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No-Hero por sleeping god

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Notas del capitulo:

Quise obligarme a escribir el otro fic que tambien tengo pendiente pero mi mente no pudo recordar como lo continuaria asi que finalmente me decide a mejor subir en este.

Por fin, introduzco una frase de Deadpool asi que espero sea de su agrado el capitulo.

“¡Si no estuviera tan inseguro de mi virilidad, te besaría!”

Deadpool

 

El mundo podía lucir inmenso desde abajo, desde su posición. Aunque ni subiendo a los cielos se imaginaba poder abrazarlo contra su pecho, en el espacio, dentro de su corazón.

¿A quién le interesa el mundo? Un mundo, solo uno. Ese es el que importa. Compuesto por tierra, cielos azules y estrellas, cientos de ellas, y dos personas. Era probable ¿no es verdad? Lograr rodear con ambos brazos ese conjunto y no soltarlo. Se movería un poco, es verdad, pues lo apretaría con tanta fuerza que lograría cambiarlo.

Solo un estúpido hubiera pensado con todo su corazón “cambia un mundo”. Que tonto.

Aun así, se preguntaba: ¿Podemos intentarlo? ¿Puedes?

 

Vaya que el mundo es grande, pensaba el héroe mientras volvía del otro lado de este. Ayudando a los gobiernos y pueblos a mejorar sus condiciones de seguridad, de vida, evitando desastres, dando la mano y siendo recibido en ovaciones. Su espalda no aguantaría un manotazo más ese día, tampoco su estómago otro plato de frijoles y tortillas, aunque podía tolerar otra cerveza, se decía con una sonrisa agotada pero conforme.

Volvía arrastrando los pies, sintiendo en las botas la arena acumulada y quizá uno que otro bicho. Si se mantenía andando era por el caballito de tequila que bebió antes de marcharse y eso que llevaba en la palma de su mano, que acariciaba con recelo su lisa superficie.

Dio un salto a la casa de Ichigo. Agotado o no, quería mostrarle el alacrán encapsulado en ámbar que le había traído de Sonora.

 

Al día siguiente fue a Terranova y Labrador a ayudar con las labores de rescate por la fuerte lluvia vivida hace unos días, regresando pasó rápidamente a las Cataratas, se tomó algunas fotografías con la multitud y volvió con una botella llena de agua del Niagara. Le pareció que sería un gran detalle para llevar al chico-fresa.

En Rejastán consiguió opio de vuela calidad y totalmente gratis, pero el jovencito no lo aceptó para nada.

En Chikotka le llevó un gorro ruso a pesar de ser verano. Ya lo usaría.

Por otro lado, Kurosaki se divertía con las historias que le contaba de cada viaje a pesar de casi siempre ser tarde en la noche. Ocultando sus bostezos o simplemente bajando por un par de tazas de café mientras platicaban sentados en la cama de su alcoba. Y Grimmjow no hacía más que invitarle a que fuera con él alguna vez, pero el joven se negaba a ser abrazado y llevado en brazos.

En un acto de broma, Ichigo le encargó una llama al ir a Cuzco. Luego tuvo que obligarle a devolverla pues no esperaba que lo tomaran enserio.

A H nada le costaba traerle cosas e irlo a ver, sinceramente no involucraba mucha de su fuerza el mundo humano. Era demasiado fuerte, nadie podía hacerle frente. Excepto…

-Jagerjaquez—… Byakuya y sus teorías.

-¿Qué?—respondió mientras volvía a cambiarse de traje. En realidad eran iguales.

-Claro que no. Mira, este es negro petróleo y el otro es más opaco.

-Irás con Kurosaki, ¿cierto?

-Sí, conseguí un trébol de 4 hojas en Dublín. Se lo llevaré y saldremos al cine.

-¿De verdad no has pensado que te…?

-¡Ya vas a empezar! ¡Es mi amigo, mierda! ¡Tú fuiste el primero en decir que fuera sociable, que la gente no es solo para ser lanzada 20 metros sobre el suelo, que tuviera amigos y ahora que tengo quieres que me los coja!

Kuchiki suspiró apunto de resignarse pero quería que ya notará sus propios sentimientos.

-¿Cuándo estas con él tienes la máscara levantada?

-Casi todo el tiempo.

-Ponte a su altura durante la película.

-¿Para qué?—respondió de mala gana, guardando la cartera en su bolsillo y pasando al costado del noble, hacia la puerta.

-Sólo hazlo.

-Ya me voy—anunció con molestia. Bien sabía que insinuaba Byakuya, quería lograr que manteniéndose a la altura del otro le besarán. No estaba interesado, además eso lastimaría a Ichigo pues le daría esperanza y él no quería eso.

-No me gusta. No estoy enamorado de él—se afirmó sin usar sonido, esta vez caminando como un ser humano normal vestido de negro.

De un momento a otro no podía sacarse la cabeza las teorías sin fundamento de Byakuya. Logró que su mente le molestara, ahora iba con el ceño fruncido, las manos empuñadas, le temblaba la mandíbula de enojo incluso. Estaba encabronado con Byakuya. Antes se reía de su teoría mas ahora Ichigo era su amigo, que aunque estaba consciente de que le gustaba, no quería herirlo y por ello no entraba ya en ese tema. Había abandonado la estrategia de enamorarlo y se comportaba como héroe. Iba a sacar gente de los ríos, levantaba trenes en sus hombros, destruía armas nucleares para evitar guerras,  detenía tanques con solo sus dedos ¡Era un maldito héroe! No requería herir a Ichigo siendo su novio falso. Era innecesario y molesto que insistieran en ello.

Gruñó justo frente a los cines.

No, Byakuya no quería lastimar a Ichigo. Él de verdad creía que tenía algo en el pecho que no le pertenecía y debía ser entregado a su dueño.

-¿Quién diablos se cree?—bufó.

-¿Quién diablos se cree quién?—preguntó Ichigo, llegando por la espalda para lograr que diera ese brinco.

-Mierda… no hagas eso.

-¿De quién hablas? ¿Es de mí? Sólo ha pasado un minuto de la hora que acordamos—se enojó pues siempre le recriminaban cualquier cosa para fastidiarlo.

-No… hablaba de Byakuya, él… no importa. Vamos—prefirió evitarlo. Concentrarse en el chico, en ese que lucía el cabello más largo de lo habitual, quizá se lo cortaría el fin de semana, usando esa sudadera color otoño con los puños un poco maltratados, cargando en su cinturón un paraguas para una persona, era negro y le pareció ser la espada de un shinigami. También supo que llovería por el olor y la mirada chocolate del otro que observó el cielo.

-No lo estoy, no lo estoy ¡que no lo estoy! ¡De ninguna manera! ¡No quiero! ¡No quiero!

Hace rato que no digo nada de eso.

-Pero ya estás en ello ¿crees que soy idiota? Estoy embobado. ¡Mírame! ¡Mírame! Parado en la caja sin sacar el dinero y con Ichigo ya dándose cuenta que estoy en la luna.

Estás en la luna por hablar conmigo. Yo no he dicho nada de nada.

Pagó los boletos y compraron palomitas, intentando pasar lo más desapercibidos posibles en un jueves sin muchas personas.

En la sala se prendió el aire acondicionado a pesar de sólo haber una docena de asistentes. Se sentaron en el centro de la parte alta, donde el frio era mayor, no hubo queja de Ichigo pero Grimmjow vio el acto de cerrar bien su suéter. Le pareció que le gustaba ese suéter, el color, la forma en que envolvía el cuerpo del otro, las manos que salían de el y hasta el material. El pecho le dio un golpe en la cabeza y la furia regresó a sentarlo a su lado.

Comió palomitas junto con sus maldiciones.

Tenía plena atención en los latidos de su corazón, acompasados, rítmicos, casi caribeños. La película era ignorada. Todo lo demás era secundario. Alguien podría bailar con su música.

-¿Qué tienes, H?—le preguntó Ichigo pues ha estado martillando con sus pies el piso, haciendo que la sala entera tiemble.

-Nada… solo estoy… enojado—respondió arremolinándose en su asiento. No podía ocultarlo a su cuerpo, sino a otros. A quien fuera, a todos… no, a ellos.

-¿Qué creen saber tú y Byakuya? ¡Bah! ¡¿Quiénes se creen?!

Tranquilízate. Ya no te estoy diciendo nada.

-Lo piensas. Todos lo piensan. Lo esperan mientras leen las líneas, al filo de la silla, evitando leer cosas innecesarias solo esperando leer gemidos, besos, palabras bonitas y esas mierdas. Yo no… yo no…

-Salgamos. Quizá un poco de aire te calme—propuso Kurosaki, tomándolo por el brazo.

-No tienen razón. No pueden tenerla.

Vamos, tranquilos. Estás sudando. Ya he parado con ello.

No es tu voz. No es mi cabeza es… ese maldito suéter.

Fuera llovía, pero Grimmjow insistió en salir y poner el rostro ante las gotas. Duro poco pues el shinigami desenvainó su espada y la convirtió en algo para proteger; en un paraguas.

-¿Estás bien?—preguntó el chico.

-Te luce muy bien ese suéter. Ese color. Que sea tejido, que el cuello sea en V y tenga botones y las mangas un poco largas. Te luce bien—confesó para calmarse. Aunque el otro no entendió el comentario.

La lluvia paró de pronto.

Grimmjow sacó un cigarro y comenzó a fumarlo.

-Es lo que estás haciendo, ¿verdad? Debe ser pesado. Ir de un lado a otro, salvando a tantos, viendo tanto. Si, debe ser muy pesado.

-Es muy grande—dijo Grimmjow, recordando lo enorme que se le hizo el mundo y lo pequeños e insignificantes que eran los humanos y sus problemas. Lo grande que era Ichigo justo ahora, observando el humo subir pensando en palabras de consuelo que hiciera ese mundo caber en un bolsillo.

-Puedes hablar conmigo cuando quieras. Puedo acompañarte si eso te ayuda. También puedes rechazar algunas misiones, nadie debería ni debe decirte nada. Está bien descansar. Es eso, debes descansar—afirmó Ichigo, dando una sonrisa complicada de sacar. En su lógica, en la forma en que llego a actuar, debía ayudar porque tenía la capacidad de hacerlo, ser egoísta traía sufrimiento a otros. Pero el participó en guerras de dos bandos, el bueno y el malo, el enemigo siendo obvio; no era tan fácil el mundo humano, cientos de miles de problemas en todos lados, las líneas eran difusas, las muertes ocurrían a cada momento y las almas partían. Justo ahora alguien podría estar necesitando un héroe y aquel únicamente deseaba dar un respiro y fumar un cigarro ¿Eso era tan malo?

-Sí, eso debe ser. Volveré a casa—dijo H, apagando el tabaco en su suela, devolviendo una sonrisa también forzada y tomando el hombro del chico. La suavidad del suéter no era la gran cosa. En realidad, ni siquiera le gustaba ese color. Entonces…—nos vemos mañana.

 

Entonces el otoño solo es otra época donde llueve menos y el cielo luce estrellado.

Ya era otra estación de un día a otro.

No podía notarlo pues desde el día anterior estaba frente a la TV, viendo películas que sin saberlo o estudiarlo eran románticas, comiendo helado de un bote de litro, estando en pijama y luciendo patético contra su voluntad.

-Jagerjaquez, al menos date una ducha. Saldrás esta noche, ¿no es verdad?—cuestionó Byakuya, sentándose a su lado.

-Sí… me bañaré mas tarde—respondió sin animo. Dio otro bocado—¿Crees que se quede con el sujeto que le regala el mundo o el que dijo “te daré una estrella”?

-Eso es irrelevante.

-Ambos son imposibles. Lo sé, pero cuál escoges.

Kuchiki rodó los ojos. Le quedaba horrible a su inquilino la indecisión del enamoramiento.

-No has salido en misiones hoy. Debiste ir a Ecuador.

-Muy cálido.

-A Tasmania.

-Muy Warner Brothers.

-Y a Seattle.

-Soy un héroe no Dios. No puedo salvar ese lugar. Nadie puede.

-El caso es que siempre sales a hacer algo y hoy no lo has hecho. Escucha…

-¡No quiero escuchar más de esa mierda!—le gritó, tomando la colcha y ocultándose con ella.

El noble se inclinó sobre la cama para hablarle a través de la tela.

-Solo observa bien, pon atención. Quizá encuentres algo que no habías notado.

 

Negó todo consejo de su casero. Yendo por el lado contrario le dijo que acabarían de ver la película y se verían dentro del cine, a oscuras, sin posibilidades de seguir lo dicho por Byakuya. No desea ver nada en Ichigo. Aunque su mente volviera con ese ritmo caribeño a golpetearle el pecho, ahora más cerca del estómago y, al llegar Kurosaki a su lado, bajando por el vientre.

-Es suficiente. Estoy harto de que narres lo que me pasa.

Es mi trabajo ¿Qué se supone que narre? El clima, por favor.

-Eso hacen todos los escritores. Narran el clima, es importarte, detallan las calles, dicen que tan grande tienen los senos las mujeres, también.

No soy Bukowski.

-No narrarás más mis pensamientos.

¿Quién va a impedírmelo?

-Yo lo haré. ¡Mírame exteriorizar lo que pinches pienso!

-Ichigo—pronunció en la oscuridad— ¿Quieres besarme?

El adolescente se tornó en un tomate maduro que rehuyó en su asiento.

¿De dónde salió eso? Se preguntó… siendo sincero, nos preguntamos.

Grimmjow debía demostrarse que nadie podía decirle qué sentir, cuándo sentir, por quién sentir. Todas esas ideas y teorías sobre ese chico y él estaba equivocadas y lo haría haciendo que Ichigo hiciera su mejor intento para convencerlo.

Sinceramente estaba demasiado enojado para pensar siquiera por qué estaba tan molesto con el mundo entero por decirle que quería a ese niño. Era un niño apenas, un varón y un asqueroso shinigami que deseaba destrozar. Le caía bien, también.

-Vamos, bésame—le repitió e Ichigo no podía creerlo, pensando qué pudo delatarlo en sus sentimientos. Quizá fue que siempre estaba disponible para verlo a la hora que fuera, el que lo tocara cada vez que pudiera, el que se sonrojara ante cada presente que le traían, el que recordara cada uno de las anécdotas que le dijera o que de vez en cuando tuviera que correr el baño a vomitar por sentir que tanta cercanía lo mataría al ser solamente una ficción. Se tuvo que armar de valor y lanzarse a los labios de quien parecía retarlo, diciéndole “Sé que me quieres, no es mutuo pero tienes una oportunidad de intentarlo. Vamos, hazlo, enamórame con un beso”; pues bien, no perdería esa batalla a pesar de jamás haber besado antes.

En realidad, el beso fue torpemente depositado en los labios del pantera, quizá hasta con demasiada fuerza, en movimientos tontos mientras le abrazaba con ligereza el cuello. A nadie podría enamorarle semejante beso patético. Pues bien, al menos debía darle un premio de consolación. Cerró los ojos y puso sus manos en la cara de Ichigo para responder con sus labios, succionando los del otro, metiendo un poco la lengua, haciéndole ladear la cabeza para poder robarle el aliento e ir bajando las manos por el cuello, la espalda y hasta la cintura, introduciendo más su lengua, jugando con la del otro, escuchándole gemir, sintiendo como involuntaria se pegaban más a él y como le permitía acomodarse sobre sus piernas hasta que rozaron algo que no sabía que tenía: una erección. Debía detenerse así que sacó su lengua y dio un corto beso en los labios cerrados.

-¿Qué tal?—preguntó Jagerjaquez, habiendo olvidado que el juzgado era otro.

-…Bien… muy bien…--descendió de las piernas del héroe sintiendo un extraño hormigueo en el vientre bajo y una vocecilla que se tranquilizaba como si hubiera estado en peligro que algo más que un beso.

-Necesito aire.

-Igual yo—antes de abrir la puerta Grimmjow supo que aún tenía la erección, así que  apenas la abrió le dio la espalda y mencionó que iría antes al baño, al cual llegó usando sonido.

-Muy bien… ¿esto de donde carajos salió?—cuestionó a su miembro levantado, notándose en la tela del pantalón—Debes bajar ahora mismo. No tenemos tiempo de manualidades—ordenó aunque eso no le calmaba para anda.

Suspiró, debería hacer algo rápido así que entró en un cubículo y sacó su miembro que empezó a masajear sin real interés.

Su mente voló a lo que había pasado hace unos segundos y no pudo más que sentir nuevamente el cuerpo de Kurosaki y sus labios sobre los suyos, la lengua torpe, los brazos rodeándole el cuello y, algo más, quizá inventado por su imaginación, las piernas subiéndose en su cuerpo, acercando el trasero a la erección nacida sola, sobándose sobre los pantalones. Cerró los ojos y abrió la boca, apresurando su mano; ahora de la boca de Kurosaki salían gemidos, él le bajaba los pantalones y rosaba con el glande entre las nalgas; volvía al joven más obsceno y caliente, su erección se hacía más dura y sus manos no podían estarse quietas, tenían que tocar la piel de ese joven y obligarle a abrir las piernas, a recargar el pecho en su rostro para dejar el trasero al aire y sentarlo lentamente, abriéndose paso entre jadeos que no provenían de otro lado más que de su boca.

Abrió un momento los ojos y se golpeó la cabeza en la pared del cubículo, nunca antes había estado tan excitado mientras se masturbaba y deseaba verse pero tampoco quería perder la imagen mental, por lo que se obligó a cerrar nuevamente sus ojos y concentrarse en los olores, sonidos, texturas, temperaturas y esa visión imposible del shinigami gimiendo mientras subía y bajaba en él, haciéndole formar un ducto con su mano y fingir que lo penetraba. Se quitó la máscara pues estaba sudándola, desesperándose de que quizá no se vendría si no era dentro de alguien, requería algo más que su mano. Siguió en ello pero tomó su teléfono y sin pensar marcó el número de Ichigo, quería que viniera al baño y sin pensarlo lo lanzaría contra los azulejos para penetrarlo sin piedad.

-¿Estás bien?—fue lo primero que respondió el pelinaranja después de 15 minutos de espera.

Eso enfrió un poco al héroe que, en segundos, se recriminó las horribles ideas de hacerle algo hasta que gritara, ya fuera de gusto o de dolor, hacia unos segundos le habría importado poco.

-Sí… voy… en un minuto—respondió, colgando para sentarse en el baño y terminar su labor, esta vez solo concentrado en venirse.

Al salir estaba avergonzado de su comportamiento aunque nunca antes había sido así, ya fuera masturbándose tras unos árboles o bien mientras Aizen los hacia reunirse en aquella mesa donde nadie podía ver que hacia bajo ella.

Salió a la noche a enfrentar a Ichigo por las torpezas de ese día y el anterior. Y le descubrió con una mano alzada al cielo, trazando figuras de puntos, diseñando el cielo a su gusto.

Dio una risa a que ese niño fuera capaz de cambiar el universo con un dedo. Alzo los ojos a las estrellas, creyendo alguna vez que estas cumplían deseos pero no era así,  lo había aceptado y bajado los ojos a la tierra. Pero con Ichigo las estrellas eran meras mensajeras de algo más que les daba forma y hablaba a través de ellas.

Dios ha muerto, se dijo de manera literal, lo vio con sus propios ojos. El shinigami ahora era Dios. Sintió un escalofrió recorrerle al pensar eso pero no pudo descifrarlo pues se detuvo a mitad de su columna.

-Ichigo—le llamó y el chico dejó el firmamento.

-Pensé que te habías ido. Me eché la culpa por hacerte caso. Ahora tengo miedo pero ya no nauseas, creo que es un avance. Lo que quiero decir es que… me sentiría peor jamás habiendo hecho nada y te agradezco que me obligaras, aunque también debo entender si tu… si tú dices algo que no quiera escuchar.

Grimmjow estuvo a punto de preguntarle qué deseaba escuchar mas se detuvo, remojó sus labios con la lengua, dándose cuenta que tenía puesta toda la máscara asi que la levanto hasta su nariz, para hablar con sinceridad.

Debía ser firme y decirle.

-¿Qué? No tengo ni idea. Primero me negaba a lo que fuera, después me lo quería para darle duro contra el muro y ahora me dices que lo tengo todo muy claro. ¿No has entendido nada? ¡No tengo la menor idea!

Lo siento, esta vez es tu problema.

-Vete al demonio.

Gruñó y… me dio la espalda. Ay, que maduro.

-Cállate.

-Nadie me dice qué diablos se supone que sienta, ni tú, ni Byakuya ni este cabrón.

-¿Qué cabrón?

-Nadie. Solo yo y… y la verdad es que ni yo mismo me lo digo. Lo que quiero decir es que… es que…

-Lo que él dijo sonó súper genial y yo no puedo ni decir algo congruente. No voy a perdonarte si no sueno al menos, ya de perdido, interesante.

Es tu culpa. No tienes ni idea.

-Puede que tengas razón.

-No lo sé—fue lo que dijo.

El pelinaranja retrocedió.

-¿Cómo que no sabes?

-Sí, no sé. No entiendo nada de nada.

-Esa no es una respuesta.

-Claro que sí.

El menor frunció aún más el ceño y le pareció que era lo peor que le pudieron haber dicho, ni siquiera el valor de una respuesta firme, una gran cobardía ante los sentimientos, casi un vacío. Por un segundo recordó a otro héroe falso y se sintió igual de mal que cuando supo que era ese ser sin corazón que siempre fue.

-Grimmjow—dijo agachando el rostro.

El nombrado abrió la boca sin emitir sonido, pudo haber gritado pero permaneció congelado por segundos hasta lanzar sus manos a la parte posterior de la máscara, intentando atrapar cabellos azules que le hubieran identificado mas no había nada. Se revisó de los pies a al torso en busca de su delator y, al no encontrarlo, fue la pose de desesperanza de Ichigo la que pareció relacionarlo, ya lo había visto antes, cuando le probó que no era ningún héroe y ahora, probándole que no tenía ningún sentimiento. El mismo, así era Grimmjow. Se le estrujó el alma al verse reflejado siempre de esa manera, pero ahora tenía una máscara y era H.

-¿Tienes algo que hacer mañana?—cuestionó con seguridad, teniendo las manos temblorosas tras el cuerpo.

-¿Qué?—preguntó Ichigo, sacando de la mente el cuerpo de Grimmjow que habría encajado en el de H.

-Mañana harán un desfile en Kyoto. Me aviso mi teléfono con esas aplicaciones casi inútiles y que a veces hasta entran como virus, pero ese no es el punto. Mañana habrá ese desfile y si no tienes nada que hacer podríamos ir juntos.

Hubo un silencio.

-Es una cita… más bien, te estoy pidiendo una cita—corrigió con la garganta seca. Se les acumularon unas ganas increíbles de orinar al mismo tiempo que se le revolvió el estómago cuando los ojos marrones se clavaron en los suyos.

-Suena bien.

-Pasaría por ti… a las 6 ¿Está bien?

-Seguro.

-Excelente. Es una cita, saldremos los dos y nos divertiremos y… ya no es como amigos, ¿de acuerdo? No quiero ser nada tuyo… bueno, no tu amigo…

Kurosaki quería reírse pero no debía, entendía ese nerviosismo, los latidos que golpean las cienes, la lengua suelta y el cerebro desconectado de esta, los pies que quieren correr pero los ojos que desean no dejar de mirar. Le había dicho que no estaba seguro pero le parecía ser querido por H y eso le hizo inmensamente feliz.

-Nos vemos mañana—dijo algo con sentido Ichigo y se atrevió a besarle la mejilla para marcharse.

H se quedó quieto a pesar de ya no verlo a la distancia. Tocó su mejilla en un ridículo acto de incredulidad.

¿Tan grave sería estár enamorado?

 

Byakuya supo que Grimmjow había ido a Quebec por el congelamiento de la puerta una industria, donde los trabajadores quedaron encerrados. Sin embargo supuso que acabo con el trabajo pronto pues de su habitación venía una canción de Counting Crows, Accidentally in love, a un volumen no de borrachera, sino de liberación. Se felicitó a sí mismo y entró triunfante al cuarto, quería ver a ese hollow rebosante al fin de felicidad, quizá planeando una cita y hasta la manera de encararlo con su verdadero rostro, olvidando la venganza y dejando la facha de héroe para estar al lado de aquel chico. Tras la puerta se emborrachaba y lloraba el patético arrancar, ahogado en la pena del sentimiento irracional que hacia exactamente lo que había pensado Byakuya pero que a él no le hacía feliz olvidar su venganza y ser solamente el novio de aquel chico. Maldijo estar enamorado.

-¡¿Cómo mierdas puedes ser tan complicado?!—le sacaba siempre de su calma. Era peor que un cangrejo, por cada paso retrocedía veinte.

-Cállate… y pásame aquella cerveza.

-No—respondió firmemente Kuchiki, alejándole la botella de ron—Esto es frustrante. Deberías estar contento: tú lo quieres, él te quiere, ya es bastante milagroso que alguien quiera estar a tu lado y lo primero que haces es deprimirte.

-Un amigo de verdad de dice esa clase de cosas ¿verdad? Que es un milagro que alguien quiera estar al lado de uno.

Digamos que sí. Quiero decir… algunos darían palabras de aliento pero… ¿sabes qué? Sí, esos son los verdaderos amigos.

-Este no era el plan…—refunfuñó en lo bajo—… yo no debía volver a rendirme ante él. Además… además…—no quiso decirlo porque en voz alta sería real.

Ichigo amaba a H, no a Grimmjow. Y Grimmjow era un cobarde, mientras H era un héroe. Un héroe ama a la humanidad, un cobarde ama a un chico. Fin de la historia. Todo estaba mal.

Byakuya maldijo sin estar muy seguro que pasaría por la mente del peliazul. No era solo depresión post-enamoramiento, había algo más en esa mirada al piso.

-Hay otra regla: no puedes romper nunca un corazón. Eso es muy malo.

El pantera le vio con frustración.

-Ahora arréglate. Seguramente saldrás con él y por eso estás así. Tienes que ir.

-Le avisaré. Así no romperé su corazoncito—se facilitó, tomando su máscara y queriendo ver en ella su verdadero rostro.

-Hazlo. Pero aun así debes ir.

-¡Daré una buena excusa! ¡No romperé su corazón!—le gritó, arrojando la máscara a la cara de su casero que no tuvo dificultad en atraparla.

-Hablaba del tuyo—pronunció devolviéndosela y marchándose.

Un corazón en mis manos, se dijo. Alguien había tenido el mismo pensamiento en la noche y no lo supo pero sintió lo mismo.

 

Fueron al festival solo unos minutos antes de salir corriendo. H llamaba mucho la atención y aunque trató pasar desapercibido con Ichigo no lo logró. Normalmente se habría dado a la gente, hubiera hecho su papel de héroe social, mas solo quería ver a Ichigo que lucía muy bien en kimono color plata, con el cabello un poco largo y son esas puntas de los dedos trazando un circulo en su antemano mientras lo llevaba de la mano. La humanidad debería entender que ya no deseaba fumar un cigarrillo y relajarse, había cambiado a que un shinigami dibuja constelaciones en su cuerpo.

No podía ser tan malo estar enamorado.

-Se supone que nadie te vea conmigo. Los enemigos siempre atacan a los seres queridos.

-¿De qué hablas?—regañó Ichigo—No he visto que ocultes a Byakuya.

-Me harían un favor si lo atraparan.

-¿Entonces me mantendré oculto o también usaré una máscara?

-Podrías ser mi ayudante. Vestir de gris—se burló.

Detuvo con fuerza la mano que sostenía. Figuró en el cielo pequeños mundos del tamaño de canicas que podría dominar y poseer. Podía cambiar esos mundos.

-O tú podrías ser mi ayudante, después de todo yo te enseñé a ser un héroe.

-¡Ah! ¡Si yo hago todo el trabajo!—fue Ichigo quien se detuvo entre los árboles secos y se puso de puntas para besarlo. Le seguía sorprendiendo la voluntad de ese niño aun contra su propia vergüenza. Le devolvió el beso acunándole la cabeza, sin que nadie los viera. En el fondo sabía que atacaban siempre a quienes más se quiere. Y a él lo quería más que nada el mundo. No había sonado enserio pero con esa platica quiso dar a entender una confesión de que le importaba.

Buscó mayor soporte por lo que lo arrinconó contra la madera, pasando sus manos a la textura rugosa de este, acariciándolo un poco hasta volver a las caderas del joven que dejó escapar una sonrisa, sin abrir los ojos, y un comentario entre dientes.

-Estoy muy feliz.

Podía ser perfecto estar enamorado.

Tan perfecto que…

 

-Byakuya—sollozó, acostándose en la cama del noble a mitad de la noche, abrazándose a este que despertó de un salto, queriéndolo alejar.

-Eres un pervertido, metiéndote a mi cama…

-Lo soy, lo sé.

-¿Ahora qué? ¿Lo dejaste? ¿No correspondiste a algo?

-No, lo hice perfecto—contestó haciendo mayor drama.

-¿Entonces?

-Soy un hombre maduro. Tengo necesidades. Tengo muchas, repetidas y en varias posiciones de estas necesidades.

Kuchiki primeramente se separó de aquel.

-Tendrás que ser paciente. Es muy joven en realidad.

-No es eso—se hizo rosca en la cama—Es peor.

Recordó como terminaban ese beso, los labios rojos de Ichigo, el yukata descendiendo de sus hombros, la mirada acuosa y la pronunciación de su letra.

-Tienes que controlarte. Piensa que no eres un perro que con el olor basta. Cuando esté listo podrás hacerlo.

Grimmjow levantó una mano y un dedo, señalando a las estrellas. Quería más que nunca en su vida cumplieran deseos.

-Ese soy yo normalmente.

Byakuya no entendía nada.

-Y este soy yo con Ichigo—bajó el dedo, dobló el codo y tiró el brazo en la cama.

El noble prendió la televisión para evitar el silencio y soportar una carcajada.

“Miren esta flacidez, no es solo aquí, también por acá. Es soso, de mal gusto y completamente inútil. Nadie desea que le vean así. Con el nuevo y remasterizado shake weight podrá decirle adiós a esa vergonzosa parte blanda y caída para…”

-Basta, por favor, basta. Lo han entendido… estoy seguro de que sí.

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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