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Natural por Ojou_Sama_F

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Notas del capitulo:

Ahora que la semilla ha germinado, es momento de darle los cuidados necesarios...

 

- - - -  -

 

 
Nyrn se encaminó al manantial del templo, con el albino en brazos. Como había aprendido aquella vez que Skoll lo llevó, esperó a que pasara el sacerdote que estaba haciendo el recorrido y después, con todo el sigilo del mundo, entró a la caverna.
 
Las plantas luminiscentes ya habían cubierto todo el lugar; cuando el rubio llegó a la orilla del manantial, se introdujo con Skoll al agua, sin siquiera quitar el camisón que el niño portaba y, sumergió por completo el cuerpo, a excepción de la cabeza, dejando el rostro del niño fuera de la superficie, para que no se ahogara.
 
Cuando el peliblanco sintió la frescura que lo cubría gimió y lentamente empezó a abrir los parpados; en esa ocasión, sus ojos no estaban tan opacos.
 
-Nyrn… – dijo con debilidad y se estremeció – perdón… – se disculpó rápidamente – mi señor…
 
Normalmente no era tan informal con el ojiverde y solo le hablaba por su nombre cuando estaban teniendo relaciones, porque el otro le había dado permiso.
 
-Está bien, mi hermosa flor – sonrió el mayor – dime Nyrn, solo Nyrn, de ahora en adelante.
 
El albino sonrió y se restregó contra el pecho del otro; le había gustado escuchar que podía llamarlo por su nombre, pues siempre le había gustado.
 
-¿Estás mejor?
 
-Sí – asintió el ojirrojo – pero… – se mordió el labio, parecía dudar.
 
-¿Pero? – el rubio movió la mano y con ella vertió un poco de agua en la cabeza del albino, la cual resbaló por su rostro.
 
-Me siento… extraño… – confesó – ¿es…? ¿es normal? – indagó el niño cerrando los parpados, mientras el agua caía por su cara.
 
-Supongo que sí… – respondió la deidad un tanto confundido, pues no sabía que tan diferente se sentía el otro – pero, ¿qué sientes?
 
Skoll se movió, incorporándose, porque estaba siendo sostenido por el mayor, como si estuviera recostado; se sumergió completamente en el agua y, al salir, su cabello se pegaba a su cuerpo. Pasó las manos por el cuello del Dios y se restregó contra su cuerpo.
 
-Me siento ansioso – susurró y mordió el cuello del ojiverde, consiguiendo que el otro se sobresaltara – te necesito, Nyrn – dijo con ansiedad – más que nunca…
 
-Skoll… – sonrió un poco nervioso, él también necesitaba sentirlo, pero se preocupaba por el estado del niño  – estás un poco delicado…
 
El menor se sorprendió por esas palabras y sintió que el aliento se le iba; mordió el labio y sonrió tristemente, se había sentido un poco rechazado.
 
-Perdón… – el albino hundió el rostro en el cuello del otro – supongo que… necesito descansar…
 
-Más que descansar, necesitas cuidados y atención – explicó el ojiverde – la semilla empezó a germinar – su voz sonó feliz – y debe ser atendida adecuadamente, así cómo tu cuerpo.
 
-¿De…? ¿De verdad? – el ojirrojo se alejó, observando al otro con sorpresa – ¿de verdad está funcionando? – no pudo evitar que su voz sonara emocionada, sus mejillas se tiñeron de rojo, sonrió ilusionado, bajó el rostro y alejó las manos del rubio, llevándolas a su vientre, acariciando con suavidad, por encima de la tela húmeda.
 
Skoll había pensado que no funcionaría, por lo que Nyrn le había dicho antes, pero ahora, saber que esa semilla que depositó en su interior, empezaba a “germinar” lo hacía inmensamente feliz. Era parte de su Dios y él cuidaría de su simiente con su vida.
 
-Por eso te traje – confesó el mayor, abrazándolo con suavidad, sintiendo la delicada figura del menor contra sí mismo – dijiste que tenía sed…
 
-¿Yo dije eso? – indagó levantando el rostro, mirando al otro con un dejo de confusión en su mirada– no lo recuerdo…
 
-Está bien – el ojiverde lo besó en los labios – tenías mucha fiebre, así que hablaste sin darte cuenta.
 
-¿Qué debo hacer ahora? – el niño levantó la mirada, mirando a su compañero con emoción y curiosidad.
 
-Ahora, debes cuidarla y tratar de escucharla, para saber qué necesita…
 
-¿Escucharla? – el albino levantó una ceja.
 
-Sí – Nyrn asintió – la semilla te dirá qué necesita… – el rubio sujetó las manos del peliblando y las guió hasta el vientre plano, para que se tocara con sumo cuidado por debajo del ombligo – cierra los ojos – susurró contra el oído del menor – no pienses en nada, solo… siente…
 
Skoll hizo lo que el otro le ordenó; cerró los ojos, puso su mente en blanco y empezó a sentir, más que escuchar. Las mejillas del menor se tiñeron de carmesí y se alejó del otro con rapidez, dando media vuelta y respirando con agitación.
 
-¿Qué pasa? – preguntó el ojiverde, colocando las manos en los hombros del niño.
 
-Es que… la semilla… – sus delicadas manos recorrieron su abdomen – tiene… desea ser… regada… – dijo con debilidad, sintiéndose cohibido.
 
-Lo sé – sonrió – por eso estamos aquí, ya te lo dije, para que el agua te bañe y llegue hasta ella, seguramente la necesita…
 
El peliblanco pasó saliva – no… – negó – no tiene sed de agua… – su voz apenas se escuchó, así que Nyrn se inclinó para escucharlo mejor – la semilla… ella quiere… otra… otra cosa…
 
-¿Qué cosa? – el rubio estaba confundido, pues debido a que nunca antes había germinado una semilla, no sabía qué debía hacer.
 
-Pues… quiere… – apretó los parpados – es que… usted no quiere…
 
El ojiverde levantó una ceja, aun más confuso que antes – ¿qué no quiero? – preguntó.
 
-La semilla quiere… ah… nutrientes… – respondió escuetamente.
 
-¿Nutrientes? ¿Qué clase de nutrientes? – la mente de Nyrn empezó a buscar la respuesta, posiblemente alguna planta especial, alguna resina o quizá otro tipo de alimento, tal vez, alguna mezcla de todo eso.
 
Skoll levantó el rostro, mirando por encima del hombro al rubio – el… el nutriente… de… de ambos…
 
Esa simple frase dejó completamente inmóvil a Nyrn, consiguiendo que algo de su pasado, llegara a su mente con rapidez.
 
“Una semilla es muy especial, requiere los nutrientes de sus padres… tú recibiste mis nutrientes siempre, porque estabas dentro de mí, pero diariamente, debías recibir el nutriente de tu padre, por eso debíamos unirnos, para que tu germinación fuera perfecta…”
 
El ojiverde bajó el rostro, apenado; en ese momento, entendía la razón del por qué el albino, estaba ansioso de estar con él, era algo natural en su estado.
 
-Perdón… – sonrió con algo de vergüenza – es mi culpa por no saber, pero, jamás había pasado por esto, así que también soy primerizo, perdóname mi hermosa flor – dijo con sinceridad abrazándolo – te prometo que no volveré a negarme…
 
-¿Qué cosa? – preguntó el niño.
 
-Ven, vamos a darle los nutrientes a la semilla – dijo con rapidez.
 
Sin permitir que el menor dijera algo más, lo guió hasta la orilla; Skoll sentía su rostro arder, pues era obvio que el mayor había entendido a lo que se refería.
 
Nyrn no dijo nada más, solo tenía una sonrisa en sus labios mientras acomodaba al albino en un lecho que se formó, antes de que ambos salieran del agua. El ojirrojo no podía apartar la mirada del semblante de su deidad; jamás había visto ese gesto de emoción y satisfacción, era obvio que estaba feliz y, seguramente, era porque la semilla había empezado a germinar.
 
-Lo haremos despacio – susurró el rubio, besando los labios del niño, mientras lo recostaba contra las plantas.
 
El peliblanco asintió y se dejó mover.
 
El mayor desnudó al niño y repasó el cuerpo con sus manos y labios, pero, al llegar al vientre, un sentimiento extraño se apoderó de él; no sabía lo que era, pero le llenaba el pecho de emoción y lo hacía inmensamente feliz. Acarició el abdomen de Skoll y besó repetidas ocasiones la piel, con algo de ansiedad; ahí estaba su semilla y, por primera vez en siglos, había empezado a germinar, pero más que eso, lo había hecho en el interior de su más preciado sacerdote.
 
Los delicados gemidos del albino lo sacaron de sus pensamientos y volvió a su tarea, llegando al pequeño miembro erecto, repartiendo besos en toda la extensión y estimulándolo con su boca al succionarlo. Mientras realizaba su labor, el ojiverde empezó a cambiar, preparándose para el acto, consiguiendo que su sexo despertara con rapidez, ya que no quería postergar ese momento.
 
Cuando Nyrn estuvo listo, se colocó sobre Skoll, pero, aunque el niño lo esperaba con ansiedad, el rubio no lo penetró; rozó con su sexo el pequeño miembro del albino y, con su mano, empezó a masajearlos al mismo tiempo. El ojirrojo se aferró a los hombros de su pareja y empezó a gemir; jamás habían hecho algo así, pero le gustaba sentir la mano del Dios en su miembro, mientras rozaba el pene del otro.
 
-Nyrn… – susurró y ejerció presión en los hombros, hizo el rostro hacia atrás y empezó a ondular su cuerpo, a la par que el otro lo masturbaba.
 
El rubio sonrió complacido, pero no detuvo sus movimientos, al contrario, aumentó el ritmo, especialmente al notar como el vientre del niño, por debajo de su ombligo, empezaba a brillar en un tono carmesí intenso.
 
-No, ¡no! – pidió el peliblanco, mientras sus ojos se humedecían – voy a…
 
-Hazlo – ordenó el mayor.
 
Skoll se soltó del agarre, se recostó completamente en el lecho y gritó mientras llegaba al orgasmo, liberando su semen sobre su abdomen, al mismo tiempo que Nyrn dejaba salir su savia, pues no quiso contenerse más; ambos líquidos se mezclaron con rapidez y el rubio se sorprendió al ver lo que sucedió.
 
Una pequeña y delicada raíz empezó a surgir del ombligo de Skoll, haciendo que el menor se quejara con debilidad; esa pequeña formación, recogió el semen y la savia con rapidez, acercándola al delicado agujero y lentamente, el líquido fue absorbido, hasta que la misma raíz desapareció, volviendo a introducirse en el cuerpo del ojirrojo. Después de eso, el vientre de Skoll dejó de brillar, poco a poco.
 
El rubio observó con asombro y finalmente, posó su verde mirar en el rostro de Skoll; el albino tenía el rostro sonrojado, una dulce sonrisa en sus labios y respiraba con agitación.
 
-Le… gustó… – dijo en un murmullo – creo que… hay que alimentarla así…
 
-Todos los días… – terminó el mayor acercándose al rostro del niño – lo sé – dijo después de besarlo – lo haremos mi hermosa flor, no te preocupes…
 
Su voz sonaba emocionada, pero se alegró de haber estado en lo correcto. Su lógica le había dicho que, debido a que la semilla había ingresado por el ombligo y como no había otra parte en el cuerpo de Skoll que conectara a su vientre, precisamente por ahí, debía ingresar su sabia y así mismo, el nutriente del menor, el semen; no se había equivocado y eso lo hacía feliz.
 
-Nyrn... – el peliblanco extendió sus brazos, en busca de que el otro se acercara para abrazarlo, cuando la deidad lo hizo, lo besó en los labios – ahora que ya la alimentamos… – susurró contra los labios del rubio – ¿podríamos… hacerlo como siempre? – pidió con deseo.
 
-¿Eso quieres? – preguntó el ojiverde con diversión.
 
-Sí – asintió – te necesito – suplicó.
 
-Entonces, te complaceré, mi hermosa flor…
 
Las manos de Nyrn se movieron sobre el cuerpo del albino, él no había vuelto a su forma normal, por tanto, podían seguir, hasta que el ojirrojo quedara satisfecho.
 
El acto inició una vez más, pero Skoll se comportó más participativo; Nyrn suponía que era por el cambio que estaba sucediendo en el niño, pero le gustaba esa manera de ser, tan deseosa por compartir con él, ese placer que los envolvía, pero, además, el Dios estaba más que feliz de saber, que por primera vez en su existencia, una de sus semillas estaba germinando, en el cuerpo de alguien que era más que perfecto para él.
 
 
* * *

Notas finales:

Espero hayan disfrutado este capítulo; les recuerdo que tengo 6 capítulos de desfase con mi página web; Si quieres leer más, en mi página web tengo hasta el capítulo 31

http://ojousama.weebly.com/natural.html 

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Por cierto, ahi anuncié que la publicación de esta historia, sería diaria, hasta que la termine.


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