Hinata:
Aun me duele recordar la expresión que tenías cuando te dije que me iba de tu lado, tus ojos llenos de lágrimas, mordías tu labio inferior con fuerza para retener algunos sollozos y tu cuerpo templaba de la impotencia, incluso recuerdo la amarga sonrisa que me diste cuando solo te dije “Adiós”.
Esa fue la primera vez que te vi llorar de verdad y créeme que me dolió tanto como a ti.
No quiero volver a verte de esa forma tan lamentable, mucho menos sabiendo que fue por mi culpa. Te veías tan roto y sin sentido que incluso me arrepentí de que esas palabras salieran de mi boca.
No quise, yo de verdad no quería hacerlo, pero supongo que no tuve opción.
Después de tantos años de relación, más específicos, desde nuestro primer año de secundaria hasta ahora, decidí decirles a mi madre y hermana la clase de relación que llevaba contigo, supuse que era lo correcto ya que desde hace algunos meses mi madre me preguntaba si estaba saliendo con alguien o si me buscaría un pareja pronto.
Yo…la verdad no entiendo qué salió mal, no estoy seguro si fue porque no te lleve conmigo para sentirme más seguro, o porque simplemente mi familia no lo comprendía.
Mi hermana, que acababa de entrar en la secundaria, me apoyó sin problemas, me dijo que aun me seguiría queriendo y que si yo era feliz contigo lo entendía. Pero con mi madre, fue un caso totalmente aparte.
Al principio explotó, no la reconocí, era una mujer completamente diferente a la tierna madre que yo pensé que sería, que aceptaría y respetaría mis decisiones sin condición alguna, pero no. Comenzó a darme sermones sobre lo “anormal” que era el que yo esté con otro hombre, que yo no podía ser su hijo y que no quería verme nunca más o al menos hasta que consiguiera una pareja “decente”.
Salí de la casa, o más bien ella me saco, aun más preocupado que cuando entre a decirles mi situación, mamá azotó la puerta de entrada y luego escuche un montón de gritos de parte de mi hermana, reclamando el por qué de su aptitud tan fría y acusadora ante su propio hijo, y me sentí aun peor.
Fueron muchas las veces que intente hablar con ella, que entendiera que yo era feliz de esa forma y que ella debía aceptarlo, pero simplemente me ignoraba y me decía que yo no podía ser su hijo. Trate de hablar con Natsu, que la hiciera entrar en razón pero mamá no dejaba que se comunicara conmigo, la tenia atrapada en su pequeña burbuja de negación.
Obviamente eso me dolía, la mujer que me dio la vida, que me vio creer, que me vio reír, que me vio llorar, que me vio triunfar, perder para luego ayudarme a levantar y que me dio todo su amor incondicional desde que tengo uso de razón, ahora es la mujer que, según ella, más me odia por algo tan tonto como esto.
Seguí tratando, seguí insistiendo, y seguí, y seguí y seguí principalmente porque no quería perderte, yo no quería alejarme de tu lado. Pero nada funcionaba. Decidí no decirte nada porque no quería preocuparte, porque tú me pedirías hablar con ella para tratar de solucionar las cosas pero sabía que las cosas saldrían de mal en peor. Simplemente no te dije por miedo. Miedo a que me dijeras
“Oye, ella tiene razón, no soy la persona para ti, deberías hacer lo que ella te pide y buscar a alguien que pueda darte un familia”
Y terminarías con nuestra relación de la peor manera, no digo que la mía fue la mejor, y por eso me estoy arrepintiendo.
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En mis momentos de desesperación, encontré un consuelo que llego como ángel caído del cielo. Yachi, la amiga incondicional que siempre tuve desde la secundaria, me vio medio melancólico y era verdad, lo estaba completamente.
Le conté todo sobre el problema por el que estaba pasando en ese momento, siempre fue mi amiga de confianza desde hace tiempo y necesitaba ayuda y algunos consejos con esta situación tan delicada.
Me dijo que mi madre tenía razón al estar molesta, tantos años han pasado y apenas me decidí a decirle que estaba en una relación amorosa contigo, pero que si quería hacer feliz a mi madre tenía que hacerle caso y buscarme una pareja que a ella le agrade, ósea, una mujer.
Me arrepiento del momento en el que use la cabeza y me di cuenta de que era verdad todo lo que aquella rubia me dijo, que mi madre no podía perdonarme lo “bajo que caí” por estar enamorado de un hombre, que si quería el bienestar de mi madre, ya que me imagino que ella estará muy afectada, dolida y confundida con todo esta situación, debía hacer lo correcto.
Decidí que lo mejor sería seguir a la razón en vez de al corazón, además de que en ese momento me pareció el camino más fácil, soy un maldito cobarde, lo sé.
Yachi se ofreció para ayudarme a engañar a mi madre y decirle que ahora estaba en una relación con ella, una mujer, y que lo había ellos únicamente por el amor de mi madre. Yo sabía que estaba enamorada de mí, se me confesó un día en la secundaria pero la rechacé diciéndole que estaba enamorado de ti. Obviamente mi madre me regocijó diciendo que estaba orgullosa de que al fin encontrara a alguien que de verdad me haría feliz y me dará la familia que nunca tendría con un hombre.
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Después de nuestro rompimiento, intenté convencerme a mí mismo que lo que sentía por ti pasaría rápido, convencerme de que no te necesitaría después de un tiempo, que todos esos años de felicidad y gozo que los dos tuvimos ya se habían ido y tenía que comenzar con una nueva vida al lado de la mujer que escogí como reemplazo, pero por más que lo intentaba, no podía.
Pasaban las horas, los días, las semanas y los meses, y cada vez te extrañaba más, te necesitaba mucho más que el día anterior. Extrañaba cada cosa tuya, tu risa nerviosa, tus mejillas sonrojadas después de besarme, cada una de tus expresiones, tomarte de la mano al caminar, lo bien que se sentía estar entre tus brazos al dormir, ver tu cara todas las mañana al despertar y los besos de buenos días y de buenas noches, enumerando cada cosa que me gusta de ti, tardaría toda una vida.
Deseaba que cuando yo despertara al día siguiente, de alguna manera tuviera amnesia o que cuando este caminando por la calle un auto me arrolle y que termine meses en un hospital en coma, ¡No me importaba cómo! Pero que cuando despierte olvidara todo lo que pase contigo y este sentimiento que me consume lentamente hasta hacerme llorar cada vez que te recuerdo, que cada pequeña cosa tuya que quedo dentro de mi desaparezca.
Tan doloroso es saber que estas sufriendo tanto solo por mi culpa, hasta llegar al punto de hacerme llorar en las noches abrazado a una almohada hasta quedarme profundamente dormido.
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Ya había pasado tanto tiempo que ya pensaba que me estaba volviendo loco, te veo en todos lados, te escucho, te imagino, te pienso.
No le dije a nadie de cómo me sentía, ni siquiera a la misma Yachi le dije que estaba volviéndome completamente loco, había pasado tanto tiempo sin verte que ya no podía conmigo mismo.
Una noche mamá me dijo que sería buena idea salir a cenar todos juntos, Ella, Natsu, Yachi y yo, para que yo pudiera distraerme, porque al parecer se dio cuenta de que estaba actuando un poco más extraño de lo normal. Sin más remedio, de nuevo, acepté a su pedido, me sentía tan presionado, no estaba en mis cinco sentidos.
En el camino los cuatro hablábamos de cosas muy triviales, cualquier cosa que nos pasó en la semana o de lo linda que estaba la noche en ese momento. Era otoño, la temporada era muy fría y era la segunda de mis estaciones favoritas después del verano. Recordé que a ti si te gustaba mucho la época de invierno, decías que te relajaban mucho los días fríos y nublados. Me desanimé un poco y baje mi cabeza al recordarte de nuevo, deje de prestarle atención a la conversación cuando mamá mencionó algo sobre organizar una boda. Alcé mi rostro moviendo la cabeza de manera casi mecánica cuando escuchaste decir a tu madre un “¿Verdad, Shouyou?” sin tener la más mínima idea de que fue lo que dijo, para luego fijar tu vista al frente.
Mi respiración se detuvo, mis ojos parecieran que fueran a salirse de su órbita, mi pulso de disparo al instante y mi cuerpo comenzó a templar como loco cuando te vi caminando hacia mí. Estabas con la cabeza gacha, distraído mirando el suelo, reconocí de inmediato la bufanda que llevabas puesta en ese momento, te la di hace unos dos años, y desde entones la has cuidado como si esa cosa fuera la última y única en el mundo.
Al parecer yo fui el único que te reconoció de los cuatro, ya que la mitad de tu cara estaba tapada por la bufanda y llevabas un gorro sobre tu cabeza. Pasaste de largo, estabas tan metido en tus pensamientos que no veías por donde ibas, incluso chocaste conmigo y seguiste caminando, tu rostro era tan…No sé cómo describirlo, vacio, lamentable, dolido.
“¡K-Kageyama!”
Sentí mis lágrimas agolparse con fuerza en mis ojos, quería llorar como nunca antes lo pude haber hecho cuando, ya a unos metros de mi, volteaste a verme lentamente casi o igual de sorprendido como yo te mire hace unos segundos. Escuché en un eco muy tenue la voz de mi madre pero no pude entender lo que decía, era como si estuviera en una especia de trance y mi cuerpo reacciono solo.
Corrí, corrí como tantas veces lo hice a tus brazos, que me esperaban bien abiertos como siempre. Me aferré a ti tan fuerte que pensé que te estaba quitando el aire, tenía miedo de que fuera otro de mis dolorosos sueños donde volvía a verte, te abrazaba, te besaba, te decía que te amaba y que me perdonaras tantas veces y al despertar, terminaba siendo la misma almohada. Pero no, esta vez si eras tú, sentía tus manos acariciar mi espalda con gentileza susurrando mi nombre una y otra vez. No podía decir nada, solo podía emitir dolorosos sollozos completamente aferrado a ti. Sin soltarnos, ambos terminamos en el suelo arrodilladlos sin dejar de llorar, supongo que la piernas ya no nos dieron para más. Estaba tan feliz y aterrado al mismo tiempo. Me separé de ti un poco, solo lo suficiente para tomarte del rostro y verte fijamente a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja, dijimos “Te extrañe tanto” al mismo tiempo y reímos bajo por cinco segundos, tus ojos estaban rojos y derramando mares de lágrimas sonriendo de igual forma a la mía tomando también entre sus manos mi rostro y con ayuda de tus dedos secabas mis lágrimas. Volví a abrazarte segundos después sin dejar de sonreír, volví a decirte que te amaba tantas veces que perdí la cuenta recibiendo de tu parte la misma respuesta.
Nos quedamos de esa forma unos minutos más antes de levantarnos, entrelacé ambas de mis manos con las tuyas y une nuestras frentes, te mire unos segundos antes de reír bajito de nuevo y tú hiciste lo mismo. Sentía mi cara pegajosa por tantas lágrimas que todavía estaba derramando, volviste de secarlas con sus dedos y me diste un beso en la frente realmente dulce, coloqué mis manos sobre las tuyas que aun estaban en mi cara para sentir luego tus labios contra los míos, de nuevo, un beso tan dulce y casto como el primero.
Con inseguridad, al separarnos del abrazo, miré en dirección haciendo donde se supone estaban mi madre, mi hermana y mi supuesta novia. Las dos más jóvenes aún tenían lágrimas en los ojos que intentaban secar, mientras que mi madre se acercó a nosotros dos con una expresión relajada, mis nervioso aumentaban a cada paso que daba pero tú no soltaste mi mano dándome seguridad. Al llegar frente a nosotros nos dio una gran sonrisa a ambos antes de abrazarnos diciendo:
“No puedo hacer nada ante un amor tan puro como el suyo”
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Y bueno, después de un par de meses, aquí me encuentro, a pocos minutos de estar en mi propia boda con los nervios a flor de piel, vistiendo un elegante traje blanco que según mi madre, estaba hecho perfectamente a la medida.
Todo pasó tan rápido, cuando me di cuenta ya estaba diciendo el famoso “Acepto” y dándonos nuestro primer beso como esposos. Sintiéndome la persona más feliz y afortunada del mundo solo con tenerte a mi lado por el resto de la vida.
-…*~FIN~*…-