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Esclavos del Silencio. por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Aquí la continuación, y el último capítulo de este fic. Espero les esté gustando. :)

El cantar de los pájaros variados de esa región, actuaron como un despertador natural para los que seguían dormidos dentro de la pequeña cueva. Siendo el primero en despertar el guardián de Aries que se embeleso ante la belleza cautivante y tan fresca de Camus que parecía sonreír entre sueños. Eso provoco que sus propios labios se curvaran en una sonrisa de alegría por lo que se acercó con suavidad a la frente del otro para depositar un casto beso que despertó al receptor de dicha caricia.

    -¿Ya es de día? –pregunto restregándose un ojo con algo de pereza, Mu ensancho su sonrisa hasta mostrarle al acuariano sus rectos dientes blancos.

    -Si mi niño, ya amaneció y es hora de que nos pongamos en marcha ¿Cómo te sientes? –acaricio la cabeza del otro.

    -Mejor si estoy a tu lado. –sonrió y con timidez dejo un beso corto sobre la mejilla contraria.

    Mu sentía una gran dicha en su interior al poder recibir ese tipo de caricias y gestos de su adorado galo. Ayudo a Camus a ponerse de pie para emprender el camino hacia su misión, pues ya se habían atrasado un día y ni siquiera habían llegado. Tras unas horas de caminar en la montaña, llegaron a la parte en la que según Shion debían hacer el camino derribando parte central de la alta colina que se mostraba ante ellos.

    Así que ambos caballeros haciendo acopio de su fuerza cósmica, concentraron ambos la más poderosa de sus técnicas para poder derribar parte de la piedra para que el camino quedara por fin habilitado. Una vez hubieron limpiado un poco el camino y lo dejaron más como una vereda decente tras unas cuatro horas de mover las rocas y formar mejor la pasada, se dispusieron a comer y a descansar un poco para recuperar energías y poder volver al Santuario.

    Según la posición del sol en ese punto del día, Mu dedujo que eran las once de la mañana aproximadamente porque el sol a pesar de ya estar en lo alto del cielo, no quemaba como cuando eran las dos o tres de la tarde donde el astro estaba a todo su fulgor. Cuando los caballeros dieron por terminada su misión, decidieron que ya que aún era temprano volverían al Santuario antes de que la noche llegara.

    Y así lo hicieron. Eran las ocho de la noche cuando llegaron a la entrada del Santuario de Athena, eso era lo que marcaba el reloj de fuego en esos momentos en los que recién arribaban a su hogar. Al llegar a la casa de Aries, Mu detuvo a Camus en su andar para que lo mirara, ambos sabían que ya era tarde como para presentarse ante el Patriarca por lo que, el peli lila le sugirió al onceavo guerrero que lo hicieran al día siguiente; Camus estuvo de acuerdo y ante esa afirmación, el tibetano invito a pasar al otro a su templo pues aun habían cosas que aclarar entre ambos.

    -Ambos estamos un poco cansados y sucios Camus. –le hablo Mu mientras acomodaba las cajas de Pandora una sobre otra en una esquina de la estancia. –Ya que estas aquí, puedes ir a darte un baño si quieres. –sugirió y el peli turquesa asintió con una sonrisa.

    -Me vendría estupendo un baño, sobre todo después de que estuve atorado en un lodazal.

    -Bien, ven te llevare para que puedas asearte. –Mu tomo camino hacia su cuarto de baño con el acuariano tras de él.

    Al llegar, el dueño de casa le abrió la puerta a la habitación. Ahí Camus pudo ver una ducha, y una bañera, aunque le vendría mejor la ducha en esos momentos; sin más ingreso agradeciéndole a Mu su hospitalidad, pero antes de quedarse solo del todo, Mu lo tomo suavemente del brazo y le dio un beso cargado de tantas ansias que ya el de Aries no podía controlar; al separarse hablo.

    -Voy a buscar algo limpio para que te pongas. –susurro mirándole intensamente, tanto así que Camus sintió un cosquilleo desconocido recorrerle la espina dorsal.

    -Está bien.

    Cuando Mu se hubo ido, cerró la puerta del baño quedándose dentro con la respiración acelerada, el corazón desbocado y las mejillas ardiéndole en sonrojo de pura emoción al estar viviendo eso que desde mucho deseaba. Era tan feliz que sentía que volaba en lugar de caminar.

    Se desnudó con calma para después ingresar a la ducha donde prendió la llave que libero ese fresco líquido que baño su cuerpo limpiándolo de problemas, angustias y del lodo que se había adherido a su cuerpo tras aquella tormenta en la que casi pierde el rumbo. Se sentía tan bien la sensación de ser limpiado y sentir que su piel recuperaba su frescura y suavidad.

    En otro lado del templo, Mu se encontraba buscando entre sus prendas algo que le pudiera quedar a su amado, encontrando una playera de algodón blanca y un pantalón deportivo holgado color negro, los cuales tenia por si debía de viajar a otro país así como cuando iba a Japón a visitar a los de bronce y a la diosa para pasar desapercibido ante las personas. Los doblo y se dirigió hacia el baño para dejárselos a Camus dispuestos junto con una toalla para cuando se terminara de duchar. Así que llego, abrió la puerta y entro sin que su compañero se diera cuenta de su presencia pues estaba de espaldas enjuagándose el largo cabello que se le pegaba a la blanca espalda, dejando al peli lila embelesado con tal imagen.

    Mu no pudo contenerse al deseo que comenzaba a cubrir cada parte de su cuerpo, no sintió el momento justo de cuando paso; solo fue consiente cuando sintió el agua fría de la ducha cayendo sobre él, mojándolo con todo y ropa mientras sus manos tomaban la cremosa piel de la cadera de Camus quien al sentir el tacto desconocido y sorpresivo se asustó dando un leve salto en su lugar y girando rápidamente para ver quien lo estaba sujetando. El ariano al ver que Camus se daba la vuelta, lo tomo fuertemente de la cintura apegándolo a su propio cuerpo, delatándose con la expresión de sorpresa y vergüenza del bello aguador de quien el pupilo de Shion devoraba los rosados y húmedos labios con hambre y profundo amor.

    Camus se sentía tan pequeño atrapado en esos brazos que lo sujetaban y cuyas manos acariciaban la piel de su espalda, su estrecha cintura, caderas, y las piernas para finalmente detenerse en los firmes glúteos del otro los cuales apretó con travesura haciendo saltar al más bajo y provocando que este soltara leves gemidos que eran consumidos por la boca sedienta del más alto. No bastándole con eso, Mu bajo de los carnosos labios del galo a su blanco cuello para lamer, besar y morder con cuidado y dedicación esa suave piel que solo con su textura le volvía loco; en eso que vio su boca libre, Camus le cuestiono.

    -M-Mu… ¿Qué haces aquí? –la pregunta fue saliendo de sus labios con marcada dificultad dado el nivel de placer y nerviosismo que irrumpía en su joven y bien formado cuerpo.

    Mu se rio mientras lo miraba totalmente sonrojado y nervioso.

    -Perdóname Camus, no pude resistirme. Esperare a que salgas…

    -¡No! –le interrumpió el de la onceava casa. –Q-Quédate, digo ya estás aquí y ya estas todo empapado. –rio de buena gana mirando como Mu estaba mojado hasta la conciencia.

    Pero aunque estaban dentro de la ducha los dos, Camus como reflejo al ver que el otro se separaba de él, solo atino a colocar sus manos en sus partes privadas para tratar de taparlas de los ojos verdes del ariano. Mu sonrió al ver la inocencia en el rostro de ese frio hombre que al parecer de los demás, no tenía emociones ni sentimientos. Vaya error, Camus si sentía y se emocionaba; el que no lo hiciera con cualquiera era otra historia pero de que el peli turquesa lo hacía, pues lo hacía.

    El de Aries estaba más que encantado con la idea de quedarse en la ducha con su amado mago de los hielos, por ende se sacó la camisa color arena y mando al diablos los pantalones verdes junto con los zapatos para poder asearse también, eso sin duda sirvió porque los dos ocuparían menos tiempo y así Mu podría hacer algo para cenar más rápido y así poder descansar de su cansado viaje.

    Los dos caballeros se ducharon, Mu aparto las manos de Camus de su intimidad con algo de dificultad porque el oji azul no se quería dejar ver pero una verlo hubo conseguido, el oji verde también se dejó ver para que Camus se sintiera con más confianza lo que funciono estupendamente. Dando paso a que comenzaran a tocarse más abiertamente unidos en besos candentes llenos de tantas cosas que no necesitaban palabras para ser transmitidas. Sin embargo aunque esto fuera de esa manera, no se adelantaron a nada más que a acariciarse y a besarse.

    Cuando estuvieron limpios, ambos salieron de la ducha, Camus se vistió con lo que Mu le dio mientras el mismo se vestía de una manera más cómoda para recibir a la noche. Entre los dos prepararon una buena cena que compartieron en la compañía de su compañero, sintiéndose muy felices estando juntos como siempre lo habían querido.

     -Creo que es hora de dejar que descanses. –le dijo Camus una vez terminaron de limpiar los trastos que habían utilizado.

    Mu lo miro con un dejo de tristeza, pero tenía una idea en mente para que Camus no se fuera.

    -No… ¿te gustaría quedarte esta noche? –lo tomo de la cintura para abrazarlo sin dejar de verlo a los ojos azules.

    -No quiero ser una molestia para ti. –acaricio la mejilla contraria con suavidad.

    -Tú nunca serás una molestia para mí, mi niño.

    -¿Estás seguro?

    -Más que nada. 

    -Está bien. –sonrió de una forma que desarmo al tibetano por completo sintiéndose dichoso de que su precioso francés estuviera ahí junto a él.

    Los dos se acomodaron en la habitación del guardián de Aries. Mu le insistió al peli turquesa que durmiera con él en la cama y el otro así lo hizo; sintiéndose plenamente de estar ahí para su compañero, y entre mimos besos y caricias, se quedaron profundamente dormidos y bien acompañados por el dueño de sus corazones.

    La mañana había llegado y con ella el despertar de los caballeros atenienses quienes comenzaban a prepararse para su rutina diaria en aquel Santuario que era su hogar. Mas en el templo de Aries, Mu se había levantado más temprano que Camus a quien había dejado pacíficamente descansando aun mientras él se había dispuesto a hacerle el desayuno a su precioso novio.

    Mu se encontraba en la cocina de su templo preparando unos estupendos alimentos para sorprender a Camus llevándole el desayuno a la cama. Estaba entregado a su tarea con esmero y dedicación, para comer con la amena compañía del de Francia y luego ir al templo del pontífice y darle informes de su misión y de que ya estaban de regreso. Pero como era de día y justa en esa hora era cuando los caballeros bajaban a sus prácticas de combate en el Coliseo, una presencia conocida se hizo presente en el primer templo cosa que molesto a Mu en sobremanera pero aunque no era el momento correcto para enfrentarlo, el ariano sabía que de igual manera no podría posponerlo mucho tiempo.

    Así que dejando de la dodo por un momento lo que hacía, Mu se dirigió a la entrada trasera de s templo para ver al que recién ingresaba posiblemente creyéndolo aun de misión.

     -Vaya, pensé que aún no volvías, Mu. –el recién llegado hablo haciendo que los antiguos muros retumbaran con su varonil voz cuyo tono era de molestia mal disimulada.  

    -Sí, recién anoche volvimos de la misión. –respondió con un tono de molestia también ante el porte que el otro estaba usando en su casa y ante su persona.

    -Ya veo. –pronuncio sin interés. –Si tú has vuelto, quiere decir que Camus también volvió pero no lo sentí pasar por mi casa ¿Dónde está? –indago con voz y mirada seria, determinada y dispuesto a todo.

    -Está aquí en mi templo, conmigo.

    Lo dicho por el del Tíbet no le hizo nada de gracia a Milo quien frunció notablemente el entrecejo acercándose más al peli lavanda que se irguió más amenazante.

    -¡¿Qué has dicho?! ¿Qué acaso no sabes que Camus me pertenece? –pregunto con una sonrisa de autosuficiencia.

    -Camus no es un objeto para que dispongas de el de esa manera Milo. –el nivel de paciencia de Mu estaba llegando al límite.

    Mientras el octavo y el primer guardián estaban a punto de enfrentarse, en la habitación del dueño del templo se encontraba el acuariano que tenía una expresión de pánico y angustia en su rostro ante la idea de que Milo le dijera todo a su amado carnero. Camus quería salir pero el terror lo inmovilizaba, no quería que Mu saliera lastimado por culpa de él y el que  Milo fuera tan posesivo, no se lo perdonaría.

    Cuando recién abría sus ojos y se removía en la cama para dejar la pereza en las sabanas, sintió la cosmoenergía de Milo entrar al templo de Aries y luego de algunos minutos, sintió el cosmos de Mu aumentar amenazantemente. No sabía que pensar pero por ningún motivo permitiría que Mu resultara herido por su culpa.

    Así que con todo el miedo que nunca había sentido en su vida, se levantó de la cama y se dirigió lentamente hacia donde aquellos dos discutían peligrosamente alterados. Se quedó oculto detrás de uno de los pilares que estaba próximo al pasillo que daban a las habitaciones privadas del templo y escucho dispuesto a intervenir de ser necesario.

    -Tienes razón. Él no es un objeto, él es ¡mío! No le veo el caso a que este en este templo pudiendo estar en el mío, no mejor aún, en mi cama. –tras aquellas palabras vino un carcajada descarada que estrujo el corazón del espía de cuyos ojos brotaban amargas lágrimas.

    Mu, cegado por la furia de esas palabras que solo podían provenir de un ser hiriente y sin escrúpulos. Formo su mano justa en un poderoso puño que dio directamente en la mejilla izquierda del griego que haciendo acopio de su fuerza y equilibrio evito caer dolorosamente al suelo. El ataque del primer custodio enfureció al escorpiano que se le abalanzo sin detenimiento de nada dispuesto a molerlo a golpes por su osadía de golpearlo y meterse con quien consideraba como suyo. 

    Camus al ver las intenciones de Milo para con Mu, no pudo quedarse en su lugar y salió disparado al lugar con tal de proteger al hombre que amaba.

    Fue así que, el ataque que el peli azul dejo ir para que dañara al ariano. Lo recibió Camus de lleno, ninguno de los dos oponentes pudo ver el momento preciso en el que el de Acuario se ponía en medio del poder de Milo y el cuerpo del peli lila solo cuando este grito con profundo dolor ante el recibimiento de esa poderosa energía directamente en su anatomía desprotegida la que al final lo mando a estrellarse en una de las columnas para luego caer de frente al piso frio de mármol tatuado por el tiempo pasajero.

    Mu al ver lo ocurrido, lanzo al escorpión uno de sus ataques como forma de escarmiento y venganza insana para luego correr a auxiliar a su príncipe. Milo que a duras penas se recuperaba del ataque del pupilo de Shion, se molestó al ver el trato que el peli lila tenía con SU Camus y trato de acercarse más Mu se lo impidió con una mirada llena de odio y la amenaza de un ataque mortal como último recurso final.

    Camus que a duras penas se mantenía consiente con múltiples moretones en su blanca piel e hilillos de sangre saliendo de su frente y labios, miro a Mu con lágrimas en sus ojos sintiéndose resguardado en esos fuertes brazos, mismos que le brindaron cobijo la noche anterior y en los que soñaba con la felicidad junto al dueño de esos verdes ojos que lo miraban con preocupación y culpa, mucha culpa… 

    -Camus… ¿Por qué lo hiciste? No quería que pasara esto, por favor perdóname por no protegerte… –sollozaba el ariano apretándolo más contra su pecho.

    -N-No ll-ores, M-Mu… -hablo con dificultad Camus sonriéndole un poco para aminorar el pesar del otro. –No p-podía dejar que… t-te las-timara…

    El momento de ambos se vio interrumpido por un sonido que viajaba por las paredes haciendo eco burlón. Milo aplaudía cínico ante la escena, Mu lo miro como queriendo matarlo con su sola mirada.

    -¡Bravo! Que barbaros son los dos. –rio sonoramente. –Olvídalo Mu, Camus no puede estar contigo, o debería decir que tú no puedes estar con él después de saber lo que es. –miro molesto al aguador quien cerró los ojos con gran dolor.  

    -¡¿De qué diablos hablas maldito cretino?! –Mu cargo a Camus en sus brazos y se puso de pie frente al heleno.  –Entiende algo, yo amo a Camus ¡Y voy a luchar por él me has entendido! –grito retador.

    En ese momento, al sentir los cosmos de sus dos compañeros de batallas, Aldebarán, Saga, Death Mask, Aioria y Shaka que eran los más cercanos. Bajaron a ver lo que pasaba y a evitar un enfrentamiento de mil días si se presentaba.

    Al llegar, todos vieron a Camus herido siendo cargado por el de Aries que estaba frente a Milo ambos con una energía conflictiva increíble y aterradora, la tensión en el lugar era muy grande y todos podían sentirlo.

    -¿Qué es lo que está pasando aquí? –cuestiono Saga con su potente voz adelantándose al grupo de caballeros que estaban en la entrada trasera a la espera de aclaraciones.

    -Pasa, que este. –dijo Milo mirando con sorna a Mu. –Me quiere quitar a mi pareja, Camus es mío. –aclaro con enojo.

    Saga, algo sorprendido miro a Mu y luego a Camus en sus brazos luchando para no caer en la inconciencia.   

    -¿Es verdad eso Mu?

    -¡No! No es verdad, Camus no lo ama, Camus no está con él, ¡miente! –alzo la voz fuera de sí.

    -Mu tiene razón, tú sabes que Camus no es feliz a tu lado Milo. –Aioria había salido a defender a sus amigos.

    El león dorado estaba al tanto de lo que el aguador sufría al lado del peli azul. Y al ser amigo de Camus lo que Aioria mas quería es que Camus fuera feliz, quizás el rubio cenizo no estaba enterado de los sentimientos del peli turquesa hacia e peli lila pero sin duda si Mu le quería, entonces merecía ser feliz a su lado.

    -¡Tu cállate Aioria! –le grito.

    -¡No! ¡No me voy a callar! –el de Leo camino presuroso hasta donde el de Escorpio se encontraba, con la intención de encararlo.

    -Estoy cansado de ver la manera en la que tratas a Camus, él no te ama y tú tampoco a él, ¡¡tú estás obsesionado!!

    -¿A qué se refiere Aioria, Milo? –interfirió Shaka por primera vez desde que llegaran.

    Milo que solo miraba con molestia a sus compañeros, giro la vista para posarla con rabia en el pupilo del Patriarca quien no se intimido por la mirada amenazante del griego.

    -Ninguno de ustedes tiene derecho a meterse en lo que yo haga con Camus, él sabe lo que le conviene por eso está conmigo. O ¿es que acaso tú crees que Camus aun es virgen mi muy iluso Mu? –Milo se hecho a reír con sorna.

    Mu no sabía cómo sentirse por lo que escucho, tenía una leve esperanza de que su príncipe del invierno aun aguardara para el su pureza pero tras reflexionar en aquella relación en la que el acuariano estaba enredado, se dio un golpe mental al hacerse a aquella idea tan poco lógica; sabiendo que Milo lo reclamaba, a leguas se notaba que su Camus ya no esperaba por nadie y eso le lastimaba el corazón al tibetano. Aunque… quizás fuera cierto y quizás verdadero que Camus ya no fuera virgen pero ¿acaso eso importaba? No, no era todo, no importara cuantas veces ese escorpión del infierno lo hubiera marcado, porque él estaba enamorado del corazón del otro no de las posibilidades que representaba. Mu nunca busco eso y la verdad del asunto es que no le iba a empezar ahora.

    -¿Sabes qué? Eso ni siquiera me interesa. No me importa si su cuerpo es puro o si tú ya lo manchaste con tu sucia esencia ¿sabes por qué? Porque yo no soy tan hueco de la cabeza como tu Milo, que solo buscas a las personas por su apariencia o por el placer que puedan darme. –hablo seguro el ariano. –Yo amo a Camus por quien es, no por lo que es.

    La aclaración del peli lila dejo por demás iracundo a Milo. Camus en los brazos de Mu, se sentía feliz de saberse protegido y amado por el dueño de todo lo bello que llevaba guardado, escondido…

    -Dime Mu, seguirás diciendo eso una vez que te diga que yo me lo montaba todas las noches, incluso se lo clave hasta el fondo la noche antes de que se fueran de misión. –confeso burlón lo que hizo que Mu diera un gran suspiro pidiéndole a todos los dioses que le dieran paciencia para no ir hacia ese peli azul y matarlo ahí mismo. Camus por otro lado se estremeció entero en los brazos del más alto quien lo sintió.

    Mu miro hacia su pecho que es donde estaba Camus escondiendo su rostro mientras sollozaba lleno de vergüenza. Con un hilo de voz pudo decir una oración que hizo que la poca paciencia del ariano fuera de paseo a tierras lejanas.

    -Mu… -sollozo. –Yo nunca quise acostarme con él… lo hacía por miedo porque él me amenazaba con decirte sobre mis sentimientos asegurándome que tú me odiarías al saberlo… por eso… por eso lo hacía, no era por voluntad propia ¡perdóname! –lloro fuertemente siendo víctima de violentos espasmos de culpa, tapándose la cara con sus lacios y brillantes cabellos para tratar de alejarse de la vista de su verdugo y de su tormento.

    Más esto desato la tormenta perfecta. Todos los ahí presentes estaban asombrados de tal revelación, Mu estaba enojado, si era verdad pero no con Camus, no; él solo fue la víctima de un secreto y de quien aprovecho ese mutismo destructivo para complacerse así mismo.

    -Saga por favor, protege a Camus un momento. –pidió Mu mientras ponía al francés en los brazos del griego mayor, lo que Saga acepto con dudas sobre el accionar de su pacifico compañero ahora.

    Una vez Camus estuvo en brazos del gemelo, Mu se acercó al hermoso rostro galo y le hablo con calma y cariño como quien le habla a un triste niño.

    -No tengo nada que perdonarte mi niño… tú no tienes la culpa, yo te amo y siempre te voy a proteger no importa lo que pase o quien venga, siempre estaré para ti. –dicho esto, beso entonces la frente blanca del otro quien sonrió al saber que no importaba lo que ocurriera de ahora en adelante. Los dos lucharían juntos ante todo para defender ese bello sentimiento que los invadía y que no se arrepentía de haber dejado crecer dentro de su pecho.

    Aunque… estaba asustado, Camus no quería que su amado fuera lastimado por quien fuera su mejor amigo en el pasado.

    -Vaya, has dejado a la puta lejos para que no sufra más. –alardeo para enfurecer más a Mu.

    -¡Deja de ladrar de una vez perro sarnoso! De esta no te salvas. –sentencio abalanzándose hacia el griego quien no se dejaría amedrentar de esa manera.

    Fue así que ambos se enfrascaron en una lucha que no parecía querer dar tregua. Los demás trataban de separar a los contrincantes pero era inútil, ya que algunos hasta se llevaban sus buenos golpes por interferir en ese encuentro que cada vez se notaba más energúmeno. Camus estaba desesperado tratando de soltarse de los brazos de Saga para impedir que Mu se siguiera sacrificando de esa manera por él. Porque sentía que no merecía esa gran muestra de valoración que el de Aries le daba. Quería evitar con urgencia el dolor de su amado pero el de Géminis no lo dejaba ir exasperándolo completamente.

    Sin embargo, aquel ajetreo y esa potente elevación de cosmoenergía que llegaba desde la primera casa hasta el salón del Patriarca, alerto a este de que algo ocurría con dos de sus caballeros; Shion sabía perfectamente que se trataba del cosmos de su discípulo a quien sabia de misión por lo que dedujo, ya había regresado de la diligencia que le encomendó junto con el caballero de Acuario y del caballero de Escorpio. El peli verde sentía el alto nivel de tensión de ambos hombres por lo que muy preocupado se dispuso a bajar hasta Aries para saber que rayos estaba sucediendo ahí.

 

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    -Shion ¿vas a Aries? –indago el caballero de Libra al verle pasar presuroso por su casa.

    -Así es. –se detuvo con facción preocupada. -¿Sientes la energía tan agresiva?

    Dohko asintió con la mirada seria.

    -Justo ahora salía para allá también, ese nivel de energía no es una buena señal. Algo grave debe estar pasando.

    -Tienes razón, entre más rápido lleguemos será mejor.

    Y así ambos antiguos caballeros descendieron por las casas faltantes para saber lo que estaba ocurriendo en esos momentos en el templo del carnero.

    Mu y Milo, por otro lado estaban en pleno clímax de su enfrentamiento. El escorpión atacaba con su Aguja Escarlata al ariano que se defendía tras su muro de cristal; los demás guardianes estaban preocupados ya que el poder que emanaban sus compañeros con cada nuevo ataque que se daban mutuamente, amenazaban con destruir por completo la casa de Aries.

    Tan apasionados estaban en la tensión de la angustia momentánea. Que cuando Mu invoco su amenazante Extinción de polvo estelar como último recurso a su vez que Milo concentraba todo su poder en su poderoso ataque final para el peli lila. Ambos guerreros fueron sellados en una especie de caja invisible que no les permitió moverse más de lo necesario dentro de ella para alivio de los espectadores. 

    -¡¡¡Me pueden decir que es lo que está ocurriendo aquí!!! –gritaba Shion visiblemente alterado ante el panorama contemplado, mientras entraba con paso veloz al recinto con el rejuvenecido viejo maestro tras de él.

    -¡Patriarca! –exclamaron a coro con sorpresa y nervios los Santos.

    -¡Maestro…! –Mu bajo considerablemente la potencia de su cosmos.

    -¿Mu? ¿Estabas peleando? ¡Mira como estas! –perdió la compostura el pontífice acercándose a su alumno y colocándose frente a todos los presentes.

    Al ver Shion detenidamente a cada uno de los Dorados, pudo darse cuenta de que Saga tenía en brazos al caballero de la onceava casa visiblemente lastimado. El gemelo al darse cuenta de que el peli verde lo miraba, se apresuró a contestar con tono serio.

    -Milo le hizo esto. –confeso.

    -¡¿Qué?! –el ariano mayor giro su cabeza velozmente para ver al de Escorpio con sorpresa en los ojos. ¿Cómo era posible que Milo atacara de esa manera a Camus? Y más importante aún ¿Por qué el griego hizo algo tan terrible y prohibido como atacar a un compañero Dorado?

    -¡No era mi intención lastimar a Camus! –se defendió.

    -No, yo era tu blanco pero Camus se interpuso entre el ataque y yo. Recibiendo él lo que era para mí.

    -¡¡¡Querías lastimar a Mu, Milo!!! ¡Pero qué pasa con ustedes! Que los ha llevado a pelear de este modo, sin importar la seguridad de sus compañeros o la estabilidad de los templos.

    Shion estaba desesperadamente sorprendido por esa conducta de los guerreros de Athena ¿Cómo era posible llegar a tanto?

    -Shion, amigo tienes que relajarte. –el de Libra se acercó a su amigo de años consolando un poco su estado para animarlo a tranquilizarse.

    -Es que no puedo creer esto Dohko. Uno les da su libertad y su privacidad y ¡ellos arman todo un combate romano! –resoplo con exasperación. –Dime Mu ¿Por qué estaban peleando?

    -Lo que sucede maestro es que… -Mu cerró sus ojos y suspiro, al abrir sus orbes verdecinas de nuevo, hablo. –Camus y yo nos amamos… pero Milo vino a mi templo esta mañana a decirme pestes de él, y yo no lo tolere porque yo lo amo maestro y el a mí también.

    Decidido Mu confeso lo que su corazón sentía a su muy sorprendido maestro, que solo pudo mirarlo sin saber que decir o como proceder. Meditando un poco la situación, el sentimiento no era malo pero Shion estaba al tanto de la relación que los sucesores de Kardia y Degel llevaban y no es que fuera chismoso pero lo escuchaba comentar de boca de los soldados y algunos de los de Oro; ahora frente a él se hacía claro todo aquello pero le preocupaba en sobremanera que su alumno estuviera involucrado en esa pareja de hielo venenoso tan letal y tan toxico.

    -Pero Mu… yo he escuchado que Camus es la pareja de Milo. –trato de ser comprensivo.

    -Eso es mentira Patriarca, Camus no está con él porque quiera. Camus acepta todo lo que este infeliz le hace porque el muy desgraciado le dijo que si yo me enteraba de sus sentimientos por mí, lo odiaría por siempre, Camus simplemente actuó para no perder mi amistad por culpa de las mentiras que Milo le dijo sobre mí.

    -Es cierto patriarca. –Aioria llego hasta el carnero mayor. –Camus sufre por la maldad de Milo, él no le ama como Mu, y Kanon y yo somos testigos del daño que le causa a nuestro amigo.

    Las palabras de leonino le bastaron a Shion para darse cuenta que todo lo que escuchaba sobre el onceavo y octavo custodio eran más que figuraciones erróneas de quienes hablaban sin saber. El patriarca miraba a Mu quien aún estaba en la caja de cristal con algo de nostalgia. Si su alumno estaba enamorado y era correspondido, merecía ser feliz y el no sería quien para oponerse.

    Un leve llamado llamo la atención de todos quienes se habían quedado en silencio.

    -Mu… Mu. –llamaba Camus con la voz un poco débil mientras Saga lo ponía de pie el piso para que se sostuviera aunque todavía el del tercer templo lo tomaba de la cintura para que no se callera vencido por la debilidad. 

    Mu volteo a ver a su niño colocando sus manos en el cristal.

    -Aquí estoy Camus. –tras esas palabras, miro al peli verde con suplica. A lo que este entendió perfectamente lo que su pupilo le estaba pidiendo.

    Sin más fue que el Patriarca retiro la caja de cristal en la que el guardián de Aries se encontraba encarcelado para evitar desgracias. Fue Mu entonces al encuentro de su amado y lo estrecho en un abrazo donde el otro encontró apoyo para su cuerpo herido y maltratado. Sintió el calor y se extasió con su perfume, aunque sin dejar de sentir vergüenza por sí mismo. 

    -Perdóname… perdóname. –susurraba repetidas veces el de Francia en los brazos del más alto quien le acariciaba el largo cabello aguamarina que le caía con gracia por la espalda.

    Mu alejo un poco a Camus de su pecho para verlo a los ojos, aunque el francés los tenía rojos de llanto y giraba sus orbes azules aun punto lejano de las esmeraldas que lo miraban con tanto amor que hasta se sintió incapaz de imitarle.

    -Camus, por favor mírame… -pidió el carnero tomando la blanca y humedecida mejilla izquierda del contrario quien no tuvo opción de cumplir con aquel pedido como soplo del viento. 

    Cuando ambos se hubieron visto las almas, el más alto sonrió y deposito un suave beso en los labios del más frio del lugar según las palabras de algunos. Ambos cerraron sus ojos para sentir de lleno la calidez del otro hombre. Se separaron tranquilamente como si doliera y al final Mu retomo su hablar.

    -Nada de lo que Milo dijo hoy me importa, nada ara cambiar mi amor por ti. Solo con un roce de labios me demuestras que tienes más pureza que muchos aquí, incluyéndome a mi… -sonrió provocando en Camus un adorable sonrojo  manzana en sus perfectos pómulos. –Te amo mi príncipe del invierno.

    -Gracias Mu… yo también te amo, ¡no te imaginas cuanto! –Camus rodeo el cuello del peli lila con desconocida felicidad, sintiéndose pleno y dichoso porque sus anhelos al fin se cumplían. 

    Todos completamente convencidos de ese amor que el de Aries y el de Acuario se profesaban, apoyaron su unión. Shion les dio su bendición y ordeno a Milo dejar en paz a Camus y a mantenerse alejado todo lo que pudiera de este. Además de que tenía terminantemente prohibido el volver a acosar y/o atacar a alguno de sus compañeros; si el escorpiano rompía estas reglas, sería expulsado del Santuario y de la orden Dorada sin más.

 

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    De lo acontecido con Milo, había transcurrido una semana en la que Camus fue autorizado por Shion a mudarse a Aries si ambos lo deseaban a lo que los dos ansiosos y felices aceptaron sin vacilación. Era de noche ya en Atenas y por ende la gran mayoría de Santos se disponían a descansar como Athena manda; aunque siempre había excepciones…

    Resulta que esa noche Mu había preparado una deliciosa y romántica cena para su bello aguador quien no podía sentirse más feliz por al fin compartir con el hombre que amaba cada detalle que la vida le permitiera.

    Una vez hubo concluido la cena, ambos fueron a la habitación del ariano. Este había decorado con pétalos de rosa desde la entrada hasta las sábanas blancas de la amplia y cómoda cama que se cubría con pulcritud por los suaves pétalos rojos como bellas gotas de sangre.  Al ver el lugar de esa manera tan hermosa, Camus solo pudo sonreír de alegría. Mu quien lo vio, sonrió también al ver a su niño feliz.

    Fue por ello que Mu abrazo a Camus con pertenencia y dicha para luego buscar los acorazonados labios del galo y reclamar su boca en un tranquilo beso al inicio para que luego lentamente fuera adoptando más profundidad y pasión rebosante.

    Camus se sentía mareado ante las caricias que el ariano daba a su espalda, piernas y glúteos mientras lo besaba con ese abandono hechizante y deseoso. Él por otro lado, llevaba sus manos inquietas al fuerte pecho de Mu, acariciando y conociendo, luego pasaba a sus brazos y subía de nuevo hasta llegar a la nuca donde acariciaba sensualmente encendiendo al carnero Dorado.

    Fue de este modo que el tibetano guio ciegamente al galo hasta la cama donde lo empujo dejándole sobre su espalda para colocarse él sobre el menor y besar más ampliamente la nívea piel de su cremoso cuello. Mu metía sus manos traviesas por dentro de la camisa de Camus que dejaba salir pequeños suspiros de placer de sus dulces labios hinchados producto del beso anteriormente dado.

    Mu se acomodó hasta quedar sentado en la orilla de la decorada cama para luego atraer al francés y sentarlo en sus piernas para comenzar de nuevo a besarle en los labios y en el cuello. Camus estaba ya deseoso de las caricias de su amado y no se opondría a sucumbir ante estas. Por lo que se entregaba con ímpetu a las caricias del ariano que acariciaba su trabajado abdomen por dentro de la camisa.

    Sintiendo que la tela estaba de más, el peli lila ayudo al peli turquesa a quitársela lentamente dejando así a Camus desnudo de la cintura para arriba. El oji verde extasiado llevo su boca a los pezones rosados del otro, donde comenzó a lamer con su tibia lengua hasta formar círculos endureciéndolos completamente.

    Manos cadenciosas viajaban ansiosas por lo que las palabras mismas no alcanzaban para decir. La sensación del éxtasis recorriendo cada uno de esos masculinos cuerpos en una unión tan placentera y a la vez mal vista por algunos; pero esta vez no importaba porque solo eran ellos dos teniéndose uno al otro en la tranquilidad inquebrantable del silencio más delicioso y entonces solo interrumpido por el roce húmedo de las dos bocas que se comían mutuamente con demencia desmedida y fuego que nacía desde el interior para quemar al contrario. Tan juntos… tan de ellos.

    Las dulces sensaciones que el ariano le regalaba a su sensible piel, eran tan nuevas para él como lo era el roció de las nuevas lloviznas para las florecillas en la mañana y así como esas flores, Camus se abriría ante el sentimiento llamado amor. Amor que el carnero le daría y del cual lo llenaría hasta asegurarse de que ni siquiera se preguntara alguna vez en su vida si aquel sentimiento existía de verdad o solo era algo de lo que se hablaba en los libros que disfrutaba leer antes de dormir.

    No, ahora no podía ser más claro que el amor si existía. Muestra de ello era el estar ahora ahí en esa cama del hombre que le robo la frialdad sustituyéndola por el anhelo latente de su compañía aunque fuera pedida en secreto, Camus la quería y ahora la tendría con cada amanecer, en cada anochecer.

    Mu con suavidad había acostado al peli turquesa sobre la mullida superficie de espaldas mientras él se ponía encima dejando caer su melena lila suelta por su hombro derecho acariciando el pecho de Camus mientras sus labios pálidos besaban con lenta tortura el lado izquierdo del cuello del aguador, aprovechando a susurrar palabras dulces y cálidas en su oído; haciéndolo estremecer de gusto y de nervios por la tibia cercanía. Mientras esto sucedía arriba, abajo, Mu deslizaba con su mano libre el pantalón del más joven quien a su vez ayudaba en la tarea moviendo sus piernas ya que sus manos acariciaban con timidez la espalda fuerte del mayor.

    Era increíble…

    Y entre caricias desmedidas y una desnudes embriagante, aquellos dos que ignoraban el sentir contrario se dejan guiar por los deseos contenidos, dispuestos a liberarse de las ataduras de lo desconocido. Mu desnudo a Camus y este a Mu con toques fogosos sin respeto. El de Aries volteo con delicadeza el bello cuerpo del francés para dejarlo boca debajo de esa manera y con religiosa calma, el peli lila acaricio a su ahora amante para prepararlo ante lo que se esperaba venir…

    Un gemido… un grito enmudecido… y un rechinar que fueron los únicos testigos en la escena. Mu cerros los ojos ante la estreches de su príncipe, mientras sobaba con suavidad las caderas, piernas y glúteos baja el. Camus dejo escapar unas lágrimas junto con aire que estaba contenido en sus pulmones mientras sus manos se aferraban a las sabanas con fuerza…

    Y Mu fue como un colibrí que se impulsa hacia adelante, y hacia atrás buscando su necesidad perdida…

    Y Camus espero paciente la ida y la venida como fuerte árbol que siente las idas y las vueltas de las estaciones que le visitan y lo llenan de cosas nuevas, aunque no sean notorias.

    Entonces los cuerpos parecían bañados por una llovizna amigable de cristales claros que resbalaban por sus pieles de nácar y porcelana. El contacto inminente entre la inocencia y el placer de ser humano aunque algunos lo piensen sucio e indigno. Ambos esclavos voluntarios del placer enseguida se movían imitando a las olas del mar que en cada segundo nuevo la roba un beso suave a la arena virgen. Virgen como sus almas aunque sus cuerpos ya hayan sido de otros en el pasado, sus almas al fin estaban con su verdadero dueño… y esos les hacía felices.

    Pero así como todo empieza, todo debe terminar por muy bueno que sea.

    Por ello, al sentir que la tempestad azotar su calma, Mu tomo la virilidad de su amado entre su mano derecha mientras que los dedos de la izquierda estaban entrelazados con los de Camus. El pupilo del Pontífice acaricio con confianza y cariño la hombría contraria, aumentando de esta manera los suspiros y gemidos que le regalaba el dueño de aquella caliente pieza.

    Los dos queriendo llegar pero sin tener que acabar nunca la ferviente unión.

    Soltaron sus manos para que Camus pudiera darse la vuelta. Mu quería ver su rostro en el momento en que ambos se marcarían con la semiente de la creación.

    Salió entonces el oji verde del interior del de ojos azules ayudándole a ponerse boca arriba, al cumplir aquello, volvió Mu a enterrar sus miedos en las seguridades de Camus quien gimió de nueva cuenta al sentir el calor del amor sincero quemarle la frialdad de la incertidumbre que habitaba entre la brecha que los separaba que era la manipulación de la envidia y la inseguridad del rechazo y la lejanía autoimpuesta.

    La pasión despierta de Camus quedo envuelta en ambos vientres marcados que le acariciaban con soltura en una fricción deliciosa haciéndolo perder la poca vergüenza que le quedaba en la piel. El lemuriano por el contrario llenaba el interior cálido y estrecho, suave e invitante de su niño con todo el amor que por este sentía, y eso ya era mucho. Ambos gimieron y suspiraron mientras se tomaban de nuevo de las manos y se daban un beso tan cargado de cosas bellas, enrollando sus lenguas vivaces y sonriendo en medio de esa caricia majestuosa y tan pacifica que hasta la luna misma sentiría envidia si la pudiera contemplar desde lo alto del firmamento austero.

    -Mu… Mu… -llamaba como una tonada que llegaba hasta su corazón latiente de emoción y pureza. Yo…. Yo… Me… ahh –el aviso del agua que estaba a punto de desbordarse de la vasija.

    -Hazlo… hazlo conmigo mi niño… yo estaré a tu lado…

    Uno, dos, tres… cuatro cometas pasaron por el cielo oscuro esa noche tan magnifica, y esas estrellas bastaron para que dentro del primer templo, dos guerreros  pudieron verlas y hasta tocarlas sin necesidad de salir al exterior. En medio de un beso hambriento que marco todo sin contemplación, el carnero se hizo dueño del copero, bebió sus aguas y el aguador acaricio la piel suave del ariano. Y solo el momento fue mudo y fiel testigo del hermoso acto de amor.

    El peli lila se separó de la boca humedecida de su compañero para verle a los azulinos ojos que ahora parecían ser más claros, sonrió entonces Mu a su pequeño de quien salió lo más delicadamente que pudo para recostarse a su lado, pero de frente a lo que Camus se acomodó de la misma manera para ver al otro de frente a su lado en la cama. Mu rodeo en un abrazo la cintura del onceavo guardián y con ello lo acerco más hasta que ambas narices respingadas se tocaran con la punta.

    Mu dio un suspiro de satisfacción.

    -Esta fue la noche más mágica de mi vida…

    -La mía también. –sonrió con sinceridad, mas esta se borró dando paso a una cara de profunda tristeza. -Hubiera querido que tú… fueras el primero en tocarme…

    Mu vio el dolor en su amado y eso le dolía a él también.

    -Eso no importa. –acaricio la mejilla ajena con su dedo índice y medio. –Me basta con saber que fui el primero en tocar tu alma… te amo Camus, y no importa todo lo que has hecho en el pasado, yo tampoco soy un santo. He hecho cosas de las que no me enorgullezco, nadie es perfecto, a veces solo somos víctimas de la situación… nunca fue tu culpa.

    Al terminar de hablar, el oji verde abrazo a Camus para que pusiera el rostro sobre su pecho. Así lo hizo el peli turquesa pasando por la cintura del tibetano uno de sus brazos a modo de abrazo.

    -Gracias Mu… gracias por amarme y estar a mi lado aun sabiendo todo lo malo que hice… te amo y… a  mí tampoco me importa lo que hayas hecho en el pasado, porque ahora es el presente, estamos juntos y eso es lo que más me importa.

    -Te amo pequeño, no me agradezcas por eso, más bien yo te agradezco a ti por dejarme estar a tu lado.

    El del primer templo deposito con ternura un beso sobre la frente del chico entre sus brazos que por cierto ya había sido llamado por Morfeo, tomo con su mano libre la sabana que estaba a un lado de sus espalda y cubrió a ambos para que su cristal de hielo no sintiera el frio de la madrugada de lleno en su cuerpo.

    Aquella fue la primera vez que estuvieran juntos desde que se declararan. El lo había hecho por respeto al galo, y este por timidez de su reciente relación. El hecho es que ya todo eso no importaba; se habían entregado mutuamente al amor que el otro le ofrecía a su corazón empolvado, y aunque tuvo que pasar mucho para que se dieran por enterados de que sus sentimientos eran totalmente correspondidos, había valido la pena la espera por esa recompensa que vivían en el presente. Dormir al lado del que habían elegido para amar no tenía precio y estaban seguros de que así seria hasta que la muerte misma los reclamara. Pero ahora no había que pensar en eso porque se amaban y era lo único que valía la pena saber.

    -Mu… -llamo el galo con somnolienta voz.

    -Dime mi niño. –respondió con sus ojos cerrados hablando en susurros como si fueran a despertar a alguien.

    -Te amo… -y quedo en silencio dejándose vencer por el sueño pero no podía dormir tranquilo sin decir lo que su ser sentía, aunque no se quedara para escuchar la respuesta.

    Mu lo sintió dormir en unos segundos, abriendo un poco sus ojos, sonrió con cariño y susurro al otro antes de caer dormido también aun abrazando el suave cuerpo con cuidado y calidez.

    -Yo también te amo, mi pequeño Camus…

    Y era verdad, se amaban y agradecían por ya no morir de amor en secreto, de tener una oportunidad de ser felices y sobre todo de dejar de ser… esclavos del silencio.

Notas finales:

Bien, este fic llego a su fin, espero les haya agradado y no les haya decepcionado con mi forma de hacer los “lemones” si es que se les puede llamar asi jeje n///nU es que la verdad de las cosas, no puedo hacer lemones como Zeus manda y pues me salen medio como versos no se… la cosa es que al menos lo intento jeje.

Bueno mis amigos, si me lo merezco pueden darme su opinión, punto de vista, sugerencia o critica. Solo si quieren, ya que no es mi estilo en ninguno de mis fics obligar o chantajear al lector con esa frase descarada “si no dejan reviews no sigo subiendo caps” eso ¡jamás se hace! Pero bueno, por hoy me despido bellezas, y Gea linda lamento la tardanza pero luego te subo los restantes que me has pedido.

Sigan bellos y ¡¡feliz cumpleaños Camus de Acuario copo sexy!! *¬*


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