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Two Days por FuriChan

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Notas del capitulo:

Aquí la parte 3, y penúltima de la historia.

Se puso de pie y me dio la mano para levantarme más rápido. Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él para darme un beso rápido en los labios, y luego uno más largo y profundo; levantó un poco mi camiseta y tocó mi vientre y mi pecho suavemente para después quitármela por completo. Quedé con el torso descubierto y el me contempló por unos segundos, divisó algunas cicatrices, pero las ignoró por no hacer un drama del momento, quizás. Me miró, seductor, y tomó mis manos para ponerlas en el borde de su armadura; “Ahora hazlo tú”, me dijo. Su voz era profunda y eso hacía que penetrara en mi mente con más facilidad; con un poco de esfuerzo quité la pechera de su cuerpo, la capa no la traía aquel día, por lo que lo siguiente que tuve que hacer fue quitar fue su camiseta; pronto lo tuve desnudo hasta cerca de la cintura frente a mí, me di mi tiempo también de observarlo detenidamente. Su cuerpo estaba limpio, sin marcas ni cicatrices, como tenía el mío. Era muy fuerte, sus músculos estaban bien formados y se notaba el entrenamiento arduo que había realizado para llegar a estar así. Puse mi mano sobre su pecho y sentí sus latidos, estaban acelerados, y eso me causó gracia por algún motivo; él me miró molesto, “¡No te rías!” me dijo, y yo sólo continué con mis pensamientos. Su piel era ligeramente más oscura que la mía; me agaché un poco y posé mis labios sobre uno de sus pezones, se sobresaltó un poco, por lo que esperé a que se acostumbrara a esa sensación. Pasé mi lengua por este lentamente, era muy suave y se endureció a mi paso; hice lo mismo con el otro por un momento, su respiración era más fuerte ahora, y eso me hacía sentir bien, quería que lo pasara bien conmigo, ¿quizás lo estaba viendo sólo como a otro más a quien debía complacer?, él pareció adivinar mis pensamientos, por lo que me separó un poco de él, tomó mi mejilla con una de sus manos y me dijo: “¿Puedes sentir mi corazón acelerado?”, con su otra mano puso la mía sobre su pecho; “Todo mi ser está rendido hacia ti, y no puedo explicarte qué me hace quererte de esta forma” continuó. Le sonreí y me di la vuelta, para caminar hacia una pared y me apoyé en ella, mientras él sólo me observaba como si mi visión lo entretuviese. “Yo tampoco puedo explicármelo, pero haré todo lo posible para darte un motivo para no arrepentirte de esto. Aunque mi apariencia no me ayude en lo absoluto” pronuncié, y él automáticamente tomó mis muñecas y las puso contra el muro, aprisionándome frente a él. 
 
- No hace falta que te esfuerces. Nunca me arrepentiría de tener sexo contigo por algo tan trivial. Yo te quiero, y te deseo – Puso su cabeza cerca a mi cuello y empezó a repartir besos y mordidas por todo el área a su alcance; era placentero y un poco doloroso, pero aún el ligero dolor que me producía era agradable – No hay nadie más con quien yo quisiese hacerlo.
 
- Me alegro – Le contesté entre respiraciones entrecortadas.
 
Soltó mis muñecas y se puso tras de mí. Me atrajo hacia él y pude sentir un bulto presionando la parte baja de mi espalda; colocó mis pezones entre sus dedos y empezó a jugar con ellos, apretándolos despacio, masajeándolos de todas las formas posibles.
 
- ¿Sientes algo duro aquí atrás? – Se refería al bulto que había sentido antes – Así me pone tenerte conmigo en esta situación. Estoy así porque te deseo y tengo muchas ganas de hacerte mío, esa es la prueba de que en serio me pareces hermoso y que me atraes, además de hacerme quererte como a nadie.
 
- Sí, lo siento en mi espalda - ¿Eso era por mí? Yo sabía que cuando un hombre tenía su… bueno, muy duro, era porque… - Estás excitado, ¿no?
 
- No puedo negar que me pones mucho. No puedo creer que esté diciendo estas cosas – Rio un poco avergonzado mientras seguía haciendo lo suyo – No sé si tú lo estés, pero puedo notar por tus gemidos que esto te está gustando, ¿verdad? 
 
- C… Cállate – le dije casi sin poder pronunciar palabra – Sí, así parece – Me retracté.
 
De pronto me soltó y yo aproveché para girarme y tirar de su pantalón, que fue recorriendo sus fuertes piernas hasta llegar al suelo, terminé de quitárselo al mismo tiempo que sus zapatos. Sólo su ropa interior me impedía ver su cuerpo desnudo por completo. Toqué sus piernas asombrado por los músculos que se marcaban hasta en esa parte. Me agaché a la altura de su entrepierna y lamí el bulto que sobresalía aún detrás de la tela; él soltó un gemido ronco y yo supe que debía continuar. Me atreví a quitarle lo poco que aún lo cubría y cuando lo hice su miembro salió disparado de su ropa interior apuntando directamente hacia mí. Me lo quedé viendo un momento mientras él, respirando agitado, se sorprendió por la forma en como estaba llevando las cosas. No iba a decírselo, por supuesto, pero no debía olvidar que yo era una especie de “experto” en dar placer, no porque quisiese hacerlo, era sólo porque había sido obligado tantas veces que ya no era posible llevar la cuenta; ahora podía usar todo eso para satisfacerlo a él, con quien creía tener una conexión diferente, más íntima y especial; no había razón para que ninguno de los dos tuviera inhibiciones. Ver su miembro erecto frente a mí me parecía extraño, ¿cuántas veces había visto uno desde esta perspectiva?, ay… no era el momento para estar pensando en cosas desagradables, si Vegeta hubiese sabido todo lo que pasaba por mi mente… 
 
- Me gusta verlo así, ¿sabes? – Le dije, con una sonrisa. Sus mejillas estaban enrojecidas por la excitación, y su pecho subía y bajaba con dificultad. Me parecía tierno verlo en ese estado – Quisiera saber a qué sabe…
 
- Pruébalo… - Me contestó suavemente, haciendo estremecer mi cuerpo con su deseo.
 
- También me gusta escucharte pedírmelo así; y... me gusta el rostro que tienes ahora, me gusta saber que es por mí - ¿Qué dije? Me estaba volviendo totalmente empalagoso. Estaba… cambiando…
 
Dejé de pensar en mis conflictos mentales y volví a la realidad, introduje lentamente su erección en mi boca. Él se arqueó un poco hacia atrás y gimió fuertemente; traté de contener la mayor parte de su miembro dentro, pero tuve que sacarlo muy rápido porque se me hacía imposible. Empecé de nuevo, esta vez sólo metí la punta de su pene y un poco más; utilicé mi lengua para recorrer la parte que tenía dentro de mi boca; era liso en la punta, y se sentía muy duro. Abrí mi boca y lo dejé salir un momento, respiré profundo y empecé a introducirlo de nuevo. Comencé a mover mi cabeza hacia atrás y hacia adelante, chupando toda la extensión de su sexo, y sosteniéndome con mis manos colocadas en su trasero. Vegeta emitía toda clase de sonidos de placer y la temperatura de mi cuerpo subía de pronto al escucharlos. Subí la mirada y la crucé con sus ojos, eso pareció excitarlo aún más, y yo sólo busqué tener la oportunidad de observar al detalle sus expresiones, la forma cómo mantenía la boca entreabierta y como algunas gotas de sudor caían del cabello sobre su frente. Se sentía bien, tenerlo en mi boca, sentir la suavidad y la fricción que ejercía el movimiento de entrada y salida. No tenía un sabor específico pero… podría decir que cuando lo lamía de arriba abajo, al comienzo me parecía que sabía a... ¡bueno!, no es algo relevante, a decir verdad, y era un sabor casi imperceptible; me gustaba hacer esto, porque sabía que él lo disfrutaba y eso me alegraba. Me detuve de pronto y él exhaló con fuerza cuando salió de mi boca por completo.
 
- Ven, siéntate aquí – Le pedí, mientras me dirigía hacia una esquina.
 
Él obedeció y yo sonreí, era la primera vez que tenía la oportunidad de hacerlo con alguien que escuchaba lo que le decía, que quería complacerme y tanto como yo a él. Una vez hubo hecho lo que le dije, me arrodillé poniendo mis rodillas encerrando sus pies. Lamí su cuello muy despacio, tratando de provocarlo, y fue fácil darme cuenta de que funcionó, su cuerpo estaba temblando pidiéndome más, y yo me sentí deseado en serio; no es lo mismo escucharlo que comprobarlo con todos tus sentidos. Puso su rostro cerca de mi cabello y aspiró mi aroma, “Tu cabello huele a un prado… con flores y plantas hermosas” dijo. “Quizás es mi olor natural… este cuerpo ha pasado la mayor parte de su vida en el campo” le contesté; “Tal vez. Me gusta tu esencia”. Levantó mi cabeza y me besó apasionadamente, dejándome sentir su lengua dentro de mí. 
 
- Desnúdate, para mí 
 
Estaba avergonzado. El calor del momento aún no había logrado quitarme toda la timidez que tenía dentro, pero no quería que el “buen humor” que teníamos se esfumara. Me levanté del suelo y me percaté de su mirada ansiosa que me desnudaba aún antes de poder verme hacerlo. Decidí darle de una vez la imagen que él quería tener de mí. Tomé mi pantalón de los bordes y lo deslicé temeroso por mis piernas. Sí, “temeroso” y es que había algo en ellas que no quería que él viera, pero de nuevo lo ignoré, esperé a que se diera cuenta por sí solo. Terminé de quitármelo y esperé un momento, al parecer no se había fijado en eso aún. Proseguí a quitarme la ropa interior, y él parecía estar disfrutando el espectáculo. Bajé poco a poco la tela que me cubría, para que se hiciese la idea junto con su imaginación. Antes de que me diese cuenta ya estaba completamente desnudo y mi miembro, para mi sorpresa, estaba erecto y había crecido un poco en cuanto a su tamaño normal. Yo estaba sorprendido por el sólo hecho de que se me hubiese puesto de esa forma, normalmente no me ocurría eso; obviamente me había sucedido varias veces desde que tuve cierta edad, y alguna vez me había tocado hasta terminar cuando aprendí a hacerlo; pero desde que me habían iniciado en el sexo a la fuerza, nunca lo había visto en ese estado. Lo toqué para averiguar si estaba igual de duro que el de Vegeta y, en cuanto lo hice, mi cuerpo recibió una especie de descarga eléctrica leve; era extraño, hace mucho que no me ocurría eso, era casi como tocarme por primera vez, con la misma intensidad. Estaba muy sorprendido observándolo; y ahí fue donde recordé que él estaba observando todo lo que hacía.
 
- Eres… tan hermoso. Como Venus hecho hombre – me dijo.
 
- Mhm… No entiendo como dices eso. Tú… tú si eres perfecto – Me reí por la forma cómo pronuncié aquellas palabras – Eres guapo, muy fuerte, elegante y delicadamente arreglado. Y tu voz… Tu voz me hace imposible pensar, es como un canto de sirena que me hipnotiza hasta la locura.
 
- Me doy cuenta de que por lo menos te atraigo – Rio – No sólo por tus dulces palabras sino también porque tu cuerpo me lo dice así. Verte desnudo es como contemplar algo celestial. Quiero hacerte mío, ahora.
 
- Hagámoslo, entonces – Me mordí el labio y él lamió el suyo, como si ambos hubiéramos tenido la misma imagen mental.
 
Me jaló hacia el suelo y me puso a mí en el lugar donde se encontraba antes él. Estábamos sentados frente a frente, abrió mis piernas y las levantó un poco, mientras él agachaba su torso a la altura de mi pene y lo introdujo hasta la mitad en su boca, colocando mis piernas sobre sus hombros. Ahí fue cuando comprendí el placer real, sentir la humedad de su lengua bajando y subiendo por toda la extensión de mi miembro; verlo desaparecer entre sus labios mientras su ojos profundos me miraban con deseo; escuchar el sonido que hacía mi erección al entrar y salir de su boca. Me sentía muy excitado y feliz. No sabía cómo ni por qué, pero en ese momento, confié realmente en Vegeta, en ese preciso momento pude darme cuenta de que mis sospechas en cuanto a su amabilidad no tenían fundamento; él se desvivía para hacerme feliz, incluso ahora.
 
De pronto puso tres dedos frente a mi boca, y yo supuse que quería que los humedeciera, así que eso hice. Él seguía chupando mi miembro mientras yo lamía sus dedos dentro de mi boca, pronto los quitó de mí y continuó produciéndome ese paraíso de sensaciones, que se vio interrumpido de pronto por una incomodidad en cierta parte de mi cuerpo. Su dedo rodeaba los bordes de aquel agujero sobre el que giraban la mayoría de mis encuentros; trataba de relajarlo manteniéndome excitado, pero aún así mi cuerpo se la estaba poniendo difícil. De pronto lo sentí introducirse en él, y luego moverse un poco para dilatar mi entrada; después introdujo otro dedo; y luego, otro, y mi incomodidad se hacía menor y menor, a pesar de sentirme extraño por tener algo en un agujero por el que no debería entrar nada; probablemente ya debería estar muy acostumbrado a eso, pero por alguna razón no era así, cada vez sentía lo mismo y eso no cambiaba nunca. Finalmente quitó sus tres dedos y yo gemí un poco como reacción; dejó mi miembro libre y me susurró en el oído: “¿Te sientes listo”; y yo asentí, agitado y con la piel del cuerpo totalmente húmeda por el sudor.
 
- ¿Qué debo hacer ahora? Quiero que me lo digas – Insistió, haciendo vibrar mi nuca con su aliento.
 
- ¡Qué cruel eres! – Le reproché, mientras escuchaba su risa débil en mi hombro. Resoplé y me atreví a decirle – Quiero tener tu miembro dentro de mí. Quiero que lo introduzcas en mí, ahora – Acepté, con los ojos cerrados – Ya… no aguanto más…
 
 
Con esas últimas palabras, un dolor intenso se desplegó desde mi entrada por todo mi cuerpo; gruñí muy fuerte y mantuve los ojos cerrados por varios segundos. Cuando los abrí estaban un poco llorosos por el esfuerzo, y Vegeta me preguntó cómo me sentía; esperé un momento para decirle que continuara y él introdujo su erección hasta el fondo de mi interior; de nuevo sentí un dolor leve que me hizo sudar aún más.
 
- ¡No te muevas! – Le pedí, algo preocupado y él tenía una expresión de temor increíble. Quizás lo había preocupado demasiado – Está bien, ya estoy cómodo.
 
- Lamento haberte hecho sentir mal por un momento – se disculpó, avergonzado.
 
- No te preo… ¡Ahh…! – Me interrumpió cuando sacó de golpe todo su miembro de mí, para después empujarlo con un poco más de fuerza de vuelta.
 
 
Cuando agarró el ritmo de las embestidas, mi celda, normalmente silenciosa, se llenó de ruidos de puro placer y esfuerzo, gemidos, jadeos, gruñidos, respiraciones agitadas, nuestros cuerpos chocando con fuerza; todo aumentaba más nuestra calentura y hacía del momento uno aún más completo. Ver su rostro excitado y su cuerpo frente a mí mientras su miembro entraba y salía de mí me colocaba en una situación tan intensa que no podría describir con palabras. Nos detuvimos un momento para cambiar de posición y me temí lo irremediable, quería hacerlo viéndome de espaldas y cuando me giró el cuerpo, su silencio casi me lastimó los oídos.
 
- No… ¿Por qué? – Cerró los ojos, los cuales brillaron por las pequeñas lágrimas que querían salir de ellos y no podían – Tú… ¿Quién le hace esto a alguien tan bello como tú?
 
- Oye… Podemos… parar, si quieres. Debe ser poco atractivo ver a alguien así – Le respondí, mientras me acomodaba el cabello que se sentía despeinado bajo mi mano; y observaba su erección aún existente.
 
- No… no me desagradas tú, en lo absoluto; me desagrada imaginarme a la gente que… - Gruñó furioso – Algunas aún sangran un poco. ¿Te duelen?
 
- No… no demasiado, ya estoy muy acostumbrado a las cosas que me hacen – Mi trasero y la parte de atrás de mis piernas estaban cubiertos de heridas un poco abiertas, moretones y cosas por el estilo. No sabía cómo se verían, pero ya los había tocado antes; normalmente cuando alguien me “visitaba”, les gustaba hacerlo en posiciones donde yo estuviese de espaldas a ellos, enseñándoles sólo la parte de atrás de mi cuerpo, y era por eso que se ensañaban con ciertas áreas que tenían a su alcance a la hora del clímax.
 
- Juró que cuando tenga oportunidad les daré lo que se merecen a todos ellos…
 
- No sabes quiénes son… ¿Estás seguro de que no quieres detenerte?, yo lo comprendo.
 
- No, dejaré eso a un lado por ahora. Quiero enseñarte que podemos tener un orgasmo  sin que yo me comporte como una bestia, al igual que todas esas ratas – Trató de cambiar su rostro de seriedad por uno más amable.
 
 
Me tomó por las piernas y me cargó con ellas rodeándole la cintura. Puso mi espalda contra una pared, y empezó a embestirme nuevamente, al mismo tiempo que se ayudaba de la posición para introducirlo aún más profundamente dentro de mí. Por un momento, dejé de sentir placer, mi cuerpo se desensibilizó a él totalmente; por un momento, sólo sentí dolor. Mi mente no podía dejar de rodear el recuerdo de aquella primera vez que había hecho esto, con ese tipo, con ese bastardo que me había arruinado el cerebro; sus patadas y sus golpes que me impactaban sin piedad, produciéndome alguna lesión de la que milagrosamente me recuperé rápido; y después, con el cuerpo magullado que él mismo me había dejado, me puso de pie, de espaldas contra la pared y con poca preparación me penetró completamente. Cada palabra, cada acto que realizó flotaba en mi mente, como un infierno maldito; cuando debería haber estado viviendo en el cielo. ¿Por qué?, ¿por qué ya no disfrutaba del momento?, quería que Vegeta me entregara todo su esfuerzo traducido en placer; quería sentirme bien, ¡¿por qué no podía?!; quizás simplemente era mi maldición, quedar marcado por esa experiencia y no ser capaz de disfrutar de nada más.
 
- ¿Qué te sucede? – No le contesté - ¿Por qué lloras?, lo sacaré…
 
- ¡No!, ¡no te atrevas!
 
- ¿Qué pasa?, ¿por qué estás llorando? Dímelo por favor… - Su voz sonaba desesperada y suplicante, y tuve que confesar.
 
- ¡Ya no siento nada! – Rompí en llanto, mientras manteníamos la misma posición; debía ser muy deprimente para él ver esa escena.
 
- ¿Qué?, ¿a qué te refieres?
 
- Lo que escuchas, ya no soy capaz de sentir nada, más que dolor. Hasta hace unos momentos lo estaba disfrutando mucho y de repente se detuvo – Hablaba entrecortado por mi llanto y él sólo me miraba sin saber qué hacer o siquiera entender lo que me sucedía. Pasaron unos minutos, él acariciaba mi cabello que según decía olía a prado, y yo secaba mis lágrimas que aún continuaban saliendo de mis ojos – Continúa…
 
- ¿Qué?, ¿se detuvo esa sensación? – Me preguntó, sorprendido.
 
- No. Pero quiero llegar hasta el final, tal vez empiece a sentirlo de nuevo si continuamos – Mi voz estaba apagada y temblorosa pero estaba seguro de mi decisión.
 
- ¿Estás seguro de eso?, podemos continuar de otra forma…
 
- Sólo sigue, por favor.
 
Apenas comenzó a moverse de nuevo el dolor invadió toda mi columna y cerré los ojos. Él ya no se movía como antes, por miedo a herirme tal vez. Lo miré con cariño, a pesar del momento, y él me devolvió el gesto con un beso tierno. “Más rápido” le pedí; y aunque él me discutió yo insistí, quería que fuera capaz de acabar como debía, no quería que se contuviera por mí. Mi cuerpo casi saltaba sobre su miembro y él empujaba con todas sus fuerzas sus caderas contra mi entrada. Yo seguía sintiendo un dolor punzante por todo mi trasero y mis piernas, pero estaba feliz de sentir su excitación golpeándome cariñosamente.
 
- Ahh… Ya… estoy a punto de… - Los sonidos que interrumpían su palabras aún eran agradables y tocar su espalda fuerte y ancha también lo era, me sostuve bien de ella con mis manos.
 
- Hazlo – Le pedí, a punto de caer rendido.
 
- ¡Ahhh! – Con un gemido sonoro y una última embestida profunda, se vino finalmente. Yo sentí un golpe extraño de calor corriendo por mi interior, y su miembro saliendo de mí, dejando un espacio vacío que pronto se cerraría. Su rostro en ese momento fue extraño y provocador, casi me hizo olvidar el dolor que sentía. Me colocó en el piso y se dejó caer cerca de mí; descansó un poco y luego se dirigió a mi miembro que aún no había bajado de su estado. Lo tomó entre sus dos manos y me masturbó mientras lamía la punta con delicadeza. Mi sensibilidad volvió y me alegré un poco, estaba disfrutando mucho de los últimos momentos antes del final. Lo introdujo en su boca y con una de sus manos se movía por el área que no alcanzaba con su lengua. De nuevo, me excitaba mucho verlo trabajar para satisfacerme, y su mirada lasciva posada sobre todo mi cuerpo no hacían más que acelerar mi orgasmo. Una sensación de cosquilleo en mi vientre y en mi miembro me avisaron que ya venía el momento, “Vegeta, me voy a…”, advertí, pero él sólo sacó un poco mi pene de su boca y mantuvo la punta esperando por mi eyaculación. Gruñí roncamente cuando sentí que salía de mí toda la energía sexual y me avergoncé por haberme corrido en la boca de mi compañero.
 
 
- ¡Lo siento! – grité una vez me hube recuperado del orgasmo.
 
- No te disculpes – dijo mientras sacaba mi miembro de sí mismo – Yo quería que lo hicieras.
 
De la comisura de su boca pude ver un poco de mi propia… lo cual avivó mi imaginación en medidas insospechadas. Ahora recaía en cuenta de una cosa…
 
- ¿Tú… te lo… tragaste? – Le pregunté temeroso, con miedo a ofenderlo.
 
- Ah, sí – rio – Tú recibiste el mío así que yo recibo el tuyo.
 
- Oh… - Mi cara se puso muy caliente y estaba a punto de excitarme de nuevo con todo eso; pero a esas alturas era muy difícil que sucediese – Y dime… ¿A qué sabe?
 
- ¿Eh?, es una pregunta extraña. No sabe mal, pero no es como que sepa a algo en realidad. Era algo caliente y lo sentí con fuerza, eso es lo que sé.
 
- Entiendo – Seguramente me ruboricé, no sabía cómo me atrevía a preguntar semejantes cosas.
 
- Oye… ¿Te sientes bien?, ¿aún hay algo que te moleste?
 
- No, ya no hay nada, en ese sentido. Pero me frustra muchísimo, me frustra no haber podido disfrutar de todo a la par contigo. ¡Sólo por una experiencia como esa ya estoy jodido!
 
- No lo estás, no lo estás – me dijo, mientras me hizo apoyar mi cabeza en su pecho. Le di un beso en él, y continuó – Al final fue increíble para ambos, ¿no? 
 
- Sí, me hiciste sentir demasiado bien. Espero… haber podido causarte lo mismo...
 
- Definitivamente. Yo no pensaba que tendría sexo contigo y habértelo hecho fue maravilloso.  Ahora eres mío – Advirtió poniendo su dedo en mi frente como recordatorio – No lo olvides.
 
- No lo haré. Si hay algo que no quiero olvidar es eso...
 
- Iré a darme una ducha, ¿está bien?; estamos sudando aún y tenemos que limpiarnos de otras “cosas” – Se rio y me extendió una mano - ¿Vienes conmigo? Te ayudaré a lavar tu cuerpo – Me guiñó el ojo con una sonrisa.
 
- Pervertido… - Tomé su mano y recogí la ropa que estaba tirada por los alrededores.
 
- No la recojas, te conseguiré ropa nueva. No hay nadie por aquí, no tengas miedo.
 
Caminamos hasta las duchas desnudos, tomados de la mano; era una sensación muy cálida como la que se tiene en familia. Sacó una camiseta y un pantalón genéricos de un almacén y también ropa interior para ambos; para él buscó una camiseta de manga larga y un pantalón azules los dos. Nos pusimos bajo la misma regadera dejando a un lado la ropa, y el agua tibia nos relajó y nos limpió de todo lo que había quedado en nuestros cuerpos. Vegeta tomó el jabón y empezó a pasarlo por mis brazos y continuó con todo lo demás, haciendo especial énfasis en áreas que él quería tocar. Yo hice lo mismo, y para molestarlo me detuve largo rato en su trasero, lo tenía muy bien formado y firme por el entrenamiento, pero yo lo hacía sobre todo para ponerlo nervioso. Me reí mucho cuando me dijo que me detuviera, y continué enjabonando lo que faltaba de su cuerpo. Luego tomó el shampoo y masajeó suavemente mi cabello, el cual parecía fascinarle; una vez estuvo listo me tocó hacer lo mismo y yo decidí hacer algo gracioso con la espuma en su cabello;  “¡Si pudieras verte, Vegeta!” le dije entre risas, mientras él me jalaba de los cachetes, fastidiado por mis bromas. Nos reímos, al fin y al cabo, mientras el agua nos quitaba toda sustancia de encima. Trataba de recordar cuándo había sido la última vez que pude reír de esa forma, tan despreocupado e inocente; quizás antes de que decidiera sacrificarme por mi familia, antes de llegar al campo de batalla; y eventualmente, aquí. Mi “familia”, para ellos aún soy Kakarotto, tengo que aceptarlo; tal vez él sólo necesita tiempo para recuperarse de sus heridas; si vuelvo a ser como antes, ¿aún querré a Vegeta?, ¿aún podré estar junto a él?
 
- Vegeta… ¿Por qué me quieres de esta forma?, ¿por qué me quieres como mi padre y mi madre se quieren? – Lo miré intrigado - ¿No tenemos que ser hombre y mujer para querernos así?
 
- Ouch… Eso... me dolió un poco eh – Me contestó sonriendo – No es la primera vez que me dicen algo así. 
 
- ¿No es la primera vez…? – Pregunté, casi lanzándoselo al viento.
 
- Olvida eso. Yo no sé qué pienses tú, pero este sentimiento nace desde el fondo de mi corazón y no puedo cambiarlo. ¿Quién es el que decide lo que está bien y lo que está mal?, ya no me importa nada de eso – Bajó la cabeza como si recordara algo relacionado a esto - ¿A ti te parece mal?
 
- Yo… simplemente no lo sé; nunca estoy seguro de nada, pero creo que si eliminara lo que está mal en mi vida ahora, terminaría por estar muerto. No hay nada “correcto” en mi rutina, y si esto está mal, por lo menos sí me hace feliz.
 
- Mmmn… Gracias – Sonrió – Si algo te hace feliz y no afecta a nadie, no tienen derecho a juzgarte – Se dio la vuelta dejándome ver su espalda y me di cuenta de algo.
 
- ¡Oye, tienes varias heridas en tu espalda!, ¿qué te pasó? – Exclamé preocupado.
 
- Ah, eso – Se rio bastante – Tú eres el autor, si no lo recuerdas.
 
- ¿Yo? ¿Cómo…? – Recordé que al momento de su orgasmo yo apreté su espalda con mis… uñas – Eh… Lo siento.
 
- No te preocupes, eso sólo ayudó a que sintiera el momento con más fuerza, por decirlo así.
 
Continuamos conversando mientras nos duchábamos, su rostro relajado y hermoso no sale aún de mi mente, nuestras risas tontas, nuestra imaginación. Aún recuerdo aquello y siento que lo vivo de nuevo; creo que al final sí pudo hacerme volver, quizás no como él pensaba, pero pudo convertirme en una persona normal otra vez. Le debo mucho a ese hombre, no era perfecto, pero era maravillosamente imperfecto, para mí.
 
Un sonido interrumpió nuestra conversación, provenía del scouter de Vegeta. Él corrió a revisarlo, se lo puso en el lugar adecuado y presionó el botón; de pronto empezó a vestirse a toda velocidad con su armadura y la ropa que había conseguido apenas. Yo lo observaba fijamente, ¿qué hacía?, ¿planeaba irse?, ¿después de todo eso?; salí de la ducha y cerré la llave, mientras me vestía poco a poco.
 
- ¿Por qué te estás vistiendo de esa forma? – le pregunté un poco seco.
 
- ¡Tengo que irme!, lo siento. – me contestó sin mirarme.
 
- ¡Con que eso era, ¿no?! – Apreté mis puños por la rabia – Tú también te irás ahora que ya tuviste lo que querías, ¿verdad? 
 
- ¡Por favor, no hables de eso ahora!
 
- ¿Por qué? Porque tengo razón, ¿cierto? – Sonreí con ironía – Ah… eres tal y como los demás. Fui tan estúpido, confesándote cosas vergonzosas y cursis mientras tú sólo esperabas el momento de poder terminar con esto… De nuevo volví a caer – Dije, suspirando con frustración.
 
- ¡No digas eso, yo no soy así! Yo en serio…
 
- ¡Cállate!, vas a irte de todas formas, ¿no? – Lo miré con el rabillo del ojo sin ningún sentimiento aparente – Vete de una vez.
 
Él me miró, y en su expresión había un sentimiento que no conozco, unas palabras que nunca escuché y demás cosas desconocidas para mí. Se dio la vuelta y corrió por el pasillo, con la ropa elegante que siempre usaba. Yo me senté en una banca cerca de donde estaba, unas pocas lágrimas salieron de mí, y me detuve; estaba seco, era difícil llorar después de haberlo hecho por largo rato antes. Pasé varios minutos con la mente perdida, “¿a dónde habrá ido?” me pregunté, entre varios pensamientos irrelevantes; y no obtuve respuesta de mí mismo. Pronto escuché algo extraño viniendo de afuera, y traté de ignorarlo, hasta que la curiosidad se hizo más grande poniéndome como única alternativa salir a ver qué sucedía. Muchos guerreros corriendo de un lado a otro con rostros de preocupación, sonidos de batallas ocurriendo cerca de ahí, prisioneros escapando en el caos del momento. “Vegeta” pronuncié para mí mismo, y corrí hacia mi celda deseando encontrarlo en ese lugar, cuando un ataque de ki casi impactó contra mi cuerpo. Un soldado me empujó dentro del lugar en el momento justo en el que otro ataque volaba cerca de donde yo me encontraba. Lo observé fijamente, era del bando al me habían reclutado y poco a poco eso me hizo recapacitar en los posibles escenarios en que eso sería factible. Llevaba un scouter que le cubría ambos ojos, su cabello era corto, de color rojizo, y tenía una sonrisa del que cree estar viviendo una aventura; nosotros… éramos los rebeldes, que luchaban contra el sistema de gobierno en el cual el Rey Vegeta era el líder de todos los saiyajin, que transmitiría su reinado a su hijo una vez falleciera.
 
- ¡Será mejor que te quedes aquí un momento! – Me dio una palmada en la espalda – Las cosas pueden ponerse feas para ti afuera. Pronto podrás irte a tu hogar, ya has hecho lo suficiente.
 
- Gra…cias – Le contesté intentando sonreír – Ustedes… ¿Han ganado?
 
- No, aún no. Pero confío en que pronto lo haremos – Me dijo optimista – Lamento que te hayan capturado. Esos bastardos deben haber sido crueles contigo, así como son en todo aspecto de sus vidas – Su rostro cambió radicalmente, se veía resentido por algo, o tal vez simplemente molesto; pero no duró mucho, pronto me estaba sonriendo de nuevo – Bueno, tengo que salir. ¡Adiós! – Corrió hacia afuera y continuó con la batalla.
 
 
Entonces… ellos estaban ahí para pelear contra los que defendían al rey, y entre ellos estaba… él. Tomé la caja de música que me había regalado y la hice sonar, mientras la abrazaba con todas mis fuerzas. Estaba confundido, no sabía qué bando estaba bien o mal, o cuál hubiera preferido apoyar yo; nadie me explicó nunca sus objetivos, nadie me dijo de sus métodos, o sus ideales; así que sólo deseaba que, de cualquier forma que tuviese que ser, Vegeta siguiese vivo, que estuviese bien y que olvide mis estúpidas palabras provenientes de un joven tan tonto como yo, tan malditamente egocéntrico y negativo, desconfiado y desastroso, cambiante y depresivo, y todas esas cosas que nadie quiere en su vida. ¡Maldita sea!, ¿por qué tenía que quererme?, ¿por qué habíamos creado esa conexión?, ahora ya no podía sentirme despreocupado hasta de mi propia vida, ahora me interesaba otra persona, quería su bienestar, deseaba con toda el alma su bienestar incluso más que el mío. Mis ojos cerrados,  tratando de concentrarme sólo en la música de la caja, mientras los sonidos de explosiones, golpes y armas me lo hacían imposible; quería que terminara todo eso para verlo, no tenía sentido salir antes, tal vez incluso hubiese muerto y eso no iba a mejorar las cosas de ninguna forma.
 
Poco después, los ruidos cesaron, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. La incertidumbre y el miedo invadían mi ser en cada paso que daba fuera de mi encierro. La visión en el pasillo se me hizo familiar, cuerpos sin vida regados a cada paso, soldados revisando el área para asegurarse de no dejar ningún enemigo con vida o por lo menos para encargarse de llevárselo de prisionero. Esas eran las reglas de la batalla en aquella guerra maldita; así fue como miles o quizás millones de vidas llegaron a su fin, incluyendo quizás a muchos de los de mi pueblo, que quizás murieron desconociendo el motivo por el cual peleaban, mis amigos, incluso menores que yo, imaginármelos en agonía o sufriendo los mismos maltratos que yo me asqueaba, estaba harto de eso, de que nos usaran para resolver sus problemas relacionados con el poder a costa de nuestro sufrimiento y el de nuestras familias. Llegué a la entrada de la base, y me pareció casi irreal ver el exterior. Hacía demasiado tiempo ya que no salía de mi celda, los baños, y un pasadizo que los conectaba; esto era maravilloso en cierto sentido, pero me recordaba aún más al día de mi encierro; el clima, el terreno, los cuerpos de los perdedores en el suelo y los pocos ganadores que restaban moviéndose alrededor, casi como revivir el momento, estando yo del otro lado. Pero eso no era lo importante aquella vez
 
Notas finales:

Ahhh >.< El lemon es algo que siempre me pone los nervios de punta, nunca sé si hacerlo sútil o explícito, y siempre tengo miedo de que no encaje bien. Si les parece raro, pues no lo sé, esta forma es la que yo pensé que sería mejor para el tipo de historia; claro que ustedes podrían no estar de acuerdo. En fin, el lemon nunca es para mí, lo más importante de la historia, así que por lo menos pude darle el significado que requería. Saludos.


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