(POV D.O)
En cuanto escuché esas noticias, todo mi mundo dio una vuelta completa de 360 grados. Repentinamente todo se puso de negro y no pude escuchar nada más.
El sonido familiar de las maquinas del hospital checando mis signos vitales se hicieron sonoras. Abrí lentamente los ojos y me encontré con un blanco techo y grandes ventanales. Este escenario se me hacia realmente familiar al de la última vez.
Pero algo estaba mal. Volteé a todos lados pero no encontré ni rastros de Jongin.
El pánico me cundió. ¿Me había abandonado ahora que estaba embarazado? ¿Ya no me quería porque iba a tener un bebé suyo?
Gracias a haber sido un paciente con antecedentes de depresión y pensamientos suicidas, el temor se apoderó de todo mi cuerpo.
Me levanté rápidamente no importando que el montón de maquinas se pusieran locas al perder la fuente de mis signos vitales. Arranqué el cateter y los puntos nasales que tenía puestos. Rebeldes y desesperadas lágrimas caían de mi rostro abundantemente.
Al fin y a cabo ¿Para qué había sobrevivido antes si mi salvador me dejaba solo? ¿No sería mejor irme del mundo para no ser una molestia para nadie? Si esto estaba pasando era porque tal vez mi madre desde el cielo me estaba dando señales de quería de la acompañara.
Realmente no había superado la depresión y los pensamientos suicidas. Si no que había recaído.
Comencé a gritar mientras lloraba fervientemente, tirando todas las cosas que estaban a mi alcance. Me mantenía buscando algún objeto punzo-cortante para terminar con mi vida.
El florero a lado de mi cama fue mi siguiente objetivo. Siendo roto inmediatamente por mis manos y los pequeños pedazos siendo esparcidos en el suelo.
Las lágrimas no me dejaban ver bien, por lo que tropecé con una silla que se encontraba enfrente de la mesita en donde anteriormente se encontraba el florero y caí encima de todos los pedazos rotos. Buscando un pedazo, lo suficientemente grande como para que me sirviera de alivio al dolor de ser abandonado por la persona a la que más amaba en este mundo y que se había convertido en mi razón de existir.
Actué egoístamente sin pensar por un segundo en la vida que se desarrollaba en mi vientre.
Al encontrar un pedazo óptimo, lo llevé inmediatamente hacia mi arteria yugular, aún llorando amargamente y despidiéndome del mundo, pero como antes fui interrumpido por un montón de enfermeras y doctores que me agarraban para que no tratara de acabar mi vida.
-¡Déjenme! ¡NO quiero vivir sin Jongin!
Seguía forcejeando con ellos mientras ellos intentaban vanamente el hacerme razonar hasta que una voz familiar se escucha.
-¡Kyungsoo!
Jongin se acerca corriendo a mi, apartando a todos los médicos. Mis ojos se abren en sorpresa sin saber exactamente que estaba pasando. ¿Acaso no me había dejado?
Mi situación era deplorable. Mis piernas sangraban por la incrustación de algunos pedazos y mis dedos igualmente sangraban por haber sostenido el pedazo de vidrio que ahora yacía en el suelo.
-¡Mi amor! –Jongin me abrazó y pude dejar de sentir la frialdad del ambiente al ser reemplazado por el fuego ardiente que emanaba de cálido abrazo de Jongin.
-¿C-cómo…? –Mis palabras salían entre tartamudos y sollozos. –Pensé… q-que te habías ido…
Jongin se alejó unos cuantos centímetros para observar mi rostro. Su semblante estaba lleno de culpa. –Perdón Kyungie, salí un momento a buscar algo de comer. No debí de haberte dejado solo. Perdóname. –dijo igualmente llorando.
Definitivamente yo era un estúpido. Haber dudado del hombre que me mira con admiración y cariño fue un gran error.
-Yo nunca te dejaría solo. Eres mi todo Kyungsoo, igual que ese hermoso bebé. –dijo sonriendo aún con la cara mojada por llorar, mientras acariciaba mi mejilla.
-Lo siento Jongin…. Siento haber sido tan desconfiado. –dije abrazándolo.
-Todo esta bien Kyung. No te preocupes… Pero hay que curar esas heridas. –dijo preocupado tratando de ayudarme a parar. El puso su mano en mi cadera y puso mi brazo sobre su hombro pero al intentar dar el primer paso, un dolor punzante recorrió desde mi vientre hasta la punta de mi espinilla, haciéndome doblar y soltando un gemido de dolor.
-¡Kyung! –dijo Jongin aún más preocupado que antes.
Yo no podía realmente hablar o pensar en nada más, porque ese dolor me estaba matando interiormente. Lo más extraño fue que sentí como si me estuviera orinando y no pudiera controlar mi vejiga o lo que fuera que estaba saliendo de ahí.
Entre los médicos pude distinguir a Seung Hyun quien al ver el líquido carmesí saliendo de mis dos piernas, manchando el piso y la bata del hospital, se acercó corriendo a mi persona, hizo que Jongin se retirara de la habitación y ordenó a las enfermeras que inmediatamente me subieran a la cama para ponerme un nuevo catéter y de ahí en adelante todo se puso negro de nuevo.
(POV KAI)
Debo de admitir que el escuchar la noticia de que tendría un hermoso hijo/a con Kyungsoo me dejó muy asombrado y sin palabras al principio por que si lo pienso fríamente, habían varios obstáculos que tendríamos que superar al querer criar un bebé.
Mi padre era uno de los mayores, el padre de Kyungsoo, debíamos tomar en cuenta de que aún éramos estudiantes. A Kyung le faltaba un dos años para graduar y a mi tres, contando este año.
Eran demasiados problemas, pero solamente el pensar que una pequeña criaturita, que era el resultado de nuestro amor, se estaba desarrollando en el vientre de mi Soo, me hacia olvidar todo y me daba ganas de luchar por lo que sería mi familia.
Al contrario de mi caso, Soo no se lo tomó tan calmadamente porque luego de escuchar la noticia, este se desmayó en el consultorio y lo tuvieron que internar por todo un día.
Todo el tiempo me mantuve a su lado, preocupado, agarrando su suave mano, esperando a que despertara y de esa manera ponernos de acuerdo para ver de que manera podríamos solucionar el problema sin salir tan repercutidos. Aunque realmente yo no lo llamaría un problema si no una bendición.
De tanto ajetreo se me había olvidado llamar si quiera a nuestros amigos cercanos, porque realmente no quería apartarme de su lado. Pero luego de que hubieron pasado varias horas, Seung Hyun me instó a ir a comer tan siquiera un sándwich en la cafetería del hospital.
Lo dudé por unos momentos porque no quería dejar sólo a Soo, por eso de sus antecedentes, pero me dije a mi mismo que solamente serian unos minutos.
Nunca me arrepentí tanto por ir a comer como ese día. Realmente pude haber aguantado más mi hambruna sin morir, pero fui un idiota al sucumbir a mis necesidades carnales.
Porque cuando regresé me encontré con la peor escena de mi vida. Esa escena que se repetía por segunda vez. Un Soo tratando de quitarse la vida.
Traté de calmarlo y por lo visto funcionó. Él pensó que me había ido de su lado por haber estado embarazado pero le dejé en claro que nunca en mi vida lo iba a abandonar porque ése y ese bebecito que estaba creciendo en su vientre eran lo más importante en mi vida.
Todo había pasado bien pero cuando intentó pararse, se dobló del dolor que tenia en su vientre bajo. Eso hizo que me asustara en sobremanera, pero lo que me dejó anonadado fue cuando vi sangre saliendo de entre sus piernas.
No pude ver más porque Seung Hyun me pidió amablemente y razonablemente que saliera a esperar afuera de la habitación. No quería dejar de nuevo a Soo, pero sabia que si me encontraba en ese momento dentro de la habitación, iba a ser un estorbo en vez de una ayuda, por lo que salí a esperar en las sillas.
Miedo se apoderó de mi sistema. Usualmente era de las personas calmadas a las que no le importaba nada, pero en ese momento no podía tan siquiera detener a mis manos que se mantenían temblando como si no hubiera mañana. ¿Estarían bien Soo y el bebé? Esas y varias preguntas inundaban mi cabeza.
Me sentía tan desesperado, culpable e impotente por no poder hacer nada más que esperar. Reposé mi rostro entre mis manos hasta que el sonido de unas pisadas hizo que levantara mi cabeza. Seung Hyun se encontraba enfrente mío y su expresión no era de felicidad.
Eso solo hizo que el miedo empeorara en mi interior. ¿Acaso algo malo había ocurrido?