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Heart Abduction por sunshinebunny

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Notas del capitulo:

Hola, vallamos al punto, amo al gato.

 Espero que disfruten.

Because you can only be mine, even when you are not.*

.

 

 

 

La relación en la que se habían hallado los últimos meses había sido un poco bizarra, al menos desde el punto de vista de Ace, tras la plática inicial con Luffy el pecoso había estado evitando encontrarse con él a solas o de cualquier otra forma, cosa que de inicio los celos de Sabo habían permitido con bastante facilidad pero que poco a poco se había vuelto más difícil, era como si su nuevo novio hubiera ido ganando el gusto por mostrarle cual alguna clase de premio obtenido en una especie de competencia de la que el pecoso no se hubiera enterado y aunque el monito les sonreía y pretendía llevarlo todo muy bien Ace sabía que en realidad Luffy estaba molesto y bastante. Le conocía lo suficiente para saber eso y sospechaba que Sabo también lo sabía y por eso mismo actuaba de la forma como lo hacía lo cual no dejaba de estresarlo pues sentía que las cosas acabarían muy mal tarde o temprano.

Aquellos dos parecían haber poco a poco retomado esa vieja costumbre de cuando niños de convertir todo en una competencia y los “premios” eran la cosa más absurda del mundo, como “quien dará de comer a Ace” o “quien se sentara a su lado en el cine” o “quien le acompañara al dentista” como si él no pudiera hacer sus cosas por sí mismo; narcolepsia aparte.

El problema quizá hubiera empezado cuando su antigua pareja, Luffy, y la nueva, Sabo, habían decidido comenzar a pasar algo de “tiempo de calidad” como buenos hermanos reencontrados que eran, pues a pesar de los roses que se habían generado entre ellos antes y ahora el lazo de unión era demasiado fuerte para que alguno de los tres lo rompiese.

La peor experiencia en la vida de Ace.

No había ocasión en la que sus hermanos salieran a solas que el pecoso no acabase castigado por algún motivo u otro al regreso del rubio, no era poco común que alguno de los amigos del monito se les uniera y con una de sus anécdotas hiciera molestar a Sabo inconscientemente, todos, absolutamente TODOS sabían de la relación que había llevado con su hermano pequeño, los amigos de Luffy, su familia adoptiva, hasta la gente que le caía mal lo sabía, o lo habían sabido pero debido a la discreción con la que se había llevado en su ruptura pocos sabían realmente de ella y había que explicárseles, uno a uno, que ellos dos ya no eran novios, ahí radicaba el inconveniente de esas salidas, siempre, sin falta alguna había alguna mención al tema y aunque Sabo escuchase las anécdotas de manera cortes y ni siquiera se molestara en mencionar que él era la nueva pareja del pecoso quien cargaba con las molestias generadas por esas situaciones era en realidad el mismo pecoso.

Esa situación se había vuelto tan recurrente que Ace comenzaba a sospechas que como Sabo gustaba de demostrarle a Luffy que ahora le pertenecía el monito gustaba así mismo de subrayarle al rubio que anteriormente el pecoso había sido suyo, y aunque Luffy seguramente no sabía lo que estaba provocando a Ace no le apetecía contarle, en primera por que le parecía bastante humillante contar aquello y en segunda por que dudaba que al menor le importase realmente, el chico podía ser bastante cruel con esas cosas en ocasiones y casi podía escucharle reprendiéndole por meterse en esa clase de relación en primer lugar.

El problema de que esos castigos se suscitaran de manera tan seguida era que casi comenzaba a acostumbrarse a ellos, solo escuchar la llave en el picaporte cuando el rubio regresaba de su “empleo” (el cual el moreno aun desconocía y Sabo no parecía con muchos ánimos querer contarle pero que sospechaba tenía mucho que ver con lo que le había hecho en su primer encuentro) sentía su cuerpo tensarse ante la expectativa de lo que vendría esa noche.

—Estoy en casa. — Escuchaba al rubio anunciar desde la entrada con esa calmada voz que era como deslizar un cubo de hielo por su espalda y cual animalito bien entrenado se acercaba a tomar el abrigo del ojiazul, colgándole en el perchero antes de ver como aquel se sacaba los guantes para poder tocarle directamente con las manos, Sabo nunca tocaba nada que no fuera él directamente con las manos, aquel detalle que antes le había pasado desapercibido ahora le llamaba la atención cada vez más pero como muchas cosas había aprendido a no preguntar.

—Bienvenido…—La caricia en su mejilla hacia su corazón palpitar con premura, de manera desordenada mientras el suave tacto y la sonrisa que aún no sabía cómo interpretar pues no alcanzaba aquellos fríos ojos de su antes desaparecido hermano le causaban un leve escalofrió, el otro le veía con aires de superioridad, como juzgándole por cada acto impropio cometido durante el día. — ¿Cómo te fue el día de hoy? — la pregunta era vacía, estúpida, lo que realmente quería preguntar era si tendría que soportar una paliza antes de que le dejase tocar ese malditamente adictivo cuerpo o podían pasar directamente al asunto.

—Bien, me eh encontrado con Luffy de camino acá, ¿Le has visto? — Paliza entonces.

—No. —el sutil cambio en las facciones del rubio le advertía que no debía mentirle, esa mano antes gentil y cuidadosa se movía ahora a tomarle del cabello firmemente, sin lastimarle aun, una simple advertencia.

—¿No? — una negación con la cabeza sin despegar la negrura de su mirada del frio glaciar ajeno, otra mano jugueteando con los botones de esas camisas que había aprendido a usar para complacer a Sabo y para ocultar un poco de las marcas que aquel dejaba en su cuerpo. —Le eh saludado y dijo que venía a verte. — uno, dos, tres, cuatro y cinco botones, quizá se había equivocado y podían pasar directo a aquello que Ace deseaba hacer, las uñas del rubio en su pecho trazando el tapiz de hematomas y marcas rojizas, los últimos botones cedían al poco mientras sentía a su novio olfatearle como tratando de captar el miedo de una presa, un suspiro suave dejando sus propios labios ante la expectativa del dolor y el placer. — ¿Le has llamado mientras no estaba? — el agarre en su cabello se afianzaba casi dolorosamente y el corazón necio y estúpido palpitaba con la adrenalina del peligro mientras la otra mano del rubio le tomaba por la cintura apegando sus cuerpos hasta desaparecer la distancia.

—No. — casi podía sentir la sonrisa contra su cuello previa a la mordida en este, la suave succión regalándole otra marca más de su amado para su colección, las uñas bajando a su cadera clavándose con el delicioso dolor de la amenaza le habían hecho soltar otro suave suspiro acompañado esta vez por un gemidillo poco disimulado, le gustaban esos roses descuidados y agresivos ¿En qué momento se había vuelto esa clase de masoquista?

—Supongo que entonces solo ah querido regresarte eso. — con un movimiento de la cabeza casi imperceptible había visto al rubio señalar su propia gabardina que acababa de colgar en el perchero, en uno de sus bolsillos podía verse un bultito apenas perceptible, lo que fuera que había en él era lo que había desatado ese nuevo ataque de celos por parte de su novio.

—Supongo, ¿Qué importa? —Ya tendría tiempo después de averiguar que objeto era ese, si se atrevía a darle importancia alguna en ese momento estaría perdido, tomando la mejilla de Sabo levanto su rostro para mirarle de nuevo a los ojos —Tú eres el que está aquí, ¿No? — el primer atisbo de emoción humana había asomado tras el añil de los ojos del rubio y aquello inevitablemente le había hecho sonreír, muy a pesar de haberse prometido en un principio que haría a Sabo cambiar y olvidarse de esa insana obsesión que tenía parecía ser que quien había acabado por cambiar fuera Ace mismo, siempre había querido a su hermano y ahora que le tenía de vuelta, de alguna forma entre la culpa de haberle creído muerto y el miedo a volver a perderle le hacían ceder a cada capricho como si ello fuera lo más natural del mundo.

Eso y las amenazas… había vivido en carne propia de lo que el rubio era capaz, no quería eso para su hermano menor, Sabo y él tenían un trato, el trato con el que se había ganado su “libertad” y la protección para el monito, era su deber cumplir con ese acuerdo, después de todo Ace era un hombre de honor; siempre cumplía con sus promesas.

Trato y promesa.

Ace se había prometido a si mismo que en cuanto hiciera a Sabo entrar en razón pondría las cosas en orden, le explicaría la situación a Luffy y juntos arreglarían las cosas, como siempre.

Pero ¿Cómo explicar que se había enamorado?

Joder, se había enamorado.

Esa no era parte del plan, no del suyo al menos.

—Estoy aquí. — concedió el rubio antes de inclinarse a besar los labios del moreno de manera suave y deseosa, sintiendo las manos del pecoso bajar hasta su corbata y deshacer el nudo de esta antes de comenzar con el resto de sus ropas, Sabo estaba ahí, pero ¿Hasta cuándo? Le había dicho que se iría pero no cuando planeaba volver… por primera vez aquel estúpido permiso a serle infiel le preocupo por más razones de las que inicialmente.

Las manos de Ace continuaban con las tareas aprendidas desde antes de reencontrarse con el rubio, porque aquel no era su primer amante pero aun así los botones resultaban molestos, la hebilla del cinturón imposible, los zapatos lo más horrendo del mundo, todo estaba fuera antes de que llegasen al cuarto siquiera, no había tiempo para pequeñeces, ya lo habían hecho en todo el apartamento antes, el sillón de la sala era tan buen lugar como la mesa del comedor y la barra de la cocina.

En el pasillo habían comenzado a besarse con la desesperación de dos animales hambrientos y contra la misma pared como apoyo a la espalda del rubio, con la pintura barata como único testigo, le había hecho, por primera vez, algo parecido al amor. Amaba a Sabo y el pensar que se marcharía solo hacía que incrementase su necesidad de él, lo quería en su cama pero también quería mostrarle que eso no era lo único que deseaba.

Quería hacer algo parecido a tomarse de las manos y perderse en el tiempo en una fusión más allá de los cuerpos, le hizo el amor ahí, con su amante tan acostumbrado a ser tomado en todas partes levantando una de sus piernas hasta su cadera y las uñas del mismo aferrándose a su espalda y sus hombros, haciendo que el sudor escociera en esas marcas que levantaban su piel ligeramente, sus dientes buscando marcar esa blanca piel por primera vez más allá de lo que solía hacerlo, porque a la mañana siguiente el rubio se iría en ese maldito viaje de trabajo y no tendría nada para recordarle más que las jodidas marcas en su cuerpo y el aroma de su sexo apestando toda la casa que se iría perdiendo día a día, unas cuantas ropas nuevas en el armario y la terrible necesidad de su cuerpo por el del menor.

Mientras su palpitante erección se abría paso entre las nalgas del rubio no podía pensar más que en dejar sus propias marcas en aquel bendito cuerpo, en marcar sus dientes y sus uñas en los hombros y muslos de Sabo respectivamente, en empujar hasta lo más hondo de su ser toda esa semilla caliente que comenzaba a derramarse entre las fuertes embestidas que hacían al cuerpo ajeno subir y bajar con brusquedad,  y entre el aliento desordenado susurrando insultos y nombres secretos.

El orgasmo les alcanzo de la misma manera desordenada y repentina que todo lo que habían vivido hasta ese momento y mientras él respiraban con el trabajo de intentar alcanzar ese aliento que se les escapaba de entre los dedos casi por primera vez sus pensamientos parecían estar en sincronía, ninguno de los dos quería separarse.

—Ace…— El nombre parecía casi surreal en labios del ojiazul, como el borrón dejado tras un sueño demasiado vivido, Sabo acaricio los labios del recién nombrado de manera suave con uno de sus pulgares. Estaban hinchados de tanto besarse y ligeramente partidos por las mordidas que a veces le propinaba, la herida en la parte derecha del labio inferior, vestigio de alguna de las veces que le había golpeado para poder disciplinarlo, estaba por desaparecer, amaba esos labios tanto como al poseedor de estos y no pensaba que pudiera aguantar lejos de ellos por demasiado tiempo. —Quiero que seas mío de nuevo…—

La leve sonrisa nerviosa que se formó en los labios de su pareja le irrito de momento pero el asentimiento subsecuente logro calmarle un poco, ya debería haberlo sabido, después de todo Ace era suyo y no era lógico que Sabo fuera a irse sin marcarle también de esa manera antes.

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Solo lo habían hecho de esa manera en una ocasión anterior, en un cuarto obscuro y sucio y de la manera más dolorosa que Ace pudiera recordar, porque no era que nunca lo hubiera hecho, solo nunca de esa manera…

—Te amo Ace…— Las acarameladas palabras del rubio no hacían nada por relajarle, eran las mismas que le había repetido incansablemente la primera vez cuando lo tomase por la fuerza, los besos por su espalda y sus hombros mientras sus manos eran atadas a la cabecera de la cama tampoco, Sabo exigía completa sumisión pero al menos sus piernas y su boca estaban libres en aquella ocasión, boca abajo y con los antebrazos y las rodillas sobre el colchón podía sentir con claridad cada rose ajeno en su cuerpo aunque no podía ver exactamente bien lo que el otro hacía.

La no tan tersa mano pasando por uno de sus glúteos le había hecho soltar un suspiro, la húmeda sensación de algún liquido desconocido colándose en su entrada culpa del pulgar del ojiazul le había arrancado un pequeño quejido al tiempo que sentir al menor comenzar a meter y sacar suavemente ese digito de forma lenta, desesperantemente lenta, le hacía cerrar los ojos mientras apoyaba su frente en el colchón, un poco más de aquel líquido que bien podría haber sido la saliva del rubio y el movimiento había comenzado a ser más fluido, más rápido, la incomodidad cedía ante el placer, a diferencia de la primera vez parecía que Sabo se estuviera esforzando por hacerlo disfrutar aunque su lentitud y su parsimonia solo acababan por impacientarlo.

Por algún motivo sentía demasiado calor, como si su cuerpo estuviera ardiendo en fiebre.

—Nhhh…  — los movimientos circulares probando su elasticidad parecían estar hechos solo para provocarle lo suficiente para que cuando el otro decidiera remplazar aquel pulgar por su índice y medio su cuerpo les residiera tan deseoso.—Sabo… — su cuerpo ardía en deseo por más, como si todo el dolor que el rubio le causaba en ocasiones hubiera estado dirigido a que a diferencia de la primera vez realmente pudiera disfrutarlo.

Ace  se sentía tan caliente y dispuesto que era casi irreal y aunque por algún motivo al mismo tiempo su cuerpo se sentía lento y pesado, esperaba que la narcolepsia no fuera a asaltarle justo ahí… aunque suponía que a Sabo no le importaría terminar el trabajo por sí mismo en esa ocasión, se preguntaba si lo notaria… —Sabo…—

—¿Si amor? — Sabo podía sentir el estremecimiento recorriendo la piel  del pecoso ante aquel frio tono de voz y este le llenaba mucho más que el sentir aquel palpitante y estrecho interior contra sus dedos, palpitante y común, tan común como el interior de cualquier puta de cuarta, el rubio deseaba decir que tomar al pecoso había sido la mejor experiencia de su vida pero muy por el contrario solo le había dejado lo suficientemente insatisfecho para no intentarlo de nuevo hasta ahora, porque por muy gratificante que fuera el sexo el saber que lo suyo había sido de alguien más antes le hacía hervir la sangre a tal punto de no poder soportar la presencia de la misma persona a la que amaba.

Amaba a Ace con todo su ser, con todo su repugnante y frívolo ser.

Resultaba realmente exasperante observar lo hermosamente dispuesto que estaba su amante a él y no poder disfrutar de ello plenamente, quizá por eso resultase tan gratificante esa expresión de duda y terror cada que le recordaba de sus ultrajes, si no podía ser el dueño de su felicidad sería el de su dolor. — ¿No quisieras gemir el nombre de alguien más en este momento? — un enviste un poco más fuerte con sus dedos, descuidado, doloroso, el gemido lastimero como toda respuesta del moreno haciendo que su excitación creciera lo suficiente para poder remplazar sus dedos en el interior del pecoso, no importaba si estaba preparado o no, en realidad solo importaba que lo recordase aun después de irse, bien le había dado permiso de estar con quien le viniera en gana mientras él no se encontraba pero también debía recordarle una vez más que independientemente de en qué cama estuviera únicamente era suyo, para siempre.

Sabo coloco la punta de su erección contra el trasero del pecoso, empujando hasta que la tibia carne se abriera para él, comenzando con el suave vaivén que pretendía no lastimarle, pretendía por que en realidad querría haberle roto por completo, de haber sido cualquier otro no se habría tomado la molestia siquiera, de haber sido cualquier otro no le habría quitado la ropa, no habría dejado sus guantes de lado, no habría atado sus manos o colado aquel estupefaciente en su boca y hasta su garganta mientras se besaban hacia un cuarto de hora para que estuviera más tranquilo. — Te amo Ace…— le amaba, más que a cualquier otro, más que nunca.

El ojiazul sonrió al escuchar los sonidos tan esperados.

Tomando el cabello del moreno le levanto de la cama lo suficiente para que pudiera ver a la persona que entraba a la habitación justo en aquel momento, el sonido de la puerta al abrirse había sido casi tan perfecto como los gemidos perdido que escapaban de la boca de Ace mientras le embestía con más suavidad de la que merecía, la suficiente para que pudiera mantener los ojos abiertos y viera el rostro de su pequeño hermano Luffy desfigurado primero por la sorpresa, después la rabia y al último los celos.

Si es que podía verlo, aunque no era como si eso realmente importara, no era Ace quien debía ver al otro moreno.

La expresión del más pequeño de los tres había hecho que Sabo acabara por correrse mucho antes de lo que esperaba, Luffy había llegado en el momento justo y el chico todavía se había quedado ahí como estúpido observando mientras hacía al pecoso correrse también, gimiendo su nombre de manera ruidosa en un mundo entre la conciencia y la inconciencia, tan lejos de ahí que seguramente ni siquiera lo recordaría algo de aquello más que por las marcas de las ataduras en sus muñecas.

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Continuara.

Notas finales:

*Porque solamente puedes ser mío, aun cuando no lo seas.

Tengo un dolor de cabeza terrible en este momento y como mil pendientes pero de alguna forma disfrute bastante escribiendo esto… espero que igual disfruten de leerlo.

Con amor para el gato que ya sabe que soy un poco sádica en ocasiones, creo que esta historia es parte de mi desfogue en eso XD

Edición: bueno, eh subido la versión corregida, por si notan algún cambio XD gracias por leer y los comentarios se agradecen <3


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