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No-Hero por sleeping god

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Notas del capitulo:

Continuamos. Esto se ha vuelto divertido de escribir.

Entonces, ¿Quién está a cargo? Yo voto por mí


Aquaman


Debía haber una palabra para describirlo a la perfección. No podía encontrarla. Era algo puro, inamovible, inescrutable, inmaculado, algo… que no debía ser siquiera visto, posiblemente tampoco descrito. Y aun así se le podía dedicar la más noble sonrisa a lo que no se debía, incluso acortar la distancia y osadamente tocarlo. Ultrajado para tener algún significado a pesar de las consecuencias.


Nunca debió hacerlo. Todo lo que está hecho para así ser no debía ser de otra manera.


Ahora dolía.


Y dolía desde las yemas de los dedos hasta sus testículos.


Dio un largo suspiro que incomodó al par de hombres que descargaban sus vejigas en los orinales, sin atreverse a girar la cabeza hacia uno de los cubículos donde se percataron de ese héroe que sus hijos les mostraron en el celular, pero no parecía tan extraordinario cuando llegó rompiéndose el  traje con desesperación. Ambos sujetos subieron sus braguetas y, sin decir palabra, se marcharon. 


-Es de hombres no ayudar a otros hombres en un lugar como el baño.


No comiences con los malos consejos. No tiene nada de malo ayudar a alguien.


-No dirías lo mismo si estás en el baño, con tu “amigo” de fuera y alguien se ofrece a ayudarte.



-Te convencí, jaja.


Déjame continuar.


Se lo sacudió y por fin bajó a ver su disfraz hecho jirones.


-Mierda…— conjuró. Una vez guardado su miembro empezó a romperlo para quedar con una especie de pantalón, y arrancó la máscara para no quedar totalmente descubierto. Intentó salir discretamente, aunque su altura, estar semidesnudo y con lo que figuraba como un pasamontañas no lo hacía nada fácil. Cuando dos ancianas gritaron que era un ladrón y una joven se desmayó por sus pectorales expuestos supuso que debía ponerse algo, así que tomó una sudadera en azul claro y se formó en la caja rápida, con varias de las personas mirándolo aunque esta vez con curiosidad, preguntándose si podría ser el tipo de los videos de Youtube.


-¿Eres H?—preguntó un niño que devoraba un chocolate, soltando la mano de una madre que seguía hablando por teléfono, parecía que estaba por divorciarse de su esposo por el entrenador personal. El esposo se iba con su entrenador. Demasiado ocupada para cuidar a su hijo.


-Sí—respondió H al niño, avanzando y comenzando a hojear una revista de chismes. Pasó malas reseñas de una nueva película que solo pudo ver una B y una S, siguiendo a recetas de cómo perder peso solamente con vinagre y agua…


-Mi papá dijo que solo eres un lunático y que te da una semana antes de que te mates—le dijo el niño, dando otro mordisco a la barra de chocolate.


Grimmjow se detuvo ante la foto de un par de actores para leer un poco.


-Ah… wow, ya sabía que McAvoy era gay— devolvió la revista a su lugar y le contestó—Una semana, ¿verdad? Y tú qué dices.


-Yo digo que menos. No tienes poderes. Solo eres un sujeto en un traje de licra.


Le quitó el chocolate al niño, levantó parte de la máscara y le dio un mordisco para al final responder:


-Te apuesto 10,000 yenes a que duró más de una semana—le dio la mano a la fuerza y terminó el dulce, pasando a la caja donde registraron lo que tenía puesto, teniendo que agacharse y casi acostarse para que pasara el código de barras puesto en la parte trasera del cuello.


-¿El chocolate también?—preguntó la cajera intentando calmarse al tener al maravillo héroe de blanca sonrisa justo frente ella. Claro que lo conocía, lo había visto salvar a su hermana la semana pasada de un accidente de tráfico y tenía tanta envidia de que lo hubiera besado en la boca.


-No, eso lo paga aquel niño. Ah, cierto…—fingió buscar su cartera en los inexistentes bolsillos, estando muy consciente de que ni siquiera  poseía dinero—…creo que perdí mi cartera pero… ¿Qué tal una foto?


-¡Sí, seguro!—se acercó a la chica y tomaron la foto hasta que apareció el gerente.


-¿Qué pasa aquí? ¿Ya le cobraste la sudadera?—cuestionó a su empleada, siendo visible la etiqueta de la prenda.


-Es que… olvidó su cartera.


-En ese caso…


-Oiga—interrumpió— ¿Qué le parecería una fotografía? Venga, acérquese. Vengan, vengan—comenzó a llamar al resto de los empleados, llevando al gerente a ser encerrado entre la multitud que deseaba salir con H—Eso es, así podrá ponerla en la entrada y le deberé un rescate. Le daré un cupón pero solo es válido en días hábiles, ¿ok? Niño, ten, tómanos una foto—le entregó los celulares al niño y, después de las fotografías, pudo marcharse sin pagar.


-Regla no. 7: se amable con la población. Byakuya ha sido muy regular en ponerme reglas pero déjeme decirles unas cosas. Olvidó mencionar algunos inconvenientes. Por ejemplo lo que me ocurrió hoy: Si mi traje está destrozado es porque acabo de beber un par de galones de cerveza en aquel bar, el que se llama Willi’s, el maldito baño estaba ocupado y cuando voy llegando a este me doy cuenta de que solo puedo quitármelo con ayuda. Necesitaré otro traje, uno de dos piezas y de preferencia con cierre en el pantalón, para desenfundar rápido.


Entre otros accidentes que pueden ocurrir como es volver, caer rendido sobre la cama y apenas cerrar los ojos y ser vuelto a despertar por su casero.


-Jagerjaquez, hay un incendio a las afueras de ciudad. Unos turistas estaban visitando el centro budista y parece que no han logrado bajar de la montaña.


-Maldita sea… ¿no pueden estar a salvo unas 8 putas horas? Carajo, déjalos arder.


-No puedes escoger salvar a unos y otros no.


-Deja a los bomberos hacer su trabajo. Perderán sus empleos si no les dejó a algunos.


-No pueden llegar allá con las mangueras, ni los camiones pueden subir.


-Estoy cansado.


-Dijo Urahara que hoy traería tu nuevo gigai.


-Lo que necesito son vacaciones—ya resignado, salió de la cama y se dispuso a ir.


-¿Qué le pasó a tu traje?


-Me atacaron unas mujeres rabiosas. Necesitaré otro que si pueda quitármelo en casos de emergencia—le explicó mientras subían al auto para ir al lugar.


-Esos casos no son emergencias. Ya te había explicado que no puedes hacer estupideces en público, en otras palabras, no seas tú mismo.


-No he hecho nada, Byaku-chan y eso último fue ofensivo, grosero e innecesario. Además he corrido el rumor de que he salvado un gatito de caer en el Gran Cañón, así que nadie se la creerá cuando digan que he estado emborrachándome de vez en cuando o teniendo alguna que otra cita con mujerzuelas.


Kuchiki iba a regañarlo, mas desistió. Mientras no se terminará involucrado también en esos asuntos estaba bien.


Dejó al héroe lo más cerca posible al bosque, viéndole subir sin parecer agotado pero realmente estándolo. Es como si su presencia hubiera desatado más olas de destrucción y crimen. No era así, las cadenas televisivas, de radio y periódicos hacían lo posible para informar de cualquier pequeñez con la esperanza de que de cada 10 hechos al menos 1 fuera atendido por H, y así poder fotografiarlo e intentar entrevistarlo. Estaba empezando a ganar fama, y entre ese público las opiniones estaban empezando a  encontrarse. Comenzaba a hablarse de que podía esto convertirse pronto en algo de índole penal, hasta el momento solo había intervenido en rescates, pero se decía que podía llegar hasta entorpecer las labores de quienes estaban capacitados para ello y hasta, en algún momento, querer tomar justicia por sus propias manos.


No permitía mostrarlo a viva piel pero estaba preocupado, razón por la cual no había permitido que Grimmjow se metiera en riñas o robos. El cuerpo humano que poseía era frágil y, por otro lado, aun no comprendía completamente lo que era ser un héroe, podía llegar a herir a otros. Quizá estaba más preocupado por los otros.


-¡Robín!


-¡No me llames así!—le gritó al chamuscado pantera.


-Ya acabé. Vámonos antes de que algo más se les ofrezca—subió al auto y se removió la ceniza de la ropa, se sacó la máscara y la sacudió—Creo que necesitas un nombre clave.


-¿Qué te parece llamarme por mi nombre?


-No, es muy simple. Que tal… Monsieur Mepudró endineró.


Se negó a participar en el juego.


-O también podría quedarte Coronel Niggard, Mr. Soymejorquetú, la lady shinigami… ¡No, ya sé! ¡Ya sé! ¡Mi perrach!


-¡Di una cosa más y te lanzo fuera del auto!


Su preocupación no le permitiría hacerlo.


-Está bien, está bien. Tienes razón. Tu nombre será—pudo respirar con tranquilidad el conductor, volviendo a colocar sus dos manos en el volante—Será ByakuCHUPAMELAPUÑET…


-Oye, una duda. Creí haber escuchado que su amor por mí no le permitiría lanzarme a la carretera a 80 km/h.


Fue su preocupación.


-Ah… Que gusto me da que me lo repitas mientras ¡Giro por el puto pavimento!


 


Por razones de que la historia debe continuar el protagonista no saldrá gravemente herido aunque, siendo realista, pudo haberse matado. Espero su compresión. Gracias.


-Eso fue demasiado, Byakuya—hizo un puchero mientras se sobaba los brazos.


-No lo fue—sentenció con mucha seguridad.


-Se me ocurre que te quedaría bien Sakura.


-Oh, eres tan imaginativo e ingenioso.


-¡¿Si te gustó?!


-Eres estúpido.


-Entonces…


Espero otro “entonces” seguido de ese pero al ver el otro asiento ya estaba el peliazul dormido abrazando su otra identidad (la máscara). Le dedicó una sonrisa como se le hace a un cachorro descansando. Y la felicidad acabó cuando se lo puso a la espalda y tuvo que llevarlo a la cama.


-¡Pesas… como una pantera!—se quejó al arrojarlo como cadáver en la cama—Mierda… Jagerjaquez—se secó la frente y vio su teléfono. Un barco había tenido una avería a pocos metros de la playa, estaban en labores de rescate. Vio nuevamente al felino y decidió que era trabajo para aquellos que decían que podía entorpecer los rescates.


Al cerrarle la puerta se dio cuenta que en realidad le molestaba que dijeran eso, hasta el momento era el primero en llegar, el primero en actuar y, por supuesto, el primero en salir herido. En alguno de esos rescates era posible que no saliera, o que diera unos pasos hacia él y cayera, o también que llegará a la casa solo para despedirse.


Era la responsabilidad que cargaba por ser el único al que tenía Grimmjow.


-Byakuya—llamo Urahara logrando darle un estremecimiento en el noble—Ara, perdón por interrumpir tus pensamientos.


-No fue nada.


-Bueno, lo he traído para que deje de preocuparte tanto—mencionó pidiéndole a Tessai que bajara el cuerpo envuelto en una crisálida de vendas—Tiene exactamente las mismas habilidades que posee el mismo, logrando que las partículas espirituales se fusionen con las del mundo real, así que podrá ser visto. Pero tengo una advertencia—indicó viéndolo bajo el sombrero—estarán en perfecta sincronía, probablemente ni siquiera sienta que es un gigai, así que de ser herido o muerto en este cuerpo traspasará directamente a su alma.


-¿Se han dado cuenta que aunque es un genio todo lo que hace puede terminar en la muerte?


-Entiendo—confirmó  Kuchiki—Sera difícil que le pasé algo si lo que enfrentará son simples humanos. Tendrá una enorme ventaja sobre ellos.


-Puede incluso hacer uso de los ceros y sus demás habilidades, pero si usa su resurrección terminaría destruyendo el cuerpo.


-Le comunicaré todo esto. Además necesita más ropa, de preferencia que pueda quitarse con mayor sencillez, quizá un una camisa con cierre y un pantalón con bragueta, además una tela más gruesa para no tener problemas con la ropa interior.


-Sí…—dio una pequeña risa—… seguro.


No vio la causa de la risa en Kisuke pero el hombre con las trenzas no le miraba y tenía un leve sonrojo en el rostro.


-¿Qué ocurre?


-Nada, Kuchiki-sama—expuso Tenssai—Uno no escoge a quien quiere, simplemente el corazón…


Siguió hablando pero Byakuya prefirió repasar sus exactas palabras en la mente.


-Ahora entiendo—interrumpió el discurso sobre la magia del amor—No es así, aunque comprendo que mis palabras pudieron darse a una mala interpretación. Yo solo he comunicado lo que Jagerjaquez quiere.


Con calma y neutralidad, así debía actuar todo el tiempo.


-¡Byaku-chan! ¡Necesito ayuda…! ¡Ah, me duelen los huevos! ¡Ven a ayudarme!


Silencio.


-Conocen la salida—les indicó, retirándose con paso calmado a la habitación del pantera.


-Oye… ¡Espérate! ¡Me duele! ¡Me duele! ¡Byaku-chan! ¡No! ¡No! ¡Tranquilo, tranquilo! ¡Déjame! ¡¿Por qué me estás golpeando?! ¡Ah, auxilio! ¡Hey, no…! Ayuda… alguien…


Urahara y Tessai se miraron. Quizá lo mejor era irse.


 


Tuvo que salir corriendo. Era algo grave, era algo peligroso, era algo… que todos esperaban fuera atendido con H. No era el único corriendo al banco, algunos más de la escuela iban tras él a saber si los salvaría el héroe de Karakura. Aunque reconocía que se dedicaba a labores de salvamento esto era realmente único y nuevo, en un pueblo pequeño no han toma de rehenes ni robo a bancos con armas de grueso calibre así que los policías no sabían qué hacer, no lograron negociar la liberación de las personas y la llegada de autoridades de alto rango demoraría, quizá demasiado.


Logró un lugar donde podía ver por los cristales antibalas a un hombre con un pasamontañas y que golpeaba a un viejo con el rifle. Tuvo el impulso de ir hasta que delante de la barda de protección cayó una sombra negra, entonces lo divisó con otra ropa más seguía siendo negra.


-Y déjenme decirles que cuando uno se queda sobre un techo, haciendo labor de vigilar, el pinche calor hace que te cocines. Pero ya es muy tarde, no puedo cambiarlo de color… Aunque quizá deba conseguir un atuendo según la temporada.


Estaba parado sobre unas gruesas botas que trazaban una línea azul hasta la cintura sostenida por un cinturón que cargaba una katana, después la parte superior poseía el cierre en el mismo color distintivo hasta las muñecas, unos guantes y finalmente la misma mascara que miró en su dirección. Se enderezó el héroe haciendo crujir el sueño desquebrajado del impacto.


-Descuida, yo me hago cargo—le informó y Kurosaki aunque no podía verlo, creyó que le sonreía—Sí, eso hace un héroe—concluyó dirigiéndose a la puerta. Ya en ella, giró a ver la barrera de contención, de su lado derecho.


-¿Qué debo hacer?


-Maldita sea—maldijo Byakuya. Se lo había explicado más de tres veces y tuvo que llamarlo por teléfono.


El asaltante comenzó a ponerse nervioso por el sujeto de negro. Podría ser un loco suicida. Conocía a muchos idiotas suicidas en su ciudad natal, se volvían así por la heroína… algo así como él, pero la verdad es que quería dinero por esa dulce, dulce, DULCE, modelo suiza que si era una cena de caviar era un abrigo de pieles lo que quería a cambio de compañía nocturna. Y sus otros dos compañeros aceptaron robar el banco con él. Si no estuviera tan drogado esa idea de que la modelo andaba con sus amigos sería obvia.


-¡Si das un paso más los mato a to…!—amenazó apuntándole tras los cristales.


-Sí, dame un momento—le pidió al sujeto—Diga ¿Quién habla?


-No digas estupideces. Solo yo tengo tu número.


-Solo trato de alegrar las cosas. La gente está muy seria el día de hoy.


-Es una maldita toma de rehen…


-Byakuya, qué lenguaje es ese.


Lo sacaba de quicio.


-Logra que te deje entrar, libera a los rehenes, esa es tu prioridad, desármalos pero, Jagerjaquez, pon atención…


-Estoy poniendo atención.


-Es muy importante esta parte: nadie debe morir, entiendes, nadie debe morir. Jagerjaquez, nadie debe…


-¡Ya entendí! Ni que fuera estúpido.


Colgó el teléfono y volvió a guardarlo en el bolsillo que ahora si tenía el traje.


-Oye—llamó la atención del líder—Déjame entrar para que hablemos de esto.


-¡Te digo que te alejes de la puerta!


-Escucha, todavía no has hecho nada malo. Déjame entrar y hablaremos de los problemas de como tu padre te golpeaba y la atracción irresistible que tenías por tu madre.


Los otros dos se acercaron por curiosidad. Eran viejos amigos de infancia.


-¿Cómo supo eso de ti?—le cuestionaron.


-Ese Freud y sus teorías.


-¡No sé cómo supiste eso pero no entrarás a menos que sea con plomo en cerebro!


-¡Ok, ok! Mira—quitó la katana de su costado—No traigo armas. Esto que vez en la entrepierna es natural. Déjame entrar, libera a los que ahí tienes y puedes hacer conmigo lo que quieras ¿Qué dices? Soy tuyo. Un héroe por simples rehenes. Es un buen negocio. Además te ayudaré a cargar el dinero y a escapar. Es una oferta que se convierte en cebolla y ratones a la media noche.


Parecieron pensarlo, incluso los dos seguidores se dijeron que no era mala idea.


-Te daré a parte un cupón por tres cenas al aire libre y otro por un masaje de pies con posibilidades de sexo desenfrenado.


-¡¿Cómo?!—reclamó apuntándole a la cabeza.


-¡Es broma, es broma! No se dar masaje de pies.


-No te muevas de ahí. Pon las manos sobre la cabeza.


Los dos amigos empezaron a discutir con el líder, ya que nadie quería cargar las pesadas bolsas.


H les giñó el ojo a los rehenes para que se tranquilizaran. Se giró a los policías y al más cercano le preguntó:


-¿Sabes si ya estará abierto ese local donde venden las alitas picantes?


-Ah… bueno… ¿el de la señora Misaki?


-No, no. El de la otra calle, a un lado de las hamburguesas estilo Texas.


-No lo sé… Susuki-san ¿tienes idea de si ya estará abierto el local que está a un lado de las hamburguesas?—cuestionó a su compañero que abandonó su puesto para estar más cerca.


-¿Las de teriyaki?


-No, son estilo Texas.


-Estoy seguro que son de teriyaki.


-Claro que no.


-No, tiene razón. Las que yo digo están atrás de la tienda de ropa del Haruna-san—corrigió Jagerjaquez.


-Creo que ya cerraron ese local—indicó Susuki.


-¿El de las alitas o el de Haruna-san?—cuestionó, algo confundido, H.


-El de Haruna-san. Tuvo un infarto la semana pasada. Está en el hospital.


-Oh, por dios. Se veía tan sano. Además era el único que vendía calcetines de mi talla.


-¡A callar!—ordenó el líder—Entraras solo si te esposan y por cada bolsa de dinero que cargues liberaremos a un rehén.


-Me parece un trato justo—le pidió al primer policía que se acerca—colócame unas esposas—así lo hizo—Auh, con amor. No soy una de tus amantes.


Le permitieron el paso.


-No sé qué tan bien este pensado este plan ¿Cómo se supone que suba el dinero con los brazos atados?—les informó una vez adentro. Entonces le colocaron las armas en la cabeza y le obligaron a hincarse—Oh, ya entiendo. Nunca fue su intención cumplir sus palabras. Ya veo—se sacudió la cabeza—Bya… que diga, Sakura se va a molestar conmigo ¿no podríamos solucionarlo charlando? ¿Quizá hasta jugando una partida de cartas?


-¡Ya cállate!


-Está bien—dio un salto para ponerse de pie, rompió la cadena de las esposa y retiró con sonido las armas de los hombres—Y ahora, un golpe que no los mate—Se acercó y colocó unos simples golpees en los rostros de los sujetos, dejándoles sangrando y desmayados—Listo. Termine. ¡Ya podemos irnos! ¡Todo está bien! ¡Al salir pueden dejar una propina si es de su interés que siga trabajando…! Wow…—no esperó ser abrazado por la gente de ahí—Ok, ok… no me hagan ponerme sentimental.


Abrió las puertas ante un público que guardaba silencio.


-¿Hice algo mal?—cuestionó y fue recibido con aplausos, gritos, felicitaciones, estrechamiento de manos y un gran GRACIAS.


Entre todos dio un vistazo al pelinaranja que con tierna sonrisa movió sus labios para decir lo mismo: gracias. Sonrió bajo su máscara y salió de ahí con un gran salto.


 


-Hey, no estuvo mal ¿verdad? Creo que lo hice bien—le dijo con alegría a Byakuya una vez en casa—Tal vez la próxima vez pueda quedarme a celebrar.


-No sé si sea buena idea.


-¿Qué tiene de malo? ¡Además, ¿Viste al shinigami?! ¡Me dijo gracias! ¡Creo que en poco tiempo olvidará que me besó una chica…! Y un hombre…


Kuchiki escondió una mueca burlona.


-¿Estás seguro que solo viste su “gracias”?


-¿De qué hablas?


-Solo digo que todo este teatro por una pelea parece un poco exagerado.


-¿Exagerado?


-Normalmente se hace más si se tienen… otras intenciones.


Dejó la katana en el piso y… demonios, seguía sin entender.


-¿De qué habla?


Tú sabes. Que quizá te interese un poco más de lo que piensas.


-Sí, quiero derrotarlo.


No. Que a ti puede que te atraiga en otro sentido.


-¿Estás hablando otra vez de las cuatro fuerzas fundamentales? (Vieron como no estoy tan idiota).


No, por dios. Que quieres algo más que solo una pelea.


-Mi venganza.


Santo cielo.


-A ver, déjame te lo pongo más sencillo. Quiero decir que esta obsesión que tienes por Kurosaki Ichigo va más allá del plano del honor, que ha llega a ser sentimental.


-Sí, tienes razón. Me hizo emputar. Estoy enojado. Eso es sentimental.


-No puedes… cómo…


¡Qué quieres con el!


-Sí, claro. Quiero pelear con él.


-Que están interesado en salir con Kurosaki.


-Sí, quiero salir a pelear con él. Aunque adentro de algún lugar tampoco me molesta.


En tus palabras: que quieres cogértelo con amor.


-¿Joderlo? ¿Te refieres a un joder de coger de hacer el amor?


Correcto.


-¿quieres decir que parece que le estoy acechando con intenciones romanticonas medio mariconas?


-Correcto.


-Ah. Ya les entendí.


-¿Nos?


Tuvo que reírse pues, era obvio que eso no había pasado jamás por su mente.


-Eres mi único amor, Byaku-chan.


Desdeñó el nombre y por poco la idea, pero ese sujeto no parecía el indicado para decirse a sí mismo lo que pasaba por su propia mente. En otro momento podía decirle “te lo dije”.


 


De Héroe a SuperHéroe.


H revela nuevo traje y nuevos poderes


Frustran asalto con rehenes superHéroe local


En vista del mundo Karakura. H, el héroe con superfuerza


Y esos solo eran los titulares de los periódicos serios. Ya había una docena al menos que empezaban a especular sobre si sería un experimento raro, un alienígena, un fantasma o incluso si en realidad sería hombre.


-¿Puedes creerlo, Byakuya?—le gritó desde la sala en la que bebía una cerveza—Escucha, “Entre las personas que fueron tomadas como rehenes durante el robo, comentan que H mencionó a una persona llamada Sakura. Las investigaciones solamente han conducido a una posible pareja”.


Si esa mañana había sido tranquila para ambos ya no más para Kuchiki que tuvo que ir a ver el periódico.


-No puedo creerlo.


-Esta gente—se levantó por otra cerveza—Por la forma en que lo dije lo mínimo era suponer que eras mi amante.


-¡Jagerjaquez!


-Tranquilo—le calmó, no quería otra golpiza como la última vez—Nadie sabe de ti.


-Si tienes que estar mencionando algo no te atrevas a mencionar mi verdadero nombre. Sería una vergüenza que me vincularan con alguien tan bajo y ridículo como tú.


-También te amo—concluyó sacando su celular por un video en vivo de un hotel cercano al mar que acaba de sufrir el choque de un tráiler—¿Por qué les gusta estar en llamas? ¡Byakuya, voy a salir ¿quieres algo?!


-¿Otro incendio?


-Sí, pero ahora en la playa. Deberías venir, estas muy pálido.


No fue que quisiera ir, sino que la fuerza extraordinaria del gigai de Grimmjow comparada con el suyo le dejaba en clara desventaja.


-¡Vuélveme a cargar como costal y me encargaré que no puedas ni salvar tu propia vida!


-No querías que te llevara de princesa.


-No quería venir.


Le dejó en la arena a unos 200 metros del edificio que estaba por derrumbarse.


-Pídeme un raspado ¿quieres? Esto estará que arde.


Kuchiki no quiso saber más. Fue a comprar un short y una playera ligera mientras se sentaba en la arena, mirando el mar y el cielo azul fusionarse a la distancia. Disfrutó esa calma producto de todo el alboroto que estaba del otro lado, a nadie podía interesarle un día soleado en la arena con un edificio a punto de caer. Decidió comprar ambos raspados mientras volvía el héroe.


Pasaron 15 minutos y ya con el otro postre derretido sacó el celular para ver esa transmisión en vivo.


-“Por fin parece que H ha sacado al último. ¡Oh!, lo ha arrogado un piso más abajo, donde los bomberos han atrapado a ese hombre. Otro gran éxito a manos de…” una explosión justo donde estaba Grimmjow. Mantuvo la calma. Le vieron después dando un gran salto al agua, lejos de las llamas. Guardó el aparato y dio unos pasos a que la marea tocara sus piernas. En la distancia le parecía que Grimmjow disfrutaba estar en medio del agua, como saludando.


-¡Deja de jugar y sal de ahí!—le regañó y comenzó a fruncir el ceño. Y confirmó su sospecha cuando dejó de moverse y desapareció de la superficie.


Tuvo que lanzarse al agua.


-Quieren saber otro inconveniente. Aquí les va: no sé nadar. ¡No me juzguen! Este idiota no me imaginó como un nadador.


Lo supuse porque vives en un desierto, eres un gato y… bueno, son todas.


-Es la peor excusa que he escuchado.


Cuando sacó a la playa estuvo a punto de quitar toda la máscara pero, por si acaso, la dejó a medio rostro, le abrió la playera y comenzó a darle RCP y, a unos centímetros de la boca, se detuvo. En su mente era importante salvarle pero no lo quería vivo si iba a burlarse de por vida. Intentó la otra maniobra nuevamente y al no ver resultados se revolvió en su lugar y dio la respiración de boca a boca, intercalando ambas acciones.


-Despierta, infeliz. Despierta.


Y como felino aferrándose a la vida cuando tuvo conciencia de oxigeno se aferró a él, atrayendo la cabeza de Byakuya y el oxígeno de su boca, después lo retiró y toció el agua salada.


-¿Cómo te encuentras?—cuestionó el noble, limpiándose los labios.


Respiró con más calma y respondió.


-Bien… estoy bien.


Byakuya se levantó, hizo su cabello hacia atrás y le dio la espalda.


-Me da gusto porque no volveré a salvarte nuevamente.


-Sí… Byakuya—respondió mirándole la blanca espalda que aún se movía un ritmo acelerado de nadar con velocidad, de darle primeros auxilios y un miedo oculto—Byakuya…


-No te atrevas a burlarte.


-No iba a hacer. Solo quería decirte algo.


-¿Qué?—cuestionó. Ciertamente merecía un gracias.


-Tienes unos labios muy suaves.


-¡Jagerjaquez, te dije!


 


-¿No comenzaras a ponerte serio, verdad?


Es necesario.


-Me siento como Superman… oye, te has relajado con eso de los nombres.


Es publicidad. Aunque aún tienes prohibido el nombre con T y K.


-Uhhh, eres un maloso.


 


Aun en lo más pequeño, en lo remoto, ha sido visto un dilema mundial. A lo largo de 2 semanas los actos heroicos de H han sido conocidos, así como su fuerza inhumana. Han empezado a tener miedo, no solo los malos, también los buenos. Con esos saltos, esos golpes y quizá más habilidades que nadie ha visto ¿Qué es? ¿Qué quiere? ¿Qué es capaz de hacer? ¿Cuándo llegará el momento en que  nos vea como algo inferior? ¿Cuándo? ¿Y qué haremos? La voz se corre en murmullos asustadizos, es como tener a Dios presente y amotinarse sin saber si escucha, si eso posible saber si lo que se dice le molesta, si siquiera discutirlo es malo. Caer en su gracia. La adoración ha empezado a inclinarse hacia el terror.


¿Qué deberían hacer?


¿Cuándo?


¿Y cómo?”


-Malditos desagradecidos humanos—criticó apagando la tele a ese documental. Hacía tres días que no hacían más que decir eso.


Al salir a caminar parecía  nada haber cambiado, seguían queriéndole pero sospechaba que lo hacían por obligación. Ninguno era sincero. Podía ser que tuvieran razón en que perdería la paciencia pronto.


Frunció el ceño y apuntó su mano hacia una multitud. Un cero bastaría.


-¿H?—le llamaron y un sonriente Ichigo fue a verlo—¡H! Me da gusto verte—luego cambio el gesto a uno dubitativo y con tintes tristes—Lamento mucho lo que han estado diciendo. No sé cómo pueden ser tan estúpidos si es tan obvio que no tenemos nada que temer de ti.


Su mano había descendido.


-¿Tú lo crees?


-Seguro. Entiendo lo que dicen pero no te han visto salvando gente en vivo, es obvio que te interesas.


-Ya no parece tan obvio. Creo que no obvio—corrigió.


-Entonces solo demuéstrales que no pueden definirte.


En su mente se vio mejor que ellos pero de otra manera.


-Lo haré—le devolvió una sonrisa—Debo irme.


-H—le detuvo—Si no funciona… por alguna razón. Yo sé que eres un héroe, al menos para mí…


Un héroe ante quien debía serlo.


No tendría que demostrar nada más.


-Con razón dijeron que parece algo romántico.


Volvió a levantar la máscara aunque el adolecente se había distraído en las pantallas de televisión de una tienda.


-Vaya… no sabía que tenías…


-¿Qué?—giró a ver el último chisme en los programas de moda. A él recostado en la playa besando a un sujeto que su largo cabello negro le cubría el rostro.


-Mierda. Te dije que quería besarlo en público pero no tan público.


Especifícate la próxima vez.


-No te juzgo. Está bien.


-¡No! ¡No, no es…! ¡Es…! Ah—no encontraba las palabras—Es pasajero. No era anda serio.


-Entiendo.


En cuanto se marchó el chico lo pensó bien. Un héroe que no es serio con los corazones humanos no puede serlo para otras cosas.


Nuevamente el termómetro de héroe había bajado.


-¡Hey, espera!—le dio alcance al ex shinigami—quería darte algo—urgó en su bolsillo y le dio una hoja—es un cupón. Vale por salvarte la vida en cualquier día del año y los miércoles es con 20% de descuento. Es una idea que estoy manejando.


Ichigo no pudo evitar reírse y se alegró que al menos podía ver la boca del otro que permanecía con la marcara alzada acompañarlo en la carcajada.


-No creo que sea buena idea—le informó.


-¿De verdad?


-¿Qué te parece si lo conservo como un cheque por un favor?


No le vio lo extraordinario de decir que sí. No veía lo extraordinario en las pupilas de esos ojos castaños cuando lo veía.  Ichigo nunca creyó en los astros, las lecturas de las manos, las profecías o extraterrestres, tampoco iba a la última moda, cantaba las canciones del momento o hacía fila para ver la última parte de una trilogía de vampiros.


-¿Puedo decirlo?


Adelante.


-Me cagas, Crepúsculo.


Lo único clásico y normal hecho en toda su vida fue enamorarse del superhéroe.


-Lo olvidaba—comentó Grimmjow.


Dio un brinco y quiso que el sonrojo desapareciera.


-Regla no. 8: da las gracias.


-Gracias por lo que dijiste.


-N-no, no fue nada.


-¿Quieres que te lleve a casa?


-¿Qué? No, estoy bien. Estoy bien.


-Bueno, como quieras…


-Ichigo, Kurosaki Ichigo.


Le temblaron las manos a la sonrisa del otro y soltó el boleto, en solo un momento se había vuelto algo muy preciado así que corrió a él pero fue devuelto de inmediato a la banqueta.


-Se supone que no debes cruzar la calle sin mirar a ambos lados.


-No venía ni…—no concluyó al ver su mano sujeta de la del otro. Se soltó con fuerza y ocultó el rojo rostro.


-Toma, te doy otro. Atrás te puse mi número.


Movió la cabeza en señal afirmativa, sin aun dejar ver lo avergonzado que estaba.


-Entonces… nos vemos, Ichigo.


Volvió a afirmar.


15 minutos después.


-Me dijo que iba conmigo a mi casa y le dije que no. Volvió, me tomó de la mano y yo lo suelto, me da otro cupón y ni le contesto o hago platica—suspiro de molestia—me puse muy nervioso.


Vio el papel azul.


Vale por un masaje de pies con posibilidad de una buena noche pasión.


Nota: no se dar masaje de pies.


Este programa es público y queda prohibido el uso para otros partidistas o de otra promoción personal.”


Sonrió. En su pecho albergaba un sentimiento indescriptible.


 


-¡Jagerjaquez, alguien nos fotografió! ¡Voy a matarte!


-¡No fui yo fue el que está escribiendo ahora… ahora… justo ahora! No, ya dejó de escribir.

Notas finales:

Gracias por leer.


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