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Quiéreme como se debe por Jeadore

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Notas del capitulo:

prompt: "wonsik parece muy adicto a tocar las orejas de ken" pedido por yehetilica.

(título raro, i know)

Como casi todo lo que sucedía y había entre ellos, empezó como una broma. Con comentarios juguetones, deslizados con la facilidad que sólo otorgan las relaciones cimentadas en más que risas; en horas perdidas en la madrugada y comprensión.

 

Muchas cosas comenzaron en esas horas, con los ruidos de Seúl mitigados por paredes insonorizadas, pero ¿esto? Esto inició en realidad a las siete de la mañana. Un comentario inocente, cargado de somnolencia mal escondida y buena onda, que obtuvo efectos insospechados.

 

Inició a las siete de la mañana, cuando Wonsik se lanzó sobre el sofá, derrotado, y sobresaltó a Hakyeon, haciendo que se le caigan los horarios que revisaba.

 

—Kim Wonsik, ¿qué crees que estás haciendo? —preguntó con tono amenazante, como si no hubiese chillado hacía dos segundos. Las risas suaves de Hongbin y Jaehwan sólo lograron que su mirada se endureciera y que amagara a golpearles en el cuello.

 

—Hyung, no puedo. No puedo más —respondió con voz ronca. Intentó acomodarse mejor contra el respaldar del sofá y el hombro de Hakyeon, pero la frustración le impedía relajar los músculos, como nunca.

 

—Si vas a morir, que no sea encima mío cuando estoy en el sofá —dijo Hakeyon, seguido de un chasquido de lengua. No obstante, al segundo empezó a acariciar el cabello del otro chico con suavidad, quizás demasiada para ser que debían estar ensayando en pocos minutos—. Estabas en tu estudio, ¿verdad? ¿No puedes componer?

 

Wonsik gruñó algo ininteligible que sólo consiguió sacarle risitas a Jaehwan.

 

—Frota mis orejas —propuso con una sonrisa grande y ojos hinchados y casi cerrados, somnolientos. Wonsik no estaba mejor; había estado dando cabezazos durante la noche y lo único que en ese momento lo abstenía de dormirse era la confusión que lo atacó ante ese comentario. Después de años, Jaehwan seguía pareciéndole muy espontáneo—. Mis orejas son como las narices de las estatuas de la Isla de Jeju: traen buena fortuna e inspiración —aseveró con un pequeño asentimiento.

 

La risa se le escapó antes de que se diera cuenta. Jaehwan se la respondió, complacido de haberlo animado. Sin pensarlo dos veces, Wonsik se estiró para acariciar y frotar las orejas del otro muchacho, bajo las miradas divertidas de los otros miembros del grupo.

 

—Adorable —murmuró sin dudar; porque lo era. Después de años, Jaehwan le seguía pareciendo adorable.

 

—Jaehwan-hyung no es una lámpara del genio, hyung —remarcó Sanghyuk con una sorna interrumpida por un bostezo.

 

—Y aunque lo fuera, ahora tenemos que ensayar. Luego lo frotas cuanto quieras.

 

A las palabras de Hakyeon le siguieron un suspiro generalizado y pequeñas quejas que disminuyeron a medida que empezaron a estirar.

 

 

De alguna forma, funcionó. En medio de la coreografía, se le ocurrió cómo continuar y qué técnicas aplicar.

 

Y cuando al final del día Taekwoon le dio un par de golpecitos en el hombro, un ofrecimiento silencioso de ayuda, él se lo agradeció pero lo rechazó. En un par de días podría oír la composición acabada y casi completamente pulida.

 

 

 

 

No sólo funcionó esa vez, también las siguientes que Wonsik se le acercó, frustrado y cansado, y le frotó la oreja, de arriba abajo y viceversa. No tanto por la inspiración, sino que lo hacía por una sonrisa, por calma esparciéndose por su mente y serenidad.

En esos momentos, Jaehwan ladeaba la cabeza y le dejaba un mejor acceso a su oreja.

 

 

 

Y como  muchas de las cosas entre ellos que empezaban como una broma, se volvió casi adictiva. Contadas veces le parecía repetitiva, porque siempre, siempre, obtenía una reacción distinta. Aunque la diferencia fuera ligera; pequeños pasos intermedios entre la sorpresa y la diversión, la diversión y el placer.

 

A veces Jaehwan movía las manos como si estuviera formando una bola de energía y se la tiraba a Wonsik con un “¡Fuera bloqueo!”. Otras, sólo cerraba los ojos y disfrutaba. Ruidos sutiles se le escapan cuando Wonsik acariciaba su lóbulo, suave y largo, sin perforaciones a diferencia de los suyos. Lo frotaba con decisión, pero cuando trazaba un camino ascendente por todo el cartílago, sólo rozaba con las yemas de los dedos, apreciando cada curva, hasta el extremo más anguloso.

 

Sanghyuk le decía que eran orejas de elfo y Jaehwan lo aceptaba entre risas o exclamaba un “¡De hada!”. Wonsik no lo negaba, aunque consideraba que eran más particulares que las de un ser mágico común; más raras y adorables, como todo Jaehwan. Más poderosas, que inspiraban en él no sólo ritmos, también sensaciones más estridentes.

 

 

 

—¿Bloqueado, otra vez? —preguntó Jaehwanm apenas finalizaron la transmisión para la Vapp. Aun cuando Wonsik no había visitado el estudio en días, aun cuando ni siquiera había abierto su portátil.

 

Él negó con la cabeza, de manera distraída. Dividía su atención entre disfrutar de los intricados relieves que conformaban los cartílagos y observar a Taekwoon escapándose, o intentado al menos, del agarre monstruoso de Sanghyuk.

 

—Entonces, ¿por qué no haces algo más interesante que sólo tocar mi oreja? —Wonsik se volteó con sorpresa, que pronto se derritió en risas.

 

Se aseguró de Jaehwan las escuchara con claridad cuando le mordisqueó el lóbulo. 


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