Yoon Gi despertó a Jimin demasiado temprano para gusto del menor. Todavía no había salido el Sol y Jimin refunfuñaba porque quería seguir durmiendo.
—Vamos, levanta —decía Yoon Gi mientras tiraba del brazo de su compañero para sacarlo de la cama—. Te prometo que luego no te arrepentirás.
Luego de muchos intentos fallidos, Jimin salió de la cómoda cama. Se vistió y fue arrastrado por su novio fuera del hotel.
—¿A dónde vamos? Estoy cansado.
Jimin caminaba con los ojos medio cerrados, siendo guiado por Yoon Gi, el cuál no respondía a ninguna de sus preguntas, solo se dedicaba a guiar a Jimin sin que este se chocara.
Jimin bostezó y se desperezó cuando Yoon Gi se detuvo. Abrió los ojos para ver donde estaban y descubrió que el mayor lo había arrastrado hasta la playa.
—¿Quieres meterte al mar a esta hora? ¡Pretendes que nos congelemos!
Yoon Gi colocó un dedo sobre los labios de su novio y luego lo condujo hasta el interior de la playa.
En un rincón que Jimin no había visto antes, descubrió un mantel extendido en el suelo, rodeado por pequeñas velas que intentaban dar un toque romántico. Jimin miró interrogante a su compañero y este le hizo una señal para que se sentaran.
—Dentro de poco saldrá el Sol, mientras podemos hacer lo que quieras.
Jimin notó las intenciones de su novio y aunque también le apeteciera sexo en la playa, lo que él quería era relajarse mientras tenía a Yoon Gi a su lado. Quería bajar la guardia sin preocuparse porque en cualquier momento su novio cambiara de opinión sobre su relación.
—Despiértame cuando vaya a salir el Sol —dijo sin más y recostó su cabeza en las piernas de Yoon Gi.
Sentir el calor que desprendía el cuerpo de su compañero y las caricias en su pelo lo ayudaron a dormirse rápidamente. No era codicioso, nunca lo había sido, solo quería permanecer junto a Yoon Gi y hacerlo feliz, ¿era mucho pedir?
Yoon Gi no paró de acaricia el pelo de Jimin aun cuando notó que se dormía. Su respiración era tranquila y acompasada y ligeros ronquidos salían de su boca. Se rió ya que Jimin solo roncaba cuando estaba muy cansado.
Haciendo caso omiso a las peticiones de Jimin, el mayor no lo despertó cuando salió el Sol, solo lo dejó dormir hasta que sus piernas se entumieron y ya no pudo aguantar más en esa posición.
—Jimin, nos vamos —susurró al oído y sacudió ligeramente el hombro del nombrado.
El menor se desperezó y cuando abrió los ojos se dio cuenta de que el Solo ya estaba en el cielo y que algunas personas habían comenzado a llegar a la playa.
—No me despertaste —Jimin hizo un puchero y se puso de pie—. Yo quería ver el amanecer contigo.
—Ya habrá más oportunidades —sonrió Yoon Gi y Jimin lo imitó, haciendo que sus ojos formaran dos medias lunas.
*
Yoon Gi se subió al coche y revisó su móvil, tenía cinco llamadas perdidas de Nam Joon.
<<¿Qué querrá?>> Se preguntó.
Marcó a su amigo y puso el altavoz para así poder empezar a conducir.
–¿A quién llamas? –Preguntó Jimin.
–A Nam Joon –contestó–. Tengo varias llamadas suyas.
Yoon Gi cogió la autopista, que los llevaría de vuelta a Seúl, y Nam Joon contestó.
–¡Por fin te puedo contactar! –Se escuchó la voz del chico rubio a través de aparato–. ¿Por qué no me cogías el teléfono, Yoon Gi?
–¿Necesitas el coche? –Preguntó el mayor sin responder a las preguntas de su amigo–. Ya estamos de vuelta, no te preocupes.
–No es eso.
–¿Entonces? –A Yoon Gi no se le ocurría ninguna otra razón por la que su amigo lo estuviera llamando tan insistentemente–. Suéltalo.
–Mañana es la boda de Ho Seok.
Todo se quedó en silencio, Nam Joon no dijo nada más y Jimin, al escuchar las palabras del rubio, se tensó en el asiento. Yoon Gi tampoco supo que decir, se suponía que había elegido a Jimin; pero, no podía negar que enterarse de que la boda de Ho Seok era al día siguiente lo había dejado sin respiración.