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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Nyrn tiene que cuidar de Skoll para poder ingresar a ese lugar al que lo llevó, pero es necesario para que el niño entienda algunas cosas...


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Como Nyrn dijo, desde que entraron en la cueva, llevó en brazos a Skoll. El menor iba observando el camino, iluminado por el brillo de algunas plantas y, también le causaba curiosidad que había una delicada neblina muy cerca del piso, la cual, parecía desvanecerse mientras el ojiverde caminaba. Además, algunas raíces también se movían dejando la senda completamente despejada.
 
-Es una protección especial – la voz de Nyrn sacó de sus pensamientos al menor – las plantas trepadoras y el vaho del suelo – explicó al ver el delicado rostro confundido – a pesar de que este lugar está muy escondido, no me quiero arriesgar a que alguien lo encuentre por casualidad, e intente llegar al final – su voz sonaba seria – cualquier ser humano moriría a mitad de camino, debido a las toxinas de las plantas, por eso no quiero que las toques – explicó.
 
Skoll se encogió ante esas palabras.
 
El resto del camino, el silencio entre ambos reinó, pero, había sonidos en la cueva que el ojirrojo no podía definir. Parecían aleteos, insectos moviéndose e, inclusive, el sonido del viento aullando, mientras recorría algunas partes.
 
Finalmente, llegaron al final. El albino abrió los ojos impresionado, al ver el enorme agujero en el techo de lo que debía ser la bóveda de la cueva; varias plantas colgantes bajaban por las orillas y eran movidas por el agua que caía en delicadas cascadas hasta un pequeño lago que se formaba. En el centro del mismo, así como en el lago dónde conoció a Nyrn, había un pequeño islote, aunque este solo tenía césped y algunas rocas, pero, de igual manera, muchas mariposas nocturnas y luciérnagas volaban por el lugar y, algunas desafortunadas, servían de alimento a los pequeños peces que nadaban cerca de la superficie. La luminiscencia de las plantas y flores que llenaban ese lugar, le brindaba una luz mágica, especialmente por aquellas que flotaban en el aire, como delicados copos de nieve en un tono ligeramente azul; pero lo mejor, era la luna llena que brillaba de forma majestuosa en el cielo. El menor no pudo evitar el suspiro emocionado que lo asaltó.
 
-¿Te gusta? – Nyrn le besó la sien al peliblanco.
 
-Es… increíble…
 
-Hay que llegar al centro – dijo el mayor.
 
-¿Nadaremos? – Skoll se sorprendió, no pensó que tendría que empaparse.
 
-No, si intentas nadar aquí, puedes ahogarte – explicó el rubio – este lago, a pesar de verse pequeño, es sumamente profundo y, bajo la superficie, hay más plantas y animales de las que te puedes imaginar…
 
Nyrn dio un paso hacia el agua y en la superficie, una medusa le sirvió como piso firme, pero no fue la única, mientras daba el paso, algunas otras medusas se colocaban frente a él, para que caminara sobre ellas.
 
-¿Cómo es que…?
 
-Soy una deidad – el ojiverde sonrió con suficiencia – tengo control sobre plantas, animales, espíritus y muchas cosas más, ya deberías estar plenamente consciente de ello.
 
Skoll levantó la mirada y observó el rostro de su Dios; un sonrojo le cubrió las mejillas y se sintió avergonzado. Ciertamente, él sabía que Nyrn era un ser superior pero, debido a que en poco tiempo, se habían hecho tan cercanos, había empezado a verlo como alguien normal y no como una persona inalcanzable; ahora se daba cuenta de que él mismo, solo era un simple humano y no era plenamente consciente de a quién le servía.
 
Al llegar a la pequeña isla, el rubio dejó con extremo cuidado al menor, en una orilla. 
 
-Quítate los zapatos para ir al centro – ordenó.
 
El peliblanco que quitó las pequeñas zapatillas con rapidez y sintió la tierra en la planta de sus pies; se sentía casi como arena, suave y fría.
 
-Ven…
 
Nyrn extendió la mano y Skoll la aceptó; ambos caminaron al centro y el peliblanco sintió la suave caricia del césped en su piel, mientras observaba las piedras que había alrededor; éstas mostraban extraños grabados en ellas, como si hubiesen sido cinceladas por alguien.
 
-¿Qué es este lugar, mi señor?
 
-Este lugar – Nyrn suspiró – es dónde estaba la primera deidad del bosque…
 
Skoll abrió sus ojos desmesuradamente ante esa confesión.
 
-Murió hace casi veinte siglos – sonrió el rubio de lado – y, yo me hice cargo, cómo me enseñó – explicó.
 
El ojirrojo parpadeó sorprendido, observando el lugar.
 
-Te dije que necesitaba tiempo para entender algunas cosas, ¿cierto?
 
-Sí – asintió el niño.
 
-Estas semanas, he buscado afanosamente, tratando de encontrar la razón, del por qué hueles diferente – el ojiverde sonrió y movió su mano hasta acariciar el rostro del menor – el agua que llega hasta aquí – señaló las delicadas cascadas – proviene de mi lago, gracias a un pequeño arrollo que cruza gran parte del bosque.
 
El albino observó las caídas de agua con curiosidad; había tantas cosas increíbles en ese bosque, y las personas, solo conocían los límites.
 
-Y, por lo que he descubierto, el manantial dónde te ‘purificas’ – dijo con algo de diversión la palabra – está conectado por medio de una caverna subterránea a este lugar.
 
-¿De verdad? – Skoll observó el agua que no era tan clara como en la caverna del manantial; era obvio que la profundidad era mucho mayor y, a simple vista, no alcanzaba a ver el fondo.
 
-Si – asintió el mayor – es extraño, pues debería ser un ciclo constante – pasó la mano por su barbilla – el agua de aquí, debería de volver a mi lago por medio de una gruta subterránea, pero, creo que desde el temblor de hace siglos, algo de esta agua se filtra y llega a la caverna donde está tu manantial, por eso, el agua sale de las rocas.
 
-Ya veo – el ojirrojo sonrió, ahora amaría mucho más bañarse en el manantial, sabiendo que era la misma agua del lago de Nyrn – entonces, ¿por eso huelo diferente para usted?
 
-No exactamente – sonrió el rubio – si fuese solo el agua no habría mucha diferencia – prosiguió – hay algo más, algo que me trastornó cuando nos bañamos en tu manantial y me llenó de curiosidad, tanto, que no había nada más en mi mente – sentenció con molestia – me gusta saber las cosas, si hay algo que no tiene sentido para mi, quiero conocerlo a profundidad hasta develar sus secretos y descubrirlo por mi mismo…
 
Skoll no entendía lo que el otro quería decirle.
 
-Estuve indagando – levantó una ceja – me enteré de algunas cosas en tu manantial, algunos espíritus etéreos me dijeron cosas interesantes – sonrió – pero, no tiene caso explicarlas, solo puedo decir que tú, Skoll, eres distinto a todos los anteriores sacerdotes que he tenido… Y eso me gusta.
 
-¿Distinto?
 
-Voy a mostrarte algo que ningún humano ha visto, jamás, de mí – aseguró el ojiverde – pero, necesito que te mantengas tranquilo, ¿de acuerdo?
 
El peliblanco asintió. Nyrn lo guió hacia una orilla y lo sentó en una roca, después, regresó al centro.
 
-Esto es algo que hago normalmente una vez al mes, en luna llena…
 
El rubio se quedó de pie, cerró los ojos y empezó a decir algo que el menor no entendió; extendió la mano, izquierda y, con la derecha, se hizo un corte en la palma. Un líquido oscuro empezó a brotar, pero el rubio no parecía sentir molestia. Poco a poco, el líquido cubrió parte del césped, el cual reaccionó ante el mismo; algunas lianas brotaron de ahí, extendiéndose sobre el pasto verde y no se detuvieron ahí, extendiéndose por la superficie de la pequeña laguna, como una telaraña, dejando huecos por dónde se podía apreciar el agua aún, en un entramado casi perfecto, hasta llegar a las paredes de la caverna, subiendo por las mismas y llenándose de hojas con rapidez. Para el ojirrojo el asombro iba en aumento.
 
Cuando estas lianas cubrieron todo el lugar, subiendo incluso a las rocas grabadas que estaban en el islote, excepto a en la que el albino estaba sentado; después de un momento, pequeños capullos brotaron. Eran los capullos de las flores de sangre, algo que el menor jamás había visto.
 
-Ya está – el ojiverde hizo un movimiento y su herida cerró con rapidez.
 
Skoll estaba anonadado, pero no se atrevía a tocar las plantas.
 
Nyrn caminó hasta su acompañante, pisando las lianas y le ofreció la mano; el peliblanco sujetó la mano del mayor y sintió un ligero jalón, que lo hizo descender del lugar donde estaba.
 
El rubio se inclinó y le habló al oído – estas son las flores que los tuyos tanto veneran – dijo con diversión – ellas nacen solo de mi sangre y tú… tú estás impregnado de ese olor… estás impregnado completamente, de mí…
 
 
* * *

Notas finales:

Espero hayan disfrutado el capítulo...


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