(POV GENERAL)
Hoy era uno de esos hermosos días en los que los pajarillos cantan, las flores florecen, y el hermoso sol te sonríe, pero como en todo, no para todos era un hermoso día.
Y definitivamente hoy no era el mejor día de Xiao Luhan que apenas acababa de comenzarlo.
-¡Mierda! –soltó el chino por décima vez en el día al darse cuenta de que estaba tarde en su primer día como maestro de educación física. A como pudo, se puso su traje de deporte, se peinó, tomó el almuerzo que preparó de antemano la noche anterior y se dirigió a su Corvette Stingray de color blanco que estaba estacionado en su cochera, en donde tenía otros tres autos deportivos de último modelo.
Se subió al auto y arrancó de manera rápida para dirigirse a la escuela a toda velocidad rogando a todos los dioses que conocía para que no lo multaran debido a la alta velocidad con que conducía.
Por fin, después de pasarse como cien altos, casi ocasionar cincuenta choces automovilísticos y casi atropellar a un abuelita, (que de por cierto, le dijo hasta de que se iba a morir en más de diez idiomas) llegó a la escuela milagrosamente ileso.
Sin perder tiempo, bajó lo que necesitaba del carro y se dirigió a lo que pensó que era el gimnasio, pero termino siendo la cafetería.
Por millonésima vez, maldijo su suerte y se prometió que memorizaría el mapa de esa escuela para no perderse de nuevo.
Después de perderse unas cuantas veces más, entró al gimnasio casi sin aliento al estar corriendo por toda la escuela tratando de encontrar el condenado gimnasio.
(POV LUHAN)
-¡Es el profesor! – dijo en un chillido una de las muchachas que al verme entrar, de manera extraña, se emocionó.
Pude oír murmullos de parte del resto de la clase que me dedicaban miradas entre confundidas y divertidas.
-Lo siento clase por llegar tarde, tuve unos “pequeños” contratiempos. –dije tratando de ocultar mi vergüenza y nerviosismo. Me dirigí a donde parecía el centro del gimnasio ordenando a todos que se reunieran.
-Antes que todo, es un gusto conocerlos, mi nombre es Xiao Luhan y seré su nuevo profesor de educación física, así como encargado del club de soccer, espero que nos llevemos bien en este año escolar que acaba de empezar. –dije con profesionalismo y les regalé una de mis sonrisas matadoras a lo que las mujeres del grupo respondieron con pequeños chillidos.
Iba a empezar a explicarles lo que íbamos a hacer durante la clase cuando escuché la puerta del gimnasio abrirse y los murmullos se crearon al ver a la figura que entraba.
-Es Oh Sehun… -dijo uno de mis alumnos en un tono que no supe interpretar, como de admiración mezclado con miedo.
Las mujeres de nuevo empezaron a gritar de emoción y casi podía jurar ver corazones dibujados enfrente de sus ojos al observar al chico que caminaba parsimoniosamente. Y es que no era para menos. Ese chico parecía salido directamente de una revista o por lo mínimo, una escultura hecha por el mismísimo Miguel Ángel en persona. Pero aunque estuviera hermoso el muchacho debía mantener mi postura de maestro o si no nunca me tomarían enserio.
-Llega tarde alumno … -miré la placa que tenía su nombre- ¿Oh… Se … Hun? –todavía me costaba de vez en cuando pronunciar nombres coreanos, por lo que los hermanos Kim me ayudaban de vez en cuando a mejorar en mi pronunciación.
El aludido me miró levantando su ceja –No más que usted profesor. –Y ahí va un balde de agua fría con hielitos para Luhan- Ya que yo sí llegué a clases temprano, pero como cierto profesor nuevo no se presentó temprano, decidí irme y regresar luego. – En ese momento supe que esa persona y yo no nos llevaríamos bien.
-De cualquier manera, no tenía ningún permiso para abandonar las clases aunque el profesor no esté a tiempo. –refuté- ¡Pero…! - al ver que tenía algo mas que decir, lo interrumpí- No hay peros, espero que no se repita de nuevo. Ahora, hágame el favor de sentarse con el resto de sus compañeros.-dije, sonriendo con superioridad. ¿Quién se creía como para desafiarme de esa manera? El que sea hermoso y se pase de hermoso, no le da ninguna autoridad para desafiarme. Aunque, sin saber el por qué, me había divertido la situación.
Deje mis pensamientos sin darles mucha importancia y por el resto de la clase, me dediqué a enseñar y decirles lo que tenían que hacer.