?

— ¡Breoooon! —el tipo siniestro se levantó sobre sus cuatro patas, exclamando con preocupación, por detrás de Bakura empezaban a arremolinarse las corrientes peligrosamente rápido.

—Glaceooooon —la tipo hielo corrió por la arena hacia donde estaba su pareja, seguida de Ryou.

— ¡Eoooon! (por aquí!) —apresuró el otro.

—Umbreon ¿qué está pasando? ¿Dónde esta Bakura? —el pokemon aludido señaló hacia el mar — ¡Oh no, ese remolino lo está arrastrando! —se llevó las manos a la boca con preocupación —Glaceon, regresa. Vamos Umbreon —como muy pocas veces, Ryou guardó a su compañera en su pokeball; luego le ofreció el hombro al pokemon de Bakura para que los acompañara — ¡Lapras, necesito tu ayuda! —levantó la pokeball para que la tipo agua-hielo apareciera en la orilla de la playa — ¡De prisa, tenemos que alcanzarlo! —le suplicó a su amiga, quien emprendió rápidamente el nado mar adentro —debemos tener cuidado con los remolinos, sé qué eres fuerte, pero no quiero que te sobresfuerces.

—Laaaaaauuu.

— ¡Bakura! —Ryou miró impotente como el mayor luchaba por mantenerse a flote —Lapras, usa tu Rayo de hielo en ese remolino.

Lapras hizo lo indicado, congelando gran parte del agua tras Bakura, lo cual le dio un momentáneo instante de calma, pues las corrientes submarinas no le jalaban tanto, sin embargo, pronto fueron dos los remolinos que se formaron a sus costados, y el mayor se bamboleaba de un lado para el otro.
Umbreon lo miraban con preocupación.

—Aghh, es inútil, tendremos que acercarnos —indicó el campeón, con un pequeña gota bajándole por la mejilla —avanza recto, quizá podamos usar la Hidrobomba para alejarnos de los remolinos —le dirigió mientras sopesaba sus opciones, usar Frio Polar era muy arriesgado. Con cuidado, Lapras logró acercarse lo suficiente — ¡Bakura, toma mi mano! —Ryou se sostuvo del caparazón de Lapras para poder estirarse lo suficiente.

Bakura braceó con esfuerzos, el agua lo estaba aturdiendo y le quedaba poca energía para mantenerse a flote. Estrió su mano derecha mientras luchaba por estabilizarse con la otra —Ryou…

— ¡Solo un poco más! —sintieron sus dedos rozarse entre el agitado mar — ¡Bakura! —finalmente Ryou logró sostener su mano, a la cual se aferró con fuerza — ¡Ahora Lapras, usa Hidrobomba! —Lapras volteó el cuello y disparó su movimiento justo al centro del remolino que empezaba a descongelarse para poder impulsarse de regreso a la costa —sostente.

—…Gracias… Ryou —logró decir el mayor en medio de un ataque de tos, tratando de sacar el agua que había tragado por accidente, mientras se sujetaba a los picos del caparazón de Lapras.

El menor lo miró con los ojos inundados de lágrimas — ¡No me hagas eso de nuevo, no sabes el susto que me diste, Kura! —lo regañó, abrazándolo con fuerza.

— ¡Breee, breee breoon! —le imitó el pokemon.

Bakura respiró hondo —lo siento… no fue… mi intensión, lindura —susurró aun sin recuperarse del todo.

— ¡¿No has escuchado suficiente de lo traicionero que es el mar de Jotho en estos lares como para hacer semejante tontería de venir a nadar solo?! —lo golpeó ligeramente en el pecho, aun temblando por el susto —eres un… grandísimo tonto —sollozó.

—Ya…. Dejen de… regañarme —le pidió, rodeándolo en un abrazo -total, el menor ya estaba empapado- y acariciando la cabeza de su pokemon con la mano libre.

—Es que… no te imaginas lo que me dolió el corazón… de solo pensar que algo malo podría haberte pasado —le miró a los ojos entre el llanto, apretando con fuerza sus manos hechas puños.

—Ryou… —Bakura lo tomó del rostro, estuvo a punto de besarlo pero Lapras perdió el equilibrio de un momento a otro — ¿qué está…?

—Oh no, los remolinos están cambiando de posición —Ryou se acomodó bien sobre el caparazón mientras trataba de dirigir a su pokemon de la mejor forma —debes mantener la calma, Lapras. Trata de usar Frio Polar para congelar la superficie del agua.

Lapras empezó a rodearse de una fría aura celeste, pero los remolinos la desestabilizaban de tal forma que no podía ejecutar su movimiento.

—Es inútil… los remolinos no dejan de arreciarla —Bakura abrazó con fuerza de la cintura del menor —Ryou… sujétate bien.

El aludido apretó los dientes, realmente estaban en una situación muy mala —Bakura… —fue interrumpido por una gran ola que casi vuelca a Lapras y que hizo que ambos albinos cayeran de su caparazón. Umbreon alcanzó a subir a la cabeza de la tipo agua-hielo.

— ¡Ryou, no sueltes mi mano! —el mayor había logrado sujetarse de uno de los picos del caparazón de la tipo agua-hielo con su mano libre.

—No… lo haré —dijo entre que escupía agua. Lapras cantó con fuerza, preocupada por su entrenador.

De repente, una gran corriente pasó por debajo de los tres, como si alguien hubiese nadado a gran velocidad por el fondo marino bajo su posición; inmediatamente, el agua se calmó y los remolinos desaparecieron dócilmente.

— ¿Qué está…? —ambos vieron un sombra enorme pasar por debajo de ellos, ahora en la dirección contraria, parecía tener alas o aletas, un aerodinámico cuerpo de más de cinco metros y una larga cola que se ondeaba — ¿Qué es…?

— ¿Viste lo mismo que yo? —preguntó Ryou, mirando por donde se fue aquella silueta.

—Sí —Bakura soltó a Lapras mientras esta se estabilizaba como si nada — ¿y ahora qué? —de frente, les venía algo que nadaba a toda velocidad, cortando el agua.

—Prepárate Lapras —frunció el ceño, sin embargo, luego se relajó al ver al pequeño pokemon que empezó a nadar en círculos a su alrededor — ¿un Corsola?

— ¿Por qué está dando vueltas? —preguntó Bakura confundido, esperando a que Ryou volviera a subir en Lapras para seguirlo, sin embargo fue levantado por tentáculos negros — ¡¿Qué es esto?!

—Son los tentáculos de un Tentacruel —le respondió el menor extrañado.

—Vale, pero ¿a dónde me lleva? —se revolvió entre los viscosos tentáculos mientras Corsola parecía guiar al tipo agua-veneno hacia un pequeño barco que se acercó. Lapras le siguió con calma.

En el bote venía un viejo conocido, el cual recibió al Corsola en brazos —buen trabajo Corsola, espero que estén bien ¡oh! —el anciano se quedó sorprendido al ver mejor al muchacho que traía Tentacruel —vaya, pero que sorpresa.

— ¿Profesor Hopkins? —reconoció Ryou sorprendido.

Tentacruel usó sus tentáculos para subir a Umbreon, Bakura y a Ryou al barco, este regresó a su Lapras, la pobre se merecía un buen descanso luego de lo que había tenido que soportar, y llamó de nuevo a su Glaceon. El profesor les ofreció a ambos unas toallas y leche tibia mientras conversaban.

— ¿Así que aun estás en busca de tu quinta medalla? —preguntó el profesor.

—Sí —afirmó Bakura cabizbajo —hubo un inconveniente en ciudad Olivo y… ahora estamos entrenando para retar al gimnasio Orquídea —apretó los puños, ocultos por la manta que lo cubría. Ryou se arrimó más a él.

—Ya veo —Corsola saltó alegremente al regazo del profesor, moviendo sus manitas hacia la taza del hombre —oh lo siento ¿también tienes sed? —le ofreció al pokemon, que bebió gustoso.

— ¿Puedo suponer que ese Corsola es suyo, profesor? —preguntó Ryou con su amable sonrisa.

—Así es —afirmó —lo atrapé recién, mientras hago una investigación en alta mar, aquí en las islas remolino.

—A ver —Bakura tomó la pokedex que Ryou le pasó y apuntó con esta al pokemon agua-roca.

Corsola, el Pokémon coral. Una combinación de los tipos roca y agua. Muda y regenera los cuernos de su cabeza numerosas veces. Las aguas templadas son el hábitat de Corsola. Allí se agrupan grandes bancos de estos Pokémon que sirven de escondite a Pokemons más pequeños. Cuando la temperatura del agua baja, suelen migrar a los Mares del Sur.

—Es adorable —sonrió el albino menor. Corsola charló tiernamente —Gracias por la ayuda, pequeñin.

—Es una suerte de que hayamos estado por aquí en el momento justo —comentó el profesor —el resto se lo debemos a la gran experiencia del Capitan Marius, no hay nadie que sepa navegar mejor en estas aguas engañosas que él —comentó —y de hecho, el Tentacruel que los ayudó le pertenece a él.

Como invocado, un hombre mayor con clara apariencia de marinero, de cabello corto color azul-negruzco que peinaba hacia la izquierda y ojos cobalto bajó por una pequeña escalerilla que conectaba con la parte superior del barco, donde estaba el timón y demás controles.

—Con todo respeto Profesor ¿no cree que es mejor dejar que los chicos descansen? Después de la experiencia que han sufrido —opinó el capitán.

—Oh, no se preocupen por mí, he salido de peores situaciones —lo calmó Ryou, meneando una mano de arriba a abajo, a lo que Glaceon afirmó, ganándose una mirada curiosa de Bakura.

—Aun así, tiene razón. Oh, déjenme presentarlo, él es el capitán Marius Tide.

—A sus órdenes —sonrió amable.

—Yo soy Bakura y este es mi compañero Umbreon, mucho gusto capitán.

—Y yo Ryou y ella Glaceon, es un placer.

—El placer es todo mío, estoy frente a una celebridad del mundo pokemon —rio amistosamente.

—Por favor, no me gusta ese trato, soy un chico como cualquiera —se excusó con una pequeña sonrisa y una gota bajando por su sien —pero dígannos ¿hacia dónde se dirigen? —se llevó la taza a los labios.

—Vinimos al puerto Orquidea para cargar combustible, en un rato zarparemos a Isla Punto Azul.

— ¿Punto Azul? —repitió Bakura.

—Es la entrada a las islas remolino. Los marinos la llamaron así por una gran roca azul que los guiaba a la seguridad del puerto después de un largo viaje —le explicó el capitán Marius mientras todos subían para que este pudiera frenar el barco.

—Gracias por el viaje, capitán —lo albinos salieron de la cabina para poder bajar al muelle.

—No fue nada, muchachos.

—Zarparemos de nuevo en dos horas, por si les interesa acompañarnos —añadió el profesor —serán bienvenidos.

—Lo tendremos en cuenta, muchas gracias —se despidió educadamente Ryou, mientras Bakura corría a donde había dejado su ropa.

Ya de regreso en el centro pokemon, con Lapras reposando y ambos entrenadores bañados y vestidos, Bakura miraba a Ryou con un clara expresión de niño regañado, sentado en la cama de piernas cruzadas.

—… ¡Y por amor Arceus, prométeme que no volverás a cometer una tontería como esa! —exclamó Ryou, que caminaba en círculos por la habitación.

—Lo prometo ¡Lo prometo! —respondió el acusado —lo que hice estuvo mal, aprendí la lección ¿de acuerdo? —frunció los labios en un mohín.

—Bien —suspiró el menor, mientras Glaceon y Umbreon negaban con la cabeza de forma resignada —entonces… ¿qué piensas hacer?

— ¿A qué te refieres? —ladeó la cabeza.

—A lo que nos dijo el profesor ¿te gustaría pasear un poco por las islas remolino? —preguntó, sentándose por fin a su lado.

— ¿Quieres irte de crucero? —pregunto risueño.

—En realidad lo digo por ti, sería una buena oportunidad para entrenar —le sonrió —el clima en las islas remolino es más variado de lo que parece a primera vista, así mismo el estilo de crianza de los pokemon en esa zona, y las habilidades de los salvajes, difieren un poco del resto de la región —se explicó, levantando el dedo índice.

Bakura torció un poco el gesto, la herida de su derrota aún estaba fresca en su orgullo, pero ver la sonrisa de Ryou a su lado le alentaba a dejar eso atrás y solo mirar hacia adelante —creo que eso suena bien para mí —asintió quedadamente —decidido, pasaremos por las islas remolino antes de volver a retar al gimnasio ¿Qué te parece, Umbreon? —levantó el puño decidido.

— ¡Bre breon! —asintió con igual determinación, poniéndose en pie con las orejas levantadas.

—Bien, creo que está decidido —sonrió el menor —será mejor que guardemos nuestras cosas para que podamos alcanzar el barco del capitán Marius —declaró, levantándose para tomar a Glaceon en brazos.

— ¡Sí!... Y ¿Ryou? —se le acercó, a lo que el menor ladeó la cabeza para mirarlo —realmente gracias... por animarme y estar a mi lado —expresó con algo de dificultad —por todo —inclinó lentamente la cabeza, colocando sus manos en la cintura del de ojos tiernos.

Ryou le sonrió, sin embargo, levantó una mano en medio de sus rostros para empujar la cabeza de Bakura, evitando así su presunto beso, y zafándosele de las manos —no te pases de listo —le sacó la lengua —sigo molesto por el susto que me diste hace un rato —frunció el ceño —iré por Lapras y les daré de comer a los pokemons, espero que este todo guardado y listo para cuando termine —sentenció, antes de salir de la habitación.

—Ay, que mandón —se quejó para sí, solo para ver a Umbreon bajar de la cama e ir tras Ryou, escuchando vagamente una “claro que puedes acompañarnos” — ¡Traidor! —exclamó en afán de que le oyera el tipo siniestro para luego, con un suspiro desganado, empezar a guardar sus cosas y las de Ryou.

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— ¡Aguarde profesor, capitán Marius! —gritó Ryou, quien iba corriendo tras Bakura por el muelle hasta donde estaba.

—Ryou y Bakura reportándose, listos para zarpar —bromeó el de ojos rasgados, llevándose una mano a la frente como saludo militar.

—Veo que decidieron acompañarnos —sonrió amablemente el capitán.

— ¡Sí! Si quiero llegar a la liga Jotho tengo que aprovechar cualquier buena oportunidad para entrenar y hacernos más fuertes ¿cierto amigo? —le sonrió a Umbreon, que saltó a su lado en acuerdo.

—Me parece muy bien —expresó ahora el profesor, con las manos tras la espalda —llegaron justo a tiempo, estamos a punto de irnos ¿no es así, capitán?

—Efectivamente profesor, así que ¡todos a bordo! —se llevó las manos a los costados de la boca, siguiéndole la broma a Bakura.

Ambos albinos rieron y subieron al barco junto a los dos adultos.

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No les tomó mucho tiempo llegar al puerto más cercano de Isla Punto Azul, en ciudad Inland, al sur de la isla. Tanto el capitán como Ryou habían asegurado que, a pesar de ser la segunda isla más grande -luego de RocaRoja- era un lugar muy tranquilo y con un ritmo de vida relajado y agradable.

Cosa algo diferente a lo que se encontraron al atracar.

Había trabajadores colocando tiras de banderines y serpentinas entre cada farol y poste de la ciudad, puestos que se montaban cerca del muelle y las grandes tiendas parecían no estar escatimado en gastos respecto a la publicidad.

—Una isla tranquila ¿eh? —ironizó Bakura en cuanto bajaron.

—Me sorprende todo este trajín ¿acaso están de festival? —le preguntó Ryou al capitán.

—En realidad la isla se prepara para recibir a los entrenadores participantes de la próxima Copa Remolino —le explicó el hombre.

Ryou puso una expresión de desconcierto bastante cómica a opinión de Bakura — ¡¿qué?! ¿Ya hacen tres años de la última copa remolino? —hizo cuentas mentales, recordando la vez que participó en aquel evento, cuando aún era un entrenador poco experimentado —pero… para estas fechas...

—La Copa será dentro de poco más de un mes, pero tú sabes cómo son de impulsivos e impacientes los jóvenes entrenadores —rio el profesor —además, muchos llegan antes para que sus pokemons puedan aclimatarse a las islas y así puedan desenvolverse a gusto en batallas.

Ryou asintió —es cierto, yo llegue dos semanas antes cuando participé —rememoró, llevándose una mano tras el cuello en un gesto de pena.

— ¿Tu participaste? —preguntó Bakura.

—Sí, en aquel entonces recién había atrapado a Lapras, Cloyster acaba de evolucionar y Dewgong era un pequeño Seel que evolucionó en medio de un combate para ayudarme a ganar —evocó con una sonrisa.

— ¿Y ganaste la competencia? —curioseó de nuevo el mayor.

Ryou negó —no, llegué a la final, pero no logré derrotar a mi último contrincante —explicó con una sonrisa.

— ¿Y no piensas volver a intentarlo?

—Con el nivel que tengo ahora, creo que no sería justo para con los entrenadores más jóvenes que, como yo en aquel entonces, vienen entusiasmados a competir —dijo sabiamente, siendo apoyado por un asentimiento del profesor —además, creo que me llevaría algún regaño de la Liga pokemon por aparecerme tan tranquilo en una competencia así —añadió con una pequeña risita —aunque me gustaría saludar a Maya —añadió pensativo.

—Maya es la sacerdotisa con el cetro del océano que hace la apertura y entrega el premio de la copa ¿correcto? —se anticipó el profesor, a la pregunta de Bakura, ganando un asentimiento del campeón —quizás deba parar a charlar con ella —murmuró para sí, pensando en su investigación — ¿y qué harán ahora?

Ryou miró a Bakura, quien sacó su libro guía, hallando un pequeño mapa de las islas —creo que podríamos ir a ciudad Bluefinland —señaló Ryou —no está a más de un día de camino y de allí salen barcos a isla Roca Amarilla.

—Suena como un plan para mí —asintió el mayor.

—De acuerdo, tengan mucho cuidado y quizás los alcancemos en Isla Roca Roja en unos días —dijo el Arthur.

—Sí profesor —corearon los albinos.

—Disfruten el viaje, y deténganse a oler las rosas —rio Marius.

—Que la marea los acompañe, capitán —se despidió Ryou —bien será mejor que compremos algunas provisiones y nos pongamos en marcha.

—Claro.

~horas después~

Luego de unas batallas contra un par de entrenadores que se toparon en los alrededores de la ciudad -de los cuales Bakura salió airoso- ambos albinos alcanzaron un puesto de tranvía que se repartía al resto de los poblados de la isla, por lo que abordaron uno, con la esperanza de llegar a ciudad Bluefinland antes de la puesta de sol.

Iban sentados uno frente a otro, con Umbreon y Glaceon en las ventanillas del tranvía mientras este subía lo que parecía ser una montaña medianamente empinada.

Nuestra siguiente parada: Laguna azul —anunciaron por altavoces.

— ¿Laguna azul? —repitió para sí Ryou.

— ¿Es otra ciudad de la isla? —preguntó Bakura, sentado cómodamente con las manos tras la nuca.

—Creo que es un pueblo —Ryou no conocía del todo bien el territorio de las Islas Remolino, así que se inclinó para tomar el libro guía de Bakura, buscando algo de orientación —efectivamente, y queda en la cima de la montaña… Espera ¿cómo terminamos aquí si se supone que íbamos a Bluefinland?

Bakura perdió su relajada posición, murmurando un ‘¿qué?’

Al llegar a la estación Laguna azul tuvieron que bajarse, pues se les informó que la línea de tranvía que ocupaban iría de regreso a ciudad Indland y que no seguía de largo por la isla.

—Yo te dije que ese tranvía no nos llevaría allá —le recordó el menor, mirando la enrome laguna desde la estación, que parecía ser el punto más alto del pueblo.

—Pensé que este sería un atajo —se excusó el mayor, recordando la liada que se hizo con las indicaciones de las vías del transporte.

—Terminó siendo el camino largo —se cruzó de brazos Ryou. Umbreon y Glaceon también se quejaron.

—Descuiden si yo los traje, yo los saco de aquí —dijo con positivismo, pensando en ir al puesto de la estación para pedir a los trabajadores un poco de orientación.

— ¿Breooo? —las orejas de Umbreon se movieron como antes, dirigiendo la atención de todos hacia las escaleras, por donde venía rebotando un pequeño pokemon azul con antenas amarillas.

—Chin… chin… chin —ambos albinos y sus respectivos pokemons se inclinaron para ver más de cerca a la pequeña bola azul —chin… chou… chin —el pequeño, aparentemente despistado, miró a ambos lados.

— ¿Qué pokemon es ese? —murmuró Bakura, sacando su pokedex.

Chinchou, el Pokémon pescador. Tiene la habilidad de conducir corrientes eléctricas desde sus dos tentáculos con carga positiva en uno y negativa en el otro. También puede comunicarse bajo el agua haciendo brillar sus tentáculos.           

—Chinchou es la forma pre-evolucionada de Lanturn —añadió Ryou.

—Como el de Rebecca —el menor asintió — ¿Será salvaje? ¿Qué hace tan arriba?

—Esperaaaa, Brilloooo —escucharon los gritos de un chico, de aproximadamente once o doce años, que venía subiendo las escaleras tras el chinchou —no atrapen a ese Chinchou, es mío —cuando por fin alcanzó la cima, el chinchou empezó a saltar por todo el lugar con el chico detrás.

—Creo que eso responde tu primera pregunta —dijo Ryou, con una pequeña gotita bajándole por la sien al verlos.

— ¡Vuelve aquí, Brillo! —lo correteaba el chico, de ojos negros y cabello corto de color azul oscuro, vestido con una playera amarilla de manga corta bajo una camisa naranja abierta, pantalones cortos de color ocre y sandalias marrones —ayúdenme a atrapar a mi Chinchou —rogó.

Bakura suspiró ante el espectáculo que estaban protagonizando esos dos —yo te ayudo —ofreció Ryou con su sonrisa amable, poniéndose al lado contrario del muchacho mientras que Umbreon y Glaceon lo cercaban para que no bajase por las escaleras.

Al verse rodeado, Chinchou se dirigió a los pies de Bakura —creo que lo tengo —se inclinó para atraparlo, pero el pequeño pokemon saltó de forma que lo único que el oji-castaño logro hacer, fue rozar sus tentáculos con una mano.

—Chiiiiin chau —las puntas amarillas de los tentáculos de Chinchou brillaron.

— ¡Cuidado! —el grito de Ryou llegó tarde, porque a Bakura lo alcanzó la descarga eléctrica del pokemon agua-eléctrico.

— ¡Ya basta! —regañó el muchacho, a lo que Bakura cayó de sentón —estás usando demasiado el ataque de Chispas ¡Discúlpate ahora! —lo riñó, a lo que el pequeño pokemon se puso cabizbajo.

Ryou se arrodilló junto a Bakura para cerciorarse de que este se encontraba bien —Calma, Chinchou no quería lastimarlo, seguramente pensó que iba a atacarlo cuando tocó sus sensibles tentáculos —le calmó el albino menor, dándole una palmada en el hombro al mayor.

—Supongo… —murmuró el jovencito.

—Nosotros debemos disculparnos por abordarlo de esa forma, realmente lo siento, amiguito —le sonrió al pokemon pescador.

—chin chin chinchau (bien, no hay problema) —el pequeño se volteó hacia ellos, aleteando alegremente.

—Vaya ¿acaso son entrenadores pokemon? —dijo el chico, sorprendido de ver lo fácil que le fue a Ryou tratar con su despistado y torpe amigo.

—Sí, mi nombre es Ryou y ella es mi Glaceon —se presentó mientras ambos se erguían —este chico de aquí es Bakura y su Umbreon.

—Un gusto, supongo —saludó el mayor, mientras se sacudía el pelo, que se había tornado algo gris gracias a la descarga.

— ¡Mucho gusto! Yo soy Dayton y este es mi Chinchou, Brillo —correspondió el menor.

—Queríamos ir a Bluefinland, pero creo que nos perdimos un poco —le dijo Ryou, pensando que su nuevo amigo podría orientarlos un poco.

—Pues que bueno, porque así podrán ver el desfile de los Chinchou.

— ¿El desfile de los Chinchou? —preguntaron a coro.

—Es todo un espectáculo — afirmó el lugareño mientras todos bajaban las escaleras hacia el pueblo —verán, hace siglos las Islas Remolino estaban en el fondo del mar, pero luego fuerzas sismológicas fueron convirtiéndolas en islas —empezó a explicar —y se dice que cuando Laguna azul aún estaba en el fondo del océano los Chinchou la usaban para anidar; y esa tradición de ir para poner sus huevos aun continua hasta estos días —narró —después de cierto tiempo, los chinchou que nacen ahí bajan la montaña y regresan a la mar.

—Ah, por eso lo llaman el desfile de los Chinchou —dijo Ryou.

—Exacto, y las personas del pueblo siempre acompañan a los Chinchou todo el camino para ver que lleguen a salvo al mar —se llevó una mano al pecho —y este año mi padre y yo tenemos el honor de estar a cargo del desfile.

—Ese debe ser un trabajo muy importante —comentó Bakura, consiguiendo un asentimiento del menor.  

—Suena divertido ¡yo quiero verlo! —dijo Ryou y Bakura ya bajó la cabeza en un suspiro, ya suponiendo lo que venía — ¿podemos ir contigo? —y ahí estaba.

— ¡Claro! Vengan conmigo y le preguntaré a mi papá —dijo el muchacho emocionado, sin embargo fue interrumpido por pequeños gruñidos de su estómago.

— ¿Le parece si vamos primero por algo de comer? —planteó Bakura, ya que la hora del almuerzo se les había pasado en el tranvía a los albinos, y a juzgar por el quejido de las tripas de Dayton, su Chinchou también le había robado la hora de comer.

Dayton y Ryou se miraron entre sí — ¡sí, vamos a comer!

.

Para cuando se dirigieron al muelle de la gran laguna el cielo ya se empezaba a pintar con colores cálidos, allí se encontraron con un hombre similar a Dayton aunque de complexión más gruesa, vestido con un sweater de color turquesa claro y pantalones clásicos color hueso con zapatos café.

—Papá ¿está bien si mis nuevos amigos vienen con nosotros?

—Claro hijo, siempre es muy útil tener entrenadores con nosotros en el desfile —sonrió amablemente el hombre.

—Muchas gracias, señor —dijo Ryou, educadamente, siendo imitado por su Glaceon.

—Muy bien —el hombre se dio media vuelta —el desfile está a punto de comenzar ¡Reúnanse los Chinchou!—sacó un silbato con forma de dicho pokemon y lo hizo sonar.

Para admiración de los dos pares de ojos castaños, la enorme masa de agua frente a ellos, que reflejaba los colores rosa, rojo y naranja del cielo, se llenó de luminosos destellos eléctricos.

—Qué lindo —murmuró Ryou, mirando absorto el agua. Bakura asintió, viendo de soslayo como la carito y los ojos de Ryou reflejaban las luces del agua.

Más atrás de ellos, las personas del pueblo -muchos con yukatas cortas de color azul con detalles amarillos a modo de chaqueta- empezaron a vitorear y a sonar tambores. Todos formaban un sendero.

—Hazlo ahora, Brillo —pidió el menor.

El pokemon de Dayton saltó al sendero formado e hizo destellar sus antenas. Justo al acto, muchos chinchou saltaron de la laguna hacia el muelle de madera.

—Excelente Dayton —felicitó su padre —ahora tú y Brillo marcharan al frente de la fila —dirigió —y yo iré atrás, cuidando la retaguardia.

—Si esos Chinchou son tan extrovertidos como Brillo, lo mejor será que vayamos detrás también —mencionó Bakura a lo que Ryou asintió.        

—Tienes razón —afirmó el campeón, por lo que esperaron a que las tres hileras con chinchou marchando terminaran de salir del muelle para cerrar la marcha.

El desfile atravesaba el pueblo. Allí donde volteabas había personas: niños mujeres y hombres con las yukatas azules, observando y vitoreando el desfile de los chinchou, que emitían destellos intermitentes, mientras el sol empezaba a ocultarse en el horizonte.
Pronto, Bakura se percató de un detalle, muchas personas sostenían tazas, jarras y recipientes con agua, y las arrojaban al paso de los chinchou.

—Todos los salpican —murmuró.

—Los Chinchou necesitan mantener su piel húmeda —le explicó Ryou.

—Así es, por esto se ha vuelto una tradición —añadió el hombre. Pronto salieron de los límites del pueblo, donde las colinas estaban pobladas por árboles y arbustos de todo tipo —nos estamos acercando al puente, permanezcan todos juntos.

— ¿Listo Brillo? —el pequeño Chinchou asintió y empezó a dar saltitos colina abajo, guiando a las filas de pokemon hacia un puente colgante que juntaba dos altos riscos bajos los cuales fluía un acaudalado rio que seguramente conectaba con el mar.  

— ¿Y cómo harán a partir de aho~? —la preguntar de Bakura fue interrumpida cuando los Chinchou se detuvieron

—Eh ¿qué pasa ahí adelante? —preguntó Ryou.

—Iré a ver —Bakura caminó junto con Umbreon hasta alcanzar a Dayton, quien se arrodilló junto a Brillo, al borde del puente —creo que tiene un poco de miedo —se estremeció, a él mismo le daba cierto desagrado mirar el puente colgante ¿Cuántos años tendría esa cosa? ¿Era segura?

—Está bien, no hay nada que temer —le dijo amablemente Dayton a su pokemon, dándole valor.

—Chiiiin —bastó que Dayton y Brillo encabezaran la marcha, secundados por Bakura y otro chinchou, para que todos empezaran a cruzar el puente de a pares.

—Eso estuvo bien —le reconoció Bakura al niño.

—Gracias, Bakura.

— ¿Y los Chinchou siempre saben cuál es la dirección correcta? —preguntó atrás Ryou.

—Así es, su instinto les dice exactamente cómo regresar al mar —le respondió el hombre.

—Raaaaaw —graznidos se escucharon, acercándose con rapidez.

—Ah ¡¿Qué es eso?! —exclamó Bakura.

— ¡Cuidado, es una bandada de Fearow salvajes! —gritó Ryou en advertencia.

Conocido es por la mayoría de las personas el mal carácter y la agresividad de los Fearow, cosa que no tardó en manifestarse cuando cuatro de estos pokemons empezaron a abalanzarse sobre los tipo agua-electricos, seguidos de algunos Spearow.

—Rápido Glaceon, usa tu Rayo de hielo —ordenó Ryou.

—Pronto Brillo, usa Chispa —a la orden de Dayton, varios chinchou más se unieron, generando una poderosa descarga.

—Umbreon, Pulso Umbrío —apoyó Bakura, mientras el padre de Dayton usaba su silbato para que los chinchou cercanos retrocedieran, pues él y Ryou aún estaban al inicio del puente.

Entre todos esos ataques, la bandada de pokemons abusivos se retiraron con la cola entre las patas, sin embargo, en su desesperada huida, los Fearow cortaron las cuerdas que sostenían el puente; dejando a Dayton con Bakura, Umbreon y unos pocos Chinchou del otro lado del puente y a Ryou con el padre del muchacho y al resto de los pokemon agua-electrico del otro.

— ¡Hijo, tenemos que separarnos! —gritó el hombre desde el otro lado del barranco, con las manos a los lados de la boca —tú y Bakura sigan por allá, nosotros tomaremos el camino largo hasta la playa.

— ¡Pero papá ¿Qué tal si nos perdemos?! —le regresó del mismo modo, preocupado.

— ¡No te angusties, los Chinchou saben a dónde ir! —respondió.

—Sí te quieres perder, solo deja que Bakura los guie —bromeó Ryou, aunque se miraba un tanto preocupado.

— ¡¿Qué?! —gruñó el acusado, torciendo el gesto.

— ¡Sigue adelante Dayton, y ten mucho cuidado! —volvió a gritar el padre, mientras los chincou de su lado empezaban a marchar de nuevo.

— ¡Bakura, se prudente y no le causes problemas! —le gritó una vez más a modo de juego —y por favor cuídate mucho —añadió más para sí, llevándose una mano al pecho para luego seguir al padre del peliazul.

Dayton suspiró, mientras Bakura veía a Ryou marcharse —bueno… ¿estás listo para seguir, Brillo? —levantó el brazo con positivismo.

—Chiiiin —su pokemon continuó su camino, siendo seguido por los quince o veinte más que se habían quedado de ese lado.

La noche los acogió pronto.

De un momento a otro, Brillo se detuvo, bajando sus antenas — ¿Brillo, te encuentras bien? —preguntó Dayton, obteniendo una respuesta nada positiva cuando su pokemon se tambaleó, por lo que se arrodilló para sostenerlo entre brazos.

Bakura miró extrañado cuando todos los Chinchou se desplomaron, igual que Brillo — ¿qué pasa con los chinchou?

Umbreon se posicionó junto a Brillo, usando la luz de sus anillos para iluminar mejor la zona. Chinchou hizo centellear sus antenas y al parecer Umbreon comprendió su intención, pues ambos pokemons empezaron a hacer destellar sus luces de forma intermitente.

— ¿y bien? —le preguntó Bakura a su compañero.

—Bre bre Breon —Umbreon señaló a los Chinchou, luego sacudió su cuerpo, finalmente señaló su propia boca con una de sus patas delanteras, tratando de darse a entender con ambos entrenadores.

— ¡Ay no, olvidé que debemos ir mojándolos! —exclamó Dayton al comprender lo que Umbreon expresaba, antes de que Bakura pudiera decir nada — ¿y qué se supone que haga ahora? —se llevó las manos a la cabeza desesperado —ya es muy tarde y es mi culpa.

Bakura se lo pensó un poco, sin embargo, el jalón de Umbreon a su chamarra roja y la posterior señal a su cinturón de entrenador le dio una idea.

—No te preocupes, yo me encargo —calmó al niño, colocándole una mano en el hombro —Ahora Frillish, yo te elijo.

—Fri fri fri! —el pokemon azul meneó sus aletas al salir de la pokeball.

—Frillish usa tu Salmuera y dales un bañito a los Chinchou.

— ¡Friiiii! —el pokemon empezó a generar entre sus tentáculos una masa de agua a presión.

— ¡Espera! No como ataque, es para que se remojen y se sientan mejor —advirtió, justo a tiempo.

—Friii friii —el pokemon de Unova asintió en entendimiento y se posicionó sobre todos los Chinchou, para dejar caer el movimiento como si una suave ola los cubriera.

—Chaaaaau Chi-chin-chaaaaau —todos los chinchou se levantaron, ya repuestos tras la salpicada recibida, incluso sus antenas brillaron de nuevo.

—Bakura ¡qué gran idea! Todos los Chinchou se sienten como nuevos —exclamó el niño.

Bakura asintió —Bien hecho, Frillish.

—Muchas gracias Frillish —el pokemon aludido dejó de esparcir agua y canturreó, feliz por las palabras de su entrenador y del muchacho, incluso bailoteó junto con los Chinchou, que daban saltitos en su lugar.

Y así retomaron su marcha por las colinas.

—Con las luces de sus antenas los Chinchou pueden ver incluso en las aguas más profundas y las usan para encontrar con sus amigos —le iba explicando Dayton a Bakura, pues el mayor había notado que los pokemon mantenían sus antenas brillando constantemente, incluso Umbreon se les había sumado con sus anillos.

—Ellos sí que saben cómo mantenerse juntos —comentó el albino, pensando en como estaría Ryou.

—Así e~ ¡Woaahhhhh!

— ¡Dayton!

El muchacho fue interrumpido cuando, al ir bajando por un estrecho sendero que bordeaba un barranco, el piso bajo él cedió y cayó. Bakura se inclinó para tratar de sujetarlo, pero no lo logró a tiempo y vio al chico caer en la oscuridad.

Unos metros más abajo, Dayton había caído a un sendero inferior. El golpe lo aturdió un poco, pero cuando intento incorporarse se dio cuenta de que había llevado un buen golpe en la pierna. Para más, una suave lluvia empezó a caer.

Desesperanzado, el niño rodeó sus piernas con sus brazos y escondió allí la cabeza, recostando la espalda contra el muro de roca.

— ¡Dayton! ¡Dayton! —Bakura siguió caminando junto a su pokemon y los Chinchou, que también pegaban gritos para tratar de hallar al muchacho —Tsk, lluvia, lo que me faltaba… por lo menos así los chinchou no se deshidratarán —suspiró — ¡Dayton ¿puedes oírme?! … Descuida Brillo, lo hallaremos —Bakura miró hacia sus pies, al preocupado pokemon.

— ¡Hey Bakura, aquí estoy, aquí abajo! —gritó el niño, habiendo logrado escuchar un poco la voz del albino.

Las orejas de Umbreon se tensaron a la vez que las antenas de Brillo empezaron a moverse —Mnn ¿oiste algo, Brillo?

— ¡Chau! —Brillo dio un saltito, y empezó a bajar por un pequeño sendero alterno, seguido del resto del grupo.

—Breeee…

—Los chinchou usan sus antenas para encontrar a sus amigos… —murmuró Bakura —vamos Umbreon, tenemos que encontrarlo —ambos siguieron la marcha de los tipo agua-eléctrico.

Pocos minutos después, Dayton alcanzó a escuchar el característico sonido de los chinchou y a ver el brillo de sus antenas bajar en su dirección — ¡ah, son ellos! —se levantó con dificultad, apoyándose en la pared —Hola, pueden oírme.

Ahora sí que Bakura lo escuchó —tranquilo muchachito, aquí estamos —dijo tranquilo, mientras Brillo saltaba a los brazos de su entrenador.

—Gracias Bakura.

—No me las des a mí, los chinchou fueron los que te encontraron —Bakura frotó con cuidado la cabeza de Brillo, no quería otra descarga.

—Estoy feliz de verte —el niño abrazó con cariño a su pokemon, quien se removió mimosamente entre sus brazos.

—Jeje —Bakura y Umbreon se miraron entre sí con una sonrisa. El pokemon siniestro saltó a la mochila de su entrenador para poder recargarse en su hombro, recibiendo los mimos del albino.

Y entonces la lluvia se disipó, dejando una suave neblina por el lugar.

Afortunadamente, no mucho después salieron de la zona montañosa, bajando ahora por senderos menos inclinados, cercados por arboles altos que estaban más o menos separados entre sí.

—La niebla se hace más densa —comentó Bakura.

—Tranquilo, ya debemos estar muy cerca de la playa —le calmó el menor.

—Espero verla antes de que lleguemos —bromeó el de ojos castaño-rojizos, aludiendo a que apenas si se podían distinguir el suelo por el que caminaban; y eso que el cielo estaba más claro, el sol no tardaría en asomarse.

—Hey Brillo ¿crees que seguimos el camino correcto? —el pequeño Chinchou afirmó entre saltitos.

— ¡Breon! —el tipo siniestro bajó de Bakura y echó a correr hacia la playa.

—Eso es un sí, si Umbreon corre así es que Glaceon está allí —se rio Bakura.

Y, efectivamente, pocos pasos después, lograron divisar el brillo de las antenas del resto de los Chinchou.

— ¡Llegamos! —exclamó Dayton — ¡Hola a todos!

Los dos grupos de Chinchou apagaron las luces de sus antenas y, siguiendo el ejemplo de las Eevee-evoluciones que ya estaban frotándose cariñosamente, corrieron a su re-encuentro.

— ¡Dayton!

—Papá, cuanto me alegra verte —lo abrazó — ¿Qué te ocurrió en la pierna? ¿Estás bien?

—Estoy bien papá, solo fue un ligero raspón, en serio —negó nerviosamente con las manos.

—Ryou

El aludido sonrió —me alegra verte sano y salvo —le permitió al mayor tomarlo de las caderas —aunque, si se supone que nosotros vinimos por el camino largo ¿cómo es que ustedes  llegaron al último? —consultó, inflando las mejillas y poniendo ambas manos en el pecho del más alto.

—Ah… eso —se llevó la mano a la nuca con nerviosismo —eso es… una pequeña aventura que te contaré más tarde —se llevó el índice a los labios, guiñándole un ojo con complicidad.

Ryou le miró con una ceja arqueada, pero decidió confiar y esperar, ahora los cuatro miraban al grupo de Chinchou caminar por la arena hacia el mar, mientras el sol se asomaba lentamente por el horizonte del mismo.

Dayton caminó hasta que el agua le cubrió los pies, con Brillo frente a él, mientras que el resto de los chinchou ya formaban el grupo, unos metros más allá.

—Brillo, se supone que debes nadar al mar con los otros —dijo desganado el joven entrenador.

El pequeño se sacudió —chi-chin chaaau.

—Sí, yo te extrañaré también —Dayton se inclinó junto a su pokemon —recuerda, no importa cuán lejos estemos tú serás siempre mi amigo —le acarició el costado del cuerpo con la mano derecha, a lo que su pokemon murmuró con tristeza —y quiero que sepas que estaré aquí esperándote, hasta que vuelvas a la isla.

—Chauuuu —el pequeño pokemon llevó una de sus antenas contra la mejilla del muchacho, haciéndola brillar suavemente, lo que le produjo un suave cosquilleo a Dayton, al sentir la electricidad fluyendo dentro de esta.

El chico cerró los ojos—Adiós amigo —y con una suave ola, Brillo fue arrastrado hacia el resto de sus amigos.

De entre los espectadores de esta triste y bella escena, Ryou se llevó una mano al pecho, recordando a un pequeño tricolor de ojos acuosos, que se despedía de su Butterfree* hace ya algunos años.

— ¡Se fueron! —exclamó Dayton, sacando a Ryou de sus recuerdos, solo para ver una gran mota de luz, perdiéndose mar adentro.

Soltándose de las manos de Bakura, que aún se hallaban en sus caderas, Ryou caminó hasta el lado del menor —creo que… Brillo está diciendo que volverá pronto —le dijo amablemente.

A lo que Dayton asintió, frotándose bruscamente los ojos para deshacerse de las pequeñas gotas saladas en las esquinas de los mismos — ¡Hasta luego Brillo, que tengas buen viaje! —gritó al océano, con sus manos a los lados de su boca.

~

— ¿Ósea que podemos tomar un barco desde aquí a Isla Roca Amarilla? —exclamó Ryou.

—Así es —asintió Dayton risueño.

— ¡Haberlo dicho antes! —se quejó Bakura, ganándose las risas del muchacho y su padre, quienes les habían ofrecido su casa para descansar un poco, dado que se habían desvelado con ellos toda la noche.

—Mi hijo me dijo que se dirigían a Bluefindland para tomar un barco a RocaAmarilla, así que me tomé la libertad de sacarles unos boletos —dijo el hombre —llegaran al puerto de ciudad Megi

—Muchas gracias señor —se inclinó Ryou.

—Al contrario, gracias a ustedes por ayudarnos con el desfile —dijo el hombre.

—No se preocupen, fue divertido ¿cierto Dayton?

—Claro —respondió, compartiendo risillas con Bakura.

Así que, después de un buen desayuno casero, padre e hijo acompañaron a la pareja de albinos a abordar el ferri que los llevaría a la siguiente isla, la cual estaba a pocas hora de navegación; por lo que entre relatos de cómo les fue a cada quien mientras estuvieron separados con los grupos de Chinchou, Ryou y Bakura no tardaron en llegar al puerto de ciudad Megi.

—Wow, sí que son amarillas las rocas —dijo Bakura, mientras caminaban por las calles de la ciudad.

—Sí, es fácil ver el porqué de su nombre, hasta lo caminos son amarillos —añadió el menor, hasta que un puesto con brillantes adornos color rosa llamó su atención —ah, qué bonito, seguro que a Rebecca le gustaría un recuerdo así —tomó uno de los exhibidos en la mesa, que parcia una rosa con muchos pétalos.

— ¿De qué estarán hechas estas cosas? —se preguntó Bakura, tomando otra.

—Esas piezas de cuernos de Corsola son hermosas ¿no lo crees? —le sonrió amablemente un joven de unos 20 años aproximadamente, tenía el cabello algo corto y muy rizado de color verde oscuro y traía un overol celeste.

— ¿Cuernos… de Corsola? —repitió Bakura, mientras Ryou levantaba la figura para ponerla a contra luz, era increíble como lograban pulir o lo que fuera esos cuernos para que adquirieran esa ligera reflectancia, como si fueran gemas o piedras preciosas.

—Sí, cada año los Corsolas mudan sus cuernos y nosotros los recolectamos para hacer estas piezas —explicó el vendedor.

— ¿Ceooon? —las orejas de Glaceon temblaron, igual que las de Umbreon, por lo que ambos se miraron ente sí, intercambiando asentimientos antes de echar a correr por unos callejones.

— Espera Glaceon —Ryou dejó la pieza en la mesa para poder ir tras su pokemon… ya luego podría hallar algo para su amiga. Las dos Eevee-evoluciones los guiaron hasta una fracción de playa con un pequeño muelle y separada por unas cuantas rocas de gran tamaño — ¿a dónde fueron? —exclamó mirando la playa frente a él.

De repente, unos agitados Umbreon y Glaceon regresaron de entre las rocas, gruñendo de forma inquietante.

—Ryou ¿qué pasa? —consultó Bakura, dándole alcance.

—No estoy seguro —lo miró confuso, pues no lograba entender ni a su propia Glaceon con lo inquieta que estaba. Ambos pokemon apuntaron al agua, cuando una especie de casa flotante pasó más allá de las rocas, llamando la atención de los albinos —vaya, creo que nunca había visto una casa flotante.

Un pequeño Corsola gritaba agitado desde el pórtico de aquella casa, junto a una pequeña niña de largo cabello castaño recogido en dos coletas con un vestido amarillo — ¡Por favor, ayúdenme! —gritó la niña, de ojos turquesa.

— ¡Los está arrastrando el mar! —cayó en cuenta Bakura.

— ¡Ahhh, tenemos que ayudarla!     

…Continuará

 

Notas finales:

*eres peor que un gatito.
* ¿Alguien recuerda la referencia del Butterfree?

Yo debería estar preparando los exámenes que me faltan ¡pero ñyaaaaaa! 
Heme aquí con este nuevo cap que ya me estaba haciendo falta actualizar.

Creo que lo corté en mal momento pero es que se me estaba pasando de largo xD

Bakura se nos está quedando un poco atrás pero no se preocupen, pronto se pondrá al día con Yami ;)

Por cierto, una pista más al misterio pokemon tras este fic ¿alguien que ya haya descifrado de que se trata?

Espero que les siga gustando el fic ^^
¡Nos leemos la próxima Ja ne~nya!


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