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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Skoll cometió una falta, según la percepción de su padre, así que, debe ser castigado.

 

- - - - - - 

Durante la mañana, Bartod castigó en repetidas ocasiones a su hijo; según el peliazul, desde que el menor perdió el conocimiento, después del anterior ritual, necesitaba un escarmiento y, por eso, la espalda del niño quedo tan lacerada, que la sangre brotaba de los surcos rojos, con cada mínimo movimiento que el peliblanco hacía. El hombre no se detuvo con el castigo, hasta que los gritos de dolor del albino cesaron; el niño estaba tan cansado que llegó un momento en que pensó que moriría, lo único que sentía, era el escozor en su espalda y podía ver su sangre salpicar las piedras del piso.
 
Oren y Miley, estuvieron el resto del día tratando las heridas del niño, pero obviamente, el dolor no disminuía; el padre del menor, les había prohibido darle medicamento para que no sufriera, por tanto, Skoll volvió a llorar mientras lo curaban, hasta que sus ojos se hincharon y su cabeza dolía, casi al punto de que sentía que le estallaría.
 
Pero eso no lo hizo olvidar su tarea. Mientras estaba boca abajo, en su cama y Miley le cubría las heridas con unas hojas medicinales, para que no se infectaran, le ordenó a Oren que fuera a la biblioteca, para buscar un par de libros específicos; le dijo los títulos y le ordenó que los llevara a su habitación.
 
A pesar de que sus sirvientes se preocupaban por Skoll, al caer la noche, lo dejaron solo, como siempre; no podían quedarse con él, sin el permiso de Bartod o de lo contrario, podrían ocasionar que el ojirrojo, recibiera otro castigo, por no saber cuidarse a sí mismo.
 
Cuando el palacete quedó en completo silencio, el peliblanco se puso de pie con dificultad, mordiendo su labio para no gritar por el dolor, buscando en su armario una capa oscura con capucha; con sumo cuidado, se la puso y, después de agarrar los libros, salió por el balcón de su habitación. Debido a que todas las recamaras, tenían escalinatas para bajar a los jardines, no le supuso ningún problema escabullirse hasta el bosque, sin que los guardias que había en su hogar se dieran cuenta.
 
Tenía miedo a la oscuridad, pero se daba ánimos, pensando que al llegar a las rocas habría luz, gracias a las luciérnagas; no fue así. Cuando llegó, todo estaba en oscuridad total.
 
El ojirrojo estaba temblando, sentía que desfallecería en cualquier momento; su cuerpo estaba cansado y su miedo, conseguía que su respiración se agitara y se mareara por la falta de oxígeno. Pasó el tiempo y nada ocurría, por lo que llegó a pensar que, lo que había ocurrido la noche anterior, había sido un sueño; se dejó caer en el césped y, empezó a llorar sin control. 
 
Mientras estaba hundido en la tristeza, las luces empezaron a acercarse, pero no eran solo las luciérnagas; Nyrn llegó junto con los pequeños insectos y se acuclilló a un lado de Skoll.
 
-¿Por qué lloras? – preguntó confundido.
 
El peliblanco levantó la mirada y al ver al otro, sintió que su corazón daba un vuelco; aún había esperanza para él y eso lo hizo inmensamente dichoso.
 
-Lo siento… – dijo con una sonrisa temblando en sus labios – es que… pensé que…
 
-¿Qué no vendría?
 
-Algo así… – respondió el menor, le daba vergüenza decir que creyó que, lo ocurrido la noche anterior, había sido solo una fantasía de él.
 
La mano del ojiverde acarició el labio, que aún tenía la marca del golpe recibido a primera hora; Nyrn frunció el ceño y negó, se puso de pie, ofreciéndole la mano al albino.
 
-Vamos… – dijo con media sonrisa.
 
El niño aceptó la ayuda y se puso de pie, pero cuando el rubio le pasó la mano por la espalda, para guiarlo, no pudo evitar gemir de dolor.
 
-¿Qué pasa? – al ojiverde le llamó la atención la queja.
 
-No… nada – negó.
 
Nyrn le obligó a levantar el rostro y mirarlo a los ojos – recuerda que detesto que me mientan…
 
Skoll suspiró, no quería mentirle, pero tampoco quería decirlo – es solo que… me… castigaron… – dijo en un murmullo.
 
-¿Por qué?
 
-Por… por lo de la túnica… – respondió escuetamente.
 
-¿No fue suficiente con la otra?
 
El peliblanco negó con lentitud.
 
-Déjame ver – ordenó el ojiverde.
 
-¡¿Aquí?! – el menor se sorprendió – puede llegar alguien… las luces llamarán la atención… Y…
 
Nyrn no dijo nada, solo lo miró con frialdad y el albino suspiró; sabía que no debía ir en contra de su Dios.
 
-Cuídelos, por favor – Skoll entregó los libros que llevaba y se quitó la capa con lentitud, después, levantó la camisa holgada que portaba y mostro la espalda vendada. Agradecía que Oren lo hubiese vendado, pues así, el otro no podía ver la gravedad del asunto
 
Pero eso no detuvo al rubio.
 
Nyrn dejó los libros en el suelo y, con un movimiento superficial, rompió los vendajes para dejar la piel al descubierto; jamás había visto algo igual. Un sentimiento de ira se apoderó de él, pero se controló con facilidad, dejando su faceta fría a cambio.
 
-Vamos – dijo recogiendo las cosas – voy a curarte…
 
Skoll no entendía esa reacción, pero asintió sumisamente. Nyrn lo sujetó de la mano, y lo llevó hasta el lago, aunque, por un largo tramo, tuvo que cargarlo en su espalda; no podía llevarlo en brazos, para no lastimar más al menor, quien estaba demasiado cansado para recorrer todo el camino.
 
Al llegar al lago, el ojiverde obligó al albino a desnudarse y, aunque el ojirrojo intentó negarse, terminó cediendo a las órdenes de su Dios; cuando quedó completamente desnudo, el rubio le indicó que se introdujera en el lago y lo acompaño, acomodándolo de manera que su pecho quedó contra las raíces del árbol y su espalda expuesta. El ojirrojo se sentía cohibido, más, cuando los gemidos de dolor se hicieron presentes, ante los primeros toques, aunque fue solo por escasos momentos; Nyrn estaba cubriendo la piel herida con una mezcla de hierbas, flores y musgo, la cual, empezó a quitar a Skoll, no solo las molestias, sino el dolor, con suma rapidez.
 
-Descansa un momento – dijo el mayor al terminar, y acarició los mechones blancos con delicadeza, después salió del agua, ayudado por las lianas.
 
Skoll asintió y cerró los parpados, sintiéndose extremadamente soñoliento; se sentía tranquilo y mucho mejor, pues al menos, su espalda ya no ardía.
 
 
* * *

 

 
Notas finales:

Este es un capítulo importante, a pesar de ser corto, pues demuestra un poco más, el cómo es Nyrn, para irlo conociendo poco a poco, espero que lo hayan disfrutado

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