Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sorry sorry por Pato359

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hace como años no actualizo esto jajaja y sólo han sido dos capítulos :´v . Triste historia. Mientras tengo tiempo libre, intentaré escribir lo más que pueda, y terminar los demás fanfics que tengo acá.

Gracias a todas esas personas que alguna vez me han leído. Ahora estoy escribiendo con un poco más de frecuencia en Wattpad (Pato359). Espero lo disfruten.

  –¿Tenías que hacer tanto escándalo? –Jung Soo conducía despacio. Volteo por una esquina para dirigirse al departamento de su amigo.

   –Lo escuchaste, es un diamante en bruto. ¿Cómo es que todavía no está en el estrellato? Los cazatalentos ya no saben buscar –respondió un tanto dramático.

   –Bueno…, –titubeó– en parte, tienes razón. ¿Tú crees que irá?

   –Más le vale. Estaré realmente pendiente de ello. Gracias por la copa, a la próxima organizaremos algo por tu regreso al buen camino.

   Palmeó su hombro. El auto ya estaba detenido frente al alto edificio. Con una sonrisa, se colocó sus lentes y paso tras paso, bajó formando su camino hasta la entrada. Jung Soo arrancó en cuanto lo dejó de ver en el lobby. Su teléfono sonó, pulsó el botón para poder conectar la llamada a los parlantes.

  –¿Hola?

  –Hyung, que pena por llamarte tan tarde.

  –¡Dong Hae! No te preocupes. Dime, ¿qué necesitas?

  –Es sólo para pedirle unas cosas…

   A Jung Soo se le escapó una sonrisa en los labios. Se escabulló de la oficina en la mañana para asistir a su primera clase. Había seleccionado varias optativas. Quería ser un artista integral que pudiera actuar, cantar y bailar. En cuanto ingresó al gran salón de práctica, vio varios jóvenes aspirantes con la ilusión marcada en sus rostros.

   –Hola –se sobresaltó al escuchar tras él una voz muy alegre. Al girarse, un chico con una amplia sonrisa sacudía su mano, entusiasmado. –Soy Dong Hae.

  –Y-yo Jung Soo –sacudió su mano también. Sonrió.

  –Escuché que ya habías hecho estos cursos.

  Se sorprendió. Ni su familia, ni siquiera su mejor amigo Hee Chul sabían que simultáneamente con administración, había hecho algunas clases de teatro, las cosas más básicas. Eso le ayudó a sobrepasar su carrera.

  –Así es –asintió.

  –Yo soy nuevo. Me matriculé para este período. También voy a estudiar música. Espero que sunbaenim cuide de mí –le hizo una pequeña reverencia.

  El mayor no resistió y soltó una pequeña risa. Invadido por su calidez, le revolvió los cabellos, aceptando ser su hyung de ahí en adelante. Ya con unos meses de clase, se habían convertido en compañeros más íntimos. Jung Soo hacía todo lo que estuviera en su poder para ayudar al menor. Sabía que tenía un gran espíritu y sentía una fuerte pasión por lo que hacía. ¿Cómo no ayudarlo?

  –Te escucho.

  –Sabe de la prueba que tenemos mañana… ¿podría ayudarme a practicar temprano? Creo que no lo hago bien.

  –Pues, mañana temprano tenía una cita con Young Woon para practicar. Puedes unirte a nosotros si gustas.

  –Sí, eso suena bien –por su tono alegre podía intuir que estaba realmente contento. –Entonces en la sala de ensayo temprano, ¿verdad?

  El mayor asintió e hizo un sonido con la boca para aceptar la afirmación.

  –¡Nos vemos mañana, hyung! Descansa.

  Jung Soo le deseó lo mismo antes de colgar. Lo que tardó hablando con él fue lo suficiente para llegar de nuevo a su casa. Ingresó al garaje, dejó el auto y desactivó el código de seguridad para poder entrar. Revisó de nuevo su casa. Por más que quisiera descansar o practicar para sus clases, vio en el sofá los documentos de la empresa que había dejado a un lado antes de irse. Suspiró, volviéndose a sumir en el mundo empresarial.

 

***************

 

  –¡KyuMin! ¡KyuMin! ¡KyuMin!

  La puerta de la camioneta se cerró con fuerza. Sung Min se llevó la mano al pecho antes de soltar un suspiro. Esa noche habían terminado otro concierto emocionante. Tenían el estadio lleno de fans con carteles y lightsticks, cantando a coro sus canciones. Estaba feliz de haberles podido dar una fantástica noche.

  KyuMin era un dueto conformado por él y su compañero Cho Kyu Hyun. Juntos habían sido trainees en la misma compañía antes de que el presidente ejecutivo los reuniera para informarles que los lanzaría al estrellato en menos de lo que canta un gallo. Ya había hecho anuncios oficiales, así que no había manera de que se pudieran negar. Ambos firmaron el contrato, aceptando su nuevo papel en el mundo de la música.

  Su debut había sido ya hace dos años. Rápidamente tomaron fama a nivel nacional, con su éxito Revange. Paulatinamente, con la producción de su segundo sencillo, se expandieron hasta llegar a todo el continente. Rompieron récords en ventas de sus discos, conciertos y mercancías. Quizá y estaban dentro de sus “cinco minutos” de fama. Pero iban a aprovecharlos mientras podían.

  Sung Min se giró hacía su compañero. El menor de los dos miraba hacia afuera, con los audífonos puestos, su boca se movía, tarareando una canción. Entristeció un poco. Por más tiempo que hayan convivido, detrás de las cámaras, Kyu no era ni siquiera un amigo. En televisión sonreía junto a él, pero fuera de ella, se comportaba serio y distante. ¿Qué le había hecho para que fuera así? Min no era una mala persona, trataba a todos con gran amabilidad y bondad. Estaba seguro de ser un buen hyung.

  Llegaron a su edificio. Uno tras del otro, bajaron en filita india. Subieron hasta el octavo piso, donde se encontraba su departamento.

  –Tomaré el baño primero –dijo Kyu, adentrándose. Pasó rápido por su cuarto, tomando una toalla la cual puso alrededor de su cuello antes de entrar al baño.

  Min ni siquiera pudo responder. Sólo aceptó. Cansado arrastró los pies hasta su habitación. Se dejó caer sobre el edredón rosa. Su corazón dolía. No había sido hace más de un año que guardaba sentimientos románticos frente al menor. El convivir con él a diario, verlo sonreír en las entrevistas, dejando todo lo que era en los escenarios y prácticas, hizo sentirse conmovido y enamorado. Por más que ahora quisiera dejar esas cosas de lado, su mente ya no lo dejaba en paz.

  Giró sobre sí mismo para poder tomar su celular. A pesar de ser casi las doce de la mañana, sabía quién iba a estar despierto. Pulsó el número tres en su marcación rápida y dejó que los timbres sonaran.

  –¡Minnie! ¿Cómo les fue en su concierto?

  –Bien, Henry –sonrió. El sólo escuchar a su amigo lo hacía sentirse más animado–. Hace poco llegamos a casa. Kyu se está bañando.

  –Ya veo, ya veo. Escuché que tuvieron un sold out de nuevo, ¡felicidades!

  –Gracias. Es bueno que nuestros fans sigan apoyándonos.

  –¡Cómo no! Son un dúo fantástico, Minnie. Creo que tendrán éxito por mucho tiempo. Escuché también que iban a sacar su nuevo disco. Prometo comprarlo en cuánto salga.

  Sung Min hizo un ruido afirmativo. No podía pedir un mejor amigo que ese chico. Le hacía recordar cuando ambos salían a la calle en los días de lluvia a jugar fútbol o montar en bicicleta y llegaban enlodados a casa, siendo regañados por sus madres. O también cuando escuchaba a Henry tocar su violín en las reuniones de navidad que hacían sus familias. Le recordaba su hogar, de dónde venía.

  –¿Qué me cuentas de ti? La tía me llamó para contarme sobre tu beca. Muchas felicidades.

  –¡Lo sé! Gracias. Estoy muy emocionado. Mañana entró a mis primeras clases y eso.

  –Yo sé que te irá de maravilla. Demuéstrales todo lo que tienes.

  –No hace falta que lo digas, lo haré.

  En un momento escuchó su tono cambiar drásticamente. Ya no era el alegre Henry de siempre.

  –Oye, ¿sucedió algo?

  –No realmente. No es grave.

  –A ver, suéltalo.

  –Soy grande, ¿verdad? Digo, tengo diecisiete años.

  Sung Min soltó una carcajada. Escuchó un gruñido a través de la bocina, y asintió.

  –Sí. Eres relativamente grande.

  –Okey. Tú sabes cómo es mi mamá de sobreprotectora y esas cosas. Ella se va ir unas semanas de viaje, sabe que no puedo ir con ella por lo de la beca. ¡Quiere contratar una niñera!

  Sung Min soltó una carcajada aún más fuerte.

  –¿Qué? ¿Una niñera? Perdón, pero la tía está loca. Ella debe saber que ya te puedes… –titubeó– Olvídalo, creo que sí es conveniente que te busque alguien.

  –Eso mismo pensé…, espera, ¡qué!

  –¿La última vez no tuvieron que llamar a emergencias porque te quedaste por fuera, sin llaves y adentro estaba la estufa encendida?

  –¡Ya fue un año de eso! Y ya te dije, se cerró sola. Sopló el viento o algo así y sólo la cerró.

  –Es molestando, Henry –rio–. Pero ahora hablando en serio. Tu mamá está siendo un tanto exagerada. Tarde que temprano tendrás que mudarte, apartarte de ella. Debe aceptarlo quiera o no.

  –Lo sé –suspiró.

  –Oye, habla con ella. Quizá y puedas llegar a convencerla. Prepara bien el discurso, muéstrate maduro. Al menos conseguirás que lo piense.

  –Sí, Min. Lo intentaré. Gracias, amigo. Creo que es tiempo de que cortemos. A pesar de que seas tú, si mamá viene y me pilla despierto a esta hora, no me dejará ver la luz del sol hasta la mayoría de edad.

  –Buenas noches. ¡Éxitos mañana!

  Fue tan solo colgar la llamada para que se escuchara un golpe en su puerta. Kyu Hyun había salido y avisaba a su compañero la disponibilidad del baño. Sung Min se quedó escuchando los pasos del menor hacía su habitación y cómo la puerta se cerraba, dando un chasquido. Volvió a suspirar. Tomando la toalla en sus manos, fue a despejar su mente con la ayuda del agua caliente.

 

***************

 

  Yesung acomodó su traje en el ascensor. Había un gran espejo en el que aprovecho para echar un vistazo a su apariencia. El traje gris con la camisa negra le habían gustado. Le hacía sentir atractivo, sexy. Podría haber alguna señorita atractiva que quisiera pasar la velada en su compañía. El timbre que indicaba su llegada al pent-house sonó suavemente. Se dio la vuelta, saliendo a través de las puertas corredizas que se abrieron de par en par.

  En la puerta, tocó el timbre. Un chico abrió rápidamente. Para ser la fiesta de cumpleaños del hijo del dueño de la mejor agencia fotográfica de Corea, se veía realmente sencilla. Varios modelos y actores compartían algunos tragos mientras charlaban en los sofás de la sala de estar. El mini bar estaba repleto de fotógrafos, compitiendo por quién podía quedar ebrio primero. Con algo de atención, notó que la música venía desde afuera. ¡Ah! El centro de todo estaba en la piscina.

  –¡Jong Hoon!

  –¡Siwon! –sonrió al ver a su mejor amigo. Le dio un abrazó, acompañado de unas palmadas en la espalda. –Feliz cumpleaños –de su bolsillo sacó una caja blanca envuelta con un moño negro.

  –No tenías por qué molestarte –abrió el empaque y sonrió al ver el elegante reloj negro.

  –Sé que no es tu regalo más lindo, ni el más caro, pero sabes que no podía venir sin darte algo.

  Ambos chicos se conocían desde que eran pequeños. Sus padres eran buenos amigos. Ambos provenían de buena cuna y al crecer heredarían grandes compañías. Sin embargo, en la familia de Yesung, el negocio familiar fue repartido entre su padre y sus tíos. Luego de que el anciano murió, su padre partió poco después. Sus familiares, con ansias del poder, despreciaron a Jong Hoon y a su madre, echándolos literalmente de la familia. Sin embargo, todos esos problemas no habían obstruido entre la amistad que tenía con Siwon, su pilar durante todos esos momentos difíciles.

  –No, para nada. Realmente me encanta –sonrió.

  –Linda fiesta.

  –La organicé a espaldas de papá. Aproveché que hoy iba a ir a casa y le inventé unas cosas para que me dejara solo aquí.

  –Auch. ¿Seguro que eso está bien?

  –No, pero a la una de la mañana debo frenar esto. Será tiempo suficiente para limpiar.

  –Desde los veintiuno creando grandes estrategias. No te será difícil entonces cuando el estudio sea tuyo.

  Siwon se encogió de hombros. No tenía afán por suceder a su padre, a pesar de que amaba su trabajo y no dejaría perder el esfuerzo de los jefes antes que él en llevar a Photo Choi al estrellato. Primero debía de disfrutar de la vida, hacer sus propias sesiones de modelaje, publicar una revista. Había tantas cosas en su lista y tan poco tiempo. Cada segundo era valioso.

   –No realmente –respondió con modestia.

   Guio a su amigo hasta el mini bar, tomando la botella de licor para llenar el vaso del recién llegado.

   –¿Lo estas haciendo bien en el bar? He asistido a los últimos shows y son fenomenales. Aprovecha la oportunidad, consigue que un cazatalentos te encuentre.

   –Siempre lo hago bien –tomo un sorbo–. No es tan fácil, Siwon.

   –Entiendo, pero no puedes quedarte cantando ahí por el resto de tu vida.

   –Quisiera montar mi propia agencia, sabes. Me reuní ayer con el abogado, logró ganar la posesión de la herencia que nos dejó mi padre. Es una cantidad suficiente para lograrlo.

   –¿En serio? -la sonrisa de su amigo se hizo gigante. Sus dientes blancos resplandecían. Sabía que Siwon tenía un talentoso lado financiero. Si tuviera que escoger un socio para apoyarse, seguramente sería él.

   –Muy en serio.

   –Bueno, haz una cosa. Podrías seguir intentando ingresar al estrellato al menos unos años más. Ahorras dinero, vienes al estudio y hacemos de ti todo un CEO en la industria musical. No será sencillo, pero podemos hacerlo.

   –Eso era lo que estaba pensando –volvió a tomar un sorbo, sonriendo.

   Luego de que su codiciosa familia le habían arrebatado de entre las manos la empresa por la que su padre sacrificó su vida, estaba dispuesto a superarlos. Quería ser como un ave Fenix que resurgía entre las cenizas, más fuerte, más bella, más viva. Les enseñaría a todos de qué era capaz el gran Kim Jong Hoon.

   –Y quién mejor que tu mejor amigo para apoyarte y ayudarte –Siwon pasó su brazo alrededor de los hombros del cantante, sonriendo. –Brindemos, por un año más de vida, por más éxitos, ¡por llegar a la cima!

   Sus copas chocaron con fuerza, regándose un poco de bebida en el suelo. Bebieron todo lo que quedaba de un solo trago, soltando un suspiro al final. El alcohol hizo que en su sangre se prendiera una chispa de locura. Salieron a la piscina, saltando por doquier al ritmo de la música.

 

***************

 

   –¿Hola?

   –Hola, soy yo.

   –Escuche que fue un día pesado para ti.

   –Sí, un poco. Me duele la cabeza.

   –Ya es tarde. Será mejor que descanses.

   –No puedo, no hasta hablar contigo. Otra vez me sentí mareado.

   –¿Ah sí?

   –El mundo me dio vueltas, creí que me iba a desmayar. Estaba realmente asustado. No puedo entender esta situación. ¿No hay ningún medicamento que puedas darme para sentirme mejor?

   –Lamentablemente, no. Tu enfermedad es algo difícil de curar.

   –¡Que no estoy enfermo!

   –Bueno, como digas. Solo relájate. Ya te lo he dicho antes, puede ser una mezcla del estrés de todo lo que te ha pasado últimamente. Usa el diario que te di. Escribir te ayudará a liberar todo eso que sientes.

   –¡Ja! No haré eso.

   –Entonces no entiendo porque me sigue llamando. Si no aceptas mis consejos, pues aguántate.

   –¡No, espera! Lo siento. Lo intentaré…

   –Así está mejor. Toma una pastilla para el dolor y duérmete rápido. Tenemos que vernos pronto.

   –Sí. Buscaré un momento para ir.

   –Me avisas.

   Colgó.

 

***************

 

   –¿Hola? Soy yo, otra vez. Sé que podrías estar asustado, quizá estés pensando en denunciarme con la policía, pero no puedo detenerme. Realmente me gustas. Esta es la única forma en la que puedo hacértelo saber. Si llego a hablar contigo frente a frente, podría llegar a salir corriendo. Lo sé, suena muy cobarde. Pero no puedo hacer nada en contra de eso. Quisiera llamarte, que mantengamos una conversación agradable por horas y horas; sé que tu voz es encantadora, la mejor que he escuchado en mi vida entera. Sin embargo… podría llegar a colgarte, solo por ser presa de los nervios. Ahora lo único que espero es que no te asustes y me perdones. Como ya dije, esta es la única forma en que puedo comunicarme contigo. Si quieres borra los mensajes, no me importa.

   Fin del mensaje de voz.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).