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Give Me Love por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Hola~


Sábado de actualización como prometí. 

—Mi hijo es especial.


 


Todos lo eran, Kibum pensó, pero se mordió la lengua y sonrió a la mujer frente a él. Fingió que escribía es su pequeño bloc de notas y miró de nuevo a la mujer.


 


—Estoy seguro que lo es. —La mujer asintió, y Kibum rogó para que ella no tomara sus palabras de mala manera, ella no dijo nada sin embargo y miró alrededor de su oficina.


 


No podía decir que estaba mal decorada, él mismo había ido a las tiendas y le había dado su toque personal. Las paredes eran blancas, y contra una se hallaba empotrado una estantería larga de dos lugares, con brillantes laminas negras. Su escritorio se hallaba a un costado y estaba limpio y sin exageraciones de papeles, no, esos estaban escondidos en los cajones. La pared de detrás suyo era grande, con una ventada que le dejaba ver la ciudad, y ésta se encontraba pintada con tonos azules y grises, era una buena combinación.


 


Su pequeña agencia florecía después de haber emparejado a uno de los hijos de una empresa importante del mundo de la música, después de eso, fue como si todas las madres de esos niños mimados le quisieran para emparejar a sus hijos.


 


Pero no se podía quejar, estaba mejor, más clientes, más corazones enlazados y todas esas cosas.


 


—Mi hijo está a punto de cumplir 30. —La mujer dijo. —Y tiene que casarse antes… —Ella se detuvo y frunció el ceño ligeramente, ¿De todas maneras qué había con tener 30 y no estar casado? A él le faltaban dos años y no estaba preocupado por estar soltero. No tanto. —Sólo creo que es tiempo de que forme una familia.


 


—Correcto.


 


Kibum anotó familia debajo de especial y la invitó a continuar con una ligera sonrisa.


 


—Mi hijo es un hombre muy ocupado y eso le impide conocer a la chica adecuada, por eso estoy aquí.


 


—Nos encargaremos de encontrarla. —Kibum cambió la postura de su pie y se relajó en su lugar, esta vez dispuesto a tomar nota sobre el hombre ocupado que la mujer tenía por hijo. —Ahora, Sra. Choi, puede decirme más sobre su hijo. ¿Qué le gusta, que no? ¿Qué espera en una esposa? ¿Cómo le gustan las chicas? Ya sabe, esas cosas.


 


La mujer frunció el ceño de nuevo, y él se imaginó que ella estaba pensando duramente en lo que le gustaba a su hijo. Sucedía siempre con esta clase de madres, ellas estaban en cada fiesta, en cada restaurant bonito, pero nunca sabían qué era lo que más deseaba su pequeño retoño.


 


Kibum agradecía no haber tenido padres así. Su madre y padre habían muerto cuando él era tan sólo un pequeño de dos años, poco se acordaba de ellos, pero su abuela había estado ahí para él cuando no tenía a nadie y ella le había amado con cada pedacito de su alma. Él lo hacía también, demasiado.


 


—Bueno, —Ella murmuró. —A Minho le gusta… cuando él era un pequeño jugaba futbol, recuerdo que participó en algún campeonato o algo así. —Mordió su labio inferior y suspiró. —Aunque ahora no sé si sigue practicando, estuvo muy ocupado cuando tomo el mando de la empresa.


 


Podía imaginarse algo como eso. Los hijos de esas personas pasaban su vida haciendo lo que sus padres consideraban lo mejor, ellos aceptaban matrimonios por conveniencia y demás sin siquiera opinar. Por eso Kibum se alegraba de que al menos su pequeña agencia les encontrara alguien agradable para estar.


 


Estaba seguro que no todos sus clientes quedaban perdidamente enamorados, pero los que sí, le agradecían infamantemente a través de emails.


 


—¿Algo más? —Preguntó de nuevo, aunque estaba seguro que ella no tenía ni la más minina idea de qué sucedía con su hijo. —Hábleme de su última pareja, de qué es lo quiere.


 


La mujer se vio atrapada de nuevo cuando su ceño se profundizó y se dio cuenta de que no conocía realmente a su hijo.


 


—Minho nunca ha llevado a alguien a casa, no realmente. —Le miró directo a los ojos. —Pensarás que soy una terrible madre.


 


—Yo no pienso nada, Sra. Choi. —Kibum sonrió para hacerle saber que no la juzgaba y asintió hacía ella después.


 


En verdad que no los juzgaba, era su tipo de vida, sólo a veces sentía un poco de lastima por esos chicos que no conocían a sus padres y viceversa. Debía ser un mundo gris.


 


—Sr. Kim, está bien. —Ella movió su mano, desechando sus palabras. —Tal vez debería hablar más con Minho, ahora que su padre ha muerto, necesita atención.


 


—Sólo Kibum por favor, Sra. Choi. —Ella curvó las esquinas de sus labios ligeramente y asintió. —¿Qué le parece si hacemos esto? —Kibum tecleó rápidamente en su ordenador y comprobó sus citas en la última semana. —Puedo reunirme con su hijo el viernes, podemos concretar una cita y así le conoceré más y sabré lo que busca, ¿Qué le parece?


 


Ella pareció pensarlo un largo, largo momento, y después de lo que pareció una eternidad la mujer asintió hacía él, mientras buscaba el móvil en el bolso y tecleaba después.


 


—En realidad tengo que consultarlo con Minho, pero creo que no será un problema. —La mujer se incorporó y Kibum tomó su mano entre las suyas mientras se inclinaba levemente. —Llamaré para confirmar la cita, Kibum. Y por favor, quiero que la chica sea la mejor y que se acomode a los gustos de Minho.


 


—Me encargaré personalmente de eso.


 


—Lo dejaré en sus manos.


 


Él no tenía problema con eso, sólo esperaba que el pequeño tesoro de la Sra. Choi confirmara rápido su cita y así él podría empezar pronto.


 


—Está bien, Sra. Choi. —Kibum sonrió, una amable y nada fingida sonrisa. La mujer le agradaba y esperaba encontrar a la chica adecuada para su hijo. —Fue un placer conocerla.


 


Ella sonrió ligeramente, y se despidió con la mano, mientras se marchaba de su oficina.


 


 


 


 


Minho tenía una comida de negocios, pero su madre había insistido que tenía que encontrarse con la persona de la agencia. Así que ahí estaba, más temprano de la hora acordada, pero no le importaba.


 


Había escogido un pequeño lugar italiano y esperaba que a la persona de la agencia no le importara. El lugar era pequeño y discreto, con manteles a cuadros rojos y blancos y paredes en diferentes tonos de café. Minho estaba en una esquina, escondido del bullicio de la gente y una pequeña pared blanca, le daba un poco de privacidad.


 


—¿Sr. Choi? —Minho levantó la mirada y unos pequeños ojos golpearon contra él. —Soy Kim Kibum, de la agencia LOVE. —Minho quiso reír por el nombre del lugar, pero se limitó a asentir y señalar el lugar vacío frente a él.


 


—Encantado, Sr. Kibum.


 


—Kibum, sólo Kibum. —Kibum sonrió levemente, marcando sus pómulos y labios acorazonados. Perfectos labios, Minho pensó. Perfectos y dignos de ser besados y mordidos. —Entonces, —Kibum buscó en su pequeño maletín hasta sacar una pequeña libreta. —su madre dijo que tiene que casarse pronto.


 


—Ella dice muchas cosas.


 


Kibum rió bajito y bajó la mirada cuando Minho golpeó sus ojos directo contra él. Kibum sonrió mirándole un momento, antes de bajar la mirada de nuevo a sus notas.


 


—No queremos obligar a nadie, Sr. Choi.


 


—Minho. —Kibum asintió hacía él. —¿Son todos sus clientes las madres desesperadas para casar a sus hijos? ¿Por qué están tan desesperadas?


 


Aunque su caso era distinto, Minho sintió el impulso de preguntar. Kibum asintió de nuevo, mirando a los ojos por más tiempo mientras hablaba.


 


—Son las madres, ¿no? Ellas se preocupan por los hijos. —Declaró. —Además empiezan a preocuparse de que sus bebés no están casados y con familia cuando los treinta se acerca.


 


—Estoy seguro que he dejado ser el bebé de mamá desde hace mucho tiempo. —Él podía apostar que dejó de serlo cuando comenzó a caminar, sino es que mucho antes. Su madre nunca había sido del tipo cariñosa, pero claro, podría estar preocupada por su imagen frente a Kibum.


 


—Todos lo son siempre.


 


—¿Es así?


 


—Su madre lucía preocupada y se encargó de decirme lo perfecta que debería ser la jovencita para usted.


 


No sonaba como su madre, pero si Kibum decía que era así entonces….


 


—Entonces. —Minho dejó caer sus manos en la mesa, entrelazándolas. —Si le digo que más bien me interesan los hombres que las lindas jovencitas, ¿también lo buscaría para mí?


 


Kibum abrió los ojos y sus labios se separaron ligeramente. Minho mordió el interior de su mejilla para evitar reír y le miró con la expresión más sería que tenía.  


 


—Por supuesto. —Kibum dijo cuándo se recuperó de la conmoción que le había dejado y sonrió ligeramente a él. —No nos limitamos a sólo parejas hombre/mujer. —Kibum escribió algo rápido en su libreta y le miró después. —¿Qué clase de chico está buscando?


 


Ahora él estaba realmente impresionado. Se negó a que Kibum le viera de esa manera y negó con la cabeza antes de contestarle.


 


—Ninguno. —Kibum encontró sus ojos de nuevo, frunciendo el ceño ligeramente. —Sólo preguntaba.


 


—¿Entonces qué clase de chica?


 


Fue su turno de fruncir el ceño. No había pensado en eso. ¿Qué clase de chica podría decirle a Kibum que fuera realmente imposible de buscar? Aún no había decidido que haría, si se podría casarse o simplemente abandonar todo por lo que había trabajado.


 


Miró alrededor del lugar, sin dar con nada qué podría decirle. Un camarero se acercaba a ellos y Minho soltó las palabras antes que el hombre se acercara.


 


—Tiene que saber cocinar. —Kibum asintió. —Yo soy pésimo en la cocina, pero me gustaría que mi futura mujer cocine.


 


—Muy bien. —Kibum garabateó en su libreta antes que el camarero llegara a su mesa.


 


Ellos ordenaron rápidamente, y el joven se marchó sólo minutos después.


 


—Comida italiana. —Kibum alzó la mirada, sus ojos confundidos. —Amo la comida italiana, sé que es debe ser difícil, pero quiero que mi futura esposa cocine para mí.


 


—No es difícil en realidad. —Kibum murmuró.


 


—¿Disculpa?


 


—La comida italiana, a eso me refiero. —Minho asintió y Kibum continuó. —Es fácil, al menos para mí.


 


—¿Sabes cocinar?


 


Minho no era tonto, pero tampoco era un maldito chef. Podía hacer sándwiches, tal vez huevos en el desayuno, pero una comida, ah, ahí había problemas. No era su culpa, le gustaba decirse, nunca había tenido la necesidad de hacerlo, y aun cuando vivía lejos de sus padres, Minho por lo general llamaba algún lugar de comida y ordenaba.


 


—Sólo éramos mi abuela y yo. —Kibum mordió su labio inferior, sus ojos mirando a cada lugar excepto a él—Cuando ella enfermó yo tuve que cuidar de ella, entonces ella murió. Aprendí muchas cosas desde entonces.


 


Minho no sabía qué decir, en realidad no estaba seguro de que hubiera palabras para decirle al joven. Sonrió amable y después de mucho pensarlo habló.


 


—Lo siento.


 


Aunque no estaba seguro de porqué lo decía, ni mucho menos si eran las palabras correctas. Eran las palabras adecuadas, pero qué persona espera unas condolencias de un desconocido.


 


—Está bien, Sr. Choi, fue hace un tiempo. —El movió la mano desechando sus palabras y entonces bajó la vista de nuevo a sus notas. —Comida italiana entonces. ¿Algo más?


 


Minho no podía pensar en algo más. No le gustaban las chicas, así que, ¿Qué podía decirle? Si fuera un chico lo que estaría buscando, Minho hubiera dicho que quería unos labios acorazonados como los de él, cercano a su edad, y que le hiciera reír. Ahora, sin embargo, Minho sólo podía pensar en cosas que le degradaran para que la búsqueda sea un terrible acontecimiento.


 


—También que sea más joven. Unos 4 o 5 años.


 


—Joven. —Kibum murmuró. —¿Algo más?


 


Los pequeños ojos de Kibum le observaron y Minho los estudió. Pequeños, salvajes y brillantes, hacían que se destacara más. Minho se permitió observarle mejor. Su cabello color miel brillaba contra las luces del lugar, sus labios rosados y acorazonados, pómulos marcados y un cuerpo delgado cubierto por una camisa suave de color gris y unos pantalones ajustados negros.


 


Él era atractivo, pero Minho empujó el pensamiento lejos.


 


—Por ahora es todo.


 


—Muy bien. —Kibum cerró su libreta y sonrió suavemente hacía él. —Comenzaré una búsqueda, Sr. Choi.


 


—Minho. —Recordó. —Sólo Minho, presiento que nos veremos mucho tiempo en el futuro, ¿no es la confianza importante? —Kibum sonrió suave y bajó la cabeza, asintiendo segundos después.


 


—Muy bien, Minho, le avisaré cuando tenga algunas citas para usted. —Kibum extendió su sonrisa. —Estoy seguro que encontraremos a la persona adecuada para ser su futura esposa.


 


Minho lo dudaba, pero asintió a Kibum, un poco emocionado por lo que sucedería.


 


 

Notas finales:

Paso 1: Conocerse ü

¡Nos leemos el sábado! 


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