Habían pasado solo unos días desde el último ataque contra el reino enemigo; y ahora, después de tan poco tiempo las tropas empezaban a preparase para ir a batalla una vez más. El peligris contemplaba en silencio a sus compañeros, mientras uno a uno los pensamientos invadían su mente. Hasta ahora su secreto solo había sido descubierto por el reihí de Nihon, y esté no lo delató, seguramente por el trató que ya tenían; aún así, esa no era su única preocupación, había otro asunto que empezaba a tenerlo inquieto.
— ¿ya preparó todo?... — la voz de su superior lo sacó de sus pensamientos, por lo que el de ojos miel dirigió su mirada hacía él.
— sí. Los caballos están seleccionados y todo el armamento está listo para ser usado... — respondió amablemente, sin dejar de mostrar el respeto hacía su superior.
—bien. El rey ha ordenado que el nuevo ataque sea en dos días; los hombres del reino de fuego han comenzado a moverse, se reportaron ataques a pequeños campamentos y al parecer invadieron las tierras que fueron recuperadas por el reino del sur. No será extraño que pronto toda esa gente pida refugió a Nihon, más considerando la fama que ha ganado nuestro rey...- concluyó seguro y mostrando el mismo temperamento de siempre.
Para Yukito aquéllas palabras fueron un poco inquietantes; no por el hecho de no querer ayudar a esas personas, si no que su preocupación iba a que las alianzas del rey de Nihon iban en aumento; nuevas personas, significaba nuevos aliados, lo que derivaba a nuevas tropas, y resultaba en más personas en su contra ¿en verdad podría derrotar a un rey que estaba adquiriendo cada vez más poder? Por Touya debía hacerlo.
....................
Contemplaba desde la ventana, era increíble el modo en que el reino de Nihon se viera tan lejano a la guerra y tan involucrado a la vez. Dentro de unos días habría un nuevo ataque al reino de fuego, no era como que le preocupará que su ahora cónyuge fuera a una batalla nuevamente, pero no dejaba de ser inquietante el hecho de que lo hiciera tan pronto.
—hoy puedes salir si así gustas... — escuchó de pronto la voz del moreno, captando su total atención ¿salir? Claro que deseaba hacerlo, sobretodo porque no eran muchas las veces en que el rey le otorgaba su permiso, por lo que aceptó de inmediato.
—lo haré, de verás se lo agradezco mucho.
—no debes agradecer, ahora eres el reihí después de todo. Pienso que ya es tiempo de llevarte conmigo y mostrarte como mi pareja.
Ante ésas palabras el rubio se sorprendió un poco. Era la primera vez en este tiempo que lo reconocía como reihí, y que lo llamaba “su pareja”, era más; está era la conversación más larga que había tenido hasta ahora con él. Tal vez el plan de conquistarlo estaba haciendo efecto, aunque era gracioso suponerlo por lo corto de aquéllas palabras.
—Me encantaría que eso ocurriera... —se limitó a responder de modo tranquilo, mientras veía cómo su amante se acercaba a él.
Lo tomó del mentón y en seguida unió su boca con la suya, acción que el rubio correspondió de inmediato, abriendo la boca para que la lengua ajena pudiera inspeccionar cada rincón. La sensación de esos labios era embriagant,e y sentir ese cuerpo tan cerca muy tentador, su cuerpo empezaba a calentarse; eso comenzaba a ser preocupante para el de ojos azules, pues ésas sensaciones iban en aumento día tras día. Temía haber caído en su propia trampa.
El aire comenzó a mostrar su ausencia y por el instinto de supervivencia ambos cuerpos se separaron; el moreno lo dirigió hasta la cama para consumar una vez más su unión; sin embargo aquellos planes fueron interrumpidos por la llegada de la llamada bruja.
—siento interrumpir... — dijo ella detrás de la puerta, para proseguir a tocarla a modo de pedir permiso para entrar.
—Pasa... — ordenó Kurogane algo molesto mientras se incorporaba y el rubio hacía lo mismo.
—Debo hablar con usted a solas... — soltó ella tranquilamente, mientras se invitaba a sentarse; el moreno al entender el mensaje solo dio paso libré indicando a Fye que podía salir ya, acción que el rubio entendió y obedeció.
— ¿y qué es eso tan importante?... — habló el ojirojo una vez que el ojiazul se fue.
—el tiempo se termina. Pronto la guerra finalizará y si quieres ser el vencedor es necesario que tengas a tú heredero.
El moreno entendía a la perfección esas palabras, no obstante ya había puesto todo de su parte para engendrar a ese niño; sin embargo esté hasta ahora se había negado a existir.
— ¿sabes algún hechizo de fertilidad?... — preguntó de modo serio, mientras la dama asintió.
—hay una poción y algo así como un ritual. Pero para ejecutarla es necesario acatar ciertas reglas.
Ante eso el moreno asintió. Si aquello le garantizaba que pronto podría tener descendencia, daría todo de su parte. La mujer lo entendió con solo mirarlo, así que prosiguió a decirle lo que debía a hacer.
........
Caminaba por el jardín sintiendo la cálida fragancia de las flores, desde ahí podía escuchar el entrenamiento de las tropas, eran muy ruidosas, pero aquello no perturbaba su paz. El aire golpeando su cara se sentía tan bien, que hasta se sentía culpable por experimentar esa sensación sabiendo que a causa de la guerra muchas personas ahora mismo estarían sufriendo. Se preguntaba como estaría Celes ahora ¿su antiguo rey lo extrañaría aunque fuera un poco?
Desde que conoció a Ashura, se había propuesto vivir solo para él, siempre lo considero la persona que más quería en el mundo, al grado de llamar a esos sentimientos amor. Pero ahora, estaba un poco confundido por cómo se sentía con respecto a su pareja.
Con su actual rey encendía sentimientos nuevos y desconocidos para él, Kurogane despertaba sensaciones de pasión, deseo, lujuria y hasta también, de una manera muy rebuscada, ternura. El calor inundó su rostro tras aquel último pensamiento; no sabía cómo sobrellevar esos instintos y comenzaba a preocuparle la posibilidad de que quizá ya estaba muy acostumbrado al tacto del moreno; tanto, que tal vez podría ser más que una simple atracción. De pronto escuchó unas voces que lo sacaron de sus pensamientos, pudo reconocer muy bien una de ellas y sin ser consciente del porque, tan solo decidió esconderse. Lo que vio lo sorprendió un poco, eran aquel soldado de pelo gris y su cuñado político.
— ¿piensas que esto está bien?... — preguntó el moreno castaño al llegar a ese lugar siendo prácticamente arrastrado por Yukito— es de día, alguien podría vernos.
—lo que debo decir no puede esperar.
Tanto al castaño, como al ojiazul que continuaba escondido, esas palabras solo sembraban misterio. El rubio aún se preguntaba si después de todo, sus sospechas eran ciertas, al parecer si había una relación con el esposo de la hermana de su pareja y aquel joven.
— ¿de qué se trata?... — preguntó el más alto de modo calmado, mientras el menor guardo un minuto de silencio. Ciertamente lo que tenía que decir era un tema delicado que ponía en peligro su estadía en ese reino y su propia vida.
—Creo, creo que estoy en encargo... — soltó sorprendiendo a los dos que pudieron escucharlo. Lo que dijo sin duda era un problema muy grande.