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La Divina Comedia por clumsykitty

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Título: La Divina Comedia

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU

Pareja: Stony

Derechos: Nada me pertenece, salvo esta idea.

Advertencias: Se me atravesó de nuevo ese tráiler de Civil War, se me atravesaron muchos sentimientos, he aquí un cuento corto de nuevo para salir a la superficie y vivir.

 

Gracias por leerme.

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LA DIVINA COMEDIA

Acto II. El Purgatorio.

 

Existió sin existir en ese limbo entre la vida y la muerte que es el purgatorio de los locos.” Ryszard Kapuściński.

 

 

Una cosa era hacer lo correcto y otra muy distinta que así fuese en realidad. Steve Rogers no había tenido una vida placentera y por ello sabía lo que se sentía no tener el privilegio de una vida digna, de la paz y el confort de la aceptación que todos los demás daban por sentado. Había sido un muchachito escuálido, objeto de burlas en ese barrio pobre de Brooklyn donde soñó por primera vez que un día haría las cosas de tal suerte que todo estaría bien, que todo mejoraría y que los malvados no ganarían la guerra porque él existiría de por medio para detenerlos. Se soñó héroe y confió en ese sueño. Bucky no le dejó caer cuando las cosas se volvieron horrendas, ni un solo instante le dejó solo. Siempre a su lado sin importar las idioteces que llegara a cometer por llegar a convertirse en ese sueño de héroe. James jamás le dijo que no podría serlo, por eso Steve pudo volverse el Capitán América. Porque siempre hubo una persona que tenía fe en su sueño infantil aunque todo el mundo gritara que no valía la pena.

Más tarde se daría cuenta que se necesitaba más que una buena fe para detener a quienes deseaban destruir su mundo. La vida era un precio a pagar por ello. No le importó a pesar de todo, a pesar de percatarse lo que perdería con ello. Así fue como terminó en el hielo sin la esperanza de volver a la vida. Sin haber conocido lo mejor de ella. Convertirse en un héroe tenía una cláusula de letras diminutas donde cedía sus derechos a la felicidad, la paz interior y el amor. Steve era un hombre religioso y como tal poseía principios morales muy adheridos a su ser que nada ni nadie iba a poder cambiar. Eso lo hacía un necio, un ingenuo o incluso un perdedor desde cierto punto de vista. No le importó ni aunque despertara décadas más tarde en un mundo nuevo, más cínico e indiferente al dolor ajeno, donde el poder ya no era solo por territorios o una creencia. La decepción le ganó un tiempo hasta que lentamente se dio cuenta que esa lucecilla del mundo por la que se juró ser un hombre bueno, un hombre de noble corazón seguía existiendo en espera de ser protegida, abrazada y amada por quien supiera reconocerla. Anthony Stark le enseñó eso.

Ahora solo anhelaba tener una oportunidad porque todo a su alrededor se desmoronaba. Ya no podría vivir si esos ojos vivaces se apagaban para siempre. Suyo había sido el error de no entender que las personas igual que el mundo nunca permanecen iguales y que un héroe no es aquel que siempre hace lo correcto, sino el que está dispuesto a equivocarse, ser vituperado u olvidado si con ello conseguía proteger lo que era valioso que representaba la vida. La esperanza no pedía rectitud, pedía fe. No pedía súper poderes, pedía amor. Igual que Tony quien le había entregado todo por creer en él de una manera sin igual y el capitán había deshojado esa flor con su ceguera. Las lágrimas no iba a darle más vida a ese agonizante corazón pero Steve no podía contenerlas, aferrado a esa mano vendada tan fría como la promesa de muerte susurrando en su mente que iba a arrebatarle a la única persona que siempre le había mirado como lo que era, un chico solitario de Brooklyn soñando a hacer el mundo mejor porque no quería ver sufrir a nadie más lo que él había padecido. Tony era más de lo que dejaba ver y se lo demostró ayudando casi hasta la bancarrota a los Vengadores, arriesgándose cuantas veces fuese necesario para salvarles la vida. Se había unido a ese sueño suyo de vivir en un mundo en paz donde las pesadillas ya no tuvieran fuerza.

Y él olvido su promesa de escuchar a su corazón por ganar una pelea donde nadie tuvo nunca la razón. Estaba a nada de quedarse sin la persona que era capaz de construirle un mundo porque quería ofrecérselo sin que se lo pidiera, sin esperar nada a cambio. Tarde se dio cuenta que un genio millonario había buscado en su persona lo que el chico de Brooklyn presumió tener. Un lugar en su corazón. Si el Diablo apareciese en esos momentos, Steve estaba dispuesto a entregarle su alma a cambio de ver una vez más sonreír a Tony, volver a escuchar su voz, esos reclamos que lejos de cuestionar sus ideales o su autoridad aparente, le ayudaban a no perderse en camino que el castaño ya había recorrido, protegiéndole de una oscuridad que ahora lo había consumido. Odió su figura causante de resentimientos contra quien no tenía la culpa. Se dio asco a sí mismo por motivar rechazos y acusaciones fuera de lugar. Era lo que tanto había jurado vencer.

Así que no se reprimió más, levantándose para besar esos cabellos castaños donde sus lágrimas cayeron mientras le llamaba una y otra vez, pidiéndole perdón, suplicándole que despertara porque el mundo dejaría de tener valor si él faltaba, la única razón para seguir levantándose y continuar peleando estaba postrado en esa camilla de hospital, sin él todo lo demás perdía sentido. Le necesitaba a su lado, haciéndole desvariar, haciéndole reír en verdad, enseñándole que aunque todo estuviera perdido, siempre se podía volver a empezar. Besando su rostro le confesó que era cierto, Bucky era su amigo, pero él…

Él era el amor de su vida.

 


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